Partida Rol por web

Campanas de sangre

Libros de sangre (Prólogo Roselyn)

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03/01/2018, 23:03
Narradora

Los ojos de tu abuelo te suplicaron que no le dejaras atrás, que no huyeras y le abandonaras a su suerte con aquella mujer que parecía haber sido criada por lapas marinas pero ya se encargó la viuda Turner de que su rostro dejara escapar tus ojos y sus labios se vieran obligados a sonreír como la sociedad mandaba.

La misa no tardaría en empezar.

La sacristía quedaba detrás del altar, a la misma podía accederse desde ambos extremos, sin embargo, el izquierdo estaba siempre cerrado con llave y el derecho custodiado por cuatro monaguillos hechos un manojo de nervios por si serían capaces de no trabarse al leer las escrituras cuando el cura se lo indicara. Uno de los pequeños recitaba su parte entre susurros, los otros tres se limitaban a corretear los ojos entre los asistentes y a pesar de verte acercarte a ellos no te hicieron ningún aprecio, ni amable ni en su papel guardián.

De intentar abrir la puerta, esta cedería sin queja ni resistencia casi como tu ante las exigencias de Jacob.

Y sin embargo, al llegar al lugar y al tiempo en que te había citado: él no estaba.

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07/01/2018, 22:14
Roselyn Pemberton

En cierto modo, sentía cierta culpabilidad en aquellas ocasiones, cuando me separaba de Jeshua desatendiendo sus deseos manifiestos de mantenerme a su vera para saciar las necesidades de conocimiento que me alma me impulsaba a perseguir. Desde luego, no era como la mayoría de mujeres de mi época, educadas según códigos de conducta muy diferentes y supeditadas al deber hacia la familia y el hogar, si bien era cierto que tampoco era una educación concreta la que me había hecho como era. Era consciente de que aquello me salía de lo profundo del alma y era mi verdadera naturaleza, una rareza en si misma dentro del común de la sociedad en que me había tocado vivir. Quizás Platón había alcanzado la verdad con su teoría de la reminiscencia de las almas, y la mía recordaba más que aprendía a ser como realmente yo era.

Por ello, separarme de mi abuelo me dejó un regusto amargo, que me acompañó durante el trayecto hasta el lugar en que había sido citada, incluso cuando los nervios se apoderaron de mí al contemplar a aquellos monaguillos que bien podrían poner en cuestión mi deseo de acudir a la parte trasera del altar. No obstante, un gran alivio se extendió por mi pecho al comprobar que me ignoraban por completo, ni para bien ni para mal, dejando que accediera al lugar sin oposición alguna. La misma que ofrecía aquella puerta abierta ante mi avance.

Sin embargo, Jacob no estaba allí.

Con el ceño ligeramente fruncido, intentando no exagerar aquel gesto puesto que era sabido que las arrugas que confería al rostro aquella expresión eran capaces de afear el rostro de una dama, aguardé unos instantes. Jacob no acostumbraba a pecar de impuntual, pero siempre era posible que algo le hubiera retrasado. Era inusual, desde luego, pero posible al fin y al cabo. De modo que, pese a la falta de costumbre, traté de armarme de paciencia y sencillamente esperar. No obstante, aguardar en aquel lugar concreto se me hacía una tarea verdaderamente titánica. Después de todo, ¿no era allí donde se mantenía oculta la entrada a la Capilla que Jacob compartía con aquellos bendecidos como él en la sangre? Allí, tan cerca de donde me encontraba detenida, en pie, sin nada que hacer ni en qué ocupar mi tiempo...

No debía pasar nada si investigaba un poco, ¿no? Descubrir aquel acceso debía ser útil a mi Sire para probar la seguridad del lugar, ¿verdad? Y yo debía servir a mi Sire, necesitaba que Jacob estuviera complacido conmigo. Después de todo, era mucho lo que aún podía aprender de él...

No haría daño a nadie si buscaba aquella entrada oculta...

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15/01/2018, 23:00
Narradora

Era cierto que lugar que ocupabas no era el más oportuno para una misa a punto de empezar, si no habías visto al ordinario fuera debería estar preparando sus ropas en la sacristía pero ese día nadie parecía estar dónde debía: ni Jacob, ni la viuda Turner, ni el párroco ni tu misma.

Nada parecía estar cuadrado, como las campanas seguían anunciando agonía.

Esperaste, te debatiste sobre la posibilidad de tomarte aquella demora como el inicio de una prueba, un control de seguridad, hacer provecho del tiempo que Jacob te desposeía al confinarlo a esperarle cuando él mismo había ordenado puntualidad...

Y, entonces, lo sentiste. Lo que había sido una semilla de duda había germinado y ahora era una certeza, absoluta, aplastante, tajante: Jacob estaba en peligro.

Todo tu cuerpo se llenó con el cosquilleo de la adrenalina. Presentías el peligro cerrarse sobre tu domitor y estaba en tu mano dar con él o dejar que alguna especie de justicia divina te acercara un poco más a la imagen de tu abuela.

Notas de juego

Lo lamento pero no he entendido si buscabas la entrada o solo pensabas en ello. Si buscas, añademe tirada y te adelanto turno o edito este post.

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16/01/2018, 07:20
Roselyn Pemberton
- Tiradas (2)

Notas de juego

Sí, la idea era empezar a buscar ^^

Tienes la partida configurada con tirada de dados genérica (mi primera tirada no ha valido porque no he desglosado los dados). Deberías cambiarlo a sistema Mundo de Tinieblas. ¿Sabes cómo hacerlo?

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17/01/2018, 01:11
Narradora

Miraste y rebuscaste. Habías oído que la entrada estaba debajo del altar. Tal vez era detrás. Pero necesariamente debía ser en esa sala. El altar estaba anclado en la losa de mármol del suelo, era humanamente imposible de mover, y aun sin ser ellos humanos, no era práctico, ni cómodo, desplazar piedras para entrar y salir de la gruta.

No, detrás implicaba esa otra sala. Aquella en la que podías comprobar que ofrecía discreción e intimidad.

Tus ojos recorrieron las superficies de la piedra, los rincones de los muebles, las juntas de la arquitectura... Todo en un primer barrido que descartaba opciones tanto simples como imposibles.

Y entonces lo viste, una de las velas del candelabro de las plegarias hizo bailar su llama en una lucha por mantenerse en vida y erguirse junto a las demás: Había corriente de aire. Y no solo eso, el humo te daba la dirección.

Te acercaste a la pared que contenía el sagrario y un examen más exhaustivo del dibujo de la piedra que quedaba bajo tapiz te llevó a descubrir unas cuyos finales quedaban perfectamente alineados.

Ahí estaba la entrada. Tras esa puerta de piedra, esa falsa pared que de algún modo debía ceder incluso a la mano más débil.

Notas de juego

He modificado los dados por defecto. Espero que ahora esté bien ^__^ gracias

En adelante, las tiradas de percepción hazmelas en oculto, por favor. Es para que juegue la pifia de un modo correcto. Recordaré yo indicarlo al pedir tiradas que no lo hice.

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17/01/2018, 10:33
Roselyn Pemberton

La búsqueda terminó consistiendo en una mezcla de deducciones basadas en los pocos datos de que disponía, y un exhaustivo trabajo de observación y comprobación. La deducción me indicaba que aquel debía ser el lugar adecuado, una sala discreta tras un altar que no sería nada práctico andar desplazando constantemente en cada salida y entrada. La observación fue lo que me llevó a recorrer cada superficie de piedra, cada esquina de madera de los muebles, las juntas, los elementos aparentemente decorativos...

Debía de haber algo, y yo necesitaba encontrarlo. Y la búsqueda en sí me distraía de la inquietud que me producía la ausencia de mi Domitor en aquel lugar e instante, dónde y cuándo me había citado. ¿Y si le había pasado algo? Descubrí con estupor el intenso vacío que me producía el simple hecho de pensar en la posibilidad de perderle, y el hormigueo de preocupación por su bienestar que se acrecentaba en mi estómago.

Le necesitaba, de un modo que no era capaz ni siquiera de explicar.

Sin embargo, aquello quedó a un lado, afortunadamente, al descubrir aquella pequeña llama que titilaba en el candelabro frente al sagrario. Me acerqué a aquel fuego apresuradamente, observando la dirección en que se mecía y buscando el origen de la fina corriente de aire. En efecto, una de las juntas en la piedra terminaba de un modo demasiado alineado. Aquello era una puerta, y debía buscar la forma de abrirla. La primera opción era usar la fuerza bruta, intentar moverla por mí misma. Si aquello no funcionaba, medité que quizás sería una puerta cerrada de algún modo, y que sería necesario activar algo para desbloquearla, por lo que debería seguir buscando.

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20/01/2018, 21:15
Narradora

La puerta no cedía a la fuerza, desconocías si podrías haberla movido de sentirte con el vigor que te insuflaba la sangre de Jacob, la vitae. Cada vez que la tomabas te sentías más fuerte, más capaz y confiada pero por desgracia aquella sensación desaparecía paulatinamente en la flojera de una mujer común, y cada vez que se apagaba necesitabas más de ese alimento, placer y vida al que ahora no podías acceder y temías perder para siempre.

¿Dónde se había metido? ¿Y si ibas a buscarle y cuando él llegara no te encontrara qué ocurriría?

Seguías buscando un modo de abrir esa puerta, de acceder al pasadizo que llevaba al refugio de los Tremere, gran biblioteca y capilla pero era imposible dar con él. Ya habías oído que usaban magia o alguna cosa similar para proteger su dominio, e impedir la entrada a todo aquel que no era invitado ni esperado y ello podía estar jugando contra tu mente y lógica ¿o era que no te había esforzado suficiente?

«Roselyn» oíste al fin la voz de Jacob directamente a tu cabeza justo como hacía unos minutos. «Cruza»

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21/01/2018, 23:38
Roselyn Pemberton

Nada de lo que intentaba parecía funcionar, y nada encontraba por más que me esforzase buscando. No era capaz de dar con la forma de abrir aquella puerta secreta, y temía que aquél estúpido fracaso pudiera tener consecuencias. ¿Y si Jacob me necesitaba y no estaba ahí para él? ¿Y si era una prueba y la estaba fallando, LE estaba fallando? No quería decepcionarle, necesitaba estar a la altura de sus expectativas, necesitaba todo aquello que él me ofrecía, todo aquel conocimiento, todo aquel poder, su vitae...

Y entonces, su voz resonó de nuevo en mi cabeza, haciéndome estremecer. Estaba bien, debía estar bien si podía comunicarse conmigo de aquella manera. De modo que, efectivamente, aquello era... ¿una prueba?

Pero estaba fallando, era consciente de ello. ¿Cómo iba a cruzar? No encontraba la forma de abrir aquella puerta, no podía entrar. No podía...

Desesperada, había caminado de un lado a otro, con tales desesperados pensamiento en la cabeza, hasta que me detuve con la mirada perdida en aquella pared. Jacob había usado una palabra muy concreta. "Cruza". Me mordí el labio inferior, a un costado, dudando de mis propios pensamientos. No había dicho "entra", ni "pasa". Había dicho "cruza". ¿Eso significaba algo? No hacía mención a abrir aquella puerta... ¿Mi razonamiento tenía algún sentido? Era una mujer moderna, con una mente analítica, pero en lo referente a Jacob había algo que no aparecía en los libros, no formaba parte de la cultura de la humanidad, ni su ciencia. Me había hablado de ello, el poder que obtenía de su sangre, esa especie de... Me costaba hará darle tal nombre, aceptar su existencia.

Magia.

¿Era esa la clave? Mediante magia, protegían el lugar de los no invitados a acceder. No era una cuestión de accionar un mecanismo de apertura, sino de estar autorizado a acceder, o de...

Fruncí el ceño. ¿Se trataba de eso? Jacob siempre daba mucha importancia a la voluntad de conseguir lo que uno se proponía. Voluntad para doblegar toda resistencia y hacer del mundo lo que uno desease de él. A veces parecía algo metafórico, otras llegaba al convencimiento de que era algo más. En aquel momento, temía no estar comprendiendo el alcance de lo que Jacob había tratado de transmitirme. Voluntad. ¿Y si era eso lo que permitía acceder al lugar? La consciente voluntad de acceder, tras ser invitado a hacerlo...

Soy Roselyn Pemberton, al servicio de Jacob Burberry, y he sido invitada a entrar. -Declaré ante aquel muro, uniendo mis manos ante mi vientre, antes de emitir un suspiro, reuniendo los arrestos necesarios para imponerme a pesar de mis dudas- Voy a entrar.

No era una petición, era más voluntad hecho palabra, dispuesta a depositar mi fe en la magia de Jacob. "Cruza", me había a dicho. "Cruza la pared", entendía yo, "a través de ella". Pues era una invitada, y la protección de aquella capilla no se me olvidaba a mí.

Iba a entrar. Tenía que entrar.

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22/01/2018, 21:48
Narradora

Determinación. Voluntad. Fe. Todas o cualquiera de ellas podía ser la llave que tanto habías buscado en la sacristía para esa puerta que ahora te parecía tan obvia pero que nunca habías recaído en ella antes.

Recitaste tu invitación como si fueras aquel ladrón de cuarenta ladrones del que hablaba uno de los libros de tu padre. Un cuento para niños, como cuentos habían sido las criaturas de la noche que Sheffield seguía ignorando reales. Pero tu eras una mujer de mente abierta y Jacob te había dicho que cruzaras. No podías hacerle esperar más, o no podías tu, pero en cualquier caso: diste el paso.

Y tanto que lo diste, en cuanto tu cuerpo llegó a la piedra ésta desapareció demostrándola solo una ilusión para dejar frente a tus ojos un pequeño descansillo que iniciaba un descenso a la oscuridad a través de una escalera de caracol tallada en piedra.

Habías cruzado pero antes de poder sonreír, hinchar pecho o avanzar otro paso, sentiste como se clavaban en tu cabeza miríadas agujas de hielo que te obligaron a cerrar los ojos por el dolor y recoger tus sienes entre tus manos.

El dolor retrocedió contigo y para cuando pudiste retirar los párpados volvías a estar en una sacristía de paredes enteras pero esta vez Jacob Buberry estaba contigo.

Notas de juego

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23/01/2018, 00:25
Jacob Barlow

Tu domitor estaba sentado en el pequeño trono del sacerdote de la Santo Bartolomé, recostado hacia atrás. Sus brazos descansaban en los salientes de madera tallada con motivos vegetales dándoles el sentido de su nombre y sus piernas se apoyaban una en otra alargadas para dejar todo su peso al tacón derecho.

El hombre que hacía tiempo había olvidado lo que era serlo vestía sombrero de copa, americana y pantalón a juego, negros; chaleco burdeos y un bastón que había apoyado en el escritorio del ordinario. Pero ninguna pieza de su ropa era elegante y oscura como su mirada.

Te observaba analítico, impaciente y critico. Juzgaba y se divertía con ello.

Me decepciona, señorita Pemberton— te hizo una extraña alejándose de tu nombre que tanto había gastado en numerosas ocasiones—. ¿Qué intentaba? ¿Impresionarme? —preguntó con el deje propio de una pregunta retórica y dicho lo cual dobló el codo para rascarse a tocar de su ceja derecha mientras su pupilas te recorrían con cierta reprimenda en el silencio.

¿Dar un salto de fe? —al bajar la mano fue hasta el bastón, desenredó sus piernas y se puso en pie para acercarse a ti hasta que entre ambos quedaba poco más espacio que para un suspiro— La fe es una necedad. En la época de la fe este lugar habría vertido más sangre de la que jamás habré probado, a vos, querida —peinó con dos dedos tus cabellos rizados hacia la parte trasera de tu cuello— le hubiesen quemado por bruja solo por pensar y los míos eran cazados como si fuésemos unas bestias cualquiera.

Clavó sus pupilas en las tuyas — Aborrezco la fe —habló con contundencia—. Corrompe hasta a los más inteligentes llevándoles a pensar que son invitados dónde nunca lo han sido. Hoy ha aprendido tres cosas, señorita Pemberton: que los Tremere no somos unos simples hijos de caín; que no puede confiar en todo lo que ve, ni en todo lo que oye y que mi aprecio por vos no la convierten en una de nosotros.

Sonrió lupino y retrocedió un paso — Y eso es cuanto sacará de mí hoy. Puede volver a su fe —dijo señalando con el bastón en un movimiento de muñeca hacia la puerta por la que habías entrado—. Nos volveremos a ver cuando consiga encontrar Caren Matthews. Quiero su rutina.

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24/01/2018, 15:44
Roselyn Pemberton

Las primeras palabras de Jacob se me clavaron con la misma intensidad y dolor que las miles de agujas que se habían internado en mi cabeza al traspasar aquel portal, aquella ilusión. Por un instante, me había sentido tremendamente orgullosa de mí misma. Sin embargo, el dolor me había devuelto a una más que dura realidad. Un dolor físico, en primera instancia, y posteriormente un dolor de corazón, al contemplar la expresión de Jacob y oír sus primeras palabras.

Decepcionado, estaba decepcionado...

Claro que intentaba impresionarle. No era mi único error, pero formaba parte de ello. Intentaba impresionar a mi Domitor, y me encontraba embriagada de orgullo. También era mi alma inquieta e insaciable la que anhelaba descubrir más. Apenas pude mirar a Jacob a los ojos, soportando como pude su escrutinio, sus duras palabras. "Salto de fe", lo había llamado, aunque no era exactamente la fe lo que me había llevado a dar aquel salto. ¿O quizás sí? Me jactaba de mantener una actitud analítica y científica, pero la ciencia no explicaba, al menos aún, la naturaleza de mi amo, ni su poder. Confiaba en él, y había contemplado muestras de su poder, de modo que no era exactamente fe lo que me llevaba a creer. Pero al mismo tiempo, confiaba ciegamente en sus lecciones.

Jacob renegaba de la fe, y a buen seguro contaba con buenos motivos para ello. Sin duda la Santa Madre Iglesia había perpetrado actos horribles en el pasado, con las cruzadas y la Inquisición encabezando la lista. Jacob llevaba razón, en otro tiempo yo misma hubiera sido acusada de brujería sólo por pensar, la propia ciencia había sido acusada de ello. Y a Jacob y los que eran como él se les hubiera considerado anatema, perseguidos y cazados.

Sentí un escalofrío cuando recogió mi cabello, al sentir sus dedos en mi piel, y agaché aún más mi mirada avergonzada, con las mejillas acaloradas por la vergüenza de mi fracaso a sus ojos. Decepcionado, le había decepcionado. Todo aquello daba la impresión de haber sido únicamente una prueba. Al fin y al cabo, había sido la voz de Jacob la que me había ordenado cruzar. Me había puesto a prueba, y había fallado. O tal vez aquello había sido lo que él buscaba desde el principio, darme una lección, como estaba haciendo. Eliminar cualquier rastro de orgullo por mi condición, y situarme en mi justo lugar.

A su servicio.

Me impartió indicaciones acerca de cómo proceder, lo que esperaba de mí. Debía encontrar a alguien, de quien únicamente me ofreció un nombre y un apellido, ni tan sólo una pista de por dónde comenzar a buscar. ¿Era conocedor de que no lo necesitaba? Estaba convencida de que sí. Desconocía el interés de Jacob en la presidenta del movimiento sufragista, y tampoco quise preguntármelo. Me acercaría más a quella mujer, conseguiría sus horarios, su rutina habitual. Y Jacob se sentiría orgulloso de mí. Del aprecio que afirmaba tenerme.

Y-yo... -Me estaba girando para abandonar aquel lugar, ante la indicación de Jacob, pero finalmente me detuve, volví a girarme para mirarle a los ojos y agaché la mirada- ...tengo fe. Pero no en Dios. -En aquel instante, sí fui capaz de mirarle a los ojos. Deseaba decírselo, hacer plabras la evidente verdad. En usted, señor Burberry, tengo fe en usted- Trataré de no volver a decepcionarle.

Pero no, no se lo dije. Algo me decía que aquellas palabras no tendrían idéntico significado para mí que para él, y que lo único que realmente apreciaría era que cumpliera sus designios. De modo que regresaría junto a mi abuelo y en cuanto pudiera comenzaría a indagar acerca de Caren. Podía organizar una pequeña reunión en la mansión Pemberton, invitarla a tomar el té y mostrar un mayor interés en el movimiento.

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30/01/2018, 17:07
Jacob Barlow

Cuando te giraste llena de valor para buscar esa mirada de la que necesitaste un segundo intento para afrontar, Jacob esperaba erguido en confianza e iluminado como un Dios pagano.

Seguía ahí, parado, esperando a que te fueras con la paciencia propia de quien no entiende del tiempo. Era un hombre que había ocupado noches enteras en una conversación sin necesitar llenar su tiempo con nada más y hoy parecía dispuesto a esperar cuanto hiciera falta para cruzar de regreso a la biblioteca aquella puerta que había torturado tu cabeza hasta el punto de volver a doler con solo pensar en ello.

Sus cejas te invitaron a terminar tu replica, su atención la tenías, siempre -incluso cuando preferías no tenerla- pero aquel descaro a Dios hizo que también se llenara de curiosidad y cuando saliste por la tangente, se limitó a sonreír una vez con cinismo.

Bien.

Notas de juego

Si no vas a añadir nada más, avisame que te hago el post de la misa también hoy :)

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30/01/2018, 17:59
Narradora

Fuera de la sacristía quedaba uno solo de los monaguillos vigilando la entrada, o haciendo bulto pues tampoco en esta ocasión hizo caso de tu presencia o paso. El joven jugaba a doblar y desdoblar el bajo de su túnica mientras balanceaba su peso cambiándolo de puntas a talones de sus pies. Parecía más aburrido que un pelador de cacao.

El párroco había iniciado la misa y en aquel momento se encontraba leyendo el salmo del evangelio de Juan número 5.

«Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios. »

En la quina fila pudiste ver a tu abuelo, con amabas manos recogidas en su regazo, encajada una en otra y en sus nudillos notaste la tensión de quien está a punto de perder la paciencia pero se contiene.

A su lado, la viuda Tuner escuchaba tras un velo negro calado la oratoria del párroco y al otro lado de Joshua se abría el pasillo central por el que ya hubiese huido si no temiera por su otra vida. Y como él, numerosos hombres se encontraban entre esas paredes intentando expiar sus acciones y lavar las imágenes gravadas en sus retinas. La guerra aun aterrorizaba a sus supervivientes.

« Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca. »

En la pared del fondo, una chica rubia, de tez clara y labios extremadamente rojos como para acudir a la Iglesia, se ajustó el cuello del abrigo que ocultaba toda su ropa y abandonó la sala.

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02/02/2018, 07:17
Roselyn Pemberton

Regresé a la zona común del templo, cerca de la entrada, para enfilar el pasillo central de la bancada. Lo hacía con la mirada perdida, sumida en un maremágnum de sentimientos encontrados, principalmente decepción, tristeza y la firme determinación de revertir aquella situación. Sin embargo, no era el momento de dejarme llevar. Observé la situación en la iglesia antes de adentrarme en el pasillo central entre las dos filas de bancos, encontrando fácilmente a mi abuelo en el lugar donde le había acomodado antes de cumplir con mis obligaciones. Me inspiraba lástima, en aquella situación, y también culpa, puesto que me veía obligada a mentirle para salvaguardar mi nueva vida.

Antes de adentrarme en aquel pasillo, seguramente acaparando indiscretas miradas de gente que estaba allí por obligación social más que por verdadera devoción, más que dispuestos al escrutinio y la crítica, observé alrededor. Una mujer, cuyo rostro me era desconocido, llamó mi atención. No abundaban las damas de cabello dorado, pero lo que en ella destacaba era ese color de labios tan excesivo en aquel santo lugar, del todo inapropiado. Quizás por ello clavé en ella mi mirada más tiempo de la cuenta, mientras abandonaba el lugar. No podía evitar pensar en que la Capilla se encontraba en aquel templo, y por tanto Jacob también. Aquella mujer no parecía estar allí para escuchar las sagradas escrituras... ¿Tenía Jacob enemigos? Traté de desechar tal idea, repitiéndose en mi cabeza la acusación de mi Domitor. ¿Acaso trataba de impresionarle? ¿Anhelaba descubrir algo de tal envergadura que Jacob perdonase mis otras faltas? Era muy posible...

Y sin embargo, me dirigí a la salida del templo, ante la posibilidad de descubrir algo más de aquella mujer, desconociendo si sería de alguna utilidad o una total pérdida de tiempo.

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03/02/2018, 23:40
Narradora

Los ojos de tu abuelo te siguieron mientras abandonabas el templo hasta el ángulo que le permitían sus cavidades sin llegar a girar la cabeza. Aun así nada sugería que fuera a seguirte: estaba tan atrapado en su lazo social como tu en la red de Jacob.

Fuera de la Iglesia el frío se acentuó sobre tu cuerpo que ya se había acostumbrado al calor extra del abrigo pero sabías que pronto pasaría. La mujer rubia se encontraba a apenas diez pasos de ti, detenida frente la verja del cementerio, o más concretamente frente a su entrada.

La puerta había sido ajustada y podía dar la sensación de que estaba cerrada pero sabías que un empujón la haría ceder, hacía ya semanas que no había ni candado ni guarda.

Ella esperaba, con las manos descansando a lado y lado de su cuerpo, libres de guantes y de tonos morados por el frío y su mirada completamente perdida en el horizonte al final del camino principal de tumbas.

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05/02/2018, 11:45
Roselyn Pemberton

No fue hasta que enfilé la salida de la iglesia, que me percaté de que mi abuelo me había visto desde su bancada. Estuve segura casi al momento de que no me seguiría, por el mismo motivo que yo misma esgrimiría llegado el caso para no haber acudido hasta él. No deseaba que le vieran caminando por aquel pasillo central del templo, vacío y con tantos ojos depositados en todo lo que se moviera.

De modo que decidí salir y aguardar en el frío exterior a que la ceremonia finalizase, y acompañarle a casa cuando saliera. El período de tiempo que restaba hasta entonces lo dedicaría a tratar de averiguar algo más sobre aquella misteriosa mujer, cuyo incoherente aspecto me llamaba tanto la atención. De hecho, no se encontraba a mucha distancia, frente a la entrada del cementerio. Me puse mis guantes y me ajusté ropa para cubrirme lo más posible, buscando un resguardo del frío que resultaría insuficiente. Exhalé una bocanada de aliento, que adoptó la forma de una nubecita frente a mi rostro, deshaciéndose inmediatamente hasta desaparecer. La desconocida no parecía sufrir inconveniente alguno por la temperatura, ni tan siquiera llevaba guantes, y aquello me hacía sentir aún más inquieta. Mirando alrededor, comprobando que nos encontrábamos aparentemente solas en el exterior del templo, me dirigí hacia su posición.

Una noche desapacible, ¿no es cierto? -Comenté con aire casual, sonriendo al situarme a su lado- ¿Le molesta la compañía? Debo aguardar a que termine la celebración antes de retirarme a casa, y ésto está demasiado... solitario. -Me excusé, fingiendo una timidez que no era tanta- Pero si prefiere estar sola, dígamelo sin problema, por favor... -Le tendí mi mano- Roselyn Pemberton, creo que no he tenido el placer de haber sido presentadas...

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06/02/2018, 21:18
Matilde Heminway

La joven de tez pálida y labios de sangre, no pareció oírte o cuanto menos querer atenderte en un primer momento. Sus ojos estaban presos en algo que no sabías identificar al fondo del camino de tumbas que se abría desde la entrada del cementerio. El mausoleo de tu familia quedaba a la izquierda de ambas, lejos de su mirada y cerca de la iglesia.

Sus labios tampoco se movieron, ni para sonreírte ni para ahuyentarte, ni parpadeó siquiera ante tu cortesía. Pero al tenderle tu mano, algo revoloteó en la oscuridad y su mano en un respingo subió a la tuya a la que se agarró con la fuerza de un minero. A través de los guantes pudiste sentir el frío de su piel, aunque este seguía sin molestarle.

Fue entonces cuando entornó su rostro para mirarte, tenía los ojos enrojecidos con las venas muy marcadas, después giró el cuerpo hacia ti para encajar correcta y determinadamente tu mano.

Disculpeme, Roselyn Pemberton, el cuervo me ha asustado —sonrió con esa facilidad de quien siempre ha sido hermosa, se le ha reconocido y ha sabido aprovecharse de ello—. Matilde Heminwa —correspondió a la presentación y dejó tu mano para guardar las suyas en los bolsillos de su largo abrigo de piel de conejo gris—. No me molesta la compañía, al contrario, se la agradezco. Sheffield puede resultar intimidante a estas horas y lo cierto es que no aguantaba más la palabra del señor —confesó y ante sus propias manifestaciones se santiguó tan rápido como volvió a guardar la mano en el bolsillo—. Acompaño a mi hermano pero mi tolerancia es menor, como la suya, imagino si está aquí conmigo ¿no es así? ¿Por quién ha venido?

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08/02/2018, 09:36
Roselyn Pemberton

Aquella mujer tenía algo... Algo que me amedrentaba, que me ponía alerta con una incesante sensación de peligro. Pero también algo que me resultaba extraordinariamente atractivo, atrayente, seductor. No terminaba de comprender de qué se trataba, y aquello me intrigaba, porque del desconocimiento nacía la curiosidad, y de ésta el ansia por saber que tanto me arrastraba por la vida, a pesar de que se esperaba que algo así no formase parte del alma de una mujer.

Sin embargo, en el fondo sí que sabía de qué se trataba, aunque no fuera a través de datos empíricos ni objetivos. La señorita Heminway me recordaba, en cierto modo, a Jacob. Aquella mirada, muestra de una percepción muy alejada de los límites que me impedían comprender el mundo en toda su extensión; aquella inmutable eternidad en su actitud; aquella superioridad física que hacía que, a pesar del frío reinante, no precisase ponerse unos guantes con que resguardarse. Y cuando estrechó mi mano, la fuerza de aquella aparente delicadeza suya competía con la de los más rudos hombres que trabajaban la piedra día tras día.

Era como él, un ser superior, de eso estaba segura. Sin embargo, ¿mantenían alguna relación? ¿Eran aliados, enemigos...?

Sonreí, complacida, al aceptar con agradecimiento la compañía que le ofrecía. Según explicó, no soportaba los sermones y las escrituras del templo, algo que podía comprender. No es que yo compartiera su desprecio por la Iglesia, pero estaba muy lejos de ser una verdadera creyente. Había estudiado demasiados asuntos, culturas y avances como para creer ciegamente en la Palabra que nos ofrecía la Iglesia. Sin embargo, debía mantener aquellos pensamientos lejos de los oídos de la mayoría, pues no estaría bien visto. Oponerse abiertamente a la Madre Iglesia había demostrado históricamente ser una mala idea. Ya no se quemaba a nadie en la hoguera, ni se ejecutaban cruzadas de caballeros cubiertos de la sangre de sus enemigos, pero la sociedad seguía ofreciéndole todo su apoyo.

Mi abuelo. -Respondía a la pregunta de Matilde, sonriendo con dulzura al confirmar sus sospechas- Cuanto mayor se hace y más clara ve la perspectiva de la muerte, más deposita su confianza en la existencia de la otra vida. -Expliqué, encogiéndome ligeramente de hombros, condescendiente con Jeshua- Supongo que es completamente normal, y un pequeño sacrificio por un ser querido no es mucho pedir, ¿no es cierto? -Volví a sonreír, con cierta complicidad ya que ella misma había tenido que acometer un sacrificio similar al acompañar a su hermano. Si es que sus palabras contenían la verdad. No podía dejar de lado tal posibilidad- Desde luego, sería mucho más feliz junto a la chimenea encendida en compañía de un té y un buen libro, pero... la noche es joven, ¿no cree?

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09/02/2018, 14:08
Matilde Heminway

La expresión de Matilde hizo evidente el click de su cabeza al comprender tu presencia en ese lugar tan solo por nombrar a tu abuelo.

Vuestro abuelo, por supuesto, por eso vestís tan austera —infirió y luego asintió con una caía de párpados al sentimiento de vuestro abuelo. Algo en tus palabras había hecho peso en su corazón y su sonrisa había quedado contenida en la curvatura de la neutra elegancia—.

La noche es más vieja que usted y yo juntas, Roselyn Pemberton, y las mujeres viejas pueden ser buenas cocineras pero no son buenas amigas. En cuanto salga su abuelo, vaya a por esa bebida que dice hacerle feliz y luego lea sin pensar en la noche —recomendó y luego sonrió por lo bajini—. Es lo que yo haré.

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11/02/2018, 07:17
Roselyn Pemberton

Que aquella mujer se tomase la libertad de hacer apreciaciones acerca de mi atuendo, pese a que apenas acabásemos de conocernos, me resultó tan impropio como incómodo. Sin embargo, no dije una sola palabra al respecto, tan sólo el modo en que mis ojos descendieron en una breve comprobación de mi vestuario, y un gesto de mis manos alisando mi falda antes de volver a unirse frente a mí, delataron mis pensamientos.

Sin embargo, el descaro de aquella mujer quedó pronto en segundo plano, cuando me pareció atisbar en sus palabras una intensa melancolía. El modo en que hablaba de la noche era oscuro y casi doloroso, como si la oscuridad de la noche la hiciera desgraciada. Me aconsejó, de hecho, seguir aquel camino descrito que me hacía más feliz, apuntando incluso que ella haría lo mismo.

¿Y a cual dedicará su noche, señorita Heminway? -Pregunté finalmente, tras un largo silencio- El libro, quiero decir. ¿Qué lectura le apetece más en una noche como ésta? -No estaba segura de que aquella conversación llevase a ninguna parte, pero sin duda era mejor que el silencio- Le ruego que me disculpe, desconozco si es señorita o señora... -Comenté con un ligero rubor acompañando mi nerviosa sonrisa, al percatarme de que había asumido demasiado.