Partida Rol por web

Oberyn se aproximó a Alyra, situándose a su lado. A diferencia de con Lady Lenia, el dorniense mantuvo cierta distancia con la joven, aunque se mantenía lo suficientemente cerca como para que sus palabras no pudieran ser escuchadas por el resto de los presentes.

-He hablado con vuestra hermana acerca de su situación -admitió el dorniense, entre susurros-. Tal vez os resulte descabellado, pero estoy empezando a pensar que la irritación de garganta de Lady Lenia no es casual. Ella misma también lo cree, y estoy seguro de que vos también habéis valorado esa opción. Primero el hedor en el Gran Comedor, dejar a Lenia sin voz y una serie de rumores que dejan en mal lugar a varias de vuestras hermanas. Parece como si alguien pretendiera hundir en el barro a la Casa Vaelys. -No había sonrisas en el rostro de Oberyn, tan solo una expresión severa que indicaba que no se encontraba contento ante semejante situación-. Por el afecto que siento hacia vuestro padre, me siento en la necesidad de ayudar a acabar con la humillación que vuestra Casa está sufriendo. Decidme, Lady Alyra, ¿quién podría estar moviendo los hilos de estos terribles acontecimientos?

El príncipe calló para sí los datos de los que disponía. No por desconfianza ni por conveniencia. Necesitaba saber que Alyra era una persona en la que pudiera confiar los rumores ya comprobados y las teorías que había formado a partir de ellos.

Lenia asintió obediente y comprensiva ante las palabras del norteño, sabía que era lo correcto y no tenían más remedio que soportarlo. Galbart sonrió, su madurez, oculta tras ese rostro angelical demostraba que no se había equivocado, la joven Vaelys era aquella mujer que había ido a buscar con esperanza y sus ojos brillaron de emoción.

Cita:

La ilusión se apoderó de Galbart y el deseo de estar a solas con ella aumentó. Él era un hombre seguro de sí mismo, duro, curtido y no se amedrentaba con facilidad, pero en los asuntos del corazón se había percatado de que era débil, inexperto y aquella muchacha, aquella mujer que tan sólo conocía desde hace una mañana había conquistado su duro corazón.

El norteño rió por lo bajo al ver el dibujo en la pizarra, la mirada traviesa y juguetona de Lenia le podía, ese nuevo roce de las manos alimentó su ansia juguetona y rebelde que ella destilaba. Galbart no pudo evitar seguirle el juego y mientras iniciaban el camino de camino a paso lento se inclinó un instante hacia ella-Has encendido una llama que no vas a poder apagar, hagas lo que hagas-dijo insinuante mientras terminaban de recorrer el trecho que les quedaba hasta la carpa.

Lenia no había tardado en aceptar que Galbart le hablara y con el gesto que su hermana mayor le había hecho, le había quedo más que claro la necesidad de su hermana de atender al norteño, Alyra se guardó sus opiniones, no solía interferir en las decisiones de las demás personas, a menos que fuese evidentemente una ruta derecha al barranco y sólo lo hacía a modo de consejo. Suspiró y comenzó a caminar sola, siendo abordada por el príncipe que comenzó a hablar de la ciudadela y su pasado como erudito. 

— me imagino, la ciudadela debe ser como el muro, exigen la consagración a un solo objetivo en ambos lugares— le responde con una sonrisa a pesar del comentario que había hecho, era una meditación — siempre me ha llamado la atención la ciudadela, mejor dicho, lo que en ella se guarda, muchas veces lamenté que solo fueran los varones los llamados a tener aquellos conocimientos, y debo decir que detesté siempre la idea de no ser capaz de aprender solo por mi género — había tenido suerte eso sí, su padre le había permitido acceder a una instrucción que pocas damas podrían tener, además su propia curiosidad la había llevado a estudios que ocupaban gran parte de su tiempo, lo que alimentaba un gran miedo, el hecho de su marido no comprendiera aquellas inquietudes. — pero bueno, ¿cuales eslabones alcanzó a tener, príncipe? — estaba entusiasmada con aquella conversación y ambos se quedarían más atrás, sin embargo el gesto cordial de Alyra cambió a uno más serio y contenido, mientras caminaban detrás de Tyler y Mira hacia la pérgola. 

El mismo príncipe le revela lo que había conversado con Lenia, lo que había descartado una de las deducciones de Alyra, el príncipe no estaba ahí a petición de su padre para ayudarlo con las confabulaciones que se cernían sobre la fortaleza, la joven arrugó el ceño y esa expresión relevaba que no le estaba diciendo nada nuevo. Por desgracia. Otra cosa, se da cuenta que el príncipe mantiene una mayor distancia que con su hermana, y no sabe como tomarse ese hecho, la verdad.

— si fuera solo un hecho, sería solo mala suerte, pero son muchas y eso genera un patrón — de hecho ella ya se lo había comentado a Lenia — la voz de Lenia, la tartamudez de Mira, ese hedor que solo aparece cuando Tabitha está cerca — obvio que se había dado cuenta, lo había notado cuando estuvo en el recibidor y el olor había comenzado con la llegado Tabitha e ido apenas ella había salido por las puertas, por otro lado, ese olor solo estaba cuando Tabitha estaba presente — mi cara enrojecida y que comienza a dolerme, y claro, los rumores, todos esos rumores de hijos bastardos, embarazos y confabulaciones de asesinatos — levantó las cejas y mira de reojo al hombre, sus labios mostraban una molestia creciente, la chica deseaba estrujar el cuello del que estaba detrás de todo eso aunque intentaba mantenerse serena — todo bellamente orquestado en este momento, cuando una de nosotras debe casarse para evitar que la fortuna de mi casa pase al siguiente heredero varón... ah... y claro, olvidaba las muertes de mis hermanos... — se encoge de hombros, esa rabia con la que hablaba era reemplazada por pena y cansancio.

— pensé que mi padre lo había llamado para ayudarlo con todo esto — le confiesa — pero creo que no, lo que me hace preguntarme porqué ha venido, pero creo que es un buen hombre, a pesar de toda la fama que lo antecede, es alguien leal, incluso con sus hijas que no debería haberlo sido, lo que valoro, por eso... mucho de hecho — lo vuelve a mirar a los ojos — como dije, no sé quien está detrás, podría ser Lady Astrid que busca quedarse con todo... aunque no tiene sentido, ella tiene muchas más opciones que nosotras, aunque no sé si está afectada con algo parecido a nosotras, o podría ser Ser Edric quien sería el único beneficiado con todo esto, pero si me pregunta, todas estas cosas parecen ser más la mano de una mujer, y si es así no puedo imaginarme quién es y deseo encontrar a esa persona — había hablado demasiado, confiado en este hombre, pero como dijo, tenía una buena impresión del hombre y no sabía ya con quien hablar, sólo era una chiquilla jugando a ser adulta.

—ya... tengo a mis sirvientes más leales, mis amigos más bien al tanto de parte de los rumores, les he pedido que me informen y que intenten investigar de donde vienen, sin embargo creo que es desde fuera, pues muchos de los rumores no tienen sentido, por lo menos algunos de ellos pero no se condicen ni por asomo con algunos los secretos detrás de estas puertas... — básicamente estos rumores podrían ser mucho peor si la información viniera de dentro. — parecen más bastonazos de ciego, pero solo requiere la duda para arruinar a una dama y a una familia — así que no importaba si fueran verdad, lo importante es que alguien pudiera creerlos. 

-Habéis llegado a la misma conclusión que yo, Lady Alyra -admitió el dorniense, asintiendo satisfecho ante las palabras que le había dirigido la cuarta hija de la Casa Vaelys-. Ser Edric y vuestra hermana Astrid son mis principales sospechosos. Sería lógico pensar que Lady Astrid quiera asegurar toda opción a obtener un buen matrimonio para la Casa Vaelys, pero, por otra parte, sus intenciones carecen de sentido. Todos los pretendientes revolotearán a su alrededor porque es el plato fuerte. E incluso ella misma podrá elegir con quien despojarse. Quien se case con ella, se convertirá en el legítimo señor de la Fortaleza de Sangre. Lady Astrid obtendrá un esposo casi con total seguridad, por lo que es extraño pensar que ella esté provocando todos estos acontecimientos. No obstante, Lady Alyra, la pregunta es, ¿consideráis a vuestra hermana capaz de haceros esto?

Oberyn hizo una pausa, dejando que Alyra se lo replanteara. Por su parte, él se encontraba indeciso. No deseaba pensar que aquella hermosa chiquilla a cuyo nacimiento incluso había asistido pudiera ser capaz de obrar en contra de sus propias hermanas de una forma tan vil, mas por otro lado el príncipe sabía que Lady Astrid había pasado buena parte de su juventud en Roca Casterly.

-Desgraciadamente, tal vez Lady Astrid tenga más de Lannister que de Vaelys -declaró el dorniense, con amargura-. Por otra parte, Ser Edric Colina sería el principal beneficiado si ninguna hija Vaelys lograra obtener un matrimonio, pero como vos habéis dicho, el modo de actuar de este saboteador recuerda más al de una mujer que al de un hombre. No apostaría por Ser Edric, aunque no deja de ser otro sospechoso a tener en cuenta. Quizá la persona a la que vos y yo buscamos no sea ninguna de nuestras dos opciones y esté pasando desapercibido en estos momentos. -Oberyn se aproximó entonces más a la muchacha, y acercó su boca al oído de la joven, bajando aún más su tono-. Os dije antes que érais la viva imagen de vuestro padre en su juventud, y no me equivoqué. Tenéis su mismo coraje. Si fuérais mi hija, estaría muy orgulloso de vos.

Mientras caminaban detrás de Mira y Ser Tyler, el dorniense se aproximó para susurrar algunas palabras a Lady Alyra. Luego se apresuró a añadir:

-La Ciudadela cuenta con la mayor biblioteca de todo el mundo conocido. El mayor conocimiento sobre nuestra Historia reside allí -admitió el dorniense, recordando sus años como novicio-. Desgraciadamente, como habéis dicho, ese saber se reserva sólo para los varones. No debéis lamentar que a causa de vuestro género no se os permita convertiros en una erudita. Son los hombres que siguen rigiendo este mundo los que deberían lamentar su falta de lucidez al negaros a las mujeres las mismas oportunidades que poseemos los varones. Por eso mismo, decidí ser yo quien me encargara personalmente de ofrecer a mis hijas la educación e instrucción que necesitaban. -El príncipe recordó entonces la pregunta que le había hecho Lady Alyra acerca de los eslabones de su cadena y esbozó una ligera sonrisa-: Obtuve seis. Hierro negro por crianza de cuervos, cobre por Historia, bronce por Astronomía, oro amarillo por Economía, Hierro por Ciencias de la Guerra y acero por mis dotes de herrería. Abandoné Antigua antes de lograr obtener el séptimo.

Similares conclusiones pues derivaban de hechos que hacían concluir en los sospechosos evidentes, y que despertaba las suspicacias entre el hombre y la joven, la que mantuvo la integridad cuando le susurró al oído, Alyra no era muy dada a las nuestras de coquetería o cercanía masculina, más cuando estaba concentrada en algún tema, en palabras sencillas a ella se le conquistaba de otra forma y cuando estaba absorta en algo, nada más existía que ese objetivo.

— Lady Astrid es efectivamente una Lannister, no es parte de mi familia — sentenció sin dudar, de ahí que la llamada Lady y no hermana — y si bien los pretendientes robolotean en torno a ella, sabe que quien quede con la fortuna y el titulo será la primera que se case, es decir, todas tenemos las mismas opciones, el mayorazgo no la favorece en este punto,  — indicó la joven, pues esa era la mayor sospecha que tenía, pues el rumor que había escuchado sobre ella era inocuo prácticamente — pero aún me cuesta pensar que ella sea capaz de todo esto, sin embargo son tácticas propias de los Lannister, algo infantiles eso sí — mojó sus labios, siempre había detestado que ella tuviera toda la atención mientras que ella, por más que se esforzara, era relegada, después de todo solo era la cuarta hija, lo que la llevó a tener una vida solitaria al no encajar en lo que se esperaba de ella.

— pero no quiero detenerme solo en ella, aún confió que puede no serlo, además, se me hace demasiado obvio, al igual que Colina, y como dije, los rumores son burdos, pudiendo ser mil veces peor — y eso sí que lo sabía, Astrid era lista, no le hubiera costado sacar a la luz verdaderos escándalos.— y no sé si me parezco a mi padre, solo soy yo... creo — dudó en sus palabras finales, y hubo pesadumbre en su rostro, muchas veces hubiera deseado que sus padres le dijeran algo así, que se sentían orgullos de ella, y ahí, en esa cercanía le sonrió de nuevo, el príncipe podría verse reflejado en sus pupilas oscuras y sentir el ligero aroma a lavanda de su piel lastimada por los granos y la alergia.

— ummm creo que en ese sentido he sido una privilegiada, creo que al no esperar mucho de mí y de mi nula habilidad para la aguja y el canto — la verdad es que era entonada, pero no le gustaba cantar porque sabía que Lenia era mucho mejor — he podido aprender otras áreas, digo, deteste que le conocimiento este vetado a las mujeres, por eso hice algo y mis padres me apoyaron, dejándome aprender sobre enconomia y administración, historia y religión, asi que quizás nunca consiga un eslabón, pero creo que puedo superarlo — se río de buena gana— y he estado leyendo sobre la guerra y estrategia, que también desearía aprender con un maestro, claro, sé que soy joven y aún estoy aprendiendo de mis profesores, pero siempre hay tiempo para leer... estudiar  — dice con mayor entusiasmo aunque si fuera racional, entre sus clases y las demasiado cosas que hacía, apenas tenía tiempo para otras actividades tan sencillas como dormir bien por ejemplo,  pero era feliz haciendo eso y esa felicidad se demostraba al distender un poco su propio discurso, saliéndose de lo que generalmente hablaba, pero guardando la otra actividad que era su verdadera pasión. 

Alyra fue ágil en el asunto del dorniense y Lenia. Pronto los cuchicheos cesaron, aunque Galbart no perdió ocasión para llevarse a la tercera hija Vaelys. Tyler les observaría alejarse, habiendo dedicado una mirada a los ojos de lady Lenia, una mirada en la que ella vería que no era juzgada, pero sí que el caballero no estaba ciego y albergaba una cierta tristeza, o quizás temor.

Caminaba junto a Mira, pero escuchaba la conversación del príncipe Oberyn con Alyra. 

Le sorprendió mucho que Oberyn hubiese estado en la ciudadela y que hubiese logrado hasta seis eslabones.

-¿A qué edad ingresasteis como novicio?- Se interesó. Desde luego la obtención de seis eslabones no se conseguía en dos días, sin duda el príncipe debía haber vivido en la Ciudadela bastantes años. Le costaba imaginarlo allí, comportándose como algo parecido a un hombre santo. 

Quizás eso explicaría su fama. Un hombre cultivado, pero de instintos oprimidos durante largo tiempo. Al deshacerse de todas aquellas promesas de rectitud y castidad pasaría de hombre libre a hombre libertino en muy poco tiempo.

Tyler imaginaba la caída espiritual de Oberyn mientras aguardaba su respuesta, si tenía a bien dársela.

Por otro lado el caballero conocía algo de los gustos de Alyra. Una ligera sonrisa se dibujó en su rostro, a la joven le debía resultar irresistible todo aquello de lo que la víbora le estaba hablando.

-Desconozco si vuestra hermana Astrid podría ser la artífice de las desventuras que os están sucediendo, aunque cabe la posibilidad de que quien se haya encargado de dañaros a vos y a vuestras tres hermanas no sea la misma persona que está esparciendo esos rumores. -Pese a que Lady Astrid y Ser Edric eran sus principales sospechosos, el dorniense deseaba exponer a la joven Vaelys la totalidad de la información de la que disponía-. También ha habido rumores que hablaban sobre ella, y no decían nada bueno, por cierto. Esas calumnias se referían a una posible relación de Lady Astrid con el mayordomo Evan Ross e incluso afirmaban que no era hija legítima de vuestro padre. Que haya rumores sobre ella podría ser un indicativo de que Lady Astrid no los ha difundido, aunque no deja de ser llamativo que sea la única hija Vaelys que no ha sufrido algún percance.

Oberyn prefirió no revelar la naturaleza del resto de los rumores, que a sus ojos no dejaban de ser burdas mentiras. Pese a que Lenia y Alyra habían demostrado ser unas jóvenes de carácter fuerte, deseaba poder evitarles el mal trago de tener que escucharlos.

Sin embargo, al advertir la sonrisa de Alyra tras el comentario que antes había realizado, una duda asaltó su cabeza. La muchacha había mostrado interés por los conocimientos de los maestres y convertirse en una erudita, y además en ausencia de su padre se desempeñaba frente a los invitados con la educación y el porte que se esperaría de una Señora de la Casa. A falta de conocer de manera más personal a Tabitha y Astrid, el dorniense veía en Alyra a la persona idónea para hacerse cargo de la Fortaleza de la Sangre algún día.

-¿Vuestro padre -bajó aún más la voz mientras se lo preguntaba- os enseñó a blandir la espada? Me resulta extraño que una joven con vuestra fortaleza e inquietudes no haya valorado otras formas con las que proteger a su familia de las amenazas enemigas. Mediante las armas, por ejemplo. Puede que seáis una dama, Lady Alyra, pero eso no os exime de poder ser también una guerrera.

El dorniense asintió ante las palabras de Alyra. Pese a que la joven aún no había alcanzado la veintena, parecía curtida en diversas materias. Que hubiera recibido una educación sobre economía, historia o el arte de la guerra sólo era una muestra más de que aquella joven estaba más que capacitada para suceder a su padre como Señora de la Fortaleza de Sangre.

-Una dama versada en toda clase de conocimiento nunca podrá ser engañada por sus enemigos -afirmó Oberyn, observando a la joven Vaelys con un profundo respeto. En su fuero interno, intuía que, dentro de una generación, serían mujeres como su sobrina Ariane o la propia Lady Alyra las que decidieran los destinos de sus Casas.

El príncipe dorniense escuchó entonces la pregunta de Ser Tyler acerca de su pasado como novicio en la Ciudadela.

-Ingresé apenas unos meses después de mi decimosexto día del nombre -respondió, haciendo memoria-. Debía contar, más o menos, con la misma edad que Lady Alyra. No transcurrieron más de tres años cuando decidí abandonar Antigua y buscar emociones fuertes entre las filas de los Segundos Hijos.

Oberyn advirtió que más caballeros acababan de llegar a los jardines de la fortaleza: Ser Lance Dayne, Ser Ulrich von Liechtenstein y Alester Marbrand. Esbozó una leve sonrisa amarga al advertir que Lord Rhys aún no había aparecido. Se preguntó dónde se hallaría su viejo amigo.

La gente tenía razón: los jardines de la Fortaleza de Sangre son hermosos. Nada más salir, Alester se quedó un momento parado, mirando a su alrededor. Seguía prefiriendo un bosque, aun así, más caótico y salvaje; pero no podía negar que el entorno que tenían en esta casa era más agradable que el de Marcaceniza.

Avanzó hasta el grupo que ya había salido. Los miró uno a uno, preguntándose si había llegado la persona con quien más quería hablar en ese momento. Se decepcionó al ver que no estaba entre ellos, aunque su paciencia era una de sus mayores virtudes. Podía esperar un poco más. 

Se acercó entonces a Ser Galbart. Le había sorprendido ver que Lady Alyra y él no habían salido juntos al jardín, pues había creído que ambos iban a tratar temas personas; al ver que ahora, además, ella había retomado su charla con el dorniense, Alester decidió entablar una conversación privada con el norteño.

- Espero no haber creado un momento… -Hizo una pausa, buscando la palabra correcta-. ...digamos violento antes –le dijo, recordando la incomodidad de Alyra cuando él los dejó a solas-. Pensé que teníais algo importante y privado de lo que hablar con Lady Alyra. Aunque temo que a la dama no le ha sentado demasiado bien. 

la llegada de los invitados al jardín indicó que ya no había demasiado tiempo para seguir esperando a sus padres o para esperar a Ginevra que seguía brillando por su ausencia. Su prima no estaba ayudando en nada ese día y más le valía tener un. excelente excusa para no estar. Así que mientras hablaba con los hombres, levanta su mano para darle las indicaciones a las sirvientes que atendieran a los invitados con aperitivos y agua endulzada y jugo, todo eso estaba servido en la mesa que estaba dispuesta para servir el almuerzo. 

Hizo un gesto para el príncipe, ellos dos estaban conversando algo pero intercalaban la conversación con Tyler, aunque el hombre parecía ligeramente ausente, Alyra no pudo determinar la razón, pero quizás tenía que ver con las acciones de Lenia, de todas formas debía conversar, pero serían otros los temas que tocarían. 

— 16 años... — comentó, mirando a Lenia que estaba conversando con Galbart más apartados de todos, con sus asuntos cuando Alester Marbrand se les acerca para hablar con el norteño, — yo hace cuatro meses cumplí esa edad, quizás ya estaría mayor, claro, si fuera hombre — quería seguir hablando sobre todo lo que el príncipe sabía, pero no era el momento para secuestrarlo en una charla demasiado densa, de seguro. 

En eso ve a Gwen y la llama con la mano, para poder coordinar la comida y que encontraran al resto de su familia, sino, tendría que comenzar a comer sin ellos. Suspiró y miró a Tyler, haciendo una pequeña seña para que conversaran.

Antes de hacer los comentarios sin importancia, Alyra le responde al príncipe a sus dichos, manteniendo ahora la tranquilidad, más cuando los nuevos invitados habían comenzado a llegar. — entonces los rumores sobre ella no son distintos a los que hay sobre mi, Mira o Lenia, lo que es divertido, todas somos acusadas de tener hijos ilegítimos y de ser bastardas, eso es improbable... es demasiado extraño todo, es más, no puedo afirmar que Astrid no esté afectada de algo, pero como no cruzo palabras con ella... — frunció los labios, escuchando la última pregunta, la chica ladeó los ojos y esa sonrisa que le dio estuvo cargada de un fulgor intenso. — espero que pueda mantener el secreto, y enfrentarse a mí en una justa, necesito saber si me han instruido bien como caballero, — comentó, orgullosa de ser lo que era, de hecho, ahora se cuestionaba el hecho de ocultarlo, quizás si supieran que no había solo un hombre protegiendo a los suyos, tendrían más miedo de enfrentarse a la casa Vaelys.

- Ser Ulrich entra a los jardines mirando alrededor, aun no comenzaba la comida y a él ya le rugía el estomago, se acerca a la mesa en busca de vino, ya que no encuentra toma algunos aperitivos, eso debería servir mientras tanto.

- Cuando ve a Oberyn hablando con una de las hijas Vaelys se acerca. - Pensé que me perdería la comida, es bueno saber que aun no inicia. - Mira a la joven Vaelys, la examina de pies a cabeza y luego dice. - Ser Ulrich von Liechtenstein, un placer conocerla mi Lady, - Seguido de una reverencia. -nos vimos en el recibidor, pero no llegue a presentarme.

- Es una buena idea tener una comida al aire libre, este lugar es muy agradable, ¿no creen?. - Dice con una sonrisa, mirando a Lady Alyra.

El caballero se acercó a Galbart hablando sobre el breve encuentro previo con él y Alyra, a lo que el norteño le saludo con respeto-No os preocupéis, era un tema que tenía pendiente de hablar con ella sobre un interesante tema que tratamos en el jardín, pero poco más-miró a Alyra durante un segundo-No se lo tengáis en cuenta, además ahora está totalmente centrada en la preparación de la comida-dijo con una sonrisa.

El dorniense se disponía a responder a Lady Alyra acerca de las últimas palabras que le había dirigido en voz baja cuando, de pronto, uno de los caballeros se aproximó hasta ellos. Era Ser Ulrich, a quien Oberyn veía por primera vez en esa mañana.

-Un caballero nunca se negaría a una justa con tan bravo adversario, Lady Alyra -afirmó el príncipe, con una ligera sonrisa. El dorniense hubiera querido no ser tan escueto con sus palabras, pero ante la cercanía del recién llegado Ser Ulrich prefirió no revelar demasiado sobre la conversación que estaba manteniendo con la cuarta hija de la Casa Vaelys. Entonces se giró hacia Ser Ulrich y le palmeó con afecto en el brazo derecho-. Bien hallado, Ser Ulrich. Me resultó extraña vuestra ausencia en el Gran Comedor esta mañana. ¿Dónde os encontrabais?

Asintió a la respuesta del príncipe. Era admirable que hubiese logrado tantos eslabones en tan poco tiempo.

Pero una cosa, no quita la otra. Pensó para si.

El resto de invitados estaban llegando al fin, esperaba que pronto Bernard hiciese también su aparición. Mientras continuaba paseando con Mira del brazo dirección a las mesas.

Ser Ulrich se acercó al gurpo compuesto por Alyra, Oberyn y Mira con Tyler. El mayor de los Risefeller sonrió cuando se presentó tan directamente a la cuarta hija de los Vaelys. 

-Ser Tyler Risefeller- Se presentó. Estaba claro que aquella jornada las damas eran las protagonistas indiscutibles, el centro de atención de todos, pero eso no significaba que el resto fuesen invisibles.

Cuando Gwen salio a los jardines y noto que comenzaban a llegar los invitados, se apresuro a comenzar a acomodar lo que traía sobre la bandeja en las mesas centrales y tratar de tener todo listo antes de que llegaran todos los invitados, después de acomodar un poco la mesa,  se percata de que Lady Alyra la llama con la mano y se aproxima a ella con paso firme tratando de no interrumpir la conversacion que mantenia LAdy Alyra y aprovechando cuando Oberyn comienza a hablar con Ser Ulrich, asientiendo con la cabeza las ordenes para la coordinacion de la comida, cuando Lady Alyra terminaba estas instrucciones y teniendo en mente el poco tiempo que tenia para acomodar las mesas completamente para antes de que llegaran todos los invitados articulo dijo,

-si, milady.

girandose rapidamente para volver a la cocina, cuando noto inmediatamente que Lady Alyra no habia terminado, sonrojandose levemente se giro nuevamente hacia ella, estando apunto de pedirle disculpas pero Lady Alyra continuo con sus instrucciones solicitando a Gwen encontrar al resto de su familia, nuevamente cuando Gwen notó que terminaba de darle instrucciones comenzaba a caminar hacia la cocina cuando otra vez oye a Lady Alyra preguntar esta vez por Ginevra.

-Ginevra se encuentra en la cocina milady, le comentare que la anda buscando.

apenada por no haber dejado terminar las dos veces anterior a Lady Alyra y esperando no comenter el mismo error, esta vez Gwen pregunto.

-¿se le ofrece, algo mas? milady.