Partida Rol por web

Amarth se inclinó un poco sobre el caballo y le susurró algo imperceptible al oido, luego montura y jinete comenzaron a cabalgar hasta alcanzar a Aboldir y colocandose justo detras de él, su caballo iba pisando justo donde lo hacia el de su predecesor, Debemos estar preparados, no seria bueno, ser un blanco facil ni caer en emboscadas...creo que esos orcos buscan algo.

Jabien no tenía experiencia en este tipo de partidas, así que decidió dejar hacer a los que realmente dominaban el tema. Sin embargo si tenía bastantes tablas en el trato social, y sabía que si había problemas era muy importante confiar los unos en los otros. Cuantas veces había cantado tragedias de historias que fracasaron por traiciones y rencores.

El bardo se dirigió hacia la parte de atrás de la compañía y decidió hablar con los medianos:

- No tengáis en cuenta las palabras de Adrahil y Aboldir, son hombres de acción y en realidad se están preocupando por nosotros ,... pero lo que no saben es que podemos cuidarnos muy bien y que quizá tengamos que cuidarlos a ellos, ... - sonrío con complicidad a los hobbits.

- No, no me malinterpreteis. Sólo digo que cuantos menos seamos menos llamaremos la atención y más rápido iremos...La idea es una partida de reconocimiento, no una batalla...la idea es no enfrentarnos al enemigo, si no ver sus posiciones, número e intenciones...y por supuesto la idea es salir ya, antes de que se ponga el sol y sean esas oscuras criaturas las que tengan ventaja sobre nosotros.

Dice Aboldir sin girarse, empezando a cabrearse en su fuero interno aunque no lo deja ver.

- Por eso no entiendo y, personalmente, desapruebo que nos acompañeis...e incluiría a los enanos...vuestras monturas son lentas, están mal cuidadas y alguno incluso no tiene. Eso nos haría ir más lentos. Si nos superan en número, a nuestro grupo, digo, necesitaremos la ayuda de la guardia de la ciudad...pero si consiguen atraparnos por culpa de que alguien se caiga de su caballo compartido, o que uno de estos famélicos caballos que nos han dejado se canse en el momento menos propicio la partida de reconocimiento tendrá problemas y lo que descubramos sobre el número, disposición y, si a Narmo tanto le interesa, INTENCIÓN de las tropas enemigas no lo podremos trasmitir a la guardia de este pueblo porque estaremos muertos. Por supuesto que es por la protección de los más débiles  del grupo, pero sobre todo es por el bien de la misión.

Oigo las palabras de Aboldir mientras hablo con los hobbits y comento a mis 2 pequeños interlocutores:

- El razonamiento de Aboldir parece coherente, pero si alguien se debe acercar a husmear en los alrededores sería mejor que fuese alguien pequeño y silencioso y no un caballero con armadura.

—Sus caballos son los más rápidos Jabien. Pueden estar a millas de distancia antes de que un torpe orco se de cuenta de que ha oído un ruido. De todas formas yo iré precediendo al grupo, y Narmo si lo desea, preparando su terreno y advirtiendo de posibles peligros.

Me giré hacia el grupo sin intención de convencerles. Las palabras de Aboldir me habían parecido muy sensatas.

—Este grupo debería de ser un grupo de exploración pero me temo que lo será de asalto. Espero que el asalto no sea en nuestra contra.

-Bueno, puez vale. Yo me quedo -termina concluyendo Gregori no muy convencido-.

Narmo contestó al Eorlingas una vez más -Cuando salimos de Bree la mayor parte del grupo se mostró a favor de encontrarnos de frente con el destacamento orco, así que no veo el porque gente cómo los enanos tienen que quedarse aquí...Cómo tú, yo creo que lo mejor sería encontrar un rastro y después mandar una avanzadilla para evaluar  fuerza y número, pero siempre con la fuerza de aslalto cerca, no en la posada de este pueblo esperando un ataque que no llegará. Además no creo que podamos infravalorar a ninguno de los presentes y decidir su destino...- sentenció el elfo.

A Rotengon la chachara que estaba produciendose le daba igual , para él salir del pueblo o quedarse eran opciones validas . No pensaba combatir en primera linea , pero desde luego de acercarse en silencio y escondido ninguno de los presentes sabia mas que él .

El hecho que ciertos compañeros quisiesen dejar atras al resto le llevaba a pensar dos cosas , o eran unos héroes idiotas que solo buscaban mas protagonismo en las canciones de los bardos o querian quedarse parte del botin de los orcos , con lo cual eran tan ladrones como él . Rotengon sopeso las posibilidades mientras cabalgaba y decidio que eran de los de la primera opción . La peor ya que podian llevarlos de cabeza al meollo , pero al menos no tendria que preocuparse por sus bolsillos . Este ultimo pensamiento le dibujo una sonrisa en la cara que no intento disimular .

A Tosur se le empieza a abrir la boca de sueño y aburrimiento... Acción y mas acción, blandir su hacha y destrozar cabezas es en lo unico  en lo que piensa... Poco tiene que decir en esta discusión, pero algo tiene muy claro...

- Yo no seré quien se quede detrás de estos endebles muros esperando la amenaza orca, si antes podemos acabar con ella!! Debemos ir todos y aniquilarlos!!! dice mirando al final a su primo, esperando tambien su participación...

y Narmo dijo  "... Además no creo que podamos infravalorar a ninguno de los presentes y decidir su destino..." y el destino de todos quedó sellado.

Jabien sacó papel y pluma y se puso a escribir, esto prometía. Al final el callado elfo se había revelado como un personaje de caracter.

Aboldir suspira, harto ya de la discusión que está retrasando la marcha(O quizá sea el master que no actualiza sacandonos a todos de una puta vez del pueblo)

- Desearía que se me escuchara...y no que se escuchara palabras tergiversadas por la percepción personal y el orgullo. Yo no infravaloro a nadie. Sólo expongo el caracter discreto de la misión y la necesidad de velocidad que requiere...pero, el destino de cada uno es el que esa persona decida o el Sino mismo le imponga. Narmo, si crees que nuestro grupo es capaz de vencer a una escuadra de Orcos sin saber su número y sin ayuda de la guardia de la ciudad admiro tu optimismo, pesimista de mi prefería ir con cautela, comprobar las fuerzas a las que nos enfrentamos y una vez hecho el análisis proceder como conviniese...Pero, si he ofendido a alguien ruego se me disculpe.

El orgulloso jinete inclina ligeramente la cabeza.

- Ahora, si no os importa salgamos raudos, antes de que la noche caiga. Que no me cansaré de decir que la oscuridad juega en nuestra contra y es una aliada fiel de nuestros enemigos.

Dejáis el pueblo, que continúa pertrechandose contra la guerra, con poco aplomo por lo que podéis ver en sus caras, y mucho miedo. William de Archet se despide de vosotros prometiendoos riquezas, manjares y hasta mujeres, si conseguís librarlos de la amenaza orca. La discusión entre los miembros de la compañía se extiende durante largos kilómetros ya fuera de la aldea, pero pronto los ánimos se calman, y tomáis la determinación de ir en el siguiente orden:

En primer lugar van Narmo Adrahil y los dos rohirrim, aunque el caballo del Dunedain es lento como una tortuga coja, creéis que es bueno que los montaraces estén juntos para que nada escape a sus ojos. Los rohirrim con sus veloces monturas los escoltan a cierta distancia y algo más retrasados avanza el grupo de cola.

Entráis en el bosque de Chetwood, donde el tal William os dijo que se vieron a los orcos, por última y por primera vez, pues la única noticia que os han dado con claridad, alejada del miedo, es que los orcos han atacado dos granja en los límites del bosque. Solo hubo un superviviente de una de las granjas, quien cuenta que pudo huir pues los vio llegar cuando él se encontraba cogiendo almendras sobre un árbol. El número de orcos varía según quién cuente la historia, y si la primera vez escuchasteis que fueron treinta orcos, que os lo dijo el senescal de Bree, este superviviente del ataque a la granja dice que son al menos cien, o más. Aunque dais poca credibilidad al personajillo, que, además de haber vivido una experiencia terrible, no parece muy inteligente, ni valiente, ni nada, en realidad. Cuando el granjero llegó a Archet comenzaron los preparativos, la histeria, y nadie fue a comprobar el estado de las granjas.

Sin saber muy bien a donde dirigiros, pensáis que un buen punto de partida son las granjas, así que ponéis rumbo a una de ellas, y cuando los montaraces verifican que no hay peligro, los rohirrim retroceden para hacer señas al resto y que se acerquen.

El espectáculo es sórdido, veis que todos los ánimales de la granja han sido robados, y todavía hay algunos restos poco apurados, que no dejan lugar a dudas de haber sido devorados por orcos.

Adrahil, Narmo y Gregori se afanan en dilucidar lo ocurrido en el lugar, y los tres coinciden en que el número de orcos no es mayor de treinta, al menos los que han estado aquí. Las huellas vienen del sur, y salen hacia el este, introduciendose en el bosque de Chetwood.

El resto entra en la vivienda, donde se encuentran un espectáculo aún más deleznable. La casa, totalmente saqueada, con los muebles por el suelo en un alarde de destrucción, y entre los escombros se ven los cuerpos destrozados a golpes de un hombre mayor, una mujer de mediana edad y dos muchachos jóvenes, y agarrando a uno de ellos veis a una mujer anciana, que al veros entrar os mira, con una expresión rayante en la locura, os mira como si fuerais el mismo Sauron.

Su cara no desprende miedo, sino angustia y desesperación, agarra al muchacho con fuerza, y parece que lleva en esa posición mucho tiempo. Se le ve débil, pero no parece haber sufrido daños. Os acercáis a ella, que no hace ademán de moverse, como si esperara la muerte, e incluso se alegrara de que llegara al fin a su encuentro.

Tardáis unos minutos en hacer que tomen consciencia de la situación, y hacerle ver que no sois enemigos, pero parece que la mujer tiene la cabeza perdida, víctima de continuos ataques de ansiedad que han dejado su cerebro trillado como su campo.

Al fin parece reaccionar, con palabras vagas, y os cuenta:

-Esas bestias llegaron, y lo arrasaron todo. Yo estaba en el sótano, limpiando, y los oí, pero no tuve valor, no tuve valor de salir, pues había mucho ruido, y mataron a los niños, a mis niños...

Dice entre sollozos. Tratáis de preguntarle cosas, pero parece que hable más para sí que para ella, hasta que al final os dice:

-Preguntaron cosas a mi marido, cosas sobre las aldeas, sobre Bree, Archet, Combe, y... y luego sobre un lugar llamado Rivendel. Golpearon a Alfred cada vez que les decía que no sabía que era Rivendel, y ellos querían saber como de llegaba, al final... los mataron a todos, a todos, y yo no tuve valor...

La mujer rompe en llanto, pero un llanto sordo, más para ella que para vosotros, y queda abrazada al que parece su nieto, con sus pensamientos en otro lugar, quizás muy lejano.

Debemos partir raudos y dejar a esta mujer con su dolor....lo unico que podriamos hacer es dar justa sepultura a esta gente, pero no creo que quiera dejarnos esta anciana mujer. Las noticias son alarmantes parece que se estan aprovisionando y que quieren dar informes sobre Rivendel, quizas quieran lanzar un ataque...no son buenas noticias, es mas son muy preocupantes, ya sabemos el numero aproximado, y los posibles puntos de accion, sus preguntas les delatan...

Tosur de acerca a la pobre señora y le ofrece la mano para que se levante cuidadosamente. Acto seguido comenta...

- No soy un gran simpatizante de los orejas picudas, dice mirando a Narmo, pero si bien tengo entendido, Elrond gobierna en Rivendel, y dudo que una miserable compañia de treinta estupidos orcos sean capaces de irrumpir en la casa del señor Elfo... a no ser.... que se estén equivocando en el numero de esas bestias... o que esté acompañados por eso gigantes trolls de Mordor... en ese caso... esto se pondría muy interesante,

dice con un sonrisa de oreja a oreja....

- Treinta orcos son muy pocos como para suponer un problema para cualquier pueblo con guardia o milicia por descontado no son más que un entretenimiento,nunca llegarían a ser una amenaza, para los eternos elfos...Parecen ser una avanzadilla...puede que sean exploradores que quieren averiguar donde está Rivendell para luego comunicárselo al grueso del ejército.

-Ehhh... señoa, estem... aquí tiene -dice el pequeño hobbit pasándole su bolsa de dinero- igual le zidve pa no modidce de ambe en edto díaz. Hay unaz cieto cuadenta o azí. No he mucho... peo bueno.

Y como la señora zumbada posiblemente ya ni pueda ver el dinero, pues Gregori se lo mete a ella en un bolsillo, para cuando le venga el hambre y se acuerde.