Partida Rol por web

Kokoro no tuvo tiempo de coger aire antes de sumergirse, por lo tanto no será capaz de aguantar mucho más, sólo tiene segundos. Sojiro por su parte hace el mejor esfuerzo en quitar la pinza de allí, pero cuando le da el golpe, lo que se rompe es su martillo, el mango se parte en dos y la parte pesada le rebota en la cabeza, haciéndole perder el conocimiento por unos instantes.

Mientras va por el medio del aire, Fleriel hace una voltereta a la vez que arroja un puñado de cuchillos hacia el cangrejo, la mayoría de los cuales rebota inofensivamente en el caparazón. Sólo uno va a parar a la boca de la bestia en el momento en que la abre para escupir espuma, se oye un chillido de dolor y, finiquitado por el último sablazo de Kei en ese mismo sitio, el cangrejo se desploma y cae encima del guerrero, aplastándolo.
Fleriel aterriza de pie junto a Jay-Jay, que está ayudando a Argento con la cuerda a subir a los niños.

Todo es silencio, excepto por el burbujeo constante de Kokoro, pero no es el único, hay más burbujeos en otras zonas de agua más profunda. Se hacen cada vez más grandes y ruidosos, hasta que el agua se levanta repentinamente, salpicando violentamente: aparecen tres cangrejos más, esta vez casi del tamaño de las embarcaciones ancladas en el astillero. Se aproximan al grupo moviéndose de costado con intenciones poco saludables para los héroes.

Al morir el primer cangrejo, se desintegra en una nube de humo violeta, dejando allí un pergamino y una botellita con un líquido de color celeste verdoso, así como también su pinza, que sigue sobre la pobre maga. El pergamino no se arruina con el agua.

Cuando Sojiro recobra el sentido y ve los tres nuevos amigos que aparecieron a saludar, casi se desmaya de nuevo. 

Al recobrar el sentido y ver los tres nuevos cangrejos se me escapa un grito "muy varonil".

—¡IIIIIIIIIIIIIIIIIIIIH!

Cojo el martillo como puedo y voy rápidamente a liberar a Kokoro. Hay que sacarla de allí e irnos cagando leches.

—¡Vamos, me cago en la p***! ¡Nos tenemos que ir cagando leches, troncos!— grito mientras hago fuerza para liberar a mi amiga.

Fleriel me señala donde golpear con sus cuchillos.
Y sosteniendo la espada, simplemente musito "Esto lo hacemos juntos, Roldán", y descerrajo un mandoble en la cara del monstruo.

Noto como cae, noto como está a punto de hundirse. Hago una pose y...
- CHAAAAAAF -

Sep, es el precio de las poses. Yo no soy Dante, al fin y al cabo.

— E... Epa ¡Kokoro! ¡Que te nos ahogas! ¡Soji, tu tambien, coñe! — digo tras quitarme de enmedio el cangrejo. Y hago lo mejor posible por sacar a ambos de las aguas, dando prioridad a la pobre de Kokoro, que lleva más tiempo ahi — Venga vamonos de aquí

Tomo el botín que ha soltado el cangrejo, y dejando que ambos se me apoyen encima, en los hombros, me dirijo al barco
— Esto es TRAMPA caray ¡Acabamos de vencer a uno, y ahora hay tres! ¡BRUJA! ¡Si tu, la pelirroja! ¡Esto es JUEGO SUCIO! Algun dia nuestra maga podrá invocar un ratón eléctrico o algo así ¡Y TE VAS A ENTERAR!

Y sigo caminando hacia el barco de Fleriel. Que no quiero separarme de los peques.

En cuanto noté de nuevo la brisa sobre la cara tosí para echar el agua que había llegado a tragar, respirando bocanadas de aire con dificultad y cierta urgencia. Me sentía agotada y sin ganas de seguir luchando...

Además, ¡el cangrejo que tanto nos había costado vencer se había esfumado! No habría deliciosa cena para celebrar haber salido con vida después de tantos contratiempos (entre ellos: haber sido partida por la mitad, recompuesta y casi ahogarme).

Suspiré quedamente justo en el momento en el que emergían otros tres cangrejos, mucho más grandes que el que acababan de vencer... —Eeeehhh... espera, ¡tiempo muerto! ¿Se puede saber qué tienes contra nosotros? ¿Y por qué puedes invocar tantos bichos?— alcé la vista para buscar a la maga en cuestión. Era poderosa, no se podía negar.

Me había enganchado a la espalda de Kei como una lapa. —¡A ver si llegamos al barco! Y sino...— me mordí la uña del dedo pulgar con cierto nerviosismo —, tendremos que unir fuerzas para atacar a la invocadora— aunque en esos momentos yo no podía hacer gran cosa, la verdad sea dicha.

Estiré la mano hacia la maga pelirrosa, con los dedos extendidos hacia su figura. —Magic trick— pensaba cambiar su ropa por algo tan humillante que le avergonzara siquiera seguir ahí, a la vista de todos los presentes, obligándole a retirarse.

_{(A elección de cada uno, ambas opciones me parecen fabulosas)}

Cuando veo como el cangrejo estalla en una nube violeta freno mi carrera por saltar del barco quedándome justo asomada en la barandilla de la cubierta. Entonces es cuando veo los otros tres cangrejos emerger.

—La madre de…— Me giro hacia el guerrero que está recogiendo el botín para gritar.—¡Recoge mi estoque también y sube! ¡Hay que salir de aqui!— Sin esperar a ver si recogía mi arma o no corrí de nuevo junto a la timonel y empecé a ayudar yo también a Argento a subir a los niños y al trio de héroes.

Me encojo de hombros, y clavo el estoque en la parte carnosa de la pezuña, para poder llevarme ambos.
Porque eso de sostener un estoque con los dientes sólo consigue una cosa. Que puedas ir del Joker en Halloween, todos los años

"¿Sabes como me hice estas cicatrices?"
"¿Fleriel me pidió que sostuviese el florete en la boca?"
"Fleriel me pidió que sostuviese el florete en la boca"

Como sea, la duelista nos ha salvado, y me ha dado la clave para cargarme a Mecha-Crabby. Así que toca correr, y devolverle el favor cuando podamos.

La bruja ya no está allá, imposible saber cuánto hace que se ha marchado. Estos nuevos monstruos deben haber demorado más en aparecer o tal vez hayan quedado como resto de energía mágica sobrante.

De alguna forma la adrenalina hace que Sojiro aparte de un empujón la pinza y Kokoro pueda salir, tosiendo y escupiendo el agua salada que le ha dejado un sabor desagradable en la boca así como también una molesta sed.
Los niños subieron con Argento y Fleriel y el resto está en proceso. Cuando los tres cangrejos ya están rodeando el barco y uno levanta una pinza para estamparla en la cubierta, de pronto se oye un potente cañonazo y toda la extremidad de la criatura se hace añicos. Desde donde ahora está saliendo el sol pueden ver otra embarcación, algo más grande que la goleta, navegando con el babor encarado hacia ustedes.

Distinguen cerca de la barandilla de aquel barco un hombre vestido con una casulla blanca y estola azul, llevando una mitra en la cabeza, acompañado por otro señor más bajito, rechoncho, con poco pelo en la cabeza y un bigote castaño muy poblado, que Fleriel identifica enseguida como el gobernador Cornelius. Con ellos está el niño que habían visto en el hotel.
Más cañonazos y proyectiles que impactan en los cangrejos gigantes, despedazándolos completamente. Sus restos se disipan en nubes violeta de la misma forma que el primero.
—¡Traten de acercarse! —les grita el señor gordo, está medio lejos, pero se oye—. ¡Mi hijo me lo ha contado todo! ¡Traigan a los niños para que el obispo pueda curarlos!

—¡Oído!
Jay-Jay regresa rápidamente al timón para virar y enfilarse hacia aquel navío que acaba de aparecer. No tardan mucho en aproximarse lo suficiente como para que se puedan poner tablones que comuniquen un barco con el otro.
Delfine y Vastin van corriendo al encuentro de aquel obispo, a quien abrazan y él les sonríe con dulzura. Les pone la mano sobre la cabeza a cada uno, brilla tenuemente y acto seguido ambos recuperan la voz.
—¡Mil gracias! —exclama Vastin con un tremendo grado de alivio y le da otro abrazo. Delphine emite un par de vocales para confirmar su habla, pero permanece en silencio.
—Menudo lío en el que se han metido.
El obispo habla con una voz tan venerable como su aspecto. Lentes redondos, nariz aguileña y una barba sumamente prolija, igual de blanca que sus vestiduras.

Algo agotado de tanto correr, de combatir, de cargar y de escalar al barco, me dejo caer de rodillas al suelo

— Gracias, señor — le digo al hombre que tiene pinta de mandamás, ese señor bajito, rechoncho, algo calvo y con bigote blanco — Entre nosotros podíamos con uno, pero contra tantos, ya sería demasiado. Por cierto, mi nombre es Kei. Kei Ýarugä. Y estoy en deuda con usted por haber cuidado a estos pequeños.

Y contemplo al obispo. Un hombre santo, por lo que parece. Intento fijarme en un detalle: Recuerdo que el símbolo de Uvborth es un gran sol, el de Varus es una cruz, y el de la diosa fea, or-FEA, era una luna muy cutre.
¿Que símbolo llevará este noble señor?

— Vastin,Delfine... ¡Me alegro de veros, hermanitos! — en verdad, es como si fuesen los hermanos pequeños de todos los del gremio — Aunque aun no estamos fuera de peligro. La bruja sigue suelta, y me temo que estén con ella El Caballero Negro, y el guia Igurn

Fijándose en el obispo, ven que tiene los tres símbolos divinos estampados en oro en su estola: el sol, la cruz y la luna, en ese orden. Tanto la estola como la casulla están decoradas con ribetes dorados.

Ya nos veíamos hundidos y en manos de las pinzas de esos cangrejos cuando otro barco vino en nuestra ayuda. Un obispo parece comandarlo, acompañado por el chiquillo del hotel quien al parecer ya ha recuperado el habla a tenor de lo que el señor nos dice.

Me llama la atención que tenga 3 símbolos divinos estampados en su estola, y yo sin dudarlo le enseño el mío como para identificarme. Sonrío aliviado al ver cómo Vastin y Delfine recuperan su voz.

—Hola su santidad. Soy Sojiro, clérigo al servicio de Orphea. Muchas gracias por ayudarnos y lamentamos las molestias ocasionadas. Si me lo permite, quisiera sanar a mis compañeros antes de nada.

Si el obispo no pone objeciones comprobaré el estado de salud de Vastin y Delfine en primer lugar, leugo a Kokoro y finalmente a Fleriel. No, no voy a revisar a Kei, él es duro como una piedra.

No sabia quienes eran, pero cuando los cañones sonaron empezando a derribar a los cangrejos me alegre que por una vez tuviéramos refuerzos.  El barco rápidamente se puso rumbo a la embarcación aliada y usando aquel breve momento de suspiro me quite los restos del ajado vestido y sacando algunas de las telas de mi petate acabé cubriendome con unas ropas mucho mas cómodas. Realmente agradecía poder volver a mi vestimenta habitual y dejar atrás los días de uniforme de mucama.

Cruzando aquel puente hecho de tablones llegue a la embarcación aliada. En cuanto llego a los dos quienes lo dirigen clavo una rodilla en el suelo.

—Arch...—En cuato había bajado la rodilla había notado un dolor insoportable y casi había perdido el equiibrio. Probablemente mi pensamiento sobre alguna costilla rota durante el combate era mas cierto de lo que me hubiera gustado.

—Archiduque Cornelius y... obispo Vivaldi si no me equivoco.—Completé mi frase esta vez correctamente mientras inclinaba levemente la cabeza y llevaba mi mano al pecho para realizar las presentaciones.— Fleur von Eiterzental Mariel , de la casa Boland de Chaville. Fui enviada por la guardia ante una sospecha de asesinato a vuestras personas. Me encargaron investigar y averiguar si era segura vuestra participación como jueces.— Mi mano sale de bajo las telas que me cubren para poner a disposición un pergamino cerrado con un sello lacrado perteneciente a la guardia de Chaville en el dorso, aquel documento que acreditaba mi misión y estaba firmada por el sargento de Chaville.

—Gobernador Cornelius...— Tras un momento en el que parezco dudar en como dar la siguiente información vuelvo a hablar.— Su muerte fue ordenada por  el rey Grilloc de Dustrun. Descubrimos al asesino, frustramos sus planes y conseguimos sacarle algo de información, pero lamentablemente escapo y nos vimos abrumados por las fuerzas enviadas.

Mi hechizo no surtió efecto alguno, ¡la muy bruja ya no estaba al alcance! Ni siquiera a la vista... ¿en qué momento se habría esfumado? Me dejé llevar por Kei hasta la embarcación.

Una vez en la cubierta del barco, me quedo a cuatro patas para terminar de toser lo que me quedaba de agua, ¡me picaba la garganta como mil demonios! Seguramente por la sal... o por todo lo que ya había tosido. Alcé la vista lo justo para ver allí a personas que no conocía y al crío que habíamos ayudado en el hotel. —¡Eh! ¡Te conozco! ¿No te había dicho que te quedases a salvo?— y ahora estaba en medio de todo aquel embrollo, siendo emboscados por enormes cangrejos que nada tenían que ver con el que acabábamos de vencer a duras penas.

Por suerte, los cañonazos de otros barcos parecieron aliviar los miedos, acabando en un abrir y cerrar de ojos con la amenaza. —¡Alaaa! ¿¿Todos son aliados?? Pero no son del gremio... ¡Pero nos han ayudado!— los anotaría, pues, como caras amigas, no tenía dudas de ello.

—En realidad vinimos de vacaciones... Nos tocó en una tómbola, ¡pero no sé lo que ha pasado! De repente todo se ha llenado de soldados y venían a por nosotros... ¡Ni siquiera he podido disfrutar de un día de playa! ¡Sacrilegio!

Y pensando en el cangrejo de antes... —Kei, ¿me dejas que eche un vistazo al botín?— el pergamino era lo que más me interesaba en primer lugar.