Partida Rol por web

Crythra miró a Walker, quien se acercaba a esta con desinterés y frialdad. Preparó su arma mientras este pasaba - Lo habla el protegido de la Sacerdotisa. ¿Acaso tienes prisa en agotar tu tiempo? Pues que así sea - y justo antes de que el chico cruzara al lado de ella y siguiera de largo, le lanzó un ataque que fue detenido a pocos centímetros de su cuerpo por una cadena oscura manejada por la guardiana.

- ¡¿Qué crees que haces?! - liberó Mariko el arma de Crythra lanzándola hacia atrás para que se quitara del camino -. La ilusión solo es el lugar - dijo la kitsune mirando a la einar que parecía conjurar algo.

- No por mucho tiempo - rió Shado mirando a Isabella mientras esta sujetaba su mano derecha. La pelirroja pudo ver cómo la marca desaparecía cuando la tocó y este rió, haciéndole una señal con el índice para que guardara silencio. Retiró la mano y de un salto se acercó a la otra einar.

La luz que parecía reunir aumentó y se expandió a gran velocidad - Muéstrame tu miedo - sus ojos brillaron mientras el cráneo que llevaba en sus manos empezaba a brillar al compás de la luz y para proteger sus ojos, los cubrieron con sus brazos. Pasados unos segundos, la luz se dispersó y el paisaje que tenían frente a ustedes era completamente distinto. Estaban los tres solos en aquel lugar que apestaba a muerte con la lluvia empapando sus cuerpos y sin poder ver a sus enemigos cerca. ¿Qué había sucedido?

Si aquel lugar se lo permitía, sus dos próximos ataques irían destinados a robar parte de la vida de su contrincante, y si la concentración no era la apropiada, esperaba alimentos darle con todas sus fuerzas. Le molestaban aquellas risitas sin sentido, aquel teatro no era una comedia, era una patética escena dramática.

El ser salvado antes de reaccionar para tratar de esquivar me cogió por sorpresa, tanto como sus palabras de "el protegido de la Diosa". La verdad era que no tenía ni idea. Lo mío era una serie de catastróficas desdichas y coincidencias. Incluso en aquel mismo momento no tenía ni idea de qué diantres estaba haciendo, sólo avanzaba como un muñeco intentando que todo pudiera seguir su curso normal.

Quise hablar, explicarle, decirle. Pero el lugar cambió a una especie de pesadilla que...

... parece que estemos en Tristán.

Dije, mirando alrededor. Entonces mis ojos buscaron directamente a Onírica.

¿Estás bien? ¿Este es el lugar de tu temor? ¿O...? -miré de reojo a la kitusne- ¿... tuyo?

Porque tenía algo claro. Este lugar no tenía que ver conmigo.

Tenía las alas fuera, fue cuando me percaté de mi cambio físico. Pero al intentar agitarlas para volar, para tener mejor perspectiva... fallé.

Si el lugar era una ilusión ¿por qué se molestaron en atacarnos físicamente en lugar de desgastarnos?

Preguntó.

Salvo por el bloqueo, no le veo mucho más sentido.

Intentaba analizar.

Ver que Hikari continuaba pidiendo que no pelearan le agradó un poco, pues tal y como ella no quería dejarse llevar por el combate; sin embargo, eso no debía impedir que bajara la guardia y así fue que logró esquivar parte del ataque aunque sí resintió aquello en sus brazos cuando logró cubrirse, pues se rasgó su tela de la blusa de manga larga que llevaba y se dejó ver pequeños hilos de sangre que mancharon el aire. Katherine gimió un poco de dolor, aún así intentó tomar distancia para invocar su arco.

De nuevo, el dolor y la falta de concentración hicieron que no pudiese llevarlo a cabo y su rostro, con una mezcla de dolor y un poco de frustración, se centró en su compañero peliazul al mismo tiempo que sujetaba esa rama improvisada y se dirigía de nuevo con la einar.

-¡Hikari! Si no haces algo vamos a caer-aunque sus ojos azules le veían con decisión, había un deje de miedo en ellos porque la inglesa sabía que no tenían buenas oportunidades y menos por desconocer a esta enemiga-. ¡Mike! Sé que ya peleaste contra él, pero no dependas únicamente de tu fuerza física. Usa tu ingenio, Yami es un enemigo que buscará cualquier hueco que dejes, no por nada fue uno de los titanes más poderosos bajo el servicio de la Reina Oscura. 

Quería invocar su arco y ser de más utilidad, pero por el momento debía aguantar hasta lograrlo... Además, parecía que no podrían influir en Storm con solo palabras; tendría que ser tal y como pasó con Calíope y los demás cuando pelearon contra ellos. Su pelea contra Zmiy fue complicada y eso que fueron dos vs uno; ella... No, no quería perder las esperanzas. 

La batalla ya había comenzado. No me quedaba mucho tiempo para razonar con ellos. Así que decidí concentrarme en la única que pareció reconocerme.

-Sí, soy yo, Hikari -le dije a la chica del cabello rosa- Tú me conoces, ¿Verdad? Por favor, intenta recordar. Puedo ayudarte a resistir la marca de obediencia. Pero si decides pelear, no me dejarás otra opción.

Negué con la cabeza, sin saber qué contestar. No había nada que me diera una pista de lo que estaba ocurriendo. No parecía un lugar peligroso y, sin embargo, podían atacarnos en cualquier momento. Preguntándome qué podía ser lo que nos estaba bloqueando nuestra magia seguí pensando en qué podíamos hacer. 

- Deberíamos buscar a los demás o inspeccionar los alrededores a ver si encontramos algo - dije echando a andar.

Fue entonces cuando un fuerte viento nos azotó. En cuanto Hook salió volando hacia Haruka y este lo atrapó, me acerqué hacia ellos para ver si se encontraban bien.

- Esto no pinta bien - apreté los labios pensando desesperada.

Sin nuestros poderes no podíamos enfrentarnos a ellos. Con fuerza, traté de encontrar mi magia, mi fuerza dentro de mi. Recordé la última vez que estuve tan desprotegida.

- Mi reina, si aún estás ahí, dime qué tengo que hacer.

Shado... Sólo él era capaz de hacer algo así. Pero para desgracia de la Einar en ese instante ella veía todo demasiado real. Giró sobre sus talones de manera lenta, observando el lugar en el que estaban. Destrucción y muerte. Retrocediendo sobre sus pasos, esta buscaba un rastro de vida. La lluvia había empezado a calar su ropa, la cuál se pegaba al cuerpo de la pelirroja, al igual que su pelo o sus gafas. Su rostro estaba marcado por el miedo.- Heleth... Ella ha hecho esto, lo hará con cada planeta, con cada pueblo.... Destruirá todo.-Los ojos de la Einar se llenaron de lágrimas ¿También pasaría eso con la tierra? ¿Con Sonoe?.- Hemos fracasado...

Con la mirada perdida en su propio dolor miraba cada rincón, pero cuanto más miraba más le dolía. Las palabras de sus compañeros no la alcanzaban en ese instante, estaba demasiado sumida en aquella falsa realidad que para ella era demasiado real.

Rió Titiritera cuando Mamoru la llamó “sucia”, mostrando su despreocupación ante el comentario del rubio. Por su parte, Ephorus rió cuando Mamoru se molestó por el comentario del travesti. Sin embargo, no tenían tiempo que perder.

Allen miró a Ephorus decidido. Sabía que no le quedaba mucho tiempo, por lo cual debía esforzarse al máximo para acabar ese combate. La definición de ese último encuentro sería el resultado final. Si bien el comandante se veía en buen estado, Allen no podía quedarse atrás. Era un combatiente a su nivel. El capitán gritó tras alzar su espada - ¡Lluvia de espadas! – pero Ephorus estaba preparado: su espada brilló de un intenso dorado para luego desplegar una esfera de luz que protegió al comandante del ataque. Sin embargo, eso no acabaría allí. Ephorus atacó igualmente a Allen con su arma, pero este bloqueó la espada del comandante con la propia. Estaban igualados, al menos en apariencia. Allen sonrió mientras su espada empezaba a brillar con intensidad. Ephorus notó que algo no iba bien, pero era muy tarde para evitarlo. De la espada de Allen salieron rayos color azul - ¡Tormenta! – y el cuerpo de Ephorus se vio calcinado por las fuertes corrientes. Trató de retirarse, pero su espada estaba pegada a la de aquel que alguna vez fue su amigo, por lo que tomó una decisión. No viviría después de eso, pero no lo dejaría impune. Tomando las últimas fuerzas que le quedaban, separó su espada y la clavó en el vientre de Allen. Lo empujó con tal fuerza que ambos fueron arrastrados por varios metros sobre el suelo. El choque de poderes generó una onda de polvo que se disipó cuando ambos terminaron el recorrido. La sangre de Allen fluía por el suelo, mientras este, moribundo, se arrastraba de vuelta al campo de batalla. Pero Ephorus… solo lanzó una última mirada a Mamoru, una sonrisa. Tal vez era un mensaje que el rubio podría interpretar. Cerró sus ojos cansado mientras sentían cómo su energía se esfumaba.

La batalla no terminaba allí. Titiritera y sus copias estaban moviéndose a gran velocidad mientras un enojado Mamoru aplastaba la cabeza del último sirviente sin siquiera sudar. Su mirada estaba buscando a esa Titiritera que fuera la real, pero no estaba seguro. Mientras tanto, el enorme muñeco de felpa que representaba a la titánide se acercó a darle un puñetazo a Mamoru con sus colosales extremidades. El rubio logró alzar una barrera de fuego que evitó el impacto, para luego lanzarle un puñetazo a alguna de las copias, resultando que pudo darle a una de ellas. Desapareció. Lo que Mamoru sintió fue el rebotar de su puño contra el peluche. Si no la había golpeado a ella, al menos al peluche. Lo cierto es que tendría que deshacerse del peluche primero.

Jaycee parecía aún rehusarse a pelear, por lo que todos sus golpes eran infructuosos. Se veía distraído, casi desinteresado de luchar. Paradox no pensaba lo mismo. Lanzó un golpe, tras otro, tras otro… El pelinegro fue lanzado hacia atrás por la enorme espada de la chica, dejándolo dolorido en el suelo. La pregunta era: ¿podrían ganar sin Ephorus?

Mike se sentía orgulloso de lo que había logrado. Incluso sin sus poderes de tierra, era un rival fuerte. Mas las palabras de Katherine hicieron que mirara desconcertado a la inglesa. Se rascó las sienes - Oye, ¿sí sabes que estás hablando conmigo? Digo, el ingenio no es lo mío - y se giró con una sonrisa confiada hacia Yami -. Por eso no lo dejaré encontrar huecos - y con el mismo ímpetu de antes, golpeó a los dos sirvientes, haciendo que uno de ellos se evaporara en una neblina de color negro -. Solo falta u- -, pero sus palabras fueron interrumpidas por el poderoso puñetazo que envío al rubio lejos. Yami se había movido a una velocidad tal que el rubio ni siquiera había podido intentar esquivar el golpe que este le dio en la cara. Voló por los aires unos cuatro o cinco metros a la derecha para rodar por el suelo hasta detenerse.

- No creas que será tan fácil - dijo Yami con su voz confiada y arrogante de siempre.

Aunque Hikari intentó razonar con Storm, la chica solo ladeó la cabeza mientras estiraba su mano otra vez. Su cabello se levantó reaccionando a la estática y poco después, un pulso electromagnético salió hacia el chico de cabello azul, haciendo que tanto su ropa como su cabello se levantaran. Los ataques de Storm eran tan terribles como siempre habían sido. Sin duda era ella. Y las palabras de Hikari, tal como la vez anterior, no tuvieron mayor efecto.

La einar se dispuso a atacar con sus enormes garras a Katherine, quien aún tenía dificultades con su arco, pero afortunadamente su velocidad de reacción no se había visto afectada. La andeliviana logró evitar el golpe para golpear con la vara que había dispuesto como su arma a la einar, quien se veía frustrada por estar siendo lastimada con semejante elemento tan simple. Ni siquiera podía considerársele un instrumento de batalla. Yami sonrió un momento mientras miraba algún punto en el cielo, pero no hizo ningún comentario al respecto.

Mientras ella veía que sus esquivas rendían frutos y podía ser de ayuda aunque fuese con una vara de madera, Katherine quería mantenerse optimista de que podrían llegar a una resolución siempre y cuando estuviesen unidos a pesar de las adversidades. Se aferraba a una esperanza que tal vez alimentaba su combate, aunque cuando ella salió airosa en este intercambio, vio cómo Mike y Hikari recibieron los ataques y se detuvo por unos momentos observando lo sucedido.

-Schmella-llamó, esperando que la mariposa escuchara mientras se mantuviera escondida-. Sé que me dijiste que te será complicado tener una botella de recuperación... pero por favor, si puedes tener una para ayudar...

La inglesa mantenía su mirada serena mientras observaba con atención a su contrincante y a los demás. Si invocaba su arco podría ayudar con más ataques a distancia en incluso con adversarios a la vez tal y como lo hizo antes; sin embargo, su arma negaba a materializarse ya sea por la influencia externa del poder del árbol o su incapacidad de concentración. Sea como fuere, eso no impediría que continuase luchando, tenía un objetivo claro y era proteger a sus amigos, a su familia. Sujetó la vara con fuerza, aquella arma improvisada que tanto le había ayudado y comenzó a hablar con sus compañeros.

-¡Mike! ¡Hikari! Resistan, aún se puede...

Súbitamente, Katherine se interrumpió mientras sus labios se quedaban entreabiertos y sus ojos azules comenzaban a temblar y perdían el enorme brillo que siempre había en ellos; la compasión y su preocupación en su semblante empezaron a sustituirse por una desolación abrumadora y un dolor que nacía desde sus entrañas y la inundaba en su interior, como si su alma empezara a formar grietas que se expandían para paralizarla en medio del combate.

-No...-bien se lo dijo Notah alguna vez: ella era un faro en medio de la oscuridad, pero esas sombras comenzaron a engullirla para ocultar tras sus garras el brillo que aún luchaba por mantenerse-. ... No, no... no...-la vara que sostenía cayó al suelo, al igual que ella de rodillas completamente derrotada y temblando.

Su mente recreó los recuerdos de su vida pasada y la actual, entremezclando la imagen de Ephorus y de Edward regañándola y apoyándola, ya sea por palabras y abrazos. Su quijada comenzó a dolerle, apretando su mandíbula mientras lágrimas desesperadas humedecían su cara y caían sobre aquél pasto vibrante de color que contrastaba en su calma por la tormenta lastimera que desbordaba la andeliviana.

-Hermano...-masculló olvidándose de su pelea, de su misión. En cuanto dejó de sentir a la persona que más amaba, su respiración se cortó y sus ojos adoptaron una postura vacía y triste. En ese momento supo que la soledad era mucho más amarga de lo que recordaba... y de nuevo... no había podido hacer nada para evitarlo-. ¡Hermano! ¡No! ¡No! ¿¿Por qué?? ¿¿POR QUÉ??

Y así, su voz quebrada reclamó al aire el cruel destino de su hermano mayor, volviéndose realidad su peor temor. 

La pelea para Mamoru, en términos generales, no estaba siendo mala, hasta el punto en el que él mismo se estaba sorprendiendo de cómo estaba yendo todo. A pesar de las sucias artimañas de Titiritera, estaba haciéndole frente sin mayores dificultades, aunque estaba claro que no sería así por siempre, por mucho que lograse bloquear sus ataques, acabar con sus copias y luego con ella. Objetivamente, esto último era sencillamente imposible de lograr antes de que cayese presa del agotamiento. 

No estaba muy seguro, pero creía haber golpeado el peluche de Titiritera por entre la copia que había hecho desaparecer. Solo pudo chasquear la lengua al ver que sus esfuerzos estaban siendo infructíferos. Por primera vez, la fuerza bruta no lo era todo, a menos de que tuviese una fuerza muy bruta... cosa que no tenía. Si bien era fuerte, no era tan fuerte como Ephorus como para causar daños masivos. Y sin poder activar sus llamas a placer en esos momentos, no podía hacer más que confiar en su puño. Pero ya se estaba cansando. Por el pálido rostro del rubio bajaban las gotas de sudor.

Mientras se alejaba un poco para tomar un respiro, vio cómo las numerosas copias creada por Titiritera iban de un lado a otro. ¿No había una mejor forma de saber cuál era la verdadera? Es más, ¿no tenía alguna especie de punto débil? Esa lucha lo estaba agotando. Se llevó una mano a la frente.

Dando un rápido vistazo hacia atrás, vio que el panorama no era alentador. Paradox barría con un Jaycee que no parecía querer siquiera luchar, y Ephorus...

―Espera...

Mamoru se detuvo en el momento justo para ver cómo el cuerpo de Edward era calcinado mientras parecía estar en alguna especie de forcejeo con Allen. Todo lo demás sucedió tan rápido que apenas tuvo Mamoru tiempo para procesarlo.

―No, no...

Al ver el polvo disipado, a Allen en ese estado, la sangre, y la mirada de Ephorus...

―¿No ibas a callarme la boca?

Antes de darse cuenta, sin realmente tener en cuenta de si Titiritera lo atacaría o no, Mamoru se halló corriendo a una velocidad sorprendente hacia Allen. Sus puños estaban apretados con fuerza, y en su rostro podía notarse la profunda ira que estaba sintiendo en esos momentos. Le arrancaré el cuello con mis propias manos.

Jaycee querría luchar, pero su propio espíritu protector no se lo permitía, notaba que le costaba concentrar su poder, quizás porque atacar fríamente no estaba en las enseñanzas de los guardianes, pero entonces vio caer a Ephorus... No podía creerlo, aunque a la vez pensaba algo como "pronto estaré contigo para que me golpees por no querer matar a nadie"... Le sonaba raro decirlo así, pero era la realidad, frenar a unos y salvar a otros no era ni más ni menos que matar por evitar otras muertes.

Ser Guardian dragón tenía como objetivo evitar guerras, evitar muertes, pero había fracasado en todo. Aunque se fijó en que tanto Edward como Mamoru también tenían problemas con sus habilidades, ¿Sería un problema genérico? El había pensado que era su conciencia la que no le permitía actuar ¿Se equivocaba? Un fracaso más para su lista cada vez más interminable.

- está vez me matarás tú... En el frío y vacío mundo que consigáis ¿Tendrás sitio para hacer tu propio parque?

Storm angel decidió atacarme. Su primer ataque falló, pero la segunda vez no tuve tanta suerte. Intenté contraatacar, pero la extraña naturaleza de aquel lugar, sumado al hecho de que había escuchado el nombre de Lety en el templo sagrado, rompieron mi concentración.

-Eso intento -respondí a Animae, pero al parecer, ella también estaba teniendo dificultades para luchar en aquel lugar.

-Maldición, no puedo perder el tiempo aquí. Tengo que terminar este combate rápido para poder ir donde está Lety.

Mariko miró a Walker levemente confundida por como nombró el lugar, pero no dijo nada. Sin embargo, prestó atención a lo segundo que dijo el dragón – Es costumbre de los malos jugar con las mentes de sus contrincantes. Después de todo, así se ahorran el desgastarse ellos. Es posible que lo que veamos no sea real, pero se sentirá real. Y mi apuesta es a que estamos encerrados en una dimensión aparte. Si no encontramos la forma de salir, estaremos en problemas -.

El viento aumentaba su intensidad con cada segundo que pasaba. Parecía que los cubría en su propio remolino personal mientras lo que se levantaba era un torbellino de agua. Giraba tan rápido que les dificultaba ver más allá y luego… Brilló con intensidad para luego todo ponerse negro. Estaban solos, tal vez cada uno perdido en un lugar aparte.

La sensación era extraña, era como estar en el mismo lugar, pero con una energía demasiado familiar, un lugar oscuro que alguna vez llamaste hogar… El lugar donde la Reina oscura habitaba. Parpadeaste una segunda vez y viste su trono frente a ti. Una vez más y la figura de la reina, esplendorosa como la recordabas, estaba sentada frente a ti, mirándote con una sonrisa y esos profundos ojos carmesí tan penetrantes como la más filosa de las espadas. Sacudió sus enormes alas negras que pasaban los tres metros de envergadura y se relamió los labios sin perder contacto visual contigo.

La sensación era extraña, era como estar en el mismo lugar, pero con una energía demasiado familiar, un lugar lleno de vida cuyo centro era un árbol… El lugar donde habías conocido a Shado y a Alioth. El lugar al que llamabas hogar… De alguna manera sabías que era Sonoe, pero se veía destruido, marchito…

Umhti yacía en llamas mientras una figura familiar estaba parado encima de este. No tenías que acercarte demasiado para saber de quién se trataba. Sin duda era Shado, quien contemplaba su obra con alegría. Miraba el árbol con gozoso y a todo el planeta arder en un solo impulso.

¡No!

Dije, estirando la mano, tratando de retener a mis amigas. Pero no sirvió de nada.

El entorno cambió, también la compañía. Era mi hogar. Era Su trono. Era Ella mirándome, atravesándome. Imponente, impetuosa, como no podía ser de otro modo. Como si fuera una luz, caminé hacia ella, con mis ojos fijos en aquellos rojos labios, bajo la guardia de sus enormes alas.

Mientras avanzaba, recordé que había discutido con mi amiga en la cafetería. Ella rechazaba mi parte de Walker. Seguí avanzando hacia mi Reina.

Mientras avanzaba, recordé a Mariko avisándome de la habilidad de los malos para jugar con nuestras mentes y, pese a todo, seguí avanzando hacia mi Reina.

Casi llegando, recordé la risa de una bebé. Sonreí.

Cuando uno jura, lo hace a cualquier precio. Cuando uno ama, lo hace para siempre.

Levanté la mirada hacia aquella figura seductora. Con el índice golpeé el pendiente que otrora me regaló.

Ni siquiera a esta distancia vibra. Tus engaños nublan mi mente, más no mi corazón.

Para eso me basto yo solo.

Batí las alas, dispuesto a romper aquella ilusión.

Mostrad mi amor. Alzad el vuelo, mariposas negras.

Las mismas obedecían mis órdenes, apareciendo desde mi propia energía, y abalanzándose sobre el falso reflejo de la custodia de mis sentimientos y también mi asesina.

Las dos presencias llegaron allí como si se trataran del huracán mismo, abriéndose paso entre la vida del lugar y dejando un rastro de naturaleza marchita por donde pasaban. Hook se veía un poco asustado mientras Haruka lo protegía con sus brazos. Dos esferas enormes de alquitrán cayeron frente a los dos mientras la tormenta explotaba arrojándolos hacia atrás.

Los vientos se calmaron de nuevo y todo parecía volver a la calma, claro que las dos esferas de alquitrán estaban levantándose del suelo tomando una forma humanoide desconocida. Tal vez era bueno no tener que luchar con amigos, pero ¿sería la batalla más sencilla por eso? Dos einar de miradas fieras y energía oscura estaban frente a los dos listos para atacarlos.

Hook intervino - Ambos tienen la marca de obediencia - la misma que había invadido el cuerpo de Haruka antes.

Allen se veía lento, cansado, pero no por eso quería decir que se daría por vencido. De hecho, era lo contrario. Su juramento y su honor como caballero lo llevaban a luchar hasta su último aliento. Sin importar lo que le esperaba, lucharía hasta que su cuerpo estuviera destrozado. Mamoru, presa de la ira e ignorando a su contrincante inmediata, se fue alcanzando una velocidad casi inhumana hasta el capitán para pegarle, mas este, haciendo acopio de sus últimas fuerzas, evitó el ataque con su espada. El rubio rugía clamando venganza, pero sus feroces puños no lograron penetrar la defensa de Allen, quien lo rechazó agitando su espada para repelerlo. Titiritera, astuta como siempre había sido, trató de aprovechar la oportunidad para darle un puñetazo con las enormes manos del muñeco al rubio, pero a la vez que fue repelido por Allen, logró evitar el golpe de esta. Si bien Mamoru parecía listo para arrojarse una vez más a Allen, hubo alguien que se le adelantó.

De la nada, un rayo dorado apareció corriendo tan rápido que sus formas se confundían, aterrizando desde el cielo con toda la fuerza en la cabeza del capitán, dejando un sonido bastante desagradable a su paso. El cráneo de Allen había sido destrozado con un único puñetazo mientras su cuerpo soltaba espasmos en búsqueda de los últimos resquicios de vida, pero quedando inmóvil poco después. Tal fue el golpe que una nube de humo se levantó y cuando se disipó... lo que vieron fue a alguien que conocían, e incluso habían visto momentos antes de entrar a la cueva: no era otra que Calíope, la guerrera mágica de Andelivian que se conoció como la más hermosa, y en esta vida como la novia de Ephorus. Su usual expresión gentil ahora se veía reemplazada por una de profundo odio, además de la sangre que bañaba su rostro y su puño derecho... Detalles que la hacían lucir menos como la Calíope que recordaban. Había algo diferente en su mirada y en su aura: una extraña energía oscura se entremezclaba con su usual presencia, y sus ojos... se habían teñido de un inusual dorado.

Miró a quienes allí luchaban mientras todos mostraban curiosidad por la recién llegada, quien había acabado con un rival que había matado al mismo Ephorus con un solo golpe.

La pausa inconscientemente pactada llegó a su fin y la pelea continuó. Mamoru aprovechó para volver a atacar a Titiritera, pero falló una vez más, golpeando solo a una sombra que se desintegró. Por otra parte, Jaycee seguía intentando atacar a Paradox como mejor podía, aunque su poder parecía rehusarse a responder a sus órdenes. ¿En verdad eran tantas sus ansias de no luchar? La pelirroja golpeó a Jaycee aún divertida, asemejando a un gato que se deleita con su presa, pero al momento de dar el segundo golpe... Se detuvo ante las palabras del pelinegro - ¿Parque? - solo bastó un segundo de duda. Eso fue todo lo que se necesitó para que Calíope golpeara con la misma fuerza devastadora a Paradox y la enterrara contra el suelo. La ex-titánide tosía mientras Calíope se giró hacia Jaycee, mas sin hablarle a él.

- La única que puede matarlo soy yo - y se concentró en seguir su lucha contra Paradox. La pelirroja no tardó en ponerse de pie y atacar de nuevo a su nueva rival, aunque esta esquivó el primero golpe con facilidad, aunque no tuvo tanta suerte con el segundo, haciéndola volar lejor. Paradox reía mientras se arrojaba hacia la rubia de nuevo. Al parecer había encontrado otro juguete y Jaycee podría replantear su estrategia.

De la nada, unas enormes raíces surgieron debajo de la tierra y empezaron a envolver el cadáver del comandante, consumiéndolo en el proceso. Los restos de Ephorus desaparecieron de aquel lugar en cuestión de segundos.