Partida Rol por web

La camarera tomó nota de los varios pedidos que le fueron haciendo, y se retiró hacia la cocina para entregar el recado. Con la partida de Ussia y Thánur, que junto a Syndra estaban ocupados hablando con el hombre de la túnica y el joven que lo acompañaba, a la mesa tan solo quedaron Gwyl, Gorsha, Yriel, Wülf y Belandir, aunque el enano casi parecía como si no estuviera, y Wülf se excusó para salir al exterior un momento. Aunque entonces apareció Erin, a la que por fin se le habían desapegado las sábanas. Erizo seguía sin aparecer, y en su caso, aquella frase hecha no es que pudiera aplicarse precisamente, habiendo dormido sobre el duro suelo de madera.

Quedaron entonces aquellos cinco a la mesa, aunque Belandir, como siempre, sumido en sus propios pensamientos. Al poco de unírseles la joven, hubo movimiento en la mesa de los Gorriones. El rubio de la capa de pieles y la chica pelirroja se levantaron, y se encaminaron hacia la mesa de los aventureros.

El de la capa de pieles, el líder de los Gorriones según habían escuchado la noche anterior, se plantó frente a la mesa, con los brazos cruzados. Su físico lo identificaba como alguien del Norte, con el cabello suelto y largo hasta los hombros. A pesar de lo que abultaba la capa, se podía adivinar que era ancho de espaldas. Sus facciones, sumadas a sus ojos claros y el pelo y una corta barba rubios, le daban un aire atractivo. El hombre lo sabía y lo usaba a su favor, con una actitud y maneras que bien lo podían haber hecho pasar entre la nobleza del Imperio, algo bastante sorprendente para alguien proveniente de los Pequeños Reinos.

- Buenos días - saludó, de manera educada pero firme, sin cambiar la postura y pasando la mirada por los sentados a la mesa. Su voz sonaba suave, pero tenía el tono de alguien acostumbrado a ser obedecido - Ayer hubo un altercado entre varios de nuestros compañeros fruto de un malentendido, y no me gustaría partir sabiendo que puede haber quedado mala sangre entre nosotros. Por ello, vengo a proponer que todo quede olvidado y a ofreceros disculpas. O más bien, a que os las ofrezcan. ¿Atheld?

La pelirroja, que había estado medio oculta detrás de su jefe, dio dos pasos adelante cuando este se apartó, con una expresión que era una mezcla entre avergonzada y enfadada por verse obligada a tener que hacer aquello. Tenía la cabeza gacha, casi mirando directamente al suelo, y así empezó a hablar - ^{_{Lamento lo que sucedió ay...}}

- Más alto - la interrumpió el líder mercenario.

- Lamento lo que sucedió ayer - dijo en voz más alta y entendible, con un pequeño toque de rabia apenas perceptible, por verse tratada como una niña pequeña - Habíamos bebido mucho y teníamos ganas de gresca. Fue culpa nuestra que nos peleáramos ayer, y lo sentimos mucho. Por favor, aceptad nuestras disculpas y olvidemos lo sucedido.

- ¿Y? - la instó a continuar su jefe.

La joven alzó un poco la vista para mirar de reojo a Gwyl y Erin - Y siento haberme metido con vuestras tetas - dijo en voz baja, pero audible, mientras sus mejillas se volvían casi del mismo color que su pelo, antes de cerrar los labios con fuerza. Entonces el otro hombre volvió a dirigirse a los aventureros.

- Bien, ¿Todo arreglado, espero?

Las palabras del enano, anteriormente, habían hecho que la elfa sonriera complacida ante el aparente cumplido que éste le había dedicado a ella y a los otros dos, al llamarles eruditos. Le encantaba que alimentaran su ego de esa manera, por lo que aquello no había hecho otra cosa más que mejorar la opinión que la sombría de tenía de Thánur, al menos respecto a la pequeña amenaza que éste le había dedicado la noche anterior. Debido a ese cumplido, la hechicera consideró la posibilidad de tratarle de una manera menos neutral, al menos para la forma en la que solía tratar a la mayoría de los hombres, si es que no los trataba con absoluto desprecio cuando no su presencia no era requerida.

Sin embargo, las siguientes palabras del enano, mientras la sombría abrazaba con afecto a la mediana, no hicieron más que molestarla, provocando que su expresión se oscureciera durante un momento, antes de reconsiderar la respuesta que pensaba darle al anciano. Después de todo, le había dado un cumplido hacía tan sólo un momento, y ahora parecía que le importaba que no la interrumpieran ni que un indeseable se colara en su mesa, por lo que la actitud del enano habría sido aceptable en otra situación, si no fuera porque a la hechicera le agradaba la presencia de la mercader. - No, no. Ussia puede quedarse. Es más, quiero que se siente a mi lado... o encima de mis piernas... - Las últimas palabras las dijo en una especie de susurro, mientras mantenía el abrazo sobre la mediana, imaginando la idea de tenerla sentada sobre sus piernas, disfrutando aquella cercanía tan personal. No iba a dejar que la chica se alejara cuando había sido tan considerada de invitarla a viajar con ella, incluso si sabía que probablemente deseaba hacer uso de ella y de su poder. A Syndra no le importaba demasiado, sabía que todos usaban a otros, así como ella hacía lo mismo. Era una regla natural, en su caso, deseaba disfrutar de la compañía de la mercader... e incluso algo más, todos tenían siempre un motivo debajo de todo acto de bondad.

- Ah, pero... ¿qué dices? Siempre podemos continuar el mismo camino si así lo deseas, estoy segura que alguien como tú necesita un poco de protección. No te preocupes, no tengo un camino definido, por más que así sea en el caso de mi deseo. - Le aseguró con un tono más amistoso que el que había utilizado la otra noche con la mayoría de los que habían ocupado su mesa. Incluso si la mediana pensaba utilizarla, a la sombría no le desagradaba el hecho de que ésta hubiera acudido a ella, invitándola por su cuenta a acompañarla en su viaje, para la hechicera, eso no era nada más que una victoria, y una forma de acercarse a la mercader. Sin duda, no había nada mejor que eso. - No, no. No nos ha interrumpido nada, quédate. ¿Has desayunado? Puedo invitarte a comer algo si quieres... - Le hizo aquella invitación con cierto entusiasmo en su mirada, en el momento en el que la liberaba de su abrazo con la intención de tomar asiento, y dejar un lugar para la mediana a su lado. Le daba igual lo que pensara el resto, o si no querían a la mercader en esa mesa, lo que importaba era lo que ella quería, y la sombría deseaba que Ussia se quedara allí, ya fuera para participar de la conversación, o sólo para que la hechicera apreciara lo adorable... y apetecible que era. - Estoy segura que puedes aportar mucho a la conversación. De cualquier forma, te quedas... ¿verdad? - Le preguntó con un tono tranquilo en su voz, a pesar de que, más que pregunta, parecía una afirmación de su parte, como si no deseara que la mediana se fuera en ese instante. Menos aún cuando la pelirroja se había marchado antes.

- Un gusto conocer tu nombre, Nimrod. - Aseguró la sombría, en el momento en el que procedía a sentarse, viendo que el hechicero había aceptado su presencia, incluso si no había sido de la mejor manera con ese "supongo que no". Le pareció curiosa aquella mención de un viaje de "estudios", notando que habría algo secreto en todo ello, que probablemente el anciano no estaría muy dispuesto a compartir. Tal vez, era posible sacarle algo de información al respecto, aunque también era posible que el enano hiciera la pregunta por ella. De cualquier manera, una vez que se hubo sentado, le dio una pequeña palmadita al asiento que había dejado a su lado, a la vez que miraba a la mediana esperando que ésta se sentara allí, dedicándole una sonrisa más que gentil. Era bueno saber que los dos humanos no tenían problema con que la mercader se quedara allí, aunque tampoco le hubiera importado mucho a la elfa, ya que de todas formas la habría invitado.

A Erin no le hizo ninguna gracia la forma de obligar a disculparse a la pelirroja. Por mucho que pudiera haberse sentido ofendida, no le gustaba ver cómo obligaban a alguien a hacer algo que no quería.

Aunque no quería aumentar los problemas entre ambos grupos, no pudo evitar un gesto de desagrado dirigido al líder de los Gorriones mientras escuchaba las disculpas de Atheld.

La referencia a aquel comentario sobre sus pechos terminó de enfadar a Erin, e hizo que ella también enrojeciera.

 - Está todo olvidado - dijo, dirigiendo una mirada fría a Logan Greydon desde sus ojos dispares.
 
 - No te preocupes, yo también siento haberte provocado - añadió, respondiendo ya a la pelirroja, esta vez con gesto más afable.
 
De pronto sentía una extraña afinidad con quien ayer era su enemiga.

Queriendo cambiar de tema, pues la situación le resultaba incómoda, se volvió a dirigir a Logan Greydon.

 - Por curiosidad, ¿os dirigís al Norte?

Erizo bajó las escaleras de madera con paso pesado, haciendo crujir los escalones. Cuando llegó al comedor ya estaban todos allí, saludó a los demás con la cabeza y fue a sentarse en la barra, a desayunar un poco de cerveza y lo que fuese que tuviese para ofrecer el gordo tabernero.

—Cerveza, dos pintas, y algo caliente para echarse entre pecho y espalda —le dijo con alegría.

Volvía a sentirse de buen humor aquella mañana, ante la idea de estar cerca de su destino por fin.

Yriel pidió el correspondiente desayuno y se quedó a la espera de una respuesta a la posibilidad de adquirir nuevas provisiones. Se echó un poco hacia atrás en la silla pensando en cómo sería el viaje a partir de ahora. No sabía porqué, había algo en el norte que le atraía y en los próximos días lo podría descubrir. Encontrar un buen grupo con el que ir era algo que le parecía positivo. Tenía ganas de comenzar a moverse, de ver esos parajes fríos y debía de estar loco por querer adentrarse en un territorio como ese, sin embargo se preguntaba si las personas que habitaban aquí no sentirían algo similar. No pensaba que los norteños odiaran su vida ni mucho menos, posiblemente la amaran como sucedía a la gente de otros lugares. Y lo curioso era que para que les gustara un lugar que podía definirse como hostil tenía que haber algo en ellos, en su espíritu, que les impulsara a amar las dificultades. Reconocía que era una posibilidad y sabía que podía descubrir acerca de la personalidad de estas personas a través de las canciones que cantaban, cosa que aumentaba y mucho sus ánsias porque llegara la noche, momento ideal para compartirlas.

- Con suerte tendremos un buen día en el que charlar.

Se sentía bastante bien en ese momento, relajado como demostraba su postura. No había podido evitar mirar de vez en cuando a Gwyl porque había también algo que le impelía a hacerlo, una atracción que iba naciendo en él. Entonces el grupo de gorriones se aproximó, con el que parecía el líder en cabeza. Lo que sucedió fue un poco absurdo en el sentido de que la pelirroja debía haber recibido una buena reprimenda para comportarse como lo hacía ahora. Yriel pensó que no sería la primera vez que se excediera y que el líder quería mantenerla a raya de esa forma, obligándola a dar aquellas disculpas. 

El semielfo por lo pronto no dijo nada pues no pertenecía a la parte ofendida, igual que durante la discusión prefirió esperar a que las mujeres hablaran pues eran las más afectadas. Ya después la alusión a las tetas era bastante graciosa e incluso debía de resultar humillante para la pelirroja. Él enarcó con suavidad la ceja derecha pero prefirió recuperar la expresión relajada, tratando de no expresar nada. 

Observó con calma todo lo que sus ojos podían admirar. Si bien no había nada destacable, el frescor de la mañana ayudaba a despertar con claridad. Todo vestigio de somnolencia se iría con ese frío helado que tan pronto amenazaba ya. Vio a los enanos prepararse, como era de esperar, y no le extrañó en lo más mínimo. El templario parecía dispuesto a partir ya, hecho que tampoco poseía nada mencionable en él. Wülf no había salido por nada en particular, simplemente para despejarse y atender a las tareas de ocio de una forma más adecuada. Aún así, a veces sucedían eventos llamativos o podría escuchar algo en el exterior que fuera interesante, pero no parecía ser el caso. Muchas veces en el pasado oyó conversacioes ceranas a la puerta de alguna taberna que le fue de utilidad, aunque aquello podía darse más en grandes poblados y ciudades.

Sea como fuera, no tardó mucho en sentirse completamente despierto y con la voluntad de regresar al calor que aúnaban las paredes del edificio. Igual que salió, con un elegante movimiento entró por el umbral que dividía el exterior del interior.

Enormes bocanadas de humo comienzan a emerger del cuerpo del viejo enano mientras observaba con total tranquilidad al líder mercenario que se hacía llamar Logan, contemplando como este reparte disciplina a sus hombres, una actitud que le traía recuerdos a Blenadir de cuando él recibía y capacitaba a los nuevos reclutas para el ejército de su reino, un entrenamiento que hacía que más de la mitad de los candidatos se retirasen a la primera semana por estrés o fractura… No obstante, aquellas nostálgicas memorias no duraron mucho tiempo, siendo el sonido de la taberna la responsable de aquello.

Lentamente Belandir comienza a mover sus deprimentes pupilas a su alrededor, mirando a los presentes sin emitir ninguna intención en particular.

-. Asumo que invitaras a las afectadas al desayuno o algo por el estilo como compensación al agravio presentado la noche anterior-. Fueron las primeras palabras, cargadas de un tono desagradable y autoritario que se dirigían a la pelirroja mercenaria, que evoca el comandante caído desde hace un buen rato, ignorando por completo la presencia de su superior-. Las palabras mueren al momento de nacer, las acciones son las que permanecen en la memoria como representación de las intenciones aparentes de los vivos e involucrados-. Finaliza mientras nuevamente el humo de tabaco cubre totalmente su cara, para el enano las palabras eran mierda, las acciones también lo eran, pero al menos las segundas requerían más tiempo, recursos y energías, en consecuencia, había más probabilidades de ser más tangibles que unas patéticas silabas que cualquiera idiota medianamente inteligente es capaz de generar…

La mañana estaba transcurriendo sin señal alguna de percances en lontananza, cuando el grupo que había ido la noche anterior a montarles bronca se acercó de nuevo, con intención de disculparse en esa ocasión. Estaba claro que la pelirroja se estaba tragando el orgullo como un ganso se tragaba la comida cuando lo cebaban: a la fuerza y con ganas de vomitar bilis a rabiar.

Erin pareció aceptar las disculpas, pero el enano exigió una compensación más tangible que unas palabras. Y eso a la orca no le gustaba.

 -¿No ves cómo ha tenido que doblegarse para disculparse? Independientemente de que esté o no arrepentida de habernos buscado las cosquillas, está claro que se arrepiente de haber mosqueado a su jefe. Y eso para mí es más que suficiente, estamos en paz y todo queda olvidado.

Porque aquella mujer podría ser una pendenciera con ganas de meterse en líos a las primeras de cambio, pero también era una guerrera con orgullo y dignidad. Y bastante se había arrastrado ya, Gorsha no soportaba ver semejante espectáculo. Era humillante y penoso.

 -Así que cambiemos de tema, desayunemos y cojamos fuerzas para la jornada que comienza.- Gorsha miró al líder de los Gorriones. -Y me uno a la pregunta planteada por mi compañera, ¿hacia dónde os dirigís?

La proposición de Syndra la pilló por sorpresa y le provocó aún más curiosidad sobre la elfa. Su actitud "repelente", por así decirlo, de la noche anterior, le había hecho pasar por alto muchas cosas. ¿Qué motivos tenía alguien como ella para estar allí? Podría pensarse que había sido contratada por alguno de los pequeños reyes para participar en la guerra, pero eso de tener un lugar concreto al que ir... "¿Estará huyendo de alguien? Vale que que tiene esa actitud, ¿pero habrá sido capaz de cometer algún crimen? ¿Asesinato? Sería muy capaz, incluso ayer mismo me amenazó, aunque hoy está mucho más amable. No, si fuese eso no estaría en un lugar tan concurrido..." Con la cabeza llena de dudas, Ussia casi se pierde la invitación al desayuno. 

- Acabo de pedirlo, pero aún no he desayunado. Y a la hora de invitar, siempre depende de la buena intención de uno mismo. - respondió sonriente, evitando que se notase la alegría que le acababa de dar. Su otro compañero de viaje no parecía haber leído sus pensamientos en la otra mesa, pero ahora la elfa le ofrecía la oportunidad de ahorrarse uno de ellos - Me quedaré hasta que traigan las viandas, no hay espacio aquí para tantos y no me gustaría molestarles. - dijo, también dirigiéndose a los demás.

Tras las presentaciones, tomó asiento en la silla que le señalaba Syndra. Ya la había ofendido una vez, y puesto que la elfa parecía muy dispuesta a ayudarla, no iba a hacerlo una segunda. Además la forma en la que había mencionado lo de sentarse sobre sus piernas, le había provocado un escalofrío que no estaba dispuesta a sufrir de nuevo. Observó con curiosidad a Nimrod y agradeció con un gesto de cabeza su amabilidad y excusa.

- Debo decir que ciertamente no me había aventurado nunca tan al norte, y en tierras desconocidas siempre es necesario ir con buena compañía. - sonrió mirando un instante a Syndra. 

Dudaba que alguien de la mesa anterior la pudiera definir como tal y para ella también había sido una sorpresa, pero estaba segura de que por muy vanidosa que pudiera ser, seguía teniendo corazón. Escondido, sí, pero tenía. Luego levantó las cejas al oír lo de "viaje de estudios". Los estudiosos de las caravanas siempre eran los que mejores tratos obtenían. Conocían los lugares en los que encontrar objetos muy específicos y que ella podía vender luego por mucho más, sabiendo que era tan raro de encontrar. Y si había algo en el norte para atraer a esa gente, tal vez no fuera mala idea mantenerse cerca de ellos. Pero para no preguntar y parecer descortés de nuevo, decidió dejar que fuera Thánur quien preguntase.

La mirada del enano permaneció fija sobre Ussia, incluso después de haberse disculpado y de las palabras de aprobación que le dedicaba la elfa oscura a la pequeña comerciante, y fue recién cuando el erudito intercedió a su favor que Thánur cedió su actitud. Asintió con la cabeza al ser mencionados los nombres de los dos hombres, y luego acercó una silla a la mesa para continuar la conversación. Contestó en enano la pregunta que Nimrod le había hecho - Es muy cierto, el último reino enano es Anghazar, bajo el Macizo de Tar... pero no es uno de esos reinos lo que busco, en mis dos siglos de vida los he conocido a todos. Tras diseñar grandes obras en Khalar-Mahir decidí buscar inspiración en los pueblos de la superficie, no voy a negar que he sacado unas cuantas buenas ideas en esos viajes, muchas de ellas las plasmé cuando levanté "El Círculo de los Hermanos" en el Borde Dentado.- dijo con orgullo. - Pero se dice que el esplendor del Imperio Onírico fue aún mayor a cualquier otra construcción que el hombre haya realizado después, y no puedo dejar esta vida sin conocer su arquitectura. Así que mi interés no son los pequeños feudos sino las ruinas antiguas que yacen en ese territorio.-

Luego continuó hablando en idioma común, para incluir a Philip en la conversación - Vuestros estudios los llevan a algún lugar en especial en el norte? Conocéis ya como ir a vuestro destino?- preguntó, mostrando interés en lo que el hombre venía a hacer. A su lado estaban sentadas la elfa oscura y la mediana, y el enano se volteo hacia ellas - Tampoco se porque se dirigen ustedes tan al norte, que las lleva a adentrarse en estas tierras lejanas y peligrosas?- concluyó*. 

Al escuchar la explicación de la mediana, la sombría no pudo evitar sonreír complacida ante su respuesta, ya que eso significaba que podría invitarla, al pagar lo que sea que ésta hubiera pedido como desayuno, e incluso invitarla a algo más si la mercader se había limitado un poco a la hora de hacer su pedido. De ese modo, podría acercarse y mejorar su relación con la pequeña, sabiendo que no habían tenido un buen comienzo durante la noche, a pesar de que la elfa hubiera deseado no tener un conflicto con ella. - En ese caso, yo pagaré lo que hayas pedido, querida. Las amigas se ayudan entre ellas, y yo quiero ser tu amiga... y jugar como buenas amigas... - Las últimas palabras fueron pronunciadas de la misma manera que como lo había hecho al mencionar lo de que la mediana se sentara en sus piernas, acompañado de un tono un tanto sensual. A estas alturas, era obvio que la mujer no tenía problema en decir lo que pensaba cuando quería hacerlo.

- ¿Oh? Nada de eso. No es molestia. Puedes quedarte todo el tiempo que quieras. Además, vamos a ser compañeras de viaje, y yo disfruto de tu compañía, mi querida Ussia. Nada más importa. - Le aseguró de forma decidida, como si no pretendiera dejar lugar para una negación de su parte. Le importaba poco si al resto les molestaba la presencia de la mercader, en su mundo, lo único que tenía importancia era lo que ella quisiera, y si ella se sentía a gusto con la presencia de la mediana, pues entonces ésta podría quedarse todo el tiempo que quisiera. No iba a dejar que la pequeña se le escapara cuando ya había aceptado que la invitaran a desayunar. En especial, cuando la mercader se había sentado a su lado, dibujando una sonrisa de cierto entusiasmo en la sombría, teniendo en cuenta que la noche anterior había rechazado su invitación. Por un momento, sintió el deseo de volver a abrazarla, alegre ante el hecho de que la pequeña no la rechazara como antes, si bien, prefirió contenerse un poco.

- Sin duda, y nada mejor que mi compañía... aunque debo decir que me alegra que me hayas invitado a acompañarte, eres muy considerada. Disfruto de tu compañía. Descuida, yo te cuidaré de todo peligro. - Se expresó con cierta felicidad en su voz, mientras esperaba que le sirvieran lo que había pedido como desayuno. Sabía que el pedido tardaría un poco en llegar, por lo que pasaría el tiempo conversando con la mediana que tanto deseaba llevarse a la ca- establecer una buena y cálida relación. Tenía una debilidad por las cosas monas, y la mercader era sin duda una persona que consideraba realmente mona, incluso si no todo lo que ella apreciaba era visto de la misma manera por otros.

La explicación del enano realmente aburrió a la sombría, quien no tenía mucho interés en cosas que no estuvieran relacionadas con la magia, y, sin duda, las construcciones no eran algo que a ella le interesara demasiado. Sin embargo, incluso con aquella aburrida explicación, la hechicera pudo obtener algo de información respecto a lo que Thánur buscaba en el norte, por más que considerara aquella razón como algo realmente iluso de su parte, aunque bueno, no podía culpar el deseo del mismo, más aún éste parecía bastante cerca de la tumba. Alguien que se especializaba en algo, no dudaría nunca en ver todo lo que pudiera ver respecto a lo que amaba, lo mismo era el caso de la elfa, aunque a ella aún le quedaba bastante tiempo de vida, bueno, siempre que no se encontrara con algún accidente en el camino, claro.

Cómo había supuesto, el enano no tardó demasiado en realizar aquella pregunta respecto al viaje de "estudios" por parte del hechicero, ahorrándole la pregunta a la elfa, quien simplemente permaneció en silencio, atenta ante la respuesta del anciano. No obstante, Thánur no dudó en hacer otra pregunta, una que la hechicera ya se había esperado que hiciera, debido a su curiosidad, en especial luego de preguntarle a Nimrod. No era una respuesta que le fuera muy difícil dar, si bien tampoco le gustaba que se metieran en sus asuntos. Por un instante, le dedicó una mirada en silencio al enano, antes de contestarle como era debido. - Un viaje de estudios como Nimrod, aunque también de oportunidades. Si bien, no tengo un lugar especial en mente... iré a donde me guíe el viento, supongo. - Respondió de manera simple, como si no le interesara demasiado dar mucho detalle al respecto. Bastante debía agradecer Thánur, de que la sombría hubiera decidido responderle, y sólo porque había disfrutado de sus cumplidos, debido a su gran ego. - Por eso, Ussia, querida, no tengo problema en acompañarte a donde quieras... Estoy segura de que nos divertiríamos mucho. - Aclaró en un tono amistoso a la mediana, antes de dedicarle una sonrisa amable y sin duda más favorable que la expresión que solía dedicarle a otros.

-. Lo que te parezca, opines y creas no me interesa-. Declara el enano ante las palabras de la orca con una entonación seca-. Mis palabras van dirigidas a las protagonistas de aquel incidente-. Sus ojos comienzan a mirar a las humanas-. Solo es un simple consejo… la verborrea adornada de honor, lealtad, persona y toda esa clase de basura solo es medible mediante actos tangibles, no palabras vacías que llenan tanto los corazones de guerreros idealistas, esos que son predilectos para convertirse en carroña fuera del campo de batalla… Todo buen futuro líder sabría aquello o simplemente cualquiera que quisiese vivir más del promedio en este ambiente-. Un suspiro indiferente nace de los pulmones del oscuro enano para luego mirar al líder mercenario por unos segundos y terminar, nuevamente, en las tres humanas-. Lo que hagan ellas para finiquitar su problema también me da igual, es su paradigma, no obstante, sería una lástima que guerreros con tan buen potencial cayeran en algo tan absurdo y poco lógico como el sentimentalismo y las palabras vacías-. Una enorme calada de su tabaco da fin a sus palabras, manteniendo su postura intachable, una digna de un antiguo comandante que ha caido en lo más oscuro de averno.

Gwyl quedó sorprendida por las disculpas de la mercenaria pelirroja, pero, más aún, por el discurso que soltó el enano Belandir. Era la primera vez que le oían hablar tanto, y vaya cosas había dicho. Emer era igual, y más de una vez le había dicho cosas parecidas. Las palabras se las lleva el viento, los actos no. No obstante... Gwyl no podía estar enteramente de acuerdo, muchas veces las palabras eran actos en si, y había una enorme diferencia entre decir algo y no decirlo. Podías alegrarle o cagarle el día a alguien por ejemplo. También reconocía que amaba la poesía y las historias, y su vida sería aún más infeliz sin ellas. 

Se mantuvo un poco en silencio, con los brazos cruzados sobre el pecho y los ojos fijos en la pelirroja humillada mientras mantenía una expresión fría. La verdad es que una parte de ella estaba disfrutando como un gato que juguetea con una presa. Era un lado de ella bastante cruel y cuya presencia, aunque útil, la incomodaba, por lo que terminó por menear la cabeza y encogerse de hombros, con una sonrisa ladeada. - Pues si le hacéis caso al enano mejor para mi, así Yriel me seguirá debiendo un desayuno y comeré gratis dos veces - dijo con su habitual socarronería apoyándose en el semielfo al que miró enarcando la ceja. - Y por lo de las tetas no te preocupes, estoy muy orgullosa de ellas digas lo que digas. - aseguró asintiendo con fingida seriedad. Lo decía a modo de broma, pero era cierto. No eran las más grandes o despampanantes, pero desde luego iban bien proporcionadas con su figura y estaban bien puestas en su sitio. La chica miró a la mercenaria, tan carcomida por la rabia y la humillación ... Y le supo mal, no pudo evitarlo. En el fondo la mujer le caía bien, como cualquier mujer capaz de ganarse la vida de esa forma, que sabía que no era nada fácil. Las cosas las habían colocado como enemigas la noche anterior, pero bien podrían haber terminado bebiendo juntas en otras circunstancias.

- ¡Arg! - suspiró finalmente - Mira... Estas cosas no se me dan bien, pero olvidadlo. De verdad. He despertado de muy buen humor y no quiero estar con estas cosas tan desagradables - dijo finalmente, para luego mirar al lider de los gorriones - A parte, la verdad, ella solo defendió a un compañero suyo que fue lo suficientemente idiota como para meterse conmigo. No creo que sea ella precisamente ella la que deba disculparse .... Más bien la culpa fue del calvorota aquel. Por cierto, ¿Qué tal su resaca? ¿La corteza de sauce le fue bien? - agregó. La verdad es que si, le parecía injusto. La mujer había sido desagradable y todo eso... Pero quien la había insultado de buenas a primeras no había sido ella. Sin embargo, su orgullo, que no era poco, también tenía que hacer su propio comentario, así que volvió a sonreír de lado, alzando una ceja. -Si vais hacia el norte, nosotros, por el momento, también. - dijo juguetona. - Espero que no os moleste viajar con putas muqtarquíes. - añadió, recordando el insulto que había dado pie a toda aquella situación. Pero a parte, en el fondo, era una invitación de cordialidad. Había un solo paso hacia los pequeños reinos, y aunque los enanos no hubieran invitado formalmente a los gorriones, si estos partían por la mañana, como ellos, era casi inevitable que terminaran compartiendo el camino al menos por un breve trayecto. 

Nimrod no puso objeción a que la mediana se les uniera, y por tanto, su pupilo mucho menos. La mesa para dos se convirtió en mesa para cinco, por lo que estaban un poco apretados, especialmente si les iban a servir el desayuno a todos allí. Aunque por suerte la mediana ya había encargado el suyo y cuando estuviera se iría a la otra mesa más ancha, para alivio de ambos humanos, poco acostumbrados a tanta cercanía - Muy cierto - respondió el erudito a Ussia - Los Pequeños Reinos no son uno de los primeros lugares en el que uno pensaría si quisiera sacar beneficio con el comercio. Demasiado caos y demasiada pobreza. Claro, que, no hay que negar que sí existen provechosas oportunidades, para aquellos que saben como sacar partido de ellas - dijo, guiñándole un ojo a la mediana.

Al escuchar que Thánur empezaba a hablar en su lengua, Nimrod lo detuvo - Por favor, maese, no tengáis el descuido de cometer una rudeza. Seguro que lo que queráis decirme podéis hacerlo en la lengua común para que puedan enterarse mi pupilo y estas damas. Y si lo que queréis hablar conmigo es en privado, con gusto me reuniré a solas con vos más tarde - al escuchar ya lo que quería decir el enano, Nimrod alzó un poco las cejas, en un gesto de sorpresa - ¿"El Círculo de los Hermanos"? He leído sobre semejante construcción, aunque no he tenido el placer de verla todavía. ¿De verdad sois su autor? En ese caso contáis con mi respeto, maese Thánur. Sobre lo que buscáis... bueno, se dice y se habla mucho sobre el Imperio Onírico, y se sabe tan, tan poco... Para empezar... - el hombre se inclinó sobre la mesa como si quisiera hacer una confidencia a los presentes - ...ese ni siquiera es su verdadero nombre - dijo en voz baja, antes de volver a ponerse derecho, sonriendo con orgullo de haber podido exhibir sus conocimientos.

- Aunque sí que es cierto que los restos del Imperio son más abundantes en el Norte, dado que allí ninguna civilización posterior levantó sus edificios sobre las ruinas de los antiguos, dudo que vayáis a encontrar grandes construcciones. Aunque los lugareños hayan evitado habitar las ruinas, seguro que la piedra les viene bien para sus castillejos. Y han pasado dos mil quinientos años, ya sabéis... - Nimrod se encogió de hombros - Aunque os animo en vuestra búsqueda. Si hay algo en lo que coinciden los pocos registros, es en la magnificencia y belleza de sus ciudades. No estaría de más aportar un poco de su grandeza a nuestro mundo.

Al ser preguntado por el lugar al que se dirigían, el erudito se limitó a hacer un vaivén con la mano, quitándole importancia alguna - Oh, en realidad, a ninguna parte en concreto. Mi estudio requiere reunir información de numerosas fuentes, así que iremos vagando mientras recolectamos lo que necesito - era obvio que Philip estaba allí por el mero hecho de haber sido arrastrado por su maestro. ¡Ay, que sufrida es la vida del estudiante, y lo que se llega a hacer por un mero medio punto más en la nota final!

Al tiempo que Erizo bajaba por fin de la habitación, Wülf volvía a entrar también de su breve escapada al exterior. En la mesa de los aventureros, proseguía el debate entre Yriel, Gorsha, Gwyl, Belandir y Erin y los dos Gorriones, el rubio de la capa de pieles y la pelirroja de la noche anterior. El primero estaba cruzado de brazos y examinaba al grupo con largas miradas, mientras que la otra mantenía la cabeza gacha y las manos detrás de la espalda. El hombre dedicó un breve vistazo a los dos recién llegados a la mesa, mientras la conversación continuaba.

El resto de Gorriones también tenía la vista puesta en donde su jefe y su compañera estaban, observando cuanto sucedía aunque sin hacer ningún movimiento extraño, simplemente atentos a la conversación. La única otra mesa ocupada a esa hora era la del hombre de la túnica y el joven, que estaba más abarrotada de lo habitual pues a ella se habían sentado también Syndra, Thánur y Ussia, que conversaban con la pareja de humanos.

El líder de los mercenarios se dio cuenta de la expresión que le dedicó Erin, aunque ni siquiera cambió su gesto, simplemente dejándolo pasar. Yriel se mantuvo callado y dejó que las principales implicadas resolvieran el asunto, probablemente la decisión más inteligente. Belandir, haciendo todo lo contrario, imprecó a la joven con un tono desagradable, instándola además a compensar económicamente a Erin y a Gwyl. Antes de que ninguno de los Gorriones pudiera responder, pero, Gorsha intervino, a favor de dejar que todo acabara allí.

- Hagamos una cosa, señor enano - habló entonces el rubio - Yo organizaré y mantendré la disciplina en mi grupo como considere necesario, y vosotros podréis hacer lo mismo con el vuestro... como quiera que lo hagáis - dijo con algo de duda, ya que empezaba a darse cuenta de que aquello no era otra variopinta banda de mercenarios como la suya, sino un grupo de gente al azar que por casualidades del destino habían acabado juntos a la misma mesa - Respecto hacia dónde nos dirigimos... Pues hacia dónde se nos pague mejor. Estamos de suerte y los reinos más cercanos a la frontera serán de los primeros en entrar en guerra, así que este año quizás no tengamos que recorrer medio país para encontrar un contrato decente.

Entonces intervino Gwyl. Sus palabras hicieron que la cara de la pelirroja cogiera un color aún más intenso, y que esta apretara los labios con fuerza, aunque al esuchar lo siguiente que dijo relajó un poco su expresión y finalmente alzó la cabeza. Casi hasta el punto en que estuviera derecha del todo. El líder de los Gorriones se quedó mirando a la menuda pero sin duda brava muchacha durante unos segundos, antes de reponderle mirándola fijamente a los ojos - Sí. Sé que todo esto lo empezó Bernardo. Ha despertado sorprendentemente lúcido, en efecto. Pero dudo mucho que él vaya a pediros una disculpa, de modo que Atheld se ha ofrecido para hacerlo en su lugar - al escuchar su nombre, la pelirroja se puso recta del todo, ya con la frente alta y un rostro inexpresivo. El hombre entonces soltó un suspiro antes de dar una explicación - Su esposa y su hija fueron raptadas por corsarios muqtaríes. Hay un límite hasta donde puedo presionar. Si nos encontramos en un futuro, me aseguraré de que no vuelva a salir el problema - dio una seca palmada tras descruzar los brazos - Bien, si no hay nada más que tratar... Que tengáis un buen viaje - dijo antes de dirigirse de nuevo a su mesa seguido de Atheld.

Thánur levantó una de sus cejas un tanto contrariado por el comentario de Nimrod acerca del manejo del idioma, pues él mismo se había dirigido al enano en su idioma y quienes lo acompañaban lo comprendían a la perfección, pero luego cayó en cuentas que se estaría refiriendo al joven. Miró al aprendiz y se disculpó - No quise dejarlo fuera de la conversación, Philip. Las damas que me acompañan y vuestro maestro saben hablar en mi lengua natal y al estar tan lejos de mi hogar suelo buscar cualquier ocasión para hablarla, pero en ningún modo quise incomodarlo - dijo de inmediato para que el muchacho no se sintiera excluido.

- Asi que ha oído hablar de la Cúpula de los hermanos? Me alaga con sus palabras, Nimrod - dijo, sorprendido de que ese humano tuviese tanto conocimiento del mundo - Puede que sólo encuentre ruinas, pero bien vale la pena el esfuerzo, con descubrir algo de esa cultura y poder inmortalizarlo en una nueva construcción, me basta - no esperaba encontrar una ciudad intacta, así que seguiría adelante con su búsqueda aún encontrando solo escombros.

Se quedó pensativo, el hombre sutilmente había dado pie a que conversasen en privado luego y además tenía mucho conocimiento de los Pequeños Reinos y no tenía ataduras a un único destino, sería la compañía ideal para su viaje. - Ni usted ni yo tenemos un destino fijo por lo que veo, sea por información de las fuentes que menciona o por explorar las ruinas que encontremos, esta visto que ambos tenemos mucho por recorrer de ese territorio. Aceptaría compartir conmigo su viaje por los Pueblos Libres? Voy junto a otro enano, Belendir, pero no representará una molestia para ustedes. Además, podríamos intercambiar buenas conversaciones acerca de las ruinas del antiguo reino y del conocimiento enano. Que le parece? - preguntó con entusiasmo.

Miró luego a las dos mujeres que lo acompañaban en la mesa y agregó - Nosotros cruzaremos el paso junto a la caravana enana, prometí acompañar a los Wedrum hasta uno de los reinos cercanos, que bien pueden ser Penda, Odrin y Cregan. Si nos acompañan, puedo pedirle a Thorskar que vayamos al que mas provechoso sea para ustedes dos. Desde allí podría unirme a ustedes y seguir juntos explorando el resto de los Pequeños Reinos - la invitación estaba dirigida a los dos hombres, pero no excluía a las damas presentes, después de todo Ussia le había vendido un excelente tabaco y Syndra era una erudita con la que podía llegar a conversar cuando dejara de comportarse como una reina sin reino.

Erizo se encontraba de espaldas a la intensa discusión, relajado mientras los escuchaba debatir acerca de disculpas e insultos. Como decía siempre Rayado Duni, "las palabras valen lo que un pedo, aire que sale de un agujero, molesta un poco, y después se va". 

Por otra parte, los restos de estofado de la noche anterior que se estaba zampando a modo de desayuno, esos sí que valían la pena. Se giró en la barra de la taberna, para ver quiénes de los comensales de la noche pasada seguían por allí, además del grupo que viajaría con él y los enanos, y los gorriones.