Partida Rol por web

 Al abrir los ojos se encontrarían no solo en ese sitio ya conocido, sino rodeados de aquellas personas con las que compartían aquella peculiar experiencia. En total eran ocho niños y ocho adultos, exactamente los mismos de la última vez, todos de distintos rasgos y vestimentas, convirtiéndolos en un grupo de lo más variado, cada cual con su propia reacción al haber vuelto nuevamente al juego.

 El ambiente era un poco... distinto a las otras veces. Era inevitable no recordar los sucesos de la última vez luego de ver nuevamente aquella habitación, pero todos esos pensamientos quedarían en segundo plano por la presencia del peliverde ante ustedes.

 -¡Hola! -saludaría a todos alegremente. -. Tengo noticias para todos: ¡me he modernizado para ponerme en la onda de los jóvenes! Espero que los cambios sean de su agrado.

 Antes de que alguien pudiese siquiera hacer preguntas, Kantoku ya empezaba a alardear de las novedades que les había preparado por una u otra razón. Mirando la sala en la que se encontraban, podrían distinguir que sobre la chimenea, frente a la cual antes escogían hacia donde ir, había ahora un televisor de pantalla plana de gran tamaño, siendo que la mesa con el mapa directamente había desaparecido.

 -He decidido meterle esa tecnología que tanto les gusta al bar, ¡así que ahora las cosas serán más practicas para ustedes! Sus habitaciones también recibieron remodelaciones, porque Lena me aseguraba que eso de las salas medievales no le molaba a nadie...

 -No lo hacen -aseguraría la mujer tras la barra.

 -¡En fin! Otro día, ¡otra aventura! ¿Por donde empezamos? ¿Quieren ir directo a ver los trabajos o desean pasar un rato el rato?

Al final se fue a dormir sin atreverse a encender el móvil y sin rechistarle ni preguntarle nada más a su padre. Lo único que lo consolaba era que al abrir los ojos si bien estaría en el infierno, no estaría solo...

-¡Kaoru! Fue lo primero que exclamó mientras se dirigía hacia el y hacia Lilith, con la preocupación genuína en su cara. -¿Estás bien? ¿te hizo algo raro? Papá dijo que estarías bien _{pero me asusta lo que puedan hacer esos dos locos a veces.} Iba a darle un abrazo cuando se dio cuenta de que estaban delante de otros y por vergüenza le palmeó el hombro mientras carraspeaba.
-Pues... De vuelta en el infierno, supongo. Dijo reparando en Kantoku quien ya decía de las suyas. 

-Oye viejo, ¿te crees que por hacer las cosas más acogedoras vamos a olvidarlo todo? Suspiró y miró a su alrededor. La verdad era que si no fuera por los sucesos acontecidos, aquel lugar no estaba tan mal. Era un bar normal en apariencia. -No sé qué les parecerá a los demás. Pero después de conseguir tal cantidad de esencia la noche anterior y después de todo lo que nos hicisteis pasar, creo que nos merecemos entrar en esas habitaciones y usarla como nos venga en gana antes de irnos a otra misión suicida donde casi nos revienten. Aún podía recordar cómo sintió la muerte en su cuerpo, el dolor agonizante en su memoria le hizo estremecer.

Nuevamente estábamos allí, en aquel lugar. Enseguida, mis ojos se posaron en Navy y Marco, y rápidamente fui andando hacia ellos. Me alegraba mucho verlos sanos y salvos después de lo que les pasó la otra vez.

—¡Navy! ¿Qué tal estás? ¡Te he echado de menos! —dije con algo de tristeza.

Mientras tanto, Kailani hablaba con Kaoru, y lo que le dijo me extrañó bastante. Me giré hacia ellos y los miré confundida.

—¿Os conocéis en el mundo real? ¡No me lo habíais dicho! ¿Y... qué te ha pasado, Kaoru? —Lo que había dicho Kailani no sonaba bien y me preocupaba.

Lo que comentó Kantoku sobre las habitaciones me hizo alegrarme por un momento. No sabía qué habría cambiado, pero cualquier cosa sería mejor que lo que había antes. Sin embargo, las palabras de Kailani me hicieron recordar lo que ocurrió la última vez y un pequeño rubor apareció en mis mejillas. Tenía toda la razón. Todos los que había allí me habían visto desnuda. Todos y cada uno. Allí mismo...

—¡Kantoku! ¡Quiero hablar contigo! —exclamé, muy seria—. ¡Antes ha pasado algo muy raro! ¡Ha aparecido uno de esos monstruos mientras estábamos paseando por la calle! ¡No nos habías dicho que podían aparecer en nuestro mundo! —A saber cuántas cosas más nos estaba ocultando—. ¡Y además no nos atacaba! Y... ¡conseguí que se fuera sin pelear con él! —Estaba muy orgullosa de eso. Por otro lado, eso también me preocupaba—. Dijiste que los monstruos eran personas de mundos perdidos, ¿no? ¿Hay una forma de salvarlos y no nos lo has dicho? —pregunté acusatoriamente—. ¡Yo quiero salvarlos! ¿Qué hay que hacer para salvarlos?

»Y... hay otra cosa de la que tenemos que hablar. ¿Puedes arreglar lo de los hilos? Quiero volver a estar con Navy. Santiago es muy simpático, pero... no sabe pelear y no me ayuda con nada del juego. —Navy por lo menos sabía pelear—. ¡Prefiero a Navy! ¡Arréglalo, porfa! —dije, aunque era más una exigencia que una petición.

Abro los ojos de golpe, quedándome en el sitio y viendo dónde estoy. Miro a los lados, a la gente y luego me miro al vestido rojo, dando un par de vueltas para ver cómo gira la faldita. Poco a poco empiezo a sonreír mucho, con los ojos muy brillantes y doy unos saltitos en el sitio, mirando a Taro-san.

- ¡Ha funcionado, ha funcionado, estamos aquí otra vez! 

Después de escuchar que tenemos tele y todo en la habitación, me lanzo corriendo hacia mi mago favorito.

- ¡Kantoku-nii-saaaaan, yaaaaaay! - me abrazo a sus piernas, aún dando saltitos de la emoción y luego recordando algo - ¡Ah, es verdad! Maltoku se te escapó e hizo cosas malas... Pero tampoco parece tan tan malo, solo un poco incoperdido. Pero da igual, ¡porque ya estamos aquí! 

Miro a los demás, que parece que nunca están contentos. ¡Pero si estamos aquí, y podemos jugar y y y hacer magia! Y aunque quiero ir a jugar ya, me lo pienso un poquito mejor y luego voy corriendo a saludar a Marco-kun y Erika-senpai. 

- ¡Podemos jugar un rato en una de nuestras habitaciones si queréis! - les digo sonriente.

De repente allí estoy en el mismo lugar que la otra vez junto a mis compañeros y sus guardianes. Un tanto tímida como de costumbre los saludo con la manita luego de un significativo intercambio visual con Tobías, dado a que estaba prácticamente pegada a él observando todo. Pude escuchar un poco de lo que hablaban, si bien tenía mis serios inconvenientes a la hora de relacionarme con chicos o chicas de mi edad, sí que le dediqué una sonrisa al equipo con el que compartí aventura. Incluso me preocupó cuando Kailani mencionó a Kaoru. 

—¿Qué pasó? 

Fue la única pregunta que me atreví a hacer, tal vez eran de la misma ciudad. En mi caso al ser de un país distinto, quizás hasta era imposible encontrarme con ellos más allá de que a Yuki seguía viéndole cara conocida, incluso cuando no pude asociarlo con nada, la sensación allí estaba. Así que también lo saludé con la manita, sonriendo al saber que estaba allí de nuevo junto a los demás. 

Sin tener intención alguna de separarme de mi Guardián, desvié la mirada hacia el hombre de pelo verde esperando indicaciones. El asunto de los arreglos, tener tv y demás no me importaba en absoluto, parecía que al fin de cuentas quería comprarnos con esas cosas. 

—¿Estarás en toda la misión?—preguntó en un susurro a Tobías. 

Kaoru marcó su llegada a aquel mundo con un bostezo, y en lo que su cabeza empezaba a procesar una cosa por aquí y otra por allá puso la maquinaria de su cuerpo en marcha con estiramientos. Pronto se sintió despierto, tan despierto como puede estar alguien que en realidad duerme, y fue entonces cuando se fijó en Kailani. Sonrió, y aunque al final no se abrazaron —Y por lo tanto nadie tuvo que pronunciar «No Homo»— él también le devolvió el gesto de palmear el hombro.

—¡Kailani! ¡Estoy bien! No era tan mal tipo, en realidad... —Miró a Adele y Aina, que también se habían preocupado, y negó con la cabeza mostrando una sonrisa—: Solo fue un susto. Kailani y yo nos encontramos en nuestro mundo, y las cosas... se torcieron un poco. Pero todo terminó bien. Bien de verdad.

Titubeó y volvió a mirar a Kailani.

—B-bueno, hay algo que... —Miró al resto, y sin atreverse a hablar de ello en voz alta, agarró de la muñeca a Kailani para tirar un poco de él.

Una vez se hubieron alejado lo que consideró suficiente (Que no sería demasiado, pero sí suficiente como para que su cuchicheo no fuera más que un murmullo apagado a oídos de los demás) le susurró algo al oído, aunque la explicación se extendió durante tantos segundos que quizá terminó por pasar el minuto. Lo miró fijamente después, y finalmente volviói a tirar de él para que regresaran al mismo lugar de donde habían partido.

—Yo también quiero ver qué has hecho con las habitaciones —dijo con una voz que reflejaba cierta sospecha—. ¡Pero por lo demás estoy más listo que nunca!

Estrelló un puño cerrado contra la palma con gesto feroz, asintiendo firmemente con la cabeza. El mundo del despertar había llenado a Kaoru de una energía que necesitaba gastar.

Separado del resto, Kaoru confió lo que realmente había ocurrido:

—¿Sabes... sabes que el tío me agarró y se fue corriendo, verdad? P-pues bueno... me soltó un poco más allá. Y me dio... tío, me dio más dinero del que he tenido nunca.

Sus ojos estaban muy abiertos.

—¡P-pero eso no es todo! —exclamó bajito—. Akahoshi... Bueno... A ver cómo digo esto. El caso es que ahora soy Akahoshi Kaoru. Es que me dijo que... si quería irme con él. Que... bueno. Que sería como si él fuera mi familia, ¿sabes? Y yo... yo le dije que sí. ¡A-antes de que digas nada, no sabes cómo se lo habrían tomado mis padres si hubiera vuelto a casa!

Se llevó una mano a la nuca, excusandose rápisamente.

—No me quieren, de todas formas. Estoy seguro de que no. Mi madre siempre me está gritando, y me trata como si fuera un incordio. Peor, sé que no le doy más que disgustos. Y mi padre... mi padre está simpre ocupado, y él creo que está tan decepcionado que no tiene ni palabras.

Tomó aire por la nariz.

—Y Akahoshi... él me puede dar otra vida mejor. Mejor que terminar en el restaurante de mi familia, oliendo a grasa todos los días, y sin ningún amigo, ni dinero, ni tiempo libre. Yo... bueno. ¿Tú crees que...? ¿Crees que he hecho bien?

 -¿¡A USTEDES TAMBIÉN LES PASARON COSAS RARAS!? ¡Bien: pensaba que era el único! -soltaría Marco con optimismo, llevándose una mano al pecho con orgullo. -. A mi también se me apareció una de esas cosas, ¡pero pude encargarme de ella con ayuda de Navy!

 -No parecía tan fuerte como las del juego, pero definitivamente esa cosa era una de esas criaturas altas y negras... -explicaría Navy, antes de sonreír un poco por las palabras de Aina. -. ¡Pues no me quejo! Yo también te echaba de menos.

 -Jooo~~~ Parece que todos tuvieron un día interesante: ¡Y yo estuve todo el día estudiando! -se quejaría Yuki, suspirando pesadamente. En todo caso, no tardaría en volver a recuperar su habitual sonrisa, respondiendo el saludo a Adele de forma energética. Su guardián, Shinzo, permanecía en silencio mientras observaba.

 La tranquilidad de poder cerrar los ojos sin preocupaciones se había ido al traste tan pronto como al abrirlos estaba nuevamente allí. Erika suspiraría aceptando en lo que estaba metida, escuchando entonces con sorpresa como varios habían tenido experiencias inusuales en el mundo real.

 -Yo no estoy segura de que criatura era, pero definitivamente una de esas cosas intentó perseguirme durante la noche... Pude huir sin enfrentarla, pero no sonaba a querer resolver las cosas pacificamente -comentaría.

 -Espera, ¿¡a donde fuiste exactamente!? ¡Te estuve buscando por todas partes! -soltaría entonces Lucy, sonando más preocupada que otra cosa. -. Dios... Tenemos que trabajar en la confianza que nos tenemos, ¿sabes? Al menos estaría bien que avisases a donde ir para saber donde buscarte si pasa algo...

 Por su parte, Kantoku parecía más sorprendido con cada cosa que iban diciendo.

 -¿Se encontraron en el mundo real...? ¿Aparecieron criaturas...? ¿Se fueron pacificamente? ¿¡NUll INTERACTUÓ PERSONALMENTE CON USTEDES!? -esto último parecía ser lo que más sorprendía al peliverde, hablando de forma general para todo antes de voltear a ver a Lena y Jack, quienes tenían la misma mirada de confusión de Kantoku.

 Todos parecían tener muchas cosas que comentar al peliverde, así como otras por hacer, siendo que Kantoku se quedaría unos segundos pensativos mientras intentaba tratar cada tema.

 -Claro, claro: adelante. Pueden probar las nuevas habitaciones: como verán, ahora pueden incluso entrar varios a la vez en una misma. Aunque les pediría no quedarse demasiado tiempo en ellas: todos deben partir a la vez para continuar el juego correctamente -explicaría ante aquellos que comentaban la idea de ir a sus habitaciones a gastar esencia o jugar.

 -¡Muy bien! ¡Vamos, equipo amarillo! -Marco, por supuesto, apoyaría la propuesta de Karin, yendo a tomar a la niña de la mano así como a Erika. Kailani ya se podría sentir incluido si quería.

 -Sobre lo de las criaturas y Null... Creo que necesito unos minutos para pensar al respecto: es algo que no debería pasar... Pero prometo que cuando vuelvan de los cuartos les tendré una respuesta -continuaría Null, antes de escuchar la petición de Aina.

 Santiago, el hombre que ahora acompañaba a la niña rubia, se mostraba visiblemente herido por la manera en la que la pequeña hablaba de él, aunque no parecía que fuese a refutarle nada.

 -Resulta un poco exigente la niña, ¿no? -bromearía Navy hacia el hombre, esperando que habiendo alguien más que lo entendiese su peso fuese más ligero.

 -Lamento decir que... No puedo hacer nada por cambiar las uniones de nuevo, al menos no ahora... Aquella fue una situación muy específica que es difícil de repetir, pero en un futuro con la suficiente esencia seguramente puedas tú misma hacer el cambio -respondería Kantoku a Aina, antes de dirigirse a todos nuevamente. -. En fin... Prueben las habitaciones y luego me dicen que más les gustaría: yo... Pensaré en todo esto que me han comentado...

 Finalmente, Tobias permanecería atento a todas las conversaciones mientras mantenía la cercanía con Adele, a quién sonreiría calidamente antes de responderle.

 -No puedo asegurar nada si es como la anterior, pero te prometo que haré todo lo posible por reunirme contigo cuanto antes -declararía con seguridad.

Le sorprendió mucho lo que hablaban algunos, ¿Los monstruos en la realidad? No pudo decir nada sobre ello pues Kaoru lo enganchó rápido para ir a hablar en privado. 

Cuando volvieron con todos se preocupó por lo de las criaturas y la reacción de Kantoku. - Por favor, esta vez que sean buenas noticias. Fue lo único que le remarcó a Kantoku después de que este dijera que al salir de las habitaciones tendrían respuesta.

Cuando Karin les dijo a Marco y Erika de jugar, sonrió algo conmovido mientras que fue Marco el que rápidamente dijo que el equipo amarillo al completo. Eso hizo señalarse a si mismo con sorpresa. - ¿Yo... Yo? Lo había descolocado por completo pero la verdad, después de toda la mierda que estaba viviendo, aquellas personas eran más sus amigos que ninguna otra cosa. -¿Puede... Venir Kaoru a jugar también? Se rascó la nuca algo tímido en ese momento, después de lo que el chico le había dicho en privado, quería ser más amigo de el. -Hm, me iré a la habitación unos minutos para ver lo de la esencia y luego podemos jugar todos con Karin. Sonrió animado.

-¡¿Qué?! Se quedó en silencio escuchando a Kaoru, su mente iba a toda pastilla intentando dilucidar lo que estaba pasando. - ¿Estás seguro de esto? Mira que por muy buena persona que sea sigue siendo quien es, el y mi padre son gente que por muy buenos que sean, también son peligrosos...  La mayor preocupación de Kai era... bueno, la enorme exigencia física y mental que era el ser el hijo de alguien de tal importancia ilegal. No era para cualquiera, agotaba el secretismo y el ir pisando huevos la gran mayoría del tiempo. Peor aún... La expectativa de ser tan poderoso como su padre, el deseo del mismo de tener un sucesor en un futuro aunque ahora mismo dijese que lo quería alejar del mal por el momento.

Le puso las manos en los hombros y suspiró. - No sé qué tan mala sea la situación en tu familia, entiendo que lo hicieras pero... Prepárate, estaré ahí para ayudarte y protegerte, ahora mismo podríamos considerarnos como hermanos teniendo en cuenta la relación de mi padre con ese hombre. Le sonrió un poco. - Entreno cada día en mi gimnasio. Supongo que... Podrías venir por las tardes a entrenar conmigo. Ese hombre anhelaba un hijo, un sucesor. Todos los altos cargos Yakuza querían lo mismo por lo que sabía bien lo que le esperaba a ese niño. -Luego jugaríamos videojuegos, si quieres. Le palmearía la espalda, después de esto no quería ponerle en peor situación pues protegido y bien cuidado estaría sin duda alguna. - ¡Pero bueno! Ahora vas a disfrutar también de lujos! Que no se te suban a la cabeza. Acabaría riendo para comenzar a volver con los demás.

 -¡Buh! ¡Buh! -el chico rubio negaría poniendo los brazos en X un par de veces ante la pregunta de Kailani de invitar a Kaoru a jugar con ellos. -. ¿Y si a Erika se le ocurre un gran plan para más adelante mientras jugamos? ¡No podemos permitir que el líder del Equipo Rojo se entere!

 Pese a todo, Marco recordaba que más allá del compañerismo había un aspecto de competitividad en todo aquel juego, uno que igual se tomó más personal cuando anteriormente Kaoru se nombró líder del equipo rojo, y él líder del equipo amarillo.

La respuesta de Kaoru me dejó bastante confundida. ¿De qué tipo hablaba? Y ¿qué había pasado? Quería preguntarles más, pero había otras cosas que me preocupaban más en ese momento, así que, mientras se alejaban, yo fui a hablar con Kantoku.

—¡¿A vosotros también os apareció uno de esos monstruos?! —exclamé, sorprendida—. ¿Y a ti también, Erika? Pero… —Miré a Navy y Marco, seria y preocupada— ¿qué le hicisteis…? ¿La destruisteis…? —susurré dubitativa. Miré a Erika otra vez—. A lo mejor no quería hacerte daño. A mí se me acercó, pero no me hizo daño. —Entonces abrí bastante los ojos, cayendo en la cuenta de algo—. ¿Conseguiste escapar? ¿Cómo?

Miré a Kantoku con el ceño fruncido. ¿De verdad no sabía nada o nos estaba ocultando cosas otra vez? Decía que ya hablaríamos de eso luego, así que pasé al otro tema.

Al oír ese comentario de Navy, la miré por un momento. «¡Pues claro! ¡Quiero ganar!» pensé, pero no dije nada. Entonces, Kantoku habló, y sentí que se me caía el alma a los pies. ¿¡Cómo que no podía!? Inflé las mejillas, frustrada.

—Seguro que puedes pero no quieres —murmuré, contrariada.

Dejé caer los hombros y miré al suelo, decaída y resignada. Parecía que de momento iba a tener que quedarme con Santiago. El rato que había estado con él había estado bien, pero seguía prefiriendo a Navy. Era mucho más guay. Y fuerte.

Luego, cuando Marco habló, levanté las cejas. Así que eso no iba ser cosa de una misión... Eso significaría que los demás serían mis rivales, Navy incluida.

—Es «equipo Kaoru». Y os vamos a ganar —dije a Marco de forma desafiante—. Voy mi habitación a usar mi Esencia —dije a mis compañeros de equipo—. Luego podemos juntarnos en una habitación si queréis.

Me dirigí a mi cuarto, algo alicaída.

Miro confundida a unos y a otros. ¿Han visto monstruos? Nosotros no... Me giro a Taro-san para preguntarle si él ha visto algún monstruo, recordando que sí... Había uno. Me quedo quieta en el sitio, totalmente en blanco.

- Rojo... - doy un respingo al notar la mano de Marco y sonrío al momento, asintiendo a él y a Kai y a Kaoru - ¡Chi, claro! ¡Podemos jugar toooodos juntos! No te preocupes Marco, luego pensaremos nuestro plan, jejejeje. - sonrío, guiñándole un ojo - ¡Pero primero tenemos que hacer lo de la Esencia y subir de nivel y todo eso! Así que cuando estemos todos, podemos jugar y así mientras Kantoku-nii-san puede pensar en lo que ha pasado. ¿Vale?

Miro animada a los demás, esperando poder jugar un poquito. Pero primero sí que tenemos que hacer lo de quitarnos la camiseta y poner puntos y cosas... Y tengo que ver si siguen ahí...

Miró sorprendida a su guardiana pues ni si quiera se le había cruzado que le importara a donde iba -Si no me vas a buscar cuando pasa algo en las misiones... - Mencionó encogiéndose de hombros, no le molestaba el reclamo pero tampoco le veía el sentido, siempre se había manejado sola.

Sonrió a Karin cuando la buscó para ir a jugar, y apoyó una mano en su cabeza para que esperara, en tanto Kantoku respondía, o más bien evadía responder de donde demonios habían salido esos monstruos. Miró a Aina y se encogió de hombros por la pregunta -No parecía que mi bate fuera a ser suficiente, y estrelló a dos hombres contra una pared - Pacífica definitivamente no era -Pero que bueno que la tuya era más amable - Agregó sonriéndole, frunciendo el ceño un poco al recordar la huída - Había dos policías que empezaron a dispararle, empecé a correr lejos con los primeros disparos - Esperaba que aquellos hombres estuvieran bien "tengo que ver el diario". Y quería dejar a Shiro fuera de aquello.

-¡Eh! - Reprendió tanto a Marco como a Aina, dándole un ligero coscorrón al primero pues era quien había empezado. -Kaoru puede venir a jugar, y los equipos son para las misiones, fuera de las misiones sean amigos -

Asintió a la conclusión de Karin - Eso, haganle caso - Dijo revolviéndole un poco el pelo - Voy a usar la esencia también, luego jugamos - Buscó a Lucy con la mirada, y señaló con la cabeza hacia la habitación para que la acompañara.

Me sentí algo cohibida delante de los demás, es que no sabía cómo interactuar con ellos y al parecer tampoco les despertaba interés. Los escuché invitar a Kaoru, pero no a mí, lo cual noté mi grave error en todo esto. Así que con un gesto que manifestó tristeza, me fui hacia el cuarto para obtener esencia. Eso de momento era mi prioridad. 

Después claramente ya vería, no tenía planes de momento y no me atreví a decir que quería estar con ellos, que me gustaría conocerlos y jugar. Quizás más adelante aquello si era viable, solo que ahora mismo se sentía como estar en el instituto, dando tumbos con las relaciones y buscando la forma de adaptarse a ello. 

Kaoru susurró algo más a Kailani antes de reunirse con los demás. Entonces entrelazó los dedos de las manos sobre la nuca, apoyando su peso sobre la pierna derecha, y empezó a girar la cabeza como lo haría un cachorrillo, centrando toda su atención sobre el interlocutor de turno. Y así hablaron de jugar, y lo invitaron, pero después le dijeron que no podía... y finalmente le dijeron que sí podía con mucha insistencia.

Después de todo lo que había pasado en su vida, y especialmente en el último día, aquel gesto era suficiente como ablandar su corazoncito rebelde. Hasta habría podido derramar alguna lágrima, aunque contuvo ese ansia sorbiendo con fuerza por la nariz. En ese momento recordó, en cualquier caso, que allí eran muchos. Y si habían tenido un gesto bonito con él... ¿No debía, como autoproclamado líder de su grupo, demostrar que él también pensaba en los demás?

—Creo que tenéis razón, y todos deberíamos jugar juntos, ¡todo en que quiera unirse! —declaró entonces, realizando un gesto dramático con el brazo que abarcaba a todos los presentes—. Bueno. Todos los niños, los adultos que hagan lo que quieran. ¡Una cosa es que seamos rivales en la competición, pero ahora no estamos compitiendo!

Si Kaoru fuera maquiavélico podría haberse pensado que su intención sí que era averiguar más de sus rivales, pero no. Realmente lo único que quería era que jugaran todos juntos. Aunque, en cualquier caso, eso no quitaba que también quisiera hacer algo primero: Como los demás, primero volvería a su habitación, y comprobaría lo que podía hacer con la esencia.

 Por su parte, Marco tenía una opinión similar a la de Erika sobre su criatura: el chico parecía convencido de que no era pacifica, algo que remarcaría con un gesto de desinterés con los hombros cuando Aina comentó lo de no querer hacerles daño. Por otro lado, cuando Karin le llevó la contraria sobre permitir a Kaoru jugar con ellos el chico se mostraría sorprendido.

 -¡P-Per... AH! -el golpe de Erika le haría callarse, llevándose las manos a la cabeza para sobarse inflando ligeramente los mofletes, acabando por sacar la lengua a Aina antes de restarle importancia.

 Y hablando de Aina, sus palabras dibujarían una sutil expresión de tristeza en Kantoku, quién no tenía palabras para poder hacer que la niña confiase un poco más en él, una situación muy similar a la que pasaba Lucy con su generadora.

 -¡Oye, que en este juego macabro tengo el mismo conocimiento que tú! Allá afuera al menos podría ayudarte si necesitas algo más... normal -se excusaría la mujer, no muy convencida al final pero sonando sincera.

 Al final todos comentaron de ir a jugar luego de repartir la esencia, y es que pronto todos empezaron a retirarse a sus habitaciones acompañados por sus guardianes para realizar esta labor, y ya de paso ver los "grandes" cambios hechos por Kantoku para hacer más cómodo el lugar.

 Nada más entrar se podía notar la diferencia respecto a la habitación de calabozo de antes: el sitio ahora imitaba la arquitectura moderna japonesa, con un suelo de madera y unos tablones que cubrían la mitad inferior de la pared, siendo la otra mitad una pared lisa y blanca que dotaba al sitio de un ambiente agradable y hogareño.

 Al fondo de la sala ya no estaban los símbolos extraños, sino que en su lugar había un televisor pantalla plana más grande que el del bar. También había una cómoda cama para una persona, con sábanas y almohadas blancas, así como también era iluminada la sala por unas bombillas led de forma circular distribuidas uniformemente en el techo. Del resto, la habitación estaba completamente vacía.

 -Pues si que es diferente -opinaría Kazuya.

 El caso es que el televisor se encendería entonces por si solo, empezando a reproducir entonces la visión que tuviste la primera vez que entraste a la habitación, solo que esta vez acompañada por algo de texto para hacer más fácil su entendimiento.

 -Muy bien, vamos a hacer esto. -comentaría el hombre mientras caminaba hacia la cama. -. Déjame adivinar: Todo a meter hostias como panes, ¿no?

 Nada más entrar se podía notar la diferencia respecto a la habitación de calabozo de antes: el sitio ahora imitaba la arquitectura moderna japonesa, con un suelo de madera y unos tablones que cubrían la mitad inferior de la pared, siendo la otra mitad una pared lisa y blanca que dotaba al sitio de un ambiente agradable y hogareño.

 Al fondo de la sala ya no estaban los símbolos extraños, sino que en su lugar había un televisor pantalla plana más grande que el del bar. También había una cómoda cama para una persona, con sábanas y almohadas blancas, así como también era iluminada la sala por unas bombillas led de forma circular distribuidas uniformemente en el techo. Del resto, la habitación estaba completamente vacía.

 -Pues si que es diferente -opinaría Taro.

 El caso es que el televisor se encendería entonces por si solo, empezando a reproducir entonces la visión que tuviste la primera vez que entraste a la habitación, solo que esta vez acompañada por algo de texto para hacer más fácil su entendimiento.

 -Okey: ¿quieres que repartamos la esencia ya? -preguntaría Taro amablemente, momentos antes de recordar lo sucedido antes de llegar allí. -. O si quieres... Podemos dejarlo para otro momento...

 Nada más entrar se podía notar la diferencia respecto a la habitación de calabozo de antes: el sitio ahora imitaba la arquitectura moderna japonesa, con un suelo de madera y unos tablones que cubrían la mitad inferior de la pared, siendo la otra mitad una pared lisa y blanca que dotaba al sitio de un ambiente agradable y hogareño.

 Al fondo de la sala ya no estaban los símbolos extraños, sino que en su lugar había un televisor pantalla plana más grande que el del bar. También había una cómoda cama para una persona, con sábanas y almohadas blancas, así como también era iluminada la sala por unas bombillas led de forma circular distribuidas uniformemente en el techo. Del resto, la habitación estaba completamente vacía.

 -Pues si que es diferente -opinaría Santiago.

 El caso es que el televisor se encendería entonces por si solo, empezando a reproducir entonces la visión que tuviste la primera vez que entraste a la habitación, solo que esta vez acompañada por algo de texto para hacer más fácil su entendimiento.

 -Muy bien, Aina: túmbate aquí para poder repartir tu esencia y hacerte más fuerte -te invitaría amablemente el hombre tras acercarse a la cama, dedicándote una de sus sonrisas. -. Aunque creo que no deberíamos gastarla toda de golpe: tal vez tenga otra utilidad, ¿no?