Partida Rol por web

Mientras camináis oís gritos a vuestras espaldas:

-¡Eh!¡Oigan!...- Enseguida caéis en la cuenta de que os están llamando, al giraros véis a un hombre vestido con un sobrio traje gris que corre hacia vosotros sudoroso.

-Demonios... por fin les encuentro.- Dice al llegar a vuestra altura, al momentos de inclina con las manos sobre las rodillas para tomar aire -ufff, arf...- Se incorpora, tiene un marcado acento francés. - Disculpen pero han de regresar al tren, es urgente, muy urgente de hecho, va salir rumbo a Florencia ya mismo, allí deben apearse.-  Sin decir más, el hombre se gira de regreso a la estación confiando en que le seguís. - Espero que Bastien haya encontrado a sus compañeros, no tengo fuerzas para seguir corriendo.-

En una demostración de estoicismo profesional, Rick se giró enarcando una ceja al escuchar que los llamaban, nadie en su sano juicio, profesional o no, decidiría acercarse a voz en grito para atacar a nadie. Aunque peores insensateces había visto.

-Tranquilo hombre – masculló con el cigarro en la boca – ya nos ha encontrado

Al recuperar el aliento y soltarles el discurso, la expresión del guara espaldas cambio a una que dejaba ver claramente su molestia con aquella urgencia. Nunca, jamás había renunciado a una comida gratis, esta sería la primera. Refunfuñando y cargado de bolsas, observo a la pareja de prometidos a la espera de su reacción para, sin duda alguna regresar al tren.

(deduciendo que así sea, marco a todos y finalizo con esto...)

Desandar el camino de vuelta a la estación fue más rápido de lo que le había resultado la ida, parando en cada tienda de ropa que a Madeleine le había gustado, tras abandonar todas las bolsas en el compartimento de su protegida se fue directo al vagón restaurante para pedir una una copa y sentarse a ver el paisaje pasar. Siguiente destino Florencia.

Madeleine estaba encantada. Paseó por todas y cada una de las tiendas que iba descubriendo a su paso, sin cortarse lo más mínimo en renovar todo su armario. Las bolsas se iban agolpando una a una, hasta montar una marabunta de nuevos trajes y complementos de los que estaba segura, apenas iba a hacer uso. 

Durante todo el trayecto se mostró especialmente cariñosa con David. Siempre que podía lo agarraba del brazo o le reía cualquier comentario que dijera, por simple  e insignificante que fuera. Sin embargo, con Rick, se limitaba a entregarle sus nuevas adquisiciones con una mirada de soslayo. Le encantaba ese juego, y más tras su visita al camarote. Su diversión real era intentar averiguar en qué situación estaba la relación David-Lobo. Las compras simplemente eran un plus adicional.

-¿Ya se nos ha acabado el recreo? – preguntó molesta. Tenía ganas de sentarse en una terraza y disfrutar de la otra cara de la hermosa ciudad. – Era demasiado bonito para ser verdad – musitó, agarrando de nuevo el brazo de su prometido, dispuesta a volver obediente de camino al tren.

David se enfrentaba a una aburrida tarde de compras, pero lo cierto es que el estado de humor y las atenciones de Maddie, que estaba extrañamente afectuosa y jovial, hicieron mejorar el día. Quizá fuese la belleza de Florencia, quizá el ir de compras, que mejora el humor de cualquier mujer. El caso es que hacía tiempo que no la veía de esa forma y añoraba tener un momento así. Nadie pondría en duda que estaban en un momento bajo de la relación, pero mientras quedaran momentos como aquellos, aún tenía salvación. David correspondía a su prometida con sonrisas y palabras amables.

Le sabía mal por Lobo, el rudo guardaespaldas de Madeleine, que se veía relegado a porta paquetes; una función que estaba seguro, le estaría resultando aburrida e incluso humillante. Sobre todo por la indiferencia de su prometida. Pero el hombretón podía soportar eso y mucho más. 

Terminadas las compras, se deleitaban admirando la belleza de la Piazza del Duomo cuando un hombre irrumpió interrumpiendo la velada. Tocaba volver al trabajo. 

-Es una pena, pero supongo que no queda más remedio. Guíenos, se lo ruego...cuando haya recuperado el resuello, claro. 

Mientras esperaba a que su improvisado guía se recuperase, se dirigó a su prometida. 

-Ha sido una velada encantadora, querida. Necesitamos más momentos como este para nosotros ¿no crees?

Anne Sophie esperaba que los lugares a donde había llevado a Hans hubieran sido de su agrado. Conociendo al joven y su obsesión por el estudio qué mejor que llevarlo a un museo o una biblioteca donde se pudiera echar un vistazo a algún incunable. Reconocía que no era la mejor guía del mundo y hacía ya tiempo que había estado en la ciudad, pero sentía que le debía algo al joven después de lo sucedido con los alemanes en la playa. Si Rick y ella no se hubieran lanzado como locos contra todos aquellos soldados, seguramente ninguno de ellos, en especial Hans y Madeleine, hubieran caído heridos.

Se encontraban dando un tranquilo paseo cuando Anne se giró con cara de pocos amigos al escuchar las voces que los llamaban. Con todos los sentidos alerta, se volvió al hombre que llegaba corriendo hacia ellos con expresión de querer matarlo allí mismo como osara dar un paso más. Se relajó lo suficiente al escuchar que sólo quería darles un aviso... Debían regresar al tren.

—¿Ha pasado algo? —Tanta urgencia la había preocupado—. Está bien, ya nos vamos —añadió sin esperar respuesta pues sabía que, de haber sucedido algo grave, se enterarían nada más llegar al tren y seguramente aquel hombre sólo era un simple mensajero, falto de ejercicio pero sin mayores conocimientos de lo que pudiera haber pasado.

Junto a Hans, regresó al tren donde pudo comprobar que el resto de sus compañeros ya habían llegado. Sabiendo que el joven estaría ya a salvo, se dirigió al vagón restaurante donde, con toda probabilidad, encontraría a Lobo con una copa delante. ¡Bingo! Allí estaba y, aunque ninguno de los dos fueran de muchas palabras, beber en compañía siempre resultaba más ameno que hacerlo solo.

Parecía que por fin el tren iba a ponerse en marcha para abandonar Lyon dirección Florencia, eso significaba que el resto de miembros de su pintoresco grupo debía de haber regresado del paseo. Apenas dos minutos después de que le hubieran servido la copa las puerta del vagón se abrió, Rick alzo la mirada para encontrarse con Anne Sophie, esta parecía buscarlo o al menos confirmar que todos estaban de vuelta. Si el estaba allí Madeleine también lo estaría, así como su otra “mitad”.

Aparto los pies del asiento que se encontraba frente a él, dejándolo libre para la mujer y con un gesto de la mano le indico al camarero que sirviera otra copa. Sentía intriga por e pasado de la mujer pero ambos eran parcos en palabras y no dados a indagar en la vida de los demás. El trabajo y la acción era todo lo que conocía, aún así se llevaban bien o al menos esa era la impresión.

-¿que tal el paseo con el profesor? - le dedico a modo de saludo cuando se acerco a tomar asiento

Una vez o reecontráis y volvéis al tren uno de vuestros guías os entrega un par de planos de Florencia, unos callejeros de la zona central de la ciudad. También os da una serie de indicaciones:

-El tren les dejará en la estación de tren de Florencia (B1). Si el viaje va según lo previsto llegaremos allí por la mañana, tendrán una hora para dirigirse a la cafetería, recuerden que está en frente al Duomo (F4). Su contacto está avisado. Ahora, si no tienen preguntas, pueden descansar y disfrutar del viaje.- Dice amablemente.

Hans no parecía perder detalle de la ciudad. Como le hizo saber en algunas ocasiones a Anne Sophie, él conocía la ciudad por su historia como capital de la Galia romana, pero desconocía su lado más contemporáneo. Disfrutó de las visitas a museos y bibliotecas, donde se sentía capaz de perderse y olvidar el paso del tiempo, pero sobretodo, olvidar por un instante el constante peligro al que habían estado exponiéndose.

Al poco de haber salido del Museo de la Marioneta, las voces de un hombre hicieron que se girara intranquilo. No había qué temer por suerte, aunque el mensaje dejó a Hans con ciertas dudas. ¿A qué se debían aquellas prisas? Viendo que su única opción de saber el motivo de aquel cambio era precisamente regresar, intentó seguirle el ritmo a Anne Sophie hasta el tren.

- Gracias por el paseo, Señorita Hianult. -dijo cuando llegaron, justo antes de que se separaran en vagones distintos.

Una vez allí, tomó uno de los mapas que les ofrecían y escuchó con atención, anotando en un borde las indicaciones recibidas.

- Disculpe. -preguntó al guia cuando terminó.- ¿Se sabe el porqué de tanta prisa? La salida no estaba prevista hasta mañana.

Ojeó distraída el plano de Florencia, trazando una línea imaginaria entre las dos ubicaciones que el guía había mencionado.  No parecía un trayecto demasiado complicado para una hora. Quizás incluso pudieran disfrutar de un rápido paseo por la catedral antes de llegar a la cafetería para hacer dios sabe qué.

Madeleine se incorporó ligeramente al escuchar la pregunta de Hans. – Si, estaría genial que nos dieran alguna explicación, para variar – apuntilló, esperando a que el guía diera algún tipo de respuesta.

—Me alegro que lo haya disfrutado Hans —al contrario que había hecho él, Anne lo trató por su nombre de pila despidiéndose de él antes de ir al vagón restaurante donde, ya con más tranquilidad, buscó la compañía de Lobo mientras ambos se tomaban una merecida copa.

—Creo que lo ha disfrutado aunque —se encogió de hombros antes de añadir algún comentario más en respuesta a la pregunta que le hacía Rick— es tan sumamente educado que me imagino no diría nada en caso de que se hubiera estado aburriendo mortalmente.

Justo en ese momento fueron interrumpidos por uno de los guías que les tendió un plano de Florencia, su siguiente destino, con indicaciones del trayecto entre la estación del tren y el café donde habían quedado. Anne se dio media vuelta quedando con su espalda pegada a la barra mientras observaba al resto y escuchaba sus preguntas no exentas de razón ya que, hasta el momento, habían estado yendo de un lado a otro según les iban ordenando pero con apenas indicaciones de qué estaba sucediendo.

—Si ha habido algún problema que motivara esta repentina prisa por adelantar el viaje, ¿no le parece que debaríamos saberlo? —Miró al hombre antes de darle un pequeño trago al líquido ambarino de su vaso.

Rick balanceaba el contenido de su vaso escuchando la respuesta de Anne Sophie, en su rostro una sonrisa de medió lado, cuando su guía apareció esta permaneció en sus labios algo más divertida. Tomo el plano que les ofreció dando un vistazo rápido para guardarlo acto seguido, esa noche le dedicaría la atención que se merecía, analizando con ojo experto el entresijo de calles de los alrededores. La distancia de la estación al lugar de encuentro no era demasiada, podría adelantarse y estudiar el terreno mientras los demás se dedicaban al turismo hasta la hora acordad. Bueno, eso si nadie se oponía.

-No agobien al pobre hombre – había permanecido en silencio ante el bombardeo de preguntas que le caían al guia – no ven su cara, no tiene ni idea – prosiguió en tono sardónico – si quisieran darnos más información el mismo Douglas se habría presentado ante nosotros, ¿de verdad creen que le darán información a un empleado de tercera? - miró al hombre – no se ofenda – añadió alzando su vaso a modo de “disculpa” - El plan es el mismo, encontrarnos con Donaldson, que nos indique donde esta la residencia de Zimmer y aprovechar su ausencia para investigar. Ya esta. El hecho que aceleren los planes pueden ser por dos motivos que – torció la boca en gesto dubitativo antes de tomar otro trago – me vengan a la cabeza; uno Zimmer puede estar de regreso antes de lo que esperaban o dos...bueno no hay un dos pero tienen el punto ¿no? Debemos actuar como si el mismísimo diablo nos pisara los talones - realmente si tenía otra vaga idea del motivo pero prefería ignorarlo por el momento

A diferencia de lo que podía apreciar en el resto de sus compañeros, David no estaba en absoluto alarmado por la premura mostrada por su improvisado guía. Estaba acostumbrado a que las cosas fueran así. Su vida en los últimos meses, había sido pasar de momentos de relajado aburrimiento a momentos de tensión constante en apenas unas horas.

Lo cierto que en esta ocasión, el tiempo para relajarse y pasar algo de tiempo con su prometida, le había venido muy bien. Pero se conocía y en realidad agradecía que hubieran tenido que volver al trabajo antes de que comenzase a aburrirse. Sin embargo, aún les esperaba otro aburrido viaje en tren antes de meterse en faena.

-Es como dice Lobo. Estoy seguro que habrán tenido buenos motivos para adelantar la cita, pero ya nos informarán a su debido momento. Mantengamos la calma.

Nadie os da ninguna información nueva salvo que Sir Archer se había apeado en la estación de Lyon para solucionar unos asuntos, os dan a entender que era algo que ya tenía previsto.

El tren llega a la moderna estacion de Santa Maria Novella y la histórica ciudad italiana de Florencia os recibe con una mañana soleada pero fría. Esto os obliga a poneros prendas de abrigo. Tal y como estaba previsto teneís una hora, aproximadamente, para llegar a vuestra cita en la cafetería sita frente al duomo.

La amplia estación es de reciente construcción y llaman la atención sus amplias vidrieras que permiten que la luz natural inunde el lugar como si estuvierais en el exterior.

Interior de la Estación Santa Maria Novella 

Una vez salís os encontráis con la amplia y diáfana plaza en la que se encuentra la estación. Aunque el sol luce en lo alto y no parece verse ni un atisbo de nube hace frío por lo que un paseo os ayude a entrar en calor. Pero si preferís otra opción hay taxis frente la estación, al contrario de ocasiones anteriores esta vez, el club, no os ha dejado ningún vehículo.

Exterior de la estación

Ante la actitud de Rick y David frente a sus preguntas al guía, Hans se giró hacia ellos y les miró un instante. En otra persona podrían haber intuido su malestar, pero con el alemán era difícil distinguir emociones.

- Preguntar nunca es una pérdida de tiempo.

Se despidió con un leve cabeceo y se fue a esperar en su estancia. Viendo que lo más parecido a información sobre lo ocurrido que recibiría iban a ser las teorías sin fundamento de uno o de otro, prefirió volver al estudio de sus notas.

Llegados a Florencia, Hans tomó un abrigo de tres cuartos gris simple, tan comedido como él mismo. En una mano llevaba su maletín y en la otra el mapa, que ojeaba de tanto en cuanto. Contempló la estación, y aunque reconocía el mérito de la construcción, le pareció demasiado "moderna". Una vez fuera, se quitó un instante el sombrero y dejó que el sol le diera en la cara. Su cabello rubio brilló antes de ser cubierto de nuevo.

- Con una hora por delante no veo necesario que tomemos un taxi. ¿Les parece si caminamos hasta el café?

Se giró hacia el grupo para esperar su respuesta, en especial la de Anne Sophie.

El guardaespaldas se mantuvo en un segundo plano durante el resto de la jornada, intercambiando alguna que otra palabra con Anne Sophie sobre lo que les podía esperar en Florencia. Fue el último en retirarse a descansar cuando todos se encontraban ya en sus compartimentos, se aseguro de dar un vistazo a que Madeleine siguiera segura, y sola, tras la cuál se encerró en el suyo y tras limpiar su arma para el día siguiente se fue a dormir.

Los rayos del sol de la mañana incidiendo sobre su rostro lo despertaron bien temprano, se aproximaban a Florencia, en la cafetería del tren le anunciaron que llegarían en escasa media hora. Eso le daba el tiempo para tomar un café bien cargado, llevarse algo a la boca y prepararse para la llegada de sus compañeros. No tenía un buen presentimiento con aquella misión, bueno nunca tenía un buen presentimiento con ninguno de los encargos de Douglas desde que habían ingresado en el secreto club, sería la experiencia, las ganas de acción para descargar adrenalina acumulada o simplemente de tener algo en la mente que no fuera lo que la ocupaba día y noche.

Ya todos reunidos, los siguió abandonando el tren. El aspecto de Lobo no cambiaba, portando su desgastada e inseparable cazadora marrón, pantalones militares caqui y su sombrero; esa mañana lo que podía llamar algo la atención es que había olvidado ocultar su colgante tribal, el cuál portaba siempre bajo la camisa. En el exterior escucho la palabras del erudito alemán, asintiendo.

-Estoy de acuerdo con el profesor, hay tiempo de sobra – lanzó una mirada significativa dirigida a Anne Sophie, mientras se ajustaba el sombrero, antes de volver a hablar – por eso si les parece bien, usted Hans podría disfrutar de un instructivo paseo con Madeleine y David, quizá visitar algún lugar interesante, disfruten del día – prosiguió su discurso extendiendo un brazo señalando la ciudad, guardando con la otra mano el mapa en su bolsillo trasero – mientras la señorita Hinault y yo podemos inspeccionar la plaza y el café – añadió con un encogimiento de hombros y expresión inocente – solo para asegurarnos que no hay nada raro y que es seguro, después de lo sucedido me parece una nimiedad ¿les parece?

El viaje fue tan aburrido como cabía esperar, pero por fin llegaban a destino. David se puso en pie y se estiró disimuladamente. Ofreció la mano a su prometida y se dispuso a bajar al andén.

-Es...extraño. Nunca había visto nada parecido-Dijo mirando el edificio-No estoy seguro de si me gusta, la verdad ¿qué opinan ustedes?. 

Conversando con sus compañeros se dirigió hasta el exterior. Pensó en coger un taxi, pero la propuesta de Lobo parecía interesante.

-Sí, hay tiempo de sobra. Podremos dar un paseo y charlar. ¿Qué dices, querida?
 

Llevaban meses con las mismas dinámicas. Información escueta y ninguna respuesta a sus preguntas. Madeleine volvió la cara con hastío ante la breve respuesta del guía, y no añadió nada más. De hecho, se reprochó a si misma el haber intentado si quiera averiguarlo. Terminaba siendo frustrante.

***

Tardó unos minutos más en bajar del tren. No conseguía decidirse qué conjunto ponerse. De todos los vestidos que había comprado en su breve parada en Lyon, solo dos era lo suficientemente abrigados como para ese tiempo semi hibernal. Por muy bonita que sea una prenda, si no se usa correctamente, puede convertir a la dama en furcia. Finalmente se decantó por un elegante y discreto conjunto gris, de falda y chaqueta, quedando parcialmente cubierto por un abrigo  de piel con solapas de seda.

- Perdón por el retraso – comentó distraída mientras bajaba del tren y se reunía con sus compañeros, sin ningún atisbo de arrepentimiento -  es imposible que una dama se arregle adecuadamente en una cafetera móvil como ésta -  añadió, lanzando una mirada al outfit de la señorita Hinault. Ella sin lugar a dudas, no entraba en esa categoría.

– Acepto encantada ese paseo, querido -  respondió a David con una sonrisa de cortesía. Si de nuevo Lobo prefería enviarla con su prometido y Hans, no le daría el gusto de hacerse la ofendida. Llevaba varios días sintiendo la imperiosa necesidad de demostrar a él, y a todo el mundo, lo genial que marchaba su relación con David, y aquella era una ocasión tan buena como cualquier otra.  – Por favor profesor, acompáñenos -  añadió, dando la espalda a Rick y L´Ourse – seguro que puede deleitarnos con una gran historia de Florencia de camino a la cafetería- .

Si no iban a darles más información no había porqué seguir dándole vueltas al tema así que Anne, haciendo compañía a Lobo, pasó el resto del viaje en la cafetería charlando con él hasta que consideró que llegaba una hora prudente de retirarse.

El tiempo había refrescado bastante así que la mujer, poco antes de llegar a su destino, se vistió con sus prendas habituales basadas en cuero negro, botas altas cómodas y, sobre ellas, su abrigo de cuero de corte alemán que no le impedían moverse y además abrigaban lo suficiente. Por supuesto pasó por alto la mirada que le lanzó Madeleine cuando la vio vestida así, cada cual tenía un orden de prioridades y ella no iba a imponer el suyo a nadie, si a la joven malcriada no le gustaba su atuendo tenía fácil solución... no mirarla.

Frunció el ceño al bajarse en la estación y ver aquella mole ante ella. Pudiera parecer una persona insensible o que no apreciara esos detalles pero en el fondo Anne se emocionaba ante la belleza y el arte, o por lo menos se emocionaba a su manera, y aquella estación ni era bella ni le parecía ninguna obra de arte, al contrario, le parecía una nota discordante en una ciudad tan artística como era Florencia.

Miró a Hans al escuchar la propuesta que lanzaba Rick para evaluar si estaría bien hacer lo que el hombre proponía. No le hacía ninguna gracia dejar al joven estudioso sin su vigilancia pero, tanto David como Madeleine, habían demostrado en más de una ocasión que sabían defenderse bien, y si Hans quería ir con ellos a dar un paseo ella no sería quien se opusiera. Además, echar un vistazo antes al terreno para no tener sorpresas también le parecía una buena idea.

—Está bien —aún no estaba del todo convencida pero tampoco quería agobiar a su protegido—. Procuren no meterse en líos.

Se giró hacia Rick enarcando una ceja y pensando, mientras sonreía para sus adentros, en que quizás tuvieran que ser ellos dos los que no se deberían meter en problemas.

—¿Vamos?

Por supuesto, Italia nunca decepciona y disfrutáis de un agradable paseo por las calles de la zona antigua de Florencia. Paseais una concurrida calle llamada Vía Cerretani, se respira un ambiente bullicioso. Los repartidores van y vienen surtiendo a los comercios de la zona, pequeñas escuadras de carabineri vigilan hacen rondas subiendo y bajando la calle. Esto os recuerda que Italia se encuentra bajo el yugo de Mussolini un dictador afín al régimen nazi.

Via de Cerretani, entrada a la Piazza San Giovani, al fondo cúpula del Duomo*

Pronto dejáis atrás el singular batisterio de San Giovanny para llegar a la "piazza del Duomo" o plaza de la catedra, en ella el Duomo de Santa María de Fiori os recibe con todo su esplendor. La catedral es una de las obras maestras del gótico italiano y uno de los edificios más grandes de toda la cristiandad. Anne y Rick pueden observar que no dejan de verse carabineri, en pareja o grupos de cuatro, patrullando la zona. Aunque es un detalle observado desde el comienzo del paseo y quizá provocado por el estricto control militar de la dictadura. Realmente no parece haber peligro en la zona y ninguno se percata de nada sospechoso

Fachada principal de la catedral de Santa Maria del Fiori

En una esquina al lado del duomo destaca una cafetería que parece tener éxito  ya que se encuentra bastante concurrida, no hay duda de que es la cafetería que os indicaron. Al acercaros podéis ver una mesa vacía en la que podríais caber.

Cafeteria en la piazza del Duomo