Partida Rol por web

Despiertas de un pesado sueño. Antes de abrir los ojos aún tienes imágenes en la mente: camillas de hospital, inyecciones, drogas... "he tenido pesadillas". Notas que la superficie sobre la que descansas es más dura y fría de lo habitual, no parece tu cama...

"Un momento, ¡no estoy en mi cama!" El pulso se te acelera. Intentas buscar una explicación lógica: "¿estoy en el suelo de mi habitación? ¿me he desmayado en la cocina?" Empiezas a comprender que no era un sueño... no quieres comprender, no quieres creerlo, no quieres que sea verdad. Permaneces inmóvil por el miedo, te da miedo abrir los ojos y confirmar que esas pesadillas eran ciertas.

Aún en el suelo, poco a poco abres los ojos, una luz blanca lo invade todo. No recuerdas cómo has llegado hasta aquí, no reconoces este lugar. Con la visión algo borrosa, distingues otros tres cuerpos junto a ti que parece que también están despertando, igual que tú. El lugar te parece demasiado extraño para ser real. Las drogas que aún recorren tus venas incrementan esa sensación de irrealidad.

"¿Dónde estoy?"

El pequeño chino abrió los ojos con la cara apoyada en ese frio y blanco suelo. Aun tenia el cuerpo entumecido y no tenia muy claro donde demonios estaba y lo mas importante para él, con quien estaba, no eran los amigos de su pandilla, ni siquiera eran de su edad ¿Y al parecer estaban en la misma situación que el?

Finalmente se levanto de sitio quedándose sentado y mirando a cada una de las personas presentes, dos viejas y un viejo. Y todos encerrados en una habitación sin puertas o ventanas aparentemente. En ese momento reacciono y metió las manos en sus anchos bolsillos buscando sus escasas pertenencias, las tenia, por lo que eso no podía ser la celda de una cárcel y los orfanatos tienen camas, ademas de que adultos no pintarían nada allí, osea que solo quedaba el secuestro. ¿Pero porque no recordaba nada de eso?

Tenia una mala sensación y cuando eso pasa, nada bueno puede esperar.
-Oye tu.-Hablo con la mas joven de las dos chicas, levantando rápido y ligeramente la cabeza.-¿Donde estamos? Que es esto.-Tenia un acento un tanto peculiar y con cada palabra parecía estar mordiendo.

Ni hao! saludo al niño, agotando con eso todo mi repertorio de mandarín.

Pues no tengo ni idea, alguien sabe dónde estamos? Pregunto a la multitud.

No recuerdo cómo desperté aquí. Al menos hay otra chica, aunque dudo que tengamos intereses similares... No, no será mi amiga del alma. ¿Y ese tío? ¿de qué va? En fin!

Saco la videocámara y grabo a la gente, sobre todo las caras. Se me ocurre que podríamos tocas las paredes para encontrar alguna salida, así que eso hago: doy golpecitos con los nudillos en las 4 paredes, intentando encontrar una puerta secreta o vete a saber.

Recorres las paredes dando golpes a la altura de los ojos, cuando golpeas las líneas plateadas suena a metal, bastante resistente; cuando golpeas las zonas blancas suena a hueco, parece vidrio, pero algo más duro. Prestando atención oyes un leve zumbido detrás, como de barras fluorescentes; oyes la respiración de las personas que están contigo casi más fuerte.

Das la vuelta completa a la habitación así y, al menos a esa altura, no encuentras ninguna puerta secreta ni nada por el estilo.

¿Sabéis? Esto me suena de algo digo mientras grabo bien a todos, especialmente a Zoe ¿No habéis visto esa supuesta snuff movie en la que 9 personas están encerradas en una casa y sólo una puede salir con vida de ella?

Después de las reacciones dejo de grabar un rato.

Me pregunto cómo habré llegado hasta aquí... Y cómo salir de esta. Mierda, ahora que lo digo, podría tratarse de una peli de esas!

¡¿HOLA?! ¡PUZLE, YA ESTAMOS DESPIERTOS! ¡DINOS ALGO!

Nadie (ni nada) responde. No se mueve ni un átomo de la habitación.

Zoe se levantó del suelo con un gemido.

-Mi cuello...- Murmuró frotándose las cervicales. Se sentía como si hubiera dormido en el suelo ocho horas. Malditos hippys ¿Qué coño era todo aquello?

Sacó su móvil del bolsillo, mirando a ver si tenía cobertura. Tenía todas sus cosas, ¿qué clase de mafia secuestra, droga y no quita sus pertenencias a las víctimas? Porque ella no se había prestado como conejillo de indias de ningún experimento.

La chica observó las paredes. ¿Estarían en alguna especie de contenedor industrial? ¿Un trailer? ¿Una habitación de un loquero? Las paredes sonaban como si fueran de algún material artificial. ¿Fibra de vidrio?

-No asustes al crío. - Zoe miró a su alrededor, buscando cámaras por las paredes. ¿Era eso una de esas absurdas bromas pesadas que salían en Youtube?

Sacó su móvil del bolsillo, mirando a ver si tenía cobertura.

No hay cobertura.

Zoe miró a su alrededor, buscando cámaras por las paredes.

No ves cámaras.

Mario tardó un poco en recuperarse. Cuando abrió los ojos no reconoció dónde se hallaba, ni quién era esa gente. Trató de mantener la calma. Pensó que lo más sensato era no abrir la boca y seguir sentado. Se dispuso a hacer un perfil de cada cual solo por sus gestos y palabras.

Solo tenía algo claro:

- Tú, chica. No me vuelvas a grabar con esa cámara.

Metió sus manos en los bolsillos para ver si seguía todo en orden. No pudo dejar escapar una leve sonrisa. Decidió no levantarse del suelo por el momento.

Cuando Mario se dirige a ti tienes una sensación negativa sobre él, nada concreto. Puede que sólo sean prejuicios por su apariencia, las películas nos condicionan mucho.

Tipo duro...

Enfoco a Mario al hablarme

Dime, cómo te llamas? Cómo te sientes?

Paro de grabarle tan pronto como le pregunto y enfoco las paredes. Sin buscar nada concreto. Después cierro la cámara. Puesto que no he obtenido respuesta de un presunto psicópata, me fijo en las compuertas.

Esto parece como la caja fuerte de un banco, no creéis? Alguno de vosotros es banquero? Chica, tú tienes pinta de tener perrillas! Aunque ¿quién pone una compuerta en el suelo?

Me agacho y la estudio. Intento abrirla.

Zoe soltó una carcajada. ¿Perrillas?

-Ojalá.- Respondió.

Resopló al comprobar que no tenía línea de teléfono. ¿Qué esperaba, metida dentro de un cubo de aluminio? Necesitaba un piti pero no le gustaba fumar delante de niños en sitios cerrados. Era una yonqui honrada.

También hay una en el techo. - ¿Sería un submarino?- Es raro, ¿eh? Derecha afloja, izquierda aprieta, ya sabes.

La chica tenia pinta de freaky, de aficionada a la tecnología. Seguro que ya lo sabía, pero por si acaso.

Cuando Patricia roza con su mano la plataforma cuadrada negra (segundos de 0:28 a 0:32):

http://youtu.be/2m1aCPB_Ni8?t=28s

La compuerta se abre de golpe haciendo un ruido de pistón. Es una compuerta doble, una esclusa, una escotilla, con un pequeño espacio entre ambas compuertas. Debajo ves una sala exactamente igual que la sala en la que os encontráis, está bastante alto. La sala no está vacía, en el suelo hay lo que parecen bolas de metal.

Mario se levanta tranquilamente y se dirige al hueco para asomarse a ver qué hay debajo.

- Tú. A la que le gusta fijarse en las puertas del techo, déjame tu jersey a rayas.

Se había asomado a mirar. Se sorprendió cuando vio un cubo exactamente igual, con sus copuertas, pero con pelotas en vez de personas. ¿Dónde demonios estaban? ¿Y si una cabina comunicaba con la siguiente... ¿Por qué no había una escalera? ¿Sería algun tipo de sistema de contención?

Entonces el calvo que se creía un vaquero le pidió el jersey. Zoe le miró con incredulidad. Cómo le fastidiaban los machitos.

-No. -Dijo simplemente. Lo llevaba crudo.

¿Habría más habitaciones iguales al otro lado del resto de compuertas? Se acercó a una de las puertas de los laterales, el centro quedaba un poco por debajo de sus ojos, la giró con suavidad, esperando que el sistema hidráulico se encargara de abrirla también.

Mario intentó no envalentonarse ante la negativa.

- Si eres inteligente y te preocupa tu integridad me lo prestarás. No te preocupes, no voy a estropeártelo, preciosa. Te lo devolveré en un minuto.

Zoe se volvió arqueando las cejas y cabreadísima. ¿Qué clase de anormal era aquel? No la conocía de nada e iba dando órdenes? ¿Pidiéndole el jersey?

-Si aprecias tu integridad, usa tu camisa -Dijo con voz gélida. Menudo gilipollas.

Mario se dio por vencido, era más fácil actuar a medias que intentar razonar con aquella cabezota.

- Como quieras, cácánar.

Se quitó la sudadera y, tumbándose y aproximándose al borde de la compuerta abierta, la dejó caer poco a poco por la abertura, cogiéndola de una manga con el brazo estirado y dejando colgada totalmente la prenda para intentar tocar con la sudadera alguna de las bolas en el suelo de la otra sala.

Cuando Zoe abre la compuerta de una de las paredes ve que hay otra sala al otro lado, igual que la sala en la que están, blanca, vacía.

Mario se tumba al borde de la compuerta del suelo e introduce la sudadera cogida por una manga, la balancea de un lado a otro intentando alcanzar las bolas, pero le falta muchísimo. Las bolas yacen inmóviles sobre el suelo a varios metros de distancia.

Mientras hace esto Mario ve unos números en la pared de la escotilla, entre una compuerta y la otra. Apenas miden un centímetro, pero están ahí, grabados. Los números son 232 en el lado de la sala en la que han despertado y 132 en el lado de la sala de las bolas.