Partida Rol por web

Madeleine intento contenerse, quedándose quieta y esperando a que Lobo explicara algo de la situación actual, pero su impaciencia pudo más. Caminó hasta la entrada, asomándose también a la escalera para descubrir a los dos hombres acorralados por los perros y sus compañeros.

Devolvió la mirada a Rick, dando un pequeño cabeceo. Justo cuando había aceptado colaborar con ellos les interrumpían. Esperaba que la aparición de David y compañía no echase por tierra la colaboración que parecía ofrecer Theresa. – Sí, creo que es momento de irse, y si no es por estas escaleras, mejor -. Esperó a que ella dijera algo, aunque estaba bastante segura de que al menos a una azotea podían subir.

Oís ladridos, gritos y sonidos de lucha en las escaleras, incluso os parece oir las voces de David y Anne Sophie, despues de unos instantes silencio. Cuando la refriega parece haber acabado los perros comienzan a ladrar y gruñir. 

-Pues, no hay otra salida a no ser que pretendan tirarse por la ventana. Además no marcharía sin mis perros. - Contesta Theresa. -Pero ¿qué sucede? ¿a quién le ladran?- Pregunta, ahora con cierta irritación. Se acerca a la puerta apartando a Rick. -¡Sansón, David!- Grita, los perros callan y oís sus respiraciones mientras suben.

Las aletas de la nariz de Lobo se ensancharon escuchando la refriega que parecía tener lugar abajo, no quería poner en peligro la confianza y colaboración que parecían haber ganado con Theresa, mucho menos poner en peligro la vida de Madeleine pero parecía que no tenía otra opción.

-Se trata de unos hombres armados que parecen querer hacerle una visita – mascullo de claro mal humor asomándose de nuevo a la puerta al tiempo que la voz de la mujer reclama la presencia de los perros, que parecen subir a todo correr por las escaleras – quédense las dos aquí con los perros – le dedico una mirada a Madeline desviándola un instante a la mano que acariciaba su revolver en el bolso – no salgan hasta que no les avise, parece ser que el prometido de la señorita Archer se esta haciendo cargo de la situación. Mas tarde, señorita Zimmer, debera explicarnos algunas cosas acerca de sus visitas

Dicho esto salió para dirigirse a las escaleras con precaución, amartillando su arma listo para lo que fuera a encontrarse al otro lado, dejando sitio para que los perros entraran antes de cerrar tras de si la puerta.

Al asomarse a las escaleras Rick ve a dos hombres tendidos en el suelo, inconscientes o muertos, uno de ellos descansa sobre un creciente charco carmesí. Mientras, David, Anne Sophie y Hans están abajo cerca de la puerta de entrada y parecen disponerse a salir del edificio de hecho

-Vaya, son ustedes una caja de sorpresa, tenía que haber imaginado que su grupo era más grande.- Dijo Theresa, parecía más tranquila al saber que sus presuntos asaltantes estaban fuera de juego.- Pocas explicaciones puedo darles, sin duda venían a por mi, quieren eliminar a toda posible competencia en la subasta. Va a ser mejor que nos vayamos de aquí antes de que alguien le eche de menos- 

Los perros, al ver que los hombres están tendidos en el suelo, no tardan en reparar en vosotros. Por suerte no se acercan, se mantienen a una distancia, con los cuerpos yaciendo en el suelo en el medio. El pasillo y las escaleras no son muy anchas pero los animales fácilmente podrían bajar saltando sobre los caídos.

Sin embargo se quedan en su lugar y comienzan a ladraros y a gruñir como si os estuvieran echando, son dos pastores alemanes de buen tamaño y sus gestos con su hocico manchado de sangre resultan bastante intimidatorios.

-Sansón, David.- Una voz femenina que proviene de la parte superior hace que los perros se cayen y, como accionados por un resorte, den la vuelta y suban raudos.

Al rato oísteis unos pasos en la parte superior de las escaleras, era Rick, que había bajado para ver lo sucedido.

-¿todo este jaleo por esa maldita subasta? - masculló mal humorado hacía el interior de la estancia, situado en el rellano de la escalera aún apuntando había abajo, contemplando como sus compañeros parecían haber noqueado a los dos intrusos – bien, señorita Zimmer recoja las pertenencias que necesite llevar con usted, a partir de este instante y hasta que la subasta haya finalizado estará bajo nuestra protección, si consiente en ello por supuesto

Hizo una señal a sus compañeros abajo para que no se apresuraran, que todo estaba bajo control. Mientras invitaba a Madeleine a que colaborase con la hija de Zimmer en lo que necesitara.

¿David?¿El perro se llama David?

David intentó no pensar en ello. Por un instante, decidió guardar silencio, como si no estuviese allí. Pero al poco vio a Rick salir detrás de la señorita Zimmer, con su determinación habitual. No tenía ni idea de lo que habrían hablado con ella, pero lo que fuera, parecía haber funcionado. La señorita Zimmer estaba bajo su protección. Así que le siguió la corriente. 

Comienzas a registrar el hombre que has abatido, yace inconsciente y no despierta. Metes tu mano en sus bolsillos y no encuentras nada salvo en uno de ellos, tus dedos tocan algo húmedo al meterse en el amplio bolsillo de su abrigo, entonces caes en la cuenta, el chuletón. Aquel iluso pensaba distraer a los perros con cebo, por lo visto ni lo olieron.

También encuentras su pistola, una pequeña Beretta modelo M34, fabricación italiana. Tiene el cargador lleno y una bala en la recámara.

Cuando te acercas al otro hombre está claro que le queda apenas un hálito de vida, los sabuesos han sabido dónde atacar y, probablemente tenga seccionada la femoral y puede que la yugular. En los bolsillos de este encuentras un papelillo manuscrito con la dirección de donde os encontráis y un flamante juego de ganzúas. También tiene una Beretta modelo M34, fabricación italiana, ha disparado un par de balas.

Para tu sorpresa ninguno de ellos lleva cartera, dinero ni documentación que los identifique.

David se puso a registrar a los dos tipos. Pero se detuvo al lado de uno de ellos a ver que estaba en estado crítico. Una de las dentelladas del perro había provocado una hemorragia muy gorda y la vida se le escapaba por momentos. 

David no tenía coraje para dejarlo morir allí, de modo que se detuvo e intentó aplicar sus conocimientos para frenar la hemorragia. Probablemente no se lo mereciese, pero él no era quién para juzgarlo. 

Pasaron en segundos lo que parecieron horas. Observó en silencio como Lobo se asomaba al pasillo, y poco a poco su mano dejó de acariciar la culata de su arma. – Creo que nos iría bien ponernos al día sobre la importancia de esta subasta – dijo alternando la mirada entre Rick y Theresa.

Caminó hasta el rellano una vez los enormes perros hubieran regresado. La conocía desde hace poco, pero ya se había dado cuenta suficiente de que no necesitaba que nadie la ayudara. Observó con detenimiento los dos cuerpos inmóviles, y a sus compañeros al pie de la escalera. Sus ojos se fijaron con frialdad en las manos manchadas de sangre de David, mientras intentaba reanimar a uno de los caídos. - ¿Se puede saber qué haces?– preguntó, sin esperar obtener respuesta alguna - no tenemos tiempo de interrogar testigos – aclaró, en un vano intento de pasar por alto que seguramente estaba intentando reanimar a un maldito alemán de manera altruista. Un maldito alemán que segundos antes de caer tenía la clara intención de asesinarlos a sangre fría. -  Deberíamos irnos de aquí lo antes posible – dijo fijando la mirada en los ojos de su prometido, antes de pasar a observar al resto del grupo – con el escándalo montado, no tardaremos en tener visita -.                                        

Anne tardó aún unos segundos en dejar de apuntar al hombre que había noqueado David, pues del otro ya se habían encargado los perros, pero no bajó el arma ya que no sabía si tendría que usarla contra los animales que, con sus fauces manchadas de sangre, imponían demasiado como para relajarse ante ellos.

Pero no hicieron ningún movimiento de ataque, simplemente gruñeron y ladraron hasta que una voz los calmó. Una voz que dejó sorprendida a Anne cuando escuchó el nombre de David. ¿Acaso la joven dueña de los perros conocía a su compañero? No fue hasta que se dio cuenta que David era el nombre de uno de los canes, y que vio a Rick asomándose al rellano, que no bajó definitivamente el arma, aunque tuvo que hacer un gran esfuerzo para no soltar una carcajada al imaginarse al perro llamado David con la cara de su compañero.

Detrás de Rick apareció Madeleine y Anne no pudo evitar un gesto de desagrado al escuchar su último comentario. Si no hubiera sido por la actuación de David y ella, a saber dónde podría estar esa tonta. Haciendo caso omiso de la mujer, Anne guardó por fin su arma y se apartó ligeramente con intención de salir cuanto antes de allí. Ni siquiera se molestó en lanzar un último vistazo a los dos caídos que nada parecían tener que ofrecer y, por supuesto, tampoco se movió un ápice por ayudar a David a salvar al moribundo.

Lo que sí hizo fue lanzar un vistazo a la hija de Zimmer y a sus dos compañeros, enarcando una ceja a modo de muda pregunta a Rick. Tenía curiosidad por saber qué había pasado y el porqué la joven iba a quedar bajo su protección, pero se imaginaba que Rick no contaría nada hasta que no estuvieran en lugar seguro.

—Vamos Hans —le dijo al erudito que, por una vez, había obedecido su petición de no meterse en medio de la pelea—. Salgamos de aquí antes de que llegue la policía, porque seguro que alguien los habrá llamado —pero antes de salir por la puerta directa hacia la calle, se dirigió a David—. Será mejor que lo dejes, ese hombre está ya más muerto que vivo.

David había reaccionado con celeridad y solo intentaba ganar algo de tiempo para aquel infeliz, cuando escuchó la reprimenda de su prometida. Enarcó una ceja mirándola obviamente enojado. 

-Pues estábamos evitando que estos dos armados con pistolas os cogieran por sorpresa y os cosieran a tiros. Y ahora, luego de dedicar escasos segundos a intentar comprobar quienes son y qué hacen aquí, estoy intentando hacer que este tipo no se muera desangrado. Simplemente porque me cuesta dejar morir a una persona cuando no hay necesidad. Y todo eso en el tiempo que tú has tardado en alcanzar este rellano. Por cierto que si me he acercado a una persona armada con una pistola para derribarlo arriesgándome a recibir un tiro a bocajarro, fue precisamente para montar menos escándalo. Lamentablemente, no fuimos capaces de evitar que el otro disparara a los perros. Ahora si tanta prisa tienes en marchar, porque naturalmente la hay, haz el favor de bajar las escaleras. Si algo de todo esto te parece reprobable, podremos discutirlo en otro momento. 

Su tono era obviamente serio. Sin embargo, no levantó la voz en ningún momento. Mientras decía todo esto, acabó de fijar un tapón sobre la herida más grave de su atacante, para intentar frenar la hemorragia. Quizá sirviese de algo. Luego se incorporó y bajó las escaleras para mirar por la puerta a ver si alguien había reparado en lo que sucedía dentro de la casa. 

Theresa comenzó a bajar las escaleras, lo hacía con inesperada facilidad pero las conocía bien. 

Mas tarde, señorita Zimmer, debera explicarnos algunas cosas acerca de sus visitas

-Les daré las explicaciones pertinentes cuando estemos en un lugar seguro- Theresa ahora si estaba apurada, había cogido un bolso de tamaño mediano y llevaba a sus perros escoltándola. Bajó las escaleras esquivando los cuerpos con la ayuda de su bastón. - Veo que son ustedes un buen equipo ¿cuatro, cinco?- No había aún reparado en la presencia del silencioso Hans pero Anne había pronunciado su nombre. 

David había practicado un improvisado torniquete y, con ello, retrasado la pérdida de sangre del desgraciado atacante pero necesitaba atención médica urgente y una transfusión.

Cuando David se asomó por la puerta de entrada al edificio no vió nada que le inquietara aunque las prisas de Theresa debían ser atendidas, sin duda tenía más información que cualquiera de ellos.

-Hagan lo que quieran pero no podemos quedarnos aquí, al menos yo no.- Theresa se mostraba dispuesta a partir, sola o acompañada.

Podéis ir al hotel o bien preguntar a Theresa si conoce un lugar más seguro.

David y Hinault se asomaron a la puerta de la calle, anunciando que el camino estaba despejado.

Theresa apuraba al grupo para que tomara una decisión o la dejaran marchar por su cuenta.

-Tranquilícese Theresa – se permitió la familiaridad, aunque no existiera agarrando a la mujer del brazo amistosamente – tenemos unas habitaciones en un hostal a unas calles de aquí podemos ir allí para hasta asegurarnos que no nos sigue nadie o podemos llevarla a nuestro transporte – el tren el club sería el lugar más seguro pero no estaba seguro que el grupo estuviera de acuerdo, su instinto le decía que aquella mujer quería y podía ayudarlos pero no podían permitirse el lujo de meter a la que algunos seguramente considerarían una espía, así que se decidió por añadir una última sugerencia acompañando a la mujer al exterior – salvo que a usted se le ocurra otro lugar más seguro

Sin conocer los pormenores de la conversación con Theresa Zimmer, David decidió dejar que fueran Rick y Madeleine los que condujeran la situación. No quería decir nada que pudiera destapar el posible engaño. Así que por su parte, se limitó a mantener los ojos abiertos de camino hacia el hotel que efectivamente, era el destino más obvio a falta de que la señorita Zimmer les indicase otro. Al parecer todo estaba tranquilo. 

Observaba a David desde arriba de la escalera, levantando de forma progresiva una ceja conforme la verborrea de su prometido iba alcanzándole como ladridos de perro contenido. No estaba segura de haberlo conseguido, pero una sonrisa burlona amenazaba con aparecer en su rostro. Por fin demostraba tener algo de sangre en las venas, aunque por desgracia, no le había sacado tanto de sus casillas como para mandarla a la mierda o soltar alguna palabra malsonante.

- Por discutir no será, cariño – comentó bajando de las escaleras y apartando la mirada de él por primera vez. No sabía por qué lo hacía, pero una fuerza interna en ella le obligaba a tensar una y otra vez la fina cuerda que los unía.

- Está bien –dijo al llegar junto al resto de sus compañeros – vayamos al hostal -.

La rápida trifulca no le dio tiempo a Hans a actuar como habría querido. Se reunió con sus compañeros, rápidamente, después de que estos hubieran acabado con los asaltantes. Parecía que sabían lo que se traían entre manos y que iban a actuar en consecuencia pero... ¿Tan rápido? ¿Desde hacía cuanto que los seguían? ¿O quizás solo iban a ver a la mujer de los perros? Hans negó ligeramente con la cabeza y acompañó a Anne y David rápidamente hacia el apartamente, donde se encontrarían con los demás, pero antes de que eso pasara, Rick ya estaba abajo, junto a ellos.

La charla sobre lo que había pasado se puso candente en cuestión de segundos, y ante ello, Hans sacó un pequeño pañuelo de unos de sus bolsillos, se lo pasó por las manos y se agachó junto a los cuerpos de los hombres para mirar si alguno de ellos podía tener algo de interes. Se ajustó las gafas un par de veces, puesto que en la posición en la que estaban no le era muy fácil mantenerlas donde debían estar, y una vez hubo acabado, se acercó de nuevo a sus compañeros.

-Vamos entonces, aquí no hay mucho más que ver- se pasó ambas manos por la gabardina, para estirarla por las dobleces de haberse agachado y se ajustó de nuevo las gafas.

Theresa estaba de acuerdo en ir al hostal donde os alojabais y fuisteis directos. Al llegar, el recepcionista frunció el ceño cuando vio los perros de Theresa:

-No se permiten animales- Dijo.

-Obviamente son perros guía- Contestó Theresa.

-¿Los dos?- Ante la pregunta del recepcionista Theresa se le acercó y sacó una cantidad considerable de dinero de su bolso y se la puso sobre el mostrador.

-Si, los dos, deme una habitación con una ventana que de hacia la calle y deje de molestar, hace tiempo que no comen.- Los perros gruñeron después de la frase de Theresa. El recepcionista tragó saliva pero al ver el dinero le dió sonriente una llave.

-Solo le pido que no ladren, no queremos molestar a los demás huéspedes.- Pidió.

-No lo harán.- Y dirigiéndose a vosotros. -Venga vamos, no hay mucho tiempo y tenemos que hablar.- 

Por petición de Theresa os reunisteis todos en su habitación, no era muy grande y estabais ridículamente apiñados pero la reunión no se prolongaría demasiado.

-Bueno, veo que estamos todos. A ver, creo que no acabáis de comprender de que va la cosa por lo que les voy a poner al día. La máscara es "la invitación" a una subasta muy especial, ¿tienen alguna como esta, no?- Preguntó sacando la máscara de su bolso, sin duda la versión femenina de la máscara que habíais recuperado del bolso de Donaldson.- Es una por persona por cierto ¿de dónde la han sacado?. ¿Saben que la subasta se celebrará mañana por la noche en la Isla de San Jorge durante el carnaval de Venecia?.- Theresa hizo un gesto, como si cayera en algo.

-Tampoco saben qué es lo que se va a subastar ¿no?, bueno, aparte de obras diversas de valor ciertamente incalculable hay claros indicios de que subasten una pieza única, la primera de las tres profecías de Fátima, recientemente sustraída a unos religiosos durante un viaje en tren. Por supuesto el Vaticano no ha anunciado tal pérdida, pero se que la tiene el Arlequín.- Se detuvo unos instantes esperando a que digirierais la noticia.

-Pero hay más gente detrás de la profecía, alemanes, no estoy segura que quieren hacer con ella pero esos dos que llegaron a mi casa no tenían buenas intenciones. Quiero ir a la subasta y, me gustaría contar con vosotros, con vuestra seguridad, si saben nuestras intenciones atentarán contra nuestra vida si dudarlo, no quieren competencia en la puja.- Su gesto se ensombreció, estaba claro que esta preocupada, giró la cabeza hacia a sus perros que, como si leyeran su mente se acercaron para dejarse acariciar.

-Ya me han advertido que no podré llevarles, tengo una perrera de confianza donde los dejo a veces.- Comentó con cierta tristeza mientras rascaba a Sansón detrás de las orejas. -No les culparía si se echasen atrás, los nazis de gatillo fácil suelen ser bastante intimidatorios. Ahora también hay otro problema, con lo que le acabo de dar al recepcionista me quedan apenas el equivalente en liras italianas unas quinientas libras, no se si será suficiente dado el interés alemán.-