Partida Rol por web

No llevaban nada más que unos escasos días de viaje cuando encontraron el que sería su primer objetivo: un destacamento de guerreros de Penda. Y cuál sería la sorpresa de Gorsha cuando reconoció a la caravana de enanos a los que había visto usar aquellas armas que le resultaban tan interesantes. Al parecer estaban afiliados a Penda, o eso decía el tal Emil. Y sus órdenes eran… Oh, no.

Y es que, aunque Gorsha hubiera tenido algo personal contra aquella caravana enana, recordaba esas armas con las que contaban. Si les atacaban de frente, tendrían muchas bajas.

La orca se acercó a Emil detrás de Erin, intentando ser lo más sigilosa posible pese a su gran tamaño.

 -Erin tiene razón, hemos visto el poder de esas armas. Atacarles de frente será un suicidio. Hay que pensar en un plan para pillarles por sorpresa.

Wade alternaba la mirada entre el elfo, que parecía caminar haciendo ligeras eses, las mayores solían coincidir con unas furibundas miradas a su carro.

- Así que te molesta, ¿Eh, elfito? - Pensó con socarronería. - Pues más que te molestará, te harán falta esa botellita y un par más, imbécil.

Soltó una risotada, acarició a su adorado Kam y tiró con mucha suavidad de las espuelas con la única intención de hacer más ruidoso el carro e irritar con ello al elfo. Los gorriones, por su parte, como las aves homónimas, cambiaban de lugar con una nada desdeñable habilidad a caballo, como si siguiesen el ritmo de una melodía de las que sólo ellos mismos eran conocedores.

Wade miró con curiosidad a la animada mediana y le devolvió el saludo con la cabeza, aunque éste pareció más una mueca desdeñosa. Esperó a que alguien hablase con la muchacha para saludarla.

- Saludos, mi señora. - Esta vez intentó esbozar una sonrisa... Con algo más de éxito.

No se molestó, eso sí, en frenar. Eso habría supuesto perder tiempo y dejar de molestar al dichoso Haragán.

Gwyl había caminado desanimada por haber dejado a sus compañeras atrás, pero confiando en que sabrían arreglárselas ... Sin embargo, pronto sus pensamientos y angustias se vieron disipadas por la divertida dinámica entre el elfo borrachín y el bueno de Wade, que parecía de lo más ofendido. De vez en cuando miraba a Yriel alzando la ceja y esbozando una sonrisa. El viaje se prometía largo, y por eso lo que más podía esperar era tomárselo a risas.

Entonces, de la nada, apareción contra todo pronóstico por la información que manejaba una vieja conocida, y una que en el corto periodo de tiempo compartido le había caído muy muy bien. Y para mayor fortuna, podría disponer de información útil tanto para sus intereses personales como para su misión. Pronto se dio cuenta de todo lo que había pasado desde que el grupo con el que había compartido su cena en la posada del Descanso del Guerrero, hacía no demasiado. Había hecho y perdido amigos, y en aquellas tierras tan pero tan ásperas y hostiles el rostro amigo de alguien, aunque solo fuera un conozcido como los gorriones o Ussia, le producía una gran alegría.

Alegre corrió hacia Ussia con una sonrisa en el rostro abierta y sincera, dispuesta a darle un saludo afectuoso.

- ¡Ussia! - la llamó la muchacha - ¡Amiga! ¿Cómo tu por aquí? Te hacíamos en Odrin con Syndra y el curandero. - le dijo hablando con alegre rapidez. - ¡No sabes la de cosas que han pasado! Erizo...  Lo hemos perdido- devió la mirada con tristeza, no solo por darle la mala noticia a la mediana, si no porque sabiendo que había enfrentado al mismo monstruo que ellos, quería hablar con ella sobre ello. Pronto mudó su por una más sorprendida, urgida y preocupada - Pero, ¿a dónde te diriges? ¡No pensarás en ir a Odrin! Créeme, venimos de allí. No es un buen destino. Estábamos junto a la ciudadela y fue imposible entrar ...  De hecho por ello volvemos hacia Cregan- De pronto Gwyl se imaginó a Ussia entre los matones que pululaban por Odrin y sintió un cosquilleo en el estómago. "Pero ha sobrevivido todo este tiempo entre mercenarios sanguinarios, violadores, asesinos, monstruos lobunos. quizás incluso a Mildred que es peor que todos ellos, y otras lindezas típicas de los Pequeños Reinos, por no hablar de sobrevivir al acoso constante de Syndra... Sin duda es más de lo que crees" pensó. Aún así, la mestiza sentía que estaría más tranquila si Ussia decidía dar media vuelta y acompañarlos.

Durante las jornadas Duque se mezcló con la soldada, era uno más, a veces perdía jugando a los dados a veces ganaba, compartía el vino cuando lo había y las malas canciones junto al fuego. La reina no había interpretado sus palabras de la mejor manera posible, pero tampoco de la peor, para él eso ya era una victoria. Si Erin, Gorsha y Korben querían poner tierra de por medio, por él no había ningún inconveniente, las intenciones ocultas siempre traían problemas.

A medida que la columna avanzaba al frente Duque iba cambiado de posición, él no era un héroe y no necesitaba demostrar nada por tanto no solía estar en primera fila. La tarde empezaba a caerles encima cuando encontraron a los guerreros de Penda, no había necesidad de correr, si eran pacientes y esperaban a la noche tendrían mucha más ventaja así que el Lucerano se quedó oculto en el bosquecillo intentado dar una pequeña cabezada hasta que anocheciera. Tan si el carro se iba como si se quedaba la noche les permitiría acercarse sin ser vistos. No iba a molestar a Emil con algo tan obvio, sencillamente le dejo ver como se sentaba a descansar, seguro que aquel hombre entendía la actitud de Duque.

El enano se mantuvo en silencio como siempre, caminando erguido y vigilante a sus alrededores, atento por la posibilidad de un ataque sorpresa en aquellas tierras salvajes. El humo marcaba su paso, sus ojos de vez en cuando se dirigían a la bombarda, invocando una sádica sonrisa que al antiguo guerrero le costaba contener ¿será por la emoción de ver como la tecnología de su gente salva una patética guerra? O ¿contemplar cómo la carne picada caerá desde los cielos como una grotesca lluvia? ¿ambas? ¿Quién sabe? Lo único seguro era que para Belandir aquella maquina marcaba un antes y un después en los reinos de los inferiores.

-. En estos casos me hubiese gustado traer esclavos y prisioneros de guerra para probar el arma-. Declara con sinceridad al momento de ver con fascinación las runas que su patrón dibuja con destreza en el metal-. Interesante… usas una técnica que dista demasiado de la que usaba los artesanos de mi casa-. Es lo que dice en enano mientras explora el lugar en búsqueda de algo sospechoso-. Estén en alerta-. Declara tanto hacia los humanos como para los enanos. con un tono digno de un oscuro tirano-. Recuerden que estamos en la génesis de una guerra y puede que hayan más ojos y sabandijas que aún no hemos podido identificar ¡Nuestro honor esta en juego!-. Finaliza al momento que un tumulto de humo deja sus enormes pulmones.

El reencuentro de los mercenarios con la comerciante animó un poco la marcha, Gwyl e Yriel enseguida saltaron a saludar a la mediana tan alegremente como está había hecho, e incluso los Gorriones le sonrieron al reconocerla. El silvano se quedó observando la reunión un tanto apartado, no estando al tanto de lo que sucedía, al igual que Wade, aunque la joven de piel morena no tardó en hacer las presentaciones.

Los que quedaban allí de los Cazadores Grises pronto dieron a conocer parte de lo que les había sucedido a Ussia en el tiempo que habían estado separados, como la muerte de Erizo, pero tampoco entraron en muchos detalles. Sí que trataron de convencerla de que los acompañara, a lo que se sumaron los Gorriones.

- Como dice Yriel, la guerra ha empezado antes de tiempo - intervino Logan cuando se calmaron los ánimos - No hemos podido averiguar el porqué, pero de un día para otro Odrin ha reunido sus fuerzas y las ha puesto en marcha, así que ahora nos dirigíamos hacia el reino de Cregan para avisarlo y decírle a qué va a enfrentarse.

Petyr avanzó un poco su caballo, acercándose al de la mediana, a la que recordaba de la conversación que habían mantenido en el Paso - Ahora mismo todo cuanto hay en esa dirección es tierra hostil. Las partidas de Odrin estarán por todas partes lanzando ataques a Cregan y Penda y el ejército de verdad no estará mucho más lejos que un día o dos. Ir hacia allá es meterse en la boca del lobo, hazme caso.

El carro seguía moviéndose hacia adelante, de manera apenas perceptible a causa de la obstrucción que suponía tanto caballo en el camino por delante de él, pero Wade no había detenido el vehículo, señal de que seguramente tenía prisa por llegar a algún sitio. Logan volvió a tomar la palabra - Esta zona también dejará de ser segura en poco tiempo. Nosotros debemos continuar nuestra marcha, y tanto tus compañeros, como Arahan el silvano del Norte, y el señor Sallow, por el momento tienen la misma dirección y un objetivo parecido al nuestro. Si ibas en esa dirección supongo que tendrás el tuyo propio, aunque ten en cuenta la advertencia... y que siempre podemos hacer sitio para una más.

Thánur no había malgastado aquellos días de marcha y los instantes de los que ahora disponían mientras los guardias del clan Wedrun daban forma a la munición. La superfície de la bombarda quedó recubierta de runas, prestas para funcionar cuando les fuera requerido, aunque para comprobar su efectividad tendrían que esperar a que tuviera lugar el momento de la prueba.

Mientras esperaba a que los proyectiles estuvieran listos para repetir la acción, el arquitecto se acercó al edecán del rey Penda para preguntar sobre lo que podían encontrar más adelante. Pero no obstante la labia del enano, el ceñudo norteño fue bastante escueto: nunca había estado en el asentamiento de Odrin y solo podía suponer que sería parecido al de Penda, apenas un poblado rodeado de murallas con un castillejo en lo alto de una colina. Sobre el terreno tampoco pudo decir demasiado, pero en realidad no hacía mucha falta. Visto lo visto hasta ahora, Thánur podía comprender que apenas había variaciones de una tierra a otra y que poco encontraría que pudiera realmente sorprenderlo.

Belandir, por su parte, como siempre que pasaban mucho rato en un mismo lugar sin actividad, y se paseaba ocioso observando el trabajo de los demás enanos, admirando la obra de aquella arma y anticipando su poder de destrucción, o se acercaba a los guerreros norteños que vigilaban la entrada a la cantera, exhórtandoles a no bajar la guardia. Y justo a tiempo parecieron llegar sus palabras, pues de repente, el claro de la entrada se convirtió en un auténtico caos.

De repente, de entre los árboles empezaron a salir guerreros norteños y mercenarios, sin duda alguna del bando de Odrin. Un par de los de Penda cayeron ante la sorpresa del ataque, y el resto fueron forzados a replegarase ante la superioridad numérica enemiga. Los atacantes debían de ser al menos un par de docenas, el número habitual en una partida de exploración, mientras que los de Penda eran solo una docena y empezaban a sufrir bajas. Al menos Fronar conseguía mantener a raya al enemigo con mandobles de su gran hacha.

El resto del grupo contrario reaccionó de manera dispar. Nimrod y Philip quedaron congelados al principio, pero rápidamente fueron a refugiarse detrás del gran carromato, junto con Thorskar. El grupo de guardias enanos dejó los picos y cogió sus martillos de guerra, corriendo a formar una apretada línea enfrente del vehículo para proteger su carga y a su líder. Therm, por su parte, se encaramó al carro, llevando uno de aquellos truenos de mano, un arma que conocían de vista, pero cuyo poder destructivo solo sabían de oídas.

Y de momento parecía que se mantendría así. El joven enano apuntaba con él al combate, sin atreverse a dispararlo por miedo a dar a alguno de los suyos. Los demás enanos parecían aguardar una orden, de momento dejando a los norteños de lado. Thánur y Belandir quedaron por el momento junto a ellos, pudiendo ver como avanzaba la contienda, viendo donde sería mejor intervenir si decidían hacerlo.

Un poco apartado de la pelea pudieron ver a un guerrero que no parecía norteño, aunque era imposibe adivinar cual sería su procedencia. En la linde del bosque también pudieron distinguir a un mercenario con las vestimentas características de Lucere, así como una chica joven y una orca de las montañas a las que recordaban haber visto antes.

Los de Odrin se movieron entre los árboles, acercándose todo lo posible a los norteños de Penda sin que estos se dieran cuenta todavía, la vigilancia puesta en el camino que llevaba hasta la cantera. Los enanos y el par de humanos que evidentemente no eran guerreros seguían a lo suyo, aunque en un momento dado el enano anciano de pelo blanco se acercó hacia el rubio del hacha a dos manos a preguntarle algo, mientras que el otro enano pelirrojo se dedicaba a pasear alrededor del perímetro, también vigilante.

Las palabras de Erin y Gorsha y la actitud de Duque hicieron dudar a Emil. Incluso a los Pequeños Reinos habían llegado vagas noticias de aquellas armas enanas de tan inmenso poder. Pero las órdenes eran las órdenes. Cada momento que pasaba, el ejército de Odrin marchaba a ciegas contra sus enemigos, y aunque no corría peligro contra sus enemigos estando separados, con cada momento que no averiguaban su localización era un momento más que Penda y Cregan tenían para juntar sus fuerzas. El norteño desenvainó su espada, dando a entender que, en aquella ocasión, tendrían que arriesgarse y esperar que su número fuera suficiente.

Korben y unos pocos más consiguieron aproximarse a la línea de guardias de Penda, lo suficiente como para que cuando se diera la señal, pudieran saltar sobre ellos y sorprenderlos. El claro frente a la cantera se volvió un caos cuando de repente empezaron a salir guerreros de entre los árboles, que no tardaron en enzarzarse en un feroz combate con los otros. Los de Penda pronto se vieron obligados a retroceder a causa de su menor número, aunque el del hacha a dos manos conseguía mantener a los de Odrin a raya.

El resto del grupo contrario reaccionó de manera dispar. Los dos humanos quedaron congelados al principio, pero rápidamente fueron a refugiarse detrás del gran carromato, junto con el enano adulto y bien vestido con el que estaban hablando antes. El grupo de guardias enanos dejó los picos y cogió sus martillos de guerra, corriendo a formar una apretada línea enfrente del vehículo para proteger su carga y al que debía de ser su líder. El enano joven, por su parte, se encaramó al mismo, llevaba uno de aquellos truenos de mano, un arma que algunos ya conocían de vista, pero cuyo poder destructivo solo sabían de oídas.

Y de momento parecía que se mantendría así. El joven enano apuntaba con él al combate, sin atreverse a dispararlo por miedo a dar a alguno de los suyos. Los demás enanos parecían aguardar una orden, de momento dejando a los norteños de lado. Korben había salido del bosque para acabar con aquél enemigo, mientras que Duque, Gorsha y Erin seguían en ese momento en la linde del mismo, pudiendo intervenir de la manera que considerasen.

Bull ensanchó su sonrisa al recibir el agradecimiento de Syndra, y asintió repetidas veces para demostrar que había entendido sus nuevas instrucciones - S-solo dos, s-sí, de dos en d-dos, m-más higiénico... - murmuró por lo bajo - Nononono, nada de problemas a la señora Mildred, no no no - dijo rápidamente ante la posibilidad de que aquello acabara repercutiendo de mala manera en la mujer a la que parecía idolatrar - Nononono - se repitió, de nuevo hablando tan rápido que las palabras se le atiborraban en la boca - N-no s-será necesario i-interrumpir, Bull se b-basta él solo para limpiar todo, n-no hay necesidad de b-buscar a n-nadie más - el hombrecillo sonaba como si temiera perder su posición, que seguramente consideraría privilegiada aun cuando en ese momento lo veía abocado a limpiar deshechos humanos.

El torturador se encogió de hombros al ser preguntado por alguna sugerencia, él solo conocía el método tradicional de fregar a consciencia. Pero cumplió la orden al momento, sacando a uno de los desdichados de la celda y tumbándolo sobre la mesa de operaciones, atrapándolo con los cerrojos para impedir que se moviera, a pesar de que tampoco tenía fuerzas para ello - B-bull dará el aviso, sí - respondió mientras trabajaba. El sujeto no tardó en estar listo para el experimento, y Syndra se puso a ello.

Al contrario que la primera vez, esta vez el torturador asisitió fascinado al proceso, con la boca abierta pero sin emitir sonido alguno. La sombría realizó de nuevo aquél hechizo, extrayendo el alma de otro de los que seguían en su celda. El hombre murió al instante en medio de una breve pero dolorosa agonía, al tiempo que la hechicera sentía, esta vez sí, como parte de su energía era gastada en el proceso. Con el alma en su posesión, la dirigió hacia el que estaba en la mesa, tratando de fundirla con la suya  Como la otra vez, este se revolvió sobre la mesa cuando la energía lo envolvió, aunque las convulsiones fueron menos fuertes y más duraderas, con lo que las correas no tuvieron problema por aguantar. El expermiento se alargó bastante más que la anterior vez a medida que Syndra iba imprimiendo más energía para fusionar aquellas dos almas en un mismo cuerpo.

La agonía del hombre fue más duradera, entonces, y si bien había empezado por revovlerse solo un poco, a medida que la magia hacía lo suyo y más energía entraba en su cuerpo, este empezó a convulsionar cada vez con mayor violencia. Como había sucedido antes con la anciana, empezó a brotar sangre de su nariz primero, luego también de su boca, y finalemente por ojos y oídos. El hombre estuvo a punto de gritar por el dolor, pero Bull actuó rápidamente y le cerró la boca con un grueso trapo que mordió con fuerza, hasta el punto en que algunos dientes llegaron a romperse.

De manera inevitable, al final el hombre acabó por morir, habiendo sufrido un tormento quizás no tan fuerte como el de la anciana, pero mucho más largo. No llegó a estallar como la otra, la sangre no salió escupida a presión, pero aún así una mancha roja se extendió sobre la mesa a medida que el líquido vital escapaba del hombre por sus diversos orificios corporales.

Parecía que el problema venía más del hecho de que un único cuerpo, uno humano y vivo al menos, no podía albergar más de un alma, el choque era demasiado fuerte. Era esperable que lo mismo sucedería con las otras razas dotadas de razón, cortadas por el mismo patrón evolutivo en ese aspecto.

Pero sí que había logrado algo de progreso. Esta vez no había ensuciado tanto la habitación.

Nuevamente una conversación extraña, ajena a él y a lo que sabe quien quería. Arahan se sintió totalmente fuera de plano, lejos de encajar, lejos de empatizar, lejos, a leguas de allí, se encontraba observando la más absoluta de las nadas. Si bien es cierto que ver a un elfo silvano suponía una clara evocación de un bosque, ya fuera otoñal si el elfo parecía tibio, invernal si era hostil, primaveral si se mostraba amable o veraniego si lo acogía como si fuera un hermano más; esos serían los cuatro arquetipos habituales, y ninguno de ellos se cumplía con Arahan, el cual, sin duda alguna, recordaba a un bosque quemado, con los troncos negros como el tizón, el suelo de ceniza y la ausencia de vida por doquier. Era tan ajeno y estéril que podría dar hasta miedo. 

Cuando el que tenía la voz cantante de los Gorriones lo mencionó este hizo un leve asentimiento de cabeza, con su rostro ennegrecido por las pinturas de guerra que lo cubrían. Miraba a un lado y a otro, sus ojos posándose en todo cuanto los rodeaba como viendo más que todos ellos; aunque eso no sería de extrañar, al fin y al cabo la visión de un elfo era superior a la de un humano o mediano. Sin embargo, sin variar su posición su voz crujió como la corteza de un árbol - allí no quedará nada - auguró con cierto pesar - será mejor que te unas a nosotros - realmente no tenía ningún interés en que se uniera, pero en cierto modo quiso certificar los avisos que le dieron, que allí a donde se dirigía solo habría muerte y violencia esperándola. Pero entonces se encogió de hombros y sus dedos juguetearon con la botella que colgaba de su cinto - tiene que haber hongos por aquí cerca... los huelo - pensó.

El arquitecto había terminado de hacer unos bosquejos en el papel con lo que había escuchado, que no era mucho por cierto, y su dibujo no distaba demasiado de la ciudad que ya conocía. Los Pequeños Reinos no parecían ir más allá de feudos llanos y poco elaborados, de construcciones rudimentarias carentes de estética y apenas funcionales. Costaba creer que el legado del Imperio más importante del continente fuesen esos bárbaros en continua batalla. Aquello era más cierto de lo que imaginaba, apenas tuvo tiempo de guardar los papeles cuando un grupo de hombres comenzó a atacarlos.

Thánur tomó su escudo y su mazo y adoptó una posición defensiva mientras observaba los acontecimientos. Primero buscó al erudito y a su discípulo con la mirada, y asintió hacia Nimrod cuando se pusieron a resguardo tras el resto de los enanos. Por su parte todo el clan Wedrun se quedó en su posición, protegiendo a Thorskar y a su carromato. Therm por su parte empuñaba uno de los truenos, conocía acerca de ellos y lo había escuchado en la taberna, pero ésta era la primera vez que lo vería en acción. Entretanto los humanos de Odrin y Penda se enfrascaban en una batalla a muerte, que al parecer decantaba a favor de los primeros. Miró hacia Belandir y negó levemente con la cabeza, esos hombres tenían a Fronar por líder y eran su responsabilidad, no la de ellos, así que se quedó un poco por delante del resto de los enanos a la espera de los que se acercasen.

Entonces vio a un grupo apartado del combate, eran unos pocos pero a las claras no eran oriundos de Odrin. Mercenarios, pensó, y al centrar su atención en ellos vio dos siluetas que se le hacían familiares. Primero reconoció a la orca, su imponente presencia era difícil de olvidar, le costó más recordar a la escurridiza muchacha que hizo caer a uno de los gorriones, ella pasaba siempre desapercibida, cómo se llamaba? Thánur se sobresaltó, en medio de ese caos era una buena noticia volver a verlos, pero se preguntaba cuales eran sus intensiones allí y dudó Estarán con ellos?. Vino a su memoria cómo ambas escoltaron a la caravana enana mientras cruzaban el paso, luego se habían separado. Hacia dónde habían ido? Trató de recordar ese momento y la imagen de Logan marchando con los gorriones hacia el el oeste comenzó a formarse. Cregan!.

Entonces, golpeó con fuerza su escudo sobre los símbolos enanos, tratando de llamar la atención por encima del sonido del combate y gritó - Ghorsaaaa!!!- Thánur había sacado sus conclusiones, sólo esperaba no haberse equivocado.

Miró con fijeza a la mediana, cayendo en la cuenta que tenía una nueva oportunidad para curiosear sobre las posibilidades comerciales aquí en el norte. No había sido su propósito al venir aquí, mas empezaba a vislumbrarlo como un modo añadido de aprovechar el tiempo. Quizá valiera la pena tomar ese camino, era algo que le hacía pensar: qué haría si encontraba una oportunidad de ese tipo. Si fuera así, se preguntaba si realmente valdría como bardo, dado que buscaba otras formas de conseguir beneficio que no fuera la artística.

- Wade es mercader también, Ussia.

Comentó pensando que la pequeña encajaba muy bien con ellos. En verdad, parecía un grupo pensado para desenvolverse en una ciudad, con la excepción de Arahan, quien contrastaba con ellos. El elfo atraía mucho la atención de Yriel, pues actuaba de un modo que creía normal en los de su cultura, como si fuera uno con el entorno.

- En Odrin no hay nada sino guerra. Es un auténtico fortín, casi colapsado por los mercenarios. No sé si llegaste a entrar en él.

Observó cómo los demás trataban también de convencer a Ussia. Mas en ella estaba tomar aquella decisión.

- Todos queremos que te nos unas, ¿qué te parece? Mira, allí en Odrin, entraron Erin y Gorsha, no volvieron a salir después de eso.

Sus ojos se posaron en Gwyl, ya le había informado de la muerte de Erizo, sus otras dos compañeras también parecían haber tenido un traspies, cayendo en una situación en la que posiblemente fueran a necesitarlos más adelante.

- Como ves hay razones para no recomendarte ese lugar.

Siendo sinceros, Gorsha no tenía ganas de atacar a la caravana enana. Después de todo, habían compartido más cosas con aquellos enanos que con los soldados con los que les había metido la reina de Odrin. Entre eso y los asuntos que habían dejado pendientes con sus otros dos compañeros, Gwyl e Yriel... No, ciertamente la orca no quería luchar en esa batalla, al menos no del lado de Odrin.

Cuando aquel enano gritó su nombre, la enorme guerrera no pudo evitar ponerse a reír. Era una risa alegre y franca, como la que soltaba un amigo al reeencontrarse con otro después de mucho tiempo. Devolvió el saludo a Thánur y luego miró a su compañera:

 -¿Qué te parece eso, Erin? ¿Qué quieres que hagamos?

Porque la opción que más seducía a Gorsha en esos momentos era cambiar de bando y aliarse con los enanos para acabar con los soldados de Odrin. Después de todo, su lealtad no estaba con esa reina, por muy amiga de Syndra que fuera.

Las palabras de Yriel no le pasaron a Wade en absoluto desapercibidas y no pudo reprimir la tentación de hablar con la mediana y, quizá, tener negocios con ésta. No pasó mucho tiempo hasta que frenó el carro y descendió del mismo para dirigirse a Ussia.

- Wade también es mercader, sí. - Pensó el comerciante. - Y querrá hacer negocios contigo, si tienes algo interesante que ofrecer.

Se acercó a la mediana e hizo una reverencia, con no otra intención que agradarle y ganarse ligeramente su favor.

- Buen día, mi señora. Mi nombre es Wade Sallow, soy un comerciante. Provengo del Imperio de Altairea y he llegado a estas tierras con el único fin de llevar a buen puerto mis negocios. ¿Y vos? ¿De dónde venís? - Preguntó con tono animado. - ¿Continuaréis viaje con nosotros? Si seguís el camino hacia el que os dirigís, hacia Odrin... Quizá no encontréis mucho más que un paraje desolado por la guerra que se cierne sobre él.

Wade había sentido total indiferencia hacia Ussia hasta que escuchó la palabra mercader. Realmente deseaba conversar más con la mediana. Quién sabe si no podrían hacer buenos negocios juntos.

- ¿Qué me decís? ¿Nos acompañaréis? - Inquirió el comerciante.

Quizás por estar concentrado por la fina artesanía de su propio pueblo, el viejo comandante tardo en poner la atención suficiente como para prever el ataque sorpresa y coordinar un contraataque defensivo al momento que la escoria humana había entrado en sus terrenos. Sin embargo, una vez que sus sentidos se dirigieron a los invasores, observó rápidamente sus alrededores para luego tocar firmemente su cuerno de batalla-. ¡Baruk kahzad!*-. grita en su lengua materna para aumentar la moral de los guardias enanos-. ¡Formen una línea defensiva digna de nuestros antepasados! ¡Que la escoria salvaje no mancille nuestro legado! -. Levanta con agilidad su martillo de guerra del mismo tamaño que el oscuro enano-. ¡Nobles guerreros del norte! ¡reagrupaos y retrocedan lentamente! ¡arqueros vuelvan a las lineas traseras para luego disparar a discreción!-. Ordena a la basura norteña para luego mirar a los guardias enanos -. ¡Asaru bekar!**-. Grita mientras se posiciona hombro a hombro con sus hermanos de batalla, usando, sigilosamente, a los norteños como carne de cañón-. ¡Thorskar y Thánur preparen el cañón para machacar a estos hijos de puta, dirige el fuego al centro de la formación enemiga! No importa si tienes que sacrificar soldados humanos ¿querías material de experimentación? ¡felicitaciones! ¡Ha llegado ha por montones! -. Sus palabras gritan al cielo en su lengua natal, moviendo su martillo aplastando o alejando al enemigo-. ¡Therm! Elimina al cualquier bastardo que pase nuestro cerco usando tu arma-. Finaliza con una alegre sonrisa por este combate sorpresa, ignorando por completo la presencia de los otros mercenarios ya que, para él, no eran más que enemigos en este combate…

La mediana bajó de su pequeño caballo para abrazar a sus conocidos con afecto y una sonrisa sincera. Las noticias de que Odrin ya había salido a combate le hicieron alzar las cejas sorprendida, pero escuchó todo lo que tenían que decir antes de entrar en las preguntas. El terreno ya se había convertido en un campo de batalla, y aunque no quería hacer oído sordos a las advertencias amigables y propuestas de compañía, Ussia tenía claro qué camino iba a seguir. Por lo menos parecen encontrarse bien... O al menos la mayoría de ellos.

- Lo siento por lo Erizo. Parecía un buen tipo, aunque supongo que vosotros le llegasteis a conocer mejor. - respondió a Gwyl antes de hablar con los demás, desviando un poco la mirada - En nuestro caso fue el curandero el que peor lo pasó. Nos encontramos con un... - la mediana titubeó unos momentos, recordando la forma de ese ser, sus garras, sus dientes, la sangre... La sangre por todas partes... Como volviendo de un trance, Ussia sacudió la cabeza y retomó la frase, más nerviosa y hablando más rápido que antes - Una bestia. Nos atacó, Syndra fue capaz de hacerle algo con su magia pero no a tiempo. Wülf acabó gravemente herido y le dejamos en uno de los pueblos cercanos... Realmente no sé qué habrá sido de él al final.

Ussia tomó aire y suspiró, intentando calmarse un poco y miró entonces a Yriel y a los Gorriones, intentando cambiar de tema.

- Desde lo que yo sé, es Penda quien ha empezado la guerra antes de tiempo. Vengo desde Cregan, hace ya dos días que prepararon a su ejército a marchar contra ellos. Es posible que haya sido casualidad que hayan terminado de estar listos al mismo tiempo, pero yo apostaría más a que ha sido porque la Reina se ha enterado de la ofensiva de Penda de alguna forma. - se encogió de hombros - Por eso pensé que ya estaríais todos en el frente, junto a Cregan. Por cierto, buen nombre el de los Cazadores Grises. Me gusta. - le sonrió a Gwyl y a Yriel. La sonrisa se volvió hacia Logan entonces, algo más divertida y enigmática - Había una personita muy preocupada por los Gorriones en Cregan e incluso me dio un mensaje para ti, Logan. Claro que no sé cuánta intimidad quieres para que te lo cuente. - se rió, pasando una mirada rápida por los demás.

Mientras esperaba la decisión del líder de los Gorriones, miró a Wade con curiosidad, escuchando que se trataba de otro mercader. Su sonrisa de trato cordial salió casi al instante, mientras se acercaba y le dedicaba una graciosa reverencia extendiendo su capa.

- Buenos días os deseo también. Ussia Parilli, mercader ambulante y originaria de Viavenna. - se presentó, mirando al otro extraño elfo, ya que hacia él tampoco se había presentado - En el propósito somos hermanos, pues ¿qué otra cosa iba a buscar aquí aparte de buenos negocios? - respondió ufana con una suave risa. el humano parecía de fiar y el carro que llevaba dejaba bien claro que no se trataba de un negociante cualquiera. La siguiente recomendación le hizo fruncir los labios y repensarse su situación pero negó con la cabeza, aún convencida - Lo siento, pero es a Odrin adonde debo ir. Dejé allí a mi compañera... Syndra, - añadió rápidamente, para que los demás entendieran de quién se trataba - y le prometí que volvería. Además, tengo un posible trato allí y no me gustaría perdérmelo. Pero será un placer comerciar con vos en otro momento si se vuelven a cruzar nuestros caminos. - le sonrió con gesto de disculpa. 

A Ussia también le encantaría poder pasar algo de tiempo con alguien de su gremio. Desde que había llegado al norte, la gran mayoría eran mercenarios, guerreros, bárbaros o todo a la vez. Y no se iba a poner a hablar con la mujer del puesto de patatas sobre las caras reliquias que llegaban al puerto de Viavenna del Mar Interior. La disculpa iba también hacia sus compañeros, por lo mucho que habían insistido, a pesar de que ella ya lo tuviera claro. Aunque sí que habría una cosa que podría hacer...

- ¿Qué ocurrió exactamente con Erin y Gorsha? Tal vez podría ayudarlas si voy allí... - dudó unos momentos, antes de seguir hablando - Conocí en persona a la Reina. Más bien Syndra me arrastró a ello, pero seguramente se acuerde de mí y pueda conseguir alguna ventaja de ello. 

Como era de esperar, su víctima no tardó mucho en resistirse a la fusión de las almas, principalmente porque nadie desearía ser el sujeto de prueba de algo tan atroz. Aún así, aquello fue de poca importancia para la sombría, a la cual tan sólo le importaban los resultados, el hecho de que su proyecto llegara a su fin, de que pudiera obtener lo que anhelaba con todo su ser. No importaba cuantos tuviera que sacrificar para lograrlo, lo haría sin dudarlo, ya que no eran más que pestes sin otro valor en comparación a la grandeza de su experimento. Deberían de agradecerle que los utilizara para alcanzar la inmortalidad, incluso, si lo lograba, alguno de ellos obtendría el beneficio de ser partícipe de semejante suceso... bueno, excepto por el hecho de que, probablemente, si tenía éxito, optaría por matarles al final, ya que la única que podía ser una inmortal, era ella y aquellos que le agradaran lo suficiente a la elfa. Lamentablemente, a medida que iniciaba la unión de las almas, la nigromante fue notando, poco a poco, cómo aquello producía un tormento más duradero, lento, a diferencia del momento en el que había experimentado con la mujer anterior. La forma en la que el humano convulsionaba sin cesar, era ciertamente notable para Syndra, incluso si no le importaba demasiado su sufrimiento. Mientras que el experimento tuviera éxito, nada más importaría. El problema yacía... en el hecho de que el espécimen no paraba de sangrar por la mayoría de sus orificios, provocando una ligera expresión de preocupación en la sombría, quien ciertamente parecía pensar que algo, nuevamente, estaba mal.

Como había temido, a medida que el sufrimiento del humano continuaba, y la sangre continuaba brotando de sus orificios, la expresión de la nigromante no hizo más que empeorar, mientras observaba cómo Bull se encargaba de que el prisionero no pudiera gritar, ya que, de lo contrario, podrían atraer atención indeseada. - No, no... algo está mal. ¿Por qué está mal? - Murmuró con cierto fastidio, a la vez que su víctima continuaba desangrándose, actuando de una manera diferente a como lo había hecho la mujer en el caso anterior. Su anterior espécimen, había sufrido, sí, aunque no había sangrado hasta el final del proceso, para luego explotar. En este caso, el humano había comenzado a sangrar casi desde el principio, aunque de manera más gradual, lo que parecía decir que continuaba habiendo un error en todo aquello, algo que la hechicera no parecía comprender en demasía. ¿Acaso estaba condenada al fracaso? ¿No podría obtener lo que deseaba? ¿La inmortalidad acompañada de la belleza eterna? No era más que un fracaso tras otro. A pesar de lo mucho que el experimento se había alargado, a diferencia de la última vez, a pesar de que el espécimen había continuado con vida durante un buen tiempo, aunque sufriendo en todo momento, parecía que no había alcanzado lo que deseaba, de nuevo. Era una verdadera molestia. Al final, por más que deseara ver cierto progreso verdadero en su proyecto, no había logrado nada, excepto desperdiciar su energía en un completo fracaso. La convulsión había incrementado en cuanto a violencia, hasta que la vida del prisionero se había esfumado como total facilidad. La expresión de la hechicera, en ese instante, era una de ira, molesta principalmente con el hecho de que no hubiera salido como deseaba.

- No importa cuánto lo intente... no pueden resistirlo. Son débiles... - Comentó con frialdad en su voz, mientras consideraba lo que había aprendido, o más bien, la clave de su fracaso. No había manera de que pudiera fusionar un alma en el cuerpo de un mero mortal, no al menos en su totalidad, sin hacer que el sujeto de pruebas explotara o se desangrara hasta la muerte. Estaba claro que todos sus especímenes morirían, sin importar lo que hiciera, si deseaba incorporar el alma de otro al cuerpo que ya albergaba un alma. - No en su totalidad... aunque... - Murmuró mientras caminaba por la sala de tortura, reflexionando sobre lo aprendido, pensando en nuevas maneras de obtener lo que deseaba, sin llegar a darse por vencida por un mero fracaso. Los fracasos eran inevitables, el problema yacía en rendirse por completo. Era demasiado obstinada como para rendirse, no cuando la recompensa era demasiado dulce. Realmente habría deseado tener a otro hechicero a su lado con quien pudiera consultar sobre aquel dilema en el que se encontraba. Extrañaba a su maestra, a pesar del hecho de que había sido Syndra quien la había abandonado para salvarse a sí misma y al proyecto que era como su propio hijo para ambas. No podía culparla por haberla dejado, no cuando había puesto en peligro la investigación, no cuando podrían haberlo perdido todo. En parte, se sentía culpable por haberla abandonado, ya que, de haber sido posible, no lo habría hecho, no cuando su maestra había sido alguien que se había ganado el afecto de la nigromante. Sin embargo, el instinto por sobrevivir de la sombría era más fuerte que cualquier otra cosa, y su maestra más obstinada que ella como para dejarse intimidar por un montón de campesinos. Aquello... estaba en el pasado, si bien eso no quería decir que la elfa no necesitara de la sabiduría de su maestra para encontrar una solución para su proyecto.

De cualquier modo, no tardó mucho en suspirar frustrada, antes de negar con la cabeza. Todavía podía intentar algo. Si los vivos no podían absorber el alma en su totalidad, eso no quería decir que no pudieran absorber parte de la energía de la misma, de manera imparcial, y aún así extender su vida e incluso juventud, como si fuera otra clase de alimento, algo más centrado para el alma y el cuerpo, un alimento lo suficientemente poderoso como para convertirse en una inmortalidad parcial. Sin duda, no era lo mismo que obtener la inmortalidad de manera permanente pero... serviría para mantenerse con vida, y sin duda podría ser un progreso a su investigación. - Sí... tal vez, si es así... puede que sea posible. - Supuso, en el momento en el que se detenía en sus pasos y consideraba aquella idea. No obstante, estaba cansada, y realmente prefería no hacer más uso de su poder, no cuando se encontraba lo suficientemente desmotivada como para continuar con algo que la había frustrado demasiado. - Limpia todo esto y... conserva a esos dos de momento. - Le indicó al torturador, suponiendo que, si continuaba con sus experimentos, sería bueno tener a esos dos prisioneros para poder continuar. De lo contrario, serían una buena forma de tener una reserva de almas para una ocasión de necesidad en los días venideros. - No ha sido más que otro fracaso. Continuaré en otro momento. Iré a visitar a la montaraz. No es necesario que le informes ni que me guíes. - Aseguró con total parsimonia en el momento en el que se marchaba de la sala, con la intención de visitar a la silvana, con la cual deseaba conversar y saber qué era lo que parecía ponerla nerviosa de esa forma. Era obvio que había algo raro en ella, aunque la nigromante no estaba muy segura de cuál era el motivo para dicha actitud. ¿Acaso había visto algo cuando se había enfrentado a aquella criatura?

El semielfo reaccionó con un leve gesto de decepción. Tampoco había creído que tuviera algún negocio pendiente en Odrin, ya que la habían encontrado sola en los caminos. Las palabras de la mediana dejaban pocas opciones.

- No sabemos nada, lo más posible es que terminaran en los calabozos. Pero como te digo, no lo sabemos lo que deja abierta la esperanza.

Las sensaciones no eran halagüeñas. Y luego estaba el hecho de que los tres ejércitos ya se habían puesto en marcha, dispuestos a acabar con sus vidas. Enemigos acérrimos desde siempre, con la enemistad acrecentada por la llegada de una extranjera que había ocupado el trono.

- Si tienes una oportunidad de negocio allí en Odrin, serás consciente de que tendrás que seguir a una reina cruel. Mientras que con nosotros tienes la opción de formar una asociación. Piensa en ello.

Hablando como lo había hecho de la bestia, se preguntó si se refería a la misma que ellos conocían. Miró a Gwyl, con quien se había enfrentado a semejante monstruo.

- Nosotros acabamos con una especie de hombre-lobo. Había arrasado con un pueblo al completo, le pudimos seguir y acabarlo. Luego nos dijeron que esas criaturas solían actuar de modo astuto, no de un modo tan bestial. En ese combate fue donde murió Erizo.

Fue explicando a la joven mediana, relatando el encuentro con la feroz criatura.

Mitigado el calor del reencuentro, pues un pequeño lazo había sido tejido a pesar del poco tiempo en que se habían conocido, el grupo, incluso Arahan, trató de convencer a Ussia de que les acompañara hacia Cregan. Sin embargo, la mediana parecía bastante determinada en proseguir con su camino hacia Odrin, a pesar de lo que contaban los que de allí venían. Lo que la comerciante les contó tampoco ayudaba a mejorar la situación.

- Si lo que dices es cierto, entonces las tropas de Cregan y Penda ya estarán en marcha también, por eso Odrin tuvo que reaccionar con tanta premura. Si le llevan ventaja, quizás consigan evitar encontrarse con ellos y unir sus fuerzas después de todo - dijo Logan, cavilando, aunque se sobresaltó un poco cuando Ussia le mencionó lo del mensaje con aquél tono divertido - ¿Qué...? Esa muchacha... - dijo en voz baja, poniendo cara de enfado pero con la voz contagiada del humor de Ussia.

Los Gorriones también se echaron a reír al ver aquello - Ya te dije que la hacías esperar demasiado, jefe - comentó Atheld.

Logan recuperó la compostura y haciendo caso omiso a las risas de sus subalternos, volvió a dirigirse a Ussia - Creo que no hará falta ninguna intimidad. Al parecer, no fuisteis la única abordada con ese propósito - dijo, señalando con la cabeza hacia Gwyl e Yriel.

Todo apuntaba a que el encuentro sería breve y que cada uno seguiría su camino, aunque quién sabía si sería por mucho tiempo esta vez. El grupo no tendría que recorrer tanta distancia si Cregan ya estaba en marcha, con toda seguridad se lo encontrarían por los caminos, y una vez reunidos, la dirección de la marcha era clara: el asentamiento de Odrin. Si Ussia seguía hacia allí, era muy probable que la próxima vez que se vieran, estarían en bandos contrarios. Por otro lado, quizás ella se encontrara con Gorsha y Erin si seguían allí, aunque en qué situación, todavía estaba por ver.

Los de Odrin habían pillado por sorpresa a los norteños del otro bando, pero Fronar consiguió reorganizar a sus hombres y contraatacar. El hacha a dos manos del enorme guerrero rubio abatía a todo aquél que se le ponía al alcance, y fue eso y no otra cosa lo que impidó que los de Penda fueran arrollados, aunque las bajas se iban acumulando y sería inevitable que incluso el formidable edecán del rey Penda fuera también abatido por los números del enemigo.

La situación cuambió cuando, al grito de Belandir, los guardias enanos se lanzaron a la carga, ansiosos por darle un buen uso a sus martillos de guerra después de no haber hecho nada más que guardar la caravana hasta ese momento. La perspectiva de algo de acción les hizo entrar en combate con un inusitado celo, y pronto una buena cantidad de guerreros de Odrin fueron derribados y aplastados contra el suelo, a pesar de que los enanos eran únicamente seis.

Los atacantes tampoco se dejaron hacer sin más. Aunque las tornas se habían vuelto en su contra, los de Odrin se cobraban su precio por cada uno de los suyos que perdían. Casi la mitad de los de Penda habían muerto, y aunque las pesadas corazas completas de los enanos les protegían de la mayoría de golpes, uno de ellos también fue abatido cuando una lanza logró acertar en el hueco desprotegido del cuello. Incluso Belandir, que había cargado junto a ellos y que había acabado ya con dos enemigos con su martillo, fue engullido por lo más feroz del combate y recibió un fuerte mazazo en la cabeza, que aunque aguantó gracias a su yelmo, seguramente sufriría algún mareo luego.

Mientras la lucha proseguía, los mercenarios que en un principio iban con Odrin se mantuvieron todavía en la linde del bosque, sin intervenir en la batalla - ¿A qué estáis esperando? - les gritó Emil, el que estaba al mando de los de Odrin, que se batía con bravura contra uno de Penda - ¡Atacad de una vez! - ordenó, viendo que todavía tenían una oportundiad de ganar aquello, pero que les sería necesaria la ayuda.

Cerca del carro la situación era la misma. Los dos humanos observaban desde detrás del mismo, asomando la cabeza, mientras que el enano bien vestido, Thorskar, lo hacía desde un lateral. El enano joven, Therm, seguía sin atreverse a disparar, y el escudo del otro enano anciano brillaron por un momento unas inscripciones, aunque débilmente.