Partida Rol por web

No era buena idea estar delante de aquel portal como pasmarotes, eso sólo conseguiría llamar la atención sobre ellos. Por ese motivo lo que decidieron fue alejarse un poco y Anne, sin perder de vista ni la puerta por donde habían desaparecido sus dos compañeros con la joven ciega y los perros ni a Hans, se mostró atenta a todo lo que sucedía a su alrededor.

Por ese motivo se fijó en los dos hombre que mostraban tanto interés en la casa de la joven como el que habían mostrado ellos anteriormente así que, siendo todo lo disimiluda que podía, no los perdió de vista. Cualquier persona que estuviera pasando por allí no se sorprendería por aquellos dos, ya que no llamaban la atención en ningún aspecto pero para Anne, después de todo lo que habían vivido y, en especial, después de la muerte de Sir William, cualquier desconocido que rondara por alguien que fuera de su interés era un potencial sospechoso a sus ojos.

-¡Ja!.- Soltó una risa irónica. -Fueron los estudios de mi padre os que postraron a Abner.- Ahora parecía un poco enfadada. - ¿Por qué no me quieren decir a las claras qué es lo que quieren?.- Hizo un gesto de desprecio hacia Rick y se dirigió hacia donde creía que se encontraba Madeleine. -Archer ¿Madeleine? ¿Acaso eres la hija de Sir Douglas Archer?. Creo que tenemos mucho en común, a nuestros padres les encanta jugarse nuestra vida metiéndonos en sus asuntos.- Sacudió con la cabeza en gesto negativo. De repente Theresa conocía a Sir Archer pero ¿conocía las actividades del Club?.

Al fijarte en sus ropas notas un bulto a la izquierda, bajo su pecho. Puedes imaginar claramente lo que és, y no te equivocas, esos hombres van armados. 

Lanzó una mirada penetrante a Rick conforme iban subiendo las escaleras, intentando leerle la mente para poder ponerse de acuerdo en que estrategia usar cuando llegaran ahí arriba. Se mordió el labio nerviosa, reprimiéndose las ganas de abrir la boca antes de tiempo y fastidiarlo todo.

Sus ojos volaron por la pequeña estancia, parándose unos instantes más en la mesa de el escritorio. Sentía una irresistible atracción sobre esos libros antiguos. Estaba segura de que escondían alguna pista, y que si podían conseguir algo serían esos papeles.

Se quedó quieta, junto a Rick, maldiciendo en silencio la mala acogida a las palabras de éste. Habían vendido la piel del oso antes de cazarlo. Le habían prometido una información sobre Abner que realmente no tenían. ¿Qué podía interesar a Teresa lo suficiente como para que aquella visita no terminara en un absoluto desastre? Habría sido ideal colarse en la casa sin nadie dentro… pero con ella ahí, junto con aquellos dos perros enormes, reducían enormemente las posibilidades de éxito.

- Así es, soy la hija de Sir Archer – contestó, aliviada por un instante de no tener que responder con una gran mentira improvisada – aunque resulte extraño decirlo en voz alta. Nuestra relación lleva muchos años sin ser del todo… cercana –aclaró, dándole un poco más de dramatismo. Bien era cierto que desde la desaparición de éste, nada había vuelto a ser como antes, pero hasta entonces habían sido uña y carne.

Soltó una pequeña risa ante ese último comentario.  Sin duda, había dado en el clavo. – Oh si, tienes toda la razón – dijo mientras se sentaba en una de las butacaa, mirando de forma alternativa a los papeles que descansaban en el escritorio y a Lobo. Con el leve, pero claro toconeo de sus Schiaparelli, estaba segura que no pasaría inadvertida al entrenado oído de Teresa. Rick en cambio podría echar un rápido vistazo si ella se despistaba, o incluso cogerlos. – No se acordará de felicitarme el cumpleaños o de ayudarme cuando estoy en apuros, sin embargo, no duda en casarme con el primer aristócrata que le interesa engatusar para sus negocios – si intentaba relajar un poco el ambiente, puede que se mostrara un poco más abierta al diálogo, y con ello, pudieran tener una oportunidad de echar un vistazo a aquellos manuscritos. – En fin, será mejor no recordarlo porque me hace hervir la sangre – dijo en un tono mezclado entre diversión y fastidio – y terminaré pidiéndote esa copa que hemos rehusado -  apuntilló. Había sido ella quién no les había ofrecido bebida, pero quizás así se sintiera un poco culpable y fuera a la cocina a prepararles algo. Solo quizás.

Hans seguía tranquilamente al lado de Anne, echando de vez en cuando un vistazo hacia la puerta y esperando pacientemente. Parecían simplemente una pareja como cualquier otra, hablando de sus cosas. De vez en cuando soltaba algun pequeño comentario, referente a algunos conocimientos que él mismo poseía de descubrimientos arqueológicos antigüos.

David se impacienta cuando los dos tipos se acercan a la puerta de la casa. Algo llama su atención.

-Esos tipos van armados-dijo David disimuladamente al pasar por al lado de Sohie y Hans-Estén preparados. Probablemente tengamos que intervenir. 

Sin dejar de disimular, sigue pendiente de lo que hagan. Si llaman a la puerta o intentan otra cosa.

En la gran estantería reposa, apoyada en los libros, una fotografía de lo que parece un grupo de monjas. Después, lo único intrigante podrían ser los libros sobre hay sobre el escritorio de los que que, a parte de parecer unos libros antiguos, no sabrías decir nada más.

Al fijarte en sus ropas notas un bulto a la izquierda, bajo su pecho. Puedes imaginar claramente lo que és, y no te equivocas, esos hombres van armados. 

-No me extraña que Sir Douglas no despierte buenos sentimientos ni en su propia hija, te compadezco.- Dice con tono reconfortante. Pero entonces se yergue en la silla y dirige sus gafas oscuras hacia Madeleine.-. Siendo así, no acabo de entender muy bien que es lo que queréis. ¿Que saben de Abner? ¿acaso teneis noticias de Berlín?. - Theresa tuerce un poco el gesto. Parece que empieza a tener la mosca detrás de la oreja.

Rick alzo las cejas impresionado por las directas palabras de la ciega. Una mujer directa, me gusta. Aquello le arrebato una sonrisa de satisfacción, quizá no tendría que andarse con tanto remilgo perdiendo el tiempo encubriendo la verdad, no era mal mentiroso pero se le daba mejor cuando podía fanfarronear. Algo que se borro de su mente, así como su sonrisa lobuna cuando el barrido de su mirada termino en la estantería, sobre aquella fotografía.

Como imaginaba los manuscritos de la mas no le decían nada, salvo que eran antiguos, así que esa mirada de Madeleine no serviría de mucho porque aunque pudieran hacerse con alguno de ellos estaba seguro que los animales le harían notar que algo no iba bien. Pero fue aquella fotografía, una con un grupo de monjas, aunque no pudiera distinguir ninguno de los rostros que allí aparecían por la distancia, la que le dio una esperanza. Habría que proseguir con el mismo tacto pero algo más de buena voluntad.

-Ignoro quien le ha comunicado que su hermano se encuentra en Berlin. Al abandonar Londres hace ya varias jornadas, el permanecía en Londres bajo los cuidados de los mejores expertos – lo cierto es que había perdido la cuenta del tiempo que llevaban en el tren y cuanto había transcurrido...su diario, a buen recaudo en uno de los bolsillos internos de su chaqueta se hizo más pesado, ante aquella mentira tan poco estudiada – siendo sincero con usted, poco se puede hacer, su hermano empeora a cada instante, la dolencia que padece, por llamarlo de alguna manera....mmmm....-se hizo de rogar, buscando una manera de proseguir, aunque su tacto estaba siendo mínimo – como explicarlo ¿lo esta drenando por dentro?...y si, como dice es culpa de su padre – sentenció sin remordimiento alguno, mirando de nuevo a Madeleine, en una advertencia silenciosa que iba a cometer una pequeña locura – veo que es usted una mujer piadosa, su hermano, me temo que ahora esta en manos de dios. Lamento ser tan crudo con la realidad pero dudo que vuelva a tenerlo a su lado con vida...- tomo una fuerte bocanada de aire ante la posible reacción de la mujer, soltándolo sonoramente por la nariz – respondiendo a su pregunta...no soy un simple guarda espaldas, a cargo de la seguridad de la señorita Archer. Su padre, ahora retirado, ha dedicado su vida a servir a la corona y aun ahora, sigue preocupándose por el bienestar de su nación y de su hija. Su padre el Doctor Helmtu Zimmer esta jugando con fuerzas que son muy peligrosas, fuerzas que algunos tildarían de supercherías, otros de ciencia y otros de fuerzas divinas...pero la realidad es que sea lo que sea que este haciendo su padre, no sabe lo que tiene entre manos pues el mismo fue el que desato el mal que padece su hermano, en su búsqueda – volvió a hacer otra pausa mirando a la mujer – mi ignorancia me impide comprender que sucedió pero puedo decirle que no será el único error que cometerá su padre, el siguiente podría ser fatal para él o incluso para usted

Se permitió dramatizar un poco, se había envalentonado a soltar una retalia de verdades aderezadas con toques de exageración pero a fin de cuentas necesitaban conseguir su cooperación para tratar de ir por delante de los alemanes aliados de Zimmer.

-Theresa, puedo decirle que Sir Archer hace uso de los constantes viajes de Madeleine a cargo de la casa de subastas para la que trabaja, para que yo sea sus ojos y oídos por el continente, claro que cuando su avispada hija descubrió mi...segunda ocupación – aquello hacía mas bien alusión a la segunda ocupación de Madeleine, a la que se lo dejo claro con una mirada cómplice y un guiño de ojo sutil, para ver si captaba por donde iba – no ignoro la llamada de la aventura y el deber...fue en Egipto donde tratando de recuperar una antigüedad para el museo Británico dimos con su padre, allí el se llevo algo que ha causado el mal a quien ha estado en contacto con dicha reliquia...nosotros nos encontramos aquí por el trabajo, como ya he mencionado de Madeleina...para ...- llegados a ese punto se estaba quedando sin fuelle puesto que no había nada más para sustentar sus palabras si revelar que los estaban espiando, miró a Madeleine junto a él frunciendo el ceño en busca de las palabras o ayuda de esta- emh...una subasta – dijo casi en tono interrogante encogiéndose de hombros, ofreciendo a la mujer que tomara e relevo antes que metiera más la pata o Theresa sospechara algo más

Su cabeza ya había dado mucho más de lo que pretendía y sin duda había hablado mucho más que en toda la dichosa historia del club, odiaba halar y dar tanto rodeo cuando habría sido mucho más directo de no haberse tratado de una mujer, ciega y además a todas luces religiosa.

Estaba claro que no iba a resultar fácil conseguir información de aquella mujer.  Conforme iban pasando los minutos parecía como si la conversación cada vez fuera tomando un camino más oscuro, que los alejaba más y más de las respuestas que necesitaban. Madeleine se volvió a remover incómoda, empezando a plantear en su cabeza la opción de cerrar la puerta en las narices a los perros, noquear a aquella mujer, y empezar a indagar como es debido.

“Oh Dios mío” pensó mientras se pellizcaba el puente de la nariz, en un gesto involuntario de preocupación. Lobo se había lanzado al precipicio sin paracaídas, y aunque resultase del todo arriesgado, no podía decir que su fórmula noqueadora fuera mucho mejor. Se mantuvo en silencio durante todo el largo monólogo de Rick, interviniendo con pequeños monosílabos que confirmaban su versión, aunque sus ojos se posaran en él una y otra vez de manera interrogante. ¿Quién era ese hombre tan hablador y donde estaba su parco y seco Rick McReady?

- Si, una pequeña subasta entre antiguos amigos del gremio – apuntaló con más convicción ante la repentina flaqueza de Lobo – es más una reunión social que una buena oportunidad de negocio, pero con estas cosas… ¡nunca se sabe! – terminó con naturalidad, pensando en las muchas veces que había acudido a subastas de esa índole.

Tras ello calló. Con toda la información que había soltado Rick en un momento, no parecía prudente seguir aumentando el marcador. Según respondiera Theresa, sería momento de decidir cómo actuar.

Theresa no se esperaba aquel arranque por parte de Rick. -Por lo visto se más de lo que sucede a Abner que lo que vosotros me podáis contar. Se encuentra en Berlín y ese es el motivo de que mi padre haya salido a Alemania. En cuanto a lo ocurrido en Egipto.- Hizo una pausa y respiró hondo antes de seguir hablando. -

-No dudo que no seas algo más que un guardaespaldas de hecho me gustaría saber quien eres realmente, es más quienes sois.- Pausa de nuevo, pero antes de dejaros intervernir sigue hablando.-  ¿Sois creyentes?, Disculpad si es una pregunta íntima. Pero lo que mi padre ha desencadenado y de lo que habéis sido testigos en Egipto es, a todas luces, la Décima Plaga. Por tanto..., si, mi hermano esta sentenciado.- No parecía demasiado afligida aunque su gesto era grave.

Había torcido el gesto con las últimas palabras de Rick pero cuando mencionó la subasta un esbozo de asombro ser reflejó en su rostro. -¿Una subasta?- Ahora se dirigió a Madeleine para preguntar. -¿Una reunión social dices?.- Entonces rió, una carcajada tranquila y cargada con cierta ironía. Estiró un brazo para abrir, a tientas, uno de los cajones del escritorio y sacar una máscara muy familiar. Era muy similar a la que habíais encontrado en el maletín de Sir William con la diferencia de que esta tenía rasgos femeninos. -Yo también tengo que ir a esa subasta.- Dijo mientras os enseñaba la máscara.

Los dos fulanos aún no han reparado en vosotros. Entonces, mientras uno vigila, el otro comienza a forzar la cerradura usando unas ganzúas. En ese momento, en un revelador gesto, el que vigila saca de un bolsillo de su abrigo lo que sin duda es un enorme chuletón crudo.

David miró para Sophie. Tener, tendrían que actuar. Quedaba la duda de si hacerlo ahora o una vez hubieran forzado la cerradura y se hubiesen deshecho de los perros. Si lo sabían manejar, quizá consiguieran ganarse el favor de la hija de Zimmer. O lo mismo levantarían sus sospechas. Pero lo que estaba claro que no podían permitir es poner en riesgo a Madeleine y a Rick. 

-Hay que actuar. Podemos acercarnos por detrás y apuntarles con una pistola por la espalda. Con discreción. 

Los libros sobre el escritorio son sin duda de carácter religioso. No solo eso, parecen unos incunables de alto valor y a los que muy pocos tiene acceso.

El instinto de Anne le advertía de que aquellos tipos tramaban algo y lo que estaba viendo en esos momentos confirmaba sus sospechas. Miró a David y asintió a sus palabras, tenían que actuar cuanto antes, pero también tenían que ser prudentes porque no les interesaba llamar la atención de los transeúntes.

—Estoy de acuerdo contigo, debemos actuar —Anne se alegró de comprobar que David pensaba como ella—. Pero quizás nos interese hacerlo cuando hayan conseguido abrir y, pistola en mano, los obligamos a entrar, de esa forma no llamaremos tanto la atención y así podremos interrogarlos sin mirones delante.
 

David asintió. 

-Así lo haremos. La parte mala es que alertaremos a la hija de Zimmer, pero creo que es mejor eso que la alternativa. Venga, acerquémenos con cuidado. 

David se acercó intentando no llamar la atención.

Sí Theresa buscaba humillarles, derrumbando su historia de brindarle información sobre Abner, no funciono. Esas cosas no servían con Rick, en su humilde opinión aquella mujer estaba a la defensiva desde el momento que les invito a entrar y tenía claro que sabía mucho más de lo que reconocería.

La declaración de “intenciones” que le siguió arranco una expresión de deleite en el rostro del ex mercenario, acostumbrado a que aquellas palabras fueran seguidas de un encuentro más intimo. Y aunque no fuera el caso, no impidió que una picara sonrisa se prendiera en sus labios.

-tengo mis propias creencias, Theresa – mostrando cierto tono de admiración y respeto al pronunciar su nombre – pero si, tiene usted razón – mantuvo una actitud asertiva, era la única táctica que se le ocurría que podría seguir – aunque puede que no le sirva de mucho...lamento lo de su hermano, se le veía un buen hombre

Que pensara o no que lo era no se podía apreciar en el tono usado para referirse a él, otra cosa sería lo que realmente pensara de Abner y sus alianzas. Lo único que tenía en mente era las que podía tener ella y por tanto si no estaría poniendo en riesgo a Madeleine permaneciendo por mucho más tiempo allí.

Rick reacciono abriendo los ojos tras parpadear un par de veces, incrédulo ante lo que les estaba mostrando, teniendo que inclinarse hacía delante para convencerse que no eran imaginaciones suyas antes de girar el rostro hacía Madeleine.

-vaya...se ve que...nos movemos en los mismos círculos – dijo sin estar muy seguro de como continuar, rogando con la mirada que ella interviniera a partir de ahí