Partida Rol por web

Sentirme así de sucio no es agradable, pero tampoco extraño. Poder asearse durante una campaña es como dormir: unos momentos a aprovechar de lo escasos que pueden ser. No tengo ningún pudor en quitarme estar ropas manchadas y limpiarme junto con los demás. Ni siquiera en el hecho de ver a las damas desnudas, por más atractivas que me parezcan. En el campo de batalla todos somos iguales.

Me aseo a consciencia, indiferente a los demás, aunque no puedo dejar de sentir curiosidad por la transformación que ha sufrido el llamado Pietro. ¿Hasta tal punto llega la maldición que pesa ahora sobre nosotros?. Las ropas parecen de mejor calidad que las mías propias. Son parecidas a las que uso cuando no estoy de campaña sino en mi hogar pero de una manufactura más fina.

En la mesa la sangre me llama. A pesar de la reticencia que siento por costumbre me llama como un buen asado. Un buen asado frío pero igualmente apetecible. No le hago ascos. Tengo hambre, mucha hambre, y bebo sin saborear. Una vez calmada mi avidez bebo con sosiego y me doy cuenta de que me resulta mucho más placentero y delicioso que la carne.

Mientras los otros hablan permanezco en silencio, escuchando. Escucho pero quedo sumido en mis pensamientos. Ahora mi vida cambia e intuyo que no sólo mis prioridades sino mis motivaciones cambiarán. Debo adaptarme ahora a esta nueva existencia. Como siempre he hecho.

una vez libre de sus ataduras e ignorando a los que tanto criticaban sus opiniones, el medico se aseo como pudo  limpiando sus heridas  en profundidad, la higiene siempre había sido una de las grandes amigas del medico y el bien sabia lo importante que era mantenerse limpio alejando a si muchas enfermedades.

¿Ni siquiera esperarán fuera o se darán la vuelta?

 

-En la muerte somos todos iguales, se lo dije en su momento que éramos simple plebe para sus adorados captores,  pues ahora tendrá que acostumbrarse  a vivir rodeado de gente como nosotros y ensuciándose las manos para comer como bien ya ha demostrado mientras arrancaba el cuello a ese hombre- le replica Mctagger - de todos modos aunque el amable caballero no le hiciera pantalla una mujer con una cuerpo tan escuchimizado y poco saludable como el suyo no tiene mucho que ver, le falta carne en esa esquelética figura.

Después ya vestido siguió al cochero  y en cuanto llego al comedor el olor a sangre inundo sus fosas nasales, aquello le hizo lanzarse de cabeza a beber de aquellos cuencos, el sabor de aquella sangre por la garganta se le hacía empalagoso pero a la vez un manjar, se sentía lleno de vida a cada trago, una explosión de energías recorría su cuerpo  y sus heridas empezaban a sanar misteriosamente.

Mientras observaba dichas Heridas cicatrizar y desaparecer de su cuerpo  escucho las preguntas de sus compañeros.

- ¿Que le ha pasado a Pietro? ¿Nos va a pasar a los demás? ¿Se puede sanar? - preguntó Antón - Hardestat hablaba de destruir a Giovani, estos de destruir a su vez a otros, intuyo que se nos puede matar ¿Como? Además de arrancando nos la cabeza, como ya hemos comprobado  y con el sol, como han dicho. - Quiso saber el trovador.

Son muy buenas preguntas ¿Porque él es diferente?, hay algo que nos distingue  entre nosotros ¿a que se debe?, debo añadir que este fascinante ritmo de curación es algo milagroso, ¿Es posible replicarlo en otra gente?, ¿Qué pasa si le inyecto mi sangre a otro ser vivo?, ¿somos inmunes a enfermedades gracias a esta regeneración?, ¿qué capacidades y beneficios  nos concede este estado y cuál es su límite?  y lo más importante ¿qué diablos es un Vástago y porque nunca hemos oído hablar de nada igual? , aparte de simples cuentos de viejas que hasta ahora no tenían sentido- las preguntas se amontonaban en su mente- no entiendo lo  de llamarnos condenados cuando claramente esto es un don, Jesús nuestro señor volvió a la vida y salvo a innumerables enfermos de la muerte, quizás poseía habilidades como estas, todo esto  digno de estudio  que podria dar explicación a  la magia y la leyendas que nos rodean , podemos tener aquí la capacidad de salvar la especie humana de la extinción que podría causarnos eventualmente una gran epidemia incontrolada.

Creía que una vez saciada la sed la mayor parte de mis problemas inmediatos se solventarían, pero no fue así. En lugar de ello, todos parecieron ponerse de acuerdo y ponerse a gritar, ¡como si no pudieran hablar como personas normales!. Sin embargo no parecían estar gritando, simplemente sus expresiones no encajaban con aquellos chillos, por lo que debía ser uno de esos regalos del Infierno a los que se refería el cochero.

Genial, voy a sufrir dolores de cabeza durante toda la eternidad.

Consideré sarcástica mientras optaba por taparme los oídos en un intento de disminuir aquel vocerío. No obstante, no todos parecía estar sufriendo de este modo y mientras yo había adquirido una belleza sobrenatural, más propias de las historias de ninfas del bosque, aquel hombre se había convertido en una abominación. Eso solo podía suponer que los efectos de esta maldición eran diferentes en cada uno y que, como mucho, compartiríamos algunos rasgos globales entre nosotros.

- Ese... Pietro - hice un esfuerzo por recordar su nombre y no llamarlo "despojo" - tardó más tiempo en resucitar que el resto.

Respondo a una de las preguntas de Anton sin llegar a quitarme las manos de las orejas y hablando sumamente bajo, aunque no por ello dejé de hacerlo tras contribuir en ese punto.

- Además a cada uno nos está afectando de un modo diferente, por lo que no, no somos todos iguales en la muerte, - no era necesario más de un vistazo para confirmarlo y rebatir las palabras de Mctagger en el baño - así que no os extrañe si no todos podéis imponer vuestra voluntad sobre los demás.

Señalo como si fuera una broma, que en parte lo era, pero una que evidenciaba el hecho de que si a todos nos afectaba de un modo diferente, bien podía ser que no todos obtuviéramos los mismo dones y que deberíamos averiguar qué habíamos obtenido cada uno a cambio de nuestras vidas.

-No, señora, no tardé más tiempo.-Respondo a la noble.-Temo que vuestra observación os fallara. Resucité a la vez, solo que mi aspecto cambió de forma bastante poco agradable. No os lo recomiendo.

- Sssh, no hace falta chillar. Os oigo perfectamente Pietro - le indico para que tampoco alzada la voz - Mas cuando todos los demás se levantaron de inmediato, el quedarse retorciéndose en el suelo solo puede ser porque vuestra conversación requiso más tiempo ¿no os parece?

Sssh, no hace falta chillar. Os oigo perfectamente Pietro - le indico para que tampoco alzada la voz - Mas cuando todos los demás se levantaron de inmediato, el quedarse retorciéndose en el suelo solo puede ser porque vuestra conversación requiso más tiempo ¿no os parece?

... Anna en ningun momento ha levantado la voz, quiere tranquilizarse , Buen detalle de todos modos , quizas el cambio en si es como una inmunización a algun tipo de virus a nosotros nos ha ido bien y a pietro a tardado en hacerle efecto, sin duda la regeneración no ha sido completa  por lo menos por fuera,  pero si a cada uno nos ha afectado diferente por dentro, quizas haya sacrificado su exterior por alguna virtud interior muy poderosa - dice mientras observa al engendro, ahora con su sed saciada puede empezar a apreciar mas detenidamente los cambios que estan sufriendo todos - ¿que sientes Pietro?, notas algo diferente sin duda eres el que mas ha cambiado exteriormente

Robert había permanecido en silencio, observando las discusiones. Sentía un extraño dolor de cabeza tras el período de inconsciencia que poco a poco se le fue pasando. Una vez se hubieron quedado solos dio un suspiro mirando sus manos, siendo en ese momento que todo aquello era real. ¿Sería una maldición? ¿O quizás la oportunidad de poder descubrir más de lo que ocurrió? Aquel suceso del pasado ahora tan distante cambiaba totalmente, abriendo un nuevo abanico de posibilidades.

Sin hacer demasiado caso a los cuerpos desnudos de los demás se cambió de ropas. Las nuevas eran bastante mejores a las que solía llevar, y no se terminaba de sentir cómodo del todo. Conforme se fueron vistiendo fue mirándolos uno a uno. Ahora todos eran iguales. No había guerreros o nobles, sacerdotes o campesinos. Todos eran comerciantes devueltos a la vida tras morir.

- ¿Y ahora que? - Pensó mientras el resto planteaba multitud de preguntas. Alejó sus pensamientos y asintió cuando eran formuladas, pues también le rondaban su cabeza...

Claramente el sonido habitual de una conversación me molestaba, puesto que aunque Mctagger tampoco había chillado, hice más fuerza para intentar protegerme los oídos de cualquier sonido que superara el de un susurro.

Menos a quien había preguntado, que era quien tenía claras las respuestas, hablaban todos los demás, aquello le molestaba sobremanera ¿Si tanto sabían que coño hacían allí preguntando? Al menos no todas las preguntas eran descabelladas, pero si muy tontas.

Anton deseaba rellenar los huecos que teína en su conocimiento. Un conocimiento que hasta ahora no era sino un pasatiempo, un interés macabro. 

La paciencia de Antón estaba acabando se a pasos agigantados. Se llevó dos dedos al punte de la nariz y esperó a que el conductor del carro contestara mientras todos los demás elucubraban.... elucubraban, privando a Anton de las respuestas y retrasando otras preguntas más importantes... 

- Sí que gritas.... Sí....- Dijo a mcTagger, aunque no parecía molestarle los gritos. - Pero dejemos que sea Roderigo quien conteste a las preguntas, por favor ¿O alguien es un experto en el tema que nos ocupa?- Dijo con tono de irritación

-  Falta la cena de Giovanni, la chica esa que no se mezclo con nosotros ¿Giovanni se la habrá llevado con él? ¿La capturaron y la mantienen retenida? - Preguntó para si mismo intuyendo que aquella chiquilla como algo próximo a Giovanni podía tener una importancia más relevante que el resto. Se había movido mejor que ellos ¿Por que? ¿Estaba más preparada o prevenida que el resto? ¿Sería una espía?

Llevo un rato observando a Anna, fijamente. Casi sin parpadear. De pronto me levanto, pero no de golpe sino moviendo con cuidado la silla. Arranco un trozo de tela mediano (mantel o mi propia ropa) y me acerco. Lo parto a la mitad y susurro desde mi altura, pero sabiendo que me escuchará.

Hubo una vez un guerrero al que golpearon con una maza en la cabeza. Sobrevivió, pero todos sus sentidos se agudizaron al extremo. Útil para detectar enemigos, desastroso en una batalla.

Tened, probad a taparos los oídos con esta tela. Él decía que la tela le aliviaba.

Esta vez fue el señor Rossi quien alzó la voz, no demasiado y para darme parcialmente la razón, de ahí que su contribución resultara interesante pese a seguir elevando más cuestiones al cochero. Afortunadamente Bilyana me demostró una vez más que necesitaba estudiarla mejor, pues no solo tomó en consideración mi problema, sino que también me ofreció una forma de sobrellevarlo hasta que me acostumbrara.

- Gracias Strakovski.

Agradecí con suavidad antes de ponerme los dos trozos de tela en las orejas, ¡mis dos orejas!, y haciéndome a la idea de que seguramente la valaquia no entraría en la categoría de plebeyo grande y tonto.

Froto mis muñecas al ser desencadenado y agarro rápidamente mi libreta y carboncillo. Me siento mientras queda algún balde libre y empiezo a dibujar un boceto de Hardestadt arrancando la cabeza, y otro de mis compañeros alimentándose de los guardias. Me gustaría dibujar a mis bellas compañeras, pero creo que no se lo tomarían muy bien. Una vez veo que una tina queda vacía, me lavo y cambio mis ropajes. La neblina roja con la que parece que veo todo sigue ahí. Los nervios los noto a flor de piel, estoy a punto de saltar encima de alguien.

Entonces nos llevan al "abrevadero" y me alimento. Me siento bien. MUY bien. Poderoso. Muy poderoso. Escucho las preguntas de mis compañeros y espero obtener alguna respuesta.

Entretanto me aproximo a Piero.

-¿Que tal estás, amigo?-Le pregunto preocupado.-¿Cómo te ha tratado la muerte?-Añado con ironía.

El escudero se pone mirando contra una pared y ese es su único pudor antes de retirarse la ropa, asarse las zonas mas intimas y quitarse la mugre y la sangre que le cubría todo su cuerpo, la mayor parte de esa sangre era suya. Tiene un cuerpo quizá algo delgado pero de músculos definidos, decorados con las heridas abiertas y cicatrices de todo tipo que ya parecían viejas.

Se pone la ropa de comerciante y no se reconoce a si mismo, el que siempre había vestido con harapos o armaduras ligeras. Sonrie vagamente por primera vez en tiempo.

Lo cierto es que no puede evitar mirar a Roderigo con suspicacia, cada vez que aparece tiene un máscara distinta, desde luego es buen actor.

Una vez limpio y vestido, son conducido hasta la cena: Allí os espera unos grandes recipientes de sangre humana. Cuando estuvo en la casa de Guivanni fue cuidadoso de que el vino no estuviese envenenado pero ahora... no tardó en abalanzarse por los cuencos y allí sucedieron dos cosas muy relevantes.

La primera es que sus heridas se fueron curando lentamente, pudo ver el proceso que normalmente tardaría semanas en cuestión de segundos, algo que le provocó cierto vértigo. La segunda y no por ello menos importante es que la sangre no le supo todo lo bien que que debería, estaba como pasada de fecha y echó de menos poder extraerla de un ser vivo. Y se sintió extraño por ello, su alma aparte de su cuerpo estaba cambiando.

-Fantástico. -Murmuró

Escuchó la explicación del cochero con atención y tenia dudas, dos o tres pero no quiso sumarlas al alud de cuestiones. Pero por lo dicho llegó a la conclusión que de que incluso entre los Condenados hay diferencias filosóficas. También físicas como el problema auditivo de aquella mujer o la transformación de Pietro. Sin duda habían entrado a formar parte de un mundo complejo con cientos de pormenores sin embargo, el solo quería aprender a usar esa capacidad de control mental que habían demostrado ya varios de ellos, o mejor aún aprender a resistirla a voluntad.

Hardestadt y sus aliados se habían marchado, y Roderigo el cochero no tardó en volver a hacer acto de aparición junto con dos criados, con quienes se dispuso a quitarnos las cadenas. Habíamos logrado que Hardestadt no nos ejecutara como había hecho con Paolo y ahora serviríamos como espías para ayudar a hacer caer a Giovanni y los suyos.

Me despojé de mis ropas, quedando completamente desnudo mientras utilizaba el agua de uno de los cubos para lavarme y asearme. Era uno de los pocos que no exhibía heridas, ni por el combate ni por la tortura, por lo que mi cuerpo se hallaba relativamente más limpio que el de la mayoría. Hice especial hincapié en lavarme sobre todo en las axilas, el pecho y vientre, poco preocupado de que los demás pudieran observar mi rollizo cuerpo. Después de haber sobrevivido a nuestro encuentro con Claudius Giovanni, lo que menos me importaba en esos instantes era el pudor.

Una vez que terminé de asearme, procedí a vestirme con las ropas que me ofrecían, aunque decidí conservar mis botas, puesto que en ella llevaba la daga que siempre llevaba encima como protección.

Fuimos conducidos hasta una sala en la que había una gran mesa con numerosos cuencos con sangre humana. Observo que algunos de mis compañeros ya empiezan a alimentarse y decido tomar dos de los cuencos, con intención de degustar aquella sangre hasta la última gota, como si se tratase del manjar más exquisito.

-Delicioso... -murmuro, mientras comienzo a beber el primero de los cuencos, mientras escucho cómo Roderigo nos habla de nuestro actual estado.

Estábamos malditos. Igual que Giovanni y los suyos o que Hardestadt y sus partidarios. Sin embargo, no me sentía maldito, sino todo lo contrario. Me sentía poderoso, más de lo que nunca había sido, notando una gran fuerza en mis manos. A pesar de que el cochero no había hablado demasiado sobre lo que éramos, Bilyana comenzó a hablar sobre espejos, estacas, ajos e iglesias. Se la notaba informada acerca de los mitos e historias populares que hablaban sobre vampiros, devoradores de sangre, historias que se habían extendido desde los Cárpatos.

Observo que Enrico se me aproxima para hablar. Era una suerte que los dos estuviéramos vivos. Aunque la mayoría de los invitados de Giovanni habían sobrevivido, otros como Nathaniel no habían tenido esa suerte.

-Bien. Me siento bien. ¿Y tú? -le pregunté a mi amigo, pensando en lo que nos esperaba ahora. Éramos los instrumentos de Hardestadt, pero eso no significaba que yo mismo no quisiera venganza contra quienes me habían convertido-. Espero que podamos vengarnos de Wenceslas y Marchettus.

Escucho los eternos rifirrafes entre Zaleski y Mctagger. Ahora la noble decía que el deforme Pietro había chillado, Mctagger le decía que no, y Anton intervenía para decirle a Mctagger que el pelirrojo sí que gritaba, como si no hubiera entendido ni la conversación entre la mujer y el joven pelirrojo. Había visto demasiados enfrentamientos como esos como para saber que sólo terminaban de una forma.

-No intervengas en sus peleas -le indiqué a Enrico, en tono bajo-. Tensarán esa relación hasta que se rompa. Nunca acaba bien...

Acostumbrado a la tela áspera de los hábitos  cualquier cosa es buena .Me visto en silencio sin acabar de entender como  he pasado de arrastrarme con una miserable lombriz a  poder  moverme otra vez.Nuestra nueva condición es increíble  y no puedo dejar de mirar  maravillado como ha cambiado el grupo y como han ido , cada uno a su manera, aceptando  su nueva condición .

Una vez vestido y con la sed que me devoraba   satisfecha   es hora de ocuparse de lo importante; el plan a seguir .No soy un soldado  y no pretendo  llevar la voz cantante   pero  ¿no deberíamos   planear algo ?.Entre vosotros hay gente que ha dedicado su vida a las armas   y  estaréis seguramente mas cualificados que nosotros para  guiarnos en lo que que quiera que   vayamos a emprender .

         - Muchas gracias por el consejo lady Katarzyna, creo que sería mejor que nos pongamos de acuerdo entre nosotros cuando estemos a solas dortor Mctagger, solamente creo que debemos avisar a nuestra defensora la idea que de manera prudente y a distancia haya quien siga nuestros pasos para poder dar con nuestros asesinos para que entonces puedan encontrarlos -   Susurra Maria a los otros sobrevivientes una vez liberada y tras haber hecho una breve reverencia a Lord Hardestat y esperar que se retirase; después fue despojada de sus finas y ahora desastrosas ropas frente al resto de los presentes con evidente incomodidad de su parte por mostrar su figura casi tan atlética como la de la guerrera aunque mas baja de estatura y con rasgos un poco mas finos en el rostro, pero la noble mujer evito hacer ningún aspaviento al reconocer la nula reacción que se mostró a las palabras de Anna entonces de una manera mas cauta que antes y tras escuchar a Durga Syn y Roderigo se acerca para decirles a ambos una vez que se vistió sin protestar por la ropa, ya que en muchas ocasiones se había vestido con ropas más humildes y hasta de hombre para disfrazarse:

         - Muchas gracias a ambos por interceder por nosotros antes!    Nos pondremos de acuerdo para colaborar con ustedes ya que nos han dado esta valiosa oportunidad    Pero seremos de mayor utilidad si nos explican por favor lo mas importante acerca de la política, organización, responsabilidades, debilidades y beneficios básicos que debemos considerar entre los nuestros y con los mortales -   La neonata vampiresa sonríe a la pareja mientras que de reojo escucha las palabras de los otros allí reunidos y puso atención en la pregunta de Anton y le respondió:

        - Caballero ... la linda chica que se sentó en la mesa junto a Lord Giovanni me parece que se llamaba ... Marianna ... fue muy discreta y no se exactamente lo que pasó con ella. -       Entonces María mira atenta a Bilyana tras escuchar sus interesantes preguntas y se sorprende aun mas tras reconocer su aguda solución al delicado problema auditivo que presentaba la bella y joven noble con tez ahora aun mas blanca, así que les dice:

        - Si me lo permite muy práctica su solución Bilyana, la felicito!   ....    Por lo visto esta transformación después de nuestra muerte nos afectó de formas diferentes a cada uno de nosotros ... posiblemente cada uno de nuestros asesinos nos ofreció maldiciones y bendiciones diferentes ... así que tal vez el señor Basilio y yo coincidamos y de igual manera los que fueron ... convertidos por el mismo ... vampiro? -     Dedujo y dijo con voz baja al final la duquesa mientras que trataba de identificar diferencias consigo misma

El monje ofrecía una idea interesante, salvo por el detalle de que no estábamos en guerra y que, por mucho que quisieran cabezas, estrictamente hablando solo nos habían pedido localizarlos. No debíamos cazarlos como tan voluntariosamente se prestaban a ello, siquiera enfrentarlos, aunque tenía toda la pinta de que fuera la idea final que había detrás de todo. No obstante, seguro que no harían ascos si al final combatíamos y conseguíamos debilitarlos por poco que fuera.

Por otro lado, la teoría presentada por doña María resultaba interesante, porque presentaba las bases a que se formaran familias. Solo que entonces Dobrich sería considerado y podía ser que hubiera aprendido a tenerlo en cuenta, pero de ahí a pasar a ocupar el puesto de Ivan, francamente, iba un gran camino.

- También escapó. Una última flecha en su huida.

Explico el destino de la cena de Giovanni, aunque la forma de hacerlo deja intuir que más bien se la llevaron o que era una prerrogativa del conde el poder quedarse con ella, cuando en realidad no tenía ni idea de su destino. Pero ninguno necesitaba saber ese detalle ¿verdad?

Todo comenzó a cobrar sentido poco a poco, Allan seguía desconcertado pero los palabras de sus compañeros y los nuevos anfitriones poco a poco le hicieron un mapa de lo que estaba pasando.  Su mente estaba confundida pero aun recordaba bien todos sus estudios médicos y las extrañas muestras de sangre que estaba estudiando cuando fue requerido por el señor Giovanni.

Ahora todo empezaba a encajar y estaba seguro de que aquellas muestras que llegaron hasta su laboratorio en verdad se trataban de muestras de aquellos seres sobrenaturarles.  Todo aquello ya parecía muy lejano e incluso carente de importancia pues la realidad es que ¿realmente estamos muertos? el doctor miraba sus manos desnudas intentando notar la diferencia de la no vida, a pesar de aquello se sentía extrañamente bien, fisicamente nunca se había encontrado mejor y sentía que podía desarrollar grandes proezas con aquel nuevo cuerpo.

He pasado toda mi vida estudianto los misterios de la sangre y es ahora cuando empiezo a ver las respuestas.

¡Y finalmente salió la pregunta que había estado esperando! De entre todas las que podían formularle al cochero, esta la consideraba clave.

- Si, todos hemos muerto - le confirmé dedicándole una sonrisa irónica - Y si hemos muerto y no estamos en el Cielo, eso significa que la Tierra es el Infierno.

Quizás nadie se había planteado ese detalle, solo que mi idea iba mucho más allá tal y como pronto desarrollaría.

- Del mismo modo, como podemos seguir interactuando con este mundo, debemos deducir que nos hemos convertido en demonios y ya cada cual debería pensar en sus pecados. Quizás así podáis averiguar en qué tipo de ser infernal os habéis convertido.

Sería hipócrita considerarse libre de pecado, de ahí que la realidad que les presentaba fuera tan aterradora.

Sopesó las ideas que se planteaban sobre su inmortalidad y su actual condición. Había oído cientos de cuentos parecidos, y al parecer uno era cierto. Y si uno lo era, ¿por qué no iban a serlo más? Supo, sin saberlo de facto aún, que no eran las únicas criaturas malditas en esa tierra de creyentes y paganos. Y se preguntó cuál sería su sitio

Cierto, no poseía la fe que muchos otros profesaban, pero no ignoraba algunos pasajes sobre la vida de su Dios. Y se preguntó también si era Él quien la había creado así. Al parecer Hardestadt y sus acompañantes no saciarían esa curiosidad, y tampoco contaban con tiempo como para pasar noches enteras hablando sobre ello, pero se guardó el pensamiento en un rincón oscuro de su cabeza, en la memoria de cuanto estaría por suceder y del origen mismo de su existencia. Puede que la niña hubiera muerto, pero aún se consideraba como tal. No poseía ni los conocimientos para responder ni la habilidad de preguntar. Así que, como hasta ahora, se mantuvo en silencio observando y escuchando a los demás. Es lo que las niñas buenas hacen...