Partida Rol por web

En cuando Hogward tomó sus bombas, Réamann asintió en forma de un agradecimiento sutil por la iniciativa del otro peliblanco esperando que, junto a las de Rin, fueran aprovechadas en el momento adecuado si llegaba a ser necesario y que no hubiese incidentes como a él le pasó cuando iban tras Phoisa. Habían tenido bastante suerte y no sabía si confiar en la diosa de la fortuna para esta situación, aunque era mejor que cada quien aprovechara sus dotes en esta peculiar circunstancia. 

Con una mirada seria se refugió en el silencio, no quería seguir hablando para concentrarse en lo que pudiese pasar. Notó la insistencia de Stella y la actitud de Alain, pero continuó en su postura porque requerían cabeza fría.

Así, se adentraron por la zona y la luminosidad verde daba un aire poco alentador. Por lo mismo, al escuchar aquella voz abrió sus ojos y suspiró para no cometer alguna tontería como acercarse más rápido. Miró al resto para que continuaran con la formación y, por fin, cuando miraron a aquellas personas, Réamann reconoció a uno y comprendió por qué Stella había reaccionado de esa manera. Volteó a verla queriendo apoyarla, pues independientemente de lo que había detrás de esas acciones, él era alguien importante.

No obstante, el tiempo apremiaba. El ex-caballero observó a Hogward, dio un paso a él y le señaló sus bombas, específicamente las de parálisis y somníferas; con la primera miró al que estaba con Ezio y con las segundas al hombre de cabello negro, a él definitivamente debían dormirlo y aunque Ezio y su hermana salieran paralizados, era mejor eso a que se quedaran dormidos; también miró a Rin, esperando que comprendiera las indicaciones.  Podrían lanzar otra al más lejano, pero no sabía si llegarían a darle, debían aprovechar lo más que se pudiera. Rápidamente tomó posición y se preparó para correr luego de que lanzaran las bombas, pesando en atacar a quien saliese librado del plan improvisado. 

Las piernas de Hogward temblaban con cada paso que daba, poco le faltara para que le castañearan los dientes también. No quería pelear, la última vez que lo arrastraron a una no hizo mas que recibir golpes, curiosamente mas de aliados que enemigos. Aún así, el dolor era algo que no le había gustado en lo absoluto y cada vez que se adentraban podía sentir un presión por todo su cuerpo como si este se tensara por los posibles golpes que podría recibir.

Por desgracia, para bien o para mal, no encontró la ocasión de dar la vuelta, pues más gritos se escucharon al frente del grupo. Hogward casi se paralizo al escuchar las voces y estallidos. Apenas pudiendo entender las cripticas miradas de Reamman, el peliblanco apenas entendió que tenía que tirar las bombas. El tiempo apremiaba y las manos del joven no paraban de temblar. -¡Aaaah dejenme en paz!- quiso gritar Hogward mientras sacaba a toda prisa las bombas de sus bolsillos. ¡Maldicion!- no quería llamar la atención de los obviamente asesinos pero la situación no le daba tiempo ni de pensar. Tomando una bomba somnífera y otra de parálisis, la de humo ni loco la iba a tirar, el joven apuntó primero al espacio donde se encontraba Ezio y lanzó la bomba de parálisis. Seguidamente la bomba somnífera fue lanzada con fuerzas hacia el tipo con mirada perdida.

Aún andando con toda la precaución que podían sus pasos resonaban en aquel espacio vacío pero dudaba que hubiera alguien que les prestara atención cuando la voz maliciosa de un desconocido se abría paso hasta ellos destilando veneno para sus oídos, en especial porque resultaba evidente que aquellas palabras tenían por destinatario a un Ezio cuya impaciencia le había traicionado.

Apretó la mandíbula con fuerza, demasiado consciente del significado de esas palabras pero aguantando todavía todo lo que podía las ganas de echar a correr hacia adelante y cometer la misma estupidez en la que había caído el hermano de Fiorella. Además, pronto se hallaron ante la escena que habían podido intuir, con un Ezio totalmente dominado por aquellos desconocidos que no parecían tener la intención de dudar a la hora de hacer daño a los hermanos. Aunque resultaba evidente que si todavía no lo habían hecho era porque debían tener aún dudas de cómo proceder.

Fuera como fuera, Réamann tomó las riendas de la situación demostrando que sabía mucho más de actuar en combate que todos, calmando la situación mientras daba indicaciones para que los demás usaran las bombas y así atacar con más seguridad. Reafirmó su mano sobre la empuñadura antes de asentir al peliblanco, en señal de listo.

Dormir y paralizar, a Rin le pareció apresurado, pero si eso buscaba... Corriendo detrás de él para que su pequeño cuerpo pasara desapercibido y poder colaborar en el ataque, una primera bomba salió volando, la somnífera que debía llegar a tiempo para reducir rivales fue la que lanzó.

Pegada a su sombra la bomba llegaría antes que él, y Rin daría soporte con su cable entre las manos.

Te paraste frente al portón, pero aquel hombre no parecía estar dispuesto a detenerse. Sin embargo, continuaste con tu resolución de detenerlo, por lo cual apenas intentó entrar por uno de los lados, intentaste obstaculizarle el camino. Este hizo fuerza y a pesar de tu debilidad, lograste empujarlo y hacerlo retroceder. No mostraba ninguna emoción ni reacción, y aunque estaban usando todas las fuerzas que te quedaban para detenerlo, sabías que el impulso dado por la adrenalina no duraría para siempre. Y así era. Tarde o temprano te cansarías y te superaría.

Momentos más tarde, viste caer en tu dirección algo que parecían bombas... ¿Eran bombas? Antes de poderte preguntar aquello, las bombas reaccionaron al contacto con el suelo y soltaron su contenido.

El brazo de Rin fue veloz y certero. La puntería que mostraba daba a entender por qué las trampas eran su especialidad. La bomba quedó justo a los pies de las dos figuras del portón, al igual que la bomba que iba dirigida a Ezio y al peliverde. Antes de que cualquiera de los cuatro pudiera hacer algo al respecto, las bombas desplegaron su contenido, llenando el lugar. Hogward no tuvo tan buena suerte, pues sus bombas no llegaron tan lejos y tanto Hogward como Alain se vieron en la necesidad de retroceder para no verse alcanzados por las nubes de humo. Afortunadamente, no los había alcanzado, pero eso demoró su accionar allí.

Fiorella, por su parte, se vio envuelta en el humo de la bomba somnífera que arrojó Rin, y aunque hizo todo lo posible por acercarse, su cansancio junto con la pesada atmósfera del lugar donde se encontraba, hicieron que aspirara todo el humo de manera inevitable. Sus ojos comenzaban a cerrarse y sus piernas perdían fuerza, cayendo inetivablemente al suelo. Su cuerpo ya no respondía completamente adormecido, mientras con los ojos entreabiertos intentaba ver lo que estaba sucediendo. Su cabello esparcido por el lugar y aquel vestido que había sido dado por su secuestrador cubriendo sus piernas y parte del suelo. Por otra parte, aquel hombre que estaba frente a ella, fruncía el ceño tratando de mantenerse consciente. Sus rodillas flaqueaban y se apoyaba contra la pared para no caer. Quería seguir avanzando, y de verdad parecía estar haciendo un esfuerzo titánico por avanzar. Dio un pesado paso al frente, pero no parecía que fuera a resistir por mucho tiempo.

Cuando el humo se dispersó, tal vez tardando más de lo necesario, el hombre había avanzado unos tres pasos, buscando esquivar a una Fiorella que estaba casi inconsciente en el suelo, presa de la bomba somnífera. Tenía un vestido similar al que ella solía usar, pero ligeramente diferente: al menos mostraba ser bastante fino. ¿Por qué lo llevaría ella?

El hombre de cabellos rojos seguía tambaleándose mientras buscaba acercarse a una extraña luz blanca que Stella miraba presa de una mezcla entre fascinación y pánico. La pelinegra sudaba frío y buscaba controlarse. Miraron hacia Ezio y vieron que este estaba en el suelo luchando por mirar a su rival, gesto imitado por el hombre de cabello verde que los miraba presa del enojo. Parecía que quería decir algo, pero no lograba articular palabra. Su cuerpo no respondía a sus órdenes, así que era salvo decir que la bomba de parálisis había cumplido su función. De los cuatro que estaban originalmente en la cueva, solo el encapuchado de ojos rojos parecía con la mayor capacidad de resistir su efecto.

El plan improvisado había salido más o menos a como lo había estipulado. Cuando lanzaron las bombas, Réamann y Alain salieron detrás pero tuvieron que detenerse para no recibir el efecto de éstas; sin embargo, eso no impidió que el peliblanco se desconcentrara esperando que todo se disipara para saber qué harían a continuación. Una vez que todo se aclaró, rápidamente tomó una decisión y miró a su compañero castaño con decisión.

-Alain, ve con Lord Ezio, yo voy con el otro-y salió disparado al pelinegro de ese extraño color de ojos preguntándose si sería manipulado o parte del enemigo, por lo que decidió ir a desmayarlo porque tampoco quería hacerle daño con Stella ahí mismo. Volteó  a verla brevemente por encima de su hombro y se asustó, sospechando qué podría ser aquella luz que se veía y temió por la integridad de la chica-. ¡Stella, contrólate!

Gritó, pero cuando retomó su atención al frente y debido a todo lo que pasaba al mismo tiempo, el estar desacostumbrado a su cuerpo sano y fuerte no midió la fuerza con la que corría, por lo que se torció el tobillo con una parte de suelo irregular y cayó bruscamente sobre su rodilla derecha mientras su espada salía disparada a una distancia poco beneficioso para él. Su cara golpeó el suelo raspando su piel y profundamente enojado, alzó su cabeza solo para darse cuenta que había quedado a la mitad del camino. Seguía lejos.

-.... Qué... ¡Qué alguien lo detenga!-pidió ayuda, tenía un mal presentimiento si ese hombre llegaba a su objetivo. Claro que estaba a punto de quedarse dormido, pero no quería arriesgarse.

Rin no dudó a la orden de "que alguien lo detenga" le lanzó una piedra, que lamentablemente fue muy desviada, la niña solo esperaba que al final esa pedrada fallida no hubiera sido necesaria y el hombre cayera dormido de una vez.

Desde el momento en el que había bajado, Stella se había mantenido muy perdida en algo, además de ansiosa. Apenas las voces y el estallido se escuchó, se tensó por completo. A pesar de lo que Delora le había dicho, no se sentía en verdad preparada. Pero al final de todo, cuando llegaron abajo, no tuvo tiempo de arrepentimientos... y tampoco la voluntad. Después de todo, en ese lugar había algo que la llamaba fuertemente y no sabía exactamente qué. Al menos hasta que vio aquella luz. Aunque no fue lo único que vio. Tuvo que llevarse las manos a la boca para no gritar su nombre.

¿Konah...? ¿Él... qué hace aquí?

Eso no era lo único. ¿Por qué iba vestido de esa manera?

Entonces, todo comenzó.

Stella se había quedado completamente paralizada. La luz, y él... Sentía que ni siquiera se podía mover. Y así pasó pocos segundos. Pudo ver a Fiorella por un momento, y a los demás, pero simplemente no pudo dejar de mirar aquella luz. Ni siquiera pudo responder a Réamann... pero eso se detuvo al ver a Réamann caer de esa forma, y lo que gritó le hizo retumbar la cabeza.

—Konah —diciendo su nombre, tomó una bocanada de aire. Antes de darse cuenta, y sin saber por qué, ya estaba corriendo torpemente hacia el pelinegro. ¿Por qué vestía igual que los acompañantes de Phoisa? ¿Lo estaban controlando? Ella también quería llegar a la luz, pero de alguna forma sentía que no debía. Y en este caso, Konah fue lo que hizo que Stella no corriese hacia la luz. No quería que su hermano fuese hacia allí—. ¡Konah! —tropezándose a unos centímetros de llegar donde estaba el chico, y por la velocidad con la que corría, Stella se estrelló contra el pelinegro y ambos cayeron al suelo. 

Las piernas de la chica parecían estar rasguñadas, pero al menos había detenido al chico de momento.

Un buen plan hubiera previsto lo que podía salir mal. Pero aquel no era un buen plan, aquel no era ni siquiera un plan de modo que tuvieron que limitarse a actuar por impulso y aquello, aunque podía salir bien, tenía más posibilidades de ir mal. Rin parecía tener la suerte de su parte, o tal vez la habilidad puesto que sus bombas dieron con éxito en el blanco y pronto se hizo evidente que los demás empezaban a sentirse terriblemente aturdidos.

Y aquella hubiera sido una buena oportunidad que aprovechar si no fuera porque Hogward debía haber quemado un campo entero de tréboles de cuatro hojas porque su bomba cayó casi a sus pies, haciendo que se tuvieran que retirar a la par que enterraba la nariz en su codo para no respirar el aire viciado.

Los demás parecían bastante ocupados con el de los ojos rojos mientras que Ezio y el peliverde yacían paralizados en el suelo. Entonces, como era de esperar, cundió el pánico. Réamann estaba en el suelo aunque no sabía cómo había llegado hasta allí, Stella corría directamente hacia el pelinegro aunque le llamaba por su nombre, como si le conociera y Rin no sabía qué hacía con una piedra.

Tampoco se detuvo en averiguarlo pues si algo tenía claro era que debían sacar cuando antes a Fiorella de en medio de lo que podía ser una peligrosa refriega así que espada en mano esquivó los cuerpos tendidos en el suelo, derrapando para frenar al llegar chica que parecía semiinconsciente.

- Fiorella, ¿estás bien? - pregunta estúpida puesto que la joven no parecía estar en condiciones de responder. Con esfuerzo, la tomó en brazos para apartarla de en medio -. ¡Hogward! - le llamó, con la intención de dejar a la chica a su cuidado antes de volver a por Ezio o hacia el pelinegro o hacia quien narices estuviera en pie en ese momento.

Todo fue muy rápido, demasiado rápido. Estaba en la puerta, tratando de bloquear a aquel hombre, y pronto todo se volvió confuso. Nubes, voces, espadas, y su cuerpo que pesaba como hecho de hierro de mala calidad. Sentía que se le iban las fuerzas y apenas se podía mantener despierta aunque era capaz de escuchar lo que ocurría a su alrededor, no procesaba el origen de cada sonido y a pesar de que mantenía los ojos abiertos, su mirada estaba perdida, sin energía. Sabía que pronto se quedaría sin fuerzas, y fue entonces cuando Alain la cogió en brazos. La sostuvo, con cuidado, y le habló. Aquellas palabras, fue capaz de entenderlas. ¿Estaba bien? No, no lo estaba, pero eso no era lo que importaba, no a ella, al menos. - Ezio.... salva...le.... - Fueron sus palabras antes de que sus párpados cayesen y su cuerpo cediese al agotamiento, había hecho todo lo que había podido, y aún así... había fracasado. 

Los nervios hicieron que los lanzamientos de Hogward se quedaran cortos. Las bombas que habían sido lanzadas para los enemigos apenas llegaron a su objetivo, casi volviendo golpearse a si mismo como en la batalla anterior. Aaah !Por esto debí salir de aqui!-gritó internamente el muchacho, pero ya era muy tarde para echarse atrás. Los otros ya los habían visto y Reamman y Alain ya habían salido a combatir armas en mano.

Los pies de Hogward temblaban sin saber si dar un paso adelante, hacia la refriega o hacía atrás y huir del lugar. No me necesitan de todo modos-  trataba de convencerse el peliblanco para poder salir como alma que lleva el diablo. 

No obstante, la suerte no estaba de parte del grupo. Uno por uno casi todos perdieron la habilidad de pelear. Tanto Stella como Reamman cayeron al suelo no mucho después de echar a correr y la piedra que lanzo Rin falló igual que sus propios lanzamientos. -¿Dónde esta toda esa confianza y resolución que habían tenido para venir aquí?-  se preguntaba Hogward al ver a la mitad del grupo en el suelo. 

Hogward tenía que hacer algo, si todos quedaban fuera de combate tan rápido, pronto el sería el siguiente en la lista de atención de los malos. -¡V..voy!- exclamó el chico con un poco de temblor en la voz. El joven corrió rápidamente hacia donde se encontraba Fiorella desmayada para sacarla del lugar de combate. Menos estorbos mas posibilidad de que se fijaran en los peleadores principales en lugar de él  -Tu ve, yo me encargo de esto- le dijo a la ultima esperanza del grupo Alain

_{-¿Y de quién crees que es la culpa de todo esto?-} masculló Hogward en respuesta a las ultimas palabras de la ahora desmayada, mientras arrastraba el cuerpo inerte de la chica hacia el lugar donde habían entrado lo más rápido posible

De una movida magistral, habían pasado uno por uno a fallar casi en su totalidad de lo propuesto. Réamann se hizo bastante daño por su cuenta, lo cual llevaba a preguntarse si realmente podría contar algo como eso al salir de allí. Por algún motivo, una piedrita voladora le cayó justo en el rostro a Ezio, haciendo que ahora tuviera una ceja lastimada y un ojo cerrado. El chico estaba tratando de ponerse de pie, pero más allá de algunas muecas, no pudo hacer más.

Stella usó su resolución para correr hacia el joven de cabello negro y ojos rojos que estaba peligrosamente cerca de esas dos intensas luces y lo derribó. Ambos quedaron en el suelo dentro de esa pequeña habitación, con Stella estando sobre aquel extraño hombre. Justo estando tan cerca, era inevitable notar cierto parecido entre ambos, además de que esta pudo ver la mirada perdida del hombre, quien no despegaba sus ojos de la intensa luz blanca. Estiró su mano para intentar alcanzarla, pero poco después no pudo seguir luchando y, el golpe de la caída sumado a los efectos somníferos hicieron que por fin se quedara dormido. El paraje era parecido con Alain y Fiorella, pues teniéndola tan cerca, Alain pudo notar sus cuencas hundidas, su cuerpo débil y ojeras pronunciadas. Sea lo que fuere que había pasado, la joven tuvo una noche difícil. Se la entregó a Hogward, quien la arrastró con algo de dificultad por su misma constitución, pero logrando al final hacerlo casi sin problema. Claro que subirla por la escalinata no sería posible.

Alain se acercó a Ezio, mas notó que ni ese ni la bruja hostil podían moverse. Eso sí, los ojos del peliverde estaban clavados ahora en dirección a donde se encontraba Stella. Brillaban peligrosamente para luego escuchar una explosión venir de alguna parte de la cueva. Por algún motivo, no se veía del todo preocupado, sino con una actitud extática. Al menos esa era la impresión que su mirada entregaba.

Konah estaba dormido, pero ahora estabas a unos cuantos pasos de aquella luz y su poder se acrecentaba. La sensación era asfixiante y ahora comprendías por qué tu hermano se acercaba de esa manera. De la nada, unos enormes y brillantes ojos verdes aparecieron en tu cabeza, mirándote fijamente, rogándote ayuda y absorbiéndote en sus pupilas mientras danzabas en su esmeraldado color. Era como volver a casa.

Tu corazón se desbocaba furioso porque no se le permitiera llegar a lo que deseaba y entonces, viste que una mano se perfilaba hecha de esa fuerte luz azul, estirándose hacia ti, incitándote a tomarla. ¿Lo harías?

En lo que Réamann buscaba incorporarse debido al daño que se hizo en la rodilla, no se había dado cuenta realmente de lo que había pasado a su alrededor concentrado en lidiar con el golpe y apoyarse de la manera adecuada para incorporarse por su cuenta y dispuesto a negar ayuda si es que alguien lo ofrecía, lo cual no fue así y esperaba que los demás hiciesen algo. Dejó escapar un leve gemido de dolor y frustración  una vez que logró levantarse y miró para ver el nuevo panorama: Rin continuaba por donde llegaron, Stella detuvo a su hermano y éste cayó inconsciente, Hogward fue por Fiorella y Alain parecía ir con Ezio. 

Sin embargo, la explosión le tomó por sorpresa y le hizo abrir los ojos preocupado temiendo que hubiese un derrumbe. Cuando su atención se topó con el peliverde, supo inmediatamente que esto debía ser parte de su plan y al notar a quién veía... Hizo lo mejor que pudo para levantarse e intentar caminar así en dirección a Stella. Si su hermano había caído en alguna especie de trance o lo que sea, no quería que ella pasara por lo mismo. Veía su cabello castaño y facciones diferentes, pero sabía que detrás de ese glamour se hallaba una pelinegra que había sufrido mucho.

Por un momento se desvió a Alain y esperaba que se encargara de ese extraño, ya sea desmayándolo o matándolo, cualquiera de esas opciones no las veía tan mal considerando que sus planes habían fallado y el enemigo parecía muy interesado en Stella y Konah. Sabía que Hogward se llevaría a Fiorella con Rin, pero no sabía si el médico volvería a ayudar y esperaba que así fuera. Réamann era consciente que debido a sus golpes no podría ayudar mucho al combate o a cargar a los afectados, por lo que requerían las mayores manos posibles. Habían iniciado con ventaja y ahora...

-Stella, ¿estás bien?-preguntó, esperando que la chica le contestara.

Levemente aturdida por haber caído de esa forma, Stella se quedó abrazada a aquel chico que se parecía a ella mientras trataba de incorporarse con los ojos entrecerrados y quejidos. Estaba desorientada y sentía que algo le estaba taladrando la cabeza; vieron cómo se llevaba una mano a la cabeza cerrando los ojos con fuerza. Parecía estar conflictuada por varias cosas y luchar entre ellas mucho más allá del aturdimiento. Fue entonces que, de repente, y medio incorporada, Stella se quedó mirando fijamente aquella luz que el mismo hombre llamado Konah veía.

—¿Mamá...? —la mano de Stella comenzó a extenderse lentamente hacia aquella luz sin siquiera vacilar un poco. Su mirada poco a poco pasaba a verse como la de Konah o el amigo de Réamann: vacía, sin brillo. Sin embargo, a medio camino, escuchó la voz de Réamann. Su mano se detuvo. Sin embargo, Stella no volteó, seguía completamente absorta en aquella misteriosa luz. Por un fugaz momento pensó en el porqué había detenido a su hermano... y ni ella misma lo sabía. ¿No debía seguir sus instintos? Pero quería. No hacerlo le dolía. Pero si lo hacía...— Detén... ganme.

Demonios, aquella escena era ilógica, lo que se suponía un rescate era un vaivén de movimientos sin pies ni cabeza, Rin ya no sabía demasiado bien que tenían que hacer ¿A quien ayudaban? ¿Que evitaban? Si se suponía que debían evitar que entraran en una cueva en la que ya estaban y a parte de su piedra mal direccionada se suponía que aquel pésimo plan de acción no había salido del todo mal, entonces porque le daba la sensación de que tocaba detener a "aliados", detener a Stella o encarar a quien fuera, aquella misión no tenía sentido.

Desde siempre el mejor modo de evitar un desastre había sido mantener lejos el problema, cogió una bomba paralizante está vez - lo siento, esto va a doler... - le lanzó la pequeña cápsula a la cabeza, esperando no llegara a notar el calambrazo y evitarle la dura carga, con suerte con el calanbrazo en la cabeza la dejaría inconsciente. Aunque lamentaba haber tenido que usar esa bomba, ella no tenía magia y el mecanismo interno quedaba destrozado tras su uso, le llevó dos noches en vela hacerla y casi todos sus ahorros, a diferencia de la somníferos que prácticamente salía gratis buscando los hongos adecuados, tendría que hacer de mesera con todas sus fuerzas esperando recibir mejores propinas, "suspiró" no era fácil construir el mecanismo, dos noches no le servirían de nada sin los materiales...

- podemos dejar de actuar como estúpidos y hablar civilizadamente? - preguntar era gratis... A Ezio ya le pediría perdón en otro momento.

Fiorella no parecía estar en su mejor momento. Su rostro se mostraba cansado y no sólo por efecto del somnífero, sencillamente la chica aparecía demacrada. Lo único que Alain hubiera querido en aquel momento era ponerse en pie y salir de allí con ella, alejarla de aquella situación que se repetía un ay otra vez para la joven en la que tanto su familia como ella se ponían en un riesgo demasiado elevado, incluso cuando la maldición yacía ya rota a sus pies.

Pero precisamente sabía que si Fiorella caía una y otra vez en esas situaciones era porque para ella la familia era importante y no podía desoír sus palabras, incluso aunque no hubiera necesitado que las pronunciara para hacerlo por ella. Por eso, muy a su pesar, tuvo que dejar a la joven en manos de Hogward para ir hasta donde yacían el peliverde y Ezio, a sabiendas de que algo más le estaba sucediendo a Stella pero sin poder ocuparse de todo a la vez.

En su camino, se encogió un poco a causa de una explosión pero sin poder hacer nada más que seguir llegó hasta allí para ver los ojos del desconocido más pendientes de algo que no llegaban a ver que de su delicada situación.

- Espero que hayas disfrutado del espectáculo porque será lo último que vas a ver en un buen rato - dijo con frialdad antes de darle con el pomo de la espada en la sien. Sabía que lo ideal hubiera sido acabar con él pero a pesar de lo que pudiera parecer, él no era un guerrero e ir segando vidas le estaba causando mella.

Sin decir nada, se arrancó un trozo de manga para cubrirle los ojos al brujo por si despertaba.

- ¡Rin! ¿Tienes una cuerda para atarle las manos? - gritó por encima del ruido antes de acercarse a Ezio -. ¿Puedes moverte aunque sea un poco? - hizo una pausa -. ¿Cuánto dura el efecto de esto? - volvió a preguntarle a la niña.

¿Cuerda? La pequeña se preguntó si era retórico, que trampero no llevaría cuerda... Aunque la cuerda que más tenía era de alambre, por razones obvias no podía llevar un arsenal todo lo grande que quisiera - es cuerda de alambre vigila cuanto apretas si no quieres cortarles las manos - también podía poner un ligero fragmento de tela para evitar daños innecesarios, mientras no pretendieran revolverse demasiado no se cortarían.

Estiró su brazo dándole casi todo el alambre, guardando el justo que pudiera necesitar ella para una sujeción o para usarlo como arma entre sus enguantadas manos. También deberían atar a Stella aunque sinceramente le parecía absurdo enmanillar a un aliado, pero si no podía evitar ser controlada por aquella luz... No quedaba otra.

Mientras Hogward arrastraba a Fiorella hacia el lugar por donde habían venido, vio rápidamente a su alrededor. Para bien o para mal todo el mundo estaban cayendo uno por uno, tanto amigos como enemigos. Los hombros de Hogward se relajaron un poco por reflejo, sin embargo, el peliblanco no quería mas que salir de aquí.

Estaba por suspirar al ver que ya no quedaban enemigos cuando la explosión sacudió el lugar. El chico casi pierde el equilibrio tanto del susto por el temblor. -¿¡Podemos irnos de una vez?!-  exclamó en su mente con los nervios a flor de piel. Ya tenían lo que buscaban, a Fiorella y todo el mundo o estaba herido o inconsciente, poco más podían hacer. 

Aún así, sin nadie mas tratando matar a nadie, Hogward dejó de arrastrar el cuerpo de Fiorella dejándolo en el piso. El combate había terminado pero nadie parecía estar en condiciones. El joven libre ahora, se acercó al autolisiado Reamman para examinarlo, si perdían a uno de los dos combatientes las probabilidades ya pequeñas se volvían minúsculas. -Ahora quédate quieto un maldito segundo- le dijo apenas llegó -_{Mucho ánimo, mucha valentía solo para terminar así-} murmuró entre dientes mientras examinaba al otro peliblanco para ver si podía arreglarlo lo suficiente para que siguiera en primera linea. 

-Hey superhombre- Hogward le dirigió las primeras palabras directas en mucho tiempo luego de atestiguar su one hit-one kill -¿Puedes ayudarme a juntar a los heridos en un solo lugar? Tenemos que reagruparnos antes de que sigamos, conociendo al grupo no querrán retirarse mientras aún van ganando-