Partida Rol por web

Tras cenar y algo de cháchara de campamento intrascendente Savinian conjuró un Truco de la Cuerda para que pudierais pasar la noche a salvo en su interior. El Bosque de Velar era muy peligroso, incluso para unos avezados aventureros como vosotros, y el drow quiso evitarse problemas. Felinal, el lobo, se os pegó como una lapa y durmió hecho una rosca junto a Áscalon y Galatea.

Desayunasteis¹, preparasteis vuestros conjuros de larga duración², y viajasteis hacia el sur vigilando los cielos a través del oscuro dosel del bosque. No había rastro de dragones, pero sí que visteis una pareja de mantos dormitando en las alturas, digiriendo la comida después de una noche de caza. Una hora más tarde encontrasteis el río del que os había hablado Galatea. En sendos márgenes del mismo abundaba aquella arcilla de color naranja brillante que habíais visto en las botas del tipo que había atacado con sus compinches al Círculo de los Cedros.

Seguisteis el serpenteante y caprichoso cauce del río durante dos horas más, siempre descendiendo. Un troll os observó desde su guarida, y rugió y alzó su garrote y se golpeó el pecho en un gesto de desafío, pero no atacó a un grupo tan numeroso y bien armado como el vuestro de modo que lo dejasteis en paz.

El sol ya estaba alto en el cielo cuando llegasteis a la catarata de la que os había hablado el cadáver al que habíais interrogado con la ayuda del conjuro de Berenice. El río desaparecía por un agujero en la roca, formando una catarata que se perdía en una caverna natural cubierta de vegetación exuberante. Un enorme cerezo, precioso, dominaba la escena. Habiendo sido advertidos por aquel tipo no os resultó difícil encontrar la abertura en la roca cubierta por maleza.

Y entonces la sombra del dragón oscureció el sol. Se escuchó un vibración mientras un dragón de escamas verdes y brillantes descendió en un vuelo alabeado y rasante. En sus garras colgaba, desbaratado como un muñeco de trapo, un cervatillo cubierto de sangre. El dragón verde desplegó las alas y batió con fuerza el aire mediante largos y firmes aleteos para descender. Ajeno a vuestra presencia cogió el cérvido entre sus fauces y se adentró en una amplia caverna, a vuestra izquierda.

1: debéis restar 1 ración de viaje de vuestro equipo.

2: vosotros diréis cuáles son. En vuestro próximo post decidme qué lleváis encima antes de entrar en las cavernas y la duración sabiendo que habéis tardado 3 horas en llegar.

Hay tres formas de acceder al sistema de cavernas. Al noroeste tenéis una entrada a una caverna amplia, llena de huesos y carcasas de animales por la que habéis visto entrar al dragón. Más al sur tenéis un agujero en el techo de la caverna por donde cae el agua de la catarata; un PJ que pueda volar tiene espacio de sobra para descender por ahí mientras que un PJ terrestre podría tener una azarosa y potencialmente peligrosa caída por la catarata. La tercera entrada es una abertura en la roca cubierta de maleza y es la que utilizan, presuntamente, los tipos que atacaron el Círculo de Velar.

—¡Pues no parece tan grande¹! —dijo Savinian, ajustándose los anteojos esmerilados—. Y quedaría estupendo montado sobre nuestra habitación en La Lluvia de Estrellas. ¡Ya está, ya lo he dicho!

Se frotó las manos.

—¿Cuál es el plan? —preguntó el elfo oscuro.

1: el dragón que habéis visto tiene el tamaño de un oso, aproximadamente.

Galatea había intentado consolar a Felinal en la medida de lo posible. Podía imaginar perfectamente lo solo y triste que se sentía y si su presencia y la de Áscalon podían apaciguar un poco eso, ya era algo; el instinto de manada siempre era más doloroso en ausencia de semejantes.

A la mañana siguiente condujo a los demás hasta el mentado río. La fauna de Velar era siempre peculiar, pero prefería desde luego cruzarse con un par de mantos perezosos que lo peor que la espesura pudiera ofrecer. Cuando localizaron al dragón sin embargo, dejó ir un leve suspiro ribeteado de algo de alivio.

—Debe ser juvenil, o al menos bastante joven por motivos obvios... —aventuró en voz baja. Aunque frunció suavemente el ceño con la idea de Savinian. Ella no le veía el propósito a ir específicamente a matar a una criatura por algo tan banal como colgar un trofeo. Y menos aún cuando habían tenido la suerte de que no se había metido en su camino—. Es mejor que no lo subestimemos por su tamaño, cría o no, sigue siendo un dragón. En cuanto a la pregunta... yo sugiero entrar por donde la maleza: Evitamos cruzarnos con él y es un acceso menos azaroso que la catarata para todos. 

Áscalon movió la cola al oir lo último. 

Sésperis gañó por lo bajo cuando la sombra alada pasó sobre el grupo. Mientras acariciaba el cuello de la  dragonnel, Rya miraba la boca de la caverna por la que había desaparecido el dragón.

Sería un azote menos para el bosque y la región, concedió la paladina. Esa Muerte Verde era joven, pero si la dejaban en paz, en unas décadas, o siglos, crecería para convertirse en una grave amenaza para el Valle. Pero por ahora, a lo que hemos venido, ¿eh? Las dos revelaciones del dragón, primero por “boca” del cadáver, y ahora bien a la vista, habían acaparado la atención del grupo, pero en su memoria seguían bien vivas las imágenes del atardecer en el Círculo y el aparente destino de los druidas.

Los planes de Rya no eran elaborados. Entrar, sacudir garrotazos a quienes no se rindieran, y preguntarle direcciones a los que tuvieran el sentido común de soltar las armas y apelar a la misericordia. Por fortuna, solía rodearse de aventureros con ideas más sofisticadas.

Parece la entrada principal, replicó. ¿Estáis listos para abriros paso a golpes y conjuros?

- Luminous armor (extendido). +7 armadura CA, -4 a ataques c/c de oponentes. 18 horas.
- Greater mighty wallop (extendido). Daño de garrote +3 categorías de tamaño (1d10  -> 3d8). 18 horas.
- False life. +11 pg temporales. 9 horas.

Berenice contempló el vuelo del dragón con interés, encontrarse con él aunque fuese de casualidad le pareció emocionante. No pudo evitar reírse cuando Savinian propuso darle caza, desde luego que sería un gran trofeo para su habitación. Los demás aventureros tendrían envidia, solo esperaba que eso no los impulsara a salir detrás de cualquier dragón. Éste no era tan grande, pero seguía siendo una criatura peligrosa a la que había que respetar.

-Estoy de acuerdo con Rya, cazar a ese dragón supondrá un peligro menos para el bosque, pero hemos venido hasta aquí para averiguar lo que está pasando. Más adelante, quizá, prevenidos. Ya sabemos dónde se esconde, así que volveremos para encontrarnos con él.

Aunque no le gustaba la idea de matar porque sí al dragón. A lo mejor no era de naturaleza malvada y solo era una criatura que cazaba en el bosque. Si lo dejaban en paz, él los dejaría en paz. Eso de entrar a garrote limpio en el nido de alguien era de mala educación.

-A mí me gustaría entrar por la catarata -comentó la celestial a nadie en particular. Se sentía como esos días en los que se reunía con un grupo de amigos en Aguas Profundas, discutían a qué taberna ir a beber primero y ella se veía arrastrada por las decisiones de los demás-. ¿Alguien se anima a probar por esa entrada? La entrada de la maleza parece la más obvia, a lo mejor nos están esperando en la puerta, mientras que por el otro lado es más raro que nos vean aparecer.

Se encogió de hombros. Ya sabía que la mitad del grupo no podía volar, pero un par de viajes con los compañeros en brazos podía ser divertido, ya que de todas formas habían ido a pegarse con unos maleantes y eso no era agradable.

Kora se despertó temprano y se acicaló como de costumbre, usando su espejo para arreglar el cabello despeinado y deshacer la expresión de cansanción con un poco de agua. Mientras desayunaba sacó el material de escritura para tomar unas notas, pidiendo prestada la pluma a Berenice, porque la suya se había chafado debajo de la mochila, a saber cómo.

Al divisar al dragón, lo enmarcó entre sus manos para estudiarlo con mucho entusiasmo, mientras por la cabeza le pasaban un sinfín de versos para componer alguna historia. Verlo con sus propios ojos era emocionante, ya podía tener historias que contar y compartir, porque lo había contemplado de primera mano.

-Es muy bonito, sí -convino junto a Savinian-. La verdad es que lo esperaba más grande, pero casi prefiero que sea así, no estaba muy segura de querer pegarme con una Muerte Verde. Pero las escamas son muy bonitas, ¿crees que se puede hacer algo con su piel? Por cierto, ya que queremos ser discretos -miró al grupo con una ceja levantada, de discretos nada, tenían toda la pinta de ser unos aventureros experimentados-, voy a lanzar un conjuro para hablar en susurros, ¿os parece?

—Por amor de... —refunfuñó Galatea como si Kora acabase de decir algo sumamente desagradable—. ¿Siempre que ves cualquier bicho viviente lo primero que se te pasa por la cabeza es "¿qué podría hacerme con su piel?". 

Resopló ligeramente emitiendo una especie de "brrr", de hecho, hasta se frotó un brazo del modo en que lo haría alguien a quien se le hubiera puesto la piel de gallina. Que algunas personas trataran lo que a ella siempre le había parecido un inexplicable y preocupante afán de destruir por destruir como si fuese algo normal, le ponía la piel de gallina.

«Y luego los salvajes somos los que vivimos en la espesura... »

Carraspeó.

—Dejemos el dragón en el cajón de los "en otro momento" por ahora. Si los druidas de Velar no tomaron medidas contra él es posible que fuera por algo—resumió tratando de centrarse en el asunto más inmediato que les ocupaba, que era el entrar en la guarida de aquellos desgraciados. Ya bastantes problemas estaban surgiendo como setas tras la lluvia por todo el valle por a saber los dioses qué motivo como para aun encima intercalar otros.

Observó la catarata con air pensativo cuando Berenice volvió a mencionarla.

—No creo, Bere... lo del Círculo sucedió hace más de un mes—se rascó la mejilla. Sería una coincidencia inmensa que justo ese día se pusieran a esperar a un grupo de aventureros que hubiera venido a pedir explicaciones. Claro que tampoco es que las cosas que les sucedían últimamente fueran normales así que no iba a pensarlo muy alto—. La subida por ahí no es fácil para todos. Y me preocupa que hayan podido poner alguna trampa en previsión de que algo se les cuele por ahí, que se vuelva impracticable en algún momento, o que necesitemos salir rápido por lo que sea. Por la puerta quizá haya más gente pero al menos sabemos que seguro nos lleva a ellos.

Áscalon y Felinal podrían pasarlo bastante mal si intentaban subirlos por la catarata y quería evitar accidentes. Aparte, habían ido a partirles la cara a aquellos malnacidos; iban a tener que verles quisieran o no. No obstante, asintió a Kora cuando propuso su conjuro; de entrar por allí no quitaba tampoco que tuvieran que hacerlo tirando la discreción en su totalidad por la borda.

Alzó ligeramente los hombros y los volvió a dejar caer.

—Y dentro de lo malo, creo que al menos deberíamos poder olerlos venir.

Decidisteis que lo más práctico era intentarse en el agujero en la roca. Apartasteis la maleza y desembocasteis en un estrecho pasillo de roca húmeda y resbaladiza que zigzagueaba en la roca.

—Esperad aquí —murmuró Savinian a través del conjuro de Kora—. Iré a echar un vistazo a ver qué nos vamos a encontrar.

El drow se adelantó, sigiloso como una sombra y volvió un par de minutos más tarde.

—El pasillo lleva a un tridente —dijo levantando tres dedos—. Hay un tipo en una silla vigilando la entrada, pero no me ha visto. El túnel de la derecha está bloqueado por empalizadas de madera. El central desciende, en la oscuridad. No he podido asomarme mucho al de la izquierda por temor a que el centinela me viese.

»Además hay una trampa en el suelo, justo a la entrada, con la que debemos tener mucho cuidado.

Áscalon: 45/45 (Convicción 2 horas)

Felinal: ileso (Convicción 2 horas)

Te venían olores mezclados, y te resultaba difíciles distinguirlos. Había un olor a barro y a heces, como los que usaban algunos depredadores para camuflar su olor. También olía a sudor, y a comida haciéndose. Había un olor intenso a brasas, un olor picante parecido al de la sangre, y un hedor a mantequilla rancia.

Berenice lanzó un breve suspiro, casi prefería encontrarse con una banda de asaltantes que no con trampas y medidas de seguridad como empalizadas y guardias. El sigilo no era lo suyo, sino que era cosa de otra clase de aventureros. Savinian podría deshacerse de la trampa, pero antes tenían que deshacerse del problema en forma de persona que vigilaba.

-Yo podría pasar sobre la trampa volando, pero claro, no sé si podría pegarme contra ese mercenario de ahí -confesó con algo de vergüenza. No era una aventurera de las que pegaban, sino de las que protegían-. Aunque podría lanzarle un conjuro para inmovilizarlo previamente, una vez al otro lado podría amordazarlo y maniatarlo, para que no diese la alarma, y Savinian podría desactivar la trampa con calma.

Kora se llevó una mano a la barbilla mientras reflexionaba sobre el problema.

-Se me ocurre que estamos en un bosque y es normal que los animales se cuelen por estos sitios. ¿Y si lo distraemos haciéndole creer que se ha colado una liebre y ha pisado la trampa? Cuando se acerque a nosotros, podría convencerle de que somos viejos amigos y puede que confíe en mi lo suficiente para que nos cuente todos los secretos de estas cavernas.

¿Y un lobo? preguntó. No tenían liebres, pero sí dos lobos, y una elfa que podía hablar con ellos. Tal vez un lobo no era lo bastante inofensivo como para que el guardia se quedara tranquilo y no llamase a sus compinches.

A juicio de Rya, se estaban complicando la vida. Podían entrar corriendo, saltar la trampa y dejar inconsciente al vigilante de un garrotazo en la cabeza. No eran la clase de aventureros capaces de colarse hasta el dormitorio de ese jefe del que había hablado el cadáver sin que los vieran, y darle el susto de su vida. Tarde o temprano iban a tener que sacar las armas y pegarse con esos rufianes. Cuanto antes empezaran, antes acabarían.

Por otro lado, Rya no despreciaba los planes y la preparación meditada. Simplemente, les dejaba la elaboración a otros más capacitados.

¿Cómo vamos a hacerle creer lo de la liebre? preguntó.

—¿Y por qué no la pisas tú?—refunfuñó Galatea poniéndose en jarras.

Ambos lobos secundaron la moción de no ser enviados a inmolarse contra la trampa parapetándose detrás de la druida y dirigiéndole una despechada y arrebatadora mirada de ojos aguanosos a Rya para hacerla sentir mal. Como solo los animales saben hacer.

La elfa por su parte se tomó un instante para pensar:

—Savi... ¿crees que podrías intentar desarmarla?—preguntó al final con algo de reticencia. No es que no confiase en las habilidades de su amigo pero no dejaba de ser una trampa y siempre había cierto riesgo—. Es decir, volviéndote invisible para poder hacerlo sin que el guardia te vea, ¿alguno habéis memorizado ese conjuro hoy?

Miró a todos los lanzadores arcanos presentes a la espera de respuesta, no era una extensa experta en la magia de origen no-natural pero ya había visto aquel conjuro en más de una ocasión. Y una vez se hubieran deshecho de la trampa, ya fuera Kora o Berenice podían hacer sus trucos para anular al guardia.

O como si simplemente se le tiraban todos encima para ello. Pero era de la opinión de que lo suyo sería tratar de despejar el camino primero.

—No sé si hará algún ruido al desarmarse, pero si sucede algo así podría convocar alguna criatura voladora para que vaya a molestarlo y crea que el sonido haya sido cosa suya como ha dicho Kora. No durará mucho pero debería ser suficiente, ¿os parece?—preguntó—. Si la envío antes me temo que podría sospechar; no duran mucho en este plano ni "se mueren", lo que hacen es desaparecer y volver al suyo.

Y que un animal hiciese "pof" y se esfumase en el aire era lo suficientemente raro como para que hasta el menos ducho en magia supusiera que algo raro pasaba.

Entiendo que el Cuchichear Mensaje que tenemos tirado también afecta a los componentes verbales, ¿verdad?

Savinian asistió a vuestras ideas pensativamente. Cuando Galatea le preguntó directamente enarcó una ceja.

—No hay trampa que se me resista, Gala, pero voy a estar haciendo ruido mientras la manipulo. Eso de que solo hace clic al final pasa únicamente en los  cuentos de los bardos —acotó el drow—. Según qué trampa sea exactamente, podría hacer bastante ruido. En cuanto a la invisibilidad, tengo una mayor preparada, pero no dura mucho. Prefería reservarla para el combate.

Galatea estaba de acuerdo con los pensamientos del elfo oscuro sobre la invisibilidad mayor, era mejor reservar algo así por si hacía falta más tarde.

—Déjame soñar—suspiró con desmayo—. Ya podía ser por una vez todo tan fácil como en los cuentos de bardos...

Parpadeó anecdóticamente.

—Bueno, espera, hablando de cosas fáciles... como no se puede desactivar sin que nos oigan a menos que gastemos un Silencio - que lo veo un poco desperdicio - siempre puede intentar saltar Rya por encima y meterle uno de sus amorosos porrazos—se encogió de hombros—. O sí, que Kora o Berenice intenten anularlo con un conjuro. Aunque diría que lo primero ahorra en recursos y no mete prisa a Savi para desactivarla. Lo que prefiráis.

¿Pisarla yo? replicó Rya, hasta que entendió el sarcasmo. ¡No quería decir eso! Cómo podía pensar Gala que iba a sugerir algo así. Quiero decir, que se deje ver para llamar la atención del guardia y piense que se ha colado un animal del bosque.

Puedo crear sonidos a cierta distancia, dijo, pero no desde tan lejos. Tendría que acercarme lo bastante como para que me viera. El resto de mi magia solo sirve en batalla.

Rya era una guerrera de Mystra. Otras predicaban y daban ejemplo en las calles y los caminos; ella lo hacía con la fuerza de sus brazos y su magia de combate.

Antes de que llegue a darle un garrotazo, habrá tenido tiempo de llamar a sus amigos, dijo Rya. Qué clase de vigilante se quedaría mudo y parado viendo correr hacia él a una paladina de brillante —casi cegadora— armadura, con un garrote en las manos. Si no tenéis una idea mejor, nos dejamos ver y exigimos su rendición. Que vengan a nosotros enarbolando las armas, si tienen coraje.

-¡Eso es lo que quería decir! -dijo Kora con un susurro cargado de determinación, secundando las palabras de Rya-. Podemos hacerle creer que un animal ha entrado a pisar la trampa, es un bosque, los animales entran y salen. Y él no tendrá más remedio que acercarse a ver qué pasa. Miradle, tiene que estar cansado y aburrido de vigilar, cualquier distracción le vendrá bien. Podemos dejarle inconsciente y luego interrogarle.

Se golpeó la palma de la mano con el puño.

-Pero algo debemos hacer, el tiempo apremia. Debemos avanzar.

—No deberíamos dejarnos ver estando la trampa aun activa entre nosotros y la sala—razonó Galatea rascándose una mejilla—. Mejor ocuparse primero de ella. Y luego ya hacéis eso de salir a saludar a golpes a nuestro amigo guardia.

Si sólo se asomaban el sujeto podía simplemente irse, o decirles que se acercaran ellos si tenían coraje creyendo que no sabían que la trampa estaba ahí. Y aunque sí lo supieran seguirían sin poder pasar.

Se encogió de hombros y asintió cuando habló Kora.

—Bueno... pues puedo invocar alguna criatura. Como ya os dije no se "mueren", desaparecen. Pero si lo que queremos es hacerla saltar y no que vea nada en ella supongo que nos sirve.

»Eso sí, tendré que desandar un poco el camino hacia atrás o desde aquí me va a oír conjurarla... y eso sería un poco cantoso.

Galatea cambia pues un Enmarañar por invocar una rata terrible bien gordita.

Entiendo que la idea es que el bicho entre y al ir hacia el tipo, active la trampa mientras nosotros esperamos a una distancia prudencial. Y ya acto seguido/cuando se acerque/cosa stormeamos nosotros a saludarlo.

^{_{O al menos Rya, que es la que lleva el garrote  del amor.}}

Visteis a la rata que había convocado Galatea perderse en el zigzagueante pasillo. El chirrido metálico de la trampa al dispararse os llegó tan solo unos latidos de corazón más tarde, seguido de una maldición que por la cercanía debía de ser del centinela.

—¿Todo bien? —se escuchó una voz de tenor profunda, procedente del pasillo del este. Una voz que Berenice conocía bien.

—¡Por la maldición de Beshaba, una puta rata! ¡No podía ser un conejo, al menos! —maldijo el centinela—. ¡Y no se ha caído en la puta trampa!