Partida Rol por web

Elenna comienza a dar fuertes empujones intentando abrirse camino hacia el camarote. Desde el marco de la puerta observa  la situación, Kreontas yacía en los brazos de Yasan o al menos eso parecía. -¿¡qué ha sucedido!?- pregunta alterada. En cuanto el capitán pide ayuda Elenna con rapidez se dirige de nuevo al pasillo en busca de asistencia.

Al rato se encuentran todos en cubierta. Elenna coloca el barril que había derribado anteriormente y lo utiliza para sentarse de nuevo. En cuanto aparece el matasanos por la puerta la joven levanta la vista y al escuchar sus palabras pega un suspiro aliviada- sigue vivo…-dice en un susurro, no solia demostrar sus sentimientos a la ligera.

El sexto sentido de mujer me lo decía, sabía que algo andaba mal. El barullo viene del camarote de mi viejo astrólogo. Voy dando zancazos hasta aproximarme todo lo que me es posible. Desde mi posición apenas logro distinguir claramente al Capitán...si su silueta y la de quien supongo es Yazán, arrodillado en el suelo. Tanto tiempo juntos debe servir para algo, así que no tengo duda de que se trata de ellos. Pero...pero...¿que está pasando? ¿que hace Kreontas en el regazo del teniente?...¡No, no!- acierta a salir de mi boca en forma de ahogado lamento.

El galeno del barco, un matasanos de poca monta se acerca corriendo hasta entrar en los aposentos, echándonos de allí, con poca delicadeza, supongo que por el bien del viejo. Sin rechistar, salgo a esperar a cubierta con el resto de compañeros, pues de buena tinta se que por mucho que me pese...mi presencia no serviría de mucho.

La espera se hace eterna, y la información que nos transmite el galeno,  pese a no ser la que más me gustaría escuchar...es por lo menos esperanzadora. Aunque, tampoco hay que tener conocimientos sobrehumanos para saber que el astrólogo necesita descansar...

- ¡Gracias a Eru!- digo más para mi misma.

- Ya oyeron al curandero, todos afuera, de vuelta a sus puestos. Excepto tú... - Dijo señalando justamente al médico. - que tendrás a cargo la vigilia por la salud del viejo. Si lo deseas puedes comisionar a un ayudante que te releve cada tanto, pero seguirá siendo tu ùnica responsabilidad, ¿Entendido?....

- Y ustedes dos... - Prosiguío con voz firme, sin esperar respuesta alguna, llamando la atención de dos marineros que aún no habían abandonado la escena por algún motivo en especial, curiosidad o estupor probablemente - carguen ya mismo ese cofre y devuélvanlo a mi camarote. Y ni siquiera se les ocurra destaparlo, o los remataré a ambos con mis propias manos si es que sobreviven al sortilegio que custodia a esa endiablada caja...

Pronunciadas esas palabras Cyryatan emprendió el amargo regreso a cubierta, atormentando más que nunca por las dudas sobre la tarea que le desvelaba y sumándole a ello un extraño sentimiento de culpa por la desgracia de Kreontas. Sentía profundamente como su cordura caminaba por el filo de una hiriente cuchilla, y como su ser sangraba por dentro con esa sensación de impotencia ante las fuerzas que parecían mecer el mar entero y  el mundo en su contra. Ahora solo podía esperar, y acumular nubes negras en su pecho...

Desde que teníais ese maldito cofre en nuestro poder, el capitán parecía haber cambiado -acentuada la sombra que siempre marcó su carácter-. ¡Todos habíais cambiado, maldita sea¡

El Manawnûl surcaba las aguas de la Bahía de Belfalas en dirección sur a través de territorio enemigo con relativa tranquilidad. Demasiado tranquilo está todo, cuchicheaban todos. Y pocas eran las velas que se veían.

A la mañana siguiente, el contramaestre se acerco hasta Cyryatan, bajo los obenques de la aleta de estribor, a sotavento. Un lugar discreto en el que charlar.

-Los marineros empiezan a hacer demasiadas preguntas, capitán-comenta por fin Azrûbel tras un incódo silencio-, están nerviosos. No tenemos ni una moneda de oro y no parece que vuaced tenga intención de capturar presas. Empiezan a cuchillear... callan cuando paso yo, pero no me pasa desapercibido. Ya sabe lo temerosos que son los marinos cuando de magia y malos augurios se trata. No saben qué hacer y tienen miedo.

Son 8.56 mo segun la sección "notas". Pasadas a mp no estoy seguro de cuantas serían, si mal no recuerdo eran 10mp por cada una de oro, darían un total de 85mp y monedas.

ok, pero volviendo al tema. ¿Cuantos marineros tengo? Para saber las monedas por cabeza.

bueno, ese número me arruina bastante los cálculos, por el momentoxD

- Sus quehaceres siguen siendo los mismos, y si le temen a algo mejor será que no lo demuestren ante mi presencia. Hay pocas cosas que me irritan más que los cobardes. - Respondió Cyryatan con la mirada turbia y sin dar demasiadas vueltas sobre el asunto en su mente. Sabía que los tripulantes no tolerarían pasar demasiado tiempo en esa situación, pero aún confiaba en llegar pronto a la isla para cumplir su misión sin más retrasos. Terminado todo ese asunto, él mismo se encargaría de liderar el primer abordaje en pos de capturar una buena presa para el saqueo y la tranquilidad de los corsarios. Pero eso era algo que parecía lejano de momento, y la verdadera misión comenzaba a valer más que unas cuantas monedas de plata en los bolsillos de cada tripulante y algún que otro posible cántico festivo en su honor.

- Ya habrá tiempo para botines, nuestro objetivo ahora no puede esperar. Y el que no pueda o no quiera entender eso puede empezar a caminar por la tabla desde ahora, antes de que yo mismo venga a encontrarle conspirando a mis espaldas...

La tripulación volvió ala rutina tras las duras palabras de Cyryatan. Y de nuevo cayó la noche para el Manawnûl, que continuaba su rumbo, ya en las inmediaciones de Has Annûn. Y pasada la fortaleza gondoriana, la noche ya era cerrada. La mar continuaba desierta, como si alguna poderosa autoridad hubiese ordenado la cancelación de pesca y cabotaje, que ni un pequeño falucho de costa se dejó ver en el horizonte. Esa misma noche tomarías la curva del heraldo para alejaros completamente de la costa y aproar hacia Tol Uialgaer. Y esa misma noche también, fue cuando kreontas volvió en sí. Y después de preguntar que qué había pasado, empezó a recordar. Y por un momento se estremeció.

Yazân estuvo el resto de día distraído. Realizaba sus funciones como teniente, impartiendo ordenes y coordinando a sus hombres, aunque tenía la cabeza en otro lado, en el suceso con Kreontas. Por eso cuando se enteró que había despertado se apresuró a los camarotes, pues quería oír de primera mano que es lo que había pasado. Algo iba rematadamente mal con ese cofre, que el capitán guardaba con tanto recelo y que poco a poco iba enturbiando lo que en un principio, parecía una convencional travesía.

-  Por momentos pensamos que te habían devorado los infiernos, sin retorno alguno. Pero reconforta saber que has sobrevivido a lo que fuera que te dejara inconsciente, viejo amigo - Le comentó con calma el capitán al anciano convaleciente, quién como de era de esperar se mostraba más alterado que de costumbre. - Ahora bien, en cuanto a eso que te dejara inconsciente. ¿Qué fue exactamente? ¿No habíamos hablado de que solamente examinarías el cofre y nada más? Me parece que tu curiosidad te ha jugado una mala pasada esta vez, venerable Kreontas.

Kreontas, aún aturdido, se levanta con dificultad y cierra la puerta del camarote. Después vuelve a sentarse en su sillón de madera de ciprés con reposabrazos tallados, uno de vuestros tesoros más preciados, y que data de las épocas de esplendor de la Isla de Númenor. 

-No se puede penetrar en ese cofre -murmura el viejo astrólogo por fin, tras un largo silencio-... es muy receloso de lo que guarda en su interior. No permitirá que insectos como nosotros... -después vuelve a quedar ojiplático, perdido en inextricables cavilaciones. Con la frase a medias.

Esperáis un rato a ver si acaba la frase o si continúa, mas vuelve a sumirse en el sopor que al principio lo embriagaba. Rumiando de vez en cuando entre inconexos murmullos:

-Pero, ¿por qué nosotros?... ¿por qué nosotros?

Elenna sigue con sus quehaceres, mantenía a sus subordinados en marcha… ¿Qué harían sin ella? El capitán no le había informado de nada así que mantenía un ritmo constante pero tranquilo, no quería forzar las cosas y que después no rindieran lo que ella deseaba, pero tampoco quería que se durmieran y perdieran la práctica.

Observa como pasa por la cubierta el capitan y Yazan en dirección a la habitación de Kreontas- ¿se habrá recuperado?

Las tareas en cubierta me han tenido ocupada, aunque no lo suficiente como para que me olvide del viejo Kreontas. Es hora de una pequeña visita, me digo, mientras termino de atar unos cabos que parecían haberse aflojado.

¡Ahhh!¡uyyy!...La cubierta está resbaladiza debido a las pequeñas gotas de agua, y poco me falta para no terminar dándome de bruces contra el palo de trinquete. Me incorporo, pues aunque no llego a caer el resbalón me desestabiliza y con la cabeza bien alta me sacudo las ropas. A grandes zancadas llego hasta las pequeñas escaleras que llevan a los camarotes, bajándolas poco a poco hasta llegar al estrecho pasillo. Sigo recto hasta llegar al camarote del astrólogo. La puerta está cerrada, y no me atrevo a pasar sin llamar.

- ¡Tock, tock! - golpeo no muy fuerte, si está descansando tampoco quiero ser yo quien le saque de esa placidez.