Partida Rol por web

Conforme avanzáis la temperatura desciende. Los árboles se retuercen a medida que os acercáis más a la ladera de las Montañas Heladas y la frondosidad que había alrededor de la aldea orca es ya un recuerdo para vosotros. Hielo, nieve y naturaleza muerta es todo lo que veis. Es como si hubiera dos bosques dentro de uno mismo. Pero vuestra misión es noble y ni el más desolado de los paisajes puede frenaros. 

Tras dos leguas caminadas, veis en los árboles los primeros símbolos Uthgardt. Hombres salvajes, bárbaros y, según las leyendas, caníbales. Adoran a dioses ancestrales, y sus tribus se extienden más allá de las montañas. Las pocas que se han asentado a este lado del Espinazo del Mundo apenas se relacionan con otras razas. Lo que sabéis es que la última vez que interactuaron con los elfos del bosque y los orcos fue cuando combatieron al Pastor de Calabazas y de eso hacía ya ochocientos años.

Llegáis a una zona donde los árboles tienen antorchas encendidas, como si alguien quisiese iluminar un camino. ¿A dónde lleva ese camino? Seguramente al poblado Uthgardt, sería lo lógico, al menos. Podéis seguir ese sendero o, por el contrario, continuar hacia el Norte, siguiendo, tal y como el druida orco os había dicho, la Primera Estrella de la Noche.

-La noche está al caer amigos y pese a seguir la Primera Estrella de la Noche, aún no hemos llegado al poblado Uthgardt. Sí, estamos en su territorio pero desde luego aún no hemos visto ni una choza. Tenemos tres opciones: o montamos un campamento aquí y descansamos, aunque, sí, no tenemos demasiado tiempo, o seguimos el sendero iluminado o, por el contrario, continuamos recto, dirección Norte.

Durante todo el camino el hábil explorador había ido subiendo a los árboles para poder buscar la estrella y no perderse por el frondoso bosque. Además, sabía que el musgo crecía siempre en el lado Norte de los troncos de los árboles, por lo que en las zonas donde éstos eran demasiado altos, podía seguir la dirección así.

Debía de reconocer que el encuentro con los orcos había resultado salir mucho mejor de lo esperado. No solo les iban a ayudar a convencer a las otras razas, quitándoles parte de la tarea contrarreloj que tenían entre manos, sino que además habían tenido ocasión de comer y descansar un poco, recuperando así parte de las fuerzas pérdidas durante el viaje hasta allí. Y, por si fuera esto poco, habían podido renovar y mejorar su equipo. Tras el encuentro con el lince les había quedado claro que el bosque frio era peligroso y era mejor que estuvieran preparados para posibles encuentros inesperados y nada amistosos.

Pero, por muy peligroso que fuera el bosque y la raza de bárbaros con los que tendrían que encontrarse, de nada servía retrasar aún más la misión. Debían de partir. Se despidieron de los orcos deseándoles buena suerte y avanzaron por el camino que les había indicado Hargun. No tardaron en  volver a sentir el frio que daba nombre al bosque y agradeció haber seguido el consejo de Hardem y haberse gastado unas monedas en una manta de abrigo. Después de unas horas de viaje, siguiendo la ruta que les indicaba el habilidoso explorador, llegaron a una especie de cruce. Debían de tomar una decisión y Durdem les explicó cuales eran sus posibilidades y el elfo dio su opinión al grupo.

– Yo seguiría el camino original. El que nos indicó Hargun. El otro puede parecer atrayente, pero el anciano seguro que nos recomendó la ruta más rápida. 

Partieron de la aldea de los orcos con una sonrisa en la boca, habían conseguido un gran aliado que además se había prestado voluntario para avisar a los elfos haciendo más sencilla su tarea y ahorrando tiempo. Pero la sonrisa no tardó en quitarsele a Hardem cuando el frío volvió a golpearle de nuevo pese a estar bien abrigado. Apenas seguía los pasos de sus compañeros y les llegaba a escuchar sólo sentía frío y deseaba llegar lo más pronto posible hasta la aldea de los Uthgardt siguiendo las indicaciones del orco chaman. 

A pesar de ver antorchas en el camino que podrían calentarle no se movió a la espera de la decisión del grupo, él sabía que lo más sabio sería seguir el camino marcado por el orco pero el ver las antorchas tan calentitas le llamaba mucho la atención, por lo que no se movió a la espera de continuar hacia donde sus amigos marcaran mientras se resguardaba lo mejor que podía del frío entre las pieles de los orcos.

Después de caminar varias horas, el intenso frío comenzada a calar sus duros huesos, fue una visión muy tentadora descubrir el camino adornado con antorchas, mientras que nuestro destino se dirigía en otra dirección...

- Caminando rápido llegareis al poblado al anocher - recordé en voz alta lo que nos habían dicho, - supongo que por aquí se llega al poblado, ya ha anochecido y deberíamos estar cerca del poblado -, dije señalando el camino iluminado...

La paladina, bajo su manta, caminaba en silencio. Esta vez, como andaban sustancialmente más rápido su cuerpo no perdió calor como en el anterior paseo. Además, había encontrado el truquillo, para que con las manos por dentro de la manta, pudiera cerrar mejor. Además, el escudo que había conseguido con los orcos, le pesaba un poco, así que, más esfuerzo, más calor.

Caminaba silenciosa. Expectante. Imaginaba que de un momento a otro, otro par de calabazas harían acto de presencia para darles ... "más calor".

-Hardem y Therk dicen de ir por el camino iluminado y el elfo quiere seguir recto. Dos contra uno. Mi opinión de explorador es simple: las sombras nos pueden ayudar a ocultarnos mientras que si vamos por el camino iluminado somos presa fácil incluso con el espectro este que nos sigue. Vale decir que ir por este camino nos llevará seguro a algún sitio poblado, objetivo final de la empresa. 

Durden miró a la oscura sombra que cerraba el grupo.

-Mi voto es continuar recto. Dos contra dos. Inovaz y Boff, vuestra es la decisión. No sé nada sobre los tal Uthgardt así que no sé si serán hostiles o no a nuestra presencia, aunque me temo que no tardaremos a descubrirlo.

-Vais a morir todos. Pero me está divirtiendo vuestro patético paseo. Dejaré que continuéis. No hay peor tortura que la falsa esperanza. Observa mi poder.

A vuestro lado un portal se abre y de él salen dos flechas oscuras. La primera es esquivada por la sombra pero la segunda le impacta en el cuello. Pese a que no habla, hace evidentes gestos de dolor. El portal se cierra tan rápido como se ha abierto.

La sombra se arrodilla, tocándose el cuello. Vuestro poderoso aliado parece estar malherido. Tal y como os dijo Hargun, ella es una guardiana de Groomwrought, la Ciudad Sombría, responsable de ir al Plano terrenal y perseguir a cualquiera que haya escapado de la temible prisión oscura. Quién haya atacado a la sombra usando hechizos del Plano Sombrío debe tener sus motivos.

Un susurro entro en la mente de Hardem, otra vez aquella voz que había amenazado con el fin de Laderafría en pocas horas. Aquel aviso fue escalofríante a la cual de sádico. No acabo de terminar la frase la voz cuando de un portal oscuro aparecieron dos flechas de sombra imapctando una de ella sobre la sombra y al parecer hiriendola de gravedad.

- Ha...beis es...cuchado la vozzz preguntó tiritando. - Está ju....gando con nosotros. El frío le consumia. - De...bemos con...tinuar. Si..gamos las pa..labras del sabio orco.

Miró apenado a la sombra, no la podían ayudar de ninguna manera y además el ya la había herido antes contribuyendo a su malestar. Se arrebujó entre la ropa y espero a que continuaran el rumbo.

El diminuto explorador lanzó un improperio al ver el ataque. Si eso era lo que debían de combatir estaban muy pero que muy en desventaja. Él, que tan solo pasaba por el pueblo, había ayudado a los jóvenes de la taberna para luego dejarse convencer y comenzar a ayudarles.

-¡Sombra, ¿estás bien?! Maldita sea, ¿cómo se puede luchar contra algo que no está aquí? Aparece y desaparece a su antojo y daña algo que ni las calabazas ni el lince han podido siquiera atacar.

Durden comenzaba a tener dudas de toda aquella empresa. Al fin y al cabo él no tenía familias a quién salvar. Pero era un ser noble y había prometido ayudarles.

-En fin. Si sombra puede continuar, sea pues. Continuemos recto, hasta que nos topemos con la montaña o con lo que sea.

La sombra se vuelve a alzar e indica que está bien. Continuáis un buen rato caminando, dejando el camino iluminado primero a la derecha y luego atrás. El terreno es cada vez más impracticable y la luz va desapareciendo poco a poco. Caminar se hará difícil para Hardem e Inovaz, los únicos que no poseen ojos adaptados a la oscuridad.

De pronto oís un ruido. Se oye hablar a dos seres aunque desconoceis el idioma. También se oyen gritos, pero unos como nunca habíais escuchado. Eran unos lamentos muy agudos y, definitivamente no eran humanos.

Podéis pasar de largo o investigar.

La paladina está tan asombrada que le cuesta creer lo que ha visto.

- Si hay tanto poder como para poder realizar estos ataques, de esta manera ... ¿A qué nos enfrentamos?

No sonaba temerosa. Sonaba enfadada, y tanto, que parecía que tenía ganas de pillar por banda al que les había realizado esta "emboscada" y hacérselo pagar con sus nudillos, hasta que le dolieran los pies.

Al grito de antes se suma otro, mucho más desgarrador, como si hubiesen matado a alguien.

La paladina rápidamente guardó su manta. Sería una molestia si había algo que les hiciera correr o pelear. Pronto se armó y estaba lista.

Sabía que entretenerse en cualquier cosa, con una misión que parecía una contrareloj, era perder el tiempo, pero ... seguro que los ánimos de ayudar de esta gente, haría por colaborar con la procedencia de los gritos.

Mientras discutían acerca del mejor camino a tomar, una especie de portal se materializó de la nada y dos flechas atacaron por sorpresa a la sombra que les acompañaba, hiriéndola. Con la misma velocidad que había aparecido se volatilizó en el aire, no dejando mas rastro de su presencia que las heridas que había provocado en aquel ser. Se recuperaron de la sorpresa cuando Hardem les explicó lo que había escuchado, dándoles una explicación de lo ocurrido. El enemigo era muy peligroso. Si aún les había quedado alguna duda al respecto, después de la última demostración de poder debería de estar aclarada. ¿Que podían hacer ellos ante semejante amenaza? La respuesta era sencilla. Poco o nada. Y sin embargo, ¿qué otra posibilidad les quedaba? Quisieran o no el futuro de Laderafría y de sus familias y amigos estaba en sus manos. Y por eso continuaron. Se tragaron el frio y las penurias y siguieron el camino que debía de ser el más corto, aunque este les alejara del supuesto calor de las antorchas.

Durante el camino se acercó a la sombra, preocupado, y está volvió a confirmar que se encontraba bien. Fue entonces que escuchó la conversación en un idioma desconocido y los gritos de alguien en dificultades. Miro a su alrededor, sacando la recién adquirida daga y preparándose para un posible ataque, y luego a sus compañeros. La paladina había sido la primera en preparar sus armas y su mirada mostraba una clara determinación de salir en ayuda de aquellos desgraciados en peligro. Tume la devolvió la mirada, asintiendo en señal de apruebo. Si ella iba a ver que sucedía, el elfo la acompañaría.

Los gritos estremecieron a Hardem, le dieron miedo, no quería investigar que es lo que ocurría, que clase de bestia tenían ante ellos ahora. Pero el movimiento en armas de la paladina y Tume siguiendole le confirmaron que fuera lo que fuese, lo descubrirían pronto. A pesar de estar helado de frío el hechicero se acomodo la ropa de abrigo para poder lanzar los conjuros que fueran necesarios.

Os avanzáis a los demás y observáis algo que, tal y como se explicaba en el libro de Historia de Laderafría que Hardem encontró, no pasaba desde que Hrorek Sin Barba desatara la Plaga Verde.

"Hrorek Sin Barba, el más poderoso de los magos enanos creó la Plaga Verde, un hechizo que hizo enfermar a miles de árboles, matando a todos las dríades y trents del Bosque Frío".

De eso hacía más de mil años. Pero allí estaba, una dríade, un espíritu del bosque, bellísima y de color esmeralda, combatiendo con dos Uthgardt.

Había otro Uthgardt muerto, con el cuello seccionado. No sabéis quién había atacado a quién pero estaba claro que de intervenir tendríais que escoger bando. ¿Estaba la dríade luchando por su vida o eran los humanos salvajes los que lo estaban haciendo? Aunque también podéis volver silenciosamente por donde habéis venido y retomar el camino iluminado.

A pesar de su fortaleza, empezaba a sentir el frío, tenían que llegar al poblado cuanto antes... En eso pensaba cuando algo extraño ocurrió, de la nada surgen dos flechas negras, una de las cuales impacta en la sombra..., se quedo petrificado, nunca había visto nada igual, cómo podía luchar contra algo así...

Continuaron por el frío bosque, dejando atrás el calor de las antorchas, cuando al rato escucharon unos gritos cerca de donde se encontraban... El semiorco cogió su arma y se dispuso para el ataque...

- Vamos a ver que esta pasando - susurró a sus compañeros...

Boff al ver lo que habia pasado ante sus ojos a la pobre sombra, lo cual pensaba que era invencible, hizo que tomara actitud de defensa. Entendia que habian bajado las defensas creyendo que estaban protegidos y no era así. Asi que colocó su escudo en la espalda y se armó con su honda.

Si los gritos eran de alguien en peligro, era seguro que quienes estuvieran haciendo eso estarian concentrado en ello y si fueran en silencio no podrian detectarlos, aun que también podrian estar jugando con sus sentidos y no fuera cierto, solo una trampa. 

Dijo Boff a su grupo-Si vamos a ver que pasa, yo deberia ir delante, ya que soy sigiloso y podriamos así sorprender a quien sea. Yo les daré informacion con señas para rodear al enemigo y podremos abatirlo. Pero cabe la posibilidad tambien de que sea una trampa, por eso es mejor que yo vaya primero y si me atrapan, será a mi solo y asi ustedes podrian ayudarme.