Partida Rol por web

Cabalgar era agradable pero lo era aún más caminar sobre aquella tierra húmeda y virgen... Mi mente vagaba entre tanta vegetación y naturaleza... Era agradable poder salir de las paredes del castillo y poder dejar que la brisa y el sol acariciaran mi piel en aquellos bellos parajes. 

Miré hacía el torreón impresionada. Era hermoso, majestuoso y hasta un poco impresionante... Si realmente podíamos usarlo en la defensa de nuestras tierras sería un lugar impresionante... Acaricié aquellas paredes con mis manos, sintiendo el frescor del musgo y la piedra... ¿Cuántas historias contendría aquella construcción? ¿Cuántos secretos guardaría? 

Mis tripas sonaron ligeramente señalando que mi cuerpo tenía hambre... Comprobé dentro del zurrón si había alguna fruta que llevarme a la boca. Me fijaba en madre y sus palabras, en ver cómo controlaba la situación y el partido que podía sacar de ella...

Aquel lugar era tan... Mágico... Algo en mi interior se tornaba en añoranza al contemplarlo... 

Al llegar al torreón las imagenes de la noche pasada se me hicieron más presentes. Ahora podía contemplar el lugar con buena luz y la cosa no mejoraba respecto a lo que vimos ayer. Un olor desagradable se manifestaba desde el risco dónde era posible ver algunas de las ovejas muertas que la noche anterior se habian precipitado hacía él. También era posible ver un arbusto chamuscado por la flecha de Vicenç, que no causó el efecto de desviar a los animales de su fatal destino. 

-Mi querida Maria. Prestad especial atención en el estado del Torreón. Está practicamente inservible. Cualquier intento de devolver la construcción a su estado operativo es practicamente el mismo que pretender construir el torreón de nuevo, añadiendo a la dificultad el hecho de tener que preparar también un acceso al lugar para poder llegar a caballo. 

Fijaos en las ruinas, un torreón de planta circular, sin tejado, y al que solo quedaban algunas paredes del primer piso. Aquí y allá, grandes vigas de madera cubiertas de hierba frondosa y musgo se disputaban el espacio. Y aquí, entre las vigas, podéis ver en la pared la chimenea que os mencionamos y la extraña espiral. Evidentemente las cenizas que veis en la chimenea son nuestras, pero nosotros encontramos el lugar en un estado muy parecido, como si alguien hubiera pasado la noche anterior aquí. 

Pero prestad atención al estado de las vigas y del interior del torreón. Estan ennegrecidas por un gran incendio que se debió producir hace ya mucho tiempo y que fué el que, probablemente, destruyó el torreón. Yo ayer me subí hasta la parte más alta del torreón escalando, para poder ver que era lo que estaba pasando fuera. Pero no os recomiendo ni intentarlo. Las paredes están en mal estado y el peligro de caída es evidente. 

Vi que Clara buscaba algo en su zurrón. Seguro que empezaba a tener hambre. Yo llevaba tocino seco y pan en mi zurrón, pero quizá era mejor idea buscar alguna pieza de caza por los alrededores para asegurar que todos pudiéramos comer un poco. Siempre prefería reservar los víveres por si las cosas se torcían y teníamos que quedarnos más tiempo del previsto por allí.  

Después de una ardua caminata llegamos a esa torre perdida de la no de dios, situada en ningún sitio en particular. Madre mía, ya estoy viejo para estos trotes, eso de subir montañas y caminos escabrosos no está hecho para la gente de mi edad.

Observo el torreón en una perspectiva general, me quedo asombrado de la ubicación parece más, una antigua torre de vigía, teniendo en cuenta su lugar y posición, dependiendo de los pisos que tuviera en su época, podía cubrir gran parte del terreno del varón y avisar con varios días de antelación de ataques, no me extraña que la demoliera el enemigo, es una verdadera amenaza para ellos.

Me hubiera gustado verla en sus tiempos esta torre, tendría una gran vista de los terrenos, ¿No cree, mis señores?

Dices eso, pero la verdad es que la viste. Fue quemada durante la rebelión de Carles de Mormont contra su hermano Gerard.

Recuerda, tú sabes por qué se quemó esta fortaleza.

Fui siguiendo con atención las explicaciones de Dionís. Me desagradaba su vehemencia pero al fin y al cabo, tenía razón, era evidente el estado ruinoso del edificio según mi vista se iba posando en las diferentes partes que señalaba.

-*Es una verdadera lástima. Este torreón nos habría sido muy útil. Pero supongo que en este estado tampoco puede ser usado por nuestros enemigos* -sentencié.

-*Me gustaría examinar esa extraña espiral que decís haber visto* -dije de pronto, al recordarla según la mencionaba, a Dionís -*Señor Peire, me temo que no podremos disfrutar de las vistas, pero al menos nos queda la escasa compensación de poder satisfacer nuestra curiosidad* -añadí mientras accedía con cuidado al recinto. Después de las observaciones del joven, me sentía intranquila, como si el edificio pudiese venirse abajo de un momento a otro.

La gente que me acompañaba estaba en sus asuntos, así que aproveché para husmear un poco por el interior del derruido torreón. Me encantaba el tacto frío de sus paredes... Seguro que éstas contenían cantidad de historia de personas que ya no estaban entre nosotros...

Madre seguía firme ante su postura, cosa que me agradaba... No como Dionís... ¿Por qué era tan borde y vehemente? ¿Acaso no sabía que hablaba con su Señora? Quizás se le habían dado demasiadas confianzas y creía que era digno de hablarle así a Madre, a Peire o a mi... 

Hijo, donde dijiste que vistes ese símbolo en la torre, me gustaría inspeccionarlo un poco, mientras aun halla luz.

Me quedo mirando a Dionís, apoyado en mi callado.

Vas a inspeccionar el Torreón, parece que has visto algo... pero de repente te paras. Escuchas un rumor lejano: se acerca alguien.

Me encontraba en lo que habría sido el umbral del torreón, dispuesta a averiguar cualesquiera que fuese el misterio del edificio, cuando me detuve en seco. ¿Mis oídos no me engañaban, cierto?
-Clara, ven conmigo -di la orden, clara y concisa.
-¿No lo oís? Se oye un rumor en la lejanía. Alguien se acerca. Dionís, ¿podrías adelantarte y comprobar de quien se trata? -dije, visiblemente preocupada, pues nos encontrábamos en una evidente posición de indefensión y sin posibilidad de una huida repentina ante cualquier peligro, al haber dejado atrás los caballos.

Volví a indicarle a mi buen Pèire la ubicación de la espiral. Con los años el hombre tenia la oreja un poco dura y no escuchaba muy bien.

-Buen Pèire, al lado de la chimenea. 

Fué entonces cuando Maria le dió la orden de ir a ver que pasaba. 

-Raudo y veloz voy a ver que pasa, mi señora.

Eso sí, me extrañó su petición. Yo ne habia oído nada. Quizá con un poco de altura podria descubrir que estaba pasando. La opción más inteligente era, evidentemente, volver a trepar por el muro otra vez. Si lo habia podido hacer de noche y con todo el barullo, ahora sería más facil. 

Miré extrañada a madre al escuchar sus órdenes, aún así me puse junto a ella con calma.

- ¿Qué ocurre, Madre? - Miré alrededor intentando escuchar o ver algo.

En ese momento, aparecieron por el sendero Manel junto con los hermanos Joan y Vicenç. Parecían cansados por haberse dado prisa por llegar antes del mediodía.

No dejas de pensar en los virotes. Si hay virotes... entonces los atacantes probablemente no sean infieles. Esto es obra de cristianos.

Cuando les veo llegar sonrío aliviada y les saludo con la mano.
Hacía mucho tiempo que no estaba fuera del castillo con mis hermanos y mi tío... No desde que era una niña y jugábamos en el exterior... Aunque claro, yo era la dama por la que ellos ser peleaban en las justas o la dama a la que rescatar de unos bandidos... Tiempo atrás quedaron ya aquellos juegos... Ahora los intereses de los tres eran otros...

Sonrío con preocupación a los presentes, es especial a mi sobrina Clara. Me bajo del caballo y me acerco con la brida en la mano a Maria d'Olot.

Necesito hablar con usted mi señora. A ser posible en privado o a solas contigo y mi hermano.

Me acerco con calma , y al divisar a los demás saludo con el brazo y avanzo trotando.

Si ibais a venir, deberías haberlo dicho y no venir después, más de uno se a sobresaltado por vuestro acercamiento.

Al ver que al viejo Peire le falla la memoria, le pongo la mano en el hombro a la vez que digo:

No se preocupe maese Peire, la próxima vez intentaré avisar con antelación, quizás en una reunión anterior a la salida, quizás lo mejor sea hacerlo en el salón, mientras desayunan todos y cuando yo haya vuelto para informar de lo que ha acontecido en una caravana que ha sido asaltada. Sonrío de forma natural mientras miro al anciano intentando buscar una mueca en su arrugada cara de que ha recordado que ya lo dije en ese mismo momento que he descrito, intento discernir a su vez si la edad ha provocado en el anciano senilidad o si tan solo es algo casual.