Partida Rol por web

Astérope

La Invasión.

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03/05/2021, 12:09
Director

I N T R O D U C C I Ó N

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03/05/2021, 12:11
Director

A las tres de la mañana hubo un terremoto tan ligero que en otras circunstancias habría pasado desapercibido. Aunque no fue en absoluto violento, dio la sensación de que la tierra hubiera cambiado de pronto su rotación, se hubiera movido como una pelota a la deriva en el espacio y hubiera cambiado de eje.

Ni siquiera se había podido caer al suelo un cuadro, un libro o una taza y daba la sensación de que todo lo que durante esos días hubiera estado pendiendo de un hilo ahora caía al vacío.

Los animales también sintieron eso y todos los perros del vecindario se pusieron a aullar.

A las cinco de la mañana comenzó a llover a raudales. Media hora después un trueno que hizo retumbar los cristales dio comienzo a una tormenta eléctrica tan intensa que podría parecer que la calle había sido iluminada con focos.

La tormenta se detuvo tan abruptamente como había comenzado, no duró ni veinte minutos. Poco después, a las seis de la mañana, todo dejó de funcionar, hasta los relojes mecánicos.

Al amanecer las nubes eran de color azul oscuro y naranja. La lluvia casi había parado. El agua que caía era roja, como la sangre y habían ranas saltando por las calles.

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03/05/2021, 12:12
Isa

Isa había cenado con ellos. Devoró la comida de Bediviere y juró que era lo más bueno que había comido en la vida. Luego se sentó en su sofá favorito, tapada con una manta fina, y se quedó callada. Era una de esas personas cuyo silencio podía ser incluso acogedor, como el de los gatos o los perros.

Sobre las dos de la mañana se quedó dormida y no se despertó con el estruendo de la tormenta eléctrica. No hubo forma de despertarla, de hecho. Su cuerpo se enfrió tanto que quemaba al tacto, aunque no enfriaba el aire circundante. Era como si estuviera más allá de las leyes de la termodinámica y no intercambiara calor.

También adquirió una dureza extrema y una textura húmeda, como si la hubieran rociado con un líquido denso y transparente. Su piel se había hecho tan dura que no se le podía hincar una aguja y su cuerpo tan pesado que era imposible moverla —el asiento del sofá se llegó a hundir un poco, pero las patas aguantaron— y tan rígido que no se le podía cambiar la postura ni un ápice.

A las seis de la mañana el implante de Nikita también dejó de funcionar y comenzó a escucharlo todo —menos la voz de Bediviere, a la que oía como si no estuviera sordo— como si tuviera la cabeza metida dentro de una pila llega de agua.

A las siete y media de la mañana escucharon el típico trajeteo de la cerradura de la puerta del piso cuando alguien intenta abrir desde el otro lado, sin conseguirlo.

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03/05/2021, 12:12
Frida Farkas

En la bolsa había unas diez monedas de oro que estaban acuñadas en árabe por una cara y en latín por la otra, unas cuantas perlas, un anillo de diamantes y un escarabeo de lapisázuli.

Josean había aceptado el reto de buena gana y preguntó por el nombre del local y de su encargada.

Al búnker se entraba por un armario con doble fondo que había en una habitación con vistas al mar. Un cubículo que parecía un ascensor daba paso a una estancia de unos treinta metros cuadrados. Una pared era ocupada por un armario empotrado con muchas puertas, otra por una cocina y otra por una mesa con mandos, dos teclados, seis pantallas y dos sillas de oficina de diseño. La iluminación era cálida y el lugar silencioso, salvo por el sonido sutil del aire acondicionado. Frida conocía todo aquello muy bien. Les explicó que se lo había explicado todo uno de los operarios que vinieron a los pocos días del Tsunami y sacó una butaca plegable de un armario, sentándose en ella y dejándoles las otras dos, más confortables, a Ingvild y Bryony.

Tras hacerles un café sacó una botella de licor y les propuso jugar a una especie de "beso, atrevimiento o verdad". Se le daba fatal plantear atrevimientos y tenía enorme facilidad para dar besos. En el juego le sonsacaron que le gustaba irse sin pagar de los restaurantes y quedarse los libros que le dejaban, que tenía pánico a conducir, que le daban grima los bebés y que no sabía discutir.

Parecía calmada, se centraba en tratar de distraer a sus amigas o calmarlas, pero no podía disimular en sus ojos que estaba muy asustada.

Lo último que vieron por los monitores, antes de que todo dejara de funcionar, fue un avión de combate en llamas cayendo en el mar y hundiéndose. Luego todo se quedó a oscuras, cuando abrieron la puerta del búnker —tuvieron que hacerlo manualmente, empujando un resorte que utilizaba un cable— y salieron a la habitación con vistas al mar oyeron ruidos dentro de la casa, como si hubiera entrado un animal, o alguien.

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03/05/2021, 12:13
Nikita Pontecorvo

La compañía de Isa durante la cena hacía que de alguna forma todo pareciera más normal. La chica era una de esas personas cuya presencia apenas se impone, como si fuera un gatito. Verla devorar la cena le hizo sonreír. Por su parte él no fue capaz de comer demasiado. Más tarde recogió los platos y los fregó para dejar todo lo más recogido posible, no solo por estar en casa de Bediviere sino de nuevo por lo que pudiera pasar.

También hubo un momento en que se marchó a la habitación de Bedviere para estar a solas y llamar a su madre. Necesitaba escucharla, saber que estaban todos bien. Y en el fondo despedirse de ella de alguna manera. Le pidió que se pusiera un momento también Vera y trató de animarla y de animarse oyéndola.

Y con todo, y por mucho que se dijera a sí mismo que esperaba lo impensable, la sucesión de eventos de aquella noche le dejó en un estado de nervios y alerta como no había sentido jamás.

Habría pensado que la sensación que le dejó el terremoto era producto de su propio miedo y sugestión si no la hubiera comentado con Bediviere. Era como si la isla o quién sabe si el planeta entero, girara ahora de un modo distinto, y él se sentía como si fuera un pájaro al que le hubieran cambiado de posición el norte y el sur y dejado totalmente desorientado.

Y luego fue la lluvia y más tarde los relámpagos, tan abundantes que hacían que la noche pareciera un día deslumbrante. Pero con todo lo que le pasó a Isa fue lo más horrible e inesperado. Y si las hadas eran capaces de hacer aquello con la gente, ¿qué las podría detener? En cuanto vieron que no se despertaba y que comenzaba a enfriarse, Nikita tomó el móvil y escribió a los demás:

B. y yo estamos con su compañera de piso. No podemos despertarla y parece congelada, como cubierta con una resina gélida. No podemos moverla. Está rígida y pesa como si fuera de piedra. Al tacto quema de lo fría que está, pero no emana frío. Nosotros estamos bien. Y vosotras? Branwen, cómo está Adam? Contestad, x favor.

Sospechando lo peor, trató de llamar a su padre para ver si le contestaban.

Cuando más tarde todo se detuvo, Nikita miró el reloj de su abuelo sintiendo que aquello era el peor augurio que pudiera recibir. Sus implantes se desconectaron y todo comenzó a sonar apagado y distante como más allá de la Porta do Ventu. Todo menos el faro de su alma, la voz de Bediviere.

Saber que alguien parecía querer abrir la puerta le hizo saltar como un resorte. Sento no podía haber salido del hospital y vuelto a casa durante aquella noche infernal y menos con el estado de sitio en marcha. Nadie podía moverse de sus casas ¿y quién querría exponerse a aquella lluvia que parecía sangre? Miró a Bediviere y se dirigió a la puerta tratando de no hacer ruido, buscando agazaparse a un lado para poder interceptar a quien quiera que fuera que se propusiera entrar.

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03/05/2021, 12:14
Nikita Pontecorvo

Al poco de comenzar la tormenta, recibieron un mensaje de Nikita:

B. y yo estamos con su compañera de piso. No podemos despertarla y parece congelada, como cubierta con una resina gélida. No podemos moverla. Está rígida y pesa como si fuera de piedra. Al tacto quema de lo fría que está, pero no emana frío. Nosotros estamos bien. Y vosotras? Branwen, cómo está Adam? Contestad, x favor.

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03/05/2021, 12:14
Residencia de profesores e investigadores

El sueño de Adam era inmune a los ruidos.

Durante la tormenta eléctrica escuchó una explosión lejana que tuvo que ser enorme y luego los camiones de bomberos pasaron de largo, a toda velocidad, por la avenida.

A las seis de la mañana se dio cuenta de que el cuerpo de Adam estaba frío, tanto que era imposible tocarlo sin quemarse. También era tan pesado que era imosible moverlo o transportarlo.

Cuando la tormenta paró Branwen se dio cuenta de un resplandor en la calle, que venía de la zona de la explosión. Un incendio que no se veía desde su ventana, pero que debía estar a tres o cuatro manzanas de distancia.

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03/05/2021, 12:15
Bediviere Lafayette

Habían cenado, y el sabor de la comida había atemperado un tanto la desazón que le presionaba en el pecho. Sabía a casa. Cuando su hogar estaba en Lakeview y su abuela cantaba en criollo mientras cocinaba. Agradeció que Isa comiese todo lo que Nikita y ella no pudieron terminar de tragar, y guardó las sobras, al terminar. 

El terremoto fue lo primero que la puso alerta. Tal y como había sucedido la noche del tsunami, lo sentía, como pregonero de algo ominoso. Y había imaginado incluso que llovía roca y fuego, y que se convertían en estatuas de sal. Pero no estaba preparada para contemplar lo que había contemplado aquella noche. 

La tormenta eléctrica hizo que desenchufase las cosas de la casa, incluído el teléfono, que estaba cargando. El aparato eléctrico era brutal, tanto que confundía la mañana con la noche. No quería que una sobrecarga rompiese todos los electrodomésticos. Y tenía que hacer algo, para no quedarse acongojada por el miedo, en un rincón.

Isa dejó de responder y se puso fría, húmeda y dura. Como si una costra de hielo la hubiese recubierto. Bediviere trató de ayudarla, en vano. Y sin ser capaz de hacer otra cosa, le echó un par de mantas más encima. Trató de comunicarse con la TEPA y con los demás canales que tenían en las frecuencias del Walkie, para saber qué ocurría en general y dar aviso de lo que había sucedido en su piso. Revisó noticias de última hora y twitter, para saber qué escala tenía aquello, y llamó a Dominique y Donatien. No eran sus padres, pero eso lo acababa de saber. Y necesitaba cerciorarse de que no se habían convertido en piedra. 

Creo que esta es la moneda de cambio. Creo que con esto van a exigir la Atlántida. Y mucho más. Estad preparados. 

Miró a Nikita, asustada, y sin decir nada, se abrazó a él. 

La lluvia llegaba después, copiosa como un diluvio, y tras ella, se quedaban a oscuras, y con el sentimiento innegable de que algo, en el mundo entero, había cambiado. Le preguntó a Nikita si podía escucharla, y palideció al mismo tiempo que aferró su mano al saber que así era. 

Observó a través de la ventana, y al ver las ranas intuyó, de algún modo, que quizá esa lluvia había convertido a los militares y miembros de las fuerzas del orden en anfibios. 

La sensación de que las plagas bíblicas de Egipto habían sido traídas en una versión moderna a Astérope era inevitable, y el horror al pensar aquello dibujó una mueca inconfundible en su rostro.

Escuchó cómo trataban de abrir la puerta, y vio la seña de Nikita. Agarró uno de los afilados cuchillos con los que había cocinado la noche anterior, y se quedó cerca, pero fuera de la vista que ofrecía la puerta, conteniendo incluso la respiración. 

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03/05/2021, 12:15
Bediviere Lafayette

Tras la tormenta, y el mensaje de Nikita, llega otro de Bediviere:

Creo que esta es la moneda de cambio. Creo que con esto van a exigir la Atlántida. Y mucho más. Estad preparados. 

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03/05/2021, 12:16
Residencia de profesores e investigadores

Le llegó otro mensaje. De Adam:

Hola amor. Voy camino de la casa de mis padres. Los de verdad... los de aquí. Creo que ellos van a poder conseguirme una audiencia con alguien con poder de decisión. ¿Cómo contacto contigo en el momento correcto? ¿Te llamo con el manos libres? Flipo con que aquí haya cobertura. ¿O prefieres darme algún mensaje y que hable por ti?
¿Estás bien...? ¿Estáis todos bien...?
Te amo.

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03/05/2021, 12:16
Bryan

El ruido de las llaves cesó y tras un par de segundos alguien llamó golpeando la puerta sin violencia.

Luego se oyó la voz de Bryan.

—¿Bedi? ¿Bediviere? ¿Estás ahí? ¿Estás bien?

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03/05/2021, 13:09
Bediviere Lafayette

Bediviere palideció por completo mientras miraba hacia la puerta, y se quedó inmóvil, durante los segundos en los que su mente trataba de procesar aquel sonido. Aquella voz.

Se levantó, y respiró hondo, temblando, varias veces. Corrió a buscar la sal que tenían a mano y vertió un surco frente a la puerta. Entonces, tratando de ver algo por la mirilla, contestó, con voz temblorosa.

- Mi prometido está muerto. Dinos quién eres y a qué vienes, y no te atrevas a volver a usar su memoria para engañarme .

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03/05/2021, 13:10
Nikita Pontecorvo

Nikita se mantuvo en tensión. Ni siquiera se relajó cuando notó que el visitante dejaba de forzar la cerradura y tocaba a la puerta. Su mirada viajó hacia Bediviere cuando oyó que la llamaban por su nombre esperando ver si ella sabía decir quién era, pero en lugar de hacerle algún gesto la vio palidecer mortalmente y empezar temblar. Aún sin decir nada más se marchó para volver con la sal y verterla en el umbral. Al verle hacer aquello, Nikita se envaró aumentando todavía más la tensión de sus músculos y sus pulsaciones.

Lo que no esperaba en modo alguno fueron las palabras que salieron de la boca de la chica. Si fuera Bryan, ¿lo habría frenado una puerta? Si su fantasma hubiera querido entrar, ¿por qué no lo habría hecho? Entonces no podía ser él, no podía…

Una maraña de pensamientos difusos se vertió de pronto sobre su mente como un jarro de agua fría: la imagen de Bryan que le llegó cuando todos estuvieron conectados o su rostro en el dibujo que había hecho Bry. La advertencia de Mariam de que la ninfa del bosque podría hacerle una visita. El tacto frío pero sólido de las manos de Billie y a su prima Ariadna diciendo que su madre había preparado su habitación para cuando volviera.

Miró a Bediviere alarmado, aterrado y confuso. Negó con la cabeza. No podía ser él. No podía. Y al mismo tiempo comenzó a sentir un peso sobre el pecho que lo oprimía con fuerza.

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03/05/2021, 20:21
Bryan

Pudo verlo por la mirilla, con el pelo y la barba mojados.

—¿Bediviere?

Se quedó pensativo.

—¿Qué, qué... dices? ¿Has cambiado la cerradura?

Hizo ese gesto tan suyo como de morderse la lengua cuando se concentraba mucho o trataba de asimilar algo.

—Olvida lo que dije, eran tonterías… ábreme… me he caído al río… y… me he mojado… el coche...

Se alejó un paso de la puerta y ella pudo ver que llevaba la misma ropa del día en que murió.

Miró a los lados, confuso. Luego a la puerta. Se sujetó la nuca y luego se echó la otra mano también a la cabeza. Empezó a hiperventilar.

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03/05/2021, 20:21
Bediviere Lafayette

Lo que observaba por la mirilla era su vivo reflejo. Un vivo reflejo mojado, que hablaba de la discusión que habían tenido, que parecía perdido y asustado y sin embargo demasiado real para poder encontrarse, en efecto, ahí, frente a su puerta. Tan lejos de donde habían enterrado sus restos. Tan real. Tan tangible. 

¿Qué marca es tu coche? ¿Qué tonterías me dijiste?-preguntó, en inglés, tratando de no pensar en las respuestas sino en la imagen del Brera que se había comprado, notando que temblaba contra la puerta, mientras miraba a Nikita, confusa, temerosa y aquejada de un dolor sordo que amenazaba con partirla en dos. 

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03/05/2021, 20:21
Bryan

—Mi coche es de marca blanca.

Era una broma que tenían porque su coche era de una marca japonesa desconocida y él decía que lo había comprado por aliExpress.

—Tonterías, pues tonterías, tontas… Que te… dejaba… que no aguantaba más… aquí… que me asfixiaba en tu… tristeza... Que si no podía hacer nada pues mejor me iba... Pero sabes que eso era mentira... Que nunca te dejaré...

Era él.

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03/05/2021, 20:22
Bediviere Lafayette

Se llevó las manos a la cabeza, y cerró los ojos con fuerza. Reconoció aquella broma privada. Sintió el mismo dolor que se le clavó en el pecho, cuando habían discutido antes del accidente y le dijo todas aquellas cosas. Su cara, su barba, su voz, su pelo. Era él. No había otra respuesta. 

Asintió, sin ser capaz de pronunciar aquello. Sin ser capaz de volver a mirar a Nikita a la cara o de observar a través de la mirilla otra vez. El aire le faltaba, mientras apretaba los dientes y se dejaba caer, contra la puerta, absolutamente confusa y perdida. 

Respiró, de nuevo, varias veces. Había imaginado un momento como ese, infinitas veces, a lo largo de los años en los que había tratado de aprender a vivir sin Bryan. Pero en su cabeza ese reencuentro había sido siempre algo feliz. En su cabeza el amor no volvía a sonreírle. En su cabeza no existía alguien noble, capaz de eclipsar su tristeza para hacerla volver a creer que podía vivir. 

En su cabeza, cuando había imaginado aquello, sólo había existido Bryan. Pero en ese momento enfrentaba el anhelo de años enteros, y no podía sino encogerse. Encogerse y luchar por respirar, mientras las cicatrices le ardían.

Es él...-fue capaz de decir, finalmente- No lo entiendo.... No entiendo... No puede ser... Pero... Pero es él.-sollozó, con toda la desesperación que era capaz de expresar su cuerpo, agarrándose el pelo, aferrándolo con fuerza, antes de tratar de levantarse, y abrir con manos temblorosas y torpes, quedándose tras el surco de sal. 

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03/05/2021, 20:22
Bryan

La abrazó y ella encontró esa forma en el cuerpo de él en la que encajaba, como si fuera un nido o una madriguera.

Era su olor, con el tamiz del agua de los pantanos. Lo que faltaba en su cuerpo era el calor. Estaba frío.

—Estaba helado, Bedi. Qué, pasa… Esta casa…

Entonces reparó en la presencia de Nikita y se separó un poco de ella.

—Perdon…nad. Estoy un poco confuso. Me tengo que haber dado un golpe en la cabeza o algo…

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03/05/2021, 20:23
Michele Pontecorvo

En la llamada de Nikita, a las cinco de la mañana. Habló con su padre. Tras un rato en que le dejó solo al teléfono para comprobarlo volvió a oír su voz.

—Todos están bien, Nikita. Sólo tu hermana Vera dormía, pero la he despertado con sus malas pulgas habituales cuando la despiertas.

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03/05/2021, 20:23
Nikita Pontecorvo

La veía temblar y mirarle mientras hacía todas aquellas preguntas, cosas que solo Bryan debía conocer. El gesto de la chica estaba lleno de confusión y dolor. Temblaba. Nikita estaba muy quieto. Solo una de sus manos se agitó ligeramente con intención de buscar la de Bediviere pero apenas se movió como si hubiera perdido las fuerzas. Una especie de frío, algo así como un entumecimiento, empezó a extenderse desde su pecho como si le hubieran dado un narcótico. Apenas sentía que respiraba y comenzó a hacerlo por la boca, costosa, queda y entrecortadamente. Era como si todo se hubiera quedado detenido, como si comenzara a sentir que podía fallarle el corazón.

Ante las respuestas que llegaban del exterior, Bediviere se llevó las manos a la cabeza y dejó de mirarle. Se dejó caer contra la puerta. Cada gesto de ella mandaba una punzada más honda contra su corazón. Hasta que al fin lo dijo, las palabras que estaban gritando cada uno de sus gestos y la confusión de su rostro. En su voz clara, nítida, perfecta y cristalina.

Era él.

Bediviere abrió la puerta y el chico la abrazó.

La congoja que le oprimía en aquel momento amenazó con fulminarlo. Hubiera querido que fuera una trampa. Sí, cómo hubiera querido que fuera un hada farsante portando una máscara y partirle las piernas allí mismo por engañarla y hacerla sufrir de esa manera. Pero lo que encontró fueron los ojos azules del chico que lo miraban brillantes y llenos de confusión. ¿Sabía dónde estaba o qué estaba pasando?

Él no fue capaz de hablar en aquel instante. ¿Qué le iba a decir? ¿Quién era? En aquel momento no sabía quién era. Pero sí lo que tenía que hacer. Lo único que podía hacer.

Nikita miraba a Bryan fijo, muy fijo. No podía apartar los ojos de él al principio como si todavía no pudiera creer lo que veía. Pero aquella noche larga y atroz la gente se podía convertir en piedra. Y llovía sangre del cielo. Y podía cambiar el eje de la Tierra… Aquella noche todo era posible. Incluso la verdaderamente impensable.

Los dejó en el recibidor de la casa y se fue hacia el salón en busca de sus cosas.