Partida Rol por web

Respiré aliviada al ver asomarse los rostros de mis familiares, pues yo también había temido lo peor. Recordé que Manel había anunciado sus intenciones durante el desayuno, pero pensaba que tenía asuntos más importantes que atender, ¿de qué nuevas sería portador para recorrer todo aquel camino hasta la torre?. Aquel duro sarcasmo para con maese Pèire tampoco me pareció necesario y y con mi habitual tono seco y frío, ya recompuesta del susto, se lo recriminé:

-¿Acaso os parece bien?, reíros de un anciano por haber sido precavido, tras vuestras historias de lo que aconteció ayer. Incluso con Dionís con nosotros, un comitiva formada por dos damas y un anciano habría sido un objetivo fácil, incluso para el más torpe de los bandidos. Creo que cabe dentro de la normalidad sobresaltarse por la llegada inesperada de otros. Decís que queréis hablar, bien pues, hablemos. 

Hago un leve gesto, apoyando mi mano con firmeza sobre su brazo, para indicar a Clara que ya puede irse de mi lado, luego, cortesmente invito a pasar a los caballeros al interior de las ruinas del torreón.  

No tuve que subir muy arriba para poder ver quien se acercaba, y no hace falta decir la alegría al ver que mi buen Vicenç venia hacia el torreón. No me pregunté siquiera porque habia venido en lugar de ir a buscar a los bandidos. Simplemente volvía bajar y me dirigí presto hacia ellos para darle la bienvenida. 

Y quizá no seria mala idea buscar otra oveja de las que se habian despeñado y preparar un buen fuego para asarla. Se me hizo la boca agua solo de pensarlo...

Me extrañó la mirada de mi tío... Había preocupación en su mirada... Quería creer que era por algo que habían visto o descubierto en su anterior tarea, aún así no me hizo sentir tranquila...

Y ahí estaba el gesto de madre... La indicación de que ya no debía estar ahí... Suspiré para mí, de nuevo era apartada de todo y todos...

Me alejé un poco de madre y me quede deambulando mientras observaba el bosque y los alrededores, sin moverme mucho del lugar en el que nos encontrábamos. 

En cuanto veo que los presentes están distraídos aprovecho para intentar colocarme en una posición que me permita escuchar lo que se va a decir en el interior del derruido torreón, intentando pasar desapercibida mientras me como una manzana apoyada en la pared. 

Mi querido maese Peire, no era mi intención en ningún momento burlarme y si ha sonado a burla le pido mis más sinceras disculpas, sólo intenté recordar a todos la situación que precede a nuestra venida al torreón de una forma que quite tensión a esta situación.

Mi señor Vincenç acompáñenos por favor, a fin de cuentas usted es quien se ha dado cuenta de lo que debemos informar, aunque quizás no haya llegado todavía a la conclusión que ese hecho conlleva, digo mirando a Vincenç mientras sigo de cerca a María de O'lot adentro del torreón.

Antes de entrar, me giro hacia los demás y miro más concretamente a mi sobrina Clara como haciendo hincapié en que sus sentimientos de exclusión son claramente visibles para mi.

Mi señora Clara, digo con voz calmada y más alegre, cuando lo considere oportuno su señora madre conocerá hasta el último detalle de lo acontecido, sin duda lo entenderá mejor cuando sepa dicha información.

Ante el regaño bajo ligeramente la cabeza.

-Madre, lo siento. Hemos tardado más de lo pensado en volver. Mi tío... quería hacer algunas indagaciones. Y en cierta manera fue lo mejor. Gracias ello pudimos establecer algunas cosas, descubrir otras, y evitar un saqueo innecesario. Pero hablaremos de eso después.

Tras acomodarme al paso hago una seña a Dìonis y avanzamos hacia el torreón.

-Lo curioso, es que la gente no mencionara nada de la ovejas. ¿Quizás vinieran de los alrededores? Pero, por lo que intuyo, este lugar no debe ser peligroso.

El interior del torreón está iluminado por el propio sol, que entra por el lugar donde debería estar el techo. Podéis ver los restos de lo acaecido anoche: un hogar quemado, pasos frenéticos... Pero de la espiral o la mancha no veis nada.

https://www.youtube.com/watch?v=i9X4LHumxRk

Os quedáis fuera, escuchando el cant dels ocells, mirando las hojas orgullosas de los pinos por las que se filtra la luz verde del sol. Clara está apoyada en la puerta del torreón comiendo una manzana, y Dionís buscaba algo de comer, habiéndose decidido a bajar hasta el cementerio de ovejas de la vigilia. Había una cierta calma en el ambiente.

Es una pifia. Tú estás convencida de que se emborracharon y se lo inventaron todo (o lo fliparon, vaya).

No ves nada fuera de lo habitual.

¿Mi señora? María parece estar buscando algo en el interior del torreón así que me fijo y encuentro un rastro.

Parece que alguien o algo ha removido recientemente la tierra y las cenizas de la chimenea.

Parece que alguien o algo ha removido recientemente la tierra y las cenizas de la chimenea, ¿Mi señora, ocurre algo?

Escuchas una serie de susurros en el interior, pero nada te parece importante. Fuera, el día espléndido capta tu atención, con el sol iluminando por entero el mundo bajo las estrellas. La mezcla de verde, tierra y el blanco sucio de la nieve fundiéndose hace que las cosas adquieran un contraste extraño. Te gusta el invierno.

De repente, algo capta tu atención. A lo lejos, cabalgando en la dirección general del castillo y la aldea, ves lo que parece un jinete vestido de rojo --pero no distingues nada más, pues está demasiado lejos y se mueve con rapidez. Es sólo un momento, porque desaparece entre los bosques cerca de donde estaba el cementerio abandonado. Tampoco le das una importancia excesiva: no es extraño ver jinetes yendo hacia el castillo portando noticias.

Escudriñé aquel lugar maldito con ojo inquisitorial, pero no logré hallar ni rastro de lo que buscaba. ¿Acaso Dionís me había mentido? ¿Acaso lo había hecho mi hijo?

¿Mi señora, ocurre algo?

Las palabras de Manel me sobresaltaron, pues me encontraron perpleja, cavilando sobre aquel extraño asunto. Rápidamete, me giré y me encaré a mi hijo. 

-No, precisamente eso es lo que sucede, que aquí parece no haber ocurrido nada en absoluto. Un poco de tierra removida... ni marcas malignas en las paredes, ni mucho menos un ejército de ovejas demoníacas...  lo único que cabe concebir en la imaginación es el buen festejo que debisteis disfrutar ayer noche, tú y Dionís.- Mi enfado no era visible, al menos no en mi lenguaje corporal, pues no era dada ni a gestos ni a manierismos. Soltaba mis reproches como dardos, con frialdad pero sin dejar ningún hueco a posibles réplicas. -Ya que ibais a contar una mentira a la ingenua de vuestra madre, podríais haber explicado una que pudieseis demostrar. Tenéis suerte de que haya asuntos más urgentes que atender. O en eso deberíais confiar.

Deje a un lado el papel de madre y asumí de nuevo el de señora de aquella tierra. Mi cuñado parecía haberse distraído con la tierra removida de la torre, así que llamé de nuevo su atención. 

-Y bien, mi señor Manel, ¿Qué nuevas os urgen a acudir a mí con tanta presteza? 

Miro con curiosidad a mi mare y a los restos del hogar.

-Madre, ¿sabías tu de la existencia de este lugar? Porque... Nosotros ignorábamos por completo su existencia. Si quisiéramos mentirte, ¿no hubiera sido más fácil decir que nos quedamos explorando?

En espera a su respuesta observo por todas partes y salgo para buscar el rastro de las ovejas.

-Lo que podría indicarnos la chimenea revuelta, es que alguien ha venido y borrado las marcas

Escuchas un rumor como de voces nerviosas. Algo como que no hay marca alguna en la chimenea, y acusaciones cruzadas.