Partida Rol por web

No esperaba encontrarse con una escena como aquella. Una criatura salida de las leyendas luchando contra tres bárbaros, de los cuales uno ya había caído a sus manos. O al menos eso es lo que parecía. Supusó que los humanos debían de pertenecer al pueblo de los Uthgardt y, según Hardem, con ellos debían de cerrar un pacto. Si era así, en teoría deberían de salir en su ayuda. Por otro lado aquel ser de formas femeninas no parecía ser de naturaleza maligna.

¿Qué hacer?

Tume se pregunto que sentido tenía luchar entre sí, cuando el futuro de todos ellos estaba en peligro. Pensó que sería mejor tratar de convencerles para unirse contra el enemigo común. Pero primero habría que saber cuales eran los motivos por los que se enfrentaban. Y saber si detrás de aquel ser dorado de apariencia noble no se escondía más bien un monstruo.

Miró a Hardem y a la sombra de manera alternativa, esperando que alguno de ellos tuviera respuestas. Confiaba en la sabiduría de su amigo y su intangible compañero había demostrado ser de gran ayuda a la hora de tomar ciertas decisiones.

La sombra, silenciosa como siempre, parecía esperar vuestra reacción. Un ser extraplanario como era, ajeno al bien y el mal, no iba a intervenir en una disputa entre seres de este plano.

- La driade no nos ha atacado.

Se adelantó al grupo, pero no de manera agresiva, aunque si desconfiada.

Estando a una distancia prudencial preguntó: - ¿Que podemos hacer para ayudarte y seguir con nuestro camino?

La situación sobrecogió a Hardem que olvido el frío por unos instantes. La belleza de aquella criatura, junto a su fiereza luchando le dejó maravillado. Ante ellos se hallaba un ser que debiera estar extinto y por otro lado dos de los Uthgard con quienes debían de tratar para proteger Laderafría y la región del Pastor de Calabazas. La lucha era encarnizada y uno de los Uthgard ya había caído. Debía detener aquella locura.

- ¡Detened el combate! gritó aunque sabía que no iba a tener efecto por lo que echando mano de su saco de conjuros comenzó a realizar un canto arcano que con suerte detendría aquella locura de combate y dejarían a la driade tranquila para que huyera.

El conjuro se desató en el centro del combate y Hardem esperó que tuviera efecto sobre todos los contendientes.

Las palabras del mago resuenan y hacen caer a uno de los dos bárbaros. La dríade, aún con el cuchillo en la mano se sorprende pero no es afectada por el hechizo. El otro bárbaro, al igual que ella, tampoco.

Pese a ello, la irrupción de Inovaz y Hardem y luego la de los demás miembros del grupo logra detener el combate. La dríade huye rápidamente y se pierde entre la espesura del bosque mientras que el Uthgardt superviviente, que es una mujer, rápidamente se lanza a ver a su compañero caído. Al ver que está durmiendo vuelve su mirada hacia vosotros, especialmente hacia el mago, pronunciando unas palabras que ninguno de vosotros logra entender.  Parece que está muy nerviosa y apunta a Hardem con su hacha.

Lo que se encontraron al seguir los gritos lo dejo un tanto confundido, una dríade, un espíritu del bosque atacando a dos Uthgardt..., o era al contrario, y los bárbaros eran los que atacaron primero, o solo había sido un encuentro fortuito.... en eso pensaba cuando Hardem lanzo un hechizo y uno de los bárbaros cayo al suelo, haciendo que el combate se parara, momento en el que el espíritu huyó a través del bosque y la mujer bárbara, que quedaba en pié, se encaró hacia nosotros...

En ese momento, me situé entre la mujer bárbara y el hechicero, para protegerlo, con mi arma en guardia, pero sin hacer ningún movimiento de ataque, no quería ponerla mas nerviosa de lo que ya estaba....

La saqueadora se muestra cada vez más nerviosa y la aparición del orco no ha ayudado a quitar hierro al asunto. Cuando ve a la sombra sus fuerzas flaquean por un momento pero vuelve en sí rápidamente. Parece decidida a salvarle la vida a su compañero dormido a toda costa. Sus gritos son cada vez más fuertes y nerviosos.

Su hacha apunta ahora a la nariz del semiorco y parece que no tardará en lanzarla hacia él si nadie hace nada por solucionarlo.

Aunque, gracias a la intervención del mago, habían conseguido detener aquella pelea, la tensión inicial aún se podía mascar y seguían muy lejos de ganarse la confianza de aquella Uthgardt. Tras ver como otro de sus compañeros había caído, la mujer bárbara empezó a perder los nervios y ver a un coloso semi-orco armado no hizo mucho por mejorar esta situación.

– ¡No! ¡Espera! Somos amigos. – Y, mientras decía esto, Tume guardó su daga y extendió los brazos en señal de paz. Avanzó muy despacio, sin quitar los ojos de la guerrera y buscando ponerse al lado de Therk –. Necesitamos ayuda. Por favor.

Trató de usar palabras sencillas, pues estaba claro que la mujer no dominaba el idioma, pero esperaba que entendiera un poco y, por si acaso, lo volvió a repetir en élfico.

La bárbara parece que se tranquiliza con las palabras del elfo pero sigue pidiendo, o al menos eso entendéis, que Therk tire el arma. Su hacha cada vez está más baja, por lo que entendéis que se está tranquilizando.

-Baja el arma Therk. Escucha, no queremos luchar, queremos hablar con tu jefe. Druida, círculo, ¿Entiendes? -dijo mientras hacía mímica.

La saqueadora mueve la cabeza de un lado a otro, sin entender lo que el mediano le intenta decir. Está sola y asustada y deberíais hacer algo para ayudarla a ella o a su amigo dormido si queréis ganaros su confianza.

El conjuro no fue tan efectivo como hubiera deseado pero había conseguido el efecto que quería, detener el combate. La driade había huido y sólo quedaban ante ellos el bárbaro dormido y la otra amenazante. El sermiorco se le adelantó protegiéndole y Tume trató de aliviar la situación con bastante éxito, sólo quedaba que Therk bajara el arma para contentar a la mujer aunque no se entendieran. 

Se adelantó al semiorco y con su mano apoyándola en el arma de este la bajo. Amigos. la dijo suavemente, dejó el bastón en el suelo y se acercó poco a poco hacia el bárbaro dormido, estaba arriesgando mucho pues no sabía como iba a actuar la mujer ni el hombre al despertar pero tenía que intentarlo. - Sólo dormido, yo despertar. Tranquila. dijo acompañando sus palabras con gestos de sus manos. Se acercó tanto como la hembra le dejó suavemente. Se agachó al lado del hombre y le movió desde los hombros con delicadeza pero lo suficiente para quitar los efectos del hechizo. - Tranquilo. Somos amigos. le dijo al hombre recién despertado antes de que hiciera nada contra él.

Al despertarse el hombre se asusta pero le susurra algo su compañera que lo tranquiliza.

-¿Quién... quienes sois? ¿Y la dríade? Hay que capturarla para el ritual -os dice en un común con un marcadísimo acento.

- Venimos de Laderafría, en busca de ayuda de los tres clanes a los que el Pastor de Calabazas atacó en el pasado. ¿Puedes llevarnos ante vuestro lider? le preguntó. - La driade escapó, ¿era importante el ritual? Os estaba masacrando.

La tensión empezaba a relajarse un poco y la mujer Uthgardt hasta les dejo atender a su compañero dormido. Cuando esté despertó tras la intervención de Hardem una grata sorpresa llevo con él: sabía algo de común. El elfo espiro aliviado el aire que había estado conteniendo sin darse cuenta.

Pero con el recién despertado guerrero Uthgardt llegó el siguiente problema. Todo señalaba a que les habían “espantado” la ofrenda para a saber que ritual. Parecía que necesitaban capturar a la dríade y, por mucho que el cadáver en el suelo demostrará que los Uthgardt posiblemente hubieran pagado esa empresa con su vida, los dos supervivientes no iban a reconocerlo fácilmente. Pero Tume pensó que quizás la llave que les permitiera contar con la ayuda de los bárbaros estaba precisamente en ese ritual. O más bien los motivos que les llevaban a hacerlo.

– ¿De que ritual hablas? ¿Por qué lo hacéis?

Estaban sucediendo demasiadas cosas extrañas en muy poco tiempo. ¿Y si el ritual que pensaban llevar a cabo también tenía que ver con alguno de estos sucesos extraños? ¿Y si tenía que ver con el Pastor de Calabazas y sus acciones?

-La Matrona notó el despertar de un mal ancestral. Nos estábamos preparando y llevábamos semanas buscando a la dríade. Hace siglos que no se veía ninguna y de pronto, como por obra de magia, comenzaron los rumores de un espíritu del bosque rondando el territorio de la tribu.

Al oír las palabras del elfo el saqueador se detuvo.

-¿Pastor de calabazas? Ese es el nombre del mal... Acompañadnos, por favor. Setra, recoge el cadáver de Thauren. 

Deparó en la sombra que había tras el grupo.

-Si eso os acompaña es muy probable que la Matrona no os reciba con los brazos abiertos. El Pastor sale de las sombras, y ellas son sus siervas. Bueno, no estará contenta sin la dríade de todos modos. 

Camináis siguiendo a los saqueadores, viendo como la chica carga con el compañero caído. Pese a que tenéis voluntad de ayudarla no os atrevéis. Cualquier malentedido puede ser fatal. Para vuestra sorpresa veis como volvéis al tramo iluminado, ese que escogisteis no seguir. Aunque en un principio hacéis caras de "nos equivocamos", al ver la media docena de arqueros que se ocultaban tras el sendero veis que hicisteis una buena elección.

-¿Intrusos? -dijo uno de ellos en Común para que todos lo entendieran.

-No. Tienen nuevas del Pastor -respondió el saqueador líder. Los guardias comenzaron a murmurar. Al ver la sombra rápidamente cogieron sus armas y la apuntaron. Durden explica sin conseguirlo que las armas físicas no le afectan. 

De pronto, una joven de cabello negro y llena de tatuajes y escarificaciones rituales se abre paso entre la maraña de arqueros. Por las reverencias que le hicieron ella debía ser la Matrona, la Druida de los Uthgardt, la líder suprema de aquella tribu.

-Saludos, Hardem, te estaba esperando. Y supongo que dentro de toda esa ropa está Cecil, ¿no? ese pequeño y entrañable roedor -tras estas palabras la druida se refirió a los guardias que rápidamente dejaron de apuntar con los arcos a la sombra y dejaron un pequeño corredor por donde podríais pasar.

-Algún día debías de volver con los tuyos, joven hechicero. Aunque sea en estas horas tan oscuras es algo que nos alegra.