Partida Rol por web

Tras recordar ese relato interesante me habla Orphea.

—Si me pides información muy jugosa tiene que ser información realmente interesante. Veamos... oh. Puede que esto te guste.

Le cuento a Orphea sobre un estudio que leí en la biblioteca acerca de los efectos de la luna en el entorno del mundo y en el comportamiento de la gente, y comento mis teorías al respecto añadiendo lo que sé de mi mundo de origen y que seguramente también será de aplicación aquí, además de explicar mis propias teorías teniendo en cuenta eso.

—Para que luego digan que la Luna solo sirve para citas románticas o para iluminar el cielo nocturno. ¿No crees, diosa? Espero que eso te satisfaga como pago a cambio de esa información— le digo con una amplia sonrisa. Si no es suficiente no me importa, le regalaré esa información.

Le observo. Al hombre de aspecto santo. Segun recuerdo lo que nos dijo Medev ¿O fue su hija Airi? Cada deidad tenia un simbolo: Uvborth era  un sol, Orphea era su cara fea (Mentira, era la luna).

Estoy casi por ir a acercarme a él, y preguntarle acerca de Varus. Pero ese mogollón de soldados hace que me lo piense dos veces.

— Chicos, en Dustrun los soldados eran humanos, no enanos. Pero con todo, me gustaría hablar con el Páter, con el Sacerdote de Varus. Pero cuando solo cuando los soldados esten algo más lejos, y no tengamos que pelearnos con 6 soldados y 1 tuerto. Con todo ¿Os suena de donde pueden ser, y que intereses tiene su reino en todo esto?

En verdad, quiero coordinar mis movimientos con Soji, pero tambien aprender de Kokorín.
Sin embargo, ¿Quizá me suene la enseña de los soldados? ¿O su acento, o algo? En verdad sólo conocimos a un enanito, Ulfy.

Frunzo el ceño ante el comentario de Kei, miro hacia los soldados y luego me vuelvo a girar hacia mi amigo.

—¿Enanos? ¿Acaso has visto al del parche? ¡Que te saca una cuarta y media, tronco! ¡Si él es un enano nosotros somos microbios! Ay, a ver si es que vas a necesitar un oculista...

Niego con la cabeza antes de acercarme al sacerdote.

—Buenos días, su excelencia. Somos viajeros y mi amigo querría hablar con usted. ¿Podría dedicarnos un poco de su tiempo?

Miro de reojo a Kei y le indico con un gesto que se deje de tonterías y hable con él.

—Lo que no me cuadra es un enano Papa. Esto no es lo que enseñan en los videojuegos— miré con el ceño fruncido al anciano enano, tratando de distinguir si era un enano de raza enana o un humano con enanismo.

Como tampoco me interesaba demasiado el asunto, me quedé tras Sojiro por no separarme del grupo, pero guardé silencio.

El señor se muestra afligido mientras observa a la comitiva marcharse. Cuando se acercan ustedes pone una sonrisa para recibirlos con cortesía, pero se nota que no lleva un humor muy alegre ahora mismo.
—Claro, con mucho gusto —le responde a Sojiro, para luego ojearlos a los cinco uno por uno.

Cuando separa las manos para llevarlas a la espalda, notan que lleva un anillo de oro en el anular derecho.

—Mi nombre es Reolus, soy el obispo de Chaville. ¿En qué puedo servirles?

Vale, dicen que la curiosidad mató al gato. Pero no podía contenerme, ¡simplemente era imposible!

—Oiga... ¿Y por qué un enano se haría sacerdote o Papa o lo que sea? ¿No se dedicaban a cavar túneles?— las preguntas iban con curiosidad infantil, sin un atisbo de maldad.

No se me escapa el ánimo del sacerdote. Parece que aquí ocurre algo.

Me llevo la mano a la frente tras escuchar la pregunta de Kokoro. Genial, espero que no acabe provocando que tengamos que huir de aquí y luego ir a por el orbe a las bravas...

—Mis disculpas, ella es así de curiosa— me apresuro a añadir para evitar cualquier mal mayor.

Cuando ambos acaben de preguntar le enseñaré el documento que me firmó el Monseñor Vivaldi para que me permita entrar en la gruta Bordeaux para tomar un poco de agua milagrosa.

El obispo levanta una de sus inmensas cejas, retrocediendo un paso, sin saber cómo reaccionar a Kokoro.
—No... No tenemos Papa en la Iglesia Trinitaria, ese está en Luebech. Y creo que no deberías estereotipar las razas, jovencita.
Luego cierra los ojos, suspirando, y los mira con cara de cansado.
—¿Era sólo eso lo que querían preguntarme? Porque estoy muy apretado de tiempo, siendo más ahora, que las aguas están perdiendo su poder. Espero que ustedes no hayan venido a Chaville sólo por eso, porque se llevarán una decepción.

Porque estoy muy apretado de tiempo, siendo más ahora, que las aguas están perdiendo su poder.

Eso me ha alarmado. Si el agua milagrosa pierde su poder no podré curarle el ELA a Isaac.

—¿Cómo es eso, su excelencia? Yo esperaba poder tomar un poco de esa agua para sanar a un amigo— espero a que el obispo se explique, si lo hace —¿Hay algo en lo que podamos ayudar? Soy un sacerdote al servicio de Orphea.

—Oh, perdone— bajé las orejas, pero con el lazo no se podía ver. —Es que me había llamado la atención.

Sobre el tema del agua, parecía que a Sojiro le había alarmado más. También era el que entendía del tema.

—¿No se puede santificar o hacer algo de eso para purificarla? Haremos lo que podamos para que no pierdan su poder— en mi voz había una firme decisión al decir esto último.

Cuando lo vimos antes, me fijé en un detalle.
La Cruz.

El símbolo de Uvborth es un sol a modo de aureola. Orphea tiene una luna. Y Varrus tiene un bastón y una cruz.

— La vida es un regalo del Gran Varrus, hasta que se acaba. Si las aguas, que son otro de sus dones, pierden su poder, entonces todos debemos de preocuparnos.

— Somos un grupo de aventureros intentando hacer el bien ¿Podría contarnos que está sucediendo exactamente con las aguas? Al fin y al cabo, nos concierne a todos los vivos, y es responsabilidad de todos nosotros ayudar"
Cuando digo el nombre de Varrus, lo digo con un tono de reverencia. Al fin y al cabo, un dador de vida es algo que me fascina.

—Lo que dices es cierto —responde el obispo a Kei—, pero no es esa la razón, a menos que de verdad sí sea designio de Varus. Yo lo he pensado como una prueba.

Viendo lo dispuestos que están a ayudar, se le dibuja una sonrisa que demuestra alivio y se da la vuelta, pidiéndoles que lo sigan. Se mete entonces en la catedral, una estructura inmensa y majestuosa, similar a la que vieron en Dustrun, aunque solamente Sojiro entró.

—Lo que permite que las aguas obren milagros es un orbe de gran poder, al que dedicados clérigos de Varus mantienen rituales las veinticuatro horas del día. Imagino que ya se verán venir cuál es el lío, ¿no?

Mientras habla, los conduce hasta su despacho y se pone a buscar entre los cajones de su escritorio hasta que saca un pergamino en blanco y moja una pluma en el tintero.

—Nos robaron ese orbe —continúa, cada vez más cabizbajo—. Bueno, al menos eso es lo que se piensa, pero, ¿qué otra cosa va a ser? No pudo haber desaparecido así nomás.

Se le escapa un tono gruñón, donde enseguida carraspea y se corrige.
—Lo siento. Les agradezco el ofrecimiento.
Termina de escribir en el pergamino, lo sella y se lo da a Sojiro.
—Vayan e investiguen. Rogaré a Varus que los proteja y los guíe.

Vaya. El orbe.

Justo lo que debemos de buscar, incautar y proteger.

— Le ayudaremos... Una cosa mas,le ruego ¿Puede enseñarme a orar al Gran Varus? No espero llegar a comulgar como un clerigo, pero si pudiera llegar a oir su guia, seria muy necesario en esta época de inquietud e incertidumbre.

Luego miro al resto. Cada vez me preocupa mas nuestra mision como Cruzados 

Sigo al sacerdote y escucho lo que tiene que decir. Genial, lo de las aguas milagrosas es cosa del orbe. ¿Eso quiere decir que no podré conseguir el agua milagrosa para Isaac?

—Pues tiene pinta. No se preocupe, nosotros lo investigaremos. De hecho me conviene porque necesito un poco de agua milagrosa para un amigo que está enfermo— le explico enseñándole la autorización que me firmó el monseñor Vivaldi.

Tras tomar el pergamino espero a que nos quedemos solos.

—Parece que se nos han adelantado. Tenemos que pillar por banda a esos desgraciados.

—Lo que permite que las aguas obren milagros es un orbe de gran poder, al que dedicados clérigos de Varus mantienen rituales las veinticuatro horas del día. Imagino que ya se verán venir cuál es el lío, ¿no?

Ante la pregunta me encogí de hombros y miré a mis compañeros mientras murmuraba: —¿Que han dejado de hacer rituales las veinticuatro horas para ir al baño?

Lo que no esperaba era que la respuesta a la pregunta hecha por el enano sacerdote fuera el orbe. El dichoso orbe que tenían que buscar ya no estaría donde lo tenían que buscar.

—¿Y si, hipotéticamente, el orbe no estuviera seguro donde estaba porque lo necesitan para salvar el mundo? ¿No habría ninguna otra manera de conseguir esa agua milagrosa?

Miré el pergamino enrollado que había firmado y entregado a Sojiro, me encogí de hombros.

—Gracias, haremos lo que podamos por ayudar.

—¿Enseñarte a orar? —repite el obispo, levantando las cejas—. No hace falta que te enseñe a orar. Simplemente habla con Varus, en cualquier lugar y momento. Es mejor, sí, si hay silencio y estás solo, pero vamos. No esperes tampoco oír su voz, sino que te responderá a traves de las personas, en el día a día.

Mientras le habla a Kei, recibe el permiso de Vivaldi en la mano y lo va abriendo para leerlo.
—Ya veo... Bien, sirve, pero sólo es un permiso para visitar, no para investigar. Presenten esto que les daré ahora y no tendrán problemas a la hora de husmear un rato.

—¿A qué te refieres con "salvar el mundo", pequeña? —pregunta ahora, con una mirada bastante indagadora, a Kokoro.
—Bueno, hemos estado buscando otra manera de restaurar el poder a las aguas, pero recuperar ese orbe sería la más fácil.

Reolus se despide de ustedes, los invita a retirarse de su oficina mientras él continúa sentado en el escritorio, leyendo unos papeles.

Rezar a Varus es tan sencillo? Vale que comulgar con una deidad puede ser complicado, pero si nos da alguna guia, pues mejor.

Pero el asunto de los orbes cada vez se pone mas turbio ¿Necesitamos privar a un pastiche de París de un agua de vida? ¿Condenariamos a una hilera de parisinos a morir una muerte horrible?

A ver, que no son los de nuestro mundo!

Le dedico una miradita a Soji

— ¿Y bien? ¿Que dice el pergamino?

—Acabo de decirles, chicos —responde el obispo desde el escritorio, elevando un poco la voz para que lo oigan desde la puerta—, que es un permiso. No se les ocurra abrirlo, ya que si rompen el sello, perderá su validez.

El sello de lacre tiene una insignia de una mitra sobre una corona de laurel.

Encuentro entrañable la preocupación de Kei acerca de cómo rezarle a un dios, sobre todo teniendo en cuenta lo mucho que se burlaba de Orphea en el pasado.

Iba a responder a mi amigo pero el obispo se me adelantó.

—Pues eso. Será mejor que no perdamos más el tiempo y vayamos a investigar. Me preocupa lo que sea que estén tramando con el orbe o las aguas.

Me dispongo a liderar el camino pero tardo dos segundos en recordar que no conozco la ciudad.

—Eeeh... señor Moses, ¿podrías guiarnos, porfa?