Partida Rol por web

Pensé que habíamos concluido que no tenia sentido intentar ,lo más discretamente posible, romper las cadenas, forzar la puerta o reventarla, evitar a los guaridas , encontrar la salida y encontrarnos Dio... a saber donde Sonrío .De todas formas como veis yo no podría acompañaros ya que ni siquiera puedo caminar y solo sería un estorbo-Así que si vais a planear algo preferiría no escucharlo para no poder perjudicaros .

El árabe resopló cuando escuchó la idea de Byliana. No era que no le agradase la propuesta de liberarse de sus cadenas y atacar a los que lo mantenían cautivo, pero las probabilidades de éxito para él parecían prácticamente nulas. - ¿Y a cuántos soldados de Hardestadt lograríamos derribar antes de desfallecer, como ya lo hicimos una vez en la mansión Giovanni? ¿Dos o tres, cada uno, cuando mucho? Nuestros captores parecen saber más de nuestra condición que nosotros mismos, y hasta ahora, lo único sensato que se me ocurre sería negociar por nuestras vidas. - Responde, tratando de elaborar lo mejor posible su visión. - Por lo que sabemos, Giovanni piensa que hemos sido masacrados por las tropas de Hardestadt cuando nos dejaron a nuestra suerte en el castillo, ¿correcto? Si logramos convencer a estas personas de que, con nosotros de su lado, tendrían el factor sorpresa a su favor para devolver el ataque y acabar con la conspiración, puede, que tengamos una oportunidad para salvar nuestra existencia. - Propone el mercader, como si se tratara de una transacción comercial. - Nuestra vida por la de los conspiradores. Tal vez y sólo tal vez, así, lograríamos pagar el favor y ser libres de nuevo. Es un buen trato.

-Hasta ahora no habéis dicho nada que resulte de utilidad, en cambio vuestros amigos sí que están hablando, bastante más y cosas mucho más interesantes -dice Hardestadt que por un momento mira a la anciana que está sentada en la habitación observándoos

-¿Por qué iba a torturaros? Me habéis dicho lo que sabéis -dijo la mujer mirando a la anciana, después vuelve la mirada hacia ti-. Podéis volver con vuestros amigos

Dos guardias van por ti y te llevan a otra sala de tortura, en esta ocasión más grande que la anterior donde se encuentran la mayoría de los demás invitados

-No ha sido tan difícil, ¿verdad? -te pregunta la mujer mientras entran dos guardias, con sorpresas ves como no te torturan, sino que vuelven a llevarte, esta vez por un camino diferente al anterior. 

Te conducen hasta una sala de tortura aún mayor, allí ves a la mayoría de tus compañeros atados a la pared, ninguno parece haber sufrido heridas nuevas

El hombre hace un gesto hacia la puerta, de repente se abre y por un momento tienes la esperanza de que se hayan apiadado de ti y te lleven algo de beber, pero no, de un movimiento con la mano del hombre que te interrogan los dos guardias te alejan de allí, te conducen por un pasillo distinto al que has venido, hasta que acabas en una sala de tortura aún mayor a la que acabas de salir, allí están la mayoría de los invitados, incluido Etienne, ninguno de los presentes parecen tener heridas nuevas

- ¿Por qué debería mi señor? Sus conspiradores al menos tuvieron la decencia de tratarme con respeto, algo que usted ni siquiera ha intentado - le hecho en cara su poca decencia - y además tiene el nivel muy bajo, al fin y al cabo ellos terminaron por matarme.

No había necesidad de ocultar ese hecho, especialmente cuando quería resaltarle lo sencillo que podía tener mi colaboración.

- Entonces, dígame, ¿qué puede ofrecerme mi señor?

-¿No sabes nada más? -el hombre miró a la anciana que os observa en todo momento en silencio-. Vaya.... está bien.

La puerta se abre y dos guardias entran, te agarran y te llevan por un pasillo distinto al que has recorrido para llegar allí, te llevan a una sala de tortura más grande de la que acabas de llegar, pero no está vacía los demás invitados de la cena están allí, o casi todos, ninguno parece haber sufrido nuevas heridas. Te encadenan a la pared junto a ellos

La joven que está delante tuya parece decepcionada de que empieces a hablar tan pronto, sin necesidad de tortura. Cuando acabas de decir todo la puerta se abre y entran dos guardias entran, te agarran y te llevan por un pasillo distinto al que has recorrido para llegar allí, te llevan a una sala de tortura más grande de la que acabas de llegar, pero no está vacía los demás invitados de la cena están allí, o casi todos, ninguno parece haber sufrido nuevas heridas. Te encadenan a la pared junto a ellos

-¿Ofrecerte? -Hardestadt suelta una carcajada-. Una muerte rápida y es más de lo que te mereces

Solo quedáis vosotros cuatro, no han vuelto nadie más, no sabéis si volverán o ya están muertos, entonces la puerta se abre por última vez llevándoos a los que quedáis.

Te separan de los demás llevándote a una habitación que contiene varios utensilios de tortura, una vez allí te atan. En esta ocasión no está Hardestatd, sino que quien se encuentra allí es una mujer, otra mujer, una anciana vestida con falda y un pesado mantón está sentada en una silla en una esquina presenciándolo todo. Se mantiene sentada en silencio, observándolo todo con sus ojos preternaturalmente brillantes.

-Cuentame los detalles del plan de los conspiradores y los nombres de los implicados -dice la mujer que está en frente tuya

Te separan de los demás llevándote a una habitación que contiene varios utensilios de tortura, una vez allí te atan. En esta ocasión no está Hardestatd, sino que quien se encuentra allí es una mujer; otra mujer, una anciana vestida con falda y un pesado mantón está sentada en una silla en una esquina presenciándolo todo. Se mantiene sentada en silencio, observándolo todo con sus ojos preternaturalmente brillantes.

-Cuéntame los detalles del plan de los conspiradores y los nombres de los implicados -dice la mujer que está en frente tuya

Te separan de los demás llevándote a una habitación que contiene varios utensilios de tortura, una vez allí te atan. En esta ocasión no está Hardestatd, sino que quien se encuentra allí es otro hombre de metro sesenta de alto con enormes verrugas supurantes que cubren la mayor parte de su piel; una mujer, una anciana vestida con falda y un pesado mantón está sentada en una silla en una esquina presenciándolo todo. Se mantiene sentada en silencio, observándolo todo con sus ojos preternaturalmente brillantes.

-Cuentame los detalles del plan de los conspiradores y los nombres de los implicados -dice el hombre que está en frente a ti

Te separan de los demás llevándote a una habitación que contiene varios utensilios de tortura, una vez allí te atan. En esta ocasión no está Hardestatd, sino que quien se encuentra allí es otro hombre; una mujer, una anciana vestida con falda y un pesado mantón está sentada en una silla en una esquina presenciándolo todo. Se mantiene sentada en silencio, observándolo todo con sus ojos preternaturalmente brillantes.

-Cuentame los detalles del plan de los conspiradores y los nombres de los implicados -dice el hombre que está en frente a ti

Una gran cantidad de guardias entran en la sala, por un momento teméis que os hayan escuchado y sepan de vuestras intenciones de escapar, pero veis que entran más integrantes de la cena, ninguno parece haber sufrido daño, son encadenados a la pared junto al resto. Miráis a todos los presentes y veis que solo faltan cinco integrantes: Robert, Piero, Pietro, Paolo y Anna

- Temo que eso es inferior a lo que ellos me brindaron mi señor.

Se trataba de una observación más que nada, pero una que me daba pie a seguir.

- ¿Qué os impide ser razonable? ¿Ella? - miro a la anciana - ¿Acaso debería hablar con usted?

Pregunto por si ese era el verdadero motivo que coartaba a Hardestat.

Me inclino de hombros, pero cuando entran los guardias me quedo quita. Aunque no parecen haber escuchado, sino sólo traer más víctimas.

Cuando los guarduias se hubieron ido, suspiro. Miro al mercader y niego. Se están preparando para matarnos. ¿En serio crees que aquí atados tenemos una mínima posibilidad de sobrevivir? Yo no.

Cuando dos de los guardias introducen a Etienne en la habitación, parece bastante entero: no ofrece aspecto de haber sido sometido a tormento.

Se deja encadenar sin oponer resistencia, y, cuando los guardias se han marchado, habla al resto.

 - No me han torturado - explicó - Les he contado la verdad: que ninguno de nosotros sabíamos nada de ninguna conspiración, y que Giovanni nos obligó a participar en esa cena sacrílega. Bilyana tiene razón: van a matarnos. Tenemos que presentar resistencia.

Dicho esto, intentó también zafarse de las cadenas: si podían librarse de ellas al menos un par de prisioneros, y liberar al resto, tendrían una pequeña fuerza con la que plantar cara a sus captores.

Etienne no creía que fueran a salir de aquella fortaleza: pretendía caer con honor a toda costa.