Partida Rol por web

El cubano dibujó una sonrisa de oreja a oreja que Violet interpretó como una respuesta a su amable intento de comunicarse en su idioma. Lo que no pudo interpretar la chica fue la carcajada que soltó el hombre en cuanto cerró la puerta del coche para entregar la invitación.

Aoenas había pisado la inmboliaria, haciendo sonar una pequeña campanilla localizada en la puerta, la mujer levantó la cabeza para mirarla dibujando una sonrisa intantanea. O estaba disfrutando de su belleza, o le habian enseñado muy bien a tratar a los clientes.

- Buenos días. Me temo que el Sr. Memphis no está, pero estabamos esperando impacientemente su llegada con la invitación. dijo, sin borrar aquella sonrisa. Desde luego, o había gastado ortondocia o Dios se había esforzado en colocar aquellos dientes...Yo la recogeré y le pondré al tanto.

Si era verdad que el Sr. Memphis no estaba, era tontería perder su valioso tiempo allí. ¡Tenía una discoteca que organizar, pases que repartir, escritores con los que patinar! De todas formas, tampoco le interesaba mucho hablar conun hombre que no había sabido hacer tiempo para su presencia y, además, solo era dueño de una inmobiliaria que desperdiciaba a tan bella secretaria. ¿Acaso no le había hecho un hueco en su agenda el misterioso y claramente ajetreado Señor?

Qué falta de modales. Ayer molestó a mi querido Gastón por aquella invitación y no es capaz ni de estar presente para recogerla. 

Violet sonrió y asintió. Si hubiera sido alguien más importante habría insistido en hacerlo personalmente, pero, dado que tampoco importaba mucho si aquel hombre asistía o no, le entregó la invitación a la joven y le dio las gracias. 

Volvió al taxi con andares de modelo de Victoria's Secret, dejando anonadado al paciente conductor.

-Al Rockefeller Center, por favor -se acercaba la hora de su cita con el señor Standford y prefería llegar temprano. El escritor no parecía del tipo de persona que espera a una dama por mucho tiempo. 

El tráfico de Manhattan era tan insufrible como siempre, por lo que casi eran las once cuando Violet llegó por fin a la pista de hielo. Con su mejor pose de vigilante de la playa, la joven buscó al vicioso escritor entre la multitud. 

Algo le decía que se lo iba a pasar muy bien en aquel encuentro. 

El taxi olía a sudor y pizza, una combinación bastante desagradable. Además el conductor trataba de sacar conversación sobre temas realmente absurdos. 

-... Y así es como las escolopendras macho consiguen llamar la atención de las hembras -concluyó el taxista con vehemencia. 

-Sí, es muy interesante, incluso más que su anterior explicación sobre los hábitos reproductivos de los insectos palo -el tono de Violet era claramente irónico, pero el hombre no pareció advertirlo. 

-¿Verdad? Es apasionante. A veces pienso que me iría mucho mejor con las mujeres si fuese un insecto palo -el conductor rió con su propio chiste. 

La joven rió quedamente por cortesía. El viaje hacia el taller del modisto se le estaba haciendo realmente eterno.

¿Faltaría Mucho? 

Con el pensamiento de su abandonada esposa en la cabeza y unas cuantas elucubraciones un tanto siniestras sobre lo que podía pasar si dejaba a Clare sin asistencia demasiado tiempo, al fin David llegó a casa de su agente. El cigarrillo se había consumido entre el tiempo de tráfico y la ansiedad mientras sonaba música rock&roll, que se apagó con un acorde de la guitarra de Slash. O alguno de esos guitarristas de los ochenta que se mantenían en pie Dios sabe como.

Por el camino había visto de lejos a Anna, que no se había dado cuenta de su presencia. Tenía que ir muy atenta buscando su coche, porque un gigantesco mounstruo granate como era el coche de Lew era dificil de pasar por alto. Al parecer su agente había decidido quitar a su esposa de casa muy sutilmente, sin saber muy bien del todo que esperar de David.

Mirando muy bien donde dejaba el coche esta vez, aparcó relativamente cerca de la casa de Charlie, cogiendo algo de frio en el paseo. No le sentaba de todo mal: un golpe de desgradable frio newyorkino después del calor ronroneante de la Cucaracha ayudaba a uno a despejarse. Quisiera o no.

Sus dedos tocaron el frio telefonillo del agente, que vibró abriendo la puerta sin esperar su respuesta. Estando sobreaviso, ¿para que esperar? Como si no se conocieran. Hasta había dejado la puerta abierta, que iluminaba las escaleras mientras los pasos del escritor se acercaban. Una especie de paraíso terrenal. Si alguien creía en esa mierda, claro. Sin embargo la metáfora no era de todo mala: allí estaba una de las personas que más a flote le había mantenido en los malos momentos, después de Clare.

Clare...ojala se hubiera mantenido entretenida con cualquier chorrada. Hacer pasteles, crochet o culebrones mexicanos. Pero algo.

La mañana había comenzado fría, como tantas otras. Un tenue rayito de sol asomaba entre la neblina y empezaba a iluminar el parque camino del trabajo. Ullyses se había puesto en marcha con desgana: una cena más copiosa de lo acostumbrado, un par de vasos de ponche y una noche de pesadillas corriendo por los túneles plagados de sombras, ratas gigantescas y seres de extraños ojos almendrados, como el de la pegatina de su grabadora.

Hoy tenía un hueco en la mañana y pensaba aprovecharlo. Tendría que pasar por la oficina del metro a organizar un par de faenas y en una hora podría estar fuera y disponer de un buen rato -quizá hasta el mediodía- que le permitirían devolverle a ese Ned  (vaya loco!!) su maldita grabadora. Anoche, tras la cena, George le comentó que quizá podría buscar en la prensa o en las páginas amarillas o en google... algo que se llamara "La verdad que nos ocultan" e intentar localizar al dueño de la grabadora.

La calva del agente se asomó por la puerta, con una cerveza en la mano y un batín bastante horroroso puesto. Totalmente hogareño. Faltaba el partido de rugby en la televisión y una cabeza de alce en la pared de madera que no tenían.

- Hombre, ya pensé que no venías. Pasa. Tenemos cerveza y nachos. dijo, agitando el botellín levemente para hacer que el liquido se agitase nervioso en su interior. Manjar de eventos importantes.

Ni la prensa ni las páginas amarillas devolvieron ningún tipo de información: solo un par de buenas horas muertas depués de pisar por la oficina. La Verdad parecía estar bastante oculta, pero si hay algo que puede encontrarlo todo es Google. Allí, entre todas aquellas páginas, estaba el pequeño tesoro del tal Ned: un blog repleto de especulaciones y conspiraciones extraterrestres. Eso si, con un tono muy campechano.

David no pudo evitar sonreír y soltar una pequeña carcajada. Menudo sentido de la moda se gastaba el chaval. Si es que sólo podía ser Runkle, el hombre al que le pasaban todas las anécdotas graciosas, más o menos. No es que fuesen cómicas per se, pero ese hombre tenía un don para alegrarle la vida a los demás. Hubiese valido para cómico, la verdad, aunque sólo fuese por su personalidad y no por sus palabras.

- ¿De qué vas disfrazado, tío?- preguntó en referencia al batín, suponiendo que lo defendería capa y espada como si el hecho de que fuese cómodo bastase para llevarlo puesto, y así debía de ser suponía David-. Gracias, la verdad es que has pensado en todo- y besando la calva del hombre con una homosexual tan fingida como aparente, agarró la cerveza del hombre, pegándole un trago. Lo hacía sólo por pincharle, que para eso era su amigo, a sabiendas de que había más en la casa.

Se sentó en el sofá del salón, buscando los nachos sin compasión con los ojos, ya que estaba prácticamente en ayunas desde el café con Violet.

- Creo que esos nachos me van a venir muy bien. Con lo de Clare estoy comiendo mal y a deshora- Se palmeó las piernas, como si fuese un tambor, en minúscula realidad por calentarse tras el pequeño paseo por la calle y en realidad por hacer algo bastante aleatorio y alocado- Bueno, bueno, le he dicho a Sean que me haga un análisis de drogas ahora luego. Resulta que tengo esto- se levantó la camiseta, revelando, por tercera vez pero no última, las letras. Total, iba a tener que, si se acordaba, enseñárselas al propio doctor, a ver qué opinaba. ¡Alguien tenía que saber algo al respecto!- y después de que el poli me preguntase si había estado en un tal... Club Lúmiere, no quiero descartar nada. Joder, que esto ya se pasa de la raya. Como no aparezca la lío, Charlie, la lío- no era una amenaza, pero sí. Era obvio que si algo le había pasado a su hija habría consecuencias, aunque vete a saber cuales, pues el hombre no podía quedarse de brazos cruzados- Si sabes algo, dilo- y se bajó la camiseta, mientras seguía soltando la retahíla de cosas que tenía en mente, de una forma bastante rápida e inconexa, pues estaba hasta arriba de información para lo que tenía que procesar de normal-. Como esto siga así, estoy pensando en publicar en el Blog lo de la niña. Me tocaría muchísimo los huevos hacerlo público, pero joder, prefiero eso a que no aparezca.

Y ya está, se había desahogado. No parecía excesivamente tenso o molesto, pero salía a la luz que tenía un par de tuercas más apretadas de lo normal, y que, aunque podía manejarlo por el momento, le estresaban de una manera bastante insalubre. A ver que tenía que decir aquel encantador calvo que tanto quería.

La informática no era su fuerte, pero algún cursillo de iniciación a la web había dado en la iglesia por las tardes, junto a Maggie. Sabía abrir el navegador, abrir la página de Google y poner algún término de búsqueda. Se ajustó las lentes y miró disimuladamente a su alrededor, escribió en la caja de búsqueda "La verdad que nos ocultan", puso cara de circunstancia y pulsó Enter....

9.640.000 resultados!! -Fiuuuuuuuu!!! "Dios mío, esto va a ser imposible..."

De repente se acordó de una triquiñuela que aprendió en clase: "poned los textos entre comillas, y así encontraréis exactamente lo que buscáis...". Probó de nuevo, con las comillas: 420.000 resultados  -Bueno, algo es algo... pero necesitaré toda la vida para leer todo esto...Uffff!!!

Se dejó caer sobre la silla y observó el monitor desde lejos mientras se rascaba la barriga. Su vieja cabeza no daba para más. No podía, no, eso le superaba... Continuó mirando el monitor con la vista perdida, y un pequeño anuncio le llamó la atención: 

Travelwithus, the amazing way to travel everywhere. Remember: travel with us at www.travelwithus.com

"Qué curioso! Lo ponen todo junto y así recuerdas la palabra y el anuncio y...." No, no podía ser tan fácil!! De un salto se levantó y febrilmente tecleó en Google "laverdadquenosocultan", cruzó los dedos, pulsó Enter...y una sonrisa iluminó su cara!!

-Jajajajajaja!!! Te pillé!!

36 resultados... Esto es pan comido!!

Probó con los primeros resultados...y allí estaba, allí hablaba de esa maldita grabadora y de unos cadáveres y de un asesino y de una psiconoséqué y de un fantasma en el túnel... Se sintió identificado en el papel del guardia que podía haberlo pillado, pero lo que le dejó atónito fue lo de los cadáveres y el fantasma que se hacía real...

-Lo sabía, lo sabía, sabía que allí abajo había algo extraño!!!

Por pura curiosidad se leyó todo el blog y fue poco a poco alucinando con todo lo que iba descubriendo: astronautas de piedra, pirámides egipcias, un templo que era un ordenador, unas bolitas rellenas de algo que no era nada...ah, y un trozo de la peli esa tan extraña -Mastri, o algo así- de la que no entendía nada pero según parece era maravillosa... Estaba claro que aquel tipo era un poco rarito... pero contaba que estaba recién operado, y que había perdido el trabajo de las últimas semanas... al fin y al cabo era un trabajador como él, y además, qué carajo!, tenía curiosidad por conocer a aquel tipo!!

- Pero será capullo. respondió el agente, zafandose como buenamente pudo de la muestra de cariño del escritor y cerrando la puerta tras él. Con dignidad Charlie estiró las solapas de la prenda, mostrando un orgullo poco habitual en cualquier prenda para andar por casa. Un batín. El invento más macho para no pasar frio de la historia.

Claro, como que con el porcentaje de las ganancias del escritor que acababa en su bolsillo Runkle no podía pagarse la calefacción. No que no fuera merecido, pero eso no cambiaba nada. Quizás solo era un regalo de Ana y por eso estab a obligado a pasear el uniforme. O de verdad le gustaba aquella cosa y por eso se sentía tan ofendido.

- No tienes gusto alguno, David Standford.

Mientras David tomaba sitio y el dominio de uno de los bols con nachos, Charlie se quedó de pie, masticando los apetivos con gruñidos mientras farfullaba algo. Aunque el mal humor pasó rápido cuando David volvió a enseñar su tatuaje temporal de amistad.

- Joder, si que lo pasamos bien aquella noche. Pero yo no tuve ninguno de esos...el agente parecía sentirse algo decepcionado, aunque una sonrisa desafiante apareció en su rostro. Pero no conozco ninguna droga que deje números de teléfono en el pecho...exclamó con una risotada, antes de que el escritor pasase a asuntos más serios.

Al principio el gesto del agente se torció, antes de que dejase el bol en la mesa y se sentase al lado de David, plantando una mano en su hombro. Aquel gesto de apoyo paternal junto con la bata le daba a la situación un cariz verdaderamente surrealista, que hubiera podido apreciar mejor en un momento menos tenso. Pero la seriedad del planteamiento se reflejaba plenamente en el rostro de su amigo, por poco que ayudase el conjunto...

- Mira, no creo que sea del todo buena idea. Y te lo digo como amigo, no como agente. Los ojos oscuros de Charlie mostraban sinceridad y apoyo. Ahora que andamos con la serie los periodistas se lanzaran como cuervos. Y se que eso te importa una mierda, pero si no sacan nada de ti irán a por Clare. Aquellas palabras fueron pronunciadas con el cuidado con el que un soldado caminaria por un campo de minas. Charlie era perfectamente consciente del profundo e incondicional amor que sentía David por su esposa y lo último que quería era enajenarlo aún más. Aunque no es del todo mala idea...con un suspiro el hombre se echó hacia atrás, palmoteandose la pierna pensativo. La gente se volcaría bastante, porque eres un capullo querible. No me parece mal. dijo al final, aunque se giró para clavar sus ojos en los del escritor. Pero ten en cuenta las consecuencias, David.

Al cabo de un par de horas, Ulysses volvió y se encontró con una respuesta en el blog.

"¡Ey, muchísimas gracias! Parece que mi fantasma era bastante real jeje. ¡Esta misma tarde paso a recogerla! ¡Gracias de nuevo!

David arrugó el ceño y compuso una O con los labios, como si aquello hubiese escocido muchísimo, y así era. Charlie conseguía animarle, y le había puesto de buen humor, aunque por un momento. Era Charlie, sin más, y tenía el don de alegrarle el día. Era simpático, amigable, y gracioso. Todo él. Desde el batín hasta su dignidad.

- Jooder, Charlie, no había pensado en eso- confesó mientras robaba un nacho y lo engullía tras un par de mordiscos, poniendo los ojos en blanco del poco exagerado gusto, pues hacía que no comía esas maravillas demasiado tiempo-, tienes razón, ni de coña puedo sacarlo en mi blog, y ni de coña van a joder a mi esposa a base de chuparle la sangre. Tendré que pensar otra cosa- señaló con el dedo al hacerlo, como si aquello le diese más veracidad a sus palabras.

Y otro nacho. Dios, la verdad es que, aunque era un detalle sin importancia, la comida le ayudaba muchísimo en aquel momento. No estaba nada mal para llenar el estómago con algo más que pavo de anoche, y era lo que debía comer en el cine, solo o acompañado. Sí, a David le daba igual ir solo. Nunca estaba del todo solo, en cierto modo, porque los ojos indiscretos estaban ahí, por suerte en aquel contexto.

- Pues era eso, básicamente. Podríamos chuparnos un poco las pollas, pero ahora mismo prefiero los nachos. Lo siento tío- replicó, encogiéndose de  hombros con una sonrisa de payaso alegre y las manos en alto, para luego beber un trago de cerveza, muy comapginable con la comida naranja- ¿Cuándo tenemos el próximo día de rodaje? Y en serio... ¿de dónde ha salido eso, chico?- preguntó, sin saber, como no era la primera vez, cuando tenía que hacer cosas, aunque lo de Clare era una buena excusa. La segunda preguntaba señalaba a su batín con total cara de espanto, aunque, en parte, lo hacía a propósito, para retorcerle los pezones a su compañero. La realidad era que David necesitaba un respiro, y se lo estaba tomando ahora. Estaba siendo David como hacía dos días que no era, y aquello no hacía sino subirle las fuerzas y las ganas de buscar a la cría.

Echaba de menos no haberse comprado un coche caro con dispositivo de rastreo, por si los robos, pero qué remedio. Su coche viejo y moribundo seguiría siendo mucho mejor que cualquier mercedes, así que Lew tendría que fastidiarse por el momento.

La realidad era que había descartado también a Charlie sobre el Club Lúmiere y su relación con la cría, por lo que cada vez aquella teoría tenía menos peso. Ahora sólo le quedaba descansar, coger fuerzas, gorronearle algo de comida, y cuando anochezca pasarse por la consulta de Lew. Era egoísta decirlo, pero no podía ir a ver a Clare madre ahora. De poco servía animarla si él no cargaba fuerzas para seguir apretando el acelerador.

A malas, si la niña no aparecía en... ¿cinco días? No le quedaría más remedio que usar su blog, aunque para entonces tendría que haber hablado seriamente con la querida rubia de sus sueños. No quería que no estuviese bajo aviso, pues la maldita prensa podía tener muchos dientes rotos en potencia a veces.

- Para que me tienes a mí...respondió el agente con fingida suficiencia al cumplido del escritor, antes de echar a reír con su siguiente comentario. Woah, woah, se que soy algo magnífico, pero mantén alejada esa boquita de melocotón de mi soldado, maricón. Se cruzó de brazos en aire protector, alejándose del escritor mientras le miraba de reojo. Que tetrero podía llegar a ser solo para reducir las tensiones del momento. Para que luego te rías de mi portentosa vestimenta. 

Sin embargo bien que se creció el agente cuando David le preguntó por el origen de la prenda definitiva. Con desparpajo el agente le guiñó un ojo, señalándole con los indices mientras chascaba la lengua.

- Reconoce que quieres una. Tumbándose en el sofa mientras se hacía de rogar, se llevó un par de nachos a la boca antes de responder. Lo que daba de sí un batín. Me lo regaló Ana las navidades pasadas. Es cómoda que te cagas. Y vale para hacer entradas exhibicionistas- replicó, poniendo cara de pervertido y abriéndola de golpe.

Por suerte, ahora un chándal a juego con el nivel de elegancia de conjunto tapaba el cuerpo del hombre. Sin embargo el bol de nachos no fue tan afortunado, pues con el repentino movimiento tembló en el sofá antes de desparramar parte de su contenido en el suelo sin que nadie pudiera evitarlo

Más concretamente, en la alfombra.

Queso incluido. Anna iba a matarlos.

- Mierda. Fue lo único que llegó a pronunciar el agente. Seguro que ni su superbatín podría salvarle de aquello...

La carcajada del escritor resonó a mandíbula batiente por el salón, como el eco de un hombre feliz. Que en aquel mundo de sombras y sin hija pudiese reírse era una bendición, y se lo debía a Runkle. Su comportamiento era tan loable que le daban ganas de besarle la calva hasta sacarle brillo. En el sentido metafórico, claro, porque lo otro hubiese sido una guarrada, con todas las letras.

El caso era que el escritor se reía como si no hubiese un mañana, y lo estaba disfrutando como nunca. Era ilógico ponerse a enumerar todo lo que había hecho Charlie, pues era más sencillo decir que el hombre, a secas, no había hecho nada que no contribuyese a esas carcajadas.

Incluso mientras el novelista se levantaba a la carrera haciendo botar las nalgas a zancadas cruzadas con lo que parecían botes en el sitio, buscando un trapo en la cocina o servilletas, pues el hombre limpia con lo que podía, no pudo evitar seguir riéndose a mandíbula batiente.

- Ana nos va a matar- respondió visiblemente menos extasiado, pero aún con la risa floja en el pecho y la radiante sonrisa en los labios, con una voz propia de un satisfecho espectador en un espectáculo de comedia de la más alta calidad. Y sin más, con los recursos que tenía a mano, intentó limpiarlo cuanto pudo, aunque capaz era de coger a Charlie y llevarlo a una lavandería en el momento, antes de que volviese su mujer. Todo fuese por no darle un disgusto.

Aquello era un día normal en la vida de David, y se agradecía. Se agradecía porque le ayudaba a distraerse de Clare. No podía buscar a su hija si todo era un par de problemas sin solución. Sin solución que un hombre de palabras y no de campo pudiese encontrar, pues David hacía para buscar a su hija lo que hubiese hecho cualquier hombre normal. Hacía lo que podía.

Tras un esfuerzo vital de limpieza un tanto infructuosa y un arrastre de sofá para colocarlo en posición estratégica entre maldiciones, David dejó a Charlie en casa con su futura crisis matrimonial en forma de mancha de queso. Puede que aquel encuentro hubiese echado hacia atrás la idea del escritor, pero las punzadas por la risa que aún sufría su abdomen dejaban claro que para algo había valido. 

Para liberar las no pocas tensiones que había ido acumulando como padre durante aquellos días frenéticos, que no era poco.

La Cucaracha seguía donde la había dejado, álzándose altiva y prepotente sobre el resto de coches mientras el escritor avanzaba hacía ella en el frío de la calle. No es que fuese una sorpresa, pero teniendo en cuenta que ya había perdido un coche esa semana era casi un alivio encontrarse con la imponente figura del auto. Se estaba empezando a acostumbrar demasiado a aquella mole, y no quería.

Una vez dentro y con el calefactor encendido, David se preparó para la siguiente parada de su odisea personal por la gran ciudad. Con las gafas puestas, música rock y volante en mano, sacó el inmenso auto de su plaza de aparcamiento y cogió la carretera. La parada en boxes había concluido, y ahora tocaba volver a la acción.

Destino: la clínica de Jean Luca.

La noticia le había llegado casi a la hora del almuerzo. El resto de la mañana la había pasado intentando olvidar el episodio que le traía de cabeza e intentando que no se le notase que "estaba en otro sitio" y no rindiendo al cien por cien en su trabajo. Cuando recibió la respuesta anunciando una posible cita en tan solo un rato fue cuando de verdad se dio cuenta de que todo esto estaba sucediendo realmente, y que tenía unos protagonistas reales: él y ese tal Ned ("bueno, al menos yo al menos soy real...")

Como no sabía sobre qué hora se pasarían a recoger la grabadora ni que franja horaria era para ese tipo "esta misma tarde", decidió que no iría a casa a comer. Tomaría un sandwich o un hotdog y estaría localizable en la oficina. Quería conocer a ese tipo, estaba deseando ver que cara tenía. ¿Sería una especie de ratón de biblioteca con gafas y habla tartamuda? ¿Se trataría de un señor mayor con gafas oscuras, bigote y barba, con una fingida cara de misterio? ¿O por el contrario sería un chico joven, un becario que hacía el trabajo sucio para una editorial y que ganaba cuatro perras por jugarse el tipo? 

La espera se le iba a hacer eterna....