Partida Rol por web

El combate continuaba. La canción de Onírica no cesaba mientras Lightning seguía allí, firme a luchar. Allan ya le había suplicado a esta que luchara en su contra, pero este no parecía dispuesto a ceder, aunque su pulso temblaba presa de lo que sabía que debía hacer. Las palabras de la guerrera del rayo lo desconcertaron. Después de su expresión apática, por fin mostró algo. Sorpresa.

Tal vez habrá sido por el despliegue de sensualidad de Heracles en plena batalla, pero Allan no se movió e incluso abrió sus brazos levemente para recibir a la guerrera que ahora besaba sus labios. Al inicio se veía confundido, como si realmente no supiera lo que pasaba, pero luego cerró los ojos con fuerza y empujó a Lightning. Shado miraba la escena con enojo y chasqueó la lengua mientras disparaba su cuchillo que, en el aire, se dividía en cientos e iban hacia Onírica. La einar logró evitar el ataque con elegancia gracias a su danza, así que no le hizo daño, pero las palabras de Shado rompiero el silencio que aquel íntimo momento había causado.

- Vivir para luchar otro día - para luego hacerse invisible y esfumarse en el aire.

El rubio seguía inmóvil, incapaz de atacar, pero tampoco de apartarse. Sus ojos se llenaron de lágrimas aunque su rostro no reflejaba nada especial y, sacando toda la fuerza que tenía, empujó a Lightning hacia atrás después de un grito para alejarla cuanto más pudiera. Tras esto, dio un fuerte pisotón en el suelo y dos estacas hechas de piedra atravesaron su propio tórax. Tosió y la sangre salió disparada frente a sí. Su mirada se empezaba a nublar mientras caía al suelo imposibilitado para luchar y mirando a Lightning mientras su energía vital se iba.

Los combates seguían avanzando y aunque eran por un lado alentadores, por el otro lado no del todo. A pesar de esto, la maniobra de Heracles surtió efecto en la mayoría de los enemigos, incluso la misma Heleth había caído presa de su encanto físico. ¿Y quién no se distraería ante tal despliegue de sensualidad? Walker parecía estar teniendo problemas en atacar a la dragona que quedaba en pie mientras le clavaba su propia espada aún más. Shiro, aún en el suelo y agotada, tocaba su flauta para atacarla con tentáculos de sombra, pero tremendamente agotada.

Zmiy había recuperado su forma humana y aunque estaba dispuesta a atacar a Animae y Platinium una vez más, se frenó al ver la musculatura de Heracles, quedando envuelta en sus poses con gran interés, al igual que Crythra, quien luchaba contra este y Nereida. La guerrera de los mares no parecía tener éxito con sus ataques, pero por lo menos había logrado salvarse de un ataque gracias a su compañero. Animae parecía recibir algo de su compañera mariposa blanca mientras que Platinium parecía tratando de hacer una magia que no surtía efecto.

Lightning y Onírica seguían en su batalla y aunque minutos antes su rival estaba imitando todos sus movimientos de danza, luego lanzó sus cuchillos para desaparecer después de dar un salto hacia atrás. La rubia se enfrentaba contra Allan, pero se abalanzó sobre él para... ¿Besarlo? En efecto. El rubio la empujó con toda su fuerza hacia atrás mientras daba un fuerte pisotón y dos enormes estacas de tierra se clavaban en su propio tórax, dejándolo fuera de combate y cayendo pesadamente al suelo.

Trickster seguía defendiéndose con todo lo que tenía y mientras la pelirroja falló un ataque, este le golpeó con sus fuertes ondas de sonido, pero el peluche gigante chocó los puños. Estos se hicieron aún más grandes de lo que ya eran y tras un salto de unos tres metros, cayeron sobre Trickster, haciendo un enorme cráter en la superficie. El epicentro de este era el andeliviano caído, quien de este brutal ataque no se pudo levantar. Con innumerables huesos rotos y una posición bastante antinatural en su cuerpo, era fácil predecir que había perdido la batalla.

En el escenario la batalla parecía haber terminado y Mirari se acercó a Tenma. Este le tendió su mano aún con todo su cuerpo resonando con ese enorme poder y al hacerlo, el tamaño de Quetkueni cambió. Se hizo aún más grande y abrió su boca para disparar un enorme rayo verde. El zorro gigante agitó su cola para generar una corriente de energía lo suficientemente fuerte como para frenarlo, pero no lo consiguió, siendo arrojado hacia una parte de las gradas. Logró destruir parte de la construcción, pero al parecer no del todo. Se recuperó y el feroz combate entre las dos colosales criaturas continuó. Mientras esto sucedía, Heleth recuperaba la compostura y sus uñas crecían hasta volverse cuchillas para atravesar el pecho de Masaru y arrancar de manera limpia su corazón. Una vez hecho, lo estrujó entre sus manos y este se tornó negro mientras se elevaban ambos hacia el cielo cubiertos por una esfera negra. Mientras más se acercaban, más poderoso se hacía el vendaval que se aproximaba. La mujer solo sonreía mientras se llevaba al chico que debería estar muerto. Y aunque Quetkueni luchó por no permitirle seguirse elevando, no lo consiguió. Tenma recitó aquellas palabras extrañas mientras sostenía la mano de Mirari y su energía de color esmeralda se mezclaba con la energía de esta, dándole un color levemente más oscuro. Un rayo potente salió hacia la mujer, pero no lograba atravesar dicha burbuja.

- Ya es demasiado tarde, rey de la Tierra - y su risa desquiciada hacía eco por todo el lugar. ¿Tarde para qué? Con ese interrogante en mente, se seguía elevando hasta aquel agujero negro que se estaba formando.

Su mirada durante unos segundos se posó en las acciones de Lightning, tenía la extraña sensación de saber que iba hacer. Un corazón enamorado era difícil de doblegar y si ella sentía que debía hacer aquello, no sería Onírica la que la frenase, pues en su lugar... Estaba segura de que haría eso y mucho más. Por eso cuando ella le pidió que fuera hacia dónde estaban los demás esta negó con la cabeza suavemente, sin dejar de cantar... Todo tenía su momento y ella era la encargada de proteger y cuidar a Lightning, de lo que fuese.

Pudo ver cómo Shado se movía, esta vez para atacar con sus cuchillas. Con su propia lanza desvió cada uno de los proyectiles con elegancia en sus movimientos. Aquello le recordó a las muchas veces que ambos habían combatido en los campos de flores de Sonoe, no pudo evitar una punzada de dolor en el pecho y sus ojos se empañaron de lágrimas cuando el cuerpo del que un día había sido su mejor amigo, su compañero de armas, su hermano... Desapareció ante las habilidades de él, no sin antes pronunciar unas palabras tan suyas que fueron cómo espinas.- ¡¡Shadooooooo!! -Gritó, dejando en ese instante de cantar. La joven danzante corrió hacia el punto en el que había estado su amigo, la lanza había desaparecido de sus manos y el brazalete volvía a brillar en su muñeca.- ¡¡Por favor.... POR FAVOOOOOR!! -Onírica miraba en todas direcciones, buscaba algún rastro de él, pero ya se había ido.- De qué sirve vivir... Si debes enfrentarte a quienes quieres.-Las lágrimas empezaron a caer de sus ojos. Aún no podía entender aquello... Aún su corazón no quería aceptarlo pese a que su mente ya lo había hecho. Bajó la mirada hacia su muñeca, en ella tenía una fina tela suelta, la tomó entre sus dedos apretándola con fuerza, pero tras unos segundos la soltó dejándola caer al suelo. De que servían las promesas de unión si uno de los dos la quebrantaba...

Tras soltar el pañuelo que no tardó en tocar el suelo, la joven se agachó lentamente llevándose las manos hacia el rostro mientras lloraba desconsolada, aunque hubo algo que rompió aquel llanto. Su mirada se echó a un lado y pudo ver cómo su compañera era empujada con fuerza hacia atrás. Y segundos después... Una respiración ahogada por sangre se hizo reina del lugar. Sus ojos se abrieron de horror y sin pensarlo unos segundos corrió hacia el cuerpo del joven llamado Allan. Su dolor podía esperar. Al llegar junto a él supo que no podía hacer nada, aún así lo liberó para acostarlo en el suelo, se mordió con fuerza el labio y se echó a un lado- Shiro...-Apretó su propio brazo y miró a Allan.- No puedo... No es posible ya... L-lo sient-to...-Se levantó para abrazarla un solo segundo. Estaba segura de que ella necesitaba despedirse de él y le dejaría.- Despídete de él... Tómate el tiempo que creas necesario...

Ella debía ir a ver cómo estaban los demás, aunque la que más le preocupaba en ese instante era la rubia. Un corazón roto era peor que una herida sangrante. Pues su herida estaba en el alma...

- Mandaré a alguien... Yo iré a ver cómo están nuestros compañeros...

Mirando una última vez a su compañera, Onírica salió corriendo. Shado se había ido, había decidido alistarse al enemigo y... Ella no había podido hacer nada. Con lágrimas en los ojos por lo acontecido pasó entre las zonas destruidas por el combate, la joven saltaba con la gentileza de de un gato y cuando sus pies acariciaban de nuevo el suelo era con la delicadeza de una pluma. Mientras corría se limpiaba las lágrimas, se decía una y otra vez que no debía llorar, pero era tan difícil luchar contra aquellos sentimientos.

Su mirada se alzó unos segundos hacia el cielo para ver cómo Heleth se iba de allí. Quiso maldecirla por arrebatar de aquella manera a su amigo, pero entonces recordó algo. Un grito... Un grito desgarrador y de dolor. Su mirada buscaba por el estadio a Animae, sus ojos no por ello pasaban por alto a los demás, a cada uno lo analizaba de manera rápida, pero... Sabía que de gravedad, sólo estaba ella. Después de todo... Hasta ella estaba herida.

Cuando sus ojos dieron con la joven, esta salió corriendo nuevamente hasta alcanzar la zona dónde estaba su compañera.

Sin aliento se colocó cerca de la guerrera. Con cuidado se puso a su altura y con una cálida sonrisa la saludó.- Siento llegar tarde...-Empezó diciendo la joven con suavidad. Si hacía unos segundos había llorado, ahora ni se le notaba. Su actitud y porte era elegante.- Pasará rápido...-Colocó el cuerpo de su compañera sobre el propio, tras eso llevó las manos hacia las feas heridas.

Quizás pudiera esconder lo que sentía por fuera, pero por dentro era difícil... Quizás por eso cuando empezó a cantar la letra era tan suave y delicada. Era cómo si en realidad cantase para aquel que había decidido abandonarla. Posó su barbilla con suavidad en la cabeza de Animae... Y la arropó mientras seguía cantando para que su poder pasase a su amiga. “Unos se van... Pero otros se quedan”

Era un inútil, lo estaba demostrando no sólo al ser incapaz de darle una muerte hermosa, sino también al ser incapaz de darle una muerte rápida. Era como si una parte de mí quisiera deleitarse con aquel dolor. Sentía cómo mi estómago se oprimía.

Eres... resistente hermana.

Dije, mientras aferraba su espada en su interior y la retorcía.

Te quiero. Descansa, por favor.

Besé su frente mientras giraba sobre mí mismo con la empuñadura de su arma, tratando de rebanarla y dejarla descansar de una vez, al hacerlo mi cuerpo quedó mirando al de Shiro. En mi rostro el pesar aún era evidente, y la frustración por mi inutilidad.

Gracias, al final eres tú quien me ha salvado.

Le reconocí. No me importaba reconocer que me había ayudado a mandar a descansar a mi hermana. Me sentía agotado, pero aún quedaba mucha batalla por delante. Ni siquiera me fijé en si su espada seguía en mi mano o no, pero... estaba confuso.

¿Y ahora?

Le pregunté, mientras trataba de ubicarme para regresar a la batalla. Al alzar la mirada y ver cómo le arrancaban el corazón, me paralicé. A mí también me habían hecho aquello. Había sentido aquel dolor. Estaba tratando de imitar el estilo de la auténtica Reina Oscura y aquello consiguió arrancarme un rugido de rabia, respiraba agitado... hasta que escuché a Hunter.

¿Por qué?

No lo entendía, no entendía por qué ella tenía que sufrir así por la presencia de su hermano. ¿Acaso no los hermanos luchaban a muerte por ellos? ¿No era eso lo que acababa de demostrar mi hermana?

Tanto había pasado, que Dawn tuvo poco tiempo para siquiera comenzar a sentirse mal. Con un poco de esfuerzo, se sentó, aún con Ñyankuro en sus brazos.

—¿Ni siquiera puedes ser amable al ver una chica triste? —ella siguió la mirada de Dawn, topándose también con el cuerpo inerte de Scarlet. No pudo hacerlo por demasiado tiempo; rápidamente se volvió hacia donde Ephorus estaba, y luego con Calíope... No, no sentía eso como una victoria. Bajó su cabeza un momento en respeto a Calíope. Todo era tan frustrante... Comprendía a Ephorus; no podía pedir más. Ambos habían cumplido sus promesas.

Ante todo el caos que sucedía alrededor, solo pudo plantearse ayudar a un ya derrotado Trickster. Estaban pasando demasiadas cosas... Más de las que podía procesar, más aún en su estado. Miró por un momento a Tenma y Mirari... —Nunca pensé que estuviese tan cerca... —susurró, sintiendo su cabello agitarse por todas las ondas expansivas. Volvió su mirada a lo que pasaba con Trickster y soltó a Ñyankuro. No podía quedarse sin hacer nada si aún podía moverse. Además, la Sacerdotisa...

Dawn extendió sus alas y, aún sintiendo la debilidad en su cuerpo, aunque no el dolor de sus heridas internas, se dispuso a volar. No sin antes decir algo a Ilify, a quien, por supuesto, había notado apenas había llegado.

—Ya no te reconozco... —eso lo dijo sin siquiera mirarlo, aleteando con fuerza y alzándose a gran velocidad. ¿Trickster habría muerto? Aún de ese ser el caso... Sin decir mucho más, se lanzó sin pensarlo un poco hacia los que le habían hecho eso a Trickster.

Desde su posición, todavía manteniendo una pose de culturista experimentado, Heracles comprobó cómo todo terminaba, al menos aparentemente.

-¿Será Kyloh?- se preguntó con la mano en la barbilla y la otra extendida, señalando la figura de Heleth alejándose con el otro cuerpo, aparentemente inerte.

La estrategia de Heracles había funcionado. Nuestro enemigo había perdido su oportunidad para atacar. Ya no me quedaba energía, pero aún podía usar mis habilidades de combate.

-Es ahora o nunca -le dije a mi camarada- Debemos atacar ambos al mismo tiempo.

Saqué mi tridente y me abalancé sobre ella, pero mi ataque no resultó tan efectivo como esperaba.

-Te doy todo el poder que me resta Tenma…

Mirari cerro sus ojos y dejo la energía fluir, nunca había probado hacer eso, pero por alguna razón sentía que había suficiente sinergia entre ambos para que aquello resultase posible.

¿Esto es confiar plenamente en otra persona?

Así que, con aquello en mente, la chica se dejó llevar.

-Usa todo lo que puedas.

No le importaba caer desmayada, o quedar al borde de la muerte otra vez, si eso le ayudaba a Tenma, estaría feliz, aunque tampoco es que se diera por vencida, sus metas eran muchas para terminar aquí.

-No es lástima, Zmiy. Es mi respeto hacia ti, por ello ye digo que si quieres continuar así será, es tu decisión-fue lo que dijo Animae antes de que ese rubio musculoso distrajera a la draconiana, aprovechando para beber algo que le había dado Schmella para después mirarle agradecida. 

No obstante, su determinación bajó por unos segundos al ver lo que había ocurrido con Allan y Trickster, sintiendo más pesar por este úlitimo porque había estado pidiendo que alguien fuese ayudarle; pero sus compañeros andelivianos no le habían hecho caso. Desvió su mirada cuando,  a pesar de que el campeón de la tierra le estaba dando más ayuda a Koichi en su forma de guardián, Heleth extrajo el corazón de Masaru para darse cuenta que ya era tarde. ¿Por qué Ilify no se había quedado para cuidarle? 

La ansiedad y la impotencia la estaban dominando, pero una nueva presencia había llegado y al girar, vio a la peliazul que por descarte debía ser Isabella, aunque no conocía cual era su verdadero nombre. Reconoció el dolor que ella tenía por pelear contra Shado y, antes de que ella le cantara*, con sus ojos azules que irradiaban determinación, tristeza y dolor, disparó una flecha al aire para continuar su combate con Zmiy. No podía permitirse caer, no ahora.

Ilify señaló el hueco de escape de Heleth, y tomando aire abrió de golpe su mano, invocando sin dudar a su poderosa hada blanca de modo que le cortara el paso, con una sola orden, "frenar a aquella mujer para darle un instante al resto, o recuperar el cuerpo que secieattaba."

Le daba rabia no haber podido hacer algo antes, solo esperaba que Aimi no estuviera muerta.

Al escuchar a su compañera, y en vistas de que el combate continuaba, Heracles siguió el plan de Nereida y se lanzó a por su oponente, con el gancho derecho preparado para un potente puñetazo.

La sorpresa en el rostro de Allan era un agradable cambio en aquel rostro sin expresión que tanto hería mis recuerdos sobre él. Tomándolo como una buena señal, junto al hecho de que abrió los brazos para recibirme. Había temido que tratara de atacarme, mas aún quedaba algo del Allan del que me enamoré. Posé mis labios sobre los suyos y le di un tierno beso cerrando los ojos. Por un maravilloso segundo volví a sentirlo junto a mi, un momento que me hubiera gustado que durara eternamente.

Mas mi felicidad no duró mucho. Lo miré temiendo encontrarme con una fría expresión decidida a acabar con mi vida. No obstante, lo que hallé fue algo muy diferente. Lágrimas que expresaban algo que su inmutable rostro no hacía. Pegó un grito y me vi empujada lejos de él. Confundida, alcé la vista justo a tiempo de ver como dos estacas de piedra atravesaban su pecho. Mientras caía al suelo entre regueros de sangre, me quedé paralizada y atrapada por aquella mirada que se iba apagando. Durante un segundo, el tiempo pareció detenerse hasta que por fin reaccioné.

- ¡Allan! - lancé un grito desgarrador y corrí hacia él. Me arrodillé junto a él derramando lágrimas sobre su rostro - ¿porqué? ¿Porqué no consigo salvarte nunca? 

Ni siquiera me di cuenta de que Shado se había ido. Si noté, sin embargo, a Onirica junto a mi, quien había liberado a Allan de las estacas de piedra. Asentí levemente al sentir su abrazo, pero no dije nada, incapaz de pronunciar palabra alguna. Sus palabras, aunque no aportaran esperanza, me dieron cierta tranquilidad. 

Después, permanecí abrazada a Allan, llorando en silencio sin prestar atención a nada más.

El combate seguía su curso. Ahora que Heracles había dejado de hacer sus poses para maravillar a todos con su hermosa musculatura, la guerrera parecía recuperar su concentración una vez más, aunque de aprovecharlos de manera correcta, tal vez habrían podido golpearla de manera certera. Cosa que para Neraida no se cumplió.

La guerrera del mar se lanzó con su imponente tridente hacia esta, pero Crythra pudo reaccionar a tiempo, impidiendo el golpe. En ese momento, empezó a cargar su extraña arma, la cual empezó a brillar con aquella energía de color rosa. Sin embargo, ese ataque no vería su conclusión. Tal vez por un golpe de suerte o de manera premeditada, la acción de Nereida le hizo dejar una entrada suficiente para que el Einar de grandes músculos le golpeara con un fuerte puñetazo que la arrojó lejos, arrastrándola unos cuantos metros hacia atrás. La guerrera clavó su arma en la tierra para detener su deslizamiento y tosió sangre. El golpe había sido certero.

A pesar de aquella pequeña victoria, hubo algo que llamó su atención. Mientras Heleth ascendía junto al cuerpo de Masaru, Crythra se quedó mirándole un momento. La burbuja que la cubría parecía ser lo suficientemente poderosa para resistir los ataques del campeón de la Tierra e Irisu juntos. La enemiga seguía ascendiendo si siquiera sudar. Después de un rato, Crythra se giró hacia ambos y con aquella mirada vacía y carente de vida, habló.

- Es demasiado tarde para la Tierra - y con ello, cargó su arma de aquella energía para golpear el suelo bajo sus pies, dejando una cortina de humo que duraría lo suficiente para permitirle escapar. Una vez disipada, Crythra ya no estaba.

No fue falso que si no hubiera sido por Shiro, tal vez te habrías tardado aún más en poder darle muerte a tu hermana, ya que sus tentáculos seguían lastimándola y la apretaban algo más cada vez. La sacerdotisa tocaba apasible su flauta, pero algo te mostraba que los gritos de Dusklight y su sufrimiento le afectaban. Se decía que ella siempre sentía el sufrimiento de los dragones como suyo y tal vez aquello era la prueba. A pesar de lo inconforme de su faz, su gentil energía danzaba al ritmo de su flauta, convocando a las sombras para que le dieran fin a la valerosa guerrera.

Era Shiro, blanca como la nieve, incluso su energía era blanca. Y a pesar de ello, controlaba las sombras. Con un último impulso, lograste tu cometido, cortando el torso de tu hermana, cuyo cuerpo cayó hacia atrás después de un último suspiro. La sangre inundó el rededor de donde ella había caído y la dragona buscaba con sus últimas fuerzas a su hermano antes que sus ojos perdieran su luz por siempre. La marca de obediencia desapareció de su mano derecha y se quedó inmóvil.

Shiro deshizo sus tentáculos y jadeó agotada. Había absorbido energía de Dusklight para mantener su magia, pero podía ser el estrés en su cuerpo el que causara aquello. Te miró y sonrió - Solo hice lo que debía hacer - aunque no parecía estar conforme. Cuando miró que Heleth se llevaba a Masaru, se giró hacia ti - ¡Ese debe ser Kyloh! Estamos en problemas - y fue cuando vio esa expresión de rabia y una mezcla de cosas en ti. Sin pensarlo mucho, te abrazó para buscar reconfortante, olvidando el decoro y tu odio hacia ella.

- Tú estás bien ahora - y apretó levemente para luego escuchar a Hunter y bajar la mirada un momento -. Realmente él tenía razón - suspiró y miró el vórtice.

- Walker... - se giró hacia ti y tomó tu mano - prométeme que cuidarás de Mariko - y te miró sin retirar la vista. Ya estando más cerca, podías ver sus ojeras demarcarse poco a poco y su piel tornándose más pálida.

El combate continuaba. La mariposa blanca al haber entregado la pequeña botellita a Animae, se alejó. Cuando Heracles se detuvo, Zmiy recuperó su foco para seguir la pelea, aunque tuvo que sacudir la cabeza para ayudarse a centrarse. Eso era lo que necesitaba, o mejor, lo que debía hacer.

Zmiy se alistó para luchar con todo lo que tenía y fue por eso que su sable empezó a brillar de un color azul claro para lanzar un corte fuerte de hielo hacia Animae, quien tal vez por sus heridas previas o por estar bebiendo de aquella poción, no había notado que aquel tajo se dirigía hacia ella mientras cortaba el aire. El rayo de hielo congeló la piel con la cual había entrado en contacto, quemando a la andeliviana sin remedio.

- No se trata de lo que yo quiera. Es mi único propósito - dijo la dragona con desprecio mientras recibía el ataque de las flechas sin poder evitarlo. Ya no tenía energía suficiente para esquivarlo, así que lo repitió. Segundos después, Platinium puso su mano en el suelo y unos pequeños seres, más o menos unos seis de ellos, aparecieron tras el círculo de energía que la dragona había invocado. Con determinación, su ama les ordenó atacar y así hicieron. Tal vez sería su ya deteriorada condición, pero Zmiy no intentó siquiera detenerlos mientras la atacaban en grupo, acabando con su vida.

La dragona temblaba en el suelo mientras los minions se alejaban para revelar a una dragona derribada y lista para morir una vez más. Miraba al cielo mientras lágrimas fugitivas se escapaban por sus mejillas - ¿Por qué... Ilify? - y con este suave sollozo, se apagó la luz de sus ojos. La marca de obediencia desapareció a continuación.

Te lanzaste a toda velocidad hasta donde estaban la chica pelirroja y Titiritera para ver al desfigurado Trickster con una pose bastante antinatural. De estar vivo, estaría sufriendo mucho, pero era obvio que no lo estaba. Tus puños se cubrieron de llamas y el peluche gigante que le pertenecía a Titiritera se quitó del camino, mas no así la pelirroja. Te miró con una sonrisa un tanto macabra mientras sentías su piel calcinándose debajo de tu puño. Ni siquiera alzó su espada.

- ¿No crees que es algo tarde, Mamoru? - rió y se echó para atrás. Esa mirada y esa voz... Eran exactamente las mismas de Leticia. No había que ser un genio para notar la similitud. Además, su energía era bastante acorde a la suya.

- ¿Sabes? Me encantaría jugar rudo contigo en entornos más privados, pero tengo trabajo que hacer - y te agarró del cuello para forzarte a besarla. Tras alejarse, saltó dentro del peluche de Titiritera -. Solo es un abrebocas. Después de todo, podré tener a tu novia muy pronto - rió descabellada mientras ese enorme peluche daba un brinco que no se creería posible de algo tan pesado.

Ephorus se arrastró hasta donde estaba Calíope. De seguro tenía la fuerza para caminar, pero ¿tendría así la voluntad? Abrazó a una inmóvil Calíope entre sus brazos para seguir llorando. El valiente comandante de Andelivian parecía haber perdido toda su voluntad de luchar. No así Mirari y Tenma, cuyas energías se integraban una con otra resonando en armonía. Parecía que aquello que Mirari quería se estaba consiguiendo porque la energía del ataque de Tenma aumentaba.

Una vez amable resonaba como si no fuera de este mundo al salir del pelirrojo - No podría dañarte - mientras mantenía la mano estirada hacia la esfera negra que recubría a Heleth y a Masaru. Disparaba con todo lo que tenía, pero aquella esfera no cedía. ¿Cómo podía ser así?

Ilify, quien protegía a Tenma, extendió su mano, de donde una bola de luz salió, mientras se expandía de a poco, formando una figura humanoide hasta aparecer una hermosa mujer de blanco.

La mujer miró con sus ojos grises a quien la invocaba y le hizo una reverencia ante su petición.  Se giró y extendió unas alas que antes no parecía tener que se asemejaban a las de una libélula para volar hacia Heleth. Invocó una lanza para atacar, pero por más que lo hiciera, la burbuja seguía resistiendo los ataques. ¿Era eso algún tipo de barrera completamente invulnerable? ¿Cómo podía conseguir algo con tanto poder?

Momentos después, el arma del hada parecía brillar nuevamente y ser absorbida por el vórtice que Heleth había creado. Invocó una segunda lanza y sucedió lo mismo. Una tercera, y volvió a suceder. Tal vez ese fenómeno explicaría la burbuja de Heleth y sus cualidades.

Animae parecía haberse recuperado de sus heridas gracias a Onírica, quien acudió en su ayuda con rapidez. Entre una lluvia de flechas conjurada por la andeliviana y un ejército de pequeños soldados que Platinium conjuró, lograron detener a Zmiy, la temible dragona que cambiaba en la forma de un tigre de hielo.

Por otra parte, Walker y la Sacerdotisa lograron detener a Dusklight. Mientras la segunda la atacaba con sus tentáculos de sombra, el primero la cortó en dos con su propia espada, manteniendo la espada ensangrentada de esta en su mano. Si no fuera notorio el dolor en su rostro, se podía pensar que disfrutaba de haber sido bañado en sangre. Shiro miraba el panorama desconsolada. Lightning sostenía en sus brazos desconsolada al amor de su vida, al joven que había estado buscando desde ese día en la cueva. Esta yacía inerte entre sus brazos, con la marca de obediencia desaparecida.

Cerca al escenario, Cursed Dawn voló a toda velocidad hacia donde estaba poco antes Trickster, pero sus rivales parecían escapar en el escalofriante y gigante peluche. Este dio un salto casi imposible para algo tan pesado y entró en aquel vórtice. En la parte trasera del escenario, la andeliviana de cabello rosa que luchaba contra Heracles y Nereida también se había marchado, dejando atrás solo una nube de humo.

Ya en el escenario, Mirari, aún tomando la mano de Tenma, se vio envuelta por la energía gentil del pelirrojo, quien extendía aún su mano en dirección a Heleth, tratando de frenarla pero sin éxito. Ilify, quien se encontraba cubriendo a Tenma, 

extendió su mano, de donde una bola de luz salió, mientras se expandía de a poco, formando una figura humanoide hasta aparecer una hermosa mujer de blanco.

La mujer miró con sus ojos grises a quien la invocaba y le hizo una reverencia ante su petición.  Se giró y extendió unas alas que antes no parecía tener que se asemejaban a las de una libélula para volar hacia Heleth. Invocó una lanza para atacar, pero por más que lo hiciera, la burbuja seguía resistiendo los ataques.Momentos después, el arma del hada parecía brillar nuevamente y ser absorbida por el vórtice que Heleth había creado. Invocó una segunda lanza y sucedió lo mismo. Una tercera, y volvió a suceder. El hada miraba desconcertada la escena ante la mirada divertida de Heleth - Es tan fácil que casi me da lástima - y tras estas palabras, el hada recibió un golpe directo con un rayo de oscuridad que salió directamente del vórtice de oscuridad. Esta voló hasta las gradas, dejando solo rastro del humo en el camino. Tal vez el impacto la había devuelto a su lugar de origen. Por otra parte, Tenma aumentó la potencia de su rayo gracias a la sintonía que había alcanzado junto a Mirari, pero tarde o temprano, esta energía se veía desviada hacia el vórtice que empezaba a moverse cada vez con más velocidad mientras lo que antes era el corazón de Masaru se acercaba más. A pesar de los intentos, no pudieron romper la barrera que protegía a Heleth y a Masaru, por lo que llegó justo al centro del vórtice y este empezó a girar a toda velocidad y a brillar.

Las extrañas raíces que antes habían atravesado a algunos de los presentes aparecieron nuevamente en el cuerpo de Tenma. No es que hubieran volado hasta él otra vez, era como si nunca se hubieran ido. El joven gritaba tratando de soportarlo, pero seguía siendo un impacto directo. El brillo de sus ojos desapareció y el aura que recubría a este y a Mirari también se esfumó. La energía estaba fluyendo de esa raíz al vórtice. No sabían por qué tenían tal certeza, pero así era. Los dos colosos chillaron tan fuertemente que tuvieron que cubrir sus oídos por un momento para soportar la intensidad, pues dos de esas ramas atravesaban a Arjimae y a Quetkueni por el pecho, repitiendo el proceso con estos hasta que sus colosales figuras despidieron una intensa luz y su tamaño empezó a cambiar dramáticamente hasta volver a su tamaño humano. En el suelo, sufriendo, Koichi y Arjimae de vuelta en su forma humana, se quedaban sin energía poco a poco.

- ¡Así! ¡Así! - rió Heleth satisfecha mientras su atuendo se mezclaba con lo oscuro del vórtice. Luego no solo eran ellos, sino que a medida que el vórtice giraba más y más rápido, la energía de sus propios cuerpos estaba siendo absorbida y arremeter en su contra solo aceleraría el proceso de absorción. Era frustrante, debilitarse sin poder hacer nada. La sacerdotisa dragón fue atravesada por una de esas raíces mientras parecía decirle algo a Walker y ahora estaba de rodillas. El suelo empezó a temblar y a resquebrajarse. El estadio se podía desmoronar, pues un terrible terremoto empezaba a dañar su estabilidad. La Tierra parecía estarse quedando sin energía al igual que ustedes, y símbolo de eso era que la tierra se levantaba bajo sus pies, obligándolos a desplazarse y sentir su energía vital ser consumida más rápidamente. No cabía duda; si seguían así, todos podrían morir.

- ¿Por qué conformarme con matarlos si puedo usar su fuerza? ¡No pueden ganar! - y siguió riendo.