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Crónicas Giovanni: La última cena

1. El arte del buen comer

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03/09/2019, 00:28
Paolo -pj muerto

Por un momento Paolo pensó que la sangre carmesí teñiría el suelo de la posada, otorgando un nuevo significado al nombre del establecimiento cuando el sarraceno hubiera sido degollado cual cordero a manos de los defensores de Valaquia. por suerte la razón se impuso a la barbarie y se calmaron los ánimos de la terrible amazona.

El recuerdo de las turbias aguas rojizas cubriendo su rostro volvió a cruzar por su mente al tiempo que suspiraba aliviado y levantaba su jarra de cerveza para unirse modestamente al clamor. Tomó de nuevo el pequeño saco de arpillera y realizó una leve reverencia inclinando su cabeza ante la noble.

- Por los valientes luchadores que defendieron Valaquia y a toda la cristiandad. Por Vlad Dracul, por Valaquia.

No podían olvidar que los turcos habían amenazado con consumir el sacro imperio romano, los francos y hasta los germanos pisoteándolos bajo los cascos de sus caballos, sometiendo a los hijos de Dios bajo la bandera de su herejía. Sin embargo todos eran invitados de un noble de gran influencia, y asesinar a sangre fría a uno de sus invitados bien podría acarrear la muerte del culpable, además de ser un acto de violencia inútil e innecesaria.

-Todos hemos sido invitados por la magnánima voluntad del señor Giovanni. Celebremos su generosidad y brindemos también por su magnificencia. Por Don Claudius Giovanni.

Aunque en su interior no podía apartar de su mente las aguas turbias y oscuras en su cuenco de preparados alquímicos para desentrañar los hilos del porvenir, exaltar la mente consciente y despertar la clarividencia.

 

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03/09/2019, 00:47
Nezayem Vaduva

¡¡¡BAM!!! La puerta se abrió de golpe, y las primeras en entrar con el frío de la noche fueron las carcajadas de varios hombres y mujeres. Un variopinto grupo de zíngaros vestidos de incontables colores y cuyo número no superaba la docena pero aparentaba fácil más del doble

Uno de ellos, un joven de unos veintipocos años, palmeó el hombro del que presentaba a la invitada de los Giovanni y añadió con fingido entusiasmo y locuacidad:
-¡No, mi buen amigo, no es Nezayem Vaduva! ¡Es la niña blanca de Vilna, que troca vuestras dudas en certezas leyendo las líneas de la mano y vuestro destino en su bola de cristal! -esto último lo dijo señalando indistintamente a varios de los allí presentes, mientras bajaba el par de escalones de la posada y abría los brazos teatralmente. Tras ello soltó una nueva carcajada

El grupo se abrió y pasó Nezayem, una niña no demasiado alta de unos once o doce años. Vestía con un traje blanco de volantes con numerosos decorados y grabados, del oro más reluciente y envejecido, con un pañuelo tapando parte de su pelo albino y con los pies descalzos. No se parecía a los demás, pues su piel era nívea como las nubes. Sonreía inocente, cogió la mano de su primo para bajar los escalones e hizo una reverencia torpe. Sus parientes la tomaron en hombros y todos juntos, arrastrando la algarabía, se condujeron a una de las mesas más amplias, donde tomaron asiento y continuaron riendo. Puede que aquel lugar fuera oscuro, pero el festejo de los zíngaros se apoderaba del lugar como si fuera suyo. Comenzaron a repartirse viandas dispuestas por el posadero, y continuaron comiendo y bebiendo sin parar de reír. A no tardar mucho se comenzaron a escuchar el sonido de dos violines y un cimbalon, y el de botas y manos golpeando acompasados sobre las mesas

La música zíngara

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03/09/2019, 01:14
'Amr-Bashîr 'ibn Al-As

Hizo un esfuerzo por contener su reacción ante la amenaza velada a su vida que hiciera aquella mujer de aspecto guerrero. No podía decir que su vida se había visto en peligro pocas veces, pues los riesgos son algo común en el oficio que escogió para ganarse la vida, pero tal vez sería una de las pocas veces - tal vez la única - que lo hayan amenazado por sus orígenes o por sus ancestros. Aunque es de ascendencia persa, vivió casi toda su vida en Bizancio donde las costumbres islámicas tienen mayor aceptación por parte de los cristianos ortodoxos, que conviven en relativa paz con los musulmanes.

- Mis disculpas, señora y señores. Ha sido un viaje largo y deseaba poder dar descanso a mis pies. No os molestaré. - Dice en un rústico italiano con marcado acento árabe. - También he sido invitado por el señor de estas tierras, no hay necesidad de ser hostiles. - Mira a ambos guerreros que intercedieron por él ante la mujer. - Agradezco vuestra consideración hacia mí. Yo no he tomado parte en guerra alguna os lo puedo asegurar, mi oficio no es el de un guerrero, no por eso mejora mi estampa, desde luego. Pero de cierto os digo que no soy un infiel, mi Dios es Alá, todas las alabanzas sean para Él, que también es vuestro Dios y que desde el Cielo ha de venir a juzgarnos a todos por igual y sólo Él es digno de alabanza. - Dice en voz pausada y tranquila, con media sonrisa en su rostro, como quien recita un poema o un verso. Hace una pausa. - No os obligaré a mi presencia si resulta en desagrado para vosotros.

Se aparta de la mesa donde su presencia ha sido rechazada, y se sienta apartado de los demás, donde espera que el posadero tenga la bondad de traerle la leche y miel que pidió como comida. - Dicen las sagradas escrituras que la actitud con respecto al prójimo revelará la acogida o el rechazo de la gracia y del amor divino de Alá. Por Isá, la paz de Dios sea con él, será dicho en el último día: "Cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí también me lo hicistéis." - Responde con un verso bíblico ante la disputa, aunque menciona el nombre de Jesús de Nazaret como lo nombra la tradición islámica. Finalmente toma aciento al final, al lado de la anciana que parece alejada de todo el barullo.

- Salam señora, buenas noches. - Le dice a la anciana. 

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03/09/2019, 03:11
Anna Katarzyna Zaleski

Si habían atendido a mis palabras, o ignorado totalmente, carecía de importancia cuando de improviso comenzaron a brindar en lugar de continuar sacando cartas sobre las mesas. Me resultaba incomprensible cómo podían estar tan contentos, ¡si ni siquiera sabían por qué habíamos sido llamados a esta región del mundo!

Quizás yo sea la única que no lo sabe.

Consideré ante la posibilidad de que madre me hubiera ocultado algo por no asustarme. Quizás no estaba aquí únicamente para buscar ayuda frente al conde Tarlo como me habían hecho creer, quizás todo fuera una estratagema para casarme con don Giovanni porque este era un viejo degenerado. De hecho si miraba a mi alrededor todos tenían motivos para haber sido convocados mientras que yo quedaba descolgada.

¿Y qué si es así?

Aquel pensamiento me atravesó como un rayo acabó con la congoja que me había llenado cuando empezaron a sacar las cartas. Si se trataba de eso no podía dejar que me vieran triste, debía enterrar mis sentimientos tan profundamente que les resultara imposible verlos. ¡Podía hacerlo! ¡Claro que si! Únicamente necesitaba empezar ya, obligarme a sonreír, a disfrutar de la algarabía, a... No estar preparada cuando los gitanos irrumpieron en el local.

¿¡Y qué hacen aquí esos ladrones!?

Su llegada me descentró lo suficiente como para mostrar una cara de asco que difícilmente podría confundirse con el cándido semblante esperaba mostrar. ¿El motivo? ¡Saltaba a la vista de todos! Todo el mundo sabía que los gitanos harían cualquier cosa por dejarte sin una moneda y un grupo tan numeroso no presagiaba nada bueno, especialmente en cuestión de modales porque empezaba a tener la sensación de que una piara de cerdos había atravesado el dintel.

¡Céntrate Anka!

Me obligué a recomponer mi rictus, de lo contrario no tardaría en convertirme en su objetivo. Además parecía que solo habían venido acompañando a esa niña tan extraña, lo cual era bastante normal porque, afrontémoslo, Vilna quedaba mucho más lejos que Zale. Aún así no habría tomado a Giovanni por un hombre tan supersticioso como para contratar los servicios de una bruja gitana, menos tratándose de una niña.

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03/09/2019, 06:30
Bilyana Strakovski

El alejamiento de Basir hace que finalmente relaje mi actitud, si bien sus palabras son combustible que quiere inflama mi ánimo. En cualquier otra circunstancia, es posible que solo hubiera llegado a decir lo primero, pero Giovanni no es alguien con quien jugar. Así que me fuerzo a tranquilizarme.

Entonces me fijo en la carta, y miró con extrañeza a mis acompañantes. Y que si la tengo. No creo que lo mejor sea exponerla. Podrían robarosla.

Y, como respondiendo mis palabras, un grupo de zíngaros aparece. Por ejemplo digo, mirando con curiosidad a los tipos que entran, y más aún a la niña.

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03/09/2019, 10:53
Luigi di verona

Por... ¡Por Valaquia! -Se unió al brindis por no desentonar aunque fuese la primera vez que pisaba esas tierras u oyese algo de ellas. Solo conoce rumores, habladurias y esteriotipos al respecto. 

El infiel se marcha y con el su tensión en los hombros de tener que entrar en combate, si lo que buscaba era gresca al menos sabe elegir las peleas adecuadas. Aún así algo sobre lo que dice le cala en la mente y deberá reflexionar sobre ello.

Luego de eso entran una compañia de... no sabia como describirlos, gente estrafalaria y ruidosa avisando la llegada de una niña adivina de aspecto frágil y cuya piel era blanca como la nieve, desde luego la parte de rumores donde la luz de la cristiandad habia borrado esos malos hábitos y magia pagana eran ciertos.

Queda una mujer joven que se refirió al grupo pidiendo mesura, pero no parece un menester que me ocupe ergo vuelvo a lo que me queda de estofado y cerveza.  

 

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03/09/2019, 11:30
Allan Beicker

Allan Beicker contesto amablemente junto con una sonrisa sin darle la más minima importancia al aspecto de Robert, el cual parecía un trotamundos.

La situación pareció calmarse rápidamente cuando los guerreros comenzaron a brindar

¿Estas aqui por invitación del señor Giovanni? supongo que todos lo están, y sin duda ahora estoy más impaciente que antes de ver cual es la razón. Sin duda es un grupo de lo más dispar y no acabo de percibir que podemos tener en común todos nosotros. ¿Alguna idea?

Allan tomo un sorbo del vino caliente que le habían servido mientras seguía observando placidamente.

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03/09/2019, 12:09
Piero Mantegna

Asistí en silencio al suceso que había tenido lugar con el infiel y aquella hercúlea guerrera de gran tamaño. Durante toda mi vida, siempre me habían desagradado los bravucones. Eran valientes en grupo o cuando estaban armados, pero pocos de ellos mostraban valentía cuando los desafíos les superaban. Por fortuna, uno de los otros guerreros calmó a la grandullona, indicándole que si el infiel estaba allí y era un invitado de Giovanni, lo mejor era que llegase a la mansión con la cabeza sobre los hombros.

-Buenas noches -saludé al infiel, cuando le veo tomar asiento en la mesa contigua a la mía, al lado de la anciana mendiga. El musulmán me causaba gran curiosidad, ya que destacaba mucho en medio de aquel variopinto grupo de personas. ¿Qué interés podría tener Claudius Giovanni en él?-. ¿Qué hace un hombre como vos tan alejado de su hogar? Estáis muy lejos de casa, señor.

Mientras preguntaba al infiel, me percaté de la presencia de los zíngaros, que difícilmente podían pasar desapercibidos, aunque mis ojos se fijaron especialmente en la chiquilla cuyo rubio cabello y tez nívea contrastaba tanto con la de sus familiares. Ignoraba si se trataba de una niña o de una mujer de reducido tamaño, pero era imposible no reconocer que había belleza en su singularidad.

-Paolo -me dirigí a mi criado, un muchacho delgado y de cabello negro, que sólo tendría tres o cuatro más más que la zíngara-, ten. -Coloqué dos monedas en las manos de mi sirviente-. Acércate al grupo de zíngaros y dale esas monedas a la pequeña. Dile que tu señor está interesado en lo que las capacidades de la niña blanca de Vilna pueden ofrecer.

Observé cómo mi criado marchaba para comunicarle esas palabras a la chica zíngara, mientras me llevaba una mano a mi bota, donde portaba un pequeño cuchillo, asegurándome de que seguía allí. No desconfiaba de los zíngaros más de lo que lo hacía de cualquier otro invitado de Giovanni, pero estaba más que acostumbrado a presenciar trifulcas en los bares florentinos que frecuentaba a menudo, e intuía que quizá no todos los presentes quisieran descansar tras el largo viaje hasta la posada.

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03/09/2019, 18:09
Constanza de Tournai (pj muerto)

Constanza accedió al interior de la Posada del Cordero Rojo con suavidad, dejando entrar una suave vaharada de aire fresco proveniente del exterior valaco en el que llevaba viajando durante larguísimas semanas a través de los bosques de Hungría y los accidentados caminos de los Cárpatos. Aunque se movía con una gracia solo propia de los nobles, tras ella no entró ningún criado ni ningún sirviente que la ayudara a despojarse de la larga capa negra de brocado que cubría sus hombros. Con un movimiento ensayado por la costumbre, se quitó la capucha y se desabrochó los cierres de plata, plegándola mientras saludaba al posadero y le agradecía la hospitalidad mostrada con un resoluto movimiento de la cabeza, que en aquellos momentos se encontraba cubierta parcialmente por un delicado velo de gasa negra que caía sobre sus cabellos.

Gracias por vuestra hospitalidad. Si sois tan amable, ¿podríais traerme algo de vino ligero para acompañar la cena? — le indicó al sonriente hombre, observándolo con una mano detenida sobre la madera de una baranda que dividía el comedor de la entrada. Enseguida caminó al interior para sentarse, sin apenas hacer ruido al moverse.

Pasó por al lado de la vistosa compañía de cíngaros, sin hacer ninguna mueca de desprecio ni de desagrado, posiblemente ya acostumbrada a encontrarse con todo tipo de viajeros durante las arduas semanas de viaje hasta la Mansión de los Giovanni. Examinó entonces de forma breve el interior, para dar con una mesa ocupada en la que parecía hablarse sobre los misteriosos invitados y los doblemente misteriosos anfitriones que la habían llamado a los Cárpatos y se acercó a ellos con un tenue revuelo de su falda oscura, carraspeando con educación una vez se hubo hecho un breve silencio entre conversaciones:

Buenas noches les traiga Dios. Les estaría más que agradecida si me permitieran disfrutar de la cena al calor de su conversación, si disponen de lugar para mí en su mesa y en su charla— La condesa hablaba en un elegante italiano que no obstante, mostraba trazas de un lenguaje francés difícil de borrar—. Han sido muchas semanas de viaje en el carruaje y más que estoy ansiosa por alternar de nuevo en un idioma que de veras conozca, sobretodo en tierras tan lejanas a mi Borgoña natal.

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03/09/2019, 22:01
Robert Popescu

- Probablemente algún capricho extravagante. - Dijo Popescu - Puede que quiera vernos pelear entre nosotros hasta que solo quede uno. O quizá esté preparando una orgía con su corte - Lo cierto es que Robert procuraba medir sus palabras, sabedor de que se encontraba en una posada propiedad de su anfitrión, y era más que probable que estuvieran escuchando todo lo que estaban diciendo.

El brindis no llamó la atención demasiado del hombre, que ni se molestó en levantar la copa.

- Lo mejor que podemos hacer es disfrutar de esta cena y esta bebida. - Miró al resto de la gente en la posada. Poco a poco se iba llenando. Luego miró directamente a Beicker - Y de una compañía agradable - Dijo levantando su copa a modo de brindis hacia su interlocutor.

- ¿Y usted? - Dijo siguiendo la conversación - ¿Por que cree que nos han convocado a todo este variopinto grupo? 

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03/09/2019, 22:15
Nathaniel Fontana- pj muerto

Tras dos semanas de viaje, Nathaniel entra en la posada con aire cansado. Mira alrededor mientras es presentado, viendo que no es de quien más lejos viene, ni mucho menos. 

—Nathaniel Fontana.
—Gracias por la presentación.—
Contesta, con una sonrisa sincera. 

Se queda un par de minutos junto a la puerta, frotándose las manos para entra en calor, y fijándose en las caras y las expresiones corporales de los presentes, quienes parece que ya han intercambiado palabras, buenos deseos, y no tan buenos deseos. 

—Y cómo no, se van creando grupos. Un grupo de soldados —o guerreros o mercenarios, el tiempo lo dirá—. Otro de zíngaros fiesteros. Un par de bellas mujeres, ¿viudas? O de luto al menos. La mujer soldado es también muy bella. No todos son nobles, hay algunos con ropas raídas y rotas.. He llegado tarde como para saber a qué se dedican los demás. Incluso alguien de origen árabe... Al menos no hay sangre en el suelo. Aunque seguro que para el grupo de los soldados no es agradable. En fin, me tocará preguntar y mezclarme, porque entiendo que todos estamos aquí por lo mismo, excepto los acompañantes de cada quién. Vaya grupo de personas más dispares. ¿Qué buscará nuestro anfitrión? 

Se acerca a la barra, se sienta junto a una pareja dispar. Un joven bien arreglado, y alguien más mayor al que no parece importarle mucho su aspecto. 

—¿Sabe tan bien el estofado como aparenta? Seguro que mejora aún más si se le añade un vaso de vino... —Señala al posadero con sus últimas palabras, esperando que tome nota y le sirva. Se vuelve a girar a los hombres sentados en la barra y pregunta: —¿Cuál es su historia, señores? Si tienen a bien compartirla, dado que mañana también cenaremos juntos, entiendo. 

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03/09/2019, 22:50
Nezayem Vaduva

El joven Paolo posiblemente se habría visto en alguna parecida (o peor), pero sin duda un grupo de zíngaros imponía -más allá de la ligera presión ejercida sobre los saquillos de oro de los allí presentes-. Una tensión tácita, o quizá por su irreverente desparpajo, o no por menos en su número. ¡No paraban de reír, cantar, comer con las manos y beber! Uno de ellos, el que presentó antes a Nezayem, agarró las monedas del criado con avidez pero con relativo decoro. Mordió una al azar y asintió satisfecho, devolviendo la sonrisa a su juvenil rostro y haciéndola desaparecer en uno de sus incontables bolsillos. Pasó la mano por el hombro de Paolo y lo zarandeó amistosamente, tomándose la confianza que nadie le había dado

Acto seguido otro se reclinó sobre la niña y señaló hacia el fondo. Ella desvió su atención hacia la última mesa donde estaba sentado Piero Mantegna. Se puso en pie y caminó despacio hacia él, con cuidado de avanzar lentamente las puntas de sus dedos descalzos antes de apoyarlos por completo. Su naturaleza albina se hacía más patente con la proximidad. Allí donde la piel cetrina de sus hermanos se perlaba de oliva y sudor, la suya era blanca como la nieve más pura; los ojos, en otros pozo sin fondo se veían en ella como nubes incoloras, acotados por un cabello hecho de briznas de vapor
-Buenas noches, buen señor -dijo, con la voz bañada en la inocencia y brillo únicos de una edad tan joven. Y tomó asiento confiada, mostrando unos modales ligeros pero no carentes de forma. Sonrió afable

Su pariente, que parecía haber confraternizado con Paolo (¡uno de ellos al menos así lo consideraba!), dejó caer el brazo de los hombros del criado y puso gesto grave. -¡Cuidaos, señor, de hacer bien vuestras preguntas...! Pues el destino no siempre responde como nos gustaría -lo último lo dijo bajando dramáticamente el tono de voz, como sutil y evidente advertencia

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04/09/2019, 02:44
Anna Katarzyna Zaleski

Si bien ninguno se había movido a mi llegada, yo no había olvidado las buenas costumbres y me incorporé antes de doña Constanza llegara a tocarse el broche de la capa. Como la tercera hija de un conde, me era fácil suponer que cualquier otro noble que hubiera sido convocado estaría por encima de mi, además si le sumábamos la diferencia de edad podríamos asegurar que ya habría contraído matrimonio, lo cual reforzada su superioridad frente a la mía dado que ni siquiera había sido prometida.

- Buenas noches señora.

Le devolví el saludo a pesar de no habérmelo dedicado a mi persona, entendía que el foco de su interés era la conversación de los caballeros o incluso la de los hombres de la barra por lo que pronto acabaría por volver a sentarme, en cuanto ella lo hiciera por supuesto, solo que eso no fue tan rápido como yo esperaba.

El motivo no fue la llegada del otro italiano, sino las palabras de aquel hombre que ya se encontraba junto a la barra con aspecto desarrapado. ¿Cómo podía pensar que un noble nos llamaría para luchar a muerte? Eso no era de un buen cristiano y si por un casual don Giovanni era aún pagano, dudaba que se hubiera molestado por que vinieran de todo el mundo para pelear en su patio. Y luego estaba el asunto de... De "eso", que aún lo veía más inconcebible porque ¿acaso se había parado a mirar a esta gente?

Si tan siquiera hubiera alguno pasable quizás...

Me sorprendí pensando en "eso" e inmediatamente miré al suelo. ¿Por qué había comenzado a pensar en estas cosas? No eran pensamientos de una mujer decente y sin embargo, volví a levantar la mirada y mirar a todos los presentes, incluso a los monjes, mujeres y, para mi horror, la niña.

¿¡Pero qué me está pasando!?

Tenía la sensación de haber empezado a enloquecer, que en verdad empezaba a ser Samael y que finalmente acabaría reinando en el infierno. Mientras tanto mi crucifijo seguía quieto en la mesa, junto al cuenco de estofado que no había llegado a acabar y ni siquiera hice mención de recogerlo. No porque no quisiera, sino porque no tenía derecho. No podía cogerlo y hacer lo que me había pedido madre, porque lo contrario seguro que me sentenciaría por toda la eternidad.

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04/09/2019, 03:27
'Amr-Bashîr 'ibn Al-As

Al posadero no le hizo mucha gracia que Bashir rechazara el menú que había dispuesto para sus huéspedes, pero cumplió a regañadientes las peticiones del sarraceno: leche, miel y queso. Las leyes del islam le prohíben consumir carne que no haya sido sacrificada debidamente, así como también desaconseja el uso de la bebida porque saca a relucir lo peor de los hombres. Endulzó la leche con la miel y roció un poco sobre el queso, en ese momento habría deseado tanto una hogaza de pan, pero seguro habría sido demasiado pedir.

Entonces escuchó a Paolo, quien lo saludó amablemente y quiso sacarle un poco de conversación. Le correspondió también de manera amable, con el saludo tradicional. – As-salamu alaikum, señor. Que la paz esté con vos. – Tomó de un solo trago el vaso de leche, y apartó el cuenco vacío para responder. – Como yo lo veo, barādar … – hizo una pausa para que le dijeras tu nombre de pila y prosiguió –, todos estamos lejos de casa. – Sonrió. – Sin embargo, soy mercader, mi hogar está en cualquier lugar del camino que estacione mi diligencia. – Contuvo el suspiro, como si sintiera nostalgia por aquello. – Tiempo hace ya que dejé Oriente, en mi natal Mesopotamia. Vengo de Constantinopla, con la esperanza de poder hacer negocios con el señor de estas tierras. Es la primera vez que estoy tan cerca del Danubio y tan lejos del Éufrates. – De sus palabras destila sinceridad, con el semblante de quien no tiene nada que ocultar. – ¿Qué hay de vos? –, le preguntó, llevándose un trozo de queso a la boca.

Cuando Paolo le pidió a su criado que fuese a negociar con los cíngaros que su mano fuera leída, reparó en la niña cuyo rostro era más blanco que el sudario de un santo. Se preguntaba si los hombres de armas, cristianos desde luego, sentirían la misma aversión contra los que practican las artes adivinatorias que contra el pueblo árabe, a quienes llamaban infieles. – No os recomendaría hacer eso, maese Piero – le desaconsejó que se dejara leer la mano por la vidente – pero es vuestro florín. – Concluyó con una media sonrisa, insinuando que perdería su dinero. Terminó de comer e hizo a un lado su plato cuando vio a la niña acercarse a ellos.

Notas de juego

Barādar significa hermano, y es muy común que los árabes se llamen así entre ellos.

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04/09/2019, 10:21
Allan Beicker

Allan sonrio abiertametne al comentario de Robert, Sin duda vos habéis participado en unas y otras pero no creo que sea ese el motivo ya que al menos yo no me he visto ni en unas ni en otras. dijo refiriendose a luchas y orgias.

Cuando iba a proseguir apareció Nathaniel un hombre con buen porte y vestimentas que denotaban que era de buena cuna...

Desde luego y más después de 2 semanas de viaje. Soy Allan Beicker, vengo desde Florencia donde soy investigador médico.

Allan no podía dejar de pensar que sería todo aquello, guerreros, nobles, un sarraceno... por mucho que intentaba encontrar un factor común parecía impensable algo que uniera a tal dispar grupo.

Allan se fijo en la dama de negro (Anna) que acababa de saludar a la recien llegada, sin duda debía tratarse de una noble podía verse en sus movimientos, en su postura sin duda había sido instruida en protocolo, la nobleza era algo por lo que Allan siempre había tenido curiosidad, la línea entre la verdadera persona y lo que aparenta.

Finalmente cuando sus miradas se cruzaron por un instante, Allan hizo un gesto cortes con la cabeza en señal de saludo, mientras seguía la conversación con los dos hombres.

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04/09/2019, 10:58
Etienne de Bourgogne

Etienne casi sonrió ante la idea de que pudieran robarle la carta.

 - Podrían intentarlo, mi señora - admitió en tono cálido.

 - Y, si también pudieran conseguirlo, más me valdría tirarme a un lago con la armadura puesta - se dijo.

Aunque algo inquietaba a Etienne desde hacía tiempo: los años no pasaban en balde, y algún día su brazo no tendría la fuerza que tenía ahora. ¿Qué haría entonces?  Sin familia, sin un señor al que servir ni un feudo en el que poder descansar en su vejez...  Prefería no pensarlo, pero lo hacía, con preocupación: y, al mirar a Luigi, sentía envidia.

Guardó la carta.

No prestó demasiada atención a los gitanos: desde su caída en desgracia, Etienne se había acostumbrado a convivir con todo tipo de marginados: ladrones de ganado, gitanos, trapaceros, vagabundos y toda clase de seres carne de horca o de galeras. La chica albina era llamativa, pero Etienne decidió que sencillamente la habrían robado en alguna aldeucha, o se la habrían cambiado a sus padres por una mula con los dientes postizos.

 

Cuando la dama recién llegada habló, Etienne reconoció un acento familiar, y su corazón se aceleró: pero cuando dijo que venía de Borgoña, palideció como si le hubieran dado un golpe con una maza. Aquella dama parecía tener la edad de su mujer, y una punzada de dolor se clavó en el pecho del caballero mientras la miraba.

 

Etienne se levantó, ofreciendo una silla a Constanza.

 - Mi señora - dijo, inclinando la cabeza - Yo también soy de Borgoña. Mi nombre es Etienne.

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04/09/2019, 11:43
Luigi di verona

Alza una ceja ante uno de los últimos en llegar, lleva ya un tiempo para si hacien lo mismo que otros hacen pero en su fueron interno, sin necesidad de debates y el apellido le rechina los dientes de forma insana.

Carraspea para llamar la atención de su Señor y  se inclina a fin de e susurrar algo en confidencia tapándose la boca con su diestra.

Tras eso vuelve a lo poco que le queda ya de la cena.

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04/09/2019, 12:01
Robert Popescu

- No debería de juzgar a la gente tan a ligera señor Beicker, pues ni en unas ni en otras he estado - Lo dijo con buen tono, ni estaba molesto ni lo aparentaba en sus formas. 

Entonces un nuevo invitado hizo acto de presencia, acercándose a la barra y uniéndose a la conversación.

- Robert - Dijo de forma escueta - Podría contarle mi historia, pero no creo que sea suficientemente interesante. Siguiendo el ejemplo de Allan decidió añadir su origen. - Nací  y crecí en Verona, pero no lo considero mi hogar, pues últimamente me he dedicado a viajar por diferentes partes del país.

Terminó su plato de comida y levantó la copa para que le sirvieran otra más. Agradeció la bebida y felicitó al posadero por el delicioso estofado.

- ¿Y que hay de usted? ¿Cual es su, historia? -

Robert parecía centrado en la conversación, y obviaba deliberadamente el resto de invitados y el jaleo que poco a poco se estaba formando en aquella posada.

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04/09/2019, 12:15
Luigi di verona

Cuidaos del que se apellida Fontana, es apellido con raices Ibéricas y todo el que tenga sangre de esa península es impredecible y tiene un sentido del honor deformado. Y la mujer noble que está ahi sin hacer nada, tiene algo que me inquieta.

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04/09/2019, 13:22
Constanza de Tournai (pj muerto)

Constanza tomó suavemente las manos de Anna cuándo acudió a su saludo, mostrándole esa cercanía en signo de amistad y calidez en tierras tan lejanas, e inclinó la cabeza en una correcta reverencia, mostrando una suave sonrisa a la joven que había su rango reconocido tan agudamente. La observó unos instantes, en una cortés mezcla entre curiosidad y agrado bajo la máscara de su pálido rostro, aunque también internamente intrigada. 

¿Puedo saber vuestro nombre, joven dama? Es un placer conoceros —le preguntó antes de escuchar el acento familiar de Etienne y dirigirse también a él, girándose suavemente hacia el caballero para abrir la conversación a ambos—. Soy Constanza de Tournai. Agradezco enormemente vuestra deferencia, caballero. Y me alegra oír acentos tan familiares aún tan lejos del solaz del hogar.

Al igual que Etienne, dejó que sus actos hicieran todo el anuncio pertinente a su cargo. Siempre había preferido evitar darse aires de grandeza con los títulos que poseía a costa de su esposo ahora muerto y aquella vez no sería diferente y más estando en una posada del camino en lugar de una recepción de la corte. Tomó asiento con suavidad en el lugar que el caballero fornido le había dejado, consciente de que debía aceptar la cortesía que se le mostraba, pero le señaló sutilmente una silla cercana con el mentón anguloso para indicarle que podía sentarse con ella si así lo deseaba. Mientras tanto, regresó la vista hacia Anka, sintiéndose un poco más arropada por fin aún entre gentes tan dispares.