Partida Rol por web

15 de diciembre de 1999

4406 18th St, San Francisco

8:45

Las nueve menos cuarto de la mañana. Como cada día, te dirigías a tu negocio, una modesta agencia de viajes rural que, poco a poco, parecía ir abriéndose paso entre las grandes agencias de viajes de San Francisco. Estaba claro que no podías hacerle la competencia a aquellas grandes agencias que ofertaban packs turísticos por todo el mundo, pero lo cierto era que tampoco podías quejarte. La gente parecía estar cogiéndole el gusto a eso de los viajes de montaña y, en los últimos meses habías obtenido más beneficios de lo esperado, aunque aún no lo suficiente como para decir que todo iba viento en popa.

Quizás por eso te extrañó aún más la imagen con la que te encontraste.

En el fondo, desde que te despertaste, sabías que algo no iba bien. Aquella desazón, aquella inquietud no solían traer nada bueno. Sin embargo, habías decidido no darle importancia, pensar que, quizás, era culpa tuya, que no dejabas de alimentar aquella horrible paranoia.

Pero no fue así. Y es que, la imagen con la que te encontraste al doblar la esquina supuso un contundente mazazo, un golpe duro, difícil de encajar: alguien, algun bastardo, había decidido reventar el escaparate de la tienda.

Corriste, con los ojos como platos y el corazón a punto de salírsete del pecho. Y, cuando te acercaste, descubriste que no sólo se había tratado de un acto vandálico: el interior de la tienda estaba completamente revuelto, con todo volcado y lleno de papeles por doquier. Y alguien se había dedicado a liarse a golpes con los dos ordenadores, dejándolos completamente inservibles.

Sin embargo, no fue eso lo peor, ni lo que más llamó tu atención. Y es que, sobre tu mesa ya no quedaba nada. Todo estaba volcado, en el suelo, a excepción de una única tarjeta. Una tarjeta amarilla con unas letras blancas y un mensaje muy claro:

Sonríe.

En vez de sonreír tal y como decía aquella tarjeta, comencé a soltar improperios por la boca, completamente enfurecido por todo. ¿Quién puede haber sido? Está claro que no ha sido un ladrón. Han ido a joderme. 

Estaba completamente furioso, tanto que pateé la robusta mesa de mi escritorio, notando un punzante dolor en mi pie. -¡Joder! -exclamé al aire. 

Me costó un par de minutos serenarme, antes de pensar con claridad en qué debía hacer en ese momento. Busqué entre los papeles tirados el número de mi seguro y cuando lo encontré llamé desde mi teléfono móvil para informar de lo sucedido. Al menos el seguro cubrirá los gastos. Pero eso no quita que tenga que recoger todo esto ahora.

Tras dar parte al seguro llamé a la policía para que tomaran nota de lo sucedido y que buscaran huellas. Como me entere de quién o quiénes han sido... les va a doler y mucho. 

La policía tardó sorprendentemente poco en llegar. Una de esas veces en las que quizás, por casualidad, también habían decidido asaltar el supermercado del final de la calle o en las que tal vez simplemente el oficial Harvey se encontrara casualmente patrullando la zona. Sea como fuere, el caso es que allí estaba, ante el cristal hecho añicos de la puerta de la agencia, intentando dedicarte una sonrisa amable a pesar de las circunstancias.

-Buenos días, señor. Acaban de llegarnos el aviso de que su negocio habia sido asaltado... Ya veo que no se equivocaban.  - añadio, mirando a su alrededor, mientras ponia cautelosamente un pie sobre los cristales del suelo, que crujieron inmediatamente bajo su bota. - Soy el agente Harvey. Timothy Havey. ¿Y usted es? - preguntó, observándolo con curiosidad, esperando a que contestara para saber con qué nombre dirigirse a él.

Alcé una ceja un tanto molesto por la broma del policía. -No, la tienda estaba perfectamente pero me aburrí y la destrocé. -comenté con ironía. Suspiré y negué con la cabeza. -Disculpe agente, estoy muy frustrado con esto. -él no tenía culpa de lo que me había pasado. Le ofrecí mi mano de forma educada. -Patrick Dempsey, soy el dueño de este negocio. La verdad es que no se si se han llevado algo, pero si que puedo afirmar que se han ensañado a base de bien. -comenté mientras le hacía un gesto para que viera los destrozos.

El agente forzó una media sonrisa en su rostro, ante el desplante del hombre- No hace falta que lo jure.. - dijo, estrechando su mano, para acto seguido volver a mirar a su alrededor, con un largo suspiro- ¿Sabe usted de alguien que pudiera haber hecho esto? ¿La competencia, algun enemigo? ¿Tiene usted alguna ex-novia, señor Dempsey? - le pregunto, mientras sacaba su libreta. Una libreta en la que comenzo a anotar cosas, con una caligrafia ininteligible.

-¿Tiene usted algun sistema de videovigilancia? Nos seria de gran ayuda. - añadio, mirando en direccion al techo, como buscando alguna camara de seguridad por alli.
 

Negué con la cabeza varias veces a las preguntas que me iba formulando. -No tengo ningún problema con la competencia que yo sepa. -cierto era que mi empresa gozaba del favor del concejal Mickelson y con los oficiales de la naturaleza... pero no me metía con nadie. -Tampoco tengo enemigos y por desgracia aún no he encontrado una chica que me aguante mucho tiempo. -me reí por lo bajo, liberando algo de tensión. Había tenido muchos ligues pero nada serio. Con ninguna había sentido esa "chispa" necesaria para tener una pareja.

-Si, tengo un sistema de grabación. No se me había ocurrido mirarlo con los nervios. Venga, que se lo muestro. -caminé con cuidado de no romper nada hacia la pequeña trastienda donde se encontraban los sistemas de alarma y encendí los monitores. 

Harvey acababa de asentir a tu propuesta y ambos estábais a punto de dirigíos a la trastienda, a ver aquel video en el que estabas seguro de que habria algo cuando, de repente, el teléfono comenzó a sonar.  Seguramente se tratara de algún conocido, o de algún cliente o proveedor pero, en cualquier caso, Harvey hizo un gesto de cabeza en direccion al aparato para que lo cogieras, a la par que él mismo se acercaba al aparato, dispuesto a poner la oreja.

Y acabó señalando al terminal, esperando a que contestaras. Quien sabe... quizás la suerte os sonriera.

Chasqueé la lengua contrariado por aquella interrupción pues tenía ganas de averiguar algo más sobre todo aquello... pero el policía dictaba los pasos a seguir así que le hice caso y cogí el teléfono. No hizo falta que se pegara mucho porque activé el manos libres para que ambos pudiéramos escuchar. -Agencia de eventos al aire libre "Los goonies". Le habla Patrick Dempsey. ¿En qué puedo ayudarle?

Como sea un teleoperador queriéndome vender algo se va a acordar hasta de la madre que lo parió.

-Ayer lo pasé de maravilla... -exclamó una voz femenina, al otro lado del teléfono. Una voz que tú no reconocías, pero que parecía conocerte muy bien a juzgar por las segundas intenciones en la voz de la mujer- Podriamos... repetirlo más a menudo... ¿no crees, Patrick?  - añadio, con aquel mismo tono provocador que hizo que el agente de policía carraspeara, apartándose ligeramente.

Para colmó, justo en aquel momento, entró en la agencia una mujer, que pareció quedarse también perpleja, mirándote con el rostro desencajado, tras escuchar aquel susurro, negando con incredulidad.

Y todo eso habria estado de maravilla de no ser por un pequeño detalle: tú no habías estado con nadie la noche anterior...

...al menos que tu recordaras.

A medida que iba hablando mi cara de incredulidad se iba haciendo mayor. -¿Me estás vacilando? Ayer no estuve con nadie... y la verdad es que no entiendo cómo puedes decir eso. ¿Quién eres? Yo no recuerdo haber estado con nadie ayer. Estuve en mi casa viendo una película y después me quedé dormido.

Miré con seriedad al oficial de policía, dejando bien claro que no estaba bromeando. Miré a la mujer que acababa de entrar y le hice una seña con la mano para que esperase a que terminara de hablar por teléfono.

Toda la situación era rara, muy rara. Y la sensación de que alguien se estaba riendo de mi no desaparecía, me enfurecía aún más.

-Patrick, cielo, no digas tonterías... - insistió la mujer, con una risilla, como si fuera él quien estaba bromeando con ella- Fue la noche más increible de mi vida aunque... la próxima vez, en lugar de presentarte por sorpresa, como anoche, podrias avisarme... Asi me daría tiempo a prepararte... algo. -la voz se torno provocadora, y estaba cargada de un claro doble sentido.

La cara de la mujer que habia entrado era un poema. Cada vez abria más los ojos y cada vez parecía tener el rostro más desencajado.

-Por cierto, te dejaste aqui el reloj.  Mejor, asi tienes excusa para pasar a recogerlo luego.

Efectivamente. Fuera quien fuera aquella voz, en algo llevaba razón: tu reloj no estaba en tu muñeca, como solia ser costumbre.

El agente de policia parecia cada vez más incredulo y desvio inmediatamente su mirada hacia tu muñeca, encontrando confirmacion a las palabras de la mujer, para luego volver a mirarte a ti. 

Por alguna razón, estabas empezando a perder la credibilidad con él.

Abrí los ojos como platos al verificar que lo que decía era cierto. -Si claro... ¿Podrías decirme tu dirección? Me han asaltado la tienda y ahora mismo no la recuerdo. -tomé papel y lápiz y escribí con rapidez para que pudiera leerlo el policía. 

Tiene mi palabra de que no recuerdo para nada el haber estado ayer con nadie. Empiezo a estar acojonado.

No comprendía qué estaba pasando ni por qué me estaba pasando. Vamos a ver... no me drogo ni bebo en exceso. Intento ser buena persona con todo el mundo excepto con aquellos que me joden. Esto tiene que ser una jodida broma de cámara oculta o no me explico qué cojones está pasando. ¿Cómo puede que sepa que no tengo mi reloj y que yo no tenga consciencia de nada? Esto es muy raro... demasiado raro.

La voz al otro lado del teléfono río, divertida, suponiendo que Patrick estaba bromeando- Déjate de tonterías, cariño... Tengo que dejarte ahora... Te veo luego. -añadio, con total naturalidad, la voz, bajando el tono antes de añadir por último- Tengo un conjuntito nuevo.. Si vienes deprisa, podrás quitármelo tú...

Y, tras aquella obscena insinuación, claramente ajena a los otros dos pares de oidos que había presentes en la escena, la mujer del teléfono colgó, dejando a Patrick con las ganas de saber más sobre su paradero y sobre su identidad.

Sin embargo, en cuanto el joven colgó el teléfono, algo más sucedió. La mujer que, hasta el momento, había permanecido con gesto atónito en total silencio, dio entonces algunas rápidas zancadas en dirección a Patrick. Lo que sucedió entonces fue visto y no visto: una rápida y seca bofetada cruzó el aire, cargada de resentimiento, directa a la mejilla de Patrick- Eres un hijo de puta. - dijo la mujer, que, a diferencia del propio Patrick, parecia conocerle de sobra.- Asi que una reunión con representantes... Pero cómo puedes tener tan poca vergüenza... Eres un cerdo, Patrick. Un cerdo. - añadió, con una mezcla de incredulidad e indignación, y la voz a punto de quebrársele.

¿Que si aun podia ser todo aquello más surrealista? Estaba claro que sí, o al menos eso era lo que decía la cara del policia que sí que habia leido el mensaje de Patrick pero que, sin embargo, no podia creer que aquel hombre no conociera, como mínimo, a alguna de las dos mujeres.

Asumí aquel golpe como si de un jarro de agua fría se tratase. Me quedé shockeado, completamente paralizado, sin saber muy bien qué hacer o qué decir. No entiendo nada, esto es rarísimo. 

Me quedé en silencio unos minutos, pensando en mi siguiente movimiento. Calma... intenta pensar con claridad... ¡Y UNA MIERDA CLARIDAD! ¡QUÉ COJONES ESTÁ PASANDO! 

Pasé mis manos por mi cabeza, buscando alguna especie de bulto o algo. Si no tengo ningún golpe... me ha drogado o algo.

Suspiré antes de hablar. -A ver... esto es demasiado raro. -me daba igual que la persona del teléfono me escuchara. -Oficial Harvey por favor levante acta de todo esto. Y si no le es mucha molestia... llame a una ambulancia. Tengo que ir al hospital para averiguar que me pasa. No recuerdo nada, ni quien es esa persona de la llamada ni quien es esta mujer.

El agente Harvey, sin embargo, no parecía ni de lejos tan agobiado como tú. Más bien, parecía divertido con el pequeño numerito que se estaba montando allí, sobre todo después de aquel soberano guantazo que, sin duda, sería la anecdota de la noche cuando se juntara con el resto de colegas a ver el partido de la NHL.

-Escuche, señor... Váyase a casa, tómese un café... o una tila, lo que mejor le venga. E intente hacer memoria sobre dónde estuvo ayer, qué bebió, si se chutó algo y qué hizo durante toda la noche. Créame. Tanto el servicio de urgencias como yo estamos más que acostumbrados a ver este tipo de "amnesias".

Apoyó una mano en tu hombro, en un claro gesto de apoyo que dejaba claro que no le gustaría estar en tu pellejo en aquella situación y, acto seguido, se volvió hacia la chica que acababa de cruzarte la cara, sin hacer siquiera el gesto de colgar el teléfono. No era su problema, después de todo:

- Señorita, no sea muy dura con él... A lo mejor el pobre diablo ni se acuerda de a quién se ha cepillado. - dijo a la mujer, dando a entender que era posible que, lo que hubiera hecho, lo habria hecho bajo el efecto de drogas u otras sustancias. -Y claro que sabe quién es usted... No tiene más que mirar la foto de su escritorio.  trato esta vez de reconfortarla a ella, señalando un portarretraros en el que, efectivamente, habia una fotografia de ambos en una actitud más que cariñosa.

-Si pasa algo más, llamemé a este número. - dejó su tarjeta sobre la mesa, mientras se dirigia finalmente hacia la puerta. Ya había perdido demasiado tiempo, eso estaba claro. - Que tengan un buen dia.

Y, tras aquella despedida, el agente se marchó, sin levantar acta y sin hacer el más minimo caso a tus quejas. Y, lo peor de todo: a solas con ella.

Al ver que el policía no hacía nada más me quedé completamente atónito, sin saber muy bien que hacer o qué decir. Colgué el teléfono importándome bien poco quien estuviera al otro lado y miré a la chica. -Mira... según esta foto te conozco pero te juro que no te recuerdo para nada. Si en algún momento me has querido o has sentido algo por mi... por favor, llévame a urgencias. Me han drogado o algo porque te juro que no recuerdo nada. -estaba tan shockeado que hasta me mareé, teniéndome que apoyar en la mesa para no caer. -Por favor, esto es irreal...

Ya llamaría a otro policía que hiciera bien su trabajo y de paso al seguro, pero ahora mismo sólo me importaba saber qué cojones me estaba pasando.

-Me tiré toda la noche esperándote, Patrick. Toda la santa noche. - dijo la chica, negando, con un gesto de incredulidad. Seguia con un soberano mosqueo, pero al menos habia dejado la violencia de lado, al menos de momento.

Sin embargo, aquella petición tuya hizo que la pelirroja frunciera ligeramente el ceño, observándote con una mezcla de incredulidad y desconfianza- No... eso si que no. No me vengas con esas. Te avisé de que pasaría. Te dije que no te juntaras con él, que te acabaria llevando por el mal camino. Y fijate ahora... ¿que no recuerdas nada? -dijo, poniendo los brazos en jarras, sin subir el tono estaba vez, pero no por ello siendo menos dura- ¿Quieres saber lo que ha pasado? Yo te lo diré... Que seguro que anoche te dio algo. Dime la verdad, Patrick: ¿Que te metiste anoche?

Ni que decir tiene que "él" tampoco entraba ahora mismo dentro de tus calculos mentales. No sabias a quien podia refererirse aunque, a juzgar por la mezcla de enfado y preocupacion en el tono de Trisha, es posible que no fuera demasiado descaminada con su opinion del sujeto en cuestion.

A medida que iba hablando iba abriendo más y más la boca, anonadado con todo lo que me decía. Jamás me había drogado tal y como ella me había dicho. Cierto era que de joven había probado alguna que otra cosa... pero JAMÁS lo había llevado a ese nivel. -Escúchame. -dije completamente serio. -No es que no recuerdo que hice anoche. Te juro que no recuerdo ni siquiera quien eres ni quien es "él". Nunca me he drogado así que me digas todo esto es algo que me deja claro que esto no puede ser verdad. -hablaba completamente serio, afectado por todo lo que estaba pasando. Como si mi vida se estuviera yendo a la mierda poco a poco.

-Así que si por favor, llévame a urgencias o me dices qué está pasando aquí. Pero deja de decir cosas que no tienen sentido.

Trisha te miró con una expresion de absoluta incredulidad, agarrándote del brazo entonces, como si se hubiera dado por vencida contigo- ¿En serio, Patrick? ¿Me vas a decir de verdad que no te acuerdas de Michael? -dijo y, por primera vez, pudiste ver una verdadera preocupacion en su rostro. A juzgar por sus comentarios, aquella pobre chica llevaba tragados contigo carros y carretas, lo recordaras o no, y tu amnesia parecía ser solo el pastel- Quizás deberiamos ir a ver al doctor Scott. Recuerda que dijo que, si volvia a repetirse , te mandaría algo más fuerte... - añadio, apretando ligeramente tu antebrazo, en una clara muestra de cariño- No te preocupes, ¿vale? Todo va a ir bien... - acabo por decir entonces, dejando un breve beso en tu mejilla, antes de disponerse a salir de alli contigo, para ver al doctor Scott.

Sin emabrgo, y a pesar de que Trisha habia accedido a tus deseos, sus palabras no dejaban de resultar aun mas inquietantes a medida que hablaba. ¿Repetirse? ¿De que estaba hablando? ¿Y quien era el doctor Scott?

Me quedé bastante alucinado con todo lo que me estaba contando pues no tenía constancia de eso en mi vida. ¿Drogas? ¿Repetirse? No entendía una mierda. ¿Y quién era el doctor Scott? -Espera. -le dije un tanto fuera de sitio. -¿Quién es el doctor ese? ¿Repetirse lo qué? -pregunté cada vez más acojonado. No entendía nada y eso me estaba sacando de quicio y asustando a partes iguales. -Por favor.. dime que esta pasando. -ya no era una orden, ni siquiera una petición. Mi voz era casi un ruego

-¿Y quién rayos en Michael? -añadí mirándola de forma incrédula.