Partida Rol por web

El joven caballero llega a la plaza con el lento caminar de su montura. Con porte un tanto estirado, saluda a todos los que pasan a su lado con su mano y se acerca a la pareja de guardias. Buenos dias caballeros! Como se encuentran esta mañana? Disfrutemos por fin de otro soleado dia, esto deberia animar el espiridu de cualquiera! Dice tras pararse a su lado levantando su mano y esbozando una amable sonrisa.

Eso he oido, le agradezco de veras su preocupación. En efecto debere salir hacia el castillo aunque...debo reconocer que me gusta ir a almorzar a esta posada. Estoy mas acostumbrado a comer en sitios como este que entre las frias paredes de piedra de castillo. Dice con una sonrisa un tanto bromista. Bien señores, ire a llenar mi estomago, algo que mi apreciada montura tambien debe hacer dando un par de palmadas en el cuello del animal. Que pasen un glorioso dia! Se despide y se dirije a la posada.

Deja el caballo al mozo del establo con la orden de que se lo limpie y alimente, y entra en la posada.

A lo lejos, pueden escucharse unos alborotadores gritos y unas sonoras carcajadas. Al poco tiempo una figura aparece corriendo tras una esquina, dirigiendose hacía la plaza. Esa figura encorvada, esa barba blanca, esas pequeñas gafas redondas...sin duda, se trataba de Machorys Illston, el alquimista...

- Jujujuju!!! Ya la tengo!!! lo he conseguido, jujuju!!!- Machorys no paraba de saltar y gritar por la plaza, abrazando lleno de alegría a todos los que allí se encontraban. Parecía fuera de sí, con una sonrisa desencajada y unos ojos desorbitados por la alegría. Era extraño...hacía meses que no se le veía por el pueblo, tantos, que algunos ya pensaban que lo había abandonado- Por fín!!! Después de tanto tiempo de estudio lo he logrado!!! He conseguido la fórmula!!! Jujujuju!!!

El alquimista parecía haber perdido el poco juicio que algunos decían que le quedaba. Sin hacer caso a las miradas de los que allí se encontraban (si es q hay alguien) había dado rienda suelta a su emoción y ésta le impedía parar ni un segundo quieto en el mismo lugar. Tan pronto como se subía a uno de los bancos donde la gente solía descansar saltaba peligrosamente de éste, daba vueltas en circulos pareciendo ser inmune al mareo, se tiraba de la larga cabellera blanca y se mordía las uñas nerviosamente, llegando incluso a hacerse sangrar algunos dedos...No era para más, al fín, el trabajo de tanto tiempo había dado sus frutos, pero lo que tampoco era de sorprender es que, cuando el sol llegó a elevarse directamente sobre la cabeza de Machorys, y la hora de la comida pasaba poco a poco, la poca energía que éste tenía se acabara finalmente y cayera rendido al suelo junto a la sombra de un árbol...

- Que hora será?- se preguntó mientras miraba la posición del astro rey que tan bién conocía para poder hacerse una idea. Al levantar la cabeza hacía él no pudo evitar retirar la mirada. Demasiado tiempo encerrado en casa había hecho que sus ojos se volverían muy sensibles a la luz- Seguro que la hora de comer, eso al menos dicen mis ruidosas tripas - y, acompañado por el rugir de éstas se encaminó a aplacar su estómago...

El joven juglar llega a la plaza del pueblo tarareando y a buen paso. Parece alegre aunque sus ropas están un poco mas sucias de lo normal y huelen a humedad
Se detiene en el centro, se ata su bolsa de viaje a uno de sus pies y saca el laúd que comienza a afinar despreocupado.
Mira a un lado y a otro y comienza a cantar. Es un cantar sobre las buenas gentes de los pueblos y sobre las recompensas que trae la vida espiritual del reino de los cielos para los que se esfuerzan en vida y tratan honrosamente al prójimo

Sango del establo de la posada montado en mi caballo, saludo al joglar y a los guardias y me dirijo al camino direccion a Saint George's Church.

Carne fresca, vendo carne fresca y de muy buena calidad y a buen precio, venid acercaos.

Esa noche el joven Pelgriem temió por su vida mas que en ningún otro momento... Y ha temido por su vida las suficientes veces como para no espantarse de cualquier cosa.
Es bien sabido que la vida de un juglar ambulante no es algo sencillo de sobrellevar, que en los caminos y a la intemperie se corren muchos riesgos y siempre se encuentra uno merced de los elementos, los bandidos y las enfermedades.
Esa noche... Dios, esa noche.
Como cualquier otra noche después de un día flojo, Pilgriem tuvo que cambiar la caliente y cómoda habitación de la posada que solía frecuentar por el menos cómodo y menos caliente establo, lleno de animales y sus excrementos... Cosa que siempre era preferible a dormir al raso...

Esa noche la pasó entre los caballos, protegiéndose como podía con sus cuerpos de la tormenta y con sus reflejos de los propios animales, que aterrorizados, amenazaron mas de una vez con plantar sus pezuñas sobre el pobre chico... Una noche infernal como pocas.

Todo el feudo sufrió la tormenta. Los que mas y los que menos perdieron sus pertenencias o sus familias... Que suerte que los vagabundos no tengan nada definitivo, sino Pilgriem estaría llorando desconsolado sobre sí mismo, maldiciendo a Dios por descargar su furia en un momento como ese...

Pero donde algunos ven desastre... los oportunistas ven oportunidades.
No es que el juglar fuera una mala persona, que no lo era... es que no tenía nada mas que perder y solo podía ganar. Así es, que por la mañana, tan temprano como se lo permitió la humedad que calaba sus ropas y el frío que entumecía sus huesos y embotaba su mente, se levantó, se quitó el par o tres de kilos de barro que podía cargar encima y se dispuso a recorrer las calles del pueblo en busca de un poco de caridad o un lugar en el que intercambiar su posible ayuda por un plato de comida... ya no caliente, no soñaba siquiera con esa posibilidad... sino solo comestible...

En la plaza, entre barro, agua y algún cadáver flotando, puedes ver algunos aldeanos que poco a poco comienzan a reunirse entre las ruinas. Todo son caras desconsoladas y algunos lloran a raudales sin poder evitar la gran pesadumbre.

Que lo que se vayan a comer los gusanos lo disfruten los cristianos...
Es el primer pensamiento que cruza por la mente del juglar... Y cuando se decide a inclinarse sobre uno de los cuerpos que flotan entre el barro y el agua para rebuscar una bolsa de dinero o cualquier cosa que le pueda ser de utilidad... Su conciencia le pega un toque de atención y volviéndose hacia la multitud decide hacer algo de utilidad y ayudar en todo lo que pueda.
Con esas intenciones se acerca hasta sus vecinos circunstanciales con cara de pesadumbre -aunque no demasiado sentida-
Vamos... Vamos... Vecinos... No hay que sentir tanto desconsuelo... Nuestros hermanos y hermanas ahora están en manos de Dios... Y nosotros... Bueno, deberíamos buscar entre los escombros todo lo que se pueda recurar en lugar de estar llorando... ¿no creen?

Dos guardias aparecen trotando encima de dos caballos, y llegan a la plaza... Dios mío como está todo le dice uno al otro.

El desgraciado cazador deambula hasta la plaza, parece abatido igual que su casa, que se puede ver toda esparcida por el suelo. Se pueden observar en partes de su cuerpo que lleva destapadas, alguna herida y muchos rasguños. El pobre anda lento y murmurando ¿que te he hecho señor? ¿dime que he hecho para que mi vida sea tan desgraciada...

Dios mio por donde paso hay cuerpos ahogado y .... que estampa mas desoladora Petrus llora desconsoladamente al ver entre los muertos algun que otro conocido del pueblo
para cerca de la fuente del pueblo y reza unas oraciones en pos de los caidos en la gran riada

Se une a Petrus tratando de mutuamente hallar un consuelo. ¿Hemos de dar gracias amigo de que estemos vivos?¿Habrá purgado el señor a las almas más puras para llevarselas con él? rompe de nuevo a llorar, la perdida de su casa le ha afectado mucho.

Al ver que dos hombre hechos y derechos están llorando desconsolados en el borde de la fuente, Pelgriem se acerca cauteloso, pisando con cuidado bajo la superficie del agua, hasta ellos.
¡Caballeros!
Exclama con cierto reproche en la voz
¡Dos hombres fornidos y hechos y derechos como vosotros no deberían dar ese ejemplo a mujeres y niños! Por Dios, ¡deberían estar consolando a las viudas y los huérfanos y ayudando a sacra de entre los escombros las pocas pertenencias de los aldeanos que aún sean recuperables!

entre sollozos mira al hombre que le dice esas palabras... hace tres tardes me robaron asaltándome en el camino dejándome sin mi mejor jabalina... la noche siguiente entraron en mi casa y me dejaron incosciente dándome con una roca en la cabeza, me robaron mi lanza y todo el dinero, y esta noche mi casa se va con el agua... ¿acaso tu no llorarías?...

Oye sabes a esta gente desde cuando la conozco? todas estas personas eran amigos mios. si nadie llora por ellos lo hare yo y no me sentire menos hombre por llorar
Asi que unete a nosotros y reza para que Dios se lleve las almas de estas buenas personas. mientras se seca las lagrimas y el barro de la cara

Se encoje de hombros y tuerce el gesto, primero ante las palabras del cazador y luego ante las del otro hombre
Levanta el saco lleno de porquería que lleva sobre el hombro y señala sus ropas cubiertas de barro, agua, excrementos de caballo y sangre... Antes eran de vivos colores, verde y amarillo, ahora solo son harapos en los que predomina el marrón en todas sus tonalidades
Esto es todo lo que tengo. Mi ropa y mi saco... Es todo lo que he tenido desde hace años... Y también me han robado y asaltado en el camino alguna vez que otra... pero lamentarse no sirve de nada. Lamentarse no reconstruye las casas ni recupera a los amigos ni familiares muertos.
Sus palabras son duras pero las dice con delicadeza, mas para hacer que aquellos hombres recuperen la sensatez que para herirlos en sus sentimientos
Los hombres y mujeres que hoy han fallecido serán llorados por todo el pueblo, amigo... incluso por mí, que no soy de aquí pero tengo el corazón suficiente como para preocuparme por los demás... Pero creo que ya habrá tiempo para eso... Por mi parte voy a ver si puedo echar una mano por ahí...
Se da la vuelta y busca con la mirada cualquier punto de la plaza en la que la gente pueda necesitar un par de manos extra

Machorys Illston, el excentrico alquimista de la aldea, deambulaba por las calles de ésta como perdido, sin poder disimular la tristeza que le hacía sentir el estado en el que los edificios habían quedado. Así llegó a la plaza, mirando siempre hacía arriba, a uno y otro lado el estado de estos cuando, de repente, algo le hizo tropezar, cayendo de bruces sobre el agua que inundaba la zona, escuchandose verdaderamente como si de una zambullida en el lago se hubiera tratado. Cuando se puso de rodillas sobre el suelo y levantó la cabeza para ver con que se había trastabillado no pudo creerlo...

Una melena larga de ensortijados cabellos rubios, flotaba ondulante sobre aquellas aguas. La cabeza, sumergida como el resto del cuerpo, cubría el inerte rostro de aquella mujer...

- Oh Dios mio!- gritó desgarrado el alquimista- Santo Dios, Santo Dios!- gritaba al cielo mientras se hacía la señal de la cruz en el pecho. La tormenta había sido realmente dura aquella noche pero, por nada del mundo, habría llegado a pensar que pudiera tener tan nefastas consecuencias

el cazador sucumbe ante las palabras del forastero tenéis en el fondo mucha razón... se limpia las mejillas ayudemos a todos los que lo necesiten, y luego ya veremos lo que hacer.