Partida Rol por web

Observa como el chico avanza rápidamente hacia el pueblo y deja escapar un leve suspiro que muestra una mezcla de desaprobación y de resignación. Semejante al de un padre cuando ve que su hijo se entesta en hacer algo que sabe que no es bueno para él, pero que haga lo que haga, no lo podrá evitar porque la edad lo empuja a ello. -Es solo un niño. Espero que me haga caso y no se meta mas en esto. Aún le queda mucho por vivir.-

Da la vuelta y se dirige hacia el soldado. -Ya puede acercarse. Tengo que decirle que aunque el comandante Ikandriel le ha mandado de vuelta para descansar, no será posible todavía. He obtenido la localización de uno de sus compañeros. No esta muy lejos de aquí, así que iremos ahora a confirmar su ubicación y posteriormente montaremos un campamento para descansar.- Sus palabras no sonaron duras, aunque no admitían discusión.

Vuelve a girarse y da unos pasos hacia Argénteo. Lo acaricia y le da un par de palmadas en el cuello. -Iremos andando, aunque primero cambiaremos a los caballos de lugar. Cerca del río es una buena opción. Así podrán abrevar.-

El soldado asintió, eficientemente a pesar de que estaba algo cansado por sus gestos. Se acercó entonces al nervioso caballo negro, que al advertirle dió un rechinido el cual sobresaltó al hombre. Este colocó con suavidad el pequeño cuerpo al lomo del animal, revisando que no fuera a caerse, y acto seguido desató al caballo y sujetó sus riendas para conducirle hacia donde se le indicara.

-Señor, se lo informé al comandante Andrue pero no se si se lo ha dicho a usted. Entre mis cosas pude salvar algo del cargamento que trajimos de Zanda e Idú además de a estas criaturas, son unos frascos extraños. Estan aqui, en mi mochila.

Toma las riendas de Argénteo, que pastaba tranquilamente y empieza ha andar tomando la delantera por el camino por el que había venido el bigotudo soldado. -Mañana con la luz del sol examinaré esos frascos. Pero de mientras cuénteme, ¿De dónde los sacó?-

Se gira hacia la niña y mira a esos ojos que recuerdan a las mortecinas brasas de una hoguera extinta. -¿Tienes sed? ¿Quieres comer algo?.-

Sin embargo ella no respondió. De hecho nunca había hecho movimiento o hablado siquiera desde que la había visto. No pestañeaba, no reaccinó cuando fue dejada de cualquier forma en el suelo anteriormente y ahora mismo simplemente estaba ahi, cargada de forma inherte en el caballo. La mirada era ausente, casi como si estuviese durmiendo con los ojos abiertos. Shadar intuía, de alguna forma, que aquel collar tenía algo que ver.

El soldado le respondió, mientras observaba estos detalles.

-Tomé la mochila a las corridas cuando estabamos saliendo por patas, lo mism hicieron los demás y cargaron a una de estas -ladeó la cabeza hacia el elemental, o la niña como le decía- Al salir en tres direcciones distintas alguno de nosotros tenía posibilidad, por eso estoy yo aqui ahora. Las tomamos porque dentro estaba algo del cargamento que llevabamos, son esencias ya cosechadas en otros territorios o eso entendí yo en su momento.

Al escuchar las palabras del soldado se detiene, y una mueca que se asemeja a una sonrisa cansada aflora en sus labios. Si no estuviera cansado y la jornada hubiera transcurrido de otra manera, probablemente esa mueca sería una clara sonrisa de triunfo, aunque muy a su pesar los echos no habían permitido que así fuera. -Tenemos mas de lo que creía, al menos esto es una buena noticia.-

Se gira hacia el soldado. -En ese caso, creo que lo mejor será que guarde yo esos frascos. Espero que cuando encontremos a su compañero aún tenga su cargamento consigo. O que por lo menos le diera tiempo de esconderlo en algún lugar antes de caer presa de la capa blanca.-

Desde luego que cuando se levanto por la mañana no se le hubiera ocurrido pensar que acabaría la jornada acompañado por un fofo soldado, que resulta que fue el que mas corrió cuando hizo falta, y una singular niña que en realidad es un elemental de fuego en busca de el cadáver de un par de miembros de las fuerzas de Alanku. Aunque, bien pensado, fue una mañana extraña desde el principio. El despertar intranquilo, la "visita" de Andrue. Pero desde luego que nunca se hubiera imaginado esto.

El hombre revisó con cuidado aquella mochila mientras conducía al caballo, que al parecer andaba sin demasiados reparos aún satisfecho con las zanahorias de hacía rato. Entonces fue que extrajo el primer frasco de cristal: una botellita de cuello fino y cuerpo ovalado, cuyo contenido parecía estar conformado por ondas de mar...

El soldado entregó este frasco y otro idéntico al mismo, mas el tercero era de otra clase de relleno. Al parecer era líquido transparente, pero mirando mas de cerca este estaba girando en su interior de forma rápida, recordando a la forma de un tornado.

-Traíamos 8 de cada territorio quitando a Shrae, pero solo he podido coger estos, dos de Zanda y uno de Idu.

Tomó los dos primeros frascos con sumo cuidado y tras darles un breve vistazo los guardó con delicadeza. Cogió el frasco que contenía esencia de aire y lo observó con atención.

El contenido de ese frasco provenía de Idu al igual que él, pero esa no era la única coincidencia entre ambos. En el interior de Shadar también había un remolino de ideas y de sentimientos que giraban sin cesar y parecían cobrar mayor ímpetu tras cada nueva decisión.

¿Tendré que matar a ese joven bardo la próxima vez que se cruce en mi camino?. ¿Hago bien en tomar estas esencias hechas con la vida de estas criaturas? ¿A caso no tendrán sentimientos igual que nosotros?. Este tipo de preguntas eran los obstáculos que constantemente aparecían en el camino que lo llevaba hasta su objetivo. Y aunque la máxima siempre era mirar por el beneficio propio, nunca resultaba sencillo tomar una decisión. Hay muchas maneras de llegar a un mismo destino, y en un momento determinado todas pueden parecer buenas. Tan solo los pequeños matices son los que pueden marcar la diferencia.

Tras reflexionar brevemente guardó con mas cuidado si cabe el último frasco. Y siguió andando, tirando de las riendas de Argénteo. Hacía un lugar adecuado para dejar sus monturas.

En un corto lapso de caminata se encontraron ya, ambos hombres y caballos bordeando un lago pequeño de aspecto límpido y refrescante. En esas horas se mostraba luna menguante, de aspecto delicado y misterioso en el firmamento nocturno que encontraba su reflejo sobre las aguas.

El murmullo del viento corriendo entre las hojas de un bosquecillo proximo y un coro de grillos fueron la única bienvenida a ese sector del territorio. Estaba oscuro como boca de lobo, y esto sumado al cansancio físico y mental hacía algo dificultoso el avanzar sin tropezones.

Al llegar al lago se dejó embargar por la tranquilidad que emanaba del frágil reflejo de la luna sobre las aguas. Y el cansancio empezó a saberse vencedor de la contienda que llevaba librando hacía largo rato.

Acercó a Argénteo a la orilla del lago. Esperó a que los labios del animal quebrarán la figura de la delicada luna gemela de la del firmamento para empezar a hablar. -Descansaremos aquí. No era mi intención. Pero tenemos mas de lo que creía y nos lo podemos permitir. Cuando empiece a salir el Sol continuaremos con la búsqueda de tu compañero. Haremos dos guardias. Tu descansarás primero.-

Tras esa orden crearon un pequeño campamento improvisado. Por suerte para ellos, que debían dormir en la intemperie, Shrae era bastante cálido y sus noche calurosas una ventaja que jugaba a su favor. En breve el hombre desplegó su saco de dormir sin rechistar, ya que estaba visiblemente queriendo un descanso. Había acomodado su mochila a modo de que le hiciera de almohada y dejado a la esencia recostada a unos metros de si, entre el comandante y su cuerpo. También había amarrado al corcel negro, que de nuevo empezaba a inquietarse y a resoplar de vez en cuando, molesto.

Tardó poco en dormirse aquel soldado. Para companía de Shadar, solo quedaba la brisa que paseaba casualmente por allí y los curiosos sonidos de algunos murcielagos que revoloteaban invisibles para su vista, en algun lugar de la altura.

Observó como el soldado extendía su saco de dormir y se disponía a disfrutar del descanso. En breves instantes, Shadar quedó con los caballos como única compañía, pues el hombre se había dormido rápidamente y la "niña" no era mas que una especie de objeto semi-inanimado.

Ahora que disponía de una cierta tranquilidad se había percatado de que todavía no había cenado. Así que se acercó a Argénteo y rebuscó dentro de una de las alforjas hasta dar con un mendrugo de pan y un trozo de carne en salazón. Después hurgó en la otra alforja hasta que encontró una sencilla jarra metálica y unas pocas zanahorias. Tomó solo un par, pues no tenía demasiadas. Dio una de ellas a Argénteo, caminó unos pocos pasos y le dio la otra a Diablo.

Aunque la guardia iba a ser breve ya que la noche estaba avanzada, sabía que el cansancio se iba a encargar de que la espera hasta el reposo se le hiciera bastante larga.

Comió tranquilamente. Se acercó a la orilla del lago y lentamente, sumergió la jarra en el líquido elemento, para después llevársela a los labios y así calmar la sed que la carne le había causado.

Dio unas cuantas vueltas alrededor del improvisado campamento. Prestándole atención a cualquier ruido que pudiera escuchar y tratando de vislumbrar tan lejos como la escasa iluminación de la luna le permitía. En todo momento trató de mantener a la esencia dentro de su campo visual. Aunque se mostraba dócil y bajo control, despertaba en él un extraño sentimiento de recelo. ¿O tal vez, de remordimiento? Aunque el caso es, que su intención era mantenerse atento hasta que llegase el cambio de guardia.

Decidió dejar su forma alada para descender a tierra firme, y comprobar aquel desolado panorama que había detectado: En efecto, era el sitio donde antaño habían pernoctado los cazadores y su escolta. Se escuchaba un coro de grillos solamente, y la brisa moviendose entre los árboles.

Restos de las tiendas de campaña, que habían cedido al paso de los días, las lluvias, el viento...ahora estaban desechas en el suelo y embarradas. Un borrón pequeño en el suelo estaban carbonizado aún, dejando constatado que había ardido una fogata allí. En las ramas mas bajas de los árboles permanecían todavía algunas cantimploras y odres, e incluso algo de ropa.

Sin embargo un hedor nauseabundo llenaba el aire, que era producido por media docena de cuerpos tirados cerca. Tal como había contado aquel soldado uno de estos estaba sentado en la espalda apoyada en un árbol y una flecha que le había atravesado en concreto el ojo izquierdo, produciendo sin duda una muerte inmediata. El resto estaban algo mas apartados, todos juntos y tirados de cualquier manera sobre la hierba. Aún estando en un estado de descomposición bastante desagradable podían verse una multitud de cortes profundos en las partes donde el peto y las protecciones no cubrían, aunque incluso pudo ver que uno de aquellos cadaveres tenía una perforación en el suyo. Fue entonces cuando percibió un aroma conocido en el aire. Era el de la misma sangre que hacía rato había hecho brotar. Era ella...

Pero cuando pudo reaccionar fue tarde. Solo sintió un dolor agudo en la parte de atrás de la cabeza.

-¿Señor? ¿Esta bien?

Despertó con la odiosa luz del día en la cara. Los colmillos le dolían, producto de la sed que ayer no había sido saciada y también la cabeza por el golpe recibido. Sentía el cuerpo entumido y en parte algo dolorido, y apenas tuvo conciencia y sensibilidad de si mismo se percató de que una cuerda le rodeaba el cuerpo casi de tobillos al cuello, y la planta del pie no tenía tierra que pisar. Arrugó los ojos, para adaptar su mirada a la claridad y constató que estaba colgado de un árbol, aunque curiosamente sin un solo rasguño de daño. A su alrededor solo había maleza y mas árboles y ramas, y el terreno estaba inclinado. A lo lejos podía ver el brillo del agua del lago, por lo cual dedujo que se encontraba en el monte.

Quien le hablaba era un muchachito bastante joven, que como mucho tendría doce años. Seguramente fuera del pueblo cercano que habían visitado ayer.

Dantmor por su parte, no estaba con él, sinó que había sido aventada en un arbusto espinoso a unos metros de su posición.

La guardia fue sin mayores percances. No hubo absolutamente nada que le hiciera centrar su atención en concreto y por ende, se hizo mas tedioso aquel periodo de tiempo desvelado. Los caballos aceptaron de buena gana aquel regalo de su parte, y aunque no pudo percatarse demasiado parecían tomar ligeras siestas de pie, como era su costumbre. Cuando fue su turno de dormir, Shadar tardó poco en hacerlo debido al cansancio que traía encima, y aquel descanso aunque algo incómodo por estar mas acostumbrado a una cama mullida en el castillo fue reparador para su mente.

Despertó tarde, ya que el soldado de buena fé le había dejado dormir sin despertarle en absoluto. Por la intensidad del sol ya habían pasado unas horas desde el medio día, y aunque su cuerpo estaba algo agarrotado por las horas de inactividad su energía estaba renovada por completo.

El despertar fue suave. El cansancio parecía haberlo abandonado durante las horas de sueño. Se levanto despacio. Tenía el cuerpo ligeramente entumecido a causa del duro suelo y sentía una pequeña molestia en la lumbar derecha, provocada por un montoncito de tierra sobre el que había descansado.

Se acerco a la orilla del lago para lavarse la cara. El níveo reflejo de la luna había cedido su lugar al astro rey, y a juzgar por su posición el día estaba mas avanzado de lo que él hubiera querido.

Se dirigió al cazador. -Si todavía no has comido y no llevas provisiones, dímelo y te daré parte de las mías. Comeremos algo rápido y buscaremos a tu compañero. Debemos de estar muy cerca de él.- -O mas bien, de lo que quede de él.- Dijo en tono informal, relajado.

-Buenos dias, he tenido tiempo de sobra para comer comandante, estoy listo para partir en cuanto lo diga -fue la respuesta del soldado, que se puso de pie al verle incorporarse.

No tardó mucho en empezar a escuchar los respingos fastidiados de Diablo, que ya estaba tironeando de vez en cuando de la cuerda. Obviamente, aquel animal parecía bastante dificil de tratar y surgían dudas (o quizá admiración?) en cuanto al caballerizo y su santa paciencia para cuidar de las mejores formas a aquel corcel pese a su insolente actitud. El elemental seguía en su sitio exactamente como recordaba haberle visto antes de dormir, y las pocas cosas que había por recoger (exceptuando su improvisado lecho) ya estaba recogido.

Al escuchar las palabras del soldado apareció una medio sonrisa en sus labios. -Me gusta este soldado, es diligente y disciplinado. Ojala los nuevos reclutas fueran como él, me ahorraría mucho trabajo.-

Movió la cabeza en un leve gesto de afirmación. -Bien. En ese caso partiremos de inmediato.- Rebuscó en las alforjas de Argénteo y tomo una ración de comida idéntica a la de la noche anterior. -Vamos- Dijo en tono seco, a modo de orden. Cogió las riendas de Argénteo y empezó a caminar. Estaban cerca de su objetivo y si avanzaban andando le iba a dar tiempo de desayunar. No había porque correr. El muerto no se iba a ir.

Bordearon el lago con calma, el soldado conducía a Diablo de forma firme, preparado para el eventual carácter del animal. Ahora con la luz solar podía apreciarse mejor el entorno y toda la extensión del lago. El monte donde había ido a parar inicialmente no estaba muy lejos...hierba corta y tierna danzaba bajo los cascos de los caballos al son de una brisa que también agitaba los cabellos de aquellos hombres.

En su campo visual ahora, podía apreciarse un campamento -o mas bien lo que quedaba de él- poco mas adelante. Restos de las tiendas de campaña, que habían cedido al paso de los días, las lluvias, el viento...ahora estaban desechas en el suelo y embarradas. Un borrón pequeño en el suelo estaban carbonizado aún, dejando constatado que había ardido una fogata allí. En las ramas mas bajas de los árboles permanecían todavía algunas cantimploras y odres, e incluso algo de ropa.

Con un gesto de furia, expandi mis brazos y mis piernas con una fuerza bruta considerable, por lo cual aquella cuerda poco tardo en ceder y romperse.Cai al suelo dando un poderoso puñetazo a este, mientras una intensa aura de pura oscuridad comenzaba a rodearme lentamente, hasta fusionarse completamente con mi cuerpo.

Mire al chico, mis ojos brillaban intensamente dado a la sed de sangre, y con la garganta seca dije -¿Cual es tu nombre?- 'No se por que se lo preguntas...' Y tal como lo imaginaba, la voz de Dantmor tardo poco en escucharse nuevamente en mi mente, a los pocos segundos de mi despertar esta habia comenzando a temblar bruscamente en su lugar, hasta que por fin se lanzo a una velocidad sorprendete hacia donde habia caido, clavandose en el suelo junto a mi.

'Parece que te paralizaron vampiro ¿Pero por que aun sigues con vida?'

Observa los restos del campamento desde una distancia prudencial. Atento a cualquier ruido o movimiento. -No me sorprendería que ese muchacho haya avisado a la capa blanca de que nos dirigíamos hacia aquí. Han tenido toda la noche para prepararnos una emboscada. Mas valdrá que esté atento.-

-Espera aquí. Si algo va mal, coge a la esencia y a Diablo, y vuelve al castillo.-

-Parece que ha pasado bastante desde que estuvieron aquí. Espero encontrar algo útil entre estos restos.-