Partida Rol por web

La situación no parecía ofrecer nada más favorable, o al menos nadie parecía estar interesado en conseguir información de los aldeanos más allá del paripé que había realizado el camarada Piotr ya que todos sabíais que las opciones que habría para ayudarles eran muy bajas.

La cabalgata se puso de nuevo en marcha lentamente mientras todos volvían a subir a los vehículos y abandonáis la población lentamente mientras los aldeanos os observaban con una mezcla de envidia y tristeza en los ojos.

-Bueno... aquí vamos otra vez.- dijo Petr tranquilamente mientras el camión iniciaba la marcha.

Los camiones arrancaron de nuevo y nos pusimos en camino. No tengo ni idea de cuanto tardaremos en llegar y mis compañeros de viaje no parecen por la labor de darme mucha conversación...

Esto va a ser muy largo.

Parecía ser que había algún tipo de rencilla personal, pero a la que no le hice mucho caso. Lo que si me di cuenta fue que no era el único que esperaba ya a que el camión prosiguiese con su marcha.

Por el momento continué dentro de la caja, a la espera, hasta que por fin nos pusimos en marcha - Por fin - murmuré, busqué una posición cómoda en la que relajarme lo que quedaba de viaje, estar a la intemperie no era agradable y la lona de la caja no daba para mucho.

Intento no quedarme dormido incluso con el vaiven del camión y el sonido tempestuoso del motor, intentando no hacerme notar no había preguntado por el lugar que nos dirigiamos a los lugareños, mi cabeza debe de estar más  entumecida de lo que pensaba. Observo a mis compañeros de viaje tan silenciosos como yo mismo, por lo que decido quebrar el hielo sacando de mi petate el vodka que siempre he dejado el honor a mis compañeros que degusten de él y pregunto:- ¿A Alguien le apetece?-

El sargento toma la botella y le da un trago. No evita una cara de disgusto al tragar la bebida pero pronto vuelve a sonreír mientras le devuelve la botella a Vissarion.
- Spasiba*

Toda la tropa se cubre con las mantas mientras afuera el sol empieza a descender. No hay muchas ganas de cantar o hablar, todo el mundo permanece callado y estáis seguros de que si le preguntarais a los soldados preferirían no estar aquí. Afuera el invierno aún no se ha ido del todo, ¿Por que tantas prisas por venir hasta aquí?

El segundo koljós, Ulovka, es bastante más grande que el anterior. El lugar parece ser aún bastante provisional y estar sobrecargado de gente, lo cual es raro. Seguramente la población habrá acudido desde otras poblaciones cercanas hasta aquí buscando un nuevo y mejor asentamiento.

El primer camión se para a la entrada del pueblo, aunque el ruido ha alertado a la población y rápidamente se corre la voz de vuestra presencia mientras os bajáis a comprobar el estado de los vehiculos, mear, estirar las piernas y hablar un poco entre vosotros.

El sol empieza a descender en el horizonte, ya no os quedan muchas horas de luz. En el camión las tropas no cantan ni apenas hablan pero sus miradas os dejan muy claro que respecto a ellos lo que estáis haciendo se podría hacer dentro de unas semanas cuando el invierno ya hubiera menguado más. No estáis haciendo muchas amistades en este viaje precisamente.

El paisaje de la carretera es triste, silencioso y gris. ¿Que otras personas habrán seguido este camino antes que vosotros?

Petr baja del camión desperezándose. Es evidente que ha estado durmiendo al menos durante la última parte del viaje. De todas maneras el frío aire lo despeja casi de inmediato, y mira alrededor mientras camina unos pasos alejándose del sitio donde se ha detenido el camión, fumando un pitillo y con las manos profundamente metidas en los bolsillos de su abrigo.

Me baje del camión algo malhumorado. Entre el tiempo y mis silenciosos compañeros de viaje empece a creer que jamas acabaríamos por llegar a nuestro destino.

Puse los pies en tierra firma situé las manos en la cadera y doble la espalda para que crujiese.

-Señor, necesito andar un poco. Dije en bajo mientras empezaba a caminar mirando al cielo.

Me pregunto cuanto quedara para llegar...

Las caras de los soldados reflejaban que no estaban muy a gusto con nuestra llegada, pero que le íbamos a hacer ¿Acaso elegimos nosotros el momento? Ni me ofusqué, cada palo que aguante su vela.

Ahora si que necesitaba bajar, echar una meada y estirar las piernas sería lo mejor. Por lo que cuando el camión se detuvo fui de los primeros en bajar. Me estiré completamente, sonando con un crujido alguna de mis articulaciones.

- Yo también – Respondí brevemente a Dugov y busqué un sitio donde hacer mis necesidades.

Ante el rechazo de mi ofrecimiento me pego un trago a la petaca y noto como para el camión. Al ver que otros soldados van a relajar las piernas, también lo hago. Aunque eso si al ver a la gente congregada me alejo un poco de mis colegas para preguntar a algún pueblerino, ya que los rumores prenden como la yesca, pregunto a uno de ellos:- Camarada, ¿Que sabes de la central Jarkov 37?- Una pregunta directa, que pueda notar los nervios que afloren y las mentiras que diga.

- No tenemos noticias de esa zona desde antes del invierno - responde un flaco lugareño tras escupir al suelo mientras se acerca a vissarion.

El tipo no te inspira confianza, hay algo en su mirada y en sus gestos que te indica que no es alguien de fiar. Estas acostumbrado a tratar con gente desesperada que lo ha pasado mal y que toma malas decisiones forzadas por el hambre y la necesidad. Este tiene toda la pinta de ser uno de ellos.

Al notar una cierta languidez en el poblado, Petr se dirigió hacia el grupo de lugareños y se presentó, diciendo:

-Buenos días camaradas, soy el Oficial Político Iushkevich. ¿Quién está al mando aquí?-

Me acerque despacio al grupo sin decir ninguna palabra, escuche lo que decian unos y otros esperando el momento de hablar... O no.

Mantuve la mirada distraida mirando el paisaje intentando que los demas no se fijasen demasiado en mi.

Podéis ver movimiento por el koljós, los ciudadanos van y vienen por los alrededores pero ante la pregunta de piotr ninguno de los más cercanos dice nada.
Ni siquiera el que se estaba acercando continúa haciéndolo, apenas os separan unos 200 metros del pueblo aunque algunos, unos pocos, estarán a la mitad de distancia.

Se te hace raro que ningún representante del partido se haya presentado todavía, tal vez este enfermo o herido. Aunque siendo un koljós tan grande debería haber más de un representante.

Petr nota que algo no está bien. 

Se acerca a Fyodorov y le ofrece un cigarrillo, aunque lo que en realidad hace es murmurarle:

-Esté muy atento, teniente, aquí está pasando algo...-

Busqué las letrinas y luego volví con el resto, en esta ocasión me apetecía estirar las piernas mientras pudiese.

Por lo que me pude enterar hacía bastante tiempo que no se tenían noticias de la central, lo que me llevó a hacerle una pregunta al lugareño que había dado la información - ¿Y cual suele ser la dotación del lugar? ¿Cuánta gente hay allí?

No tardé en notar como parecía ser que el ambiente se estaba tensando por momentos, pero no pude identificar exactamente que pasaba.