Partida Rol por web

No podía obligarla, por lo que simplemente se mantuvo junto a ella, lista para cualquier cosa. Sus ojos se clavaron en la nueva figura y una ligera arruga se formó en su ceño al ver que ambas se conocían. Saltó su mirada de una a otra, pero la terminó por posar en la desconocida.- ¿Qué o a quién buscas? -Preguntó con un tono calmado, intentando evitar el enfrentamiento entre ambas jóvenes. 

- Un enfrentamiento no nos llevará a ningún sitio... A ninguna.-Miró con seriedad a las dos. Después de lo de la playa, pocas ganas tenía de enfrentarse a nada o nadie. Si debía hacerlo, sería contra ella.... Aquella a  la que buscaba y debía dar caza.

Kuroryuu se giró hacia ti y te dijo - No lo entiendes. Ella... Ella está cubierta por esa misma energía de los enemigos en la playa - y se giró hacia la que, momentos antes, había llamado Dusklight.

- Ella ya no es ella misma -.

La mujer de cabello oscuro blandió su arma y te miró - Son mis órdenes. Debo cumplirlas a como dé lugar. Y mis órdenes son acabar con la Sacerdotisa dragón - dijo alzando su espada hacia Shiro.

Shiro te miró con sorpresa, pues ella no había revelado su identidad, pero ahora lo sabías. Recordabas haber escuchado que en Hardak, el planeta de los dragones, el regente era el Gran dragón, pero tras desaparecer, era la Sacerdotisa dragón la que transmitía los mensajes de este. Era el ser más poderoso de todo el planeta, un equivalente en poder al rey Alioth.

Shiro bajó la cabeza apesumbrada - Ya sabes quién soy. ¿Qué eliges hacer? - y entonces, la chica se lanzó hacia Shiro con ferocidad, poniendo toda su fuerza en el golpe con su espada, pero Shiro logró bloquearla con su flauta -. ¿Eliges no luchar? -.

Sin mediar palabra, Animae herida, una bestia familiar y una persona de poca confianza. Frenó en seco y la ira de ver la sangre de la guerrera estalló. No se presentó, no medió palabra, solo atacó a quien creía más sospechoso de la causa de aquella herida ¿Podía equivocarse? Si, pero de ser el caso podía culpar a la historia.

Su aspecto era diferente, su energía no era la misma de cuando Ilify estaba con él, su ataque gélido incluso no era el mismo. Lo único igual eran sus propios recuerdos.

Innumerables carámbanos espinosos salían del interior de su capa, formando una ilusoria luna a su espalda. Disparando carámbanos como si le fuese la vida.

Aunque le caía mal, no podía imaginar a Ephorus agarrándola, por lo que la bestia recibiría su arremetida sorpresa.

Aquellos poderosos ataques que Ephorus y ella lanzaban hacia Zmiy caían sin piedad causando el dolor que éstos, irremediablemente, conllevaban por el peso de la energía con la que fueron lanzadas junto a las intenciones de acabar a quien consideraban enemiga. No obstante, la andeliviana no pudo esquivar el ataque que lanzó la draconiana en su forma bestial y al sentir clavar su hocico en su torso, Animae gritó mientras escupía sangre y entonces recordó lo que le había prometido a la Reina de Cristal: encontrar otra manera de ayudar a los muertos que también estaban sufriendo.

Cayó al suelo sintiendo la calidez de su sangre mientras su arco quedaba a un lado, por lo que la pelinegra miró al techo de la cueva preguntándose dónde estaría Irisu, si los demás estaban a salvo y lo que le dijo Zmiy al pelear: "No lograrás persuadirme. Tengo muy clara mi misión; No hay otra manera. Lo necesito y para ello te necesito a ti. Ríndete". ¿Algo o alguien le estaba ayudando y le dio algunas condiciones? ¿Le estaban manipulando? Se había dejado llevar por el miedo de perder a su hermano y actuó sin pensar, se comportó como la Animae de antaña que en vez de seguir con sus ideales acabó con la vida de inocentes en la guerra anterior. 

Podía escuchar cómo su hermano peleaba* e hizo acopio de sus fuerzas para levantarse y tomar su arco para disparar de nuevo una flecha de red de viento y atrapar a Zmiy. No quería pelear contra ella.

-Por favor.. Zmiy.... esto no es lo que Ilify hubiese querido, tampoco Platinium, Dawn ni Healing Dragon**-llamó con su voz entrecortada por el dolor-. ¡Por favor! ¡Detente!

-La verdad... no se muy bien que pasó -intenté explicar, algo confundido yo también, para qué negarlo- De pronto Masaru-kun se quedó mirando unas raíces y se alteró tanto que pensé que lo mejor sería sacarlo de allí. No sé que le pasa. No me dijo nada que pudiera entender.

No quise mencionar al chico parecido a Arjimae, ya que mi instinto me decía que había algo sospechoso en ese asunto. Cuando los otros chicos mencionaron incidentes similares, parecieron confirmar mis sospechas.

-No, no, no creo que haya fantasmas. Jeje -dije tratando de restarle importancia al asunto para no preocupar a nadie- Pero es posible que algunos chicos se hayan asustado. Es que, verán, está muy oscuro allí dentro. Si el sensei me lo permite, quisiera regresar para asegurarme de que todos están bien.

Había algo claro, no querías morir, pero ya era posible sentir que tus energías comenzaban a agotarse. A pesar de eso, no ibas a rendirte tan fácilmente.

Encendiste tus manos en fuego, mientras blandías tus garras hacia esos dos chicos, quienes no siquiera intentaron defenderse. Clavaste tus garras llenas de fuego en su piel, la perforaste y sentiste los tejidos romperse a tu paso, mientras el poder de las llamas calcinaba su piel. Sin embargo, los dos chicos solo sonreían y apretaban sus dientes para lidiar con su dolor. No perdían la sonrisa. Fue cuando notaste que sus armas estaban brillando con intensidad mientras la chica arrojaba su espadón al cielo y el joven abría sus brazos, casi como dando una orden.

El espadón se posicionó con su punta hacia ti mientras que la extraña arma flotante del chico se ubicaba justo en la punta de su aspa. Tomaron una posición parecida a la de la espada, todos apuntando hacia ti. Si la veías en conjunto, era como ver un cañón gigante con diferentes frentes y todos apuntando hacia ti.

Los dos se rieron y dijeron a la vez - ¡Prueba nuestra más poderosa técnica! - rieron con más fuerza sin perder la escalofriante sonrisa y la mirada vacía en su rostro. Como acompasado con sus risas, el cañón gigante brillo y se tras un estallido, disparó hacia ti un enorme rayo de luz violeta que se dispondría a calcinar tu piel y acabar contigo. Afortunadamente, fuiste más veloz y lograste cubrirte con tus alas, pero no por eso quiere decir que te libraste del daño. Tus alas se quemaron y tu cuerpo fue arrastrado hasta chocar con una de las paredes de la cueva, dejando un cráter en donde habías impactado.

Estuviste desorientada al inicio, pero lograste recuperarte y mirar alrededor. Los dos gemelos se veían bastante heridos, incluso podías ver un leve temblor en sus piernas. De seguro, estaban a su límite, pero no eran los únicos.

Ono bajó la mirada un tanto decepcionado al ver que no había fantasmas dentro. Tal vez eso o que Takeshi había cortado su diversión. Entonces, Shinta intervino.

- ¡PERO NO SOLO ESO! ¡TENMA, EL PELIRROJO TAMBIÉN ENTRÓ! - viste que Takeshi y Ono cubrían sus oídos ante el muy elevado tono de voz de Daidouji-sensei y luego Takeshi fue quien habló.

- Tenma fue a buscarlos, pero ¿de verdad unas raíces? ¿Cómo es eso posible siquiera? - dijo extrañado.

Luego, Ono fue quien habló - Tenma siempre es así. ¿Podrías buscarlo? Si le pasa algo, tendríamos que buscar un nuevo bajista - y luego Takeshi le da un puño en el brazo al peligris.

- VE CON CUIDADO, UMINO. LLÁMAME SI NECESITAS AYUDA - y sin decir nada más te permitió volver.

La bestia parecía escuchar lo que decía Animae, pero no le prestó mayor atención. Simplemente se dirigía hacia Animae a atacarla, Ephorus ya había tomado su posición de batalla y se encontraba listo para actuar, mientras que Animae también estaba lista para disparar su flecha. Sin embargo, hubo algo que interrumpió el combate. Del cielo, se escucharon sonidos de vidrio quebrándose, pero al mirar, se dieron cuenta que se trataba de hielo. Grandes cantidades de carámbanos espinosos se formaban encima de la cabeza de la bestia y justo antes que esta pudiera esquivar, cayeron sin piedad sobre ella, viéndose ensartada en ellas. La sangre caía por entre estos, adornando el hielo de un color carmesí, mientras un chillido del animal llevó a que su cuerpo resplandeciera para ir recuperando su forma humana. Zmiy se encontraba abatida allí y sin moverse ni un poco.

Tal vez habrían podido curarla o hacer algo para que reaccionara, pero no hubo tiempo de ello. Un escalofriante cántico se escuchó detrás de la dragona y con cada segundo, se acercaba más. El suelo empezó a temblar. Cada vez más cerca, cada vez más fuerte. Una enorme figura se dejó ver en el fondo del túnel. Al llegar a la luz, notaron que se trataba de lo que parecía un muñeco de felpa gigante con un rostro un tanto escalofriante.

Tomó a la inconsciente Zmiy, se la tragó y tras soltar un chillido agudo que los aturdió, se marchó. Trataron de alcanzarle, pero era muy tarde. Se había llevado a la dragona y los pitidos en sus oídos los tuvieron desorientados por unos cuantos segundos. Si intentaban caminar, perderían el equilibrio y se caerían con facilidad. Así que tuvieron que esperar a recomponerse.

Al mirar alrededor, los hermanos vieron un ser entre las sombras, pero este no era conocido, ni se había identificado a sí mismo. Ephorus sacudió la cabeza para tratar de recomponerse pronto y, a pesar de sus graves heridas, se paró frente a Animae.

- Identifícate. ¿Amigo o enemigo? - apuntando su espada a la sombra. Ephorus, a pesar de los años, no parecía haber cambiado mucho.

Ver la actitud de los chicos sacaba de quicio de a Dawn. Era exactamente la misma actitud que la mujer mostraba. Pese a que sus ataques habían surtido efecto, la dragona no se sentía tranquila. Tenía que seguir atacando, más rápido, con más furia. Si no los mataba ella moriría. Era la vida de Ruka y la suya contra la de esos chicos. 

Bloqueó el ataque que venía hacia ella apretando los dientes. Tal era la fuerza que tenía en su mandíbula que su encía se había roto un poco. Pese a haber bloqueado al ataque, sintió crujir las rocas en su espalda. Dolía, dolía mucho. Pero no quería morir, no podía.

Los gemelos estaban heridos, mientras recuperaba el foco de su mirada les vio temblar, pero ella misma estaba a punto de hacerlo. Dawn ya había empezado a respirar con fuerza. Sintió sus manos temblar con mucha más fuerza que antes, quizá porque sentía que sus energías se agotaban cada vez más.

Con un grito de desesperación reavivó las llamas en sus garras, volviéndose a lanzar hacia los chicos. Matar, debía matarlos. Si no los mataba ellos la matarían a ella. No podía permitirse dudar.

- nyijijijii - una risa fingida antes de levantarse del suelo tras darse un porrazo por el mareo - Amigo de los inocentes, y tú no eres muy inocente, pero tampoco culpable, a diferencia de la señorita, que además de inocente está herida, si no quieres ser culpable de nada enfunda tu arma y trátala, phenrir Ceefy debe volar a defender a otra inocente, ¿Hay alguien más adentro? ¿Puedo volar a ayudar a la muchacha que he dejado atrás? Iba recobrando el equilibrio y alzándose del límite inferior, preparado para volar en dirección a Aimi. Pero esperando respuesta antes.

Al ver Zmiy estaba herida, la guerrera intentó acercarse colocándose al lado de Ephorus justo cuando se escucho el cántico y sintió el suelo cimbrar hasta  ver aquella criatura... no, era un peluche que reconoció al instante. Su corazón aceleró aún más y con sus ojos llorosos confirmó con horror que había más muertos que estaban regresando. Después miró a su hermano y así el joven podría entender que pronto tendría que hablar con él.

Así se quedaron hasta que llegó ese desconocido. Éste podría ver que ambos tenían fuertes heridas debido  la pelea: el chico tenía mordeduras en su armadura que ya estaba entintándose de color carmesí y Animae también se encontraba mal con tajos en su pecho y piernas junto a una marca de mordedura en su torso, además de que algunas de sus heridas se mostraban congeladas. Vio a su hermano querer enfrentarse a él, pero se mantuvo observando hasta que el desconocido habló.

-¿Te llamas Phenrir Ceefy?-no le sonaba ese nombre. Le vio con su ceño fruncido y respiró con dificultad para continuar hablando-. ¿Quién eres?.-interrogó dudosa, pero tratando de mantenerse serena.

Algo dentro de mi guió mis pasos, siguiendo mi instinto caminé por la cueva y entré en otro de los túneles que habíamos dejado atrás. Poco después, escuché un grito de un chico y apresuré el paso, alarmada. 

- Haruka - mi pensamiento estaba centrada en encontrarlo, rezando para que estuviera bien.

- ¿Qué es este frío? - mi aliento se condensaba formando pequeñas nubes que se perdían en el gélido aire del lugar - esto no es normal - murmuré.

Casi tropecé con un cuerpo que reconocí como el de Koichi. Me agaché a su lado para ver cómo estaba y después avancé un poco más para buscar a Haruka. Lo que vi me sorprendió tanto que casi deje caer a Mariko. Ante mí se encontraba un guerrero rubio con una hoz muy parecida a la de Lightning. Era como si mi otra personalidad se hubiera manifestado en versión masculna y estuviera allí combatiendo en mi lugar.

 Apoyé a Mariko contra la pared y me acerque un poco a los dos combatientes, tratando de que no me notarán, para averiguar qué ocurría y ver si Haruka se encontraba cerca.

Al inspeccionar el cuerpo de Koichi, te diste cuenta que solo estaba inconsciente. Tenía un golpe en la cabeza, pero nada de qué preocuparse.

- Esta sensación es como cuando atacaron la playa - miró alrededor tratando de identificar algo y cuando casi la sueltas, ella se sorprendió, pero pudo sostenerse.

Vio entonces a las dos figuras peleando y notaste que sus pupilas se afilaron para tornarse en las de un zorro. Se sorprendió y te miró - Ese... Ese es Allan - no estaba segura si entenderías, pero si te ponías a analizar sus rasgos, eran como los de Haruka.

Te acercaste con cautela y notaste que el chico luchaba contra una guerrera que se te hacía muy similar, pero no de este tiempo, sino del tiempo cuando eras Lightning. Crythra era una guerrera de Andelivian, justo como lo fuiste tú, solo que no era parte de la guardia real. Era una soldado que, aunque tenía gran fuerza, no le interesaba portar títulos nobiliarios. Se caracterizaba por su optimismo y dulzura, aunque en este momento se veía muy amenazante y nada dulce.

El rubio al que Mariko llamaba Allan parecía tener bastantes problemas para ganarle. La chica lanzaba un golpe tras otro y en un choque de armas, Crythra hizo que Allan volara lejos, estrellándose contra la pared.

Mariko suspiró y se llevó una mano a donde estaba su corazón. Te miró apretando los dientes para lidiar con el dolor y te dijo - Si lo que quieres es ayudarle, puedo devolverte tu poder. Pero debes estar de acuerdo y aceptar que no volverás a ser una humana normal - Mariko jadeaba con más intensidad con cada momento que pasaba.

- Yo lucharía, pero no puedo hacerlo. ¿Lo harás tú? No puedo obligarte, Shiro-san - y mientras tanto, la joven de cabello rosa se acercaba con su arma a atacar a Haruka con toda su fuerza, mientras una sonrisa aterradora se formaba en su rostro.

Me rasque la cabellera con algo de vergüenza por lo que había sucedido, en realidad esperaba que sonase mucho mejor pero claramente no fue el caso. — Are, are... Perdonen, aún no puedo controlar muy bien mi habilidad, espero lo hallan disfrutado... — con una sonrisa un poco escueta y algo avergonzado.
Y aún así, no logré encontrar ningún sonido aunque si logré ubicar a dos Andelivianos más, eso sin duda es bueno de saber. Son dos, así que estarán bien seguramente por el momento. Asentí ante las palabras de Mamoru con amabilidad, hasta que sentí esa extraña sensación. ¿Que demonios? ¿De dónde venía esa sensación de hostilidad tan horrible? Me quedé algo estático cuando ví que Mamoru salió corriendo hacia aquel lugar — Oye, podemos pensar primero y luego... Ugh, da igual... Vamos allá, Sombra, Schmella, seguramente ya encontramos la respuesta. — Dije mientras empezaba a correr tranquilamente hacia donde iba Mamoru a averiguar que estaba pasando en ese lugar, ignorando a los demás. Si somos un equipo, entonces tal parece que me tocará ir detrás de el, ese tipo se mira muy energético, que molestia...

Del grupo de los Red Stones solo quedaban el hombre fornido, Takeshi y Ono, ya que Tenma había corrido hacia la cueva igualmente.

Pasaste por su lado y parece que no te notaron, ni siquiera ese hombre tan musculoso. Miraste a Sombra y viste que su pelaje brillaba levemente de azul, así que posiblemente era obra suya. Con esto en mente, entraste a la cueva, pero no viste a Mamoru ni a nadie más. La temperatura comenzaba a bajar mientras más te adentrabas en la cueva y una figura que no reconocías se acercaba a ti con despacio. Mientras más se acercaba a la luz, más pudiste ver de quién se trataba.

Lo que recibías de su parte era una energía muy similar a la de Scarlet Light cuando te atacó en la playa. Por algún motivo, te recordaba mucho a ella. Notaste que, en su mano derecha, llevaba la misma marca que ella.

Schmella y Sombra se sobresaltaron y el perro negro habló - Parece que tendremos que luchar más rápido de lo que creí - se puso en una posición defensiva y luego sentiste el suave aleteo de Schmella en tu hombro.

- ¿Estás seguro de que puedes luchar? -.

Ephorus miró al enmascarado con sospecha y sin bajar su espada ni dejar de cubrir a Animae, le analizó mejor.

- No eres como nosotros y tu energía me es familiar. ¿Quién eres? - bajó la espada.

- Al menos sé que no eres una amenaza, pero eso no te libra de responder - apoyó la espada en sus hombros con la punta de la hoja hacia atrás -. Hay varios de nosotros, pero me surge más la duda. Si yo soy culpable, ¿tú qué eres? ¿Dejaste a una muchacha atrás? -.

Phenrir estiró sus brazos para desesperezarse, y ya que no respondían su duda se giró para volar en dirección opuesta para volver. Pero antes de dispararse en dicha dirección, frotó su máscara con la zarpa - nyejeje los gatos somos caprichosos, y si olemos sangre damos prioridades... A parte de eso, tal como he dicho he dejado a alguien atrás, no tengo tiempo para hablar de tonterías. Cómo buen "gato" tal como apareció, voló de vuelta.

"¿Acaso....?" Sus ojos se clavaron en la otra guerrera y estos se abrieron aún más cuando reveló la identidad oculta de Shiro. La miró unos segundos, pero casi al instante volvio a alzar la mirada. Su planeta se había mantenido siempre a un lado de las disputas de otros, siempre por motivos obvios cómo el evitar que guerras ajenas los arrasaran, pero en esta ocasión... Cerró los ojos y se llevó las manos hacia el pecho cogiendo el colgante. "Sé que lo entenderás y... Que tú harías lo mismo, mi rey.." Pensó. Abrió los ojos de manera lenta y alzó el mentón con suavidad a la par que estiraba su mano derecha.

El golpe parado por la flauta vibró en las paredes de la cueva y sus ojos se afilaron, en su mano empezó a relucir una hermosa arma de color dorado con detalles en azul agua.- Elijo ayudarte y protegerte... Y si con ello debemos acabar con ella, eso haré.-Los dedos de Isy se deslizaban ágiles sobre su arma, y entonces con un par de giros y movimientos danzantes el cuerpo de la joven estudiante empezó a cambiar. Dejando que Shiro volviese a ver la verdadera identidad de Onírica.

Con elegantes y silenciosos movimientos se colocó junto a su compañera y con un movimiento rápido de su lanza golpeó el filo de la espada, intentando desviarla de la Sacerdotisa y colocarse entonces ella por medio, alejándola de su objetivo.

Entre cuestionamientos que no fueron respondidos, Animae no dijo ni una palabra cuando el extraño se fue y tampoco quiso detenerlo. Tenía más preocupaciones en mente que lidiar y agradecía que ese sujeto alado no fuese un enemigo. ¿Quién era? ¿Sería como el guía? 

-Nadie es inocente en realidad-dijo más para sí que a cualquiera que estuviese ahí. A voluntad, el arco y carcaj de desvanecieron en hilos de luz y brisa para introducirse en el medallón-. Yo...

Entonces, Animae dejó de contener sus lágrimas y comenzó a limpiarse sus ojos debido al miedo que estaba conteniendo. 

-Irisu está desaparecida, estás muy herido, Ephorus. Hay que curarte, vamos a buscar a los demás, vamos a...-se acercó para ver las heridas del chico y se recargó en él-. Gracias por haber venido.

El observar que claramente nadie me observaba aun cuando iba hacia la cueva me hacía sentir un poquito fuera de línea. Por lo general siempre paso desapercibido, pero esto era claramente demasiado… ¿Tan poco importante era como para generar esa reacción? O eso quería pensar, hasta que observe a Sombra con su pelaje y entendí que era lo que estaba sucediendo. — Vaya, esa si es una buena habilidad para no hacerme notar… Me agrada. — Le dije mientras proseguía en búsqueda de saber que era lo que le había pasado a Mamoru. Podíamos enserio haberlo pensado antes de ir corriendo, y ahora nos separamos…

Al entrar y ver que no había nadie tuve un mal presentimiento. Justo cuando la idea era no separarnos fue lo primero que paso. Estaba un poco irritado pese a no demostrarlo, hasta que empecé a sentir el cambio de clima y la hostilidad en el aire viciado. Aun cuando no tengo muchas experiencias en mi vida actual, algo en mi corazón me hacia saber de que los problemas estaban acercándose y efectivamente era así. Alguien venia hacia mi, mientras lo analizaba con cada paso que daba. — Are, are… Parece que en verdad no tendré mucha oportunidad de relajarme este día, que problema… — Dije expresando irritación, pero claramente mi rostro reflejaba tranquilidad. Ese tipo parece peligroso, su energía me lo da a entender, pero sobre todo tiene la misma energía que Scarlet Bat…

—  Dime, colega. No te reconozco, ¿Eras un Andeliviano? Esa marca en verdad es una molestia, no pude ayudar a Scarlet pero me encargare de ayudarte a ti. Y esta ves no dejare que nadie interfiera…  — Me quite los lentes y me hice aparecer del mismo bolsillo de donde los guarde un antifaz, aquel que ocupe en aquella batalla, aquel que ocupe en mi vida como Andeliviano, aquel que me representa en verdad como lo que soy; yo soy Trickster. Al transformarme, una sonrisa leve estaba en mi rostro. — Ahora es mi turno. Siente mi melodía y libérate de esa cadena que tienes, no hay razón para pelear.   

Hice una pequeña pausa para ahora hablar en voz baja hacia Schmella y Sombra. — No se preocupen por mi, tampoco es momento de que pueda dudar en luchar o no. El tiene el mismo problema que tenia ella... Hare lo mejor que pueda. — Y al decir esto invoque mi ocarina, la misma que ocupe contra Scarlet para entonar la misma tonada e intentar romper ese maldito sello que lo tiene capturado, haciendo que el se interponga ante ese sello o maldicion, o lo que sea...