Partida Rol por web

—La verdad es que queríamos disfrutar de la naturaleza. A mí me sienta bien respirar el aire limpio— respondo a Airi para evitar dar explicaciones innecesarias.

Escucho atentamente las explicaciones de la elfa, quien nos está ayudando a entender el mapa. Si hubiera estado antes no habría estado guiando yo con el mapa al revés hasta el punto de perdernos...

—Con 5 años... pues sí que debe ser un prodigio—miro a Kei como preguntándole para qué diablos nos necesitan a nosotros si hay gente así en este mundo.

Mientras estaba bebiendo agua, la frase me hace escupir hasta lo último que tenia en el gaznate

 — ¡Por la nariz de Cleopatra y los mofletes del César! ¡Si con cinco años apenas estabamos aprendiendo el Hiragana! ¡Y hasta bien aprendido ese, y el Katakana, no aprendemos los primeros Kanji!

> ¿Y tu padre ya doblegaba los elementos con esa edad?

Tras oir eso, me deprimo y empiezo a escribir espirales en el suelo con el dedito

"の.... の.... の...."

—Bueno, doblegar los elementos es un poco exagerado... él solamente purificaba cosas y encendía luces cuando comenzó.

Parece como si quisiera preguntarles algo, abre y cierra la boca intermitentemente, hasta que finalmente se anima.
—Disculpen, pero llevo rato sin entender nada de lo que dicen, ¿son expresiones de la ciudad?

—  Sigh... verás, son expresiones de NUESTRA ciudad. No somos precisamente de aquí. Sinceramente, estaría mucho más tranquilo si pudiesemos contarsoslo a ti y a tu padre en el refugio de su casa, ya que es a él a quien nos mandaron, y Ozax nos pidió prudencia. No es por tí ¡Es por miedo a que nos quieran emboscar otra vez! Ya tuvimos bandidos olisqueandonos en la nuca hace un rato. Y me preocupa que puedan tener a alguien escudriñando bajo algun seto.

> Por otro lado, estaría infinitamente mucho más tranquilo su tu padre pudiera revisar al Señor Punyuru ¿Sabes si es muy normal lo que ha hecho nuestro amigo Nekomatta? Me refiero a las luces, y a ese poder.
Y por dentro me pregunto si lo podría aprender Koko-Chan. Al fin y al cabo los dos son gatos.

Voy cargandolo con mucho cuidado, con delicadeza. Como si llevase un tesoro tan valioso que ni un ejército entero fuese lo bastante como para protegerlo.  No en balde, los Nekomatta eran deidades en nuestro Japón natal.

—Sí, digamos que venimos de muy, muy lejos, donde hay costumbres diferentes— digo complementando las palabras de Kei. Asiento con la cabeza cuando comenta lo de los bandidos —De hecho a nosotros también nos habían hecho prisioneros, pero somos tan chulos que pudimos escaparnos. Y lo demás ya lo conoces, Airi.

Muevo los hombros y compruebo que no me molesta nada. Cuando quiere Kei sabe cómo atender a los heridos. Un día de éstos bromearé proponiéndole intercambiarnos las clases cuando se aburra ser guerrero, aunque algo me dice que aunque lo dijéramos en serio no sería posible.

—¿Eeeh? ¿de muy muy lejos? No se vale, ahora quiero que me cuenten todo, ¿cómo se llama la ciudad? ¿es dentro del continente? No es justo, díganme.
Airi los mira con unos ojitos cargados de ilusión, sus orejas parecen también tensarse, pero se bajan cuando se le esfuma esa expresión.
—Entiendo, tío Ozax siempre se toma las cosas con calma, siempre tiene un plan para todo y se enoja cuando no seguimos sus consejos. ¡Pero está bien actuar espontaneamente a veces! Nunca se puede predecir todo y... y por culpa de eso me capturaron...
Se masajea el hombro, bajando la voz, a la vez que se le escapa una risita incómoda. Está muerta de vergüenza y no sabe dónde meterse.

—Sobre Punyuru, pues, es la primera vez que veo uno de su especie, no son autóctonos de esta región. No sabría qué decirte.

—Todo a su debido tiempo, como ha dicho Kei no estamos cómodos hablando de ello aquí. Cuando estemos en el gremio de tu padre te prometo que te lo contaremos todo— al ver cómo se pone esbozo una sonrisa tierna —Tranquila, todos cometemos errores. Lo importante es aprender de ellos.

Estoy preocupado por el nekomata, pero no podemos hacer nada más. Siempre puedo preguntarle a Orphea cuando comulgue con ella si puedo hacer algo más por él.

Caminamos un poco más y mi expresión empieza a ser de frustración.

—Mierda, con las ganas que tengo de correr de un lado para otro.

Necesito hacer deporte, no me siento yo mismo si no quemo calorías.

—Hm, tienes razón.
Airi permanece afligida por un par de segundos, hasta que Sojiro habla de hacer ejercicio y su cara vuelve a brillar.
—¿Tienes ganas de correr? —con dos saltitos va y se pone junto a élm caminando a la par—. Si quieres podemos echar una carrera hasta Épinne, ya no está tan lejos.
Sonríe divertida, con las manos a la espalda, esperando la respuesta.
—¿O tienes miedo de perder contra una chica? —Su mirada se torna maliciosa, pero aún sigue siendo tierna.

Se me dibuja una sonrisa de oreja a oreja ante la propuesta de Airi. ¡Es justo lo que necesito!

—¿Bromeas? Cuando estaba en el club de atlet... ah... eeeh... quiero decir, que me juntaba con gente a la que le gusta correr y solía estar entre los mejores (aunque casi nunca ganaba), pero más adelante lo dejé para hacer natación. También me encanta nadar, no existe ejercicio más completo— mi expresión se vuelve confiada —No tengo miedo, es más, luego no te quejes si acabas tragando el polvo que voy a levantar de lo rápido que voy a ir. Avisada estás, tronca.

He olvidado por completo la situación del nekomata yakuza y Kokoro, aunque Kei puede ocuparse de todo con su portentosa fuerza.

—¡Kei, tú das la salida! ¡A la de 3 salimos escopetados!

Brbrbrbrbr... ¡En verdad me muero de ganas de correr contra Soji de nuevo. Aunque lo mismo con este nuevo cuerpo de superhéroe no sería justo.

Pero claro, entre Kokoro, y el pobre de Punyuru, no puedo ir dando trotes violentos ¡Podría hacerles daño a los dos gatitos! Así que conteniendo las ganas de competir con ellos.

— De acuerdo, Airi, Soji... Tras la linea — digo dibujando una sencilla raya en el suelo con la vaina de Yoshitsune, Y tomo entre los dedos mi reloj para ponerlo en modalidad de cronometro (Beep-beep-beep) declaro 
— Preparadooos, listoooos ¡Ya! — A falta de pistoletazo, golpeo los restos de mi escudo con la espada, e inicio el cronometro.

Me sale TAN natural el usarlo para medirle los tiempos a Soji, que no me doy cuenta de que acabo de usar un reloj digital en este mundo

Y tras esto, me pongo a seguiros al paso más ligero que tengo, con Kokoro a la espalda como una mochila, y con Punyuru entre los brazos como un bebé

Los dos se preparan para salir picando, pero Airi se distrae un momento con los sonidos del cronómetro y se da vuelta muy sorprendida para verlo.
—¡Ey! —grita señalando la cosa en cuestión—. ¿Qué es eso? Hace ruiditos graciosos.
Pero pasó completamente desapercibido para los ya acostumbrados al artefacto y Sojiro se dispara hacia adelante.
—¡Espera! ¡Hicieron trampa! ¡Me distrajeron con eso que tienen! ¡No se vale!

Entonces Airi también emprende carrera, va a toda velocidad con la gracia y agilidad de una gacela, acercándose sin mucho esfuerzo a Sojiro y acortando enseguida la ventaja que él se había conseguido sin querer.
—Tramposo —le espeta Airi con los mofletes inflados mientras van cara a cara y sacándole la lengua acelera más.

A pesar de la excelente condición física del muchacho, competir con una elfa en velocidad en un bosque que ella conoce muy bien es inútil, pronto se desaparece entre la maleza y empiezan a preocuparse pensando en que podrían perderse de nuevo, pero el alivio es grande cuando tras correr un pequeño tramo salen a la intemperie.
Se había hecho ya de noche, pero ahora la luz de las lunas sí que les llega y pueden ver con claridad el panorama, se encuentran a pocos cientos de metros de un conjunto de granjas y un camino de piedra que va a parar a una ciudad amurallada a lo lejos, mucho más pequeña que Dustrun, pero bonita y majestuosa a su manera.

Airi ya va trotando entre las chozas y algunos campesinos que regresan a sus hogares la saludan al pasar, devolviendo ella alegremente los saludos.

Con un paso cuidadoso pero sin detenerme, termino llegando al camino, mascullando alguna maldición acerca de cómo estos dos flipados de la adrenalina me han dejado detrás cargando con el muerto.

Y entonces miro al pobre Nekomata en mis brazos, y pienso apresuradamente -y algo asustado- que OJALA no me hayan cargado un muerto.

Pero finalmente llego al camino, a base de seguir los gritos de estos dos

— ¿Lo ve, señor Punyuru? — le susurro — Esto es Épinne. La tierra prometida.

Por fin podremos dormir bajo sábanas, por fin no tendremos que hacer guardias ni andar con mil ojos acerca de cuando y el que nos va a atacar.

— Tan solo resista un poco más. Enseguida estará en manos del Sacerdote

— ¡Eh, Pelo-Pollo! — Le grito al compañero de pelo amarillo su mote del colegio — ¡Peli-blanca! ¡No os alejeis mucho, caray!

—Oye, yo no hice trampas. No es mi culpa que te distrajeras— respondo burlón a la acusación de Airi.

Puedo entender que se distrajera si nunca ha visto un reloj digital... Un momento... ¿Kei acaba de usar el reloj digital? Da igual, hay una carrera que ganar.

Sabía que los elfos eran ágiles, pero no esperaba perder con tanta claridad, sobre todo teniendo en cuenta que Airi se distrajo al principio. Menuda velocidad, igual podría batir el récord del mundo de los 100 metros lisos. Trato de alcanzarla mientras va trotando entre las chozas y también voy saludando a la gente, aunque ellos seguramente me mirarán raro.

—Oye, ¿no tienes compasión conmigo? Vale que eres más rápida, pero no necesitabas humillarme así y encima dándome ventaja al principio— bromeo —Va, aunque no hayamos apostado nada puedes pedirme lo que quieras como premio.

Esto suelo hacerlo cuando alguien me gana en una carrera. Y esta vez con más motivo tras ser derrotado de forma tan aplastante. Buff... tengo que entrenar más.

Me freno en seco tras escuchar a Kei llamarme por mi mote del colegio y me giro mosqueado.

—¡Te dije que no me llamaras así, Cabezayunque!— grito agitando el puño.

Con todo esto ni siquiera me había percatado de que ya estábamos en Épinne. A pesar de que dijimos que la carrera sería hasta llegar allí.

—¡Lo hicieron a propósito! —replica Airi enfurruñada—. Tu amigo hizo ruido con eso y... ¡y ya ves! los tramposos no ganan.

La elfita parece popular entre la gente, los transeúntes y carreteros que pasan por el camino la saludan y por consiguiente también a ustedes.
—¿Lo que quiera? —Levanta Airi las cejas, llevándose un dedo al labio y pensando—. Ya sé.
Entonces señala el reloj de Kei.
—¡Quiero eso!

—¿Eh? Lo siento, pero no puedes pedir algo de otra persona. Si fuese mío no tendría problemas, pero pertenece a Kei. Y de nuevo no hicimos trampas, en todo caso Kei es un idiota por usar eso cuando nos puede ver alguien indebido— suspiro —Lo siento mucho, pero no puede ser. Va, puedes pedirme cualquier otra cosa, en plan "limpia mi habitación durante una semana" o "sé mi sirviente durante 1 día entero" o cosas al estilo. O te puedo pagar como si hubiésemos hecho una apuesta, o invitarte a comer algo delicioso. ¿Qué te parece? Cualquier cosa menos pedirme algo de otra persona.

Hago lo posible para tratar de convencer a Airi, pero no tiene pinta de que pueda convencerla...

Me quedo mirando lo que me pide 

¿Mi reloj? Y entonces, de pronto me doy cuenta de lo que he hecho

— Ay la leche... Soji, que vamos a darles tecnologia moderna a estos primitivos cabeza-tuerca ¿Quien sabe que desgracias pueden ocurrir si les damos acceso a Tecnología? ¿Que cambios drásticos podrían suceder si...

Y me doy cuenta de que estoy sonando como una persona inteligente y eso no puede suceder

— Ven p'acá Airi. Mira....
Y le pongo el reloj, enseñandole lo que hace un reloj normal de un japo normal. Lo de que cuenta el tiempo, que puedes programar una alarma, o disparar un láser... bueno no. Eso no. Pero encender una lucecita, si.

Poniéndole el reloj en la fina muñeca a Airi, Kei se percata de lo lindas que son sus manos, que no parece que estuvieran curtidas por el uso de herramientas o armas, ni siquiera tiene los dedos callosos por tanto usar el arco, de hecho parece como si las bañara en pomada suavizante todo el día y da la impresión de que se fueran a romper si las sujeta con demasiada fuerza.
—Entiendo entiendo... ¡ah! ¡es verdad, son las nueve de la noche! —exclama con sorpresa, alzando el brazo en alto y admirando su nueva adquisición con total asombro.
Luego se queda mirando preocupada a Kei.
—Oye, no esperaba que me lo dieras, pensé que estábamos jugando, debe ser algo demasiado caro, no debería...

- Consideralo un pago adelantado - le digo - Cuando Koko se despierte, seguramente querrá que le sirvas el desayuno, que le laves los pies, y que la abaniques con plumas de pavo... si es que teneis pavos.

- Y no es tan caro. ¿Cuanto me salió? Creo que 1400¥ ¡Cuando una barra de pan vale unas 200 ó 300!

Veo que Kei de buen grado le entrega el reloj.

—¿Sabes lo útil que podría sernos aquí, Kei? Menos mal que yo conservo el mío...— afirmo enseñando el reloj, cuando al observarlo veo que está roto con el cristal agrietado —¡UAAAH! ¡Mi reloj! ¿Pero cómo..? Ah, claro... las peleas contra los jabalíes, luego los bandidos... mierda.

Cuando digo "mierda" miro a la espada de Kei mientras me voy quitando mi reloj estropeado con mucho pesar. Era un regalo precisamente de Kei por mi 16º cumpleaños. Una vez me lo quito me lo guardo en la bolsa.

Aprovecho para apreciar la.mano y la muñeca

— Estoooo...Soji ¿Puedes venir un momento? Fijate en esto

Trato de ser lo mas educado posible al apreciarlo

— ¿Recuerdas a Mido Miko, a Ai Kagano y a Moena Singuuji? Las tres chicas del club de Kyuudo. Ellas tres tenian las manos llenas de callosidades, y tienen nuestra edad ¡Y tu, Airi, tienes las manos como.una alfarera!

Por dentro estoy dudando de su es algo de la magia de su padre, el super-sacerdote Zellos, o si será algo racista de los elfos.

— Oh, perdona... Lo siento Ainri.