Partida Rol por web

Miró a los recién llegados, evaluándolos con la mirada. Ambos eran muy importantes en sus respectivas casas. Esta fiesta tenía invitados muy interesantes y estaba convencido de que iba a ser muy entretenida.

Bernard ya había acabado su desayuno, pero no pensaba levantarse hasta que lo diesen por concluido.

Definitivamente el desayuno se iba a alargar. Apretó los puños y los dientes, miró a sus señores. Parecía que no precisaban nada ahora mismo y él tenía asuntos que atender. Suspiró. O las cosas iban perfectas o no podría tomarse ese día como se le había concedido.

Hizo una leve reverencia y salió por la puerta. Volvería más adelante.

La mirada de Lenia bailó de un invitado a otro, después a los hermanos Risefeller y finalmente se inclinó hacia Tabitha para hablar en voz baja con ella pero sin ser "secreto" como tal.

- Tabby - murmuró a su hermana para llamar su atención - ¿Crees que vendrán muchos caballeros? - en cierta manera era algo que le preocupaba a la joven muchacha, se había dado cuenta de algo. Miró a su hermana pequeña, Mira, que tenía un asiento libre a su lado, ¿se sentaría alguno de esos caballeros junto a Mira? ambos eran muy mayores para su dulce hermanita. La cabeza de Lenia comenzó a funcionar a bastante velocidad.

Lenia era una muchacha inquieta, ya había terminado de desayunar, ¿de veras tenía que esperar un rato más hasta que los invitados terminaran?, empezó a agobiarse un poco. Miró a sus padres buscando respuestas a preguntas que no iba a hacer y se aseguró de que nuevamente su padre se encontraba bien tras el segundo ataque de tos.

Soltó un pequeño suspiro y bajó la mirada, quería salir de allí, de pronto se sintió encerrada, últimamente le pasaba, se sentía encerrada y necesitaba escaparse al bosque a tomar aire puro.

Cuándo creía que ya podrían levantarse de la mesa entraron dos caballeros, de los invitados según apreció Tyler.

Uno el conocido Oberyn Martell, el otro un norteño del que jamás había oído hablar, pero eso no significaba nada. Si una cosa había aprendido en la vida era que no hay que dejarse llevar por la fama de los demás ni infravalorar a quien no se ha dado a conocer por tus tierras. Nunca se sabe. 

Sonrió levemente a ambos caballeros. Si Tabitha y Lady Myriah les invitaban a la mesa ¿quién era él para hacer lo contrario?

Tyler ya había terminado con su desayuno y miró por la ventana sin levantarse de su asiento. El sol ya brillaba con fuerza y sentía ganas de realizar ese paseo. Que el aire fresco le diese en la cara y el aroma de las flores sustituyese al hedor del comedor. Nada había podido solucionar eso. 

-Bienvenidos, han sido ustedes los primeros en llegar a la Fortaleza- Técnicamente, si se era estricto habían sido su hermano y él mismo. Pero teniendo en cuenta el hecho de que ambos solían visitar a sus señores y habían pasado la noche podría considerarse una trampa asignarse esa posición de llegada. Con esta frase Tyler esperaba descifrar si acaso habían llegado más hombres, si era posible que uno tras otro fuesen cruzando la puerta del comedor. Si era así, al final, el desayuno se juntaría con la comida y se le quedaría el culo cuadrado de estar tantas horas sentado en la silla. 

Tomando la posición de mera testigo, contempló cómo se fue dando la escena, tomando una naranja y sacando uno a uno los gajos con parsimonia, pues, no tenía mucho más que agregar a la casual conversación que se estaba dando, no mientras esa persona estuviera en ese lugar. Debería hablar. Hablaría. Nunca Alyra Vaelys se había quedado con algo sin hacer, nunca. El gajo que tenía entre los dedos se deslizó entre ellos y cayó en el platillo que tenía. Estaba distraída nuevamente, odiaba estar distraída porque perdía detalles. Como Tabitha.

Su hermana mayor fue simplemente gloriosa, y debió reconocer que su apego a las costumbres le hubiera impedido hacer lo que ella había hecho, pero le había entregado frescura a un momento que se volvió tenso ante la abrupta irrupción de los invitados. Sus parabienes en el baile habían pasado de ser una auspiciosa realidad, a una simple expectativa. Y no pudo evita preguntarse si aquellos bríos y osadía le haría olvidar a mas de alguno su alcurnia. Soltó un suspiro, y sus labios se movieron simulando una pequeña sonrisa, pues no le molestaba del todo un escenario así, no, será francamente divertido, pues, todas sus hermanas distaban mucho de ser doncellas en apuros, a excepción de Mira, claro, aunque eso fuera sólo por edad y no por carácter. Sí, definitivamente estaría divertido, morbosamente divertido y mantendría a todos expectantes, conteniendo el aliento ante la vorágine de  se desataría. Habría tiempo para todo. Por los Siete, que sí habría tiempo para todo.

La señora de la cosa secunda a Tabitha, su hermana mayor no había dejado mucho espacio para alguna acción, lo que la hacía aún más perfecta, aunque no pudo evitar ver a su amigo Marvin, preguntándose si pasaban las mismas consideraciones por la cabeza del castellano que por la de ella. Pensaban muy similar muchas veces.

Ahora quedaban las formalidades, saludar a los recién llegados, Alyra inclinó su cabeza ante ellos, nuevamente conservando el silencio en que se había sumido desde hace sólo instantes, por otro lado, se preguntaba si la jugarreta de su adolescencia seguía siendo tan notaria como cuando se despertó. Se quedaría sin pan ni pedazo. Los siete parecían interesados en conspirar en su contra, pero ella debía responder.

- bienvenidos sean ustedes - secundó a su madre, haciendo gala de exquisitos modales, que los reproducía muy bien, habían sid grabados a fuego en su mente y no le había quedado más opción que aprenderlos. Por otro lado, había algo le estaba preocupando. Un asiento desocupado, y su hermana menor ahí al lado. la pregunta de Lenia sobre si vendrían muchos caballeros la hizo arrugar el ceño, no porque le molestara la pregunta de su hermana, sino porque eso si podría darse, de hecho, con los invitados que ya habían, constituía como "muchos caballeros", y eso que no había sumado a  Targaryen y su platinada cabellera y todo lo demás que veía con él. Mira, Alyra llevó su mano al hombro de su hermanita y le dijo algo al oído, luego sonriendo  y guiñándole un ojo.

- quédate muy pegada a mi, hermanita, y veras que no te incordiarían - no sabía a ciencia cierta cómo haría realidad aquella aseveración, pero por su hermana menor, haría todo lo necesario para que no sufriera.

Por mi parte, más allá de presentarme allí donde vuestro servicio me ha indicado que deseábais que acudiera preferiría, si no os genera desagrado, dirigirme a otros lugares, si es posible, y dejaros terminar el desayuno en paz. Cumplidas las presentaciones alargar este momento sería descortés.
Miró al Lord. El diría.

Vale, ppppero quiero hablarrrr con el dorniensssssse en algún mmmomento- paró, de tartamudear. Igual no era buena idea hablar con el dorniense si no era capaz de hablar bien. Posiblemente ya se riera de lo que había pensado siendo apenas una niña, mejor no hablar si encima era tartaja.
Vale.
Puñetera tartamudez.

Al percibir la mirada de la Señora, una reacción surgió en Marvin. A punto estaba de levantarse de la mesa y excusarse cuando vio como Evan tomaba la iniciativa de, como el castellano creía, salir para encargarse de organizar una comitiva de bienvenida a futuros invitados. Sabía que para Lady Myriah el no haber tenido tiempo para prepararlo todo ante la entrada de tan distinguidos caballeros era un fallo imperdonable. La casa Vaelys debía mostrar nobleza, porte y distinción. Ser sorprendidos por la presencia de dos de los invitados en pleno comedor, sin haber sido recibidos o no haber sido conscientes de su llegada, podía significar una falta de compromiso por parte de los anfitriones, factor que era justo lo contrario de lo que se buscaba con la fiesta.

Un saludo, con una reverencia, gesto de respeto, como indicaba el protocolo fue el saludo a ambos hombres, al norteño y al de Dorne. Marvin se mantuvo quieto, dejando de desayunar, a la espera. Esperaba las palabras de Lord Vaelys y , además, deseaba comprobar si Ser Galbart se uniría al desayuno o, como el Martell, preferiría ir a, lo más seguro, reposar tras el viaje.

Solo tengo que relajarme. El día irá bien. - se decía a si misma mientras avanzaba por los pasillos del castillo portando lo que le había mandado traer la señora.

Antes de llamar a la puerta procuró respirar y colocarse bien los mechones de cabello que se habían salido de su recogido. Lo hizo y al entrar miró a la señora haciendo una reverencia. No dijo nada pues el comedor estaba lleno de gente y el murmullo de las voces de todos parecía como un enjambre de abejas, cada cual perdido en su conversación.

La sirvienta se fijó de pasada en Alyra, por la cual tenía un aprecio especial igual que por todas sus hermanas, pero Fiona no olvidaba lo que había visto hacía unos días. Hubiese querido hablar con ella tranquilamente al igual que con Tabitha, quizás tuviera ocasión de hacerlo en algún momento de la fiesta.

Ocupada en estos pensamientos avanzó hacia un rincón de la estancia colocando sobre una cómoda auxiliar el cuenco de barro con las hebras de palosanto y allí las dejó encendidas, su aroma iría penetrando en el ambiente y disimularia el mal olor.

Al terminar se dio la vuelta y un tanto tímida manteniendo la mirada a una altura medio-baja se fijó que allí estaban todos, y no pudo evitar pensar lo estúpido que era su hermano. Se escondía en la cocina como si no tuviera tanto derecho como los otros caballeros a estar aquí. Miró a Tabitha y suspiró, siguió fijándose en las personas que estaban sentadas en la mesa hasta que sus ojos se toparon de frente con el príncipe Oberyn, engalanado y misterioso, así debía ser alguien de su posición, lo reconoció por ser un viejo amigo de Lord Rhys y … no. Tragó saliva al ver el caballero que estaba a su lado. ¿Era él? ¿Era Gal?

Apartó la mirada sin llegar a comprobar del todo si ese hombre de barba espesa y melena oscura era quien se había encontrado hace años cerca del castillo de sus tíos. Nerviosa se acercó despacio hasta donde estaba sentada Lady Myriah. - Se-señora… - titubeó, cosa inaudita en ella, Fiona no tartamudeaba, se le podía caer algo al suelo por los nervios pero hablar nerviosa no. - ¿Necesita que haga algo más? - ojalá le dijera que si y la mandara de nuevo a la cocina.

Su madre se levantó, y la gran sonrisa que la asomaba al rostro daba por sentado que les daría la bienvenida a la sala y les invitaría a desayunar. Ella se levantó con tranquilidad, y dio un paso para dejar atrás la mesa y sí, para destacar sobre las demás. Tabitha y Lenia se habían adelantado a todo, demostrando su poca madurez y su desconocimiento del protocolo. Para Astrid, la primogénita era la más guapa y la más distinguida de todas. Seguramente con acercarse levemente hasta ellos llamaría más la atención que las demás.

Juntó las manos delante de su vestido e hizo una leve inclinación, desviando la mirada hacia los invitados. Le seguía pareciendo una falta total de educación que hubieran pasado hasta allí, pero ya se informaría quién había tenido la osadía de permitírselos o de no recibirles correctamente. Ese día tenía que salir todo perfecto, y demasiado desagradable era el olor para que todo continuara así.

Sean bienvenidos. Espero que, durante su viaje a nuestro hogar, no hayan tenido dificultades. Les agradecemos su visita y su presencia en la fiesta de esta noche dijo, con una gran sonrisa como la de su madre, pero quedando detrás de ella.

La prematura llegada había sorprendido a los anfitriones sin duda, era muy extraño para Galbart tal recibimiento, temía que habían entrado prematuramente y no les habían alertado de nuestra llegada, pero lejos de sentirse contrariados o enfadados, se adaptaron perfectamente a la situación, dándoles un gran recibimiento.

Gal inclinó la cabeza cortésmente de agradecimientos -Lady Myriah, sois muy amable con éste magnífico recibimiento, espero que nuestra interrupción no os incomode en demasía- respondió mirándola con una respetuosa sonrisa y observando a las hijas. Por sus ligeras reacciones se denotaba, la gran diferencia que había entre ellas, así que sería un gran reto conquistar a alguna de ellas.

Gal era consciente de que la primera impresión que siempre ofrecía era de hombre frío y distante, pero existían unos protocolos y ya habría tiempo para darse a conocer y cortejar a las hijas.

Miró de nuevo a Lady Myriah -Si no os importa yo si desayunaré algo, realmente la comida de las posadas ha sido bastante pobre en calidad y vuestras viandas serán un placer para el paladar. ¿Puedo sentarme aquí?- preguntó y mientras esperaba su permiso, apareció una sirvienta que se había deslizado en la gran estancia sin él percatarse y entonces la reconoció. -¿Fiona?-sin duda era ella, la muchacha que conoció de improviso hace años en su regreso a Bosquespeso. La miró por un instante, enarcó una ceja y siguió esperando a que le diesen permiso para sentarse.

Los señores eran distintos incluso en sus elecciones. Uno se quedaba, el otro se marchaba. Aunque, en lo personal, habría preferido que fuera al revés. El dorniense despertaba mucho más su curiosidad, como era de esperar. 

-Por supuesto, ser Galbart, siéntese y coja lo que quiera -respondió Lady Myriah al norteño. En ese momento, llegó Fiona con el palosanto. Cuando la criada se le acercó, notó su nerviosismo, le temblaba la voz por algún motivo. ¿Sería por la presencia de los señores? La expresión del rostro le había cambiado por completo en cuanto se había percatado de la presencia del señor de Bosquespeso. -Fiona, ¿porque no acompañas a Ser Oberyn a los aposentos de invitados? -le encomendó, entendiendo que más que la cortesía habitual, la muchacha le estaba pidiendo realmente salir de ahí. 

No se molestó en ver a su compañero. A pesar de la oferta no era decoroso quedarse a desayunar cuando era evidente que habían interrumpido a la familia. Su compañero se comportaba como un salvaje, interesado más en la comida que en La educación.
Bellas palabras, pero nada más.
Hizo un leve gesto de educado saludo a la sirvienta que le llevaría a sus aposentos y después, cuando le acompaño hacia estos dedicó una reverencia a sus anfitriones, familia y caballeros incluidos.
Espero tener el placer de volver a veros pronto- parecía que la despedida iba dirigida a una de las hijas en particular.

Tyler se guardó su opinión para si mismo. Su rostro no expresó nada, se mantuvo sereno y con una sonrisa. Hizo una leve inclinación de cabeza a Oberyn cuando se dirigió a la puerta. Después miró directamente a Galbart, quien iba a tomar asiento.

-Lamento oír eso, debéis haber pasado hambre. ¿Venís de muy lejos?- Preguntó a Galbart mientras se acomodaba en la silla. 

Supo que el norteño era él cuando escuchó su voz, no hizo falta volver la vista hacia su rostro para comprobarlo.

El deseo de Fiona era salir de allí, Lady Myriah sabiamente entendió lo que la sirvienta le pedía a gritos sin palabras. Gracias a la orden que le encomendó su señora suspiró más aliviada. - Por supuesto mi señora, regresaré lo antes posible. - se despidió de ella con su diligencia habitual.

Observó al príncipe Oberyn entonces y asintiendo a su saludo con un suave movimiento de cabeza se dirigió a él formalmente. - Si sois tan amable de acompañarme príncipe, os guiaré hasta vuestros aposentos. - dijo cuando Oberyn ya se hubo despedido de los señores y sus hijas.

Se encaminó hacia la puerta más tranquila, a decir verdad. Pero antes de partir cayó en la cuenta de algo relevante, quizás fue la conexión Martell-Targaryen la que le hizo reflexionar sobre la ausencia de Viserys, él era uno de los invitados más importante de la casa Vaelys. ¿Dónde estaba el dragón que no se dejaba ver cerca de las hijas de sus señores?

Galbart despidió con un leve gesto educado a Oberyn y lo siguió con la vista junto a Fiona hasta que desaparecieron por una de las puertas laterales, se había percatado de su nerviosismo y de que Fiona también le había reconocido.

A continuación cogió con delicadeza algo para un desayuno frugal y empezó a comer con tranquilidad, no era su intención permanecer mucho tiempo allí, sus costumbres no eran las mismas que en Bosquespeso, quizás tendría que haber obrado de otra manera, pero él era así les gustase o no, si alguna de sus hijas se desposaba con él, sería con todas las consecuencias.

Sonrió educado ante la pregunta del caballero-Al contrario no era tanto la cantidad sino la calidad, después de tantas jornadas de viaje, el venado se vuelve tedioso-se detuvo un instante y prosiguió-Mi hogar está en Bosquespeso en El Norte, así que el viaje no ha sido breve precisamente aunque ha valido enormemente la pena-Galbart miró de nuevo a las muchachas.

-Permitidme que elogie vuestra gran belleza, cualquier caballero se sentirá afortunado y honrado de teneros como su esposa-dijo educado masticando con parsimonia.

Alyra, a pesar del cariño y la protección que ofrecía a su hermana pequeña, la respetaba y no la trataba como una pequeña, por lo mismo asintió a lo que le dijo, notando que tartamudeaba, ¿estaría nerviosa?, no haría comentario para no incomodarla más. Ya todo era demasiado complicado como para darle más peso sobre los hombros a Mira.

- claro, si es lo que quieres, aunque ¿me dejarías acompañarte? - le pregunta con la misma complicidad de antes.

Entre que hablaba con su hermana pequeña y no ponía su atención en ella, no logró alcanzar a escuchar los titubeos en Fiona, que de haberlo hecho, hubiera reparado en eso sin duda y luego le preguntaría que la había perturbado así, pero como no lo notó del todo, simplemente pasaría desapercibido aunque si notaría como el nuevo invitado, ser Glover, la observaba. "curioso", pensó aunque no con sorna ni nada, sólo con preocupación por su amiga.

Antes que Fiona se alejara con los pies más ligeros que de costumbre, Alyra la detuvo un segundo y le susurró algo, una pequeña sugerencia que podría ayudarla. Lenia, por su cercanía, la escucharía también.
 

- Fiona, también ve si puedes conseguir sabia y cascaras de naranja, eso los puedes poner en cuencos separados y quemarlos, busca donde el olor es más intenso y pónelos ahí, mantengan vigilado todo, a pesar de ser aromático, pueden ocasionar un accidente si se descuida alguien, cuiden de que no se junte tanto humo, sino, la cura será peor que la enfermedad, mi buena amiga - le sonrió esperando que eso le ayudara a su amiga con su labor y ganarse el favor de la señora.