Partida Rol por web

Cuando me extrajo la sangre trate de morderlo sin éxito a causa del collar metálico que me apresa la cabeza. Resignado a ser un simple pelele de sus juegos y aquelarres empiezo a temer que el desquiciado nos saque el corazón con un cuchillo ceremonial al estilo azteca.

-¿Ninguno sabe cómo hacerle parar? Nos va a matar con esta mierda como a saber con cuantos lo ha intentado ya antes-

Al ver en símbolo recuerdo las palabras de Octavio explicando cómo el mismo ritual ya se intentó completar en anterioridad. Octavio, tal vez él sea nuestra unica esperanza ahora mismo.

-Un hombre con las manos alzadas rodeado de 5 hombres más. Y nosotros somos cuatro, ¿No se supone que nos necesita a los cinco?-

Alexander no duda en poner toda la fuerza necesaria para intentar romper sus agarres... debían intentar salir de allí cuanto antes, puesto que no les quedaba mucho tiempo. Así que él hace lo mismo que Nkrumsh, esperando tener éxito. 

Sentía la potencia de la sangre brotando por mi cuerpo. Me notaba incluso hambriento y extremadamente poderoso.

"Venga Roberto, ha llegado tu hora"

Cuando vi que el tremere empezaba a dibujar símbolos en el suelo no me entretuve. Había que eliminarlo lo más rápido posible. Alargué mis dos manos hacia él con los dedos extendidos y murmuré el hechizo

- machen sie ihren körper eine quelle des todes

Mis susurros se llenaron con un poderoso eco al tiempo que llamaba la sangre de mi enemigo

Anubis todavía tenía esperanza en que Octavio viniese a salvarles. Le había dicho que no necesitaba su ayuda, y aún cabía la posibilidad de que él viniese y lograse aniquilar a Roberto de una vez por todas. Aunque, la cosa no pintaba nada bien y el símbolo en el suelo no le hacía ninguna gracia.

No pudo hacer nada, si Nkrumsh era incapaz de deshacerse de aquellos grilletes, él menos lo iba a conseguir. Tan solo nos quedaba confiar en Octavio, él los rescató una vez, ¿podría volver a hacerlo?

Nkrumsh y Alexander intentan de nuevo romper los agarres y esta vez parece que consiguen desprenderlos un poco, pero no lo suficiente. Roberto vuelve a aparecer ante vosotros y se pone en el centro de aquella imagen que había dibujado. En una mano llevaba una copa con sangre y en la otra un artefacto blanco y puntiagudo. Cerró los ojos y alzó los brazos.

Empezó a emitir un siseo que parecía una especie de ritual. En un momento, se detuvo. Se llevó el artefacto a la frente y, ejerciendo mucha presión, consiguió hacerse una brecha. Después, derramó toda la copa sobre ella, quedando cubierto de sangre.

Todo quedó en silencio. Ninguno sabíais lo que había pasado, pero, tras unos segundos, notasteis algo que procedía de Roberto. Abrió los ojos. Estaban blancos. Una sonrisa maligna inundó su cara.

Sin saber muy bien como, los agarres de metal os sueltan, quedando libres por fin.

Te concentras y empiezas a absorber sangre de Roberto. Ves como Nkrumsh y Alexander intentan de nuevo romper los agarres y esta vez parece que consiguen desprenderlos un poco, pero no lo suficiente. Roberto aparece y se pone en el centro de aquella imagen que había dibujado. En una mano llevaba una copa con sangre y en la otra un artefacto blanco y puntiagudo. Cerró los ojos y alzó los brazos.

Empezó a emitir un siseo que parecía una especie de ritual. En un momento, se detuvo. Se llevó el artefacto a la frente y, ejerciendo mucha presión, consiguió hacerse una brecha. Después, derramó toda la copa sobre ella, quedando cubierto de sangre.

Todo quedó en silencio. No sabías que había pasado, pero, tras unos segundos, notaste algo que procedía de Roberto. Abrió los ojos. Estaban blancos. Una sonrisa maligna inundó su cara.

Tus compañeros se vieron liberados de sus ataduras. El tecleo de Elena ya había hecho su efecto.

- Sabes...

empiezo a hablar con los brazos abiertos mientras entro tranquilamente y con paso firme a la sala

- Tus patéticos intentos no hazen más que fracasar

me dirigía a Roberto con un tono teatral

- Me avergüenzas a mi y avergüenzas a tu clan con tu ineptitud y tus delirios de converrtirrte en Caín.

Mi ceño se frunció y mi expresión  se torno oscuramente seria

- He venido a cobrrar una deuda que tienes conmigo. Una deuda de sangre.

Entonces sin mayor dilación me lanzo a la carrera al tiempo que mis manos buscan una de las estacas de madera en los bolsillos de mi chaqueta

Alexander finalmente logro liberarse de sus ataduras... sin embargo, la situación era realmente complicada. Sea lo que fuera lo que fuera que había hecho Roberto, su ritual había tenido éxito, o eso parecía. La cuestión era, ¿eran capaces de hacer frente a esa cosa? justo cuando pensaba eso entro Zimbardo en escena. 

¿Pero que cojones?- piensa Alexander tras ver como este se abalanza sobre él. Claro que eso podía ser una ventaja para ellos. Mira a sus compañeros y les sonríe- ¿vamos al combate?

Todo aquel extraño ritual era nuevo para mi. Jamás había visto nada de aquello ni estudiado nada relacionado con todo eso, pero no me quedó más remedio que contemplar la escena. Cuando la sangre fue esparcida por todo el cuerpo no pude evitar apartar la mirada. Cuando la devolví, mi rostro mostró una gran sorpresa. Pensaba que Zimbardo les había abandonado y lo único que había hecho era escaparse de allí.

Ahora entendía aquel incendio del castillo, seguro que él tenía algo que ver en todo eso.

Después escuchó a Alexander preguntar, Nkrumsh y tú ayudad a Cristoph, parece que él ha venido a ayudarnos, así que echadle una mano. Tú y yo dijo refiriéndose a Salvatore creo que ha llegado el momento de buscar a Octavio, estaba en la entrada del Castillo, si todavía sigue alli podemos pedirle ayuda. Cuantos más seamos mejor, entretenedle vosotros.

¡Tened cuidado!

Dijo Anubis dispuesto a huir de aquella sala.

Alexander asiente. Le daba lo mismo que fuesen a por Octavio o no. Él ahora solo quería machacar a Roberto. Sin mas dilación se dirigió en pos de él: activando sus habilidades para el combate

No hace falta que lo digáis muy alto, aquí esta Octavio para el combate dijo desenvainando su arma y andando hacia el centro de la sala. Tras él, la mujer contra la que estaba luchando apareció.

No es el único dijo la mujer, que también sacó su propia espada. Es hora de terminar con todo esto.

El eco de una explosión retumbó en la sala. Roberto os miró a todos y empezó a reir.

No lo entendéis dijo. Pero algo había diferente. Dos voces parecían salir de su garganta. La voz que conocíais de Roberto y otra voz más profunda, más penetrante y más intimidadoria.

Ha funcionado. Caín está conmigo. Venid a mí para que pueda saciar mi sangre dijo mientras abría los brazos con provocación.

Sea lo que sea que Roberto ha hecho, no podemos dejar que escape con vida de aquí. Sin embargo, en nuestro combate anterior ya demostró su poder, así que nuestra única oportunidad reside en atacarle todos a la vez.

Con las manos desnudas no voy a ser de mucha ayuda en un combate, así que paseo la vista por la habitación buscando cualquier cosa que pueda utilizar como arma

En cuanto me libero no me queda tiempo para atender a mi buena o mala suerte. Zimbardo, nuestro compañero desaparecido aparece amenazando directamente a Roberto al tiempo que Octavio y Elena vuelven a encontrarse cara a cara sorprendiéndome de que ninguno de ellos haya logrado deshacerse del otro con las veces que se han enfrentado hasta ahora.

Aprovechando de nuevo mi libertad trato de arremeter contra Roberto una vez más antes de que llegue a utilizar sus poderes con cualquiera de nosotros pero justo antes de alcanzarle noto algo extraño que consigue sembrar la duda de mis escasos conocimientos sobre lo oscuro de este mundo. No parece normal, ¿Se ha drogado con alguna substancia mientras estaba fuera? en cualquier caso es demasiado poderoso, demasiado loco y me tiene demasiado cabreado como para que salga vivo de esta casa.

Anubis se alegró al ver a Octavio, pero lo que no llegó a entender bien es si aquella mujer estaba de su lado o si directamente tanto Octavio como ella les habían traicionado también.

De todas maneras sacó su lengua para que, al menos, sirviera de amenaza a sus contrincantes y después buscó entre sus bolsillos por si aún tuviera las estacas y la pistola dispuesta.

De tener una estaca se la daría a su compañero Salvatore, él parecía desarmado y así podría tener una oportunidad.

Tenía que ser preciso, mi estaca salida directamente del bolsillo interior de mi chaqueta ahora apuntaba desde mi puño apretado el corazón de Lebronch. Era ahora o nunca. Aquel poder suyo me intimidaba, pero ya casi estaba encima suyo. No había vuelta atrás.

Debía confiar en el poder de la sangre.