Partida Rol por web

Os conducen a una de las salas que se encuentran en una de las alas de este lugar, y allí os hacen un gesto para que ocupéis una de las camas, en la cual hay una túnica cuidadosamente doblada y un juego de mantas, así como un cofre de madera (donde podéis dejar vuestras pertenencias).

Prang se quitó el tabardo y la armadura, depositándolo todo con respeto en el fondo del cofre, así como el resto de sus enseres y armas, que no eran pocos. Realizó éstas acciones con mucha paciencia, esperando quedarse sólo en la habitación junto a sus compañeros.

En ése momento se despojó de la camisa interior y tanto Blaze como Leokas pudieron observar una cadena de hierro que colgaba de su cuello con una bolsita medio aplanada de cuero, y que cayendo por su espalda pasaba por debajo de sus axilas, uniéndose otra vez a la altura del pecho, donde los cuatro enganches (dos arriba y dos abajo) sostenían en medio dicha bolsita de cuero. Una vez en calzoncillos, cogió unos pequeños objetos redondos y los metió con disimulo en la bolsita, acto seguido, cogió la túnica asignada y la pasó por encima de su cabeza, comprobando que le quedaba a su altura y que la bolsita, efectivamente, no se notaba. "Por Gorm Gultyn....al menos vamos vestidos.....si mis padres me vieran así....con túnica....." pensó el paladín. 

Una vez la túnica puesta y todo en su sitio, Prang esperó pacientemente sentado a que sus compañeros estuvieran listos, sus ojos cerrados y en muda plegaria a su dios. Necesitarían toda la ayuda posible para encontrar lo que buscaban y salir con vida. 

Leokas entró a la habitación siguiendo a sus dos compañeros. Parecía que allí les esperaba una cama y el cofre donde podrían guardar sus pertenencias. 

Dejó sus armas sobre la cama con cuidado y se quitó la ropa sin mucha ceremonia. Unos tatuajes tribales del color de la tierra cubrían sus hombros y se unían entre sí cruzando la espalda del semielfo. Es legado y la marca del lugar al que pertenece, un rito de paso. En ellos, para quien sea capaz de ello, se podía leer el pasado de la tribu y el lugar que Leokas ocupa en ella. La túnica prestada enseguida los ocultó en cuanto el semielfo se visitó con ella. Poco a poco fue guardando todas sus pertenencias, dejando para el final su espada y su arco. Susurró una breve frase en su idioma natal antes de cerrar el cofre y enseguida se levantó mirando tanto a Prang y a Blaze a la espera del siguiente paso a seguir.

- Shan, ¿has dicho varios días? ¿Puedes ser más concreto? No es por nada, pero no quisiéramos estar importunando a los clérigos del templo cada pocas horas con preguntas de cómo va la ceremonia... mi jefe está ahí dentro, y con él mi paga, tú ya me entiendes.

Rakka sonríe como si le hablara a un colega mercenario, sabedor que el clérigo difícilmente entenderá o aceptará el colegueo.

Tres días dura el ritual, y eso es lo que tardarán vuestros compañeros en salir de aquí- responde Shan.

Reyner le echó un último vistazo al tallo verde que había estado usando de montadientes antes de dirigirse al sacerdote: "Mi señor Shan, como bien dice aquí mi compañero, preferiríamos... emmm... estar disponibles... en las cercanías... por si el amo puediera... bueno... por si pudiera requerir nuestros servicios" dijo mientras forzaba una mirada de reojo a Rakka. 

"Hay una pequeña arboleda al pie de la colina... me pregunto... si no es mucha molestia ,claro... le agradecería nos permitieran acampar allí durante estas tres noches, hasta que el amo y los demás hayan sido bendecidos con el favor de Mystra" añadió.

Shan se encoge de hombros ante tal petición- como veáis. Mientras no deis problemas al templo no hay inconveniente por nuestra parte.

- Bu, una noche entre los árboles y a la luz de las estrellas... Ay, Reyner, que duro será esto, sin compartir una cerveza y un buen asado con los demás! Está bien, no me quejo, me alegro de tener vuestra compañía al menos... - añade Rakka ante el ceño fruncido del druida, señalando con un cabeceo a su dentudo animal -. Nos vemos mañana entonces, gracias por la ayuda!

Tras despedirse, Rakka y Reyner se dirigen hacia la arboleda. Pero de camino, como ya ambos han pactado, se acercan al edificio secundario del templo, para volver a echarle un vistazo, a ver qué es y qué información les puede aportar.

Reyner es el único que se percata que encima de la muralla se encuentran custodiando la zona varios guardias (cuenta dos en total). Entrar por ahí podía ser difícil si uno no se movía con discrección..

Visto el panorama, y considerando que esos guardias nos están mirando desde encima, decidimos seguir nuestro plan inicial e ir a la arboleda anexa para sentarnos ahí como si fuera una merienda familiar. Luego de noche también nos echaremos -pronto-, confiando en despertarnos de madrugada para ver si bajo el amparo de la noche encontramos una manera de entrar o investigar más.