Partida Rol por web

COLMENA SIBELLUS, ESCINTILLA:

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HORA LOCAL: 06:45.

Se había tomado demasiado tiempo guardando silencio cuando (quizás) debería haber intervenido. Su mente había quedado en shock tras la aparición de Arlan Hex y sólo ahora teminaba de procesar e interiorizarlo. Le provocaba comezón el que ni siquiera hubiera sabido mostrar su agradecimiento ante el inquisidor por su confianza en él, en caso que tuviesen que adentrarse en el submundo.

Tamborileó sobre el metal de su pierna prostética bajo su pantalón antes de mirar a Valerius con intención.

- Verius y Varius, hermanos de distinto padre- gesticuló con la mano hacia sí mismo y luego hacia el sacerdote, indicando quién era cada cual-; Verius es un diletante de malas costumbres y peores vicios mientras que Varius es pío y educado, nos ata a la familia Strophes el ser procuradores de productos y servicios para Annius Verna Strophes - elevó los dedos hacia el techo de la nave, listo para aceptar sugerencias una vez terminase su exposición-. Estos personajes y dinámica llamarán la atención y, el que seas uno de los pocos hombres de bien en Escintilla, será un cebo difícil de ignorar para una culto que está creciendo demasiado rápido como para tener buen control sobre su reclutamiento -habría querido sonreírle a Valerius pero el muñón le estaba haciendo polvo, debía de tratarse de los cambios atmosféricos al otro lado, de manera que quedó en una mueca desagradable- Nada convence más que la verdad ¿No crees?

En breves abrirían las puertas y tendrían que salir, ojalá hubiese tenido más tiempo--- O menos dudas.

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HORA LOCAL: 06:45.

Vuestra nave se inclina hacia vuestro destino: un gran muelle de atraque que emerge de las porciones inferiores de las masivas espiras que se alzan en lo alto de la colmena.

Conforme vuestro grupo emerge de la lanzadera a una llovizna que huele tenuemente a metal de armas, una mujer bajita con pelo ferozmente rojo os espera en la plataforma de aterrizaje con una gran sonrisa. Rápidamente se adelanta, lanzando sus brazos alrededor del cuello de Intius Varnias con un chillido y un: - “¡Bienvenido a Sibellus, Primo!” –

Ella hace un gesto a un sirviente vestido de negro que porta una serie de paquetes que inmediatamente distribuye entre los recién llegados. Resultan ser capas de color gris claro.

La mujer mira alrededor y dice en voz baja:

- “Ya habrá tiempo para hablar más tarde, dentro. Aquí hay demasiada corriente y humedad, me parece. Aseguráos de cubriros bien, no vayas a coger un resfriado.” –

Coge del brazo a Intinius Varnias.

- “Así, ¿qué tal fue vuestro viaje?” –

Conforme los Acólitos abandonan la plataforma de aterrizaje, entran inmediatamente en un corredor muy ornamentado, que no deja ninguna superficie sin tocar por algún artificio de una u otra variedad. Bajo-relives cubren las paredes y el techo, oscuros mosaicos sombríos de agrietadas teselas cubren el suelo. Parte de las obras de arte representan a figuras Imperiales reconocibles, pero la mayoría están demasiado desgastadas por el paso del tiempo.

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HORA LOCAL: 06:45.

Valerius no había tenido tiempo de contestar a la sugerencia de Tercio. Que fuesen hermanos era algo plausible. Que él fuera pío y educado, y que no tuviera que ver con la Eclesiarquía salvo que era fervoroso... bueno. Quizá no era mala idea del todo.

Sus pensamientos fueron interrumpidos a la llegada a la Colmena, y más aún por el recibimiento que obtuvieron. Aquella mujercita sí que sabía meterse en el papel. Valerius comprendió de inmediato su actitud y sus palabras... Seguramente estarían siendo vigilados por rivales políticos, y los nobles podían tener ojos y oídos en todas partes.

Disimuladamente, el sacerdote echó a andar unos pasos por detrás de Intius y la mujer... y se fijó en las vestimentas pomposas de ésta. Definitivamente, él no iba a comprender nunca lo que era la moda para los nobles. Vestían de una manera que a Valerius se le antojaba... llamativa y estrambótica.

Hizo un gesto con la cabeza a Tercio para que le acompañara y comenzara a andar junto a él. Si al final se decidían por la tapadera de los hermanos Verius y Varius, lo mejor sería que les vieran juntos desde el principio. Y si aquella identidad no era la escogida, tampoco pasaba nada malo.

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HORA LOCAL: 06:45.

Itsua deshizo el paquete, tomó la capa y se la colocó sobre los hombros con un gesto rápido. Aquellas prendas, todas iguales, cubrían sus vestimentas y los transformaban en algo anodino y sobrio, un pequeño grupo uniformado que no destacaba por nada. En silencio, siguió a la falsa pareja familiar, con una sensación de borrachera ante la excesiva decoración del pasaje. 

No obstante no dejó que aquello le distrajera. No era momento de dejarse llevar por los estímulos, por ricos que estos fueran en contraste con la celda que había habitado durante años. A sabiendas de que siempre habían ojos ociosos que lo observaban todo, se sumó a ellos, prestando atención a cuanto se abría a sus pies. 

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HORA LOCAL: 06:45

El cuestor sujetó el bastón bajo su axila y sostuvo el paquete que le correspondía entre sus manos. Lo sopesó con desconfianza y no se decidió a abrirlo hasta que varios de sus compañeros lo hubieran hecho, y aun cuando lo hizo y confirmó que lo suyo también era una capa igual que la del resto, no se convenció para ponérsela de inmediato.

La acercó a su nariz con cuidado. Lo justo para poder olerla sin que su superficie entrara en contacto con su piel. La olisqueó buscando el rancio olor a sudor de un desconocido o la fragancia usada por alguna dama o caballero con la que endulzar su hedor. Cualquier cosa que delatara que había sido usada anteriormente y que no había sido apropiadamente lavada e higienizada para un uso posterior.

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HORA LOCAL: 06:45

Ostrogov bajo de la lanzadera con aire marcial y decidido, solo para encontrarse aquel comité de bienvenida y la recepción al "primo" de sus anfitriones. Había que reconocerles que se movían rápido, parecían realmente volcados en aquel asunto... Y eso era sin duda alguna bueno. Los aliados solían escasear en esa clase de trabajo. Aceptó la capa con un gesto de agradecimiento, colocándosela pero asegurándose de tener un buen acceso al menos a la pistola, antes de seguir al grupo por el corredor. 

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HORA LOCAL: 06:45

Aguardó a que su señor Annius Verna Strophes completase su abrazo antes de ofrecerle el paquete con su capa y ponerse a continuación la suya propia, una mirada a su hermano Varius dejaba claro que disfrutaba de poder atender las necesidades del noble antes de que él se diese cuenta de que fuera necesario.

Pero era sólo una manera de tomarle el pelo, ver ese disgusto reflejo en el rostro de Varius hacía feliz al más perverso de los dos hermanos. Se aferró a su brazo, se aseguró que bajo la capucha no fuera fácil reconocerles y comenzó la persecución de Julia Strophes a través de los pasillos, sus ojitos asomando para captar algo de aquel volcado de arte en el pasillo de una plataforma de aterrizaje.

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HORA LOCAL: 06:45

Los momentos previos a llegar al destino Kurt estuvo concienciándose del papel que debía de representar. Un chico de las maletas, un mozo de carga, un humilde trabajador que no sabía nada y no era problemático. Eso es lo que debía ser, dejaría que la parte pesada de la misión la llevaran los mayores, él aprovecharía para trabajar en la segunda fila. Decidido eso y hasta que tomaron tierra se distrajo observando a Renata desde la distancia, era sin duda el mejor lugar en el que posar los ojos.

Cuando hubo de representar su papel se centró en ello. Recogió algunas de las maletas que debían de llevar, algunas, no todas. Era un actor, pero no uno demasiado metódico. Así cargo sus brazos con equipaje, la cantidad suficiente para parecer que trabajaba, pero no tanta como para cansarse en exceso.

Agradeció con sinceridad la capa que le ofrecieron para no coger frío y dejando todo lo que portaba en el suelo, se apresuró a vestirse con la prenda gris. No recogió el equipaje hasta que no se decidieron a continuar con la marcha, no iba a gastar energías en vano.

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HORA LOCAL: 06:45

Cuando la lanzadera desciende, salgo rápidamente de ella y comienzo a mirar alrededor, ya completamente metido en el papel que debo interpretar como jefe de seguridad. Después de entender que la mujer fuera es nuestro contacto, concentro mi vigilancia al resto de la plataforma, asegurándome de que no hayan amenazas para mi "protegido".

Bajo mi equipaje, lo que incluye mi maletín largo, en el que guardo el rifle con las modificaciones que he podido agregarle en este tiempo. Es una buena arma, fiable y precisa como me gustan. Espero que pueda usarla nuevamente pues es sumamente gratificante volar la cabeza de herejes con él.

Veo las efusivas muestras de afecto de la mujer, que le llama primo, por lo que supongo conoce perfectamente nuestras coartadas. La observo, viendo sus detalles y asegurándome de poder identificar cualquier cambio en una próxima ocasión en que la vea. Me dispongo a seguir a Intius en su trayecto, como se supone debemos hacerlo.

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HORA LOCAL: 06:46.

El grupo pronto pasa a través de un arco masivo que se abre a un domo geodésico de treinta metros de altura. Un gran árbol, que fácilmente tiene tres cuartas partes del tamaño de la estancia, domina el centro del espacio abierto. Un centenar o más de balconadas miran hacia el árbol.

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HORA LOCAL: 06:46.

El árbol parecía ser el centro de aquel lugar. Con todas aquellas balconadas apuntando en su dirección, Valerius se removió algo incómodo mientras continuaba andando.

Podía haber gente de aquel culto vigilándoles literamente desde cualquier lugar... pero por el momento no habían hecho nada sospechoso, así que no tenían por qué preocuparse. De hecho, lo mejor era continuar como si nada, y no llamarían la atención. Bueno, no más que un grupo más o menos numeroso de nobles que acababan de llegar de visita a unos familiares.

Seguramente serían de interés solo para otros nobles... tampoco era el momento para elucubrar. Mientras andaban, Valerius lanzó una mirada a Tercio... no acababa de estar cómodo con la identidad que su compañero se había inventado para ambos.

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HORA LOCAL: 06:46.

- Querida prima- responde Intius/ Annius Verna Strophes con una sonrisa, mientras responde al abrazo de Julia. Luego ante las palabras de ésta, mira al resto de la comitiva, asintiendo y fijándose, un instante, en la actuación de Xerxes von Braun.

- Ya habéis escuchado a la dama- indicó mientras aceptaba la capa que le ofrecían, y que había tomado unos instantesTercio Veridio/Verius, y se la ajustaba, cubriendo su cuerpo- El viaje fue bien. ¿Y aquí? ¿cómo está la familia?

Andaba junto a su prima, cogida de su brazo, sin prestar demasiada atención a los bajo relieves que parecían afectados por una apreciable falta de mantenimiento que, sin embargo, no menguaban que habían sido, sin lugar a duda, caros, y que representaban más un horror al vacío que ninguna otra cosa. No hizo sin embargo ningún comentario. Realmente era bueno llegar a un lugar privado lo antes posible, minimizando las posibilidades de encuentros que pudieran debilitar su aún frágil tapadera. Aunque si algo era bueno la precipitación con la que se estaban moviendo es que sus enemigos, con toda probabilidad, aún no habrían podido descubrirlos.

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HORA LOCAL: 06:46.

Era curioso que en un lugar superpoblado como aquel, donde ríos de gente pululaban en torno a ellos, les estuvieran ya no mirando, sino observando. Sin darle mayor importancia, se colocó a la distancia prudencial que consideró le correspondería en el séquito de un noble. No necesitaba hablar, ni comentar nada con sus compañeros. Solo andar y llegar a su destino, mientras Intius interpretaba su papel.

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HORA LOCAL: 06:55.

Su guía elige un corredor que para los Acólitos no es diferente de cualquier otro y acelera el paso. Tras varios giros y vueltas, el grupo llega hasta una gran puerta metálica cubierta con un diseño plata y azul atravesado por una daga roja.

La mujer hace un gesto con una mano con anillos y la puerta se abre silenciosamente hacia adentro. Conforme los Acólitos entran en el edificio, rápidamente aleja a su sirviente y os lleva a una cámara rícamente decorada donde hay un hombre de pie en una esquina, supervisando la habitación, sus brazos abiertos en un gesto de bienvenida.

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HORA LOCAL: 06:55.

Observó con atención el hangar donde llegaron a Sibellus y sonrió divertida ante la actuación casi perfecta con tintes de sobre actuación de la prima Julia. Eso le recordó la conversación anterior que habían tenido todo el equipo a bordo de la lanzadera sobre los papeles que debían aparentar allí en tierra.

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HORA LOCAL: 06:15.

- Yo me ocuparé de los chismes, obviamente, son taaaan interesantes – dijo con un tono de noble pija que bordaba a la perfección, para luego volver a su sonrisa pícara de siempre, - Pero por desgracia no es un oficio propiamente dicho, - suspiró mientras se toqueteaba el labio pensativa. - ¿Alguno quiere ser mi concubino? - parpadeó inocente, pero su sonrisa divertida la delataba - ¿porque será que las sirvientas y las amantes son siempre las que pasan más desapercibidas en una casa noble? - preguntó de forma abstracta con un ligero tono sarcástico, en el caso de las primeras era porque nadie les hacia caso y en el segundo porque les hacían demasiado caso pero las consideraban poco importantes. - Si ya hay secretario y contable, me queda ser una sirvienta (pasaaaando) o una amante – se encogió de hombros. - Mi nombre será Nataly. - finalizó, dejando al aire el “afortunado”.

Se encogió de hombros, repitiendo el gesto del recuerdo que le había venido a la mente. Bufó entre divertida y aburrida cuando le entregaron la capa (¿gris? ¿en serio?), quedándose con la cara del sirviente que había venido con la noble. Se colocó la capa sobre sus hombros con reticencia clara, pero sin que le tapara del todo los ropajes y siguió a los nobles como si perteneciera allí y solo estuviera unos pasos por detrás porque ella así lo quería. Realmente solo un espectáculo para los ajenos que estuvieran cotilleando sin permiso.

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HORA LOCAL: 06:55.

Valerius prestó especial atención al diseño de la puerta metálica. Seguramente sería el símbolo de la casa noble... o quizá no y tenía otro significado, pero por si tenía que volver a orientarse o si veía el mismo diseño en otro lugar... trató de recordarlo. Plata, azul y una daga roja. Bonito contraste.

Continuó en silencio siguiendo a la comitiva hasta que llegaron frente al que iba a ser su anfitrión, Laurent Strophes.

El sacerdote estudió el rostro de aquel hombre, ignorando sus gestos y su forma de moverse. Con el tiempo Valerius había aprendido que las personas sabían mentir muy bien con el lenguaje corporal y gestual... Pero los ojos... en la mirada era mucho más difícil mentir.

Dejó que fuera Intius quien tomara la palabra.

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HORA LOCAL: 06:55.

La capa limpia con la que les habían obsequiado no parecía ser lo suficientemente discreta como para provocar la indiferencia de las gentes allí por donde pasaban. Su tela apenas parecía capaz de contener las inquisitivas miradas de todos los curiosos que les salían al paso, que en la distancia les observaban casi con descaro, como si quisieran dejarles bien claro que sabían que estaban allí, que eran extraños, recién llegados.

- “Piensa mal y acertarás.”

Era lo que siempre había escuchado. Una máxima que si bien imprecisa y general, ayudaba a estar alerta, a que no le pillaran a uno por sorpresa. Debían ser cautos y desconfiados, como siempre, y aquel peculiar recibimiento lo dejaba aún más claro.

En silencio siguió avanzando, apenas interesado en la grandiosidad y la opulencia de la que se veían rodeados. Aquellas extravagancias no eran más que una forma de ocultar detalles al ojo desentrenado, porque no eran pocos los que creían que un fallo envuelto en oro era menos fallo.

MANSIÓN STROPHES, COLMENA SIBELLUS, ESCINTILLA:

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HORA LOCAL: 06:56.

Julia cierra las puertas detrás de todo el grupo y dice:

- “Intentémoslo de nuevo, ¿de acuerdo? Soy Julia Strophes, bienvenidos a la Colmena Sibellus.” – Sonríe socarronamente. – “Primos”. -

Kurt Brokenbone y Vladymir Ostrogov se han quedado mirado hacia el hombre en el rincón. Viendo sus expresiones, Julia camina hasta el rincón y golpea suavemente con los nudillos la cabeza del hombre.

- “El tío-abuelo Thalus, dirigió la Casa Strophes en tiempos oscuros” – explica. – “Nosotros los nobles de Sibellus apreciamos tanto nuestra antigüedad que mantenemos a nuestro alrededor a nuestros muertos más honorables para que nos recuerden nuestras glorias pasadas. Tiene su utilidad, supongo.” – Dice mientras lanza su capa sobre los brazos abiertos del cadáver.

- “Pónganse cómodos, hay bebidas en esa hornacina. Traeré a Padre y tendremos apropiadas presentaciones.” – Asiente con una leve reverencia y se marcha.