Partida Rol por web

Tomando aire y echando a correr hacia las mujeres, Jim comienza a gritar: Aléjense! Aléjense de allí! Al suelo!

La inocencia de la mujer y su falta de experiencia sin duda hicieron gala en aquella situación, pues Lady Cottonwell al escuchar los gritos de Jim Farewell se giró a mirarle, atónita por su reacción, pero no hizo caso a su advertencia, simplemente le miró con esos ojos llenos de vida y ese rostro hermoso, donde el sudor brillaba cual estrella por el reflejo del fuego cercano.

Boring estaba metido de lleno en todo el tumulto. Estaba harto de no poder descansar tranquilo en aquel lugar. Los cuerpos estaban esparcidos por el suelo y no pudo más que sentir náuseas cuando olió el hedor a quemado que expelían. Estaba horrorizado y su mente pareció detenerse durante un momento. Podía ver correr a Jim y a las mujeres, incluso creyó oir algo del guía. Sin embargo no reaccionó hasta que vio algo en la hoguera. Era como si una figura humana estuviera flotando dentro de ella. Boring no creía en los espíritus ni en los fantasmas, pero en aquel momento echó en falta tener una cruz pegada a su pecho. Salió de su catársis, levantó su rifle y disparó contra la figura de la hoguera como en un acto reflejo.

Cuando pasó la elevación en pos de Lady Cottonwell y se encontró el dantesco escenario, Molly quedó un momento paralizada por el horror. Pensaba que estaba preparada para afrontar los peligros de la selva, pero nada la había preparado para esto. Quedó pues petrificada durante breves instantes, mientras sus ojos se inundaban de imágenes horribles de hombres asesinados y quemados, hasta que la voz de Jim, algo lejos a su espalda, la despertó, e instintivamente obedeció al hombre, se giró y vio a Lady Cottonwell que se volvía lentamente hacia él, y permanecía quieta. Entonces Molly se abrazó a ella y la empujó hacia atrás, logrando que ambas cayeran al suelo detrás del montículo, apartadas por un momento del infierno.

Lady Cottonwell sintió el impacto del empujón de Molly y ambas cayeron rodando al suelo por el montículo de tierra.

La poca ropa que ahora mismo llevaba unido a la manta mojada hizo que se llenara de barro y cenizas, tal vez algo más, algo que no era capaz de describir.

La respiración se hacía dificultosa por el humo y el polvo, además de la adrenalina, que había empezado a correr y su corazón latía muy fuerte y rápido.

Miró a Molly, a sabiendas que había hecho lo correcto, pero aún así... ¿Estás bien? Miró a su alrededor, sin esperar demasiado una respuesta. No se levantó, su cuerpo no le respondía demasiado rápido pero si observó de nuevo todo lo que le rodeaba. Desde allí no veía el horror que antes había dejado su corazón parado por un instante, un instante que le había parecido una eternidad. La visión de cuerpos heridos y calcinados había sido mucho más dura de lo que nunca podría haber imaginado. Toda la fuerza con la que iba para ayudar a quien fuera que estaba emitiendo gritos de auxilio, se desvaneció con aquellos cuerpos, al igual que la vida se había extinguido de ellos.

Por ello, se había quedado allí plantada sin poder reaccionar, con la manta mojada calándole la poca ropa que llevaba y llegando a su piel, que se había erizado no tanto por el contacto frío del agua, sino por ver la devastación que se mostraba ante ella. Solo la voz del guía, la había hecho reaccionar, pero no lo suficiente como para poder hacer algo más que mirarle con dulces y aterrorizados ojos. Unos ojos que cualquier hombre que se precie habría deseado abrazar y aliviar.

El grito de Jim va seguido casi de inmediato por la detonación del rifle de Boring y todo parece ir a cámara lenta cuando Molly salta para intentar hacer caso a la instrucción de Jim, sin embargo una figura oscura aparece por detrás de la dama inglesa y con un fuerte movimiento de brazos envía a las dos mujeres terraplén abajo mas rapidamente de lo que ellas habrían podido.

Sin prestar mas atención a las mujeres el jefe de porteadores, Tembaqui, se gira hacia el lugar al que disparó Boring y levanta los brazos mostrando dos impresionantes hachas gemelas

Con los brazos en alto empieza a recitar algo a voz en grito, incluso para los que no sabéis que dice suena como un desafío

Cuando acaba parece que la propia sabana guarda silencio y vosotros miráis hacia el punto al que grita sin saber a que esperáis

Entonces ocurre

Al principio son pequeños rayos, como una tormenta eléctrica en miniatura, luego una figura aparece entre los rayos, cuando podéis ver con claridad tragáis saliva asombrados por el horror que se oculta en su interior. De casi dos metros y medio, con una macabra armadura decorada con cráneos de diversos animales y también humanos, y una fría e inhumana mascara que os contempla inexcrutable

Conforme miráis unas garras surgen de sus antebrazos con un sonido metálico, el desafío ha sido aceptado

-deberían irse- es lo único que dice Tembaqui mientras avanza paso paso hacia la criatura, Chango sin duda

Lady Cottonwell no da crédito a lo que ve, no entiende qué está ocurriendo y mucho menos es capaz de moverse fácilmente para salir huyendo... pero por suerte la adrenalina y el instinto de superviviencia lo hacen todo por ella.

Le duele todo el cuerpo a causa del golpe sufrido, además de que su ropa mojada y embarrada, está algo perjudicada.

Coge la mano de Molly y trata de levantarse para salir corriendo, aunque ¿hacia dónde?

Molly trataba de incorporarse, Tembaqui les había hecho rodar por el terraplén y estaba algo magullada, pero al ver el espanto que aparecía de la nada, olvidó cualquier malestar, sintió la mano de Lady Cottonwell que tomaba la suya, y no hizo falta el aviso de Tembaqui. Molly sabía que debían alejarse, y dado que habían bajado un buen trecho, volver a subir dando la espada a aquél monstruo no parecía la mejor idea. Sólo quedaba una opción posible.

- ¡Rápido, Milady. Debemos alejarnos! - dijo mientras tiraba de ella hacia la sabana

Antes de apretar el gatillo Boring pudo ver al ser monstruoso que tenía delante. Ni en sus más horribles pesadillas podía haber imaginado que algo así pudiera exisistir. Sin más preámbulo su dedo se contrajo y el rifle rugió.