Partida Rol por web

Al mismo tiempo que Adela fintaba a la derecha, Vinla se mantenía un paso por detrás e iniciaba un ataque coordinado aprovechando el alcance de su lanza. Pensó que Adela atacaría con su espada, no esperaba el tremendo golpe del escudo. Vinla erró su lanzada no porque el caballero la esquivara, simplemente el hombre se desplomó como un muñeco de trapo¹. Vinla intercambió una mirada con Adela esbozando una amplia sonrisa.

Llegó el momento de la reacción de las babosas pero sus enemigos, muy superiores en número, les impedían ejecutar cualquier táctica obligandolos a defenderse de los más cercanos. El primer arquero⁰² se esforzaba por mantener las dentelladas de los caninos de Horeg y Adela a duras penas. Atacar a uno de ellos suponía recibir la dentellada del otro por lo que, tras la caída de los caballeros, optó por correr, adentrándose aún más en las grutas y alejándose del combate. Los sabuesos no tardarán en darle alcance.

Su único compañero en pie tenía delante a Brendr y detrás a Úlfur. Intentó un ataque desesperado a la mujer bárbara².

Ismene tenía unos pasos delante a Horeg, Vinla y Adela. Sus caballeros yacían sobre la fría roca. Muerto el más joven, fuera de combate el más veterano. Un arquero corría perseguido por sabuesos lanudos y al otro se le veía en el rostro que no controlaba sus impulsos. Había iniciado algo cuando los caballeros empezaron a sublevarse y no veía motivos para retenerlo. Dejó escapar la energía en su interior. La cueva se iluminó y tres líneas purpúreas surcaron el espacio entre la mujer y los tres nórdicos más cercanos. La primera impacto contra Adela, la segunda rebotó en el hacha del sorprendido Horeg y la tercera le da de lleno a Vinla.

El Sabueso Lanudo de Darla, como reacción al ataque de Ismene, se lanza contra ella cerrando sus fauces contra su cadera izquierda. Pierde el equilibrio y tanto la mujer como la bestia caen a las negras aguas y ambos se revuelven cerca de la orilla.

    El caos de la carga inicial nos otorgó la ventaja que necesitábamos, incluso los caballeros apenas tuvieron tiempo a reaccionar frente a la arremetida de Adela y sus hombres mientras yo me dirigía a por uno de los arqueros listo para evitar que este pudiese ayudar a sus compañeros.

    Siendo atacado desde dos frentes de manera casi simultánea el pobre diablo apenas tuvo tiempo para reaccionar cuando mi hacha se hundió en su espalda con un golpe firme. No obstante, fue capaz de demostrar su entereza cuando, en lugar de seguir sus instintos y tratar de escapar de nuestros aceros, se encaró contra Brendr. A lo mejor aquello no era más que el producto de la desesperación pero ahora la norteña y yo formábamos parte de la misma manada y debía velar por su seguridad, así que en cuanto vi la oportunidad, dejé los escrúpulos a un lado descargando un segundo golpetazo mucho más violento que el anterior que esperaba que supusiera el golpe de gracia. De lo contrario, aún me quedaba aliento para lanzar otros dos ataques que de lo contrario serían dirigidos contra aquel que trataba de huir.

Pandora revisaba los alrededores para asegurar el lugar. Tensando el arco sabiendo que era buen momento para ataques a traición. Revisar el vacío y el agua cercana al sabueso y a la tal Ismene ¿La querían viva a esa mujer? Había atacado sin dudar... Disparar entre personas era complicado y no quisiera dar a un compañero por error.

El arquero que huía era una presa solitaria gratuita para la mujer araña no gastaría más flechas por el.

El arquero pretendía pillarme desprevenida. Estaba desequilibrada pero aguantaría el ataque de esa babosa, sin embargo, un rápido tajo al cuello desprende la cabeza de los hombros del desdichado regando las cercanías con su sangre. Escucho la carrera tras de mí y me giro, apartándome de la línea de visión del explorador. Mi intención es salir corriendo tras el arquero cuando el chisporroteo de energía púrpura me alerta del peligro cercano.

En cualquier caso, el hacha del explorador sale dando vueltas, dejando un rastro de gotitas rojas, golpea la espalda del huidizo haciéndolo girar sólo para recibir el martillo en la cara. El crujido delata que todo se acabó para aquella babosa.

Corro al lugar donde se encuentran Adela, Horeg y Vinla. Veo que nuestra líder ha recibido el peor golpe.

Los sabuesos se reagrupan. Vinla remata a Fingird. Darla hace lo mismo con el arquero inconsciente restante. Tal y como Adela ordenó, sólo Insmene está con vida. -La más peligrosa de todos- De la orilla el lago sale primero el sabueso de Darla. Adela recibió una considerable descarga de energía sobrenatural. Vinla mira la zona magullada del impacto de aquel mal proveniente, sin duda, de la Susurradora.

Ismene sale del agua mirando con odio a los norteños hasta que sus ojos se cruzan con los de Locligan. Ésta inclina la cabeza y relaja los músculos. Pero su rostro se queda mirando a Aya. Emite una carcajada irónica y se mira la cadera que muestra el profundo mordisco del sabueso de Darla. -Has roto el pacto- dice echándose el pelo mojado hacia atrás -No está contenta-

Advertís que está hablando con Aya. -Debería partirla en dos- comenta Horeg y su sabueso emite un gruñido bajo.

Arne la Chamán aprovechó la confusión de la lucha para escabullirse hacia el interior de la caverna. Por el camino hacia el que, en combate, intentó huir uno de los arqueros. Hacia donde Ismene mandó las babosas que quedan.

La bruja del lugar que atacó a Horeg está oculta entre sombras. Se ha mantenido al margen pero estaba muy, muy cerca del lugar en el que luchaban Úlfur y Brendr. De haber querido, la criatura podría haberlos pillado desprevenidos. Al comienzo del combate la temperatura descendió considerablemente pero ahora ha remontado unos grados.

No obstante, bajo el agua, donde estaba Ismene, hay una sombra que antes no estaba. Hay algo más. No. Hay alguien más.

Tu atención vuelve a la criatura del frío, oculta entre las sombras. Sale y comienza a devorar el cadáver del arquero. Empezando por la cabeza. Sientes que aquella acción va más allá de lo físico y un aura corrupta amenaza con doblegar a cualquier que pose los ojos en ella. Sin embargo, por alguna razón, la bruja te ha excluido deliberadamente de ese efecto.

Mientras miráis a Ismene, dais la espalda a los cadáveres y, de pronto, algo emerge de las sombras y lo escucháis masticar a vuestra espalda. La criatura se deleita devorando el cadáver del arquero que mató Úlfur antes de que atacara a Brendr.

Vinla es la primera en girarse. Su rostro palidece y sus miembros tiemblan de forma errática. Retrocede dos pasos antes de tropezar con el cuerpo de Tallandres y caer de culo sobre él. Su estado es igual que el joven que encontrasteis en la entrada.

Sin embargo, los sabuesos están reunidos gruñendo y ladrando delante de Ismene.

El combate termina bien. Al menos para nosotros. No podía participar porque sería más un estorbo en combate que una ventaja y, además, reconozco algo en Ismene que no me atrevo a confirmar hasta que ella se dirige a mí. -Lo sabe-

Es entonces cuando veo algo al fondo. Mis ojos se deslizan hasta la criatura y sus perversas acciones. Siento la corrupción de aquel acto, cómo se mete dentro de mi mente, me incapacita, me aterra, me afloja los músculos. Me habría caído si Locligan no me hubiera cogido pero no acierto a entenderlo. Mis sentidos se nublan, mi conciencia queda suspendida. Sólo hay terror en mi mente.

Voy junto a Vinla para auxiliarla y entonces la veo. Aprieto los dientes y, con toda la fuerza de mi voluntad, lanzo un grito expulsando todo el terror que captan mis sentidos y manteniendome cuerda. -Vinla. Vinla.- en vano intento reanimarla pero sus ojos están fijos en algo que no es de este mundo. La visión le ha afectado, al igual que Aya.

Horeg me mira. Lo veo en sus ojos -Si ella puede resistirlo yo puedo- abro la boca pero el grandullón es más rápido -No, Horeg, ¡espera!-

Maldita vieja -Intentaste aplastarme y no te... Oh- mis nudillos se vuelven blancos al apretar el asta del hacha. Las venas se marcan en mi cuello. Cierro los ojos y aparto la vista de aquel espectáculo -Por todos los horrores del norte- se me escapa sin pensar y mis ojos se cruzan con los de Darla aún conservando mis facultades.

Uso toda mi fuerza de voluntad y decido no mirar pese al impulso. Mi rostro, vista al frente, mandíbula apretada. Veo que Ismene sí está mirando, pero no hace el más mínimo gesto de terror. -Maldita- cuanto más tiempo paso delante de esta mujer más ganas tengo de atravesar su rostro con mi hacha. 

Mi mirada y todo mi ser está con los sabuesos lanudos que ladran al frente.

Cojo a Aya sólo unos segundos. Veo el espectáculo y, sin quererlo, me sumerjo en los horrores presentes y pasados que alimentan mis pesadillas perdiendo el control de mis facultades.

- hay una sombra en el lago - informoaba para fueran con cuidado, aquel espectáculo era grotesco y se añadía a las cosas desagradables que llevaba poco recolectando. Se iba acercando a la bruja del frío aclarando que de haberlo querido otros serían el aperitivo a esas alturas - al iniciar el ataque tuvo ocasión de tomar a Ulfur o a Brendr y no lo ha hecho, si no tenéis que acabar con màs de esos a los que llamáis babosas, recomiendo una retirada tranquila...

¿Se arriesgaba mucho acercándose? Interpretó que no atacara a ninguno de los dos como una tregua, además notó la magia, y le excluyó de sus efectos. Sin duda no pecaba de confiada, se mantenía alerta, le aterraban aquellas tierras, solo había visto muerte y abuso de poder desde que le secuestró un grupo norteño. Aquel lugar era todo lo que había procurado evitar desde que mataron a su madre, pero si el tiempo de reclusión en los bosques le ayudó a mejorar como persona y conocer hierbas y métodos de sanar, ese nevado lugar le estaba obligando a evolucionar en dirección a un aspecto más cruel de la vida, atacar sin escrúpulos y despertar en ella la disponibilidad de matar de ser necesario.

¿Se podría comunicar con ella? Siguió acercándose¹ esperando estar a una distancia comunicativa y suficiente separado para que el mensaje no fuera escuchado por oídos indiscretos.

Mostrando el ojo de su maestra se acercó lo posible, aunque ese espectáculo era más desagradable a cada paso que daba.

- pl-plañidera te saluda... Me pidió que te dijera que Cilla prepara el Aquellare de los Corruptos de Feywild, y que sabemos dónde está el grimorio de Ïluf.

    Una mueca de desagrado marcó mi rostro al recibir el salpicón de sangre tras desencajar el hacha del arquero que trató de huir, no me arrepentía de mis acciones, o al menos trataba de no hacerlo pensando en que eran lo que se debía de haber hecho, ahora debíamos de velar los unos por los otros y quien sabía si de haber dejado escapar a aquel arquero no habría podido llegar a correr la voz de alarma entre los hombres que le quedasen a Édedro en aquel lugar.

    Traté de no ser tan ceremonioso al recuperar el martillo y regresar junto al resto, justo a tiempo para identificar la voz de Ismene, parecía agresiva así que aceleré mi paso hasta que unos ruidos sospechosos pusieron todos mis sentidos en alerta "Mierda, está aquí" de inmediato me dirigí hacía Aya y el viejo, eran quienes más me preocupaban y sus reacciones al volverse hacia aquella... cosa me sirvió como advertencia de hacia donde no debía mirar. 

    Tan pronto como me pude reunir con ambos los músculos de mis brazos se tensaron aún blandiendo ambas armas y utilizando las reacciones de Horeg y Darla como referencias para poder prevenir un posible ataque antes de dirigirme a Adela. 

    -Adela, Pandora tiene razón, ya hemos terminado con las babosas, dejemos a la bruja en paz y sigamos adelante tomando a los caídos hasta que sean capaces de recuperar la conciencia.- Traté de hacer acopio de mi fuerza de voluntad para sonar lo más firme posible, era un shatria y podía ser que para estos norteños mi naturaleza o la de Pandora fueran algo totalmente aberrante, pero Ismene acababa de utilizar magia real apenas un momento atrás para atacarnos y la otra era un auténtico monstruo contra el que empezaba incluso a dudar que nuestras armas fueran eficaces en el caso de tener que enfrentarnos a ella. Todo aquello era como si la mismísima Chaan hubiese soltado a su linaje maldito contra nosotros y no tenía intención alguna de detenerme a descubrir cuan acertada podía ser aquella suposición.

Al final, había sobreestimado la resistencia del caballero: en cuanto el escudo impactó contra su sien como un carro de bueyes, el casco se combó como si fuese papel y el hombre se derrumbó. La lanza de Vinla solo atravesó el aire, porque el hombre cayó como un saco de piedras. Adela respondió a la sonrisa de su compañera, pero no había tiempo que perder. 

-Remátalo-dijo saltando sobre el hombre inconsciente, lista para cargar contra alguno de los que aún seguían en pie. Por desgracia, en cuanto aterrizó al otro lado, la recibió algo que no esperaba: Ismene había disparado tres rayos de pura energía. Uno de ellos rozó a una de las hermanas, y el otro fue desviado por Horeg, como no podía ser de otra manera en el inmune a los susurros. 

Por desgracia, Adela no pudo ni esquivarlo ni bloquearlo, no se esperaba aquel ataque y le dio de lleno. La armadura no valía de nada contra las obras de la Susurradora, y la energía la golpeó como un martillo. Perdió el aliento un segundo y boqueó por el dolor: una vida entera de entrenamiento y golpes fue lo único que la mantuvo en pie. Apretando los dientes y los labios hasta que se pusieron blancos, se tragó un grito, que solo fue un gruñido animal, y se irguió de nuevo. 

Antes de poder hacer nada al respecto, el sabueso atacó. Como no podía ser de otra forma en el amigo más antiguo de los nórdicos, compartían su odio por las artes de la Susurradora. Los sabuesos eran capaces de oler y sentir la magia negra, y sabían cómo contrarrestarla. Aprovechando que Ismene estaba centrada en ellos, el cánido saltó y la derribó en el agua, algo que no era casual: estaban entrenados y sabían que lanzar al agua a los siervos de Jorgaland les anulaba de forma efectiva, ya que no podían hablar para lanzar sus encantamientos y tenían que usar las manos para nadar. 

Para cuando cayeron al agua, el combate había terminado. Ulfur había derribado al que intentaba huir y todos los demás estaban o muertos o inconscientes. 

-Rematad a los supervivientes-Ordenó inmediatamente. Se volvió al ver a Ismene salir del agua. La mujer pareció relajarse y pareció incluso que iban a poder tener una conversación civilizada, pero en ese momento, tras unas cuantas palabras crípticas, algo empezó a devorar uno de los cadáveres, a juzgar por el sonido. Adela iba a volverse, pero oyó a tiempo la advertencia de Darla a Horeg. Vio que el fornido norteño resistía aquello, como esperaba, pero Vinla caía. Con cuidado de no mirar a la zona peligrosa, se aseguró de que la mujer estaba bien, al menos físicamente. 

-Por el escudo de Hrutgar-dijo en voz baja. Locligan y Aya estaban también incapacitados, lo que significaba que no iba a poder ni preguntar a la una a qué se refería Ismene, ni al otro qué quería hacer con ella. Los sabuesos estaban reunidos a su alrededor gruñendo con el lomo erizado, listos para atacar. Podían oler la magia en ella y no era de la buena. 

Todo su ser le decía que ordenara a Horeg que clavase su hacha en el cráneo de aquella mujer desde la coronilla al mentón hasta que hubiera que sacarla con escoplo, y que luego cargase contra aquellas dos monstruosidades, la del lago y la del cadáver, y librase al mundo de dos engendros. Pero no podía, no podían permitírselo. Le debían mucho a Locligan, y para él Ismene importaba, y no estaban en condiciones de enfrentarse a las brujas. 

Maldijo. Ninguna de las armas de las babosas les habían hecho nada, ni un solo rasguño, pero la maldita magia casi acaba con ellos. 

Se encaró con Ismene, y sus ojos eran duros. 

-Ismene, no vamos a hacerte nada, eres amiga de Locligan y le respetamos. Pero nos has atacado con magia y eres peligrosa. Vamos a atarte las manos por precaución, te vienes con nosotros. Has estado a punto de matarme, así que no pongas a prueba mi paciencia. No te resistas, por favor. No tenemos nada contra ti. 

Horeg, átala con el nudo de la serpiente. Vigílala, un solo grito, un solo movimiento que no te guste y déjala inconsciente. Hamarr, tranquilo, retrocede. 

Todos los nórdicos conocían el llamado nudo de la serpiente: una forma de atar a los que poseían capacidades mágicas. El nudo no solo ataba las muñecas tras la espalda, sino que se enroscaba entre los dedos y dejaba una palma contra la otra totalmente inmovilizadas, para que no pudiese hacer ni el mínimo gesto. Con los siervos de la Susurradora, nunca se estaba lo suficientemente seguro. 

-Tenemos que continuar. No te preocupes, Ulfur, no vamos a atacar si no nos atacan primero. Pandora, ¿puedes decirle a esta gente que no tenemos nada contra ellos? Que no vamos a atacar si no nos atacan, que estamos aquí por otra cosa. 

Darla, ¿Cómo están? ¿Puede alguien hacer algo por ellos? Los necesitamos de nuevo, cuanto antes, tanto a Vinla como a Locligan y Aya... 

Solo en ese momento se dio cuenta de que no estaban todos. Aquello le provocó un mal presentimiento inmediato. 

-¿Dónde coño se ha metido Arne? ¿Alguien la ha visto? 

Se miró la zona afectada. Tenía una herida muy fea por todo el costado, y le dolía respirar. Aquello no era nada bueno, no si les esperaba más combate. Pero había cosas más importantes de momento de las que ocuparse, y las necesidades de un líder siempre deben ir las últimas. 

La Norteña afirma atarme. Niego con la cabeza lentamente. -No- sentencio -Gracias por escoltar a nuestra hermana y a nuestra prisionera hasta aquí. Habéis venido a matar a mis soldados. Bravo. Buen trabajo. Ahora el resto es cosa nuestra.-

Lo que hice bajo las aguas cuando el perro me arrojó a ellas finaliza.

El explorador recupera sus armas. -Hazle caso- comento señalándolo. Veo cómo evita la horrenda escena que tiene lugar no muy lejos de allí. -Coged a vuestros compañeros y no os haremos nada.-

-¿En serio?- escucho una voz a mi espalda -Ya está aquí- 

Emerjo del agua empapada pero sonriente. Mis ojos rojos se deslizan por los presentes deteniéndome en cada uno de ellos. Veo a mi hermana dándose un banquete al fondo. También veo a Aya y al viejo que la ayudó a romper el influjo que tenía sobre ella. Pero ahora estoy aquí, físicamente. -Jajajajah- Una risa gutural retumba en la caverna al tiempo que un icor negruzco sale de mi boca. Lo restriego por mis labios con la lengua, larga y negra. -Aya es mía. El viejo es mío.- Miro directamente a la norteña que parece líder de aquellos sentenciados -¿Vosotros no tenéis trasgos que matar? ¿Matamos trasgos juntos?- sonrío ampliamente.

Dejo de comer, sostengo la mirada de Pandora. Amplío mi sonrisa. -El grimorio siiii- Dejo de comer mientras mi hermana Cilla sale del agua. Pongo el rostro muy cerca de Pandora. Sé que puede oler las vísceras y la sangre de mi aliento. Sonrío aún más enseñando los dientes -El aquelarre será aquí. Plañidera debe venir.-