Partida Rol por web

Ángela corta el teléfono sin decir una palabra y tras esperar unos cuantos tonos. Su expresión es de total descontento.

- Apagado o fuera de cobertura. Don Germán parece no querer estar accesible hoy. ¿Qué hacemos? - dice mirando al resto del grupo.

La abogada comienza a sentir sus fuerzas algo mermadas y la situación la empieza a superar.

Pues o nos presentamos directamente donde viva el tal Germán o tiramos por otro camino de investigación...

No había sorpresa en el rostro de Horacio, más bien parecía satisfecho, como si su teoría se confirmase.

-Vamos a lo de Germán. Fue muy claro con respecto a la discreción. Tal vez no quiera dejar registros telefónicos que lo liguen a nosotros. Después de lo sucedido con el cura... En fin, debemos pedirle permiso para contratar agentes foráneos, y creo que lo mejor es ir hasta allí-

El detective se vio invadido por una súbita preocupación. ¿Y si aquella era una manera de Don Germán de finalizar su contrato? ¿Cómo desligarse de aquel estresante caso después de superar tantas adversidades?

Ángela se puso en pie y cogió su abrigo y su bolso.

- Vamos allá. Tengo el coche en el parking.

Parecía que el hecho de que hubieran decidido un curso de acción, por nimio que fuera la había conseguido motivar, dado que su expresión se tornó ahora algo decidida.

"Parece como si todo empieza a ponerse en vuestra contra ... os sentís atormentados por ello, el fracaso os empaña una vez más y os humilla en cierto modo la impotencia... " .
De ninguna manera se consigue dar con Don German, los domicilios que llegáis a encontrar la mayoría son falsos, o no concuerdan ... Posiblemente es su forma de val guardarse de sus enemigos naturales, o quizá una contra medida por los acontecimientos presentes ... es difícil adivinar cada uno tenéis mil una conjeturas al respecto... muchas las compartís otras os la quedáis para vosotros ... pero la mayoría están solo en vuestro subconsciente ... parece como si todo es gris a vuestro alrededor ... todos sentís lo mismo pero manifestado de formas distintas ... El agobio es creciente y decreciente al mismo tiempo, parece como si de repente viniese para luego irse y más tarde volver y nunca haber estado ahí ...

La sensación sería similar a una mezcla de ambas canciones y tampoco.

Mientras conduce después de seguir una última pista falsa sobre el paradero de don Germán, Ángela comienza a sentir como los brazos le pesan una tonelada, y le cuesta incluso mantener la mirada fija en la carretera. La mente totalmente bloqueada y su sentimiento de frustración es cada vez más acentuado.

Pone el aparato de música del coche, y por el retrovisor observa los gestos de sus compañeros, que dada la situación, probablemente no sean muy diferentes al suyo.

En los altavoces los ágiles dedos de Duke Ellington comienzan a desprenderse casi de forma mágica, compenetrados al cien por cien por la suave y dinámica voz de Ella Fitzgerald.

- De nuevo en un callejón sin salida ... - comenta vagamente, esperando que uno de sus camaradas les regale una observacion algo esperanzadora.

Los días pasan y el grupo se termina distanciando un poco ...,nadie vuelve a saber nada ni de Germán ni de Isabel ni de el buffet de abogados, finalmente decidís también con la falta de ingresos en vuestros distritos postales (que termináis cerrando también por no sufragar los pagos pertinentes) ... pero .... un par de meses después ...

Una trágica noticia os hace juntaros a todos, por un informador de Santillana habéis conseguido averiguar que la noche anterior ha muerto el padre Jose. No dudais en acudir a Alcalá para averiguar algo más de lo ocurrido, vuestra profesionalidad y lazos abiertos con el padre, os hacen estar en la deuda moral de estar en el velatorio; que se ha abierto en la parroquia en la que impartió misa durante unos años.

Afectados aun en la puerta de la parroquia os cuesta arrancar el desanimo está dibujado en vuestras caras ... y finalmente uno de vosotros inicia una conversación ...

Aún con los ojos llorosos, el ceño fruncido y la expresión algo desencajada, la abogada aún no da crédito a la noticia del padre José. Ya eran dos, los compañeros que les habían dejado, aunque el sacerdote lo hubiera hecho en un primer momento de una manera formal y mundana, nada hacia sospechar su repentino óbito.

La parroquia donde se han vuelto a ver las caras los miembros del equipo de don Germán, de quien aún no han tenido noticias es un escenario lúgubre e incómodo.

Ángela ha intentado por todos los medios contactar con Isabel y con Germán, pero su búsqueda parece ha sido completamente infructuosa. De nuevo, la sensación de frustración, de culpa, se apodera de ella, y ya ni los calmantes logran apaciguar sus tensas noches en las que su cabeza no deja de dar vueltas a todo el asunto que se cierne sobre ellos, igual que el lazo corredizo se desliza alrededor de su presa.

- Alguno tiene algún dato certero sobre la mue... - parece querer replantear su discurso - lo que le ha pasado al buen padre José.

Se le hacía duro. No dejaba de recordar la sempiterna sonrisa del padre cada vez que le daba los buenos días en la cafetería del hotel. Como siempre aportaba una tercera opinión, que lejos de ser la mejor, resultaba necesariamente conciliadora cada vez que el grupo debatía sobre su curso a seguir. Ya no volvería a escuchar como siempre con humildad y buen hacer, aportaba un pequeño para firme granito de arena a la investigación.

Con paso firme me encamino hacia la parroquia donde me reencuentro con el resto del grupo , un silencio tenso se produce cuando todos pasamos para despedirnos por ultima vez del párroco , en un gesto de protección le acaricio el brazo a Ángela para intentar darle ánimos , no se lo que ha podido ocurrir con el padre José , ni siquiera se como a ocurrido su muerte o las circunstancias .

Meses habían pasado desde aquel día. Horacio podía recordar su despedida fría y, según creía en aquel momento dominado por la esperanza y la incredulidad, definitiva. Aún no olvidaba el desgano de ese callejón sin salida en el que se habían metido por accidente. El hecho de que ni siquiera la Policía no pudiera encontrar a los responsables de tantos crímenes no tenía efecto alguno en su autoestima, ya que, conociéndolos desde adentro, los consideraba un atajo de incompetentes. Lo que de verdad destruía sus ansias de acabar el trabajo era entender cuando poderosos eran los criminales. Ellos, un grupo de aficionados, jamás se acercarían lo suficiente, y si lo hacían, no verían otro amanecer.

Meses habían pasado desde aquel día, y sin embargo, allí estaba de nuevo. Un lívido José descansaba frente a él en un féretro, que abrumaba con su significado. Aquello no era más que un presagio, una advertencia, o tal vez un llamado. De un modo u otro, Molina volvía a sentir la incertidumbre que le azotara semanas atrás, mientras trabajaba en el caso de Alcalá; el miedo y la paranoia regresaban como una oleada que amenazaba con tumbarlo para que jamás pudiera levantarse.

-Lo cierto es que aún nos quiere muertos-

Esas fueron sus primeras palabras luego de que la abogada y el pibe rompieran el hielo. Su camisa blanca estaba fuera de los pantalones color marrón claro, y su vello facial amarillento parecía emanar ese hedor residual del tabaco.

-Apenas me enteré, tenía que verlo por mí mismo. Parece que no les bastó con que abandonásemos. Nos quieren muertos a todos, y tenemos muy pocas probabilidades de zafar. No tenemos nada sobre esto,- aclaró, señalando el cadáver con frialdad analítica -pero eso va a cambiar. Pasivos o no, nos buscan, y lo único que podemos hacer es prepararnos y buscar a quien hizo esto. No me sorprendería que no le hubieran practicado una autopsia, aunque ignoro la causa de muerte...-

Alzó la vista y a la vez el cigarrillo, contento de haber seguido al resto fuera del velorio. Escrutó, y notó el desasosiego y la tristeza en el semblante de sus semi-colegas, algo que se obligaba a expulsar de su propio ser. Como estaban las cosas, le pareció demasiado pronto para comenzar a presentar los hechos, pero la ansiedad le ganaba.

-El cura era un buen tipo, pero ya está muerto. Eso sólo significa que seguimos nosotros. ¿Qué tal si vamos a un lugar más privado para pensar sobre la situación?-

Con una media sonrisa agradeció el sentido gesto de Julio. Aún así, era pronto para poder permitirse el sentirse mínimamente reconfortada, al margen del esfuerzo de su compañero.

Las palabras de Horacio fueron duras, pero no se podía negar que no se ciñeran a la realidad. Quien quiera que fuese el que los estaba despachando, lo estaba haciendo demasiado bien. Tras un par de frías miradas dedicadas a Molina, quien no sabía la abogada si era preso de lo que sentía o simplemente sentía poco respeto por José refiriéndose a él como "el cura", a secas, como si su paso por el grupo se hubiera limitado a lucir sotana y alzacuellos, volvió a posar los pies sobre el suelo, y comenzó a tener una perspectiva seria y más práctica del peliagudo tema que les ocupaba.

- Si les parece, tengo un pequeño estudio donde vivo. Puede estar algo destartalado estos días, pero es amplio. - hizo una pausa para mirarlos a todos - Si les parece, claro.

Las gélidas miradas de Ángela no pasaron desapercibidas ante el escrutinio de Molina, pero lo consideró una reacción lógica. Hasta el momento, ninguno podía clamar haber salido indemne de la frustración y el miedo constante de ser perseguido por entes desconocidos. No obstante, él intentaba mantener la cabeza fría, por mucho que le costase. Después de todo, hace años que se entrenaba.

-Preferiría un lugar público, pero lo que necesitamos es privacidad. Además, a esta altura estamos igual de seguros rodeados de transeúntes que confinados en un despacho-

Vuelvo a mi hábitat, entre ficheros y papeles.

-Antes que nada, ¿todos compartimos el mismo objetivo? ¿Acabar con esta persecución?- ¿O morir en el intento? -¿Aún teniendo en cuenta de que no recibiremos tanta ayuda como cabría esperar?-

Un hombre mayor con barba se acerca al feretro de Jose.

Le oís decir lo siguiente

-" Amigo allí donde estas no sufrirás mas a tus padres ... lo que la diócesis te da, la diócesis te quita ..."

Acto seguido acaricia el ataúd y se retira dirigiéndose a la calle.

Ángela mira extrañada al tipo, mientras reflexiona sobre las palabras de Horacio. Frunce el ceño, reflejo de su total extrañeza ante el pintoresco gesto del completo desconocido, de apariencia en primer momento poco recomendable.

Antes siquiera de terminar de hablar con sus compañeros, un impulso poco propio de ella se apodera de su cuerpo y se dirige hacia el tipo. Le alcanza y le coloca la mano en un hombro.

- Usted... - titubea un poco, no por escoger las palabras, si no por lo poco común del momento y el arrebato  - disculpe... ¿Conocía al padre José, no es así?

Tras escuchar la proposición de Ángela asiento con la cabeza , quizás en un lugar con mas privacidad podamos discurrir como afrontar la situación , una situación que por momentos se hace opresiva , mientras Horacio expone sus puntos de vista observo como alguien se aproxima al féretro del Padre José , alguien que sin saber los motivos esta fuera de lugar , antes de ni siquiera hacérselo notar al resto de mis compañeros veo como Ángela se abalanza sobre el , voy tras sus pasos...

Espera Ángela...

A Horacio le resultaba difícil quitar sus ojos del cadáver. Así, blanco y silencioso, le parecía extraño, a pesar de haber visto varios muertos en su vida, y en peor estado incluso. Pero ver a José tan vacío era realmente una novedad.

La extraña presencia de aquel viejo le llamó la atención, pero se limitó a prestarle atención discretamente, como si en realidad se encontrara ensimismado en sus cavilaciones. No fue así el caso de la abogada, que no pudo contener su curiosidad. El detective atinó a detener su precipitado actuar, pero ninguno de los presentes lo logró.

Internamente, le reprochó su actitud compulsiva. Pero luego se preguntaba cómo hubiera reaccionado él mismo, ya que también se había sentido impulsado a abordar al extraño. De un modo u otro, ya sólo cabía aguardar su respuesta.

Titubeante el intrigante anciano se detiene mira a la mujer que tiene delante sin aparente interés y antes de continuar andando dice:

- Siento decirle Angela que no conocía al padre en persona ...

Da unos pasos a punto de abandonar la parroquia, pero se detiene como adelantándose al reproche de los que le intentan interceptar para añadir;

- Dedico un requiem especial a aquellas personas que se alejan de nosotros ... indistintamente de las circunstancias ...

Ángela titubea - Co... co.. ¿cómo dice?

Un escalofrío le recorre todo el cuerpo. Una sensación nada agradable en presencia de aquel tipo tan extraño y peculiar.

- Entonces... ¿si no conocía al padr...? - parece dudar de nuevo, escogiendo las palabras adecuadas, aunque para esta situación ninguna se ceñía a satisfacer su curiosidad. - no entiendo la despedida que le ha dedicado.

Se sentía confusa y perdida, pero era una sensación totalmente distina a la que había sentido desde que empezaron el caso sumergiéndose en esta serie de callejones sin salida.