Partida Rol por web

- Andando se podría alcanzar el paso al oeste tal vez en tres horas. En el camión es previsible que se pueda hacer en la mitad de tiempo, sin embargo, una brutal tormenta de arena sopla desde el Norte, azotando y zarandeando al camión y a vosotros en vuestro viaje hacia el paso.

Es difícil hacerse oír por encima del viento.

VLADYMIR:

- Estás a los mandos del camión de caja abierta.

- Tirada oculta de Conducir +0.

El vostroyano conducía aquel camión, ceñudo, sin saber muy bien como demonios se suponía que iban a dar con Raine y los suyos. Además, había otro asunto... Uno que, ahora que estaban lejos de oídos indiscretos, debía compartir con el resto de la célula. Por ello, gritando para que se le pudiera oír, mientras se esforzaba al volante, dijo:

-El hermano Lamark me dijo algo más. Por lo visto el abad y el vidente hicieron alguna especie de ritual secreto, que le dijeron que era para proteger la catedral. Esto cada vez huele peor. No podemos descartar a Raine, y la alcanzaremos, a ver qué nos puede contar. Pero creo que ella puede no ser la responsable. 

Scythia escuchó a Ostrogov con el ceño fruncido. No le gustaba nada lo que implicaban sus palabras.

- Interroguemos a Esha. - Indicó estando de acuerdo con el vostroyano. - No perdemos nada por ello y lo peor que puede pasar es que volvamos con las manos vacías. - Le costaba hacerse oír con el estruendo de la tormenta de arena.

Por si acaso, la sororita sacó un pañuelo y se tapó la boca y la nariz con una mano, mientras con la otra se agarraba bien al vehículo.

Recorro el camino sobre el camión sin mirar mucho el paisaje. Mis pensamientos me mantienen completamente ocupado pues los misterios que se esconden de la vista están siendo más difíciles de descifrar de lo que esperaba. Un poco de investigación basta para encontrar a los responsables, pero en este caso no ha sido posible pues el culpable puede ser cualquiera y nunca se está seguro de quién es el enemigo. Todo esto ha causado una suspicacia en mi interior que me hace desconfiar de todos y todo, incluso de los más altos y sagrados de los habitantes de Desesperanza.

Al escuchar las palabras de mis compañeros, contesto lo único que puedo pensar:

 - "Culpa a Esha Rais solo por haber visto una figura femenina es un acto tan ilógico como sospechoso. Me pregunto si el Vidente no estará cegado por algún tipo de rencor que le nubla la vista. No quiero pensar mal de Aristarchus pues es una eminencia, descendiente del propio San Drusus, pero sus actos no están a la altura de su nombre. Creo que hay una sombra que se posa sobre todo este mundo pero no somos capaces de ver a través de ella, no aún."

Me vuelvo a sumir en el silencio de mis pensamientos. Estos no son nada bellos ni alegres, sino sombríos y tristes. Lo lóbrego de mis ideas y conclusiones son solo el fruto de lo mal que nos ha ido y de todos los horrores en los que estamos sumidos y sin una luz real de conocimiento. Si Esha Rais no tiene alguna respuesta para nosotros, volveremos a estar a ciegas.

El ex legionario contempla el árido paisaje sin prestar atención a las palabras de sus compañeros. Son demasiadas palabras, demasiadas opiniones, demasiadas posibilidades. Comenzó a pensar en que, al igual que sucede con los culos, todos tenían su propia idea acerca de quién y por qué... pero al meditar sobre ello cayó en la cuenta de que, allí, la única que tenía un culo que mereciera semejante nombre era Renata.

No. Las palabras le aburrían.

Miró hacia un grupo de aquellos jodidos cuervos con una sonrisa torva. Antes de que todo acabase pensaba arrancarle la cabeza a uno de ellos con sus propios dientes.

Aunque primero iba a encargarse de esa cantamuertes. Porque mientras que sus compañeros sin culo podían abrigar sospechas, Kurt tenía una certeza tan grabada en su mente como el símbolo tatuado y escarificado de su frente.

El viaje de hora y media en el camión, magistralmente conducido por Vladymir pese al embate furioso y constante de la tormenta de arena, os conduce a las laderas de la cadena montañosa que rodea Desesperanza.

Aparte de la tormenta de arena y de algún lastimero traqueteo del camión, el viaje transcurre sin incidentes mientras cae la noche a vuestro alrededor...

La tormenta de arena va amainando al final de vuestro trayecto. A un lado del paso principal, en un desfiladero situado en un nivel inferior, veis una casa de gran tamaño construida con toscos bloques de piedra y las pieles de varios animales sin identificar. El interior parece iluminado por lámparas, probablemente de aceite.

No muy lejos de la granja hay un pozo y un pequeño corral en el que dormitan cinco perros de las arenas.

El lugar está abarrotado de postes con numerosos cráneos de animales. Varios perros de las arenas comienzan a husmear y resoplar y Vladymir apaga el motor del camión a cierta distancia de la casa.

Aún hay que descender al nivel del desfiladero y puede que esa pendiente sea mejor hacerla andando, pues parece que el camión podría resbalar fácilmente y acabar en el fondo de un barranco.

Scythia bajó del camión y depositó sus pies en el suelo sin preocuparse de no hacer ruido. Con la tormenta y la distancia era imposible que nadie de la casa pudiera escucharles.

Continuó tapándose la boca y la nariz con el pañuelo y entrecerró los ojos para evitar la arena y poder ver mejor.

- ¿Vamos directamente a la casa para interrogar a la mujer? - Preguntó Scythia. - Quizá sería buena idea que uno o dos de nosotros dieran un rodeo y cubrieran una posible huida de esa Cantamuertes. -

- No creo que vaya a intentar huir aunque todo puede ser - dije yo mientras bajaba del vehículo.- Bueno, Vlad, tu mandas ¿Cómo quieres hacerlo?

-Por lógica, si alguien tuviera que cubrir de lejos, debería ser yo con el rifle láser largo... Y no quiero estar lejos de la conversación, y los posibles problemas. Iremos todos. No vamos a entrar con intenciones violentas, al menos en un principio. Pero tened las armas a mano, por si acaso-dijo el vostroyano, mientras empezaba a bajar en dirección a la cabaña. 

-Estamos en su terreno y esa mujer es importante para los locales. Y nos ayudaron durante el ataque, salvando entre otros al Abad. ¿Qué sentido tiene creerla culpable ahora de un ataque contra su persona? Es absurdo. Y curiosamente su detención o destrucción viene ordenada por aquel a quien acusó de hablar por boca de otro. Chicos, no seré la que entre amenazante ni con el arma en la mano. Quiero hablar con esa mujer. Como solo podemos hacerlo las mujeres. Ella -dijo señalando a la sororita- y yo seríamos una adecuada vanguardia de cara a entrevistarnos con esa mujer. Y avanzar con algo que señalara que vamos en señal de paz, sería muy oportuno. Más que el avanzar como si fuéramos a matar hasta a los grillos. 

Scythia sonrió ante las palabras de Renata. Tenía razón. Realmente sólo venían a hacer unas preguntas a Raine, y la sororita, aunque se fiaba de Aristarchus, tampoco creía que aquella mujer fuera culpable del ataque contra el Abad.

Lo mejor sería ir en son de paz y hablar las cosas. Quizá fuera razonable y entre todos llegaran a aclarar todos esos oscuros acontecimientos que se estaban produciendo en Desesperanza.

- Estoy de acuerdo con Renata. Es mejor que vayamos las dos primero y hablemos con la mujer. Si es culpable y es la voluntad del Emperador la reduciremos para llevarla de vuelta a Desesperanza, pero creo que el Emperador ha posado sus sentidos en nosotros para asegurarse de que lleguemos al fondo de este asunto. Y no creo que Raine tenga algo que ver. -

HERMANA SCYTHIA:

- No puedes evitar sentir suspicacia hacia la Cantamuertes.

- Sin duda, es lo más parecido que has visto a una sacerdotisa pagana, o incluso a una bruja. Incluso aunque no sea ninguna de esas dos cosas, lo cierto es que se parece mucho a ello. Está muy alejada de las figuras religiosas que puedes respetar: Sacerdotes de la Eclesiarquía y Hermanas de Batalla del Adepta Sororitas.

Cuando descendéis al nivel del desfiladero, Esha Raine sale de su hogar seguida por Kos'ke y varios de sus hombres con las armas preparadas para disparar.

Todos guardan silencio y se limitan a miraros.

Escucho la conversación de mis compañeros mientras observo el lugar. Esa casa es extraña y no es seguro que nuestro objetivo se encuentre ahí. Aún así cumple con las características indicadas y es el lugar que buscamos. Solo espero que Raine esté allí y que esté dispuesta a recibirnos.

Finalmente escucho las palabras de Renata y de la Hermana Scythia y respondo a ellas riéndome un poco:

- "No creo que la probabilidad de obtener información de Esha Raine aumente porque sus interrogadores tengan vagina igual que ella. Eso de "Cosas de mujeres" no se aplica a esto pues ninguno de los asesinados murió ahogado en sangre mestrual. Iré con ustedes."

Comienzo a bajar junto con ellas lentamente, tan rápido como mis heridas me lo permiten pero lo suficientemente lento para no correr ningún riesgo de caída.

En el momento en que veo salir a Raine y a Kos'ke, levanto las manos sin dejar de avanzar y les hablo:

 - "Somos amigos. ¿Nos recuerdan? No hemos venido a hacer daño."

No digo más pues son solo palabras las que deseo cruzar con la mujer. No esperaba que esos otros acompañantes estuviesen con ella, pero no hay ningún problema si eso significa tener todas las versiones disponibles para ser analizadas.

Parecía que, finalmente, su avance había sido detectado por Raine y los suyos, que habían salido a recibirlos... Que no hubieran empezado a disparar aún ayudaba a mantener la esperanza de que podrían solucionar ésto hablando. Aunque quién sabe, quizás en los próximos segundos cambiaban de idea y se generaba un tiroteo en aquel lugar. Tauron es el primero en romper el silencio, aunque lo cierto es que no dice demasiado más allá de unas palabras tranquilizadoras. El vostroyano decidió apartar la mano del gatillo de su rifle y levantarla, antes de empezar a hablar.

-Venimos a parlamentar, en nombre del Imperio y el Dios Emperador. Queremos averiguar qué ocurre con la catedral de Desesperanza.

- "Han venido en vano, fieles del Dios-Emperador. No pienso volver a poner un pie en Desesperanza. ¡Ni aunque todos y cada uno de sus sus habitantes, vivos y muertos, me lo pidieran!" -

- Nadie ha dicho que tenga que venir a Desesperanza. - Intervino Scythia. - Queremos saber qué ocurre y nos gustaría que nos ayude con lo que pueda. Puede hacerlo aquí y ahora. -

Miró intensamente a aquella mujer. - ¿Puede decirnos qué sabe sobre la Catedral y los recientes acontecimientos? - preguntó intentando sonar apaciguadora. - Cosas concretas por favor. -

Tal y como Raine había hablado, daba a entender que ella no era una fiel del Dios-Emperador, y eso hacía hervir la sangre de la sororita. Pero ahora debía controlarse.

Kurt se limita a contemplar a Kos´ke con su mirada gélida mientras el caudillo sale de la cabaña junto a sus hombres. 

-Mira tú por dónde -murmura.

Sonríe levemente, escupe en su mano diestra, descuelga su hacha del cinto. ¿Una conversación de mujeres? No sería él quien dijera en voz alta ante su Ama lo que pensaba sobre semejante tontería: no se fiaba de la Cantamuertes, no se había fiado de ella desde el primer momento, y estaba decidido a acabar con todo aquello a la menor oportunidad.

Y lo haría.

En cuanto su Ama diera la menor muestra de conformidad.