Partida Rol por web

Si, un pacto entre caballeros ah de respetarse ante todo, hago un ademán con la mano y unos oficiales se llevan la camilla, esa chica es su protegida no? Me quito la chaqueta y se la pongo, creo que será más seguro que vaya con usted, Don Juan hace un ademán de estar de acuerdo con la propuesta. Salimos de ese cuarto sin decir nada más con Luis en una camilla.

Quedas de rodillas sintiéndote mal, tu cuerpo está herido, tu mente confundida, la piel te pica… Don Juan te mira, profunda y seriamente… como preguntándose qué hacer contigo...

Se me iluminó la cara cuando vi a Luis en la camilla.

-Luis...- dije, con un hilo de voz.

Intenté levantarme y ver cómo estaba, pero me dolía tanto la pierna que casi no me podía mover. Levanté la mano cuando se llevaron la camilla y miré al suelo, decepcionada conmigo misma. Tan sólo era ponerme de pie un rato y habría podido verle la cara.

Sentí la chaqueta del policía y le agradecí con la mirada el gesto. Me abracé para paliar un poco el frío que sentía y miré a Don Juan, abochornada.

-Lo siento- fue lo único que se me ocurrió decir-. Lo siento mucho.

Miré la herida de mi pierna, la rojez de mi piel y las manos de sangre. Había sido un día largo y estaba tremendamente cansada.

Suspiré y alcé la vista, mirando a Don Juan.

-¿Qué... qué va a hacer?- pregunté, curiosa, aunque con algo de temor. 

Te miro con dureza.
Que pasará?? Pues lo que tenga que pasar!!! (chasqueo lo dedos) y un grupo de gente te levanta, te inyectan algo y quedas inconsciente.

Despiertas en la mañana en un cuarto muy lujoso y aun más elegante, es un cuarto bastante grande, tienes suero, hay medicamentos a tu alrededor, cuando tomas consciencia sientes dolor no muy fuerte pero aún así molesta mucho, estas vendada… puedes imaginar y usar lo  que ves en el cuarto solo recuerda que es lujoso!

Intenté gritar cuando me administraron aquello, pero caí rendida. Todo se volvió oscuro y dejé de escuchar y sentir lo que pasaba a mi alrededor.

Cuando desperté, fruncí el ceño ante la opulencia de la habitación. Estaba desorientada y un tanto confusa. También me dolía la cabeza.

Hice una mueca de dolor y clavé mis ojos en todas las esquinas de aquella estancia.

-Sí, sí- asentí con la cabeza-. Muy bonito y tal, pero, ¿dónde estoy?- pregunté.

Resoplé, frustrada y recordé todo lo que había ocurrido en el hospital. Qué horror me parecía, ahora que echaba la vista atrás. Fui una chica sin escrúpulos y maté a gente que ni siquiera conocía. Y, lo peor de todo es que disfruté con ello.

Sacudí la cabeza y me centré en la situación en la que ahora me encontraba.

-¡Eh!- grité-. ¿Hay alguien?

Nadie responde a tus preguntas, puedes levantarte y explorar la habitación, según tu propia descripción te estar revolcando en cama.

Esperé paciente a que alguien me contestara. Resoplé cuando me pareció que habían pasado varios minutos y me incorporé en la cama, sintiendo cierto entumecimiento de los huesos.

-Muy bien, pues si no viene nadie, hago lo que me da la gana, como siempre- murmuré para mí misma.

Posé las plantas de los pies en el frío suelo y, despacio, avancé por la habitación mirándolo todo de nuevo, como si fuera la primera vez que posaba mis ojos en aquel lugar.

Me acerqué a la ventana y escruté el exterior con una ceja enarcada. Ni sabía dónde me encontraba.

Suspiré y me dirigí hacia la puerta para salir de allí y descubrir dónde demonios estaba. 

Ok con tu tirada, tu pensamiento es racional pero te inclinas por lo superficial y la calentura.
Sales de la habitación para darte cuenta que estas en un verdadero palacio, es difícil abarcar con la mirada el lugar al que saliste y por lo que se ve es solo  una sala de estar, es realmente elegante y de buen gusto, está construido de tal forma que la luz se filtra en ese habitación caminas un poco y ves una pantalla de plasma tan grande como un automóvil, conectada a un equipo de sonido aún mejor, enciendes la tv, te dejas caer en una especia de sofá a unos metros de distancia, prudente para no quedar ciega cuando de reojo ves otra habitación la puerta está entre abierta y dentro hay varias chicas, muy guapas todas pero se ven ingenuas e inocentes… escuchas ruido y te topas con otra puerta abierta de par en par, en este sitio hay un hombre un poco mayor con un físico excepcionalmente bueno muy bien equipado y no es feo, al menos no del todo, él está violando a una jovencita o eso te parece al acercarte te das cuenta que la esta adiestrando en este arte…
Te doy la batuta!!!

Me quedé con los ojos como platos al ver toda aquella opulencia. 

-Madre...- murmuré, dando vueltas sobre mí misma para contemplar todo aquello sin perderme ni un solo detalle-. Es...

No tenía palabras para describirlo, pero jamás había estado en un lugar como ese en toda mi vida. Y puedo asegurar que he estado en muchos sitios la mar de peculiares, pero como ése, nunca.

Rocé con mis dedos las suaves paredes, toqué las mesas pulidas y alcé la vista para ver las asombrosas lámparas de araña iluminando los pasillos con unos destellos de arco iris en las paredes. De vez en cuando, una brisa se colaba por el corredor y hacía que los cristales de las lámparas tintinearan, lo que me hacía sonreír sin saber muy bien por qué. 

-Jod...- susurré, al ver la televisión enorme-. ¿Y esto?

Reí como una niña pequeña en el día de su cumpleaños y encendí el televisor. Emití un rito ahogado al ver la imagen tan grande y espectacular. El único sitio donde había visto pantallas grandes era en el cine, pero esta televisión era fantástica.

Me senté en el sofá y me acomodé, feliz, mientras miraba la televisión, totalmente divertida. 

Giré la cabeza en cuanto escuché unos ruidos. Fruncí el ceño y me levanté del cómodo sofá. Me dirigí hacia la puerta entreabierta de la cual salían los ruidos y asomé la cabeza, curiosa.

Me llevé una mano a la boca al ver toda esa bacanal formada. El hombre no estaba mal y las chicas parecían muy jóvenes y bonitas, pero no me parecía que la chica con la que estaba aquel hombre, estuviera disfrutando.

-¡Eh!- grité, adentrándome en la habitación-. ¡Déjala en paz!- exigí, acercándome al hombre.

Cerré inmediatamente la boca cuando me di cuenta de que no la estaba precisamente forzando.

-Esto...- había metido la pata hasta el fondo-. Bueno, que me voy a seguir viendo la tele, perdón por la interrupción- me disculpé, un tanto abochornada-. Lo siento- volví a disculparme.

Me giré y me dispuse a salir de la habitación, pese a que sentía en mi entrepierna verdaderas ganas de jugar.

-O, bueno- me detuve con la mano posada en el pomo de la puerta y miré hacia el hombre, sugerente-, quizá, no le importe que una más se una a la fiesta, ¿verdad?- pregunté, divertida, mientras desandaba mis pasos, para volver a acercarme a él-. Puede que nos divirtamos. 

El joven no te hacía demasiado caso, la chica por el contrario te miraba con hosquedad “ y a esta que le pasa?” al  escucharte el chico hablo con desgano –pero que es lo que… voltea a mirarte y se queda boquiabierto, la boca abierta de la estupefacción –eres tú Brunelle??? Arroja a un lado a la chica que estaba penetrando, queda de frente mostrando su maravilloso físico y un enorme pene erecto  -maestra Brunelle hace una reverencia, sería un gran honor que nos ilustrara al escuchar tu nombre la chica bajo la mirada, se puso roja y tenía cara de mucha vergüenza…
Go a head!!!!!

Fruncí el entrecejo cuando aquel tipo me reconoció. 

"Pero, ¿y éste de qué me conoce?", pensé, confusa. "¿Dónde diablos estoy?"

Miré extrañada a ambos, tanto al hombre como a la chica y sonreí.

-Err, sí, soy yo- asentí, sonriendo-. Un placer- añadí, haciendo una ligera inclinación de cabeza.

Me quedé con los ojos muy abiertos cuando el hombre se deshizo de la chica y se quedó frente a mí. Alcé una ceja y lo evalué con la mirada. Me mordí los labios, sintiendo un hormigueo recorrerme la espalda. Obviamente, el hombre estaba de muy buen ver y yo tenía muchas ganas de divertirme.

Me acerqué a él con calma, recreándome en cada paso que daba y rocé con la yema de mis dedos su fuerte torso hasta subir hacia su cuello y lo rodeé con el brazo, acercándolo a mí.

-Así que, quieres que os ilustre, ¿eh?- pregunté, susurrando de manera sensual, a un palmo de distancia sus labios de los míos-. Que así sea, pues- acepté.

Agarré el cuello del hombre y lo atraje aún más hacia mí para plantarle un apasionado beso en los labios al tiempo que jugaban nuestras lenguas en su boca.

Mientras lo besaba deslicé mis manos por su pecho con una dirección muy concreta y sonreí, pícara. Tomé entre mis manos el miembro del hombre y lo masajeé con dulzura, casi con cariño.

-Vamos- animé al hombre, mirándolo fijamente, lasciva-. Quítame la ropa-pedí.

Aquel hombre seguía tus instrucciones, algo lo hacía parecer tenso se notaba muy nervioso algo tendrás que hacer al respecto, por el otro lado la chica esta tirada en el suelo, mini falda, braguitas, blusa pegadita cabello bien peinado… los mira y se ve con demasiada sed de conocimiento, los mira fijamente, observando cada movimiento verte con esa morbosidad le prende pero por el momento ni le notas

Sonreí con un tanto de suficiencia y arrogancia al ver que el hombre estaba algo tenso. Negué con pequeños movimientos la cabeza y posé un dedo en sus labios.

-Oh, no, no, no- dije, besándolo de forma suave y sensual después-. Te noto algo tieso, algo rígido. ¿Qué te pasa, cielo?- pregunté, cogiendo sus manos y llevándolas a mis pechos-. ¿No te gusta lo que ves?- inquirí, fingiendo tristeza-. ¿O es que necesitas que te dé algo más de vida?- sonreí y me incliné hasta ponerme de rodillas, poniendo mi boca a la altura de su entrepierna.

Lo miré desde abajo y tomé entre mis manos su miembro para metérmelo en la boca después y dejar un reguero de saliva cuan largo era. 

Me despegué un momento de él y miré a la chica, tan mona ella. La sonreí y la señalé:

-Cielo, ven aquí y muéstrame de lo que eres capaz- susurré, señalando con mi barbilla mi entrepierna-. Ya sabes a lo que me refiero- la guiñé un ojo y centré toda mi atención de nuevo en el hombre, sin dejar que la chiquilla me respondiera o me replicase. 

El resultado de tus incitaciones fue una cadena de felaciones tú con él, ella con vos.
El se puso rígido, era como ver una varilla salida de una construcción, eso dentro de tu boca podía causar un poco de asfixia, pero la maestría de tu cuerpo no lo permitía, sientes como el tipo se relaja más, pero poco puedes pensar, esa juvenil lengua se mueve con torpeza pero estimulando todos los puntos sensibles “si una mujer sabe donde chupar, eso es seguro”

Sabía que el hombre estaba disfrutando con el juego habilidoso de mi lengua. No era por ser una arrogante, pero se me daba muy bien ese tipo de actos. Los hombres se perdían en cuanto una mujer se metía su miembro en la boca y podía ser dueña de todo su ser, haciendo que el hombre respondiera a todas sus órdenes. Estaba segura de que si a aquel hombre le hubiera pedido en ese momento cualquier cosa, lo hubiera hecho sin preguntarse el porqué. Le sonreí, dedicándome por entero a él, haciendo que disfrutara. No me importaba asfixiarme con su gran tamaño, de hecho eso, sin saber muy bien por qué, me gustaba aún más. El hecho de que el acto fuera un tanto rudo, me ponía a 100.

En cuanto a la chica, se la notaba inexperta y que aún debía de practicar más, pero sabía dónde pillarme el punto y pronto sentí mi entrepierna totalmente mojada debido al orgasmo que me provocó y que yo reprimí mordiendo el miembro del hombre.

Tras practicarle la felación al hombre, le guiñé un ojo y pasé a ponerme a cuatro patas. Alcé las cejas, mirando al hombre, indicando que tenía vía libre para actuar y, después, clavé la mirada en la chica. Hice que se tumbara y me incliné sobre su entrepierna.

-Te voy a enseñar algún que otro truquito- susurré, mirándola-. Pero, has de saber que lo haces muy bien, te lo aseguro- sonreí, y enterré mi cara en sus húmedos genitales, para lamerlos después con mi entrenada lengua, en círculos primero, y de arriba a abajo, después, pegando, de vez en cuando, algún que otro mordisco en su duro clítoris.

Mientras, notaba las acometidas del hombre y no podía reprimir los gemidos que salían por mi boca. 

Aquello me encantaba. 

Aquella chica no dejaba de gemir, te costaba trabajo controlar los movimientos bruscos que hacía; por su parte el muchacho aquel realizaba bien su cometido, era hora de cambiar las poses, tú te sentarías en el él estaría tirado en el suelo, ella sentada en la boca de él.
Aquel pequeño trío estaba bastante bien realizado era una sinfonía de sonidos, gemidos gritos, carne golpeando más carne… por un instante escuchaste al tipo de la TV dando alguna extraña noticia sobre violencia, asesinatos en masa y otras extrañezas pero no le prestaste mucha atención… cuando quisiste mirar la Tv te percataste que había público, los jóvenes de la habitación contigua estaban mirando con todo morbo esa escena:  los jóvenes te miraban con lujuria, pero parecían tener temor de hacer algo oscilaban entre los 14 y los 16 años, las jóvenes lo miraban a él con gusto, se les veía el interés en las caras, pero también lo inocentes pocas sabían lo que era… más bien ninguna… pero ver la cara y escuchar los gemidos de su compañera las animaban, de entre todos ellos solo había tres personas sinceras una pareja que se estaba besando y se acariciaban y un joven que veía la escena con interés mientras se masturbaba miembro en mano.
Nota: todos están vestidos, ninguno tiene cara de maltrato.

Sonreía cada vez más a medida que la chica se agitaba sin poder contenerse. Terminé riendo y poniendo mis manos sobre su vientre para que se estuviera quieta y me dejara disfrutar a mí también.

Sentía que el tiempo se había paralizado, que los minutos ni las horas se sucedían y que el mundo había muerto en aquel preciso instante. ¿A quién le importaba ya lo ocurrido en el hospital? Era tan lejano, que ni me acordaba. Ahora mismo, lo único que me preocupaba era sentirme llena y disfrutar de aquella peculiar bacanal que teníamos entre manos. 

Escuché la televisión y lo que decía, pero no le prestaba atención. Por Dios, ¿quién, en mi situación y sintiendo lo que yo sentía, iba a distraerse con la televisión?

Alcé la vista durante un segundo y comprobé sorprendida, el pequeño corro de gente que se había formado, mirándonos fijamente. Se me ensanchó la sonrisa y me mordí el labio inferior, sintiendo las acometidas del hombre, cada vez con más fuerza.

Clavé mis ojos en un muchacho en particular, no porque me llamara la atención, sino porque quiso el destino que me detuviera un segundo más en su rostro y le indiqué con un gesto de la cabeza que se nos uniera.

-Vamos, dejad de mirar y uníos- propuse-. Es divertido, os lo aseguro- añado, riendo. 

Los jóvenes tímidos se acercaron lentamente con una mezcla de curiosidad y miedo, lentamente los rodearon y se acariciaron, el chico con el miembro de fuera se acerca mucho a ti pero como no tienes accesos se pone tras el chico y lo penetra mientras él te penetra, la parejita no se mueve de lugar simplemente se ponen a follar en el lugar donde están.
Dale buen fin y ganas algo jejeje o extiéndete y arriésgate!!!!

Se me ensanchó la sonrisa entre gemido y gemido. Todo aquello me estaba encantando y disfrutaba como una niña con zapatos nuevos. Guiñé un ojo a la pareja que se mantuvo aparte y disfruté un rato viendo cómo se daban placer entre los dos. Cerré los ojos para recrearme un rato y sentir las penetraciones con más pasión, lo que me llevó a que me contrajera y alcanzara el clímax, gritando y agitándome.

Me separé del hombre y miré al nuevo que se había incorporado y los sonreí a ambos, ocurriéndoseme una idea. Posé con suavidad al hombre en el suelo, tumbándolo. Me senté a horcajadas sobre él, mientras recorría con mi lengua cada centímetro de su cuerpo. Tras ello, me di la vuelta y me tumbé boca arriba sobre él, contoneándome como una gata y tomé entre mis manos su miembro introduciéndomelo en el ano. Me mordí los labios y cerré los ojos de puro placer al sentirlo en mi interior y reí, satisfecha.

Al momento siguiente, los abrí y miré con lascivia al joven. Le indiqué con la mirada que se uniera, y que me penetrara, tumbándose sobre mí. En cuanto lo hizo, estallé de placer.

Sentir en mi entrepierna aquel baile frenético me conducía a la locura. Me pellizqué los pezones y besé con pasión al hombre joven, recorriendo con mi lengua toda su boca, reprimiendo gemido tras gemido. Lo rodeé con mis brazos y clavé las uñas en su espalda en cuanto alcancé el orgasmo.

-Estás aprobado- bromeé, mirándolo y besándolo con lujuria-. Bueno, más que aprobado- añadí, riendo-. Los dos.