Partida Rol por web

Los supervivientes de la batalla se reagruparon alrededor de una enorme roca que les daba un poco de protección... Con ellos llevaban a sus dos orcos prisioneros.

- Por el alma de mi padre, que era un poderoso guerrero, esta noche he visto al mejor acero de Predemia batirse en esta llanura. Y si no al mejor sin duda al más valiente. Sois tan fieros como honorables,- dice dirigiéndose hacia los gladiadores que limpiaban sus armas - pues no lo dudasteis pese a que nada os obligaba a ayudarnos... Tengo una doble deuda con vosotros: la monetaria y la que atiende a mi propia vida.

Después se giró hacia los caballeros supervivientes:

- Y aunque muchos de nuestros camaradas han caído esta noche ¡han caído como siempre hemos deseado hacerlo! ¡Con el deber cumplido y la victoria conseguida! ¡Bravo, mis hombres, bravo!

Bakus estaba exhultante, tanto que casi había olvidado por completo que no estaban a salvo en un castillo de sus propiedades y que los orcos seguían mirando insistentemente hacia el cielo.

- Pst - el mediano descartó con un gesto las alabanzas de Lord Bakus, aunque en su fuero interno se sentía orgulloso de ellas.

No le habían pasado desapercibidas las miradas hacia el cielo de los prisioneros y, con curiosidad elevó la vista en la misma dirección para ver si el era capaz de ver algo, aunque el cansancio de la batalla no le permitía estar lo suficientemente atento como para ver algo.

Con todo, y pese a que pensaba que su misión estaba cumplida, considerába que tenía un asunto personal con el extraño hombre rata que se les había escapado dos veces y quería solucionar "ese" asunto.

Dirigiendose al Lord le comentó - Pues no sé. Esto no está terminado ese maldito licántropo se volvió a escapar. Sabeis donde lo podemos encontrar? En este momento nuestro enfrentamiento es personal -

Sin embargo, dado que las armas no parecían hacerle daño añadió - aunque parece que su naturaleza impide que lo podamos dañar... quizás podais ayudarnos con algún objeto para conseguirlo. Creo que es de vuestro interes que nos saquemos a esa rata de encima -

Sus palabras lo dejaron extenuado. Estaba cansado. El efecto del veneno aún corría por sus venas y se le notaba. - Maldito veneno! - murmuró para si, aunque en voz audible - No pensé que me afecctaría tanto. Evidentemente antes de buscar a esa rata deberé reponerme un poco -

- Estos esperan algo -dijo Parkoz en un golpe de audacia- Igual que la rata. Vámonos de aquí rapidamente, temo los refuerzos que le lleguen.

Parkoz decidió no esperar a nadie, y emprendió la marcha hacia el Oeste. Su máscara ocultaba sus verdadero sentimiento: el miedo le recorría, se sentía débil e impotente, si su guadaña no podía segar la vida de sus enemigos, como el hombre rata que ignoraba sus golpes, él no era nada.

Bhain agotado tras el combate siguio a su compañero parkoz-SAlgamos de aqi y vayams al punto d eencuentro antes de que traigan refuerzos

Bakus miró al enorme semiorco que se alejaba ya del grupo. Después sus ojos recorrieron sus exhaustas tropas y luego se dirigieron al cielo. Habría tiempos para nuevas batallas pero no serían esta noche. La suerte puede sonreir una vez pero nunca mantiene sus caricias demasiado tiempo.

- ¡Adelante hermanos de armas! Lo que ha indicado el guerrero es muy juicioso.

Y por primera vez en mucho tiempo Parkoz sintió como una de sus propuestas era aceptada sin duda alguna por un grupo de gente tan numeroso.

Siguiendo al caballero montado, el mediano intentó, con dificultad, mantenerse al lado de la cabalgadura, esperando una respuesta a sus preguntas, pero temeroso de insistir demasiado.

Sus cortas piernas no lo ayudaban a mantener la velocidad, pero se esforzó en hacerlo mientras jadeaba - Y... que opinais... -

Media hora más tarde, en la piedra del hipogrifo

La piedra del Hipogrifo era una enorme roca que se alzaba a menos de un par de kilómetros de la ciudad. Su aspecto erosionado por el tiempo y el viento recordaba vagamente a la mitológica figura a la cual debía su nombre, y por ello era escogido a menudo como punto de encuentro entre amantes, viajeros e incluso maleantes.

El pequeño ejército superviviente había llegado allí sin que nada los hubiese importunado. Si algo debía atacarles desde el cielo nada lo hizo. Ni siquiera una sombra de nube que amenazase con su aspecto llevando a la confusión. El trayecto había sido tan tranquilo como puede serlo una huída en la oscuridad de la noche por parte de un ejército.

En la roca del hipogrifo les esperaba un sorprendido sorprendido semielfo. Los gladiadores lo reconocieron: era aquel que se hacía llamar el Mediador, aquel que Lizara les había presentado hacía escasamente un día pero que tras lo sucedido pudiera haber sido hace años, tal era el cansancio de los héroes.

- Que me aspen, menuda comitiva.- dijo el semielfo saltando ágilmente de la roca - Esperaba tan solo a los gladiadores y a los prisioneros. Pensé que tendríais a bien inmolaros en nombre del honor y la gloria, como tal era vuestro plan.

Era evidente que el Mediador no era un subalterno de Bakus por la forma en la que le hablaba.

- Guarda bien esa lengua, bribón nacido de una violación, si no quieres perderla. - aunque las palabras fueran duras el tono de voz era alegre por parte del general. Se notaba una camadería entre ambos personajes de tan dispar condición - La sombra de Haron ha querido cubrirnos esta noche y el valor de estos hombres ha sido nuestra mejor arma. Hoy lloraremos a los muertos, pero el usurpador llorará más por su derrota. ¿Donde se encuentra el campamento? Mis hombres merecen un descanso. Luego vendrán las explicaciones.

- El mago lo mantiene bien oculto a escasos tres kilómetros. Ni siquiera los acechantes Inquisidores alados de Taurus podrían verlo gracias a la protección de sus hechizos. Pero veo que traéis compañía: ¿por qué invitáis a estos orcos a nuestra hospitalidad, cuando una cuchillada sale más barata que una ración de comida?

- Ni se te ocurra Medidador. Estos prisioneros están bajo mi resposabilidad. Han rendido sus armas y por lo tanto se les ha perdonado su miserable vida hasta que comparezcan ante un consejo de guerra.

- Como os gusta a los Caballeros perder el tiempo en negocios futiles. Posponéis la cuchillada para montar un pequeño circo del que no sacamos más que una pérdida de tiempo. En fin. Ese no es mi asunto.

Mientras hablaban el grupo se encaminaba por el bosque siguiendo al semielfo hacia el campamento mencionado. Bakus retomó la palabra:

- Ahora que hablamos Medidador: el pequeño gladiador quiere tomar su revancha con respecto a uno de los Inquisidores. Hemos comprobado que la vileza de Taurus no conoce límites, ya que ha reclutado a Hombres Rata para tales tareas...

El Mediador volvió su vista hacia Cristin:

- ¿Quieres vértelas con Herdinal, el más traicionero de todos los Inquisidores? ¿No te llega con haber salido vivo del encuentro? ¿O es que acaso te ha mordido?

- Yo también quiero saldar cuentas con él. Pero mi arma no le hiere. Tengo pendiente una guadaña mágica muy poderosa que me está esperando en la ciudad, pero ahora no podré ir a por ella. Lord Bakus sabe quien me la tiene, pues nos la recomendó él. Necesito un arma que le haga daño, y después hablaremos esa rata y yo.

- Pero más urgente que eso, el mediano y yo necesitamos un sanador, nos picó una araña.

- Morderme... no, no consiguió acercarse lo suficiente. Solo que no me gusta que mis rivales huyan como cobardes que son. O más bien, como ratas que son - la respuesta del mediano no se hizo esperar - Aunque lo que dice mi amigo es cierto. Necesitaría algo que lo pueda herír... quizás un estoque... o una honda, o municiones mágicas, en fin, algo que sea efectivo contra ese roedor superdesarrollado -

- Por cierto, esas arañas... si, ellas si consiguieron picarme. Y estoy algo débil. Algo de sueño vendría bien, pero quizás no alcance... tendreis quizás algún sanador en el campamento? -

El rostro del mediano giraba entre el Caballero y el semielfo mientras esperaba respuesta de alguno de ambos.

- ¿Escucháis eso Mediador? ¡Solo venían con la disposición de cobrar su recompensa e irse! ¡Y ahora es algo personal! ¡Ese es el ánimo que necesita nuestro pueblo!