Partida Rol por web

Hans tomó su sombrero con la mano derecha y lo bajo levemente, intentando entrecerrar los ojos para vislumbrar más claramente que estaba pasando cerca del portal. No había que ser demasiado avispado para ver que esos tipos iban armados. Casi como un reflejo, su mirada busco la de Anne, aunque se mantuvo callado, alerta.

-Buena idea... de todas formas, no sabemos si hay más como ellos vigilando su entrada, como bien ha apuntado la señorita Sophie, deberíamos hacerlo una vez dentro del edificio  Andaré junto a vosotros, con precaución. Es mejor que no corramos muchos más riesgos de los necesarios.

Asintió ligeramente, con el ceño muy ligeramente fruncido, a modo de concentración. Sabía que la acción se acercaba a pasos agigantados, y como de costumbre, quería estar preparado para el momento.

Los hombres entraron en el edificio silenciosamente, si al principio os parecieron quizá un poco torpes ahora reconocéis que saben lo que hacen.

El último en entrar echa una última ojeada a la calle antes de cerrar la puerta. Pero os dais cuenta de que si no os apuráis también tendréis que forzar la puerta para entrar, aunque también podéis llamar.

Que supiera ya todo lo que le habían desvelado no era una novedad. La cruda realidad era que habían entrado en la casa de una desconocida  para intentar sonsacar información, pero no iban a conseguir nada de aquella manera. Madeleine se preguntaba qué diablos estarían haciendo David, Anne y Hans ahí fuera. Llevaban bastante rato jugando a aparentar saber más de lo que en realidad sabían, y el tiempo comenzaba a apremiar.

- En estos tiempos tan oscuros, me volvería loca si no tuviera fe – contestó, fijando los ojos en los manuscritos y luego en Teresa. Todo apuntaba a que ella era devota, o al menos, estaba mezclada con ese mundo, - ¿no crees? - .

Madeleine se reincorporó sorprendida por la aparición de aquella máscara. Parecía que aquella “reunión social” iba a resultar más interesante de lo esperado. Por desgracia solo tenían una máscara masculina, pero si contaban con la ayuda de Teresa…

- Nunca pensé encontrarme por "casualidad" a alguien admitido en esta reunión, tenía entendido que iba a ser bastante restrictiva -  se aventuró Madeleine, observando atentamente la máscara - ¿te acompaña alguien o irás sola? – al fin y al cabo, parecía que lo mejor con aquella mujer era ser directa.

Theresa atendía a vuestras palabras y cuando Madeleine insinuó una invitación pareció estar de acuerdo:

-Bueno, creo que nuestro encuentro no es tan casual como dices. En cuanto a las restricciones son más bien de caracter económico. La verdad es que agradecería la compañía y la seguridad, mis únicos guardaespaldas son esos dos.- Dice esto haciendo un gesto con la cabeza hacia donde están los perros. - Por cierto, algo me dice que no tenéis ni idea de qué van a subastar ¿no?- Dice con media sonrisa. -No se si habéis oído algo en las noticias sobre… ¿un robo a unos curas?.- Cuando empezais a entender a que se refiere los perros ladran y se revuelven en el exterior del salón. Es cuando Theresa los llama con tono serio y apremiante.

- ¡Sansón, David!.- Los perros se acercan raudos, cada uno a un lateral de la mujer y ponen su hocico en su mano, dejándose acariciar. -¿Que os pasa?.- Los perros parecen nerviosos, ella deja de tocarles y corren de nuevo al exterior, no ladran pero emiten gruñidos y quejidos ansiosos. -Viene alguien.- Os dice seria Theresa, ahora su rostro, antes altivo e incluso bromista se torna serio percibís miedo tras esos cristales ahumados.

David avanza detrás de los intrusos sacando disimuladamente la pistola y llega justo para detener la puerta antes de que cierre, pero no puede evitar que sus pasos hagan demasiado ruido. 

-Creó que podre sumar fuerzas con sus dos guardianes – dice con clara confianza, tiñendo sus palabras de ese aire socarrón que lo caracteriza, esperando que aquello finalmente rompiera la ligera tensión creada por el tira y afloja.

Rick se quedó pensativo, tratando de recordar algo de las noticias que había leído en la prensa. Aunque no dio tiempo a ello cuando Theresa anunciaba que alguien se acercaba, haciendo que el instinto primara por encima de la precaución llevando la mano a su arma e interponiéndose entre la puerta de entrada y las dos mujeres. Listo para poner una bala entre ceja y ceja de quien se atreviera a irrumpir en la estancia.

-no se muevan – solicitó a media voz al avanzar en posición

Se había perdido el factor sorpresa pero, dadas las circunstancias, por lo menos habían conseguido que la puerta no se cerrara en sus narices así que, aprovechando la situación a pesar de haber puesto sobre aviso a los dos desconocidos e imitando a David, Anne sacó su arma de forma disimulada y corrió para colarse por la puerta que había quedado abierta. Estaba preparada para hacer frente a aquellos dos tipos, aunque esperaba no tener que disparar pues eso alertaría a los transeúntes y, por lógica, a la policía, y eso era lo último que deseaban.

-Decido entonces – exclamó conforme, dando por cerrado el asunto. Theresa parecía querer cooperar, y ellos necesitaban desesperadamente ayuda para avanzar, por lo que por primera vez en mucho tiempo, todo parecía marchar sobre ruedas.

Como si fuera un gesto reflejo, introdujo la mano en su pequeño bolso color pastel, rozando la culata de su Walther PPK. Agarró con suavidad el codo de Theresa, intentando guiarla con ella para posicionarse tras la butaca en la que segundos antes había estado sentada. Sus ojos, fijos en la puerta y tras la espalda de Rick, aguardaban expectantes para sacar su arma.

Los hombres estaban subiendo unas escaleras pero al oir a David se dan la vuelta al mismo tiempo. Uno de ellos tiene una pistola en su mano y apunta a David mientras el otro, que está mas adelantado en las escaleras, tira el chuletón al suelo y busca su arma escondiendo la mano en el interior de su americana.

-¿Pero quienes demonios sois vosotros?.- Dice, con cierta sorpresa, el mas atrasado al ver entrar a una imponente mujer blandiendo una pistola.

Theresa hizo un gesto de rechazo al notar la mano de Madeleine aunque no había sido tosca pero no necesitaba ayuda. -Tranquila, se moverme en mi casa.- Rick había tomado la iniciativa, y salieron al pasillo cuando se oyeron unas voces al otro lado.

Theresa, visiblemente asustada, se echó un poco hacia atrás dejando paso a Madeleine. -¡Malditos!, no han tardado nada en venir a por mi. Abre esa puerta, déjales salir.- Ordena a Rick con la intención de que sus dos bestias hagan el trabajo, lo cierto es que los perros estaban más nerviosos y habían comenzado a arañar la puerta.

-¿quien viene a por usted? - gruño el guardaespaldas martilleando su arma, mordiéndose la lengua para no causar una mala impresión ante la beata hija de Zimmer -bien...pequeño a por ellos

Un pequeño amargo pensamiento cruzo un breve instante por su cabeza, esperando que quien estuviera al otro lado de la puerta no fueran sus compañeros, tras el cuál abrió la puerta dejando el sitio justo para que los animales salieran.

—Ni se te ocurra —le dijo al tipo que acababa de soltar la carne y buscaba el arma en su chaqueta sin dejar de apuntarle a la cabeza—. Como tú o tu compañero —hizo un ligero movimiento de cabeza señalando al otro hombre que apuntaba a David— mováis un solo dedo, te vuelo la cabeza y los perros tendrán de postre tus sesos.

Liarse a tiros allí no era la opción más recomendable, así que Anne esperaba que sus amenazas y sobre todo la frialdad de sus palabras, los hiciera recapacitar lo suficiente para no cometer ninguna tontería.

—Así que los dos váis a dejar vuestras armas en el suelo muy despacito para que todos, como buenos amigos que somos, podamos tener una tranquila charla —terminó diciendo. En momentos como aquel el pulso de Anne se mantenía firme y su concentración era total.

-La pregunta más bien es quiénes sois vosotros y qué hacéis forzando la puerta de una vivienda privada-dijo David para dar apoyo a las palabras de Anne-¡Venga, soltad las armas!

El pulso de David se acababa de disparar y la adrenalina corría por sus venas a medida que pronunciaba estas palabras, con un efecto embriagador. Como no creía que esta gente fuese a obedecer a sus palabras, se concentró en estar preparado para abrir fuego ante cualquier posible gesto ofensivo.

Los hombres aunque sorprendidos sacan sus armas dispuestos a disparar. Entonces oís un fuerte ladrido y, al momento, al hombre que se encuentra mas avanzado recibe ataques de ambos perros que, debido a sus doctrinas de entrenamiento, van directos a la mano que sostiene el arma pero el hombre es lo suficientemente hábil como para evitar el ataque. Responde a los animales devolviéndoles fuego pero los animales se revuelven en el reducido espacio y la bala se pierde.

Mientras su compañero está entre dos frentes, por un lado los perros a los que no puede disparar sin arriesgarse a alcanzar a su compañero y por el otro tiene las oscuras y hambrientas bocas de vuestras pistolas. Al sentirse acorralado, grita justo antes de apretar el gatillo y dispararos a discreción.

Los perros salen veloces bajan las escaleras ávidos de sangre. Oís un ladrido y un disparo pero los perros no parecen haber sufrido daño ya que ningún quejido sucede al balazo.

Rick se asoma para ver como en las escaleras que bajan a la puerta exterior hay dos desconocidos acorralados entre dos frentes, por un lado los dos pastores alemanes de Theresa y por el otro vuestros compañeros que se encuentran encañonando a uno de los hombres y dispuestos a disparar. Dada la superioridad numérica los dos hombres tienen las de perder pero no se aprecia en ellos intención de rendirse.

David decide aprovechar la confusión para abalanzarse sobre el tipo que tiene más cerca, al que en principio no ataca ningún perro. Su intención es derribarlo y lanzarlo escaleras abajo. Un golpe que esperaba, lo incapacitase pero no lo matase, esperando que los dos perros se ocupen del otro. 

Todo se desarrolló a tal velocidad que Anne dudó por unos segundos si disparar, aunque temiendo que Hans corriera serio peligro en un fuego cruzado, decidió no hacer uso del arma, sobre todo viendo que David no había tenido problema para derribar a uno de ellos y los perros se encontraban enfrascados con el segundo.

Así que, sin bajar la pistola en ningún momento, se quedó apuntando al que se peleaba con los canes por si, con los disparos que estaba haciendo, los conseguía matar antes de ir a por ellos y, en ese caso, Anne estaría preparada para meterle un tiro en su cabeza, aunque también desviaba de vez en cuando su atención hacia el que había derribado David por si, en un alarde de pericia y suerte, conseguía restablecerse del empujón que el joven le acababa de dar.

—Hans, no te muevas de donde estás no vaya a darte una bala perdida —le dijo a su protegido, siendo consciente de que ese joven pocas veces le hacía caso.

-oh joder – mascullá para si el ex mercenario desde su privilegiada posición, dirigiendo una mirada significativa a sus dos acompañantes para acto seguido volver a cerrar la puerta – Theresa dígame ¿hay alguna otra manera de salir de este lugar?

Sabía que debería haberse interesado por los visitantes de la mujer, que sin duda siendo hija de su padre se movería entre interesantes compañías pero por ahora su prioridad eran ponerlas a ambas a salvo. Sin duda la colaboración de Theresa sería algo más sincera si la sacaban del aprieto en el que parecían estar todos envueltos. Y sobre todo, no permitiría que volvieran a dañar a Madeleine en un fuego cruzado.

-debo sacarlas de aquí – dijo de nuevo, dirigiéndose a donde esperaban la una junto a la otra, dedicando una significativa mirada a Madeleine – dígame que hay otra salida que no sea la puerta principal y prometo que la protegeré de sus perseguidores

David abatió al asaltante que dejó caer al suelo su arma, después de un forcejeo una hábil llave del aviador hace que su rival pierda el conocimiento.

Por otro lado el otro hombre que sigue debatiéndose con los perros recibe sendos ataques, ambos pastores alemanes, como recordando sus instintos atávicos de los ataques en manada, atacan perfectamente sincronizados al hombre dejándolo malherido e inconsciente con sendos mordiscos en cuello y pierna. Un charco de sangre crece bajo el  si tiene la femoral o yugular seccionada no tardará en desangrarse.

Con esto ambos atacantes se encuentran fuera de combate. 

David bajó rápidamente, poniendo distancia entre él y los perros. En caso de que estos no le prestasen atención, intentaría registrar al tipo de la planta inferior, en busca de documentación o cualquier otra cosa de interés. Y por supuesto, le quitaría el armas. 

-Será mejor marcharse cuanto antes-dijo David en susurros a Anne Sophie, sabedor de que no tiene grandes dotes para el engaño-La mujer pensará que han sido los perros los que han abatido a los dos hombres y nos ahorraremos tener que dar incómodas explicaciones.