Partida Rol por web

Es sangre, lo que al estar mezclada con ceniza y tierra forma una mancha más oscura.

¡Qué bien nos lo vamos a pasar!

-- Que así sea.

>> Clara, hija mía, hace un buen día. Puedes acompañar a tu madre, si gustas. No tienes por qué quedarte encerrada entre estas cuatro paredes como tu padre.

Ese humor tan autocompasivo era la marca del barón.

Miro a padre sorprendida y agradecida a la vez

- Gracias, padre... Será un placer y tendré mucho cuidado... ¿Tía Catalina podría acompañarnos también?...

La última petición la dice casi en un susurro esperando una respuesta positiva...

La cosa iba de mal en peor. No tenia ninguna ilusión en volver al viejo torreón y menos si allí se estaban haciendo sacrificios o ceremonias. Pero volver allí haciendo de niñera, era lo que menos me apetecía. Y, sobretodo, con la expectativa de alguna buena escaramuza en la que podrían verse involucrados Vicenç y el resto de caballeros.

Pero anoche gasté toda mi suerte.

-Mi señor Carles, será un honor para mi vuestro encargo. Si os parece bien, me retiro unos instantes a mis aposentos para preparar la partida tan presto como las damas deseen. Mis señoras, si les parece bien, podemos encontrarnos en las cuadras dentro de unos minutos. Ahora daré orden de que preparen los caballos. 

Yo me prepararé también, estaré listo en una hora en las caballerizas, mis señoras no tendrán nada de que preocuparse mientras Roger y yo estemos cerca, mi vida antes que la vuestra.

Me voy a asear, me preparo con mi mejor armadura y mis mejores ropajes de batalla. Roger y yo aprovechamos el tiempo retozando un poco en mis aposentos. (Esto último sólo si te parece bien)

A ver, el problema es que la armadura es un poco posterior a las de la época. Aquí tienes una de un rey de Francia un poquitín posterior a los acontecimientos. Sería algo así (si te parece bien y no te fastidia demasiado el concepto del personaje)

-- Te lo agradezco, sobrina. Pero creo que me quedaré hoy en el castillo, centrándome en las labores de costura que tengo algo desatendidas.

Dice esto último con un guiño sarcástico que sólo tú entiendes.

Al ver que mis palabras y temores no hacen eco, me despido con un gesto. Tras una noche terrible necesito lavarme, cambiarme de ropa y no comer, tragar.

Al ver salir a Vicenç, hago un gesto de despedida y también salgo de la sala

Me acerco a Vicenç y le digo

-Vaya una suerte. A ti te toca ir con los bandidos y a mi a acompañar a las damas de nuevo al torreón. En buena gana te acompañaba a la aventura! Y, lo que más me fastidia, tener que volver a ese lugar. Como si no hubiera tenido suficiente por una vez. 

Yo escogeré a los soldados y eso no lleva unas horas, llevará días, además de un estudio concienzudo del área, preparar a todos no es sencillo, puedo tomarme este día para pensar y divagar sobre nuestras opciones, una lucha o partida de caza en este caso no es algo que se deba tomar a la ligera, hay que pensar mucho en dónde pueden haberse escondido-refugiado, que aliados pueden tener y un largo etcétera.

Al salir de la sala principal, me voy hacia las cuadras y doy orden de ensillar y preparar los caballos de Pèire, Clara y Maria. Le hecho un vistazo al mio y valoro si está en condición de volver a recorrer el camino o todavía esta bajo el efecto de dormir una noche al raso. Quizá sea mejor tomar otra montura y dejar descansar a Tormenta. 

A continuación me voy para mi habitación y, después de limpiarme un poco, me preparo cogiendo la espada y las protecciones de cuero duro que ayer no tomé. De hecho, una cosa es salir de caza y otra muy diferente, llevar a las señoras al monte. También cojo un zurrón con algo de comida, un pedernal (no quiero tener que volver a encender fuego con dos maderas, si se tercia el caso) y una cuerda. 

-Así son las cosas, amigo.- Digo mientras avanzo por los pasillos. -Así son las cosas. Dime, ¿podrías hacer un mapa o algo del lugar? tal vez podría servirnos de algo.

-Vicenç, hijo mío, tendréis que retomar vuestras lecciones de geografía. Y a mi parecer, también las de cortesía, pues no es de recibo acusar a una casa tan noble sin hechos, ni siquiera en tono cordial en un desayuno en familia. ¿Acaso es así cómo os he educado? -Mis palabras son frías, incluso con un punto hiriente, pero es por su bien. Como os he educado. En singular. El Barón de Alós concede su permiso y vuelve a caer, como siempre, en su letargo.

-Esta conversación y todas estas nuevas me han quitado el apetito. Si me excusáis... -me levanto de la mesa dignamente, con un gesto a los criados para que retiren lo servido, dando así el desayuno por concluido por mi parte. -Manel, tomaos el tiempo que necesitéis, ya os lo he dicho. Confío en vos y en vuestro buen juicio, pero quiero resultados. -le digo en voz baja, cuando paso a su altura, mientras cruzo la estancia hacia la puerta.

Asiento al regaño con una leve excusa.

-Madre, yo pensaba que los malechores podrían esconderse en otros territorios, no que fueran enviados por alguien más.