Partida Rol por web

El joven instructor rio sarcástico, el chico entrometido rio simplemente.
El primero se levanto y te miraba –ya que estamos en esto, iniciémoslos bien se acomodo a tras un chico bastante guapo le lamio el culo comenzó a follarlo, aquel joven so presto ninguna resistencia, pero parcia estar siendo lastimado, en su rostro se entremezclaba el placer con el dolor, su verdugo parecía satisfecho con el hecho de que no se quejara, estiro sus brazos y se estimulo jugando con los pechos de dos chicas cercanas, el otro chico que te sirvió te miro con unos ojos que decían “te hare sentir orgullosa” se aproximo a ambos chicos y beso apasionadamente al de la expresión dolorida, luego le doblo y lo puso a mamársela, por tu parte contemplabas aquella escena, tal vez el sexo homosexual no era lo tuyo, pero eran tan bien parecidos, tan esculpidos sus cuerpecitos, tan finas sus facciones que te recordaba a los viejos ciclos de lujuria en los palacios romanos, griegos… te comenzaba a calentar el ver, cuando sin percatarte un grupo de chicas te rodearon, una de ellas te besaba salvaje, algo que no correspondía con la timidez reflejada en su cara, un par de ellas tras de ti asomaron sus cabezas para lamer y mordisquear hábilmente tus pezones una más te abrió las piernas e introdujo su nariz en tu vagina, una aun más audaz jugaba con tu trasero y culo…

Enarqué una ceja ante la bacanal de, repentinamente, se había formado. Sonreí y ladeé la cabeza Si bien es cierto que no me gustaba demasiado ver el sexo entre hombres, había que decir que se lo estaban pasando estupendamente y que todos habían aprendido muy bien.

No sé por qué, pero me sentí un tanto orgullosa, como si hubiera sido yo la que ha creado todo aquello, como si fuera la autora de esa diversión.

Fruncí el entrecejo al sentir unas caricias y se me ensanchó la sonrisa cuando vi a las chicas.

-Vaya, vaya- murmuré-. ¿Qué tenemos aquí?- pregunté, dejándome llevar por el momento. 

Comencé a gemir en cuanto sentí las habilidosas manos y la entrenada lengua recorrerme todo mi cuerpo. Reí al sentir un cosquilleo y arqueé un poco la espalda, sin poder contenerme. Tomé entre mis manos el cabello de las chicas que me mordisqueaban los pezones y las insté a que siguieran sin que se detuvieran ni un solo instante.

-Vamos, quiero tocar el maldito cielo- ronroneé, lasciva. 

Es tan placentero y tan grotesco que los cuervos censuraron mi siguiente narración… en fin llegaste al nirvana junto con un coro de voces juveniles y angelicales, jamás en tu vida has sentido o sentirás algo similar a ese inmenso placer, podrías pensar “gracias por dejarme este sensible cuerpo Brunelle”, todo está magnifico cuando entre gemido y gemido escuchas tiros, autos derrapando y todo es fuera del lugar donde estas…  Tú eres la responsable de ellos, como evitas una catástrofe??

Verdaderamente, estaba en el maldito cielo con esa irresistible bacanal. Me encontraba tan caliente y tan morbosa que casi ni me di cuenta en los ruidos que provenían del exterior.

Fruncí el entrecejo y dejé de besas los pezones de una las chicas. Me incorporé y salí de ahí, dirigiéndome a la entrada, poniendo la oreja e intentando reconocer los ruidos que se sucedían allí cerca.

-Oh, mierda- murmuré, al escuchar los tiros.

Miré a los muchachos y la chicas que se divertían y bajé la mirada. No los iba a interrumpir. Me encogí de hombros y salí de esa habitación para buscar algo de ropa y ponerme a salvo de aquella situación. 

Ok regresas al cuarto de donde saliste, hay un armario enorme con ropas que abarcan de los más fino a lo más corriente, disfraces, zapatos, zapatillas, botas… ropa interior toda de marca con encaje, seda, brillos… en fin ropa de todo tipo: en el tocador hay estuches de maquillajes demasiado surtidos, hay perfumes, val erinas, gorros, sombreros, collares… accesorios, como que te da la impresión de ver bajo tu cama, al hacerlo encuentras cajitas con joyas finas de piedras y metales preciosos; a simple vista es lo que vislumbras descríbeme detalladamente que te pones, con que te adornas (si es que lo haces) y tu siguiente acción (no hay mas tiroteos aunque hay alboroto, según los dados no tienes preocupación de ello… aún

Con el pulso acelerado, volví a la habitación donde me desperté y di vueltas como una peonza, nerviosa.

-Mierda, mierda, mierda- murmuraba, temiéndome lo peor e imaginándome todo lo que podía estar pasando.

Resoplé y me llevé las manos a los ojos. Me los froté,como si fuese así a salir de una pesadilla, y miré a mi alrededor, buscando algún tipo de solución o alguna escapatoria.

Me fijé en el armario y corrí hacia él para, de momento, ponerme algo de ropa y no coger frío. Abrí las puertas y me quedé con la boca abierta al ver la clase de ropa que había allí. Toqué las telas, los encajes, despreocupándome por un momento de todo lo que me rodeaba.

Sacudí la cabeza, enfadada conmigo misma y pensé en qué ponerme.

-Vamos a ver esta casa parece de alto lujo. Quizá debería hacerme pasar por una asquerosa rica- dije, para mis adentros, murmurando-. Tal vez, pase desapercibida- aunque, más bien, lo deseaba.

Cogí un llamativo picardías y unas medias a juego junto con un tanga y me los puse rápidamente, pensando en que si se terciaba alguna situación ardiente, al menos que estuviera preparada.

Tomé un suave vestido de color rojo con un pronunciado escote y me lo puse con cuidado de no romper la fina tela. La caída del vestido era muy vistoso y vaporoso, con un poco de suerte se fijarían en la ropa y no en la persona.

Tomé unos tacones altos, negros con broches a los lados de lo que a mí me parecieron que eran de plata. Me encogí de hombros sin darle demasiada importancia y fui al tocador.

Me senté y miré mi reflejo. Mi cara mostraba signos de nerviosismo y gran excitación por lo que tomé el maquillaje en intenté suavizar los tonos de mi cara y mostrar un rostro más altivo, orgulloso y sexy.

Me recogí el pelo con un complicado moño, dejando caer algún que otro mechón como si fuera un descuido, aunque estaba totalmente calculado y valoré mi aspecto. Asentí con la cabeza y cogí algo de perfume. Me eché en cuello y muñecas y busqué algún collar para acompañarlo todo. 

Tomé un collar largo de perlas negras y unos pendientes de cristal, así como un brazalete de plata. Valoré mi aspecto por una última vez y, satisfecha, salí de aquel cuarto.

Ok, quedaste provocativa y rica muajajaja (hay que sacar lo guarro disculpa).
Según los dados…
Quedas bien convencida de ser brillante y estar espectacular, así que sales y regresas al cuarto donde estaban tus pupilos, aquel con rango de instructor saco un arma de un cajón cuando entras te mira y queda embobado con tu belleza, al igual que el resto de los chicos y chicas… salió de su ensimismamiento y se puso un poco serio –esperen aquí, iré a ver qué pasa da unos pasos para salir de aquel lugar –Brunelle, espera aquí, si algo me sucede hazte cargo de ellos vale? (te guiña un ojo mientras le echa un vistazo a los chicos) el joven sale y se escuchan disparos, maldiciones y gritos, tras un azotón de puerta entra el chico con algunos más casi todos ellos heridos con armas de fuego.

Tras mirarme una última vez en el espejo y evaluar mi figura y aspecto, salí de la habitación y volví junto a los demás.

Me sentía un tanto torpe con los tacones y creía que, más de una vez, iba a estrellarme contra el suelo, pero conseguí dominarlos al rato y me mantuve erguida. Si me viera un extraño, creía que estaba ante una gran dama, rica, poderosa y tremendamente influyente.

O, al menos, esa era la imagen que quería dar.

Miré el arma que portaba en hombre y aparté la vista inmediatamente. Desde lo del hospital, no quería volver a ver armas en mi vida. Ni coger una tampoco. Fue horroroso. En ese momento, al recordarlo me parecía que había hecho algo horrible y atroz, pero, cuando estaba con la pistola en la mano, matando gente, me pareció la maldita gloria. Jamás en mi vida se ne había pasado por la cabeza que un arma en mis manos podía hacerme cambiar tanto.

Escuché las palabras del hombre y asentí, conforme. Miré a los demás e intenté tranquilizarlos sonriendo y diciendo que todo iría bien, que estaba todo bajo control.

Ni yo misma me lo creía. 

A medida que pasaba el tiempo y los tiros y los ruidos se sucedían, me ponía más nerviosa, aunque intentaba por todos los medios evitar que se me notara. 

Al regresar aquel joven con algunos de sus amigos todos ellos heridos, sentiste un poco de presión en el pecho… tu primera impresión era salir corriendo pero algo en tu cuerpo no te lo permitía una especie de verdadera preocupación para con esos casi niños… “mierda” algo tendrás que hacer para calmar a tu cuerpo…

Se me cortó la respiración al ver las heridas. No sabía que la cosa se estaba poniendo tan fea.

Quería irme de allí. Dejarlos tirados y salir de la casa y ponerme a salvo, pero no sabía por qué algo me lo impedía... Quizá, fuera el remordimiento... o mi consciencia que no me dejaba actuar como una cobarde.

Sea como fuere, me quedé plantada allí, sin saber qué hacer y con la cabeza hecha un lío.

-¿Qué coño hago?- murmuré, frunciendo el entrecejo, preocupada. 

Comienzas a tener el presentimiento de que si los dejas así, los que los hirieron entraran y los masacraran a todos… esta clase de problemas se resuelve con carne, con carne y astucia!!! La preocupación hizo regresar al yo verdadero de ese cuerpo no al 100% pero si con la fuerza para guiarte en más o menos como librar eso (te doy la idea desarrolla vos).

Un calor se apodera de ti, tu entrepierna se humedece un poco, tu actitud se convierte en seguridad pura irradias sexualidad y hasta tienes una hermosa sonrisa, (tu otro yo se relaja y siendo militar pues algún atributo bélico debes tener no???, solo por si las cosas se te salen de control).

Ideas un plan clásico para esta situación, negociar es una opción y si  algo sabes es que una buena cogida cierra tratos ventajosos (al menos para ti jeje) le dices a los chicos que se pasen a otro cuarto a tratar de curarse, tomas algunos de los aprendices y les das las instrucciones de limpiar la sangre en el suelo, es cuestión de tiempo para que ellos lleguen así que tomas a algunas de las niñas y montas y un buen espectáculo por si ellos se aparecen, llamar la atención y desviarla no es difícil o si?

(empieza describiendo la escena y montando el show) ya iran entrando los hombres en mis post siguientes

Ladeé la cabeza y me quedé pensando durante unos minutos. Egoístamente, quería irme de allí, salvarme el culo y dejar a los niños plantados, sin pensar en si saldrán de esta o los matarán a todos. Pero, por otro lado, sabía que yo no era así. No era el tipo de persona que deja colgadas a las personas por el mero hecho de salvarme yo misma. No era esa persona y no quería convertirme en una.

Suspiré y miré, uno a uno y lentamente, a todas las caras de todos los muchachos que estaban allí. Me detuve durante un milésima de segundo más en aquellas personas que estaban heridas y me mordí el labio inferior. Se me estaba ocurriendo algo, pero no estaba segura de si iba a salir bien.

-De todas formas, no lo sabré de ninguna otra manera y no tengo nada que perder, así que...- murmuré para mí misma, dando un par de pasos por la habitación y haciendo sonar los tacones en el suelo.

Cogí a un chico y le indiqué:

-Vamos a ver, tú te vas a encargar de que los que están heridos se recuperen y no les pase nada, ¿de acuerdo?- ordené, recordando mis años de instrucción en el ejército-. Los cuidarás y si se pone fea la cosa, os iréis de aquí inmediatamente, ¿queda claro?

Ni me molesté en esperar su respuesta. Me giré en seguida y continué mirando a los demás. 

-Las chicas- señalé-, vosotras os quedaréis conmigo- sonreí-. Vamos a calentar esto de tal manera que no quieran pensar en pegar tiros.

Señalé con la barbilla a los demás para que se marcharan y salieran de allí inmediatamente y clavé mi mirada en las chicas.

-Esto será un tanto difícil, pero es sólo interpretar- respiré y les expliqué la idea-. Esto- señalé la habitación, refiriéndome a la casa- es una casa de citas, vamos, un prostíbulo- aclaré-. Vosotras sois mis chicas y yo soy la que lleva todo esto. No vamos a pelear, ni vamos a sacar esto de quicio, sino que vamos a mentir, vamos a usar nuestras armas de mujer- las guiñé un ojo para que me entendieran por dónde iba- y haremos que se olviden de sus rifles para que tomen entre manos otro tipo de pistola- reí con el doble sentido-. Poneos la ropa más sensual y sugerente que se os ocurra. Después, volveréis aquí y os pondréis, no sé, por parejas y tríos. Montáoslo bien, como si vuestra vida estuviera en ello- añadí, pensando para mis adentros que era sí.

Di una palmada para que se dieran prisa y me miré en un espejo una vez más para evaluar mi aspecto. Me concentré y pensé en que podía hacerlo. En que podíamos salir de ésta con ingenio y astucia.

En cuanto volvieron, las indiqué dónde posicionarse y cómo y, tras asentir conforme, salí de la habitación y cerré, esperando a que subieran los hombres. Respiré hondo, y puse la cabeza bien arriba, arrogante, como si me ofendiera terriblemente que entraran en mi casa pegando tiros, pero a la vez quería dar una imagen de accesible, como si, en el fondo, ellos tuvieran una posición superior a la mía y yo sólo me podía conformar con una posición sumisa y obediente. Eso a los hombres les encantaba. El hecho de llevar el control incluso en la cama los ponía a 100, por lo que me estuve mentalizando con la idea de que una posible sesión de sado pudiera ser la más apropiada para que aquellos tipos se descargaran un poco y después desaparecieran.

Sonreí, imaginándome la escena y sentí un hormigueo recorrerme la espalda, dichosa. Esperé con impaciencia a que llegara todo aquello.

Al momento tus chicos entendieron lo fuerte de ese problema, así que sin ningún reproche hicieron lo que se les ordeno, unos limpiaron otros llevaron a un cuarto que sirve de enfermería, recordad que el palacio de Don Juan es realmente grande!!, tus chicas se movieron a toda carrera para verse lo más provocativas posibles.
Al poco rato las pudiste ver así:

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te dejo un turno para que decidas bien tu estrategia, tambien si quieres dirigirte a ellas ponles apodo.

Me entusiasmaba que aquellos muchachos respondieran tan bien a mis órdenes. Creía que no había tiempo que perder y que las preguntas eran para otro momento.

Sonreí con satisfacción al ver a las chicas y dije:

-Traed a algún muchacho. Alguno que sea bueno en esto, ya me entendéis- añadí, guiñándoles el ojo- y que sea de buen ver.

Me giré y miré a otras dos chicas.

-Vosotras, encargaos de traer algo de comida, bebida, lo que se os ocurra con tal de encantar a nuestros invitados- dije, señalándolas-. No tardéis.

Tras aquellas precisiones de última hora, asentí con la cabeza como confirmándome una idea y dándome fuerzas para afrontar aquello. Si la farsa no salía bien, no sabría cómo salir de ahí.

-Más nos vale tener suerte- murmuré.

Un instante pasó y la chica regreso con 5 voluntarios a ese lugar tres de ellos jugando así:

Los otros dos venían de meseros, meseros con el dorso descubierto, bien arreglados, y con ropa que resaltaba todo lo que se podía resaltar (jejeje)

Todos listos y en sus posiciones cuando se escucha azotar la puerta, entra un hombre gordo horrible gritando y dando tiros:

-¿Dónde esta?!!!! ¿Dónde está ese horrible y despreciable? Díganme o los mató.
Es lo que se escucha, pero todo es desde afuera, cuando da la vuelta para ver el ruido en aquel cuarto se topa con…

Sonreí al ver a los muchachos y asentí con la cabeza, satisfecha.

-De acuerdo, recordad que esto, ahora mismo, es un lugar de lujo, donde las personas vienen y se divierten de la mejor forma que todos sabemos, ya me entendéis- añadí, alzando las cejas, con una media sonrisa.

Al momento siguiente, escuché las voces y noté mi cuerpo estremecerse como si no estuviera preparada para lo que se avecinaba. Respiré profundamente y cerré los ojos durante un momento, para concentrarme y creerme mi propia mentira.

-Bien, allá vamos- murmuré, convenciéndome.

Caminé segura y creyéndome que todo iba a salir bien. 

Sales caminando al encuentro de ese hombre, cuando te siente pone su arma en tu cabeza sin si quiera mirarte, da un buen jalón a su puro y al soltarlo te mira a los ojos -¿Dónde está ese bastardo? No parece tener ningún interés en ti pero de reojo notas una erección.

Sonreí en cuanto me puso el arma en la cabeza. Si creían que podían ir de tipos duros y dando voces por toda la casa, estaban muy equivocados.

Escuché su pregunta y la ignoré, sonriendo con sensualidad y viendo por el rabillo del ojo su abultada entrepierna. Aquello me dio fuerzas. Como si fuera lo que necesitaba para seguir adelante con aquel plan, con aquella farsa.

-Tranquilízate, querido- ronroneé, girándome lentamente, moviéndome despacio para que un tipo como él se fijara en mí y no perdiera detalle-. Estás demasiado tenso- recurrí a la frase típica y le guiñé un ojo.

Con delicadeza y suavidad, sabiendo lo mucho que me arriesgaba en una situación como esa, cogí la mano que tenía la pistola y desde mi cabeza la bajé hasta la altura de mi boca.

Me pasé la lengua por los labios y me introduje en la boca el cañón del arma con tranquilidad, recreándome a cada centímetro que me metía. No aparté la mirada de los ojos de aquel tipo y subí y bajé a lo largo de la pistola, despacio, sabiéndome a boca a hierro. 

Saqué de mi boca el arma y un hilillo de saliva se quedó colgando, como si aún nos uniera. Miré fijamente al hombre y junté mi cadera con la suya.

-¿Seguro que no quieres relajarte antes?- pregunté, jugando con mis dedos en la hebilla de su cinturón.