Partida Rol por web

La columna vertebral de aquel esqueleto andante estaba cerca, cuando antes lo derrotase, antes podría hacerse cargo del esqueleto de su hermana, y entre los dos sería más que probable que lograsen derrotarle. Empezaba a cansarse de aquella criatura, no físicamente, sino mentalmente. No terminaba de morirse, o de volver a morirse, o de convertirse en polvo, o lo que fuera que ese ser de ojos brillantes hiciera cuando caía derrotado. Lo que tenía que hacer era continuar igual hasta alcanzar su punto débil y así liquidarle. Era cuestión de paciencia y tiempo. Si había podido con un híbrido entre un toro y un hombre, podría con eso.

Escuchar cómo la armadura se abría hizo que el miedo paralizara todo mi cuerpo. Por suerte, era más resistente que mi confianza en ella, y detuvo el golpe en el momento justo. Quizá me había dejado una marca, pero sería mínima con los golpes que aún podía hacerme el esqueleto.

El análisis de movimientos no parecía valer con estas criaturas. Aunque también era normal. No se les veía el cerebro, así que inteligencia ninguna. ¿Les estaría controlando alguien? ¿Estaría allí presente? Esa idea me llenó de dudas e inquietud. Si era así, ellos sí que estarían estudiando sus movimientos. Miré a un lado y a otro, intentando descubrir algo en esa absoluta oscuridad. Pero nada. La amenaza estaba allí, frente a ella, con esos ojos vacíos.

La rutina de Shail volvió a ser menos efectiva, la mitad de los golpes se perdieron demasiado imprecisos por su velocidad y del resto alguno volvió a ser certero pero contra sombras difusas y engañosas. Aún así en un par de ocasiones el explorador notó cómo los romos de sus hachas golpeaban con fuerza contra las vértebras expuestas de la criatura de pesadilla. El esqueleto no cayó pero ahora se movía con un balanceo similar al de un borracho, con la parte alta cimbreando como si pendiera de un hilo en un movimiento que sería cómico si no estuviera tratando de rebanarle el pescuezo con una cimitarra, por suerte parecía que ese mal de San Vito afectaba notablemente a la precisión de sus golpes y Shail esquivó con facilidad la acometida, volviendo a entrar en la guardia del no muerto.

Xera, por su parte, tenía muchos más problemas, su ya de por sí más limitada capacidad de luchar contra tan terrible criatura se veía, además, afectada por su inquietud y la misma oscuridad que había alargado la batalla de su hermano con un rival inferior. Su mazazos se perdían entre la imprecisión y las sombras furtivas. No así la respuesta del esqueleto, que seguía estando en muy buen estado y le recordó el peligro muy real volviendo a pasear la hoja de su cimitarra por su esbelta barriga, aunque por suerte la armadura volvió a aguantar y evitó que la destripara, ahora le dolía el vientre más que con una indigestión.

Entrecerré los ojos por el dolor. Una nueva cicatriz apareciería en mi estómago, pero eso no podía quedar así. Apreté con fuerza los dientes y miré con odio a mi rival no-muerto. No, no podía quedar así. Me quedaba mucho que dar y ese combate tan extraño no sería el último. Giré la maza en mi mano, con un rápido movimiento, y volví a ponerme en guardia. No era una experta en el combate, pero tendría que saber defenderme. El don de la palabra y la magia no podía ser el único que tenía, tenía que demostrar lo mucho que valía.

Shail veía cada vez el fin más cerca, pero también veía que su hermana estaba más y más en peligro, pues no parecía que su esqueleto estuviera muy afectado. Era comprensible, donde Shail era capaz de encajar casi media docena de golpes, su hermana tan solo lograba un par de malos, por eso debía darse prisa y desmontar a esa bestia no muerta, para después ayudar a flanquearla y salvar a su hermana de una vez por todas.

Xera estaba convencida de haber logrado un nuevo impacto, pero parecía que el hueso era más duro de lo previsto y ni siquiera crujió, su segundo mazazo no atinó ni siquiera a pesar de que lo dirigió a una sombra. Además en su desesperación por alcanzar al rival perdió el equilibrio y quedó indefensa. El esqueleto no dudó y descargó un tajo vertical contra su cuello que hubiera decapitado a alguien menos ducho y experto, ella salió bien, dejandose caer para que la cimitarra pasara por encima, pero con un doloroso chichón.

Shail embisitió con ánimo renovado, viendo a su hermana sufrir, trazó de nuevo su rutina, el primer golpe resultó muy efectivo, el escudo estaba lejos y su topetazo partió el húmero de ese brazo, lo que en un esqueleto significó que brazo y escudo salieron volando y se perdieron en la oscuridad. Sin defensa posible una lluvia de golpes cayó sin remedio sobre el ser aberrante, cuyos huesos acabaron volando en todas direcciones hasta que se desmoronó en un montón de inmundicia orgánica.

Desde el suelo, las cosas se veían igual de negras. El esqueleto me superaba. Eso de que no tuviera inteligencia podía conmigo. Daba vueltas a la cabeza la posibilidad de aprender a defenderme y atacar mejor. Siempre había confiado en mi inteligencia y en mis armas de mujer, y ahora me encontraba con un rival difícil de superar.

Por suerte, Shail se acababa de carcar a su esqueleto mientras me levantaba de un ágil movimiento. Deseando que mi hermano acabara con mi esqueleto a la misma velocidad y que no se acercaran más, seguí combatiendo.

Aprovechando que había quedado por debajo de la guardia del esqueleto, Xera había logrado conectar un buen golpe contra las costillas del cadáver animado. Por desgracia la oscuridad le había jugado una mala pasada y lo que había tomado por el centro de la costilla era el extremo por lo que dirigió su golpe unos centímetros demasiado lejos.

Shail se alegró al comprobar que aquel amasijo de huesos tenía final posible. Ahora pudo ver con claridad lo en peligro que se encontraba su hermana, así que cargado de valor e inspiración se lanzó a gran velocidad para flanquear a la criatura y atacarle por la espalda. Confiaba en que ahora llamase la atención del esqueleto y se centrara en él y no en su herida hermana. Iba siendo hora de acabar con aquella bestia y continuar con la misión de una vez por todas.

La rutina de ataques relámpagos de Shail cayó con puntería, pero por desgracia sobre una sombra engañosa provocada por aquella lucha en las penumbras. Para cuando corrigió su objetivo había perdido un par de ataques más entre medias, por lo que el daño que consiguió infligir acabó bastante limitado de un único golpe transversal.

Insuficiente para que el monstruo cediera la iniciativa ahora que había superado las defensas de Xera, la cimitarra volvió a golpear con fuerza el plexo solar de la chica, sin superar la armadura pero dejándola sin aliento unos valiosos segundos, las piernas empezaban a doler a medida que el oxígeno se hacía escaso pero su voluntad era mucho más fuerte que aquellos pequeños dolores y molestias. 

Shail hizo gestos a su hermana para que abandonara el combate y continuara hacia delante. Era absurdo que ella siguiera perdiendo el tiempo con aquel ser, pues sus golpes apenas le hacían ningún tipo de daño. Quería que ella siguiese adelante, por si fuera peligroso que siguieran perdiendo demasiado tiempo allí. 

Mientras tanto, y sin tener muy clara la decisión de su hermana, Shail continuó golpeando al esqueleto con la esperanza de que éste, tarde o temprano, terminara cayendo como lo había hecho su compañero.

El movimiento de la lucha había llevado al esqueleto a la zona más sombría del almacén. Shail acabó arremetiendo a ciega y para cuando volvió a perfilar la silueta descarnada ya había fallado todos sus ataques y el rival recuperado la iniciativa.

Ya no quedaba nada, pero se hacía eterno. Sólo quedaba un esqueleto, y mi hermano se había unido a la lucha. Estaba malherida y cansada, pero no podía quedarme quieta y dejar allí a la suerte a Shail. Respirando hondo para centrarme, volví a abalanzarme sobre el esqueleto, deseando que todo terminara cuanto antes.

Por desgracia los ataques de Xera, dificultados por la oscuridad, carecían de precisión para sobrepasar las defensas del ser de pesadilla y no tardó en recuperarle la iniciativa. Tras un par de desvíos con el escudo, su cimitarra voló de vuelta contra la muchacha.

Y una vez más tuvo que recurrir a toda su velocidad para no acabar destripada por la hoja ennegrecida, aunque no fue suficiente para evitar otro doloroso golpe en su cinturón reforzado que le hizo perder el resuello una vez más. Por suerte ese movimiento había forzado la guardia del esqueleto, que ahora estaba otra vez en desventaja frente a Shail.

Shail continuó aprovechando la ventaja que tenía sobre el esqueleto. Por un lado tenía a Xera luchando junto a él y a pesar de que sus golpes no servían de mucho, su presencia era lo suficientemente estimulante como para que el lobo fuera capaz de seguir intentándolo. Por el otro, estaba la idea de saber que aquella criatura, a pesar de su aspecto, era completamente mortal, y solo había que insistir varias veces hasta terminar destrozando sus huesos hasta reducirlo al polvo de donde procedía.

El ser de ultratumba tardó en recuperar la defensa, las hachas golpearon certeras por tres veces haciendo saltar trozos de hueso y debilitando su integridad, pero aún no lo suficiente. La columna aún no era muy accesible, pero había sido un gran avance. Pero en ese momento la monstruosidad dio unos pasos atrás, refugiándose en las sombras, haciendo que fallara sus ataques más imprecisos, pero acercándole de nuevo a la dolorida Xera.

Me veía cada vez en más apuros, y Shail no conseguía acabar con el esqueleto solo. Miré mi arma y sentí en uno de mis bolsillos la piedra que había utilizado para lanzar el conjuro de silencio. Mientras daba un paso atrás, la saqué y la lancé, alejándola de mí.

El sonido volvió a aparecer entre nosotros. Escuchaba la respiración de mi hermano y la mía propia. Incluso si me esforzaba, podría oir el flujo de mi sangre salir al exterior.

Sharka legium, guerrum solemnis susuré al sacar una pequeña figura de mis ropajes.

Una miríada de combatientes espectrales aparecieron en torno al esqueleto, aunque varios de ellos pronto quedaron atrás pues la monstruosidad no perdía más de un segundo en perseguir a su presa pretendida. Los fantasmas no hacía demasiado, más allá de amagar ataques e incordiar, amenazantes, pero resultaban suficiente para que el esqueleto no dejase de balancear su escudo tratando de cubrirse de ataques que nunca terminaban de llegar.

Aún así concentraba su esfuerzo ofensivo en la Xera que, aún concentrada en terminar su conjuro, no tuvo tiempo de esquivar adecuadamente tras completarlo y volvió a recibir un tajo tan certero que hubo de interponer el brazal de la armadura para no recibir una herida grave. Con el antebrazo dolorido y sangrando ligeramente, apartó la cimitarra para abrir de nuevo la guardia del monstruo, cuyo escudo parecía más preocupado de las hojas fantasmales que de las armas reales.

Si las sombras no lo impedían, aquella podía ser la ventaja que estaban necesitando