Partida Rol por web

El mago sonrió con bastante confianza en sí mismo y respondió - Creo que lo has entendido mal. Somos eso. Esa es nuestra esencia - y su rostro se volvió más psicótico que antes, mostrando su propia oscuridad interior, mientras una enorme onda de energía amplificada se reunía en la punta de su báculo, la cual chocó con tu propio ataque. El hombre reía descontrolado mientras mantenía aquel poder fluyendo.

- Tus mal llamados amigos aceptaron unírsenos a cambio de venganza por haber sido excluidos por tus líderes. ¡Es su culpa que ellos estén con nosotros ahora! ¡Heleth-sama les ofreció vida y poder a cambio de su lealtad y todos aceptaron sin siquiera pestañear! - y rió aún más fuerte mientras veía que tu poder sobrepasaba el suyo por poco.

- ¡Si quieres liberarlos, tendrás que matarlos! - en ese momento, tu energía sobrepasó a la suya y un estallido llenó la estancia, siendo arrastrado por la onda expansiva hacia atrás. Chocaste contra la pared y sentiste que perdías la consciencia. Reaccionaste y miraste alrededor. Una enorme nube de polvo se había levantado tras tu ataque y al disiparse, pudiste ver que aquel mago se había esfumado. Miraste hacia donde se encontraban Schmella y Sombra y notaste que las alas de la mariposa brillaban, y como si se tratara de una proyección de estas, unos espejos los rodeaban, como si los hubiera protegido de aquel ataque.

Las alas de Schmella dejaron de brillar y  los espejos se disiparon. La mariposa se posó en la cabeza de Sombra y los dos caminaron hacia ti. El perro habló primero.

- Sabía que tenías mucho más poder del que habías demostrado - aunque intentaste concentrarte en sentir algo a través de su ser, no lo habías conseguido. Era una suerte que lo hubieras vencido.

- Se esfumó. Puedes estar tranquilo. Aunque lo que me preocupan son sus palabras. ¿De verdad todos decidieron unírsele para vengarse de nosotros? - Schmella sonaba bastante triste.

- Debemos encontrar a Mariko y contarle todo esto. ¿Tú estás bien, niño? - preguntó el perro acercándose más a ti.

Animae atendió a las palabras de Nereida reflexionando qué podría haber puesto mal a Masaru, aunque también debía contemplar que debía tratarse de una casualidad. Sin embargo, había aprendido a lo largo de sus dos vidas que ese tipo de situaciones no se daban solo porque sí... aunque podría estar exagerando también, imaginándose a Jaycee regañándola y pidiéndole que se enfocara más en su presente. Así, decidió concentrarse en buscar las raíces y, tal como dijo su compañera, no estaban ya.

-Al menos estamos seguras de que sí había; pero han desaparecido. Definitivamente esto no es normal-se lamentó de no haberles analizado antes, pero no quedaba tiempo para lamentarse-. Nereida, a diferencia de esa vez, sabemos lo que tenemos y estamos preparados. Debemos confiar entre nosotros, apoyarnos y luchar en equipo. No será agradable verlos de nuevo cuando deberían descansar en paz, pero hay que ayudarles. Si vuelven los titanes podremos hacerles frente si trabajamos juntos. 

Sonrió para animarla, pero no pudo evitar poner una mueca del dolor por sus heridas. Después procedió a escuchar a su hermano y correspondió su gesto al ver que se habían encontrado.

-La Reina advirtió de un poder que trae a quienes no debe, por eso seguramente mencionó eso. Hay que tener cuidado entonces-y al verlo preocupado por Aimi, cerró sus ojos un momento tratando de sentir la energía de su amiga y así aliviar el corazón del guerrero-. Deja lo intento yo. 

Tu consciencia se proyecyó a través de la cueva y fue viajando por los tres túneles. Incluso diste con la salida, pero lo que no encontraste fue la esencia de Aimi. Era como si se hubiera esfumado por completo, ya que ni rastrosde su energía lograbas encontrar.

El rostro de Dawn denotaba cansancio y dolor. Sus heridas ya no sangraban, pero eso no quería decir que el dolor se iría de inmediato. Sentía miles de agujas perforarle distintas partes del cuerpo. Sin embargo, la dragona no flaqueó en ningún momento. En su rostro, bien impreso, además del cansancio y el dolor, estaba el orgullo de una aguerrida guerrera. 

Caminaba detrás de Phenrir, mirando de tanto en tanto por encima del hombro del sujeto, no desconfiaba de las habilidades que había demostrado, pero no por eso Dawn podía dejar de estar alerta. Aún si era presa del dolor, eso solo hacía que sus sentidos estuviesen más agudizados. 

Para cuando empezaron a divisar la salida de la cueva, aunque más cansada, Dawn se permitía lucir un poco más relajada. Las heridas de la chica que cargaba en brazos se habían cerrados y, aunque su prioridad era buscar a la Sacerdotisa, escuchar la voz de Shinta le alivió de igual modo. ¿Quizá la Sacerdotisa ya había salido? De no ser así...

—Parece ser la salida —pensó Dawn, en voz alta—. Será mejor que nos transformemos. Yo dejaré a Ruka afuera. ¿Qué harás tú? —preguntó Dawn a Phenrir, antes de transformarse. Si la Sacerdotisa no estaba allí fuera tendría que volver a la cueva por ella.

Phenrir dejó que Dawn le pasará de largo - a los gatos nos gusta la oscuridad, os dejo la luz a vosotros los humanos... Aprovechando que salían poco a poco, dejó que las sombras de la cueva le rodearan. Para acabar desapareciendo.

Volvió hasta la encrucijada y aún buscando la protección de las sombras, revisó a consciencia las cercanías. Era importante ser cuidadoso...

Pudiste notar que la mayor parte de las amenazas habían sido neutralizadas, pero aún quedaban dos enemigos enfrentándose a tus compañeros: uno muy cercano a la sacerdotisa y otro a Mariko.

¿La sacerdotisa aún luchaba? No iba a dejar que luchara sola, y aunque le sabía mal por Marino, el deber le reclamaba, ¿Porque no se había fijado antes? Voló por las sombras de la cueva, tan rápido como puso, sabía que no le quedaba demasiada fuerza para lanzar un ataque como los anteriores, pero eso no quería decir que no pudiera luchar.

A toda velocidad se lanzó a absorber la energía de quien fuera. Le quitaría energía y la obtendría él para posibles ataques venideros... Pero antes, debían procurar por no perder a nadie más.

Te aseguraste de ver que Phenrir se marchaba antes de cambiar de forma, de modo que no notara tu cambio. Así pasaste de ser la solemne guerrera mágica a ser el chico rubio y de apariencia débil de siempre.

Al salir, acostumbrarte al brillo de la luna fue difícil, pero no tardaste en sentir que alguien te quitaba a Ruka de los brazos. Tu primer instinto fue reclamar, pero te diste cuenta que era Takeshi, quien parecía muy preocupado por su compañera y ex pareja.

- ¡¿Qué le pasó a Ruka?! - preguntó casi como un reclamo. Por Ruka sabías que el chico era muy sobreprotector con ella, razón por la cual su relación no había terminado bien.

Ono se acercó a ti y dijo - Creo que lo que Takeshi quizo decir fue, ¿están bien, Mamoru-kun? Estamos preocupados porque Tenma y Edward entraron y aún no han salido. ¿Qué sucedió allí abajo? -.

Te giraste a mirar alrededor y notaste que Shinta estaba allí también, pero con sus ojos llorando a cántaros mientras permanecía en cuclillas al lado de Masaru, quien permanecía inconsciente.

- ES BUENO VER QUE ESTÁS BIEN, TSUKAIMA-KUN. ME ALEGRO MUCHO - decía en el tono de voz exagerado de siempre, pero sin parar de llorar mientras miraba a Masaru con desconsuelo. No era costumbre del gigante verse tan derrotado, pero seguro era porque ya había intentado hacer lo que podía y no había funcionado.

Takeshi puso a Ruka en el suelo con delicadeza y vio la mancha de sangre mientras su temple se transformaba - Primero la desprecias y luego... Ella sale corriendo a buscarte a la cueva. ¿Qué tanto quieres verla sufrir? - su enojo desfiguraba su rostro.

Ono suspiraba algo incómodo - Takeshi, dudo mucho que Mamoru-kun quisiera dañarla. Así estuvieran pasando por un momento difícil o no -.

- Él la llamó para que lo buscara. A mis ojos es responsable - entonces, el rostro de Ruka se contorsionó de repente y suspiró. Parecía aún débil, pero sus ojos aún cerrados lucían inquietos.

Mamoru estaba exhausto, pero antes muerto a soltar a Ruka. Por fin salió de la cueva con paso firme, sintiendo la claridad azotarle de golpe. Mientras trataba de acostumbrarse al brillo, alguien le arrancó de los brazos a Ruka; se enfadó al ver quién había sido. Aunque de cierto modo entendió sus razones.

Estuvo a punto de contestarle a Takeshi, pero la voz de Onu hizo que se detuviese.

—Ono, es una larga historia... —pero antes de que pudiese continuar, vio a Shinta llorando y se sorprendió— Masaru... ¿acaso...? Shinta-sensei, no me diga que ha...

Entonces la voz de Takeshi volvía a llegar a él, descolocándolo. Era cierto, el se había comportado de una manera bastante deplorable con ella al despertar. ¿Pero qué tenía que ver eso con que entrase a la cueva? No quería verla sufrir, eso era lo último que él quería. Era por eso que él había ido por ella. Mamoru apretó los puños y sintió que la sangre subía a su cabeza. Escuchar tales acusaciones de Takeshi...

Estuvo a punto de liarse a puñetazos con el chico, pero lo último que Takeshi dijo hizo que Mamoru abriese los ojos. ¿Llamarla? Ahora lo entendía. Una trampa... una gran trampa. Sin embargo, ver que Ruka había reaccionado por fin hizo que todo el enfado de Mamoru se esfumase. Caminó hacia Ruka y echó a Takeshi a un lado con algo de mala leche. Acarició una de las mejillas de la chica y la miró preocupado.

—¿Ruka? ¿Puedes escucharme? Soy yo, Mamoru.

Shinta se giró hacia ti una vez más - YA LLAMÉ A USUI-SENSEI PARA QUE AVISARA A UNA AMBULANCIA, PERO NO CONTESTA, ASÍ QUE LLAMÉ YO. ESTÁ INCONSCIENTE, PERO NO DESPIERTA CON NADA Y ESTOS DOS CHICOS NO ME DEJAN GOLPEARLO - el gigantón seguía llorando.

- Eso es porque lo mataría de un golpe, Daidouji-sensei - dijo Ono con una sonrisa incómoda.

Entonces, Takeshi seguía mirándote con enojo y cuando o apartaste, se dispuso a irse encima tuyo - ¡Oye! ¿Qué-? - pero lo detuvo Ono quien tapó su boca y negó con la cabeza.

- Mira, a mí tampoco me gustó nada cómo Mamoru-kun se comportó con Ruka, pero eso es algo que ellos deben solucionar. Además, el chico estuvo en coma por dos semanas. Dale un poco de crédito - Takeshi apretó los puños pero guardó silencio. Ruka era la princesa de la banda. Era casi que natural el actuar de los dos jóvenes.

Acariciaste a Ruka y la joven apretó los ojos antes de abrirlos con despacio. Sus ojos desorbitados, su piel más pálida de lo usual y con un hilito de voz balbuceó - ¿Mamo... kun? - parecía haber reconocido tu voz después de todo.

- ¿E-estás... bien?... Qué gusto - y de sus ojos comenzaron a brotar lágrimas.

¿Inconsciente? Por un momento pensó lo peor. Él también estaba de acuerdo en que si le daba un golpe lo mataría. Su atención una vez más volvió por completo a Ruka. Ni siquiera había notado que Takeshi estaba a punto de venírsele encima y las palabras de Ono sonaron lejanas. Realmente él no quería una justificación y se lamentaba por el momento que duda que tenía, pero ahora todo estaba claro y sabía qué debía hacer. 

Ante la caricia del rubio Ruka reaccionó y Mamoru sintió un gran alivio inundar su pecho. Siguió acariciándole la mejilla y, al ver que de los ojos de la pelirosa brotaron lágrimas, él mismo sentía que del suyo también.

—Ruka... ¿Estás bien? Perdón Ruka, fue mi culpa —no le importaba estar llorando frente a los demás o admitir su culpa. Por la duda que tenía Scarlet estuvo a punto de ser despertada, y de esa manera Ruka...—. Lo siento, lo siento mucho. Pero ya todo está bien, ¿sí? No pasó nada —y siguió acariciando el rostro de la chica.

Mirari estaba sorprendida, la batalla era demasiado rápida, aunque podía soportar el ritmo, aquello tal vez se debía a que poseía solo los recuerdos y no estaba acostumbrada.

-El… -Aunque aquella broma venia de su enemiga, no quiso negarlo. ¿Acaso importa?

Legolas, solo mantenlo a salvo.

Y dando un paso al frente, alzo su espada, con más confianza, parecía deslizarse hacia su objetivo danzando, su espada parecía una extensión de sí misma recorriendo con una salvaje belleza el aire cortando todo a su paso.

Un paso, un giro, un revés, incluso su larga cabellera se movía al son de aquel combate, pero no por eso dejaba de prestar atención al chico.

-Quiero respuestas –Insistió sin perder su compostura, hablando un un momento en que ambas tuvieron solo unos segundos antes de su siguiente golpe.

Por la forma en que pestañeaba, daba la impresión que Ruka estaba luchando por permanecer consciente. Todo su cuerpo estaba debilitado por la pérdida de sangre y eso era más que notorio. 

Entonces, la chica alzó una de sus manos hacia ti con gran dificultad y secó tus lágrimas como mejor pudo.

- No... Llores... Fue mi... Culpa - no pudo sostener más su mano en el aire y está cayó con pesadez.

- Te... Forcé... Lo siento - sus lágrimas no dejaban de brotar aunque le quedaban pocas fuerzas.

- ​​​​​​ Creo que lo mejor es que vuelvas al hotel a tu habitación con ella. Que un médico vaya allá a revisarla si llega. ¿No cree, Daidouji-sensei? Lo mismo con este chico. Si está en el lobby los encontrarán más fácilmente. Nosotros podemos quedarnos aquí para hacerles saber a los demás que estarán allí - ofreció Ono con su usual sonrisa despreocupada.

- Quiero dormir pero... Tengo miedo - decía Ruka en un tono de voz casi inaudible -. ¿Y si... Te alejas... Otra vez? - seguía llorando a pesar de su agotamiento. 

La chica se rió - Si insistes... - se lanzó hacia ti otra vez, pero pudiste leer su movimiento. Bloqueaste su golpe con tu espada y ella sin perder la sonrisa, solo dijo - No tienes nada que ofrecernos. Heleth-sama ha encontrado lo que vino a buscar y se llevó algunos trofeos de felicitación - y cuando se separó para prepararse de tu contraataque, solo tuvo la rapidez de bloquear uno.

Tal vez el enojo, la frustración o el nuevo poder, llevaron a que te movieras con mucha más velocidad y que esa espada que llevaba la esencia de Mirari y la de tu antigua vida, resplandeciera con ese filo oscuro, cercenando a tu enemiga con tan solo dos golpes. Esta gritó del dolor y se deshizo en múltiples orbes de luz, dando a entender que la pelea ya había concluido.

Tenma suspiró profundamente y le tocó la cabeza al búho, del cual seguía sin sorprenderse y se acercó a ti con sus mejillas coloradas - Aunque me honra que no dijeras que no era tu novio, no deberías hacer eso con el corazón de un hombre - tomó tu mano con delicadeza para revisar tu estado y aunque eran solo rasguños, el chico cerró los ojos mientras una sensación cálida te embargó mientras su cuerpo y el tuyo brillaban con una luz de color dorada. La sensación era reconfortante y acogedora. Cuando el chico te soltó, notaste que tus heridas y posible agotamiento habían desaparecido.

- Guardo tu secreto si tú guardas el mío - dijo con una sonrisa mientras se pone de pie y te tiende una mano para saludarte -. Soy Tenma - su voz era gruesa, pero gentil.

Escuchaste a Legolas hablar por detrás de ambos con una expresión de sorpresa - Yo no le enseñé a hacer eso... -.

Las lágrimas de Mamoru cayeron una a una en la arena. "Es la misma de siempre", pensó al escucharla hablar. Quizá por eso aquella sensación presionaba aún más su pecho. Tomó la mano de Ruka y entrelazó sus dedos en los suyos. Saber que estaba así de débil por lo que había sucedido espantó a Mamoru. Ruka había sobrevivido, pero recordar la imagen en la que la pelirosa estaba encima de aquel charco de sangre lo espantó por un momento.

—No fue así, Ruka. No lo fue... —y con su otra mano siguió acariciando de forma enternecedora la mejilla de su pareja.

Escuchó la sugerencia de Ono y asintió un poco. Lo mejor era que se quedase con Ruka. Esperaba encontrar a la Sacerdotisa fuera de la cueva, pero no era así. Una parte de él quería volver. Debía proteger a su líder. Sin embargo, tomando en cuenta sus propias heridas, no era mucho lo que podría hacer. Además, si dejaba Ruka desamparada el enemigo podría aprovecharse de eso una vez más. Debía quedarse con ella y confiar en sus compañeros.

—No me alejaré Ruka. Puedes dormir tranquila. Cuando despiertes estaré contigo, y luego te llevaré un rato a pasear, ¿qué te parece? —forzó una sonrisa y empezó a limpiarse sus lágrimas.

Su cuerpo estaba agotado, pero no le importaba cargar a Ruka un poco más. Se quedaría con ella pasase lo que pasase hasta que estuviese a salvo.

Ruka sonrió complacida cuando te escuchó que permanecerías a su lado en ese momento y su mano se destensó de la tuya mientras sus ojos se cerraban. Por un momento pensaste lo peor, pero al acercar tu cabeza a su pecho sentiste su corazón aún latir. Parecía haberse quedado solo dormida. Después de todo, había perdido gran cantidad de sangre.

Ono sonrió y te alzó el pulgar mientras te ibas. Era una fortuna que Ruka fuera delgada y fácil de cargar. De esa manera, podrías llevarla hasta la habitación. Y eso hiciste. El recepcionista te informó que la ambulancia no tardaría en llegar y subiste hasta la habitación que recordabas compartías con Hikari.

Al llegar, viste que tu parte de la habitación estaba justo como la habías dejado desde el día 1. La única diferencia es que había una carta sobre tu cama. Dejaste a Ruka en la cama y tomaste la carta. Estaba escrita por la letra de Ruka.

Te dejaré el apartamento y me iré a un hotel. Mi agente se encargó de todo. No te preocupes por recoger mis pertenencias. Sea lo que sea que te hice, espero que puedas perdonarme...

Ruka

Sentías que la oscuridad se debilitaba en la cueva, aunque seguía presente. 

Subir a Ruka a la habitación terminó por agotar las últimas fuerzas que Mamoru tenía. Dejó a Ruka suavemente sobre la cama, mientras tomaba la carta con mucha curiosidad. Al abrirla Mamoru sintió que quería llorar de nuevo. De hecho algunas lágrimas se escaparon y tuvo que contenerlas con el dorso de una mano.

Miró una vez más a Ruka y, a diferencia de cuando había despertado en el hospital, la vio de otra forma. La vio como siempre la había visto. No, ahora incluso la valoraba más. ¿Acaso era un tonto? ¿Había olvidado todo lo que había sucedido? Por supuesto que no, y eso era lo que hacía todo más significativo. No había podido proteger esa sonrisa la anterior vez. Ahora debía protegerla a cualquier costo. Esa carta... No, no podía dejar que todo acabase ahí. 

Se sentó por fin a la orilla de la cama sintiendo por fin algunos de los músculos de su cuerpo agradecérselo. Tomó la mano de Ruka y se quedó mirando su pálido rostro, velando su profundo sueño. 

—No dudaré más, Ruka —no esperaba que la chica lo escuchase; esas palabras iban dirigidas a él mismo, para reafirmar su nueva determinación. 

-Tienes razón -dije al escuchar las palabras de aliento de Animae- Somos más fuertes ahora. Podremos con esto... en cuanto sepamos de qué se trata.

Luego noté que ambos parecían heridos.

-¿Necesitan ayuda con sus heridas? No sé mucho sobre curación pero... tal vez pueda canalizar el poder curativo del agua para aliviarlos un poco...

La sorpresa invadió a Mirari, tanto en la frase, como en el hecho de él joven tuviese algún poder, cosa que no oculto en su rostro.

 Mirando a Legolas la joven trato de encontrar una explicación de aquello.

Apenas había terminado la pelea, pero las sorpresas continuaban, así que en vez de retirarse se quedó un momento para saber un poco más de aquel secreto.

-No diré nada, tu secreto está a salvo, soy Mirari –Respondió a su saludo preguntándose si aquel saludo era prudente, al final desecho ese pensamiento. ¿Cómo acabaste liándote con esa parejita?

No debía hacer cumplidos de su figura o su voz, aquello no sería profecía, aunque saber si una heroína mágica debería tener ética de trabajo aun era una duda que poseía.