Partida Rol por web

Siento como el dolor, la ira, la rabia se empiezan a apoderar de mí, pero la mantengo bajo control. Miro mi florete, inútil. Al menos con los colmillos no me los clavaré en mí mismo. Aunque mi visión se está tornando rojiza, aún conservo mi control.

No entiendo muy bien que pasa. ¿Quien es ese monstruo? ¿Que nos han hecho? Pero mi hilo de pensamientos se interrumpe ahí con una sola idea en la cabeza. ATACAR

Me lanzo al cuello del que me hirió, pero no consigo alcanzarle. No soy muy diestro en el uso de mis nuevas armas.

                 Hay una lucha interna dentro de la que antes fue una noble  duquesa y ahora era una bestia aterrada y terrorífica dominada por el conde Giovanni aún pero un capaz de controlar su bestia interior, que le dé mandaba alimentarse de soldado que tenía encima y si acababa con él seguir con el siguiente sin importar le estar herida ni la situación de los otros a su alrededor, sin embargo algo en su interior intentaba d tenerla sin resultado alguno, si no es posible atacar a otro soldado María trata de colo

Constanza dio un jadeo cuándo se le rasgó el vestido, con la mandíbula desencajada y un rictus de dolor pintado sobre su rostro ahora vapuleado por el contragolpe. Miró a todos lados, con la piel pálida resplandeciendo como mármol manchado de su propia sangre y las manos extendidas hacia los lados, en guardia. Ella no era una guerrera ni mucho menos, pero no podía ni era capaz de eludir las órdenes de Claudius Giovanni.

Había sido muy explícito. Hay quiénes cazan en la pirámide de la naturaleza y hay quiénes son cazados: después de aquella noche, Constanza se sentía como una presa manipulada por los desdeñosos anfitriones, y algo en su interior le hacía ver que debía inclinarse hasta el final ante sus órdenes. Era la lex mundi, todo bajo lo que ella había vivido durante décadas. Obedece y serás obedecido. Mata y serás muerto. Manda y serás mandado... Dio un quejido de dolor, con el rasgado costado supurante de sangre, y cerró los ojos dolorida. No podía más. Intentó a duras penas sobreponerse a las órdenes mentales de aquel cobarde que les había abandonado a su suerte, buscando la forma de deponer la contienda y rendirse.

Ella solo era una dama equivocada en un lugar equivocado...

Y logró mantenerse a duras penas consciente de sí misma. No podía abandonarse a los crueles excesos de la sangre y dejarse llevar en el oscuro abrazo de la noche; no, si había de morir no sería entregándose a la boca oscura de un frenesí de sangre y destrucción. Afrontaría las últimas órdenes recibidas como había hecho toda su vida: con la cabeza alta y con la sensación de haber cumplido su deber, por muy injusto o vil que fuera. Se lanzó a duras penas contra el enemigo, dando un quejido cuándo notó sus doloridas carnes protestar con una intensidad que antes no tenían. Abrió las fauces y se lanzó a por el guardia mientras lo miraba a los ojos, casi suplicante:

— Basta... Terminad con esto... Ya...

Las costillas cedieron tiernamente bajo la espada de Etienne, que se sintió muy satisfecho por el magnífico golpe que había asestado a Roderigo.

Pero la alegría se le terminó pronto al borgoñés: su enemigo reaccionó velozmente, lanzándose sobre él y derribándole, para, acto seguido, intentar atarle.

Con el rostro pegado al suelo, Etienne maldijo, y, mientras encogía un hombro con habilidad para deshacerse de las ataduras antes de que fuera demasiado tarde, comenzó a sentir un estallido de ira como jamás lo había sentido: ni en la guerra, ni en la arena de los torneos, ni siquiera cuando fue condenado a un exilio humillante; el ánimo de combatir se había transformado en un ansia ciega de destrucción que sólo podría saciar haciendo pedazos todo cuanto le rodeaba.

Un gruñido, más propio de una bestia que de un hombre, se abrió paso desgarrándole la garganta, y con fuerza sobrehumana volteó su cuerpo para ser él quien agarrase a su contrincante del cuello con fuerza, e intentar morderle en el rostro.

Luigi había dejado de estar bajo las órdenes de Giovanni pero eso no le impidió seguir luchando, quería luchar, quería ganar y quería hacerlo en ese preciso momento, con espada en mano lanza un tajo que corta media cara del guardia contra el que está luchando dejándolo malherido. El guardia que lucha contra Luigi le muerde en el pecho lastimando al joven escudero.

Etienne intenta calmarse.

Luigi había dejado de estar bajo las órdenes de Giovanni pero eso no le impidió seguir luchando, quería luchar, quería ganar y quería hacerlo en ese preciso momento, con espada en mano lanza un tajo que corta media cara del guardia contra el que está luchando dejándolo malherido. El guardia que lucha contra Luigi le muerde en el pecho lastimando al joven escudero.

Amr-Bashir había entrado en frenesí no podía hacer más que saciar su sed, así lo demostró cuando se lanzó a por el guardia más cercano y comenzó a beber su sangre.

Etienne consigue retener a su adversario agarrándolo por el cuello, pero en el momento de ir a morderle el guardia se mueve esquivando el mordisco.

Bilyana con su espada atravesó el cuello del guardia contra el que luchaba, un sonoro crujido le indicó que se lo había partido, el vampiro se quedó tumbado en el suelo incapaz de moverse.

El guardia contra el que lucha Nicolae se lanza contra él, lo reduce y comienza a morderlo con brutalidad haciendo que el joven cayese inconsciente.

El vampiro que luchaba contra Nezayem se lanza sobre ella, la fuerza que tiene supera a la de la joven y no le cuesta trabajo reducirla, Nezayem es sacada de allí maniatada mientras otro coge a Nicolae y lo saca del lugar. Otro al que consiguen reducir atándolo y sacándolo a rastras del lugar es a Enrico, muy seguido del pintor, Constanza es tirada al suelo sin ningún tipo de delicadeza al ser mujer y noble, la atan y la sacan de allí al igual que a sus compañeros, muy de cerca le seguía el pequeño Marco.

Robert es el siguiente en sufrir los mordiscos de los recién llegados en el pecho que lo dejaron malherido, el investigador pega un puñetazo al guardia que tenía delante, pero las heridas que tenía había conseguido dejarlo sin fuerzas y el puñetazo fue apenas una caricia a su contrincante.

María Borgia había entrado en frenesí estaba a punto de beber la sangre de uno de los vampiros cuando la redujeron y se la llevaron a rastras del lugar

Insiste y le vuelve a morder después de haberle rebanado tronco y faz, gruñe de dolor, está lastimado y puede seguir luchando pero es un tipo de dolor que no había sentido nunca antes.

Desesperado al ver como les van reduciendo en numero, solo quedan los que saben empuñar una espada e incluso algunos ya han caído, lo que le extraña es que los están apresando no matando ahí mismo 

Sabiendo que no buscaban matarlos en primera instancia le infundió seguridad para luchar con mas fiereza, pasa hacer un tajo al pecho con un rápido revés que si impacta. Tras eso buscó ponerse hombro con hombro con Etienne para encararse y seguir combatiendo.

Miro al tipo en el suelo y me lanzo a por otro enemigo. No les dejaré pasar, nadie escapará de aquí. Y cuando encuentre a Giovanni... no save lo que podemos hacer las valacas.

Mi espada describe un nuevo arco, buscando terminar con mi enemigo, buscando su cuello para decapitarle.

El ansia por alimentarse se impone ante la orden dada por Giovanni de pelear a muerte con sus invasores, pero su instinto lo llevan a alimentarse de sus mismos atacantes. En una ironía macabra del destino, su boca se regocija del botín robado al compás de un grito terrorífico de dolor del pobre diablo que involutariamente dona su sangre al persa. No basta para saciar su hambre y busca más de donde esa provino.

Durante unos segundos Robert trató de sobreponerse, incluso quizá fue consciente durante el mismo segundo en que fue mordido de que estaba fuera de si, controlado por algún tipo de fuerza externa. No duró, su ansia de matar a aquellos hombres mezclada con el dolor que le estaban causando movió su cuerpo en un desesperado ataque para sobreponerse. 

Sacó fuerzas de lo más profundo de su ser y juntando sus dos manos golpeo en la cabeza del primero que tuviera más a mano. No importaba quien. Solo importaba cuanto daño podía hacerle...

Teniendo como tenía aprisionado a su enemigo, Etienne decidió intentar una vez más morderle. A su alrededor, el resto de los invitados-víctimas del banquete iban cayendo, al tratar de resistirse a los asaltantes.

Etienne, ya más enfadado que rabioso, pretendía ganar aquella pelea al precio que fuera: pero sus intentos frente al cochero no lograban finalizar el combate, y en cambio estaba cada vez más exhausto.

Luigi intentaba cerrar la guardia con Etienne, pero el guerrero no estaba para estrategias había perdido el control y solo deseaba morder a quien se pusiese en su camino. El escudero con un buen manejo de la espada cortó el pecho del hombre que tenía delante, el crujir de las costillas se escucharon, el guardia cayó al suelo, desde el suelo agarró las piernas del joven intentando agarrarlo de la pierna para tirarlo al suelo e inmovilizarlo.

El guardia al que Amr había mordido consiguió quitarse al musulman de encima, lo empujó e intentó montarse él encima para reducirlo e inmovilizarlo

Etienne mordía a la desesperada, lanzaba dentelladas a todas partes esperando encontrar algo que morder, el cochero se alejó y antes de que Etienne pudiera ir por él sintió como un guardia se tiraba encima de él y comenzaba a intentar atarlo.

Un guardia agarró a Robert y atacándolo por la espalda consiguió tirarlo al suelo y ponerle unas esposas, se lo llevó de allí a rastras antes de poder hacer nada.

Bilyana había sido la que más estaba demostrando su destreza en combate, mientras que a la mayoría se los habían llevado y les habían heridos, Bilyana se mantenía intacta, no la habían alcanzado y ella había dejado malherido a su contrincante, pero las tornas cambiaron, o eso parecía, por primera vez Bilyana sintió un mordisco en su hombro, una nueva cicatriz a las que ya tenía, pero la joven nunca se dejaba golpear sin devolver el golpe, esta vez no iba a ser diferente, dibujó en el aire un arco para buscar la decapitación del guardia que tenía delante pero pronto se movió impidiendo que lo golpease, con gran agilidad había conseguido esquivar su golpe, o eso es lo que pareció a simple vista, aunque una sonrisa de la joven dejó ver que no era así, acto seguido la cabeza del guardia cayó al suelo, la joven valaca había conseguido su objetivo, decapitarlo.

Llegaron hasta el salón nueve guardias más, los refuerzos estaban llegando, se fueron dos a por cada uno de los que quedaban, menos a por Bilyana que fueron tres los que se echaron encima de la joven. Los guardias que iban hacia Luigi se unieron al que había agarrado por la pierna al joven, entre los tres consiguieron reducirlo y esposarlo.

3 guardias más se unen a este sin sentido. Observo por un momento mi hombro, no está tan mal.

Miro al frente y lanzo una especie de rugido. Decido intentar acabar al menos con dos. Es una maniobra arriesgada, pues recibiré el ataque del tercero, pero espero poder esquivarlo. Si no acabo con dos, estaré en problemas.

Robert se revolvió cuando le pusieron las esposas, aunque sirvió de poco. Conocía aquellas herramientas, de nada serviría tratar de romperlas o quitárselas. Solo se haría daño a sí mismo.

- Soltadme hijos de puta -

Su grito trató de ser potente, pero el cansancio del combate y de la extraña noche vivida no lo permitió, dejando un susurro audible solo por quienes lo tenían ahora preso. 

- Cuando me libere os voy a matar - Dijo en un susurro ahora si premeditado, tratando de mantener la calma...

Finalmente, el guarda logró reducir a Etienne, que pataleó y blasfemó cuantas maldiciones conocía mientras se lo llevaban a rastras como un bulto.

Se marcó como objetivo arrancarle a jirones la piel al maldito cochero, y al resto de sus cobardes captores.

Los ojos del persa estaban inyectados en sangre, los gestos de dolor en su cara se habían transformado en mueca de odio y rabia por su contrincante. Cegado por la ira y retorcido de dolor, con su último aliento se trató de librar de la muerte segura que le esperaba. Logró escapar del primer guardia, quien también estaba agotado como él por el encarnizado combate. 

Las viejas costumbres tardan en morir, a pesar de ser un No-Muerto, y no necesitar de la respiración, jadeó del cansancio como un perro. Resopló. Cuando vio llegar a los tres guardias que venían como refuerzo una renovada fuerza y deseo sangriento se apoderó de él, y se abalanzó sobre ellos. Aunque algo le decía que esta vez no tendría tanta suerte.