Partida Rol por web

La información que Joe le había proporcionado no era mucha, pero tenía algo por donde comenzar. Se sentía ya cansado después de toda la tarde en el parque, así que decidió volver a casa junto a su familia. Mañana había que comenzar con el tedio semanal y, quien sabe, quizá volver al ritmo cotidiano del trabajo le proporcionaría un nuevo enfoque del asunto. Quizá sólo estaba obsesionado con la idea de poder ayudar a la familia de Blanca... No obstante, debía buscar un rato para pasear por la ruta que Joe le había explicado, la ruta que se supone seguía Tona cada día. Quizá encontrase alguna pista que lo llevase a su paradero.

El ruido del disparo retumbó por todo Central Park al tiempo que se oía un grito en uno de los pasillos laterales. El matón cayó seco al suelo al tiempo que toda la tierra se llenaba de sangre. Una vez más Nathan notó la ira asesina de unos instantes, pero esta vez iba mezclada con miedo y mucho mucho odio.

Todo pareció moverse a su alrededor. Y por un momento Nathan afectado por la ausencia de droga bajo el arma. El corto intervalo sirvió al segundo matón para salir corriendo hacia los matorrales por los que había hecho su aparición. Y solo quedaron Nathan, el camello y un cadaver en el suelo. De fondo se escuchaba ruido de cascos de caballo, la policía no tardaría demasiado en llegar.

No tuvo tiempo de saborear el momento. Guardó el arma, y reparó en el camello por un segundo.

De nada. Será mejor que te vayas de Nueva York. Parece que ya no hay sitio para otros camellos.

Dejó el cuerpo tendido en el parque. El cerdo soltaba tanta sangre que no hubiera tenido sentido alguno apartarlo a los matorrales. Sin más dilación se metió en un pasillo lateral a paso ligero. Iba hacia el lado contrario del sonido de los cascos. Oh agente! Ha oido usted el disparo?? Estaba por allí muy cerca!! Eso es lo que hubiera dicho si se hubiera encontrado con alguno. Pche... lo incompetentes que son todos...

Al paso al que iba Nath, parecería que simplemente se alejaba del sonido del disparo. Recorriendo un par de caminos, en seguida encontró la siguiente salida a la 5ª avenida. Pero no se quedó en ella, en cuanto pudo se cambió de calle. Pronto, se camufló entre los pocos transeuntes de la solitaria noche. Andando de camino a casa, fue buscando un taxi hasta que al fin lo encontró. No comprendía muy bien como es que en ciertas calles había algún taxista nocturno, no tenía que salir rentable. Al llegar a casa Nath se tomó una tercera parte de las rayas que solía hacerse. Era tarde y necesitaba dormir, pero el mono le atormentaba, e intentó aparcarlo hasta mañana con ese poquito de costo.

El camino hasta el almacén fue largo y lleno de peligros: el inclemente aire gélido había intentado cortarle los labios, un atrevido gato la había asustado hasta el punto de caer, despatarrada, al suelo, y, para colmo, ¡se le había roto un tacón! Aquellos Manolos le habían costado 800 dólares y uno de ellos había acabado terriblemente mutilado a causa del terrible estado del pavimento. 

Anochecía en Nueva York y Violet caminaba a solas y cojeando entre aquellos edificios, cada uno más tétrico que el anterior. 

Por fin, aquí es...

Aquella nave era uno de los lugares menos glamurosos que jamás había visto. Era vieja, vea y llena de polvo. El escenario perfecto para la Matanza de Texas, aunque más le valía no pensar en aquel tipo de cosas en aquel momento o acabaría acurrucada en un rincón temblando de miedo. Y no tenía a su Gastón para que fuese a rescatarla...

Bueno, con un poco de suerte dentro habrá una furgoneta Mercedes. ¿De qué color será? ¿Me conjuntará con la ropa?

La puerta se abrió, provocando que una gran nube de polvo saliera del interior, convirtiendo la furgoneta en una silueta amorfa. Aquello parecía Lluvia de Estrellas. Sólo faltaba Bertín Osborne diciendo: "Esta noche, una maravillosa furgoneta Mercedes negra con tapicería de cuero interpretará el papel de..."

¡¿UNA VITO?! La expresión de Violet era una mezcla de sorpresa, estupefacción y negra indignada. 

Era una mercedes y el gris combinaba con su vestido azul pero no era lo que esperaba. ¡Aquel vehículo tenía más años que ella! Y todo el mundo sabía que la bailarina los prefería jovencitos... los coches. 

Se acercó a Merche y pasó el dedo índice por la carrocería. Aquella furgoneta tenía más polvo encima que Violet, y ya era decir...

Se sentía ultrajada, vilipendiada y avergonzada. ¿Cómo podía Asthon haberle ordenado conducir algo así? Días atrás le había enviado una limusina megacool y ahora le daba el coche de Rústicos en Dinerolandia. ¡Qué falta de coherencia! A no ser que...

Ya está. ¡Es una sorpresa!¡Todo es una broma para darme un regalo y declararme amor eterno! Seguro que está cargada de frescas y perfumadas flores. Rosas rojas, por supuesto. Abriré la furgoneta y estará llena de rosas. Entonces aparecerá él de entre las sombras y me abrazará por la espalda. Me susurrará al oído que me quiere y arrancará los pétalos de las flores para que yo me tumbe, desnuda, sobre ellos, como si fuera Violet Beauty. 

Cogío, nerviosa, las llaves y abrió las puertas traseras de la furgoneta. La muchacha sonrió, esperando ser golpeada por una oleada de aroma floral. 

Violet abrió emocionada la furgoneta esperando oler una orgía primaveral pero lo único que llego a su nariz fue un fuerte olor a pino verde. Si bien era un aroma refrescante no era lo ideal para sacar a alguien de sus fantasías. En la parte de atrás de la furgoneta solo había una serie de cajas de cartón sin ningún símbolo ni texto. Algo decía a Violet que aquello no era una declaración de amor sorpresa... o si lo era estaba muy bien montada.

En total la joven pudo contar 12 cajas bien apiladas que llenaban el vehículo y estaban perfectamente ordenadas. Por lo demás el almacén parecía un lugar fantasma y con el anochecer encima no mejoraba la imagen. El sonido de su teléfono terminó de crispar los nervios de la pobre joven... quien demonios podía llamar en un momento así.

Casi pudo percibirse el sonido de los sueños románticos de Violet al hacerse añicos. Esperanzas transexuales que se desvanecían ante la visión de aquellas anodinas cajas de cartón. 

Ni flores, ni beso, ni sexo salvaje y apasionado... Debí de ser muy mala en otra vida... Bueno... y en esta. 

El sonido de su teléfono móvil le dio tal susto que la bailarina dio un brinco, golpeándose la cabeza con la parte superior del maletero. Soltó una maldición. 

La joven cerró las puertas y se sentó en el asiento del conductor. ¿Quién demonios sería?

-Violet Carson al habla -respondió con un deje de dolor mientras se frotaba la cabeza con la otra mano. 

Arrancó la furgoneta y encendió las luces. No se sentía cómoda envuelta en tanta oscuridad. Ella era un ángel de Victoria's Secret. 

¿Has cogido ya la furgoneta? A violet le sonaba aquella voz... y tanto que le sonaba, era la voz de su adonis, Asthon la estaba llamando aunque su tono no era el de siempre. Solo quiero asegurarme de que todo esta bien. He tenido que volver a la ciudad por problemas y no quiero que nada más salga mal esta semana. 

A través del teléfono se podía notar la tensión que rodeaba a Asthon. Sus palabras eran secas, vacías, como si algo más importante que aquello ocupase su mente y solo llamase para asegurarse de que esta nimiedad iba como debía. Asegúrate de estar a la hora y llámame cuando termines. Dijo para terminar secamente justo antes de colgar. En la corta conversación no había esperado ni una vez para dejar que Violet dijera mas de un monosilabo. Sin duda algo pasaba con el apuesto dueño de Electrosand

Con una sonrisa de felicidad inusitada por los altos niveles de azúcar en sangre después de la visita al Molly's, Thomas regresó a la central. Se dirigió silbando derechito a hablar con Rosie, la encargada de los ficheros y tramitaciones pues tenía trabajo que darla.

-Buenos días Rosie-tenía la corazonada que aquello podría ser tremendamente útil para el caso- necesito un impreso de solicitud de control de línea para un caso-extrañamente todas las peticiones que la pobre recibiría cada día serían por el estilo, así de difusas y vagas. 

Sin embargo Thomas no era un novato cualquiera y una vez cumplidas las formalidades de la petición se quedó por allí comentando con ella la historia.

-Verás, hace ya unos días que me han echado un pequeño hueso para mantenerme entretenido y supongo que ésto de los informes de escuchas les parece muy divertido para que no dé la vara...-rellenó conscientemente la fecha de hacía cuatro días. Un pálpito podría llamarse, el policía intuía que la fecha en la que le dejaron el dossier podría ser una buena fecha de inicio ya que empezaba a vislumbrar cómo una mano negra, figurada o no, había empezado a acelerar el movimiento de los hilos por esa fecha.

Como muestra de buena fe dejó cerca de la buena de Rosie, así al descuido, un chocolate bien cargado del puesto de la esquina. El punto débil de la amable compañera era el dulce, Thomas lo sabía y ella también.

-¿Has cogido ya la furgoneta? -preguntó la voz que más deseaba escuchar. 

¡Es Asthon!¡Oh my gosh! Ahora es cuando aparece vestido únicamente con unas botas de cuero y portando unas esposas para que lo maniate... 

Violet miró en todas dimensiones, escudriñando el velo de sombras que la envolvía, esperando que en cualquier instante las luces del coche arrancasen destellos de los músculos de su jefe cubiertos de aceite. Pero aquello no pasó. Asthon continuó hablando. Su viril voz mostraba un poso de preocupación bastante evidente. 

La angustia atenazó su pecho al pensar que su amado Gastón podría estar en problemas. Su preocupación era tal que dejó de prestar atención a lo que adorado tesoro le decía. Cuando quiso darse cuenta, su jefe había colgado, aunque llegó a enterarse de que Asthon estaba en la ciudad. 

La bailarina encendió el motor de la furgoneta y salió del almacén, rumbo a la dirección que estaba escrita en el sobre. Toda aquella zozobra se convirtió en determianción. Terminaría ese trabajo lo antes posible e iría a buscar a su jefe a Electrosand. Sería su superheroína: ¡la Super Transex! Lo sacaría de apuros y en recompensa obtendría un apasionado beso... y un cunilingus. Aquello era innegociable. 

La mañana comenzó temprano para Ulysses. Se aseó, tomó un desayuno rápido y salió al frío neoyorkino en busca de respuestas. No había podido dormir pensando en la estrategia a seguir para intentar descubrir cualquier pista acerca del paradero de Tona. Su primera baza sería hablar con Richard Black, el jefe de policía de la zona, a ver si oficialmente se sabía algo acerca de la desaparecida. Su amistad con él se remontaba a los días en que Ulysses ayudó a encontrar a la pequeña extraviada en el metro. Estaba esperanzado en que -aparte de la versión oficial- el Sr. Black le proporcionase algún dato relevante.

Como informador extraoficial pensaba hablar con Jack, el vagabundo del metro. Pero ese no estaría disponible hasta media mañana...cuando se le pasase la muy posible cogorza que tendría desde por la noche...

Ulysses llegó a su trabajo, como todas las mañanas. Lamentablemente, parecía que no iba a poder cumplir sus planes. Uno de los chicos de Black le comentó que el capitán estaba de baja por unos asuntos familiares: al parecer su madre se había puesto muy enferma y al tener cierta edad, el pobre policía se estaba temiendo lo peor.

- Ya sabe, con cierta edad, hasta un resfriado es malo. Pero le diré que ha preguntado por él, seguramente le haga ilusión. ¿Quiere que le diga algo de su parte?- preguntó el chico con amabilidad y una sonrisa de oreja a oreja. Era un chaval muy jovencito, pero siempre muy amable con turistas que preguntaban dudas y protestaban por robos de carteras en el metro.

La imagen de Asthon fusionado a ella en un torbellino de sexo y pasión por poco provocó que Violet estampase la vito contra una farola al salir del almacén. Por suerte la joven logró evitar el obstáculo y volver a centrarse en lo importante: su velada con Asthon.

La ciudad estaba un tanto colapsada por la gente saliendo de las oficinas, por lo que Violet se vio obligada a tomar la circunvalación. Aquel caótico lugar lleno de entradas y salidas a la gran ciudad. Un solo despiste y perdería varios minutos dando la vuelta para volver a la salida correcta. Y quién dice varios minutos, dice media hora. Otra cosa no, pero el tráfico de las afueras de Nueva York es una selva de asfalto en la que solo los más expertos exploradores pueden sobrevivir.

La salida 41, la 42 , la 43... Violet dio un volantazo en el ultimo minuto, provocando unos cuantos pitidos y diversos insultos a su condición femenina. Ay, si ellos supieran...Encima del cartel de la 43 había otro letrero mas pequeño, viejo y bastante borrado, que indicaba que su destino estaba por allí. O lo había estado en tiempos mejores. Había faltado poco para que la joven se perdiese en aquella marea de coches y gilipollas llenos de testosterona, pero por suerte lo había logrado. Aún así estuvo conduciendo casi otra media hora larga, pasando una pequeña y amable barriada y adentrándose en uno de estos pequeños bosques que separan poblaciones a lo largo y ancho de toda norte américa. La noche invitaba a ese recogimiento típico que solo crean los tristes cantantes de moteles de carretera.

Unos cientos de metros al frente de ella, una vez dejadas atrás todas las casas y escondido entre la tranquilidad de los árboles y la luna, se divisaba un granero rojo junto con otros edificios mas pequeños. ¿Sería allí donde tenía que entregar todo? ¿En una granja?

La desilusión se dibujó en el rostro de Ulysses en una décima de segundo. Con Richard Black tenía cierta confianza, pero con ese chico...aunque parecía bastante amable y dispuesto

-Pues verás, quería hablar con Richard acerca de esa chica desaparecida en el barrio, Tona...

-Ah, bien

-No sé si tendréis alguna información nueva al respecto, alguna pista...soy bastante amigo de la familia y me gustaría colaborar en su búsqueda, si fuese posible...

- Entiendo su preocupación, pero no le puedo decir nada. El chico parecía algo contrariado: le sabía mal no poder tranquilizar a Ulysses, pero...bueno, era un hombre legal. Me temo que es secreto policial, ya sabe.

Sin embargo y antes de mirar un poco a un lado a otro, torciendo un poco el gesto con incomodidad, bajó el tono para mantener aquella información solo entre el anciano trabajador del metro y él.

- Entre usted y yo, los casos de desapariciones son siempre de prioridad baja en la policía, salvo que haya indicios de secuestro, que no es el caso...se rascó la nuca, avergonzado por tener que confesar algo así. Era triste, la verdad, pero con un asesinato recién cometido en Central Park a nadie le importaba el misterioso destino de una cincuentona afroamericana haciendo jogging. 

Que país.

- De todas formas, imagino que el Sr. Black vuelva en un par de días. Le avisaré y le diré que se ponga en contacto con usted si se averigua algo. El rostro del chico volvió a tornarse sonriente, contento de haber podido ayudar a un humilde ciudadano de su zona. Tenía futuro si alguien no se dedicaba a hundir aquella maravillosa actitud en la miseria y aprovecharse de su candidez...

Rosie miró al agente Jackson por encima de sus gafas de lectura. Vaya, nunca pensé que te volvería a ver por aquí por temas de trabajo. Casi dudaba de que trabajaras en esta comisaría. Me alegro de haberme equivocado.Tras tenderle el formulario esperó pacientemente viendo como el policía garabateaba y rellenaba el informe poniendo atención en cada campo, así luego se ahorraba revisarlo. El vaso de cacao pareció ser demasiado tentador para ella y tomó un par de tragos.

Sabes que esto tardará... Comenzó al tiempo que ponía cara de mecánico que tiene que pedir piezas a Alemania. Después cambió a una pequeña sonrisa. Por suerte para tí lo voy a tramitar como urgente. Una no tiene la suerte de ver a un perro viejo por aquí todos los días.

Feliz como un regaliz Thomas agradeció de viva voz a la amable Rosie por su trabajo y se fue tarareando una cancioncilla para su despacho. Ahora tenía algo de tiempo, por primera vez en unos días, para ir revisando otra vez el dossier por si había pasado algo por alto.

Sonrió entretenido, estaba bien volver a tener cosas que hacer después de tanto tiempo en dique seco

Con tan poca información Ulysses se desanimó un poco. No tenía nada y no podía hacer nada al respecto. había intentado todo lo que se le había ocurrido, pero sin resultados.

Lo mejor sería pedir un café y bajarse a su pequeña oficina a tomarlo leyendo el periódico y despachar los asuntos del día, que tras un fin de semana solía haber bastante faena de mantenimiento. Quizá todo eso le arrojase nueva luz sobre el tema.

Café y periódico en mano, Ullyses no tuvo un desayuno muy tranquilo. El periódico hablaba de unos brutal asesinato a mano armada en Central Park, donde anoche un cadáver toco el suelo con dos balazos en el pecho. Una pena. Hablaban de tráfico de drogas o algo así, pero ya sabes. A lo mejor era solo un pobre diablo en un mal sitio en un mal momento.

Pero en su mesa había bastante más. Un contundente paquete de rosquillas descansaba sobre su mesa de trabajo, con una pequeña nota.

"De nuevo amigo ¡Muchas gracias por la grabadora! Vendría a agradecértelo personalmente, pero tengo una visita y nos marchamos esta semana a ver si avistamos a Bessie y sus amigos en los Grandes Lagos! ¡Disfruta del postre y nos vemos a mi vuelta!

Eso tenía que ser cosa de Ned, desde luego. Lamentablemente debajo del paquete Brown se encontró con lo que era habitual y mucho menos dulce: unas cuantas reclamaciones de mantenimiento que necesitaban su atención. Al parecer  alguien había destrozado la guarda de un canal de ventilación y habría que cerrarla antes de que se colase algún gato...