Partida Rol por web

Evan buscó en distintos lugares a su señor, pero parecía que siempre iba un paso por detrás.

Finalmente mientras iba por los pasillos la suerte le sonrió, y se topó con su señor. Evan sonrió ampliamente,¡al fin!.

- Le traigo su agua mi señor. -
Le ofreció la copa y la jarra llena con agua bien fresca.

Torre de las Vistas: entrada.

El señor esperó en cuanto llegó a la planta de abajo. Él esperó abajo en la puerta algo dentro debido a la lluvia. Cuando vio acercarse a Evan con la jarra y el vaso el señor le habló. - Oh, Evan, qué siervo más fiel tengo, - le dijo tomando el vaso y la jarra. - Me la llevaré a mis aposentos me sentará bien tomarla durante toda la noche. - Después lo miró con una sonrisa aunque dejaba ver en su rostro algo de nerviosismo. - Los soldados están arrestando a Viserys Targaryen no quiero que mis caballeros vasallos se enteren de este arresto. Pero por otra parte quiero ver que este hombre reside en las mazmorras antes de acostarme ha sido la voluntad del Consejo. - Se echó agua de la jarra y bebió - Sí que está fresca. Puedes ir a acostarte mañana será un duro día, no comentes a nadie lo del arresto no quiero que esta noche la casa sea un hervidero de rumores. Os quiero a todos descansando para que tengáis mañana la mejor presencia para la fiesta. - Degustó un poco más esta agua como si fuera vino sintiendo como calmaba su garganta rajada debido a la irritación que le había provocado la frecuente tos. 

Asintió a su señor.

-Por mi parte lo que se habla en el consejo se queda en el consejo. No diré nada, podéis estar seguro.-

Miró a Lord Rhys algo preocupado, desde luego el ataque de tos le había alarmado al relacionarlo, de un modo inconsciente, con la enfermedad que padecía.

- Mi señor, he dado instrucciones a los sirvientes de que siempre disponga de agua fresca allá donde esté. No deseo que vuelva a suceder lo de esta noche.

Descansad vos también, y cuidaos, aquí os necesitamos y amamos.- 

Dijo a riesgo de sonar cursi o incluso desviado. Eran ciertas sus palabras, quizás más de lo que Lord Rhys pudiese creer. Los tiempos que corrían no eran fáciles para nadie y si no andaban con cuidado podían complicarse demasiado.

Después hizo una reverencia para despedirse.

-Buenas noches tengáis- 

Ciertamente ya era hora de acostarse.

- Perfecto, mejor así no vaya a tener la voz ronca durante el trascurso de la fiesta. 

- Asentí,- en cuanto se finalice esta tarea me iré a descansar. Buenas noches Evan. - Vio como su siervo se alejaba para después darse la vuelta y esperar la finalización de la misión.

Inmediatamente fue a la cocina para conseguirle a su hermano un poco de sopa caliente con pollo y trocitos de zanahoria y patata. Volvió con una pequeña cazuela de barro humeante entre sus manos y la puso sobre la mesa. - Come, tienes que recuperarte. Hazlo, por favor. - su voz sonaba como una súplica.

La muerte y el sufrimiento los rodeaba. Fiona se sentó y observó descorazonada a Kyle, no tenía esperanzas de que Einar hubiera sobrevivido. Su respuesta tal y como temió durante años se hizo realidad y la cruenta guerra en la que su amor había perdido la vida arrastró con ella sus últimas esperanzas e ilusiones. 

Tantas partes de ella habían muerto, que ya solo le quedaba una viva que la unía a este mundo, Kyle.

- No, no… - se lo negaba a si misma mientras todo se venía abajo. No podía articular palabra, no podía tan siquiera mirar a los ojos a Kyle. Escondió la cabeza entre sus hombros y dejó que las lágrimas salieran de ella a vivo fuego. Su cabello caía sobre la mesa y tapaba parcialmente su cara descompuesta por el dolor. - Odio la guerra, los odio a todos. - jamás había escuchado su voz tan rota por el odio. - Quiero irme de aquí. - alzó la vista nublada por la tragedia. Dolorida como estaba no podía esconderse de su hermano. Fue testigo del sufrimiento que la atormentaba, la cara enrojecida y las mejillas bañadas de lágrimas eran el empujón que necesitaban para huir del castillo y empezar otra vida. - Cualquier lugar será mejor que esta prisión, Kyle. De lo contrario, los recuerdos me matarán...

Al cabo de unos minutos su rostro se serenó y la calma que reinaba dentro de ella se reflejó en sus labios dibujando una suave sonrisa. La anécdota de Evan distrajo a la joven e hizo volar rápidamente su imaginación. A pesar de todo, Fiona era imaginativa y risueña. Fue fácil ver en su cabeza aquella escena. El caballo negro de pelaje reluciente, Salvaje, retando a su cuidador y llevándose de un bocado un retal de su prenda.

- Los caballos me parecen seres extraordinarios… Es como si no pertenecieran a este mundo... - dijo abstrayéndose de lo que la rodeaba, embebida por sus propios pensamientos. - Están por encima de cualquier sentimiento humano… negativo. Cualquier animal tiene sentimientos, es fácil verlos a través de sus ojos pero ellos son especiales. Tienes suerte, tu trabajo es agradecido… - guardó silencio unos segundos. - Excepto por los momentos que las cuadras han de adecentarse. - bromeó.

El sonido exterior de la lluvía los acompañó en el trayecto lento por los pasillos hasta que llegaron a la habitación. Fiona abrió la puerta y echó un vistazo con cuidado, asomando ligeramente la cabeza se percató de que Kyle dormía plácidamente. La imagen le sacó una dulce sonrisa y del mismo modo miró a Evan para despedirse. - Gracias por haberme acompañado. Que descanses. 

DORMITORIO DE ASTRID

El rostro de Lady Myriah cambió a extrañeza cuando su hija le habló del presente que había recibido de manera tan furtiva, entrecerró los ojos para verlo con su ojo experto mientras lo tocaba con delicadeza, comprobando que no era bisutería sino un colgante de buena calidad. Levantó la mirada y la posó en su hija:

¿Cuándo lo recibiste? ¿Antes o después del anuncio de la herencia? - Quedó pensando unos segundos – Puede que sea alguien que quiera ilusionarte para que estés menos predispuesta a casarte, o por el contrario, ganarse tu estima para asegurarse el casamiento contigo.

Finalmente optó por sonreír, afable -Puede que sea alguien que realmente se haya fijado en ti y tus numerosas cualidades hija mía, pero estamos en un momento que hasta que se resuelva tenemos que sospechar de todo.

Escuchó serenamente las inquietudes de Astrid, pensando en lo mejor para su familia, desde luego que había esperanza para que todo se desarrollase bien si dependía de la chica, pues estaba haciendo gala de saber gestionar bien la presión -Tranquila querida, sólo tus hermanas y el bastardo -no disimuló el desprecio ante el cargo que ostentaba - Eric podéis optar, el parentesco de Ginevra es por parte de mi familia, solo tendría opción si se casara con él o con otro bastardo bastardo que no conozcamos.

Se quedó pensando si aquella era una buena opción, descartándola inmediatamente, sólo sus hijas eran dignas de optar a esa herencia y no permitiría, bajo ningún concepto, verlas relegadas de ninguna de las maneras a aquello que era su derecho. También sopesó si su sobrina habría pensado en esa opción, para asegurarse un futuro más prometedor, si sería desagradecida hasta ese punto...

Habrá que atarla en corto mañana.

Miró a su hija y acarició su rostro, no le entraba en el pecho el orgullo sobre la mujer que era -No te preocupes por ella, yo la mantendré ocupada... – Amplió la sonrisa, no solo era su hija, también una inteligente aliada.

Evan asintió
- Desde luego, no cambiaría mi trabajo por nada.-

El camino se le hizo corto. Cuando llegaron a la puerta de la habitación de Fiona se detuvieron. La sonrisa de ella desprendía luz.

- Buenas noches Fiona. Nos vemos mañana para el almuerzo. Que descanses.-

Le sonrió y guiñó un ojo justo antes de continuar hasta llegar a su cuarto.

Dormitorio de Viserys Targaryen

La puerta del dormitorio de Viserys estaba cerrada con pestillo. Justo en el momento en que Ginevra llegaba con refuerzos, el ayudante del mayordomo se dispuso a cargar contra ella. El pobre tullido aún pensaba que estaba en la misma forma que antes de ir a la guerra. Y entre la cojera y que estaba manco, más que derribarla, se dio un topetazo contra la puerta, hiriéndose el único brazo bueno que le quedaba. 

El golpe resonó por toda la estancia. Y fue entonces cuando se escuchó una voz somnolienta. ¿Quién llama? Preguntó Viserys. Unos segundos después, se escuchó el sonido del cerrojo, abrió la puerta y se le pudo ver vestido con lo que sería el pijama de la época. Aún así, Viserys Targaryan lucia hermoso como solo él lo era. ¿Qué queréis?

Dormitorio de Viserys Targaryen

Llegó con el corazón en vilo, temiendo haber llegado demasiado tarde. Escuchó un golpe tan fuerte que temió que se estuviera desarrollando un combate. Adelantó a los guardias, corriendo para encontrarse al ayudante de mayordomo con su brazo lastimado.

- ¡John! - se acercó a su lado, para revisar su estado. Iba a preguntarle sobre su estado, cuando vio que era un simple golpe. No una herida.

El príncipe salió, vestido en ropa de cama en lugar de armadura, con toda la actitud del que no espera ser molestado. Incluso de haber estado dormido. Su sangre de Velaryon se congeló al instante.

Se quedó horrorizada. Había imaginado a Viserys espada en mano, a punto de matar a uno de los hombres. Ahora, fue consciente de que romperían las leyes de hospitalidad. Y que, si las cosas no se hacían bien, algo terrible podría salir de esto, no solo por castigo divino, sino por lo que pudiera suceder si realmente Viserys Targaryen robó la espada de lord Rhys. Y también por lo que podría implicar si el príncipe era inocente.

Sintió miedo, uno muy diferente al pánico que la había embargado segundos antes. Conteniendo el aliento, intentando hacer amago de su voluntad, la semilla habló al dragón.

- Una espada ancestral de la casa Vaelys ha desaparecido. - habló, para explicar su presencia. - Os lo suplico, dejad que entren y vean si teneis dicha espada.

Kyle se sentia fatal por haber causado tanto dolor a su hermana. Él había perdido muchos amigos en la guerra y a su tío, que fue como su segundo padre; pero perder a quién se ama de verdad debía ser mucho más difícil de soportar. 

Abrazó a su hermana intentando consolarla - Nos iremos de aquí, te doy mi palabra. En cuanto haya descansado un par de días, recogeremos nuestras cosas, nos despediremos y marcharemos al sur. Cualquier sitio que pudiera devolver a su hermana la alegría seria bienvenido.

-Pasa Sloth, pasa.-No era la primera vez que el criado visitaba el laboratorio, pero el maestre todavía tenía la sensación de que Sloth no se acababa de encontrar cómodo entre tanto frasco extraño.

-Mira, ¿ves? aquí tenemos los cuervos del Castillo.-Caelus le muestra unas jaulas con alrededor de una docena de las aves.-Cada uno puede volar a un Castillo diferente... este por ejemplo sabe ir a Roca Casterly, estas dos señoritas de aquí saben ir a Desembarco del Rey... Algunos de ellos pueden aprender a volar a varias ciudades pero se pueden equivocar y llevar el mensaje al lugar equivocado, así que a estos solo les hemos enseñado a ir a un sitio. Mira! este grandullón sabe ir a Aguasdulces.-Indica señalando otro de ellos.-Puedes poner a varias hembras en la misma jaula pero nunca a dos machos.

-También es importante que esta ventana esté siempre abierta para que puedan entrar. ¡Llueva o Nieve, da igual! 

-Cuando llegan hay que leer a quien va dirigida e identificar el sello de quien lo envía. ¿Alguna pregunta?

DORMITORIO DE ASTRID

La muchacha escuchó a su madre. Su capacidad de quitar peso a cualquier tipo de problemas era admirable, y esperaba poder llegar a alcanzarla. Eso ayudaría a calmar los nervios en determinadas circunstancias. Astrid se preguntó cuántas veces había usado su madre esa capacidad con su padre.

Lo recibí antes de la reunión de la herencia, madre. Me sorprende y al mismo tiempo me preocupa. O bien puede ser alguien de dentro del castillo, o bien alguien de fuera que tenga contactos con el interior. Y esto último es muy grave, pues no sabemos qué tipo de información puedan estar sacando al exterior. Y madre apretó su mano, con confianza, sabiendo que lo que iba a decir no era del todo agradable no estamos en nuestro mejor momento. La presencia de Viserys, las muertes de los varones de nuestra familia... Nuestros enemigos podrían atacarnos si ven alguna debilidad.

John no comprendio que hacia allí Ginevra, a esas horas pero pese al afecto que le procesaba se encontraba cumpliendo una orden de su señor. Su gesto serio emitió un gruñido entre dientes cuando la escucho hablar. De inmediato la aparto con la delicadeza que una dama merecía para que en caso de peligro no se encontrara expuesta.

- Señor, lamento haberos despertado. Ciertos acontecimientos han hecho que Lord Rhys se preocupe por su seguridad. Se me a pedido que os conduzca al lugar mas seguro de sus dominios y una escolta permanente velara por vuestro bien hasta que el peligro pase.- Aseguro Kalhan deformando la realidad para que sonara agradable al oído de la serpiente.
- Os ruego humildemente que nos acompañéis con presteza, señor.- pidió seriamente esperando que no sintiera ofendido por las palabras de Ginevra, que no las entendiera como una acusación de robo y se centrara mas en el miedo a conservar su maldito pellejo intacto.

-Voy a suponer que los cuervos están en una cámara apartada de mi laboratorio.

Los cuervos están en la torre de los cuervos, tienen su propia escena. Así que daré por hecho que estáis allí y no en el laboratorio del maestre. 

Viserys asintió ante sus palabras, se dio media vuelta y se colocó un abrigo por encima. Parecía que había prisa en salir de allí y si se encontraba en peligro sería mejor obedecer a la guardia cuanto antes. Aunque al escuchar las palabras de Ginevra se quedó sorprendido.¿De qué está hablando? Preguntó a la sirvienta. En fin... dijo sin poder llevarse nada más de abrigo, y él mismo fue quien se dispuso a bajar las escaleras. ¿Hacia dónde nos dirigimos? Preguntó justo cuando se encontró con Lord Rhys en los pasillos.

John tomó las riendas de la situación, apartándola para protegerla. Desde esa nueva distancia ella aguardó, encontrando burda la explicación ofrecida. El príncipe aceptó o fingió aceptarla. Lo observó a detalle, buscando cualquier señal de problemas. No respondió a su pregunta, sino que vigiló atentamente sus movimientos.

Siguiendo su trayectoria, justo cuando comenzaba a separarse de donde John la había puesto para ver con sus propios ojos si la espada estaba allí, descubrió quien más se acercaba.

Al ver a lord Rhys su corazón se detuvo un instante. Múltiples emociones acudieron a sus ojos, de maneras distintas a como sucedió en aquella sala.

John estaba ahora a salvo. Lastimado, pero a salvo. Él estaba aun enfermo, y el ama de llaves todavía temía que todo pudiera descontrolarse. Volvió a caminar, haciendo un rodeo para eludir al Targaryen y su nueva "escolta", ahora hasta alcanzar al señor.

- Por favor, apoyaos en mi brazo - miró con precaución a todos los demás, sintiendo que no estaría tranquila hasta que todo hubiera terminado.

Estaba en la planta de abajo esperando, y cuando escuchó que los soldados bajaban salió fuera para dejar paso para que salieran de la torre sin ser un estorbo o entrometerse en el arresto.

En cuanto le vieron hizo una señal para saludar con una sonrisa dando el permiso para que prosiguieran con su tarea. 

Cuando vio a lady Ginevra acercarse y ofrecer su brazo como apoyo aceptó con una sonrisa y una tierna mirada. - Con mucho gusto lady Ginevra. 

Acompañaron por detrás a la comitiva dejando un espacio para que su presencia no fuera percibida por Viserys, mientras que hablaba con lady Ginevra lo suficientemente bajo para que no les pudieran escuchar.

- He estado pensando en lo que me dijo mi señora y puede vos estar tranquila que se hará como me pidió. Sloth no será puesto como bufón en la fiesta. Pero el puesto ya está dado y tendrá que buscar un sustituto de entre los sirvientes del castillo. No puedo permitir que al final nos quedemos sin bufón. - Dijo con una sonrisa hacia la señora. - En cuanto a mi hija Mira no se preocupe la dejaré fuera de todo esto puede estar tranquila. - Seguían a un paso lento, le congratuló al señor que lady Ginevra le acompañase y le hubiera cogido del brazo sirviéndose de tan honorable apoyo. Se sentía muy dichoso de tener a lady Ginevra en el castillo.

Suspiró, llena de alivio. Mira estaría a salvo. Con la mano libre apretó la mano del lord que reposaba sobre su brazo.

- Gracias. - dijo, con completa sinceridad - encontraré un buen sustituto - no tendría problemas en ello. Incluso sería divertido.

Siguieron caminando. Era una felicidad que degustaba poco a poco, como el vino que se bebe a sorbos para hacerlo durar. Mañana pensaría en eso. Hoy solo quería saber que todo estaba bien. Deseó preguntar qué pasaría después, pero no quería romper el momento.

- ¿Que harán con Viserys Targaryen? - quería estar segura de que no se violaban las leyes de hospitalidad - ¿Y qué haremos sobre la espada?